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Revista Latinoamericana de Psicología

Print version ISSN 0120-0534

Rev. Latinoam. Psicol. vol.39 no.1 Bogotá Apr. 2007

 

LIBROS

 

 

Miguel Eduardo Martínez-Sánchez

Universidad Nacional de Colombia

 

 

Solms, M. y Turnbull, O. (2004). El cerebro y el mundo interior. Una introducción a la neurociencia de la experiencia subjetiva. Bogotá: Fondo de Cultura Económica. pp. 352

Perhaps there are too few "bridge people" -people who can and will synthesize diverse factual information obtained from different levels of analysis Pasko Rakic(en la Introducción de "The new cognitive neuroscience" 2ª edición)

Para un fisiólogo latinoamericano no resulta fácil tomarse en serio las palabras de P Rakic. Nuestro papel marginal en la producción de conocimiento en neurociencias no solo nos impone una modestia respetuosa sino que frecuentemente se
acompaña de un silencio sobrecogedor cuando se oye o se lee a quienes se acercan o están en la frontera del conocimiento. Paradójicamente, también a un académico latinoamericano le resulta fácil intentar constituirse en una "persona puente" por cuanto a nadie le resultan sospechosas sus incursiones por mundos tan disímiles como la filosofía, la sociología, la evolución, las neurociencias y la psiquiatría biológica. Estar al margen de los escenarios de producción de conocimiento parece tener la paradójica ventaja de exigir un minucioso y elaborado sentido de la crítica sobre todo lo que se lee. Y si estas lecturas, incluido por supuesto todo el tiempo requerido para su decantamiento, permiten un lento proceso de construcción de redes conceptuales puede uno llegar a tener uno que otro momento de iluminación cuando parecemos acercarnos a una suerte de conjunción que como en el juego de tangram permite que los fragmentos encajen en una bella síntesis. Experiencias estéticas de la razón y el conocimiento que resultan cercanas a un probable onanismo mental, esta variante de la soledad que deberá estudiarse como uno de los rasgos de la intelectualidad latinoamericana de las últimas décadas.

En este contexto resulta imprescindible compartir, no sólo con los colegas sino sobretodo con los alumnos, esos hallazgos que parecen resonar con esa intención de síntesis a la que tanto aspiramos los docentes de ciencias insertados en los ámbitos de la formación de profesionales de la salud. En este caso se trata de compartir un libro amable, seductor y peligroso. "El Cerebro y el mundo interior" de Mark Solms y Oliver Turnbul publicado por el Fondo de Cultura Económica en Bogotá en el 2004 resulta un hallazgo en el sentido personal, por cuanto tras décadas de crítica activa sobre los alcances terapéuticos del psicoanálisis y de acomodamiento en una postura biologista sobre la fisiopatología de la enfermedad mental, llega a mis manos un texto con la clara intención de divulgar la reconciliación que se viene dando desde hace algunos años entre el psicoanálisis y la neurociencia. Hallazgo de corte serendípico -ya que no era mi intención buscar un texto con esta orientación- puesto que la exploración que emprendimos con el grupo de estudiantes de nuestra Línea de Profundización en "Neurobiología del Comportamiento" nos había lleva do originalmente al territorio de la conciencia y en particular a los planteamientos de - Dehane, J. P Changeaux en torno a una taxonomía imagenológicamente verificable de sus componentes. Por este camino, como suele suceder en la dinámica pedagógica de un "centro de interés", llegaron hasta nosotros dos artículos de E Kandel en los cual ampliaba y fundamentaba sus reflexiones sobre los vínculos entre las neurociencias y el psicoanálisis, y con posterioridad un ejemplar de la gaceta del FCE donde se encontraba una versión del prólogo que Oliver Sacks escribiera para este libro. Finalmente, una tarde de husmear por la librería de nuestra Universidad puso en mis manos este agradable volumen al que encontré ofreciéndose despreocupadamente en un estante. Ruta de acercamientos y desencuentros que como los de Ulises en su tortuoso regreso a Itaca, tienen tanto de seductores, como de sagrados, mágicos e incluso, lo reitero, de peligrosos.

