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Psicologia para América Latina
On-line version ISSN 1870-350X
Psicol. Am. Lat. no.16 México June 2009
ANÁLISIS Y CONSTRUCCIONES TEÓRICAS EN PSICOLOGÍA
Una introducción a las limitaciones y alcances de la psicoterapia en el campo de las neurociencias y la genética de la conducta
Uma introdução ao alcance e limites da psicoterapia no campo da neurociência e genética do comportamento
An introduction to the limitations and domains of psychotherapy in the field of neuroscience and genetics of behavior
Horacio Daniel García1; Claribel Morales de Barbenza2; Marina Beatriz Fantin3
Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de San Luis, Argentina
RESUMEN
Actualmente las aproximaciones entre las ciencias biológicas y la psicología son evidentes, y en este sentido las neurociencias se han establecido como plataformas de abordaje de las patologías mentales. El propósito de este trabajo es tomar contacto con aportes de la genética, observar su posible vinculación con los trastornos mentales y realizar una revisión de hallazgos más recientes sobre los efectos de la psicoterapia en la expresión genética. Se destaca la influencia del ambiente como condición para la manifestación de los genes involucrados en las conductas complejas. La información recogida señala numerosas investigaciones que sugieren que los cambios perdurables y estables que se producen en la persona por medio del aprendizaje, o cambios como los producidos por la psicoterapia pueden producir alteraciones en la expresión genética. Se concluye señalando que en este nuevo campo científico existe, hasta la actualidad, un reducido soporte empírico que respalde las evidencias obtenidas y se destaca la necesidad de superar las limitaciones de los paradigmas tradicionales para alcanzar respuestas satisfactorias.
Palabras clave: Neurociencias; Genética; Psicoterapia.
RESUMO
Atualmente aproximações entre as ciências biológicas e psicologia são evidentes, e, neste sentido, as neurociências, foram estabelecidas como uma plataforma de abordagem das patologias mentais. O propósito deste trabalho é fazer contato com aportes da genética, observar sua possível vinculação com os transtornos mentais e realizar uma revisão de conclusões mais recentes sobre os efeitos da psicoterapia na expressão genética. Se destaca a influência do meio ambiente como uma condição para a expressão dos genes envolvidos nas comportamentos complexos. As informações recolhidas indicam que numerosas investigações sugerem que mudanças estável o duradouro que ocorrem na pessoa através da aprendizagem ou mudanças, como os produzidos pela psicoterapia pode produzir alterações na expressão gênica. Se conclui assinalando que neste novo campo científico existe, até a atualidade, um reduzido suporte empírico que respalde as evidências obtidas e se destaca a necessidade de superar as limitações dos paradigmas tradicionais para alcançar respostas satisfatórias.
Palavras-chave: Neurociencias; Genética; Psicoterapia.
ABSTRACT
Nowadays approximation between biological sciences and psychology are clear, and in this way neurosciences have establish as the ground to board mental disorders. The main of this research is to know the genetic contributions, to observe his relation with mental disorders and to make a review of recent findings of the effects of psychotherapy in gene expression. The influence of environment is emphasized as a condition to exhibit involved genes in complex behavior. The data show several researches that suggest that steady and stable changes produced in the person by learning or psychotherapy may generate alteration in the genetic expression. It is concluded that in this new scientific field there are, until today, reduced empirical supports that hold the evidence obtained and we highlight the need to overcome the limitations of traditional paradigms to achieve satisfactory answers.
Keywords: Neuroscience; Genetic; Psychotherapy.
Fundamentación
Tradicionalmente han existido conexiones muy estrechas entre las ciencias biológicas y la psicología, aun cuando una minoría se ha obstinado por minimizar los intentos de acercamiento con la finalidad espuria de otorgarle autonomía a cada ciencia.
Recientemente nuevas disciplinas con aspiraciones científicas han intentado establecerse como plataformas de abordaje de las patologías mentales teniendo en cuenta el aporte de variados enfoques científicos, tal es el caso de las denominadas neurociencias. Mora y Sanguinetti (1994) definieron al término neurociencia como la disciplina que estudia el desarrollo, estructura, función, farmacología y patología del sistema nervioso. Según Schacter (2001) dentro de las ciencias biológicas y psicológicas ha existido progresivamente una modificación en el interés sobre el estudio del cerebro, de modo que desde una posición periférica la neurociencia ha llegado a ocupar una posición central en cada una de dichas disciplinas. Para Redolar (2002) este giro es el resultado de que el estudio del cerebro se incorporara en un marco general de conocimiento que se potencia con los avances de la biología celular y molecular y con el surgimiento de la psicología como disciplina científica. Agrega además que como resultado la neurociencia pudo abarcar desde el estudio de los genes y de las moléculas hasta la cognición y la propia mente del individuo (p. 346). En efecto, la neurociencia ha permitido debilitar las barreras teóricas que existían entre la biología (con un lenguaje exclusivamente basado en la bioquímica), el estudio del sistema nervioso (con abordajes exclusivamente en términos neuroanatómicos y electrofisiológicos) y la psicología (tradicionalmente con un lenguaje altamente abstracto). Esto ha sido favorecido en los últimos 50 años por dos motivos principales: (1) por establecerse progresivamente una neurociencia celular y molecular, en la cual la anatomía y los aspectos electrofisiológicos se han convertido con las nuevas tecnologías en objetivos fácilmente accesibles (Redolar, 2002), y (2) por el advenimiento de una psicología con un perfil científico experimental.
