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Revista Psicologia Política

Print version ISSN 1519-549XOn-line version ISSN 2175-1390

Rev. psicol. polít. vol.16 no.37 São Paulo Sept./Dec. 2016

 

ARTIGOS

 

Experiencias y Buenas Prácticas de Equidad de Género en el Programa de Innovación Agropecuaria Local en la Provincia de Granma, Cuba

 

Experiences and Good Practices of Gender Equity in the Local Agricultural Innovation Program in the Province of Granma, Cuba

 

Experiências e Boas Práticas de Equidade de Gênero no Programa de Inovação Agropecuária Local na Província de Granma, Cuba

 

Expériences et Bonnes Pratiques : équité et genre au Programme D'innovation Agricole Locale de la Province de Granma, Cuba

 

 

Haydelín Rosa Rodríguez ChávezI; Fernando LandiniII

IInstituto de Investigaciones Agropecuarias "Jorge Dimitrov" (Cuba), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Universidad de la Cuenca del Plata (UCP), Corrientes, Argentina. hrodchavez@gmail.com
IIInstituto de Investigaciones Agropecuarias "Jorge Dimitrov" (Cuba), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Universidad de la Cuenca del Plata (UCP), Corrientes, Argentina. landini_fer@hotmail.com

 

 


RESUMEN

El siguiente artículo se propone abordar los resultados del Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) que contribuyen a mejorar los índices de equidad de género en contextos rurales de la provincia Granma, en la región oriental de Cuba, donde el programa incide en tres municipios. Estos resultados se obtuvieron a partir de la realización de talleres de diagnóstico y sensibilización en género, así como talleres para la capacitación en respuesta a las demandas de aprendizaje identificadas en los diagnósticos. Se observa que el trabajo realizado por el PIAL ha permitido a las mujeres campesinas alcanzar mayor reconocimiento familiar y comunitario, sensibilización en espacios familiares y laborales, empleo, liderazgo y empoderamiento femenino; y con ello la mejora de ingresos en el hogar, con gran aporte económico por parte de las mujeres.

Palabras clave: Género, Empoderamiento, Innovación Local, Desarrollo Rural, Cuba.


ABSTRACT

The following article addresses the results of the Program of Local Agricultural Innovation (PIAL). The program contributes to improve the gender equity indicators in rural contexts in the province of Granma, in eastern Cuba, where the program is being implemented in three municipalities. Results were obtained through the implementation of workshops of diagnosis and gender awareness, as well as training sessions in the areas of interest identified during the workshops. PIAL's intervention has allowed peasant women to achieve greater family and community recognition, awareness in family and work environments, employment, leadership and women's empowerment. All this also has led to an increase in the family income, with an important women's economic contribution.

Keywords: Gender, Empowerment, Local Innovation, Rural Development, Cuba.


RESUMO

Este artigo apresenta os resultados do Programa de Inovação Agropecuária Local (PIAL) que contribuíram a melhorar os índices de equidade de gênero em contextos rurais da província de Granma, na região oriental de Cuba, onde o programa atua em três municípios. Os resultados foram obtidos a partir da realização de oficinas de diagnóstico e sensibilização de gênero, e de capacitações em resposta às demandas de aprendizagem identificadas nos diagnósticos. O trabalho realizado pelo PIAL permitiu que as mulheres camponesas lograssem o reconhecimento familiar e comunitário, sensibilização em espaços familiares e laborais, emprego, chefia e empoderamento feminino. Isto levou a uma melhoria de renda da família, com um grande aporte econômico por parte das mulheres.

Palavras-chave: Gênero, Empoderamento, Inovação Local, Desenvolvimento Rural, Cuba.


RÉSUMÉ

Le suivant article est proposé à approcher les résultats du programme de Imnovacion Agricole Local contribuant à améliorer index de équité de genre dans le contexte rural du province de Granma, dans le région est de Cuba, où le programme affecté trois municipalités. Ces résultats ont été obtenu de la réalisation des ateliers diagnostic et conscience de genre aussi comme ateliers pour entraînement dans réponse à demandes de apprentissage indetifié dans les diagnostics. Il suivre jusque à ces actions de le évaluation de indicateur de génre fait par le programme et ce que au même temps fonctions comme instrument de surveillance et évaluation cette a permis à les femmes paysan accomplir supérieur reconnaissance au sein de le famille et communauté, conscience espace famille et travaille, emploi, leadership et autonomisation femelle, et ainsi la amélioration du revenu chez soi avec grand contribution économique sur le partie femmes.