"El cerebro y el mundo interior" resulta un libro amable por cuenta de sus editores. Impreso a una sola tinta, con unas ilustraciones sobrias y de tamaño moderado, en un papel un tanto más fino que el de las ediciones rústicas, un tamaño que nos aleja de los aguerridos, venerables y queridos "cuadernos" del Fondo y con una cubierta de diseño contemporáneo, si bien muy sencillo, con unos colores fríos agradablemente mezclados que terminan por redondear la sobria elegancia de un volumen que fácilmente seduce a quien está dispuesto a obtenerlo por una suma moderada cercana a los veintitantos dólares. El resultado, un libro para degustar mucho y compartir poco por cuenta de una cierta fragilidad que puede percibirse en su encuadernación.

Libro seductor y peligroso? Como Ingrid Bergman en "Casablanca" o Audrey Hepburn en "Sabrina" no estamos frente a una Vamp clásica del cine negro que se nos ofrece descarada en su belleza y esplendorosa en su capacidad de seducción. Como Ilsa Lund y como Sabrina este libro nos seduce por su sobriedad, inteligencia, refinamiento y sencillez. Sagazmente dirigido hacia el público en general Solms y Turnbull desplegan una prosa sencilla, directa y en apariencia al alcance de todos mediante la cual logran hacer empalmar todos los argumentos que constituyen el edificio conceptual que nos proponen: retomar la senda pospuesta por Freud y hacer que el psicoanálisis regrese a los senderos de la Biología, pero no como una aceptación de la derrota, sino como una fusión que permita, ahora sí, la construcción de una metapsicología rebautizada como "neuropsicoanálisis".

Solms y Turnbull (seguramente respaldados por una fluida traducción a cargo de Dora Jaramillo) resultan convincentes cuando plantean que probablemente ha llegado el momento de re-emprender el camino que abandonara Freud hacia 1895 cuando decide dedicarse a la exploración psicoanálitica como único método a su alcance en ese momento para indagar sobre las peculiaridades de la mente humana. Con paciencia y sin rebuscamientos logran articular un meta-relato verosímil en el cual se inscriben a un mismo tiempo conceptos centrales en la teoría psicoanalítica junto con el edificio conceptual más vigente en el terreno de la neuropsicología y las neurociencias contemporaneas y lo hacen con la gracia e ingenuidad aparentemente desprovistas de malicia con las que Ilse puede abandonar dos veces a Rick para seguir a Victor y Sabrina finalmente logra hacerse con la fortuna de los patrones de su padre.

Las intenciones y el plan del libro quedan claros en el capítulo 10 que le sirve de coda final. Allí los autores no solo ponen de manifiesto las dificultades que han encontrado para sus pretensiones sino que adelantándose a las críticas que cualquier lector serio pueda esgrimir terminan por plantea la preguntas clave para su pretensión: "Si el psicoanálisis y la neurociencia cognoscitiva estudian lo mismo, y las conclusiones de ésta son mucho más confiables, entonces ¿para qué necesitamos el psicoanálisis?". Su respuesta se basa en una aseveración discutible: que la neurociencia y el psicoanálisis estudian lo mismo desde perspectivas distintas y complementarias, la una desde fuera con métodos "objetivos" y la otra desde dentro, accediendo a la experiencia interna del aparato mental. Aseveración discutible desde varios aspectos. Baste señalar aquí la que me atrevería a catalogar como dificultad epistemológica: ¿ en qué medida puede sostenerse la identidad del objeto de estudio? ¿en qué medida resultan verificables las categorías del discurso psicoanalítico mediante los "hechos" descritos mediante los métodos experimentales de la neurociencia?

Solms y Turnbull no evaden estos problemas tan solo los soslayan: "La mente es un aspecto de la naturaleza como cualquier otro, y el "aparato mental" es la abstracción que está detrás de ella, la cual inferimos de nuestras observaciones y aspiramos a dominar desde la ciencia. Pero el aparato mental tiene un atributo único que lo distingue de otras partes de la naturaleza: Es la parte de la naturaleza que nosotros mismos ocupamos. Es nosotros. Esto implica, no solo que nos importa más que cualquier otra parte de la naturaleza, sino que tenemos una perspectiva única sobre ella. Sabemos cómo se siente ser un aparato mental. No sabemos como se siente ser cualquier otra cosa.