Actualmente Kandel y Squire (2000) proponen nuevas aproximaciones a nivel molecular y celular conjuntamente con abordajes conductuales y cognitivos para que la neurociencia pueda mostrarse solvente frente a los problemas que pretende abordar. De este modo se aspira relacionar los cambios específicos ocurridos en el interior de las neuronas y los sucesos moleculares con los procesos mentales como la percepción, memoria, pensamiento o incluso la conciencia.
Genética de la conducta
El estudio de los genes, en el espectro de los estudios de la conducta, ha derivado hacia una valoración más moderada en los últimos años. Probablemente el entusiasmo inicial por descubrir nuestro mapa genético ha incidido de manera determinante, de modo que, de la ilusión de encontrar al gen responsable de se ha pasado a considerar al aspecto genético como vulnerabilidad o predisponente de la manifestación de una determinada conducta. Otro avance importante ha sido encontrar evidencia de que las manifestaciones conductuales rara vez se explican por la expresión de un único gen y se ha comenzado a conceptualizar a algunos trastornos como expresiones poligenéticas, es decir, motivadas por la expresión de muchos genes con un efecto menor. Un ejemplo de lo señalado lo encontramos en los estudios sobre la esquizofrenia. Harrison y Owen (2003) proponen que el trastorno es el resultado de una combinación entre varios genes que actúan junto a procesos epigenéticos y factores ambientales durante el desarrollo del sistema nervioso.
El fervor por tratar de encontrar el o los genes responsables de enfermedades de índole físico ha derivado en el interés sobre el estudio de enfermedades mentales e incluso de características de personalidad. En el caso de la esquizofrenia se ha encontrado que las regiones genéticas más significativas se localizan en 1q, 5p, 5q, 6q, 6p, 8p, 10p, 13q, 15q y 18p (Prasad, Semwal, Deshpande, Bhatia, Nimgaonkar y Thelma, 2002 y Cowan, Kopnisky y Hyman, 2002). Al respecto Raventós Vorst (2003) señala que algunas de estas regiones cromosómicas también han sido implicadas en la etiología del trastorno bipolar, por lo que sugiere que ambos trastornos pueden compartir algunos genes o bien la diferenciación propuesta por Kraepelin entre ambas enfermedades no es tan real.
Para Silva (2003) hasta hace poco predominaba la idea errónea de que los procesos biológicos están estrictamente determinados por los genes, fundamentado por el hecho de concebir a los genes según la única e inexorable función de transmisión de la información hereditaria entre una generación y otra. Al respecto el autor señala que los genes cumplen dos funciones diferentes: (1) la de replicación, en donde la réplica es de gran fidelidad ya que no puede ser modificada por las experiencias sociales, sino sólo por las mutaciones, que son poco frecuentes y azarosas; (2) la transcripcional, mediante la cual los genes determinan el fenotipo, es decir la estructura y función de las células en las que se expresan. Mientras la función de réplica de los genes no es afectada por la experiencia ambiental, la función transcripcional es fuertemente regulada por factores ambientales. Esta afirmación fundamentaría el hecho de que todas las funciones del cerebro fueran susceptibles de ser socialmente influidas y que esas influencias pudieran ser incorporadas biológicamente en la expresión de genes específicos en neuronas de determinadas regiones del cerebro. A su vez estas alteraciones influidas socialmente serían transmisibles culturalmente (Silva, 2003).
Lo expuesto explicaría en parte el cambio progresivo que se ha dado en las neurociencias. La conceptualización determinista de los genes ha perdido vigor y se ha pasado a considerar a los genes como predisponentes, o factor de vulnerabilidad para un determinado fenotipo, ya que para su expresión deberían concurrir factores ambientales, sin cuya presencia quizá nunca se podría manifestar.
Este cambio de conceptualización deviene de un cambio epistemológico con intrincadas relaciones ya que, desde el punto de vista que defiende Silva, en la expresión fenotípica tomaría importancia el papel de las influencias tempranas, los traumas, las situaciones de estrés y los factores sociales.