Mots clés: Génre, Autonomisation, Local Innovation, Rural Développement, Cuba.


 

 

Introducción

Las mujeres rurales juegan un rol fundamental en la producción agrícola, la seguridad alimentaria y el desarrollo de sus comunidades (Ramírez, 2011, Vázquez García, 2014). A la vez, se vinculan con las tecnologías productivas de manera diferente a como lo hacen los hombres (Estébanez, Sued, Turkenich, y Nicosia, 2016) y toman una porción relevante de las decisiones productivas agropecuarias, aún cuando su participación pueda ser oscurecida por procedimientos de relevamiento de información que ponen el énfasis en el papel de los agricultores familiares varones (Deere y Twyman, 2014). En este contexto, se hace evidente la necesidad de incorporar una perspectiva de género al momento de estudiar los diferentes procesos y proyectos de desarrollo rural (Farah y Pérez, 2003), tanto para poder abordarlos en su complejidad como para poder impulsar relaciones de género más equitativas.

Si bien en América Latina se han producido avances en la visibilidad de la contribución de las mujeres al desarrollo rural, al reconocerse la multiplicidad de papeles que ellas realizan en los ámbitos familiares, sociales, económicos y culturales, la falta de equidad se mantiene como un problema no resuelto (Echeverri y Ribero, 2002; Ruiz Bravo & Castro Bernardini, 2011). De hecho, la evidencia disponible muestra que existe una importante brecha de género en la propiedad de tierra (Deere y León, 2005), un menor acceso de mujeres jefas de hogar a recursos productivos (Boza Martínez, Cortés Belmar & Muñoz Eulogio, 2016) y una mayor tendencia a la migración campo - ciudad de las mujeres por falta de trabajo y oportunidades en zonas rurales (Ramundo Staduto, Alves Nascimento & De Souza, 2013). Atendiendo a esto, resulta claro que la formulación de políticas públicas de desarrollo rural requiere de integrar una perspectiva de género y considerar el potencial productivo que representan las mujeres. El reconocimiento de la igualdad en la distribución de responsabilidades, oportunidades y derechos es una condición necesaria para promover sociedades más justas e incluyentes (Ramírez, 2011).

En el caso particular de Cuba, el sistema social instaurado hace más de medio siglo, estableció y mantiene en vigor leyes que han impulsado los derechos de las mujeres en todos los sectores y ámbitos de la sociedad (Arce Rodríguez, 2012), lo que evidencia el compromiso para garantizar el acceso equitativo de hombres y mujeres a los procesos de desarrollo. No obstante, una valoración general de los resultados obtenidos en este proceso lleva a concluir que si bien se han alcanzado éxitos significativos, aún persisten limitaciones e inequidades tanto a nivel personal y familiar, como social (Caram, 2014). Así, a pesar de las acciones de carácter político-social impulsadas, es necesario continuar avanzando en materia de género en todos los ámbitos, para trabajar las brechas de género existentes y desmitificar creencias y prejuicios, así como deconstruir relaciones de poder que en ocasiones invisibilizan el papel de las mujeres rurales y sobrecargan sus roles (Arce Rodríguez, 2012).

Atendiendo a las acciones impulsadas en Cuba para promover el desarrollo de la mujer rural pueden identificarse diferentes estrategias y proyectos, ya que el sector agrícola no se encuentra ajeno a esta problemática, y es claro que también en Cuba las mujeres juegan hoy un rol decisivo en el desarrollo de la agricultura (Benítez e col., 2012). En este marco, se destaca la implementación del Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL), que incluye entre sus líneas de trabajo un eje temático de género, el cual se orienta específicamente a enfrentar las inequidades existentes en áreas rurales. En concreto, la propuesta de este eje apunta a transversalizar acciones de equidad que permitan desarrollar capacidades para la innovación tanto en productores como en productoras, y con ello contribuir a la innovación agrícola en las comunidades del territorio.

