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Revista Mexicana de Orientación Educativa

versión impresa ISSN 1665-7527

Rev. Mex. Orient. Educ. vol.10 no.25 México  2013

 

Artículos

 

Orientación vocacional, las tensiones vigentes

 

 

Sergio Rascovan1

 

 


RESUMEN

Las prácticas de la orientación vocacional nacieron con las sociedades capitalistas industriales de principio de siglo XX, respondiendo a sus exigencias de manera adaptativa. Como ha ocurrido en otras áreas del campo social, en su derrotero se fueron generando discursos críticos, y formas de operar contrahegemónicas. En esa tensión ideológica que aún persiste, se hace necesario, visibilizar la relación que la orientación vocacional tiene, en tanto práctica, con las profundas desigualdades sociales existentes y que, desde luego, se expresan en los procesos de elección. Cualquier historización o genealogía de los discursos y prácticas de la orientación vocacional deberían ubicar este aspecto en el centro del debate. El mismo permitiría evitar procesos de encubrimiento ideológico, a través de formas elegantes y sutiles, apoyadas en un saber teórico-técnico específico. Indudablemente desandar el recorrido de lo realizado en tanto tiempo resulta difícil por la multiplicidad de producción bibliográfica y de experiencias. En este trabajo, intentaremos marcar algunos hitos que nos parecen definieron modos de pensar y hacer en el campo de la orientación vocacional. Advertimos al lector que no se trata de una tarea sumaria, sino tan sólo de ilustrar formas particulares de trabajo asociados con algunos autores que parecieran ser emblemáticos.

Palabras clave: Genealogía en orientación vocacional - Paradigma crítico, complejo y transdisciplinario - Lo vocacional, dimensión subjetiva y social – Elección vocacional y orientación vocacional y salud mental comunitaria.


ABSTRACT

The vocational guidance practices were born with the industrial capitalist societies of earlier twentieth century, responding to their demands in an adaptive manner. In the same way as it has occurred in other areas of the social field, along its path, critical speeches as well as counter-hegemonic procedures have been generated. On this still-persisting ideological tension, it has turned necessary to visualize the relationship of vocational guidance, as a professional practice, with the profound current social inequalities that are certainly present during in the process of taking a decision. Any historization or genealogy of the speeches and practices in vocational guidance should place the social aspects at the center of debate. In this way, it would be avoided the ideological covering up through elegant and subtle means, supported by a theoretical-technical knowledge. Undoubtedly, to back the long-time transited path would be difficult due to the multiplicity of experiences and bibliography that has been produced all these years. In this work, we tried to point some key events that, in our opinion, have determined the thinking and doing in the field of vocational guidance. It is worth noting that this is not just a summary task but an illustration of the working methods associated to some specific emblematic authors.

Keywords: Genealogy in vocational guidance - Critical, complex and transdisciplinary paradigms – The vocation, subjective and social dimension – Vocational choices, vocational guidance and communitary mental health


SUMÁRIO:

As praticas da orientação vocacional nasceram com as sociedades capitalistas industriais no principio do século 20, respondendo as exigências adaptativas. Da mesma maneira que em outras áreas do campo social, na sua historia se foram gestando discursos críticos e outras operações contra-hegemônicas. Nessa tensão ideológica, que ainda existe, se faz necessário visibilizar na relação que a orientação vocacional tem em tanto prática, com as profundas desigualdades sociais existentes, e que, sem duvida, se expressam nos processos da escolha. Qualquer historização o genealogia dos discursos e praticas da orientação vocacional deveriam localizar este aspecto no centro dos debates. Só, assim poderia evitar processos de encobrimento ideológico, pelas formas elegantes e sutil, apoiadas num saber teórico-técnico especifico. Sem duvida, desandar no caminho do efetuado tanto tempo é difícil, pela multiplicidade da produção bibliográfica e de experiências. Neste artigo, intentaremos marcar algum marcos, que para nosso conhecimento, definiram formas de pensar y fazer no campo da orientação vocacional. Fazemos uma advertência o leitor que não e uma tarefa sumaria, mas de ilustrações de formas de trabalhar associadas a alguns autores emblemáticos.

Palavras-chave: Genealogia em orientação vocacional - Paradigma crítico, complexo, e transdisciplinariedade - No vocacional, dimensão subjetiva e social – Eleição vocacional e orientação vocacional e saúde metal comunitária


 

 

GENEALOGÍA Y PARADIGMAS

La práctica de la orientación vocacional estuvo dominada desde sus orígenes por el discurso psicológico. Diferentes teorías se disputaron el saber sobre estas particulares problemáticas humanas. Se podrían dividir –esquemáticamente- cuatro períodos que no son –necesariamente- cronológicos.