Sin duda existen fenotipos en los que los genes son determinantes y la participación de factores ambientales es ciertamente escasa o nula, como es el caso de los genes que codifican para las características físicas, aunque ciertamente este no parece ser el caso de las características de personalidad ni de las enfermedades mentales. La diferenciación del desarrollo por maduración biológica (nature) del desarrollo por experiencia o aprendizaje (nurture) resulta extremadamente difícil en el campo de los fenómenos psicológicos.
El cerebro humano como producto y recurso de la experiencia
En la actualidad se acepta la idea de que una de las principales características de nuestro cerebro es la plasticidad. La evidencia es provista por el hecho de que es capaz de adaptarse con gran facilidad a las demandas del medio externo e interno.
El cerebro aprende de las experiencias, organiza nuestra conducta y da significado a todo lo que somos y nos rodea. Sin tal plasticidad resultaría imposible comprender nuestra evolución como especie, debido a que de ella depende la capacidad de aprender y adaptarse. Ocampo (1996) explica que existen dos tipos de mecanismos involucrados en la plasticidad neuronal: (1) la fosforilación proteica, que permite la modulación de la función neuronal por medio de alteraciones inducidas en una amplia variedad de proteínas neuronales; y (2) la regulación de la expresión genética neuronal, ya que los cambios en la expresión genética pueden producir cambios cuantitativos y cualitativos en muchos de los componentes proteicos de la neurona. El autor agrega que los efectos a largo plazo producidos por los factores ambientales sobre el cerebro son mediados a través de complejos procesos que involucran ambos mecanismos.
Factores ambientales, experiencias tempranas durante el desarrollo, experiencias en la vida adulta e incluso la psicoterapia producen cambios conductuales relativamente estables a largo plazo. Según Duman, Heninger y Nestler (1992) existe evidencia de que estos cambios conductuales a largo plazo son producidos por modificaciones en las interacciones neurotransmisor - receptor, así como por la transducción de señales intracelulares y la regulación de la expresión genética neuronal.
Psicoterapia y biología
La psicología, e incluso la psiquiatría, no han sido del todo eficientes para lograr una integración conceptual entre el cerebro y la mente.
La psicoterapia ha sido conceptualizada como una estrategia para el tratamiento de las enfermedades mentales mediante procedimientos basados principalmente en la comunicación verbal y emocional. Butler y Strupp (1986) definen a la psicoterapia como el uso sistemático de las relaciones humanas para propósitos terapéuticos y agregan que es una modalidad de tratamiento en la cual psicoterapeuta y paciente/s trabajan de manera conjunta con la finalidad de aminorar las condiciones disfuncionales y psicopatológicas, concentrando la atención en (1) la relación terapéutica; (2) las actitudes, pensamientos, afectos y conductas del paciente; y (3) el desarrollo y el contexto social.
Brentl y Kolko (1998) señalan que entre la psicoterapia y los resultados existen una serie de variables intervinientes pertenecientes al paciente como: relaciones, actitudes, pensamientos y creencias, afectos, habilidades y conductas, desarrollo y contexto, vinculando a estas variables con el sustrato biológico. En la opinión de los autores existe evidencia suficiente respecto de la incidencia de los factores biológicos en la expresión de las enfermedades mentales, por lo que cabría preguntarse: (1) si estos hallazgos permiten predecir exitosamente el tipo de elección de terapia a realizar (farmacológica o psicosocial); (2) si permiten establecer las recaídas o recurrencia del trastorno; y (3) si los tratamientos exitosos producen una modificación del sustrato biológico.
Silva (2003) expresa que la psicoterapia es un proceso de aprendizaje cuyo efecto biológico sería deseable continuar investigando. Algunas investigaciones son esperanzadoras al respecto; por ejemplo, existen estudios de pacientes con trastorno obsesivo compulsivo que han podido mejorar con psicoterapia cognitivo conductual y han presentado una reducción del metabolismo de la glucosa en el núcleo caudado, no siendo observada esta reducción en aquellos que no lograron una mejoría (Schwartz, Stoessel, Baxter, Martin y Phelps, 1996). Además, en estos casos los cambios inducidos con la psicoterapia son similares a los que se observan al administrar fármacos antiobsesivos, por lo que las derivaciones de esta investigación permiten suponer que ambos tratamientos (farmacológico y psicoterapéutico) explican su efecto en un cambio a nivel biológico común y que las intervenciones psicoterapéuticas no sólo producen cambios en la mente del sujeto, sino también en su cerebro. Una posición similar es compartida por Hueso (2000) quien, respecto de los efectos biológicos de la psicoterapia, piensa que los cambios duraderos de las funciones mentales involucran alteraciones de la expresión genética, por lo que según el autor, la psicoterapia y en particular el psicoanálisis podría generar cambios al producir modificaciones en la expresión de los genes.