A continuación, en este artículo se presenta la intervención realizada desde los espacios de actuación del programa PIAL en la provincia Granma, ubicada en el oriente del país, con el objetivo de reflexionar críticamente sobre las acciones implementadas y generar aprendizajes que resulten de utilidad para las diversas acciones que se implementan en la materia en otros proyectos y territorios.

 

Materiales y Métodos

Con el fin de describir y analizar las acciones del eje género del programa PIAL en la provincia Granma se tomaron como punto de partida documentos institucionales relativos al programa y a su implementación, las grabaciones y relatorías de 5 talleres del eje género implementados, y las notas de campo de otras actividades, a lo que debe agregarse la toma de entrevistas a 28 productores agropecuarios, 11 hombres y 17 mujeres, pertenecientes a las 5 cooperativas agropecuarias donde las actividades de género se implementaron de manera más consistente.

El programa PIAL tiene por objetivo contribuir al desarrollo de procesos de innovación agropecuaria, a partir de 4 ejes fundamentales. El eje principal es el de diversidad agrícola, al cual se suman los ejes de medio ambiente, juventud rural, y género (este último como línea transversal). Su radio de acción abarca 10 provincias del país. En la provincia de Granma se implementa en los municipios de Bayamo, Jiguaní y Guisa en 10 comunidades rurales en las que se ubican 11 cooperativas de producción agropecuaria. En Granma el eje género se implementó fundamentalmente entre 2013 y 2016 durante la tercera etapa del PIAL, aunque en otras provincias ya se estaba implementado desde antes.

En concreto, a nivel departamental se realizaron 2 talleres de capacitación con una duración de 3 días cada uno, dentro de los que se incluyeron contenidos productivos de particular interés para las mujeres (como la conservación de alimentos), así como charlas específicas sobre género. A la vez, también se realizaron 3 talleres municipales, uno en cada uno de los 3 municipios en que se implementó el proyecto en la provincia. En este caso, la duración de los talleres fue de medio día, y los temas a abordar estuvieron orientados específicamente a cuestiones de género, utilizándose técnicas grupales para abordar la temática. Adicionalmente, el PIAL en su tercera etapa también implementó otras múltiples actividades articuladas con el eje género, desde Ferias de Agrobiodiversidad hasta visitas y seguimiento en finca de las actividades que hubieran generado particular interés entre las mujeres. Así, en el presente trabajo se analizan las grabaciones de los talleres y las notas de campo de diferentes actividades, así como entrevistas tomadas a productores y productoras que participaron de estas actividades.

 

Resultados y Discusión

En este título se presentan las acciones implementadas en el marco del eje género del programa PIAL y se reflexiona críticamente sobre ellas, con el fin de generar conclusiones y aprendizajes que sean útiles para la implementación de acciones orientadas a la equidad de género en el contexto de la pequeña agricultura.

 

Descripción General de las Acciones del Eje Género

Las acciones de género realizadas como parte del trabajo del PIAL en Granma, no llegaron de igual manera a todos los territorios ni abarcaron a la totalidad de las comunidades vinculadas al proyecto. En la provincia, para trabajar el enfoque de género como línea transversal dentro de los objetivos del proyecto, se diseñó una estrategia de intervención que se estructuró en tres etapas:

1. Sensibilización. La primera etapa de la intervención inició con un trabajo de sensibilización relativo a la importancia de la temática de género para la innovación agrícola local, la cual tenía por objetivo involucrar a la mayor cantidad de actores dentro y fuera de las comunidades en los territorios seleccionados para realizar la intervención. Aquí se coordinaron diferentes espacios de divulgación a partir de reuniones e intercambios en las cooperativas de producción agropecuaria que agrupaban a los campesinos y campesinas en las comunidades, así como en instituciones vinculadas al proyecto en los territorios seleccionados.