Por esta singular razón, la memoria y otros "sistemas" mentales que los neurocientíficos infieren de sus observaciones de los tejidos neurales, bajo diversas condiciones, también pueden estudiarse desde el punto de vista de lo que se siente ser estos sistemas. Tenemos por lo tanto dos puntos de vista sobre todos los diferentes sistemas que comprenden el aparato mental y, en efecto, sobre el aparato mental en su totalidad.

Como ya lo hemos dicho, esto debería ser una ventaja para nuestra ciencia. Y en efecto lo es. Pero históricamente, al menos hasta ahora, no hemos reconocido este hecho. Por el contrario, nos hemos comportado como si nuestras dos perspectivas del aparato mental estuvieran estudiando una parte diferente de la naturaleza, y por consiguiente hemos dividido el aparato mental en dos tipos de "elementos", uno de los cuales (el cerebro) es estudiado "en forma objetiva" por los neurocientíficos y el otro (el yo) es estudiado por el psicoanálisis, la ciencia de la subjetividad.

Esta engañosa dicotomía es lo que este libro ha tratado de remediar." (Cap. 10, págs. 294 y 295). Lo que se nos antoja como gimnasia epistemológica queda soslayado al presentarlo como una engañosa dicotomía que necesita ser remediada; engañosa dicotomía de la cual se nos advierte cuando ya hemos adelantado la lectura del núcleo temático del libro (capítulos 3 al 9).

Cada uno de los temas abordados en estas casi doscientas páginas no reconoce la existencia de tal dicotomía. Los autores los desarrollan con tal sentido unitario que a la postre parecen terminar convenciéndonos que en éste, como en muy pocos casos, dos debilidades sumadas se convierten en una fortaleza. Al omitir las debilidades que tiene cada una de las miradas sobre la sucesión de temas que se nos proponen, se ofrece al lector un paisaje llano y en apariencia completo que no suscita objeciones por parte del lector desprevenido.

Y aquí es cuando considero el texto "peligroso". No en el sentido real, se sobre-entiende, puesto que no hay libros peligrosos sino lectores descuidados. Lo que pretendo con mi aseveración de peligrosidad es hacer ante todo una advertencia ya que precisamente en el núcleo del libro se encuentra, tal vez el más bello y logrado ejemplo del tipo de síntesis necesaria hoy por hoy en la neurociencia si queremos tomarnos en serio la tarea de formar "personas puente". Solms y Turnbull nos llevan de la mano a través de lo que ellos mismos califican de "introducción a la neurociencia de la experiencia subjetiva" ofreciéndonos un panorama no solo completo y preciso del saber actual sobre temas tan vigentes y prolijos como la conciencia, la memoria, la emoción, el lenguaje, el desarrollo y los sueños sino que, la mayoría de las veces, con un enfoque novedoso y verosímil terminan por dejar al lector satisfecho. Esto trae como consecuencia que su empeño en remediar lo que más adelante considerarán como una "engañosa dicotomía" termina por hacer desaparecer las distancias entre los hallazgos neurocientíficos y las categorías psicoanlíticas. Así, sin más. Como por arte de magia. ¿Prestidigitación conceptual?, ¿capacidad de convencimiento?, ¿sabiduría de la más simple y directa? En mi caso se trata sobretodo de falta de alerta sobre el alcance de las categorías psicoanalíticas que se nos proponen para esta mirada sintética. Y es que, tengo que admitir que se trata de una justificación, para un fisiólogo dar el paso de fusionar los mecanismos de control homeostático, con la emoción, los deseos, el inconciente y la conducta es algo tan tentador como irresistible. De modo que las alertas se pierden y se termina por conceder y a la postre uno se sorprende por querer estar de acuerdo con lo que se nos propone desde el texto. Probablemente más reflexión y menos emoción sean la fórmula adecuada para no terminar encontrándose en el lugar equivocado.