Por otro lado Jensen Pennington (2003) estima que las ciencias biológicas han demostrado que los genes se activan y desactivan, y que las influencias genéticas cambian a lo largo de la vida. Kandel (1998) demostró, experimentando con un caracol marino Aplasia, que la cantidad de conexiones sinápticas pueden ser alteradas permanentemente a través de la regulación de los genes relacionados con el aprendizaje del ambiente. Encontró que el aprendizaje promovía que este organismo duplicara o incluso triplicara sus conexiones sinápticas. Estos hallazgos le permitieron afirmar que la estructura del cerebro es dinámica y que posee una gran plasticidad y planteó que la psicoterapia, si es considerada como una forma de aprendizaje que promueve cambios estables en las conductas de las personas, puede producir alteraciones en la expresión genética y por lo tanto alterar la fuerza de las conexiones sinápticas. En apoyo a estas conclusiones Gabbard (2000) y Silva (2003) plantean que la secuencia de un gen no está afectada por el ambiente. Pero la función transcripcional del gen (la habilidad del gen de dirigir y producir proteínas específicas) es ciertamente producto de la respuesta de factores ambientales.
Gabbard (2000) ha reseñado algunas investigaciones que ofrecen evidencia acerca del efecto de la psicoterapia en la estructura biológica. Por ejemplo, se ha encontrado que la terapia psicodinámica tiene un impacto significativo en el metabolismo serotorinérgico (Viinamäki et al, 1998). Se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual resulta eficaz en la modificación de algunos parámetros biológicos en personas que padecen ataques de pánico (Shear et al 1991) y que en pacientes depresivos produce cambios en la arquitectura del sueño de modo idéntico a la que se produce con medicación antidepresiva (Thase et al, 1998). Otros hallazgos muestran que la terapia cognitiva influye en los niveles de la hormona tiroides (descenso de los valores de tiroxina, T4) en pacientes que sufren de episodios depresivos mayores (Joffe, Segal y Singer, 1996) y estudios con pacientes con cáncer sugieren que la psicoterapia y las relaciones de apoyo pueden influir en el funcionamiento del cerebro. Se ha encontrado evidencia que las personas con cáncer de mama que han realizado terapia cognitivo-conductual tienen mayor remisión de síntomas, menores recaídas y mayor expectativa de vida (Fawzy et al, 1993).
Conclusiones
Debemos reconocer las limitaciones acerca de las evidencias obtenidas en relación a los efectos de la psicoterapia, como de otros tipos de aprendizajes y la influencia ambiental en la expresión genética. Si bien los resultados son esperanzadores al respecto, ya que muestran que tales experiencias parecen afectar el más profundo sustrato biológico, son parciales y amenazan con ser poco concluyentes.
El campo de las neurociencias resulta de un encuentro reciente de distintas disciplinas con diversos enfoques y epistemologías, por lo tanto su desafío radica en el hecho de superar las limitaciones de los paradigmas antiguos para alcanzar respuestas más abarcadoras y menos sesgadas. Este desafío plantea respecto de la psicología, y más precisamente de la psicoterapia, exigencias múltiples a nivel epistemológico, teórico y metodológico tendientes a superar el característico dualismo mente-cerebro que se ha mantenido de forma más o menos explícita desde sus orígenes.
Sostenemos que las futuras evidencias respecto a la relación entre los procesos psicoterapéuticos y el sustrato biológico podrán aportar claridad al respecto, pero su éxito en gran medida dependerá del grado de participación y de integración real que exista entre los aportes de psicoterapeutas y neurobiólogos. El norte de tal empresa deberá posibilitar vincular los procesos de índole psicológica con los biológicos de modo de desmitificar la concepción de la filosofía cartesiana de la mente como algo extrínseco a nuestra biología y en particular a nuestro cerebro, y aceptar que no hay función mental sin cerebro y sin ambiente a la vez que relativizar la fatalidad determinista de los genes en el espectro psicológico.
Por último, deseamos destacar que el presente artículo representa una modesta aproximación de las investigaciones realizadas hasta el momento y que en este reciente campo, las conclusiones definitivas deben ser pospuestas en la medida de que surjan evidencias concretas al respecto. Por tal motivo alentamos futuras investigaciones que puedan dar cuenta de tales avances.
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Endereço para correspondência
Horacio Daniel García
hdgarcia69@gmail.com
1Horacio Daniel García. Licenciado en psicología. Docente en la cátedra de Psicología General de la Licenciatura en Fonoaudiología. Miembro del equipo de investigadores del proyecto 428501 financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de San Luis. Argentina.
2Claribel Morales de Barbenza. Doctora en psicología. Profesora Emérita de la Universidad Nacional de San Luis. Directora del proyecto 428501 financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de San Luis. Argentina.
3Marina Beatriz Fantin. Doctora en psicología. Docente en la cátedra de Psicología General de la Licenciatura en Educación Inicial. Miembro del equipo de investigadores del proyecto 428501 financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de San Luís. Argentina