2. Diagnóstico. La segunda etapa se concentró en el diagnóstico de demandas o problemáticas para la innovación. Para lograr transversalizar las acciones de género dentro del proyecto, se diseñó un Diagnóstico Participativo con Enfoque de Género, que se orientó a la identificación de demandas para la innovación agropecuaria con un carácter inclusivo tanto de productores como de productoras. Se optó por incorporar en estos talleres también a investigadores y a técnicos integrantes del equipo, al haberse detectado que no siempre tenían conciencia de la importancia de pensar la producción agropecuaria teniendo en cuenta los roles diferenciales de los hombres y mujeres en las familias. Así, se esperaba que su participación sirviera como actividad tanto de sensibilización como de formación en la temática. Se implementó un taller de Diagnóstico Participativo con Enfoque de Género en cada uno de los tres municipios en los que se implementó el proyecto en la provincia de Granma. Para facilitar el trabajo en los talleres, se utilizaron herramientas como el Mapa de Finca con Aspectos de Género, el Calendario Estacional de Actividades y el Análisis de Beneficios (Geilfus, 2002). Estas técnicas permitieron identificar los roles desempeñados y la distribución de actividades entre hombres y mujeres en el trabajo en las fincas familiares. Sin embargo, esto no significó que el género fuera el único tema de discusión en estos talleres, sino que se buscó que esas actividades sirvieran como punto de partida para pensar e identificar necesidades de capacitación y formación productiva que tuvieran en cuenta los intereses y preocupaciones tanto de hombres como de mujeres, desde una perspectiva mucho más amplia, al haberse analizado las relaciones entre los géneros.

3. Capacitación. La tercera etapa de la intervención consistió en un proceso de capacitación a campesinos y campesinas, que respondió en gran medida a las demandas de aprendizaje identificadas en los talleres de diagnóstico, destacándose el interés que generó en las mujeres la posibilidad de capacitarse en el área de conservación de alimentos, una temática de la que tradicionalmente ya se ocupaban algunas de ellas.

Las estrategias de capacitación adoptaron diferentes formatos, de acuerdo a las necesidades concretas, dentro de las cuales cabe destacar dos. En primer lugar, se organizaron diversas Ferias de Agrodiversidad Agrícola (Ortíz Pérez e col., 2015) en espacios comunitarios, las cuales permitieron tanto la selección y el intercambio variedades de semillas como la capacitación de los agricultores en diferentes temáticas de interés relacionadas con el proyecto. En particular, en algunas de estas ferias se incentivó especialmente la participación activa de las productoras, tanto en el intercambio y selección de variedades de semillas directamente en el campo, como en la exposición de productos como resultado de la innovación local. Por su parte, la segunda estrategia orientada a trabajar con los agricultores fue la creación de los denominados Grupos para la Innovación Agropecuaria Local (GIAL), los cuales permitieron agrupar a productores y productoras de acuerdo a sus intereses y necesidades de producción y generar actividades de capacitación acordes a las necesidades de cada grupo.

 

Talleres de Diagnóstico Participativo con Enfoque de Género

Las acciones de diagnóstico que se llevaron adelante a través de los talleres de Diagnóstico Participativo con Enfoque de Género permitieron identificar los papeles diferenciados de hombres y mujeres en relación a la actividad agropecuaria y la vida rural. En concreto, la división de roles permitió ubicar a la mayoría de las mujeres en relación a la idea de lo 'doméstico' y lo 'familiar', es decir, como responsables de la limpieza del hogar, la atención a los hijos y maridos, y el cuidado de los animales de traspatio (fundamentalmente aves), ya que normalmente se crían en los alrededores de las viviendas, a lo que hay que sumar la venta de leche y de dulces producidos en las fincas. También se pudo observar la participación de las mujeres en las cosechas, tarea que solía ser concebida como una 'ayuda' brindada por ellas a una responsabilidad pensaba como propia de los hombres. En contraste, el rol fundamental asignado a los varones eran las labores directas del campo, el trabajo de la tierra, y el cuidado del ganado mayor (vacuno) y de los cerdos.