Aunque el libro exige una re-lectura completa, resulta particularmente ilustrativo de mi experiencia como lector el capítulo sobre las emociones y la motivación. Basados en los aportes de Panksepp y Ledoux logran una síntesis convincente entre la neuroanatomía de los distintos sistemas y subsistemas ligados a las emociones básicas, lo que conocemos de su neuroquímica en términos de los neurotrasmisores que con más frecuencia se han estudiado en cada uno de ellos y categorías de clara raigambre psicoanalítica tales como apetito, impulso libidinoso e instinto. Cada vez que repaso sus párrafos no encuentro fisuras que me permitan objetar a satisfacción la continuidad argumentativa y conceptual que los autores proponen entre ellas.

Tal vez la única justificación que pueda hacerse de esa dificultad para encontrarle reparos a la forma de argumentación que caracteriza al libro sea la de que para quienes abandonamos las categorías psicoanalíticas hace años sin haber profundizado en ellas viene a resultar necesario tener a la mano una tan sesuda y bien estructurada síntesis de los hallazgos del psicoanálisis contemporáneo que nos permita valorar en simultanea la pretensión de los autores de fusionarlos o complementarlos con los de la neurociencia cognoscitiva. En este sentido, solo en los capítulos inicial y final se mencionan la atomización del psicoanálisis freudiano en múltiples escuelas severamente alinderadas y encerradas sobre sí mismas, sin mayor explicación sobre la razón de sus diferencias y su pugnacidad. Es claro que quienes no somos expertos en el tema sentimos que estamos en desventaja para poder objetar las conexiones que parecen resultar evidentes cuando se argumenta desde el territorio que nos es más conocido.

Y es aquí cuando probablemente hay que reconocer que estamos, también, ante un libro difícil. Difícil por cuanto en una primera lectura es casi imposible escapar a la seducción de la síntesis que se nos propone; difícil porque la argumentación que se hace desde la neurociencia es prácticamente incontrovertible; difícil porque a la postre se le exige al especialista en neurociencia que también lo sea en el psicoanálisis, y viceversa. No solo difícil sino tal vez también problemático porque al estar dirigido al público en general uno no sabe si ese gran público va a aceptar lo que para Solms y Turnbull es apenas un comienzo: que estamos frente al advenimiento de una "nueva" ciencia y que nos encontramos en el mejor momento para intentar la reconversión final del psicoanálisis mediante la legitimación desde la neurociencia de las categorías que le han sido propias.

Además las pretensiones del libro no se agotan con lo ya dicho. En los tres primeros capítulos y centrados en lo que denominan un "monismo de doble aspecto" los autores no solo proponen una visión desde la que aspiran a superar el problema mentecuerpo sino que se atreven a minimizar, desde la misma postura, el "problema difícil" de los filósofos de la mente. Y no lo hacen con argumentos filosóficos que suenan ajenos en boca de neurocientíficos y premios Nóbel de Química ni con argumentos imagenológicos ensamblados a manera de un mecano filosófico que no terminan de convencer por cuanto no logran evadir el duro corsé de los "correlatos funcionales" , lo hacen con esa gracia y simplicidad, con esa visión unitaria y seductora que campea por todo el libro y lo hace tan encantador y peligroso.

Supongo que a estas alturas y tomando en cuenta el epígrafe utilizado resulta claro que a pesar de no ser un texto dirigido al especialista, y precisamente por eso, considero de lectura imprescindible este volumen para quienes queremos apostar en serio a jugar el papel de "personas puente" en el entorno de la neurociencia latinoamericana no solo porque es la única manera cierta de explorar sus dificultades y sacar a flote con mayor claridad sus probables contradicciones sino porque en la medida en que esta postura cuenta cada vez más con mayor aceptación y visibilidad a nivel mundial en nuestro en torno es también cada vez mas posible que resulte siendo aceptada sin una revisión crítica. Y la crítica de calidad siempre enriquece las discusiones académicas.