Es interesante mencionar que esta división del trabajo no resulta para nada llamativa en el marco de la agricultura campesina y familiar, ya que diversos estudios muestran que lo usual es la asignación a las mujeres de las labores reproductivas y a los hombres las productivas (Chiappe, 2005), lo que trae aparejada la invisibilización de las contribuciones de las mujeres a la producción agropecuaria, a partir de categorizarla como simple 'ayuda' a los hombres (Cruz-Sousa, 2010; Ferro, 2007). Sin embargo, lo más interesante de estos talleres no fue la posibilidad de describir los roles asignados por las y los participantes a hombres y mujeres rurales, sino el proceso de desnaturalización derivado del trabajo de descripción colectiva, a partir de iniciarse debates sobre el porqué de esos roles. En este sentido, se observó que del proceso de desnaturalización se tendía a pasar a la toma de conciencia del papel a veces invisibilizado de las mujeres en las fincas, e incluso al reconocimiento de que las mujeres campesinas, en la práctica, tienen que hacerse cargo de más tareas que los hombres, tanto de día como de noche.

De esta manera, los talleres que se realizaron contribuyeron a sentar las bases para diferentes actividades que vinieron luego, a partir de un reconocimiento de la importancia de incorporar un enfoque de género a las acciones del PIAL, tanto del punto de vista de campesinos y campesinas, como de los propios técnicos del programa, a veces poco convencidos de la importancia de la temática.

 

Grupos de Innovación Agropecuaria Local

Los GIAL emergen como una iniciativa para agrupar a productores y productoras de acuerdo a sus intereses para la innovación. En Granma se han creado hasta el momento 13 GIAL. En Bayamo funcionan 4, en Jiguaní 3, y en Guisa 6. Los temas abordados por estos grupos son la conservación de alimentos, la genética animal, la producción de culantro, la producción de semillas, y el ganado menor. El tema de la conservación de alimentos goza de gran interés para la capacitación, sobre todo entre las productoras de los 3 municipios. Resulta necesario mencionar que del total de GIAL funcionando, existen 6 mujeres liderando estos grupos, las cuales tienen la responsabilidad de coordinar espacios para el intercambio entre los integrantes y debatir en torno su funcionamiento y aprendizaje. Pero a pesar de la participación de mujeres en todos los GIAL, su presencia es más destacada en aquellos que se ocupan de la conservación de alimentos y la producción de culantro.

La producción del cultivo del culantro se encuentra en la comunidad San Apapucio en el municipio Bayamo. Además de la producción y comercialización de cultivos, como el frijol, el tabaco y el maíz, que alcanzaron mayor diversificación con las acciones del programa, existe un gran número de productores y productoras que han desarrollado la producción de culantro como una importante fuente de ingresos familiares. Es necesario destacar que San Apapucio es la única comunidad de la provincia de Granma donde las acciones de género comenzaron durante la segunda fase del PIAL, lo que ha permitido que en la actualidad el trabajo de género se encuentre mejor consolidado. En términos generales, el cultivo de culantro goza de gran aceptación y consumo en la población cubana, por su uso como condimento en la cocina tradicional. Pero además de constituir la actividad económica fundamental en la comunidad, para los pobladores la presencia de este cultivo tiene un valor histórico que se remonta a más de 30 años, en el que convergen la sabiduría campesina y la tecnología local en su siembra, cosecha y comercialización, y en el que también se movilizan saberes al interior de la familia y en articulación con la comunidad (Rodríguez y Rodríguez, 2014). Es por ello que aquí funciona un GIAL de producción de culantro, con un total de 70 productores, de ellos aproximadamente 30 mujeres, que se dedican a esta labor productiva. Los ingresos de este grupo oscilan en torno a los 500 pesos mensuales, lo que equivale a un salario promedio en Cuba.

En este contexto, resulta importante preguntarse de qué manera impactó en las mujeres del municipio el impulso dado por el PIAL a la producción de culantro. Al respecto, un productor de la comunidad afirma que "nuestras mujeres no tenían fuentes de ingresos, había un grupito de mujeres que trabajaban, pero hoy trabajan casi todas, si estaban trabajando un 3 por ciento, hoy trabajan un 80 por ciento". Y además agrega: "hoy muchas mujeres que no eran campesinas ya están asociadas a la cooperativa. Pero no solo las mujeres, también los jóvenes tienen sus propias culantreras. El proyecto en la comunidad fue una necesidad, no teníamos semillas, eran viejas y no producían, no conocíamos tecnologías de avances, los ingresos eran menores".

Analizando este testimonio, se observa que el proyecto dio un gran impulso a la producción de culantro en la comunidad e incluyó una fuerte participación de las mujeres, muchas de las cuales pasaron a incorporarse a las cooperativas agropecuarias, las cuales suelen ser espacios con presencia mayoritaria de hombres. Además, indirectamente, se observa que numerosas mujeres rurales empezaron a generar ingresos propios, a partir de la producción y venta del culantro, lo que sin dudas tiende a ampliar su espacio para tomar decisiones y a equilibrar las relaciones de poder al interior de las familias, como se ha observado en otros casos (Tort & Nazar, 2016).

 

La Conservación de Alimentos

La temática de conservación de alimentos emergió en los talleres diagnósticos como el tema de mayor interés entre las productoras, para aprovechar los excedentes de cosecha en frutas y hortalizas. Dada su relevancia, para ofrecer capacitación en este tema se realizaron 2 talleres provinciales, en los que participaron productores y productoras de los 3 municipios, sumando aproximadamente un total de 20 personas en cada taller. Las temáticas de capacitación incluyeron la conservación de vegetales en vinagre, la producción de dulces en almíbar y la técnica de secado de plantas aromáticas para condimentos. El espacio de los talleres permitió dialogar sobre cómo replicar en las diferentes comunidades lo aprendido. Confirmando la importancia que tiene la temática de la conservación de alimentos, actualmente existen 3 GIAL que se ocupan de la temática, uno en cada uno de los 3 municipios de intervención del proyecto en Granma.

Aunque la capacitación relativa a conservación de alimentos en general se ha orientado más el consumo en el hogar, hay que destacar la experiencia de un productor y su familia, quienes pusieron en funcionamiento una pequeña industria para la conservación de alimentos en la comunidad Santa María en el municipio Bayamo. Este emprendimiento se ha desarrollado con el tiempo y actualmente constituye una finca de referencia en la temática, ya que produce conservas no sólo para comercializar en la comunidad sino también en diferentes puntos de venta comerciales en la ciudad. Cabe destacar que esta experiencia funciona como un negocio familiar, pero a partir de su desarrollo ha generado empleo a 3 mujeres integradas al corte y embalaje de los productos en conserva.

Otra experiencia que ha resultado interesante por su surgimiento y capacidad de organización, se localiza en la comunidad de Pozo Viejo en el municipio Jiguaní. Allí se han organizado un grupo de mujeres, que a pesar de no haberse capacitado inicialmente en los talleres del proyecto, se motivaron a partir de su participación en una Feria de Agrodiversidad en la comunidad, en la cual se expusieron y degustaron diferentes recetas culinarias preparadas por productoras del municipio. Para apoyar a estas mujeres rurales interesadas en la conservación, se les integró al GIAL de conservación que funciona en el municipio, lo que les está permitiendo capacitarse en las técnicas y recibir materiales de consulta en dicha temática.

 

El Proyecto y su Intercambio a Nivel Nacional e Internacional

Además de las acciones implementadas en los territorios, un aspecto de gran importancia en el marco del proyecto fue el intercambio de experiencias relativas al eje género con otras provincias en las que se implementa el PIAL. Estos intercambios fueron diversos, e incluyeron 7 talleres de coordinación y 9 de capacitación para los equipos técnicos de las diferentes provincias. En ambos tipos de talleres, y cuando se consideró necesario, participaron productores y productoras. Por su parte, los dos Festivales de Innovación que se realizaron, en los cuales se mostraban los principales avances en términos de innovación en cada territorio del país, también fueron otro espacio que facilitó el intercambio entre productores y productoras.

Por último, también resultó de gran importancia la posibilidad de asistir a intercambios de experiencias a nivel internacional, en los que participaron tanto integrantes de los equipos de coordinación como productoras. Se realizó un encuentro sobre Liderazgo y Autonomía en Redes de Mujeres Rurales, con un proyecto en República Dominicana, y dos talleres de capacitación con una Red de Mujeres Rurales de México. Estos encuentros permitieron dialogar sobre el trabajo en cada contexto, las metodologías utilizadas y las experiencias que podían replicarse de acuerdo a las características de cada contexto rural.

 

Impacto Social y Subjetivo del PIAL

El proyecto PIAL no sólo ha influido a nivel económico, sino que también ha incidido en las subjetividades de las personas, en sus modos de comportamiento, en cómo se concebían antes y después de la intervención, y en el reconocimiento social y familiar. Las acciones del PIAL han logrado la conformación de grupos de trabajo. En un inicio, estos grupos trabajaban únicamente a partir de las convocatorias que realizaba el proyecto, pero con el paso del tiempo lo que se ha observado es cada vez mayor iniciativa de sus integrantes, quienes organizan de manera independiente actividades vinculadas con el aprendizaje y la innovación. Esto constituye un aspecto de suma importancia, ya que el mantenimiento de estos espacios posibilitará que las buenas prácticas de innovación del proyecto se mantengan una vez que este llegue a su fin.

A la vez, la transversalización de acciones con enfoque de género ha motivado e impulsado fundamentalmente la participación activa de las mujeres en las diferentes actividades realizadas, participación que va poco a poco en ascenso, aunque hay que mencionar que aún se considera escasa. Al respecto, una productora menciona que:

El proyecto ha influido de manera positiva en las personas, les ha permitido cambiar su forma de pensar, ha despertado el interés de todos, incluso de los jóvenes, en aprender, en conocer, en incorporarse a los proyectos. A las mujeres les ha permitido sentirse importantes, sentir independencia, reconocimiento en el hogar, les ha permitido valorarse, que ellas también pueden hacer, se ha elevado su autoestima, y han podido ver sus ingresos económicos.

Esta cita resulta de gran interés, ya que expresa el logro del proyecto en términos de equidad de género. En particular, se observa lo que podría describirse como un cambio subjetivo en la forma de autocomprenderse de la persona, a partir de reconocer su propio valor como sujeto y recuperar la autoestima. En este sentido, se observa de qué manera una iniciativa de tipo productivo/comercial permite generar cambios sustantivos en términos de equidad de género, algo que suele ser observado en este tipo de proyectos (véase por ejemplo Tort & Nazar, 2016) pero que usualmente no es explicitado, posiblemente a causa de focalizar en los aspectos económicos y dejar en segundo plano los procesos subjetivos.

 

Reflexiones Finales

El presente trabajo ha permitido observar que en los ámbitos rurales de la provincia Granma (Cuba) la división social del trabajo por género es similar a la observada en muchos otros países latinoamericanos, asignándose a las mujeres los roles reproductivos y el espacio doméstico, y a los varones las actividades productivas (Chiappe, 2005; Tort & Nazar, 2016). En este contexto, las labores agrícolas o pecuarias que llevan adelante las mujeres tienden a ser invisibilizadas al entendérselas como simple 'ayuda' a los hombres (Cruz-Sousa, 2010; Ferro, 2007).

Por su parte, las acciones propias del eje género del PIAL en la provincia han demostrado que estos roles tradicionales de género pueden ser puestos en cuestión a partir de talleres diseñados al efecto, entendidos como espacios microsociales de diálogo en los cuales se problematizan y desnaturalizan (Montero, 2004) supuestos instituidos sobre los roles que deben asumir hombres y mujeres en el campo. Sin embargo, la experiencia del PIAL también sugiere que los cambios a nivel de las subjetividades de género no se sostienen únicamente en este tipo de procesos, existiendo dos elementos clave que pueden contribuir a generar cambios perdurables. Por un lado, generar cambios a nivel de las bases materiales que reproducen la situación de desigualdad resulta de gran importancia, lo que se ha abordado en el proyecto a partir de la búsqueda de acceso de las mujeres a recursos económicos por medio de su trabajo, lo que puede ser entendido en términos de un cambio social (aumento en el ingreso) que genera transformaciones subjetivas (Landini, Long, Leeuwis & Murtagh, 2014). Por el otro, la existencia de espacios de intercambio extra-locales que les permiten a las mujeres consolidar, en el diálogo con otros, nuevas visiones de sí mismas y de su realidad también resulta de gran interés tanto para generar como para consolidar procesos de cambio subjetivo, en tanto estos intercambios tienden a validar nuevas formas de comprenderse a sí mismas, por lo que pasan a convertirse en hitos que contribuyen al mantenimiento de nuevas identidades subjetivas (véase Berger & Luckmann, 1972). En efecto, a nivel práctico, la experiencia mostró que el intercambio establecido con otras provincias fue un factor de gran relevancia para las productoras, ya que permitió que algunas de ellas tuvieron la oportunidad de intercambiar a partir de los talleres y festivales de innovación, y visitar experiencias de mujeres en otros territorios del país, lo que constituyó un elemento que impulsaba la motivación y contribuía a mejorar su autoestima.

En cuanto a la dinámica de trabajo del proyecto, cabe destacar algunas reflexiones y aprendizajes que pueden ser de interés para otras experiencias similares. En primer lugar, entre los aspectos clave que ayudaron a obtener los resultados alcanzados está la capacitación en la temática de género y desarrollo rural recibida por el personal del PIAL, una acción muy importante para trabajar las brechas de género en la agricultura (FAO, 2011). No obstante, queda claro que esta iniciativa, si bien resultó necesaria, también fue insuficiente, ya que no llegó a sensibilizar a técnicos e investigadores del programa que no participaban del eje género. En este sentido, resultó de particular interés involucrarlos en los talleres de género que se implementaron a nivel municipal y provincial, para que pudieran tener una experiencia de primera mano de la importancia y profundidad de la temática. La experiencia mostró que esta acción resultó adecuada, ya que llevó a un aumento del compromiso de muchos de ellos con las acciones de género que se realizaron.

Por otra parte, también cabe señalar la importancia que tuvo en el éxito del programa el intercambio de experiencias con integrantes del proyecto de otras provincias en espacios de articulación a nivel nacional, ya que esto permitió aprovechar y retroalimentar las experiencias generadas en las distintas provincias. Implícitamente, el vínculo generado a partir de estos espacios permitió la articulación de redes de comunicación entre los participantes, propiciándose aprendizajes apoyados en el intercambio entre pares que comparten una misma práctica, lo que suele ser analizado en términos de 'comunidades de prácticas' (Landini, Brites & Mathot, 2017). Al mismo tiempo, también cabe señalar aquí que si bien desde cierto punto de vista resultó negativo que las acciones de género del PIAL se encuentren menos avanzadas en Granma, esto también permitió aprovechar las experiencias de otros territorios al poner en práctica el eje, ayudando a evitar errores y a fortalecer los impactos.

Por su parte, también cabe destacar la importancia que tuvo al inicio de la intervención el establecimiento de alianzas con las cooperativas de producción agropecuaria así como con las organizaciones políticas presentes en las comunidades, lo que permitió que estas apoyaran las acciones del proyecto desde el inicio y fortalecieran los espacios de intercambio que se fueron realizando, una estrategia frecuente implementada en el marco de procesos de intervención comunitaria (e.g. Sánchez Vidal, 1991).

En resumen, se observa que el trabajo con enfoque de género implementado en el marco del PIAL ha contribuido a que las mujeres rurales de la provincia Granma participen desde diferentes espacios en procesos de innovación agropecuaria local. Entre los principales logros obtenidos por el programa en su eje de género se encuentran (1) la obtención de ingresos por parte de las mujeres por la elaboración de productos conservados, la confección de artesanías, y la producción de culantro; (2) un mayor reconocimiento social a partir de su participación en cooperativas agropecuarias y en grupos de innovación (GIAL); y, (3) un fortalecimiento de la autoestima y un cambio subjetivo en el marco de las relaciones de género. Y aunque resulta claro que quedan desafíos por resolver y que la equidad de género en el marco de la agricultura campesina cubana es un objetivo a alcanzar, es posible hacerlo a partir de la implicación de las comunidades y de la implementación de acciones como las propuestas por el PIAL.

 

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Recebido em 20/02/2017.
Revisado em 14/09/2017.
Aceito em 22/09/2017.

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