Una primera etapa hegemonizada por el discurso psicotécnico, se basó en el modelo de interacción sujeto - medio ambiente, más conocido como la teoría de rasgos y factores. La orientación vocacional era concebida como un área de estudio de la denominada psicología científica, cuyos principales aportes provenían de la psicología diferencial. La obra de Frank Parsons Choosing a Vocation (1909), marcó un hito inaugural alrededor de las prácticas de la orientación. Seguido inmediatamente por el primer congreso norteamericano de orientación en la ciudad de Boston en 1910 y la realización -al año siguiente- del primer curso universitario de orientación vocacional en la Universidad de Harvard a cargo de Meyer Bloomfield. Sin duda, empezaba una larga historia con vigencias hasta nuestros días, en la que se intentaba pensar e intervenir sobre ciertas problemáticas psicosociales producidas por las particularidades que imponía el capitalismo industrial.

Eran tiempos en los que la elección vocacional se pensaba como la comparación de los "rasgos y factores" de cada sujeto con los requisitos y características de una ocupación. A propósito de esa relación, se fueron desarrollando numerosas pruebas estandarizadas, tests e inventarios con validez y confiabilidad reconocida por la comunidad científica de la época y cuyo objetivo era medir ciertos rasgos considerados relevantes para el desempeño profesional. Se trataba de cotejar las características individuales con las correspondientes a cada profesión o puesto de trabajo. El ajuste consistía (y para muchos todavía hoy sigue consistiendo) en establecer una correlación entre algunas características personales, como por ejemplo, intereses, aptitudes, inteligencia, rasgos de personalidad con los perfiles de exigencia para el desempeño de determinadas actividades laborales y/o educativas.

En la segunda etapa podríamos ubicar las prácticas desarrolladas alrededor de la década de 1950. Los principales aportes provinieron de las teorías psicodinámicas de la personalidad, la fenomenología y del psicoanálisis que, en Argentina, tuvo una fuerte influencia en el derrotero de la orientación vocacional.

La publicación del libro Occupational Choice (1951) de Ginzberg, Ginsburg, Axerald y Herma, podría ubicarse como el mojón que abrió este nuevo período. En la mencionada obra se hace hincapié en los aspectos evolutivos del sujeto, planteando la elección vocacional como un recorrido que se despliega a lo largo de la vida. El llamado desarrollo vocacional sería, desde esta perspectiva, el resultado de un proceso que articula las necesidades individuales, por un lado y las posibilidades que ofrece el contexto sociohistórico, por otro.

Donald Super (1951) un representante de esta corriente, es quien acuña la noción desarrollo vocacional cuyo logro dependería de diversos factores, entre ellos, el nivel ocupacional de los padres, la estimulación socio-cultural, los logros en el rendimiento escolar. Al mismo tiempo, utiliza el término carrera para referirse a la dimensión ocupacional desde que las personas empiezan a prepararse para una profesión hasta que se retiran de la vida productiva.

La carrera engloba los papeles relacionados con el trabajo, el estudio, el tiempo libre, la familia, la comunidad. Donald Super describe, también, el desarrollo del concepto de sí mismo, y las etapas del desarrollo vocacional. El aforismo life space career development (desarrollo personal y profesional a lo largo de la vida) supone que el sujeto toma decisiones vocacionales en función de su auto percepción, procurando encontrar la profesión que mejor se ajusta con su propio autoconcepto. Parte del estudio propuesto por este autor, es definir los indicadores de la madurez vocacional, considerándolos como la disposición para hacer frente a las diferentes tareas vocacionales. De esta manera la intervención consistiría en favorecer el desarrollo vocacional, planteando actividades que beneficien el manejo de destrezas propias de cada etapa vital y la paulatina construcción de un plan de carrera para el futuro.

El pensamiento psicodinámico en orientación supone una clara confrontación respecto a la concepción estática propia de la teoría de rasgos y factores. Siguiendo a John Crites podríamos considerar lo "psicodinámico" a cualquier sistema psicológico que se esfuerce por obtener una explicación de la conducta en términos de motivos o impulsos.

Formarían parte, también, de esta etapa de la orientación, las conceptualizaciones propuestas por Anne Roe (1957) quien analiza la relación entre las formas infantiles de satisfacción de necesidades y las posteriores elecciones vocacionales. Sus conceptualizaciones se articulan con la teoría de la personalidad de Abraham Maslow y la jerarquización de las necesidades humanas. Parte del supuesto de que en la sociedad moderna la mayor parte de necesidades de orden inferior (fisiológicas, de seguridad) han sido satisfechas, por lo tanto son las de orden más elevado las que motivan a la conducta vocacional.

En Argentina, las teorías psicodinámicas, motivacionales, de desarrollo vocacional y, principalmente, del psicoanálisis nutrieron la denominada "estrategia clínica", modelo original de abordaje de las problemáticas vocacionales. Su autor más conocido es Rodolfo Bohoslavsky quien publicó en el año 1971 el libro "La Orientación Vocacional. Una estrategia clínica" fuente inspiradora de otras publicaciones y de las prácticas de orientación en nuestro país y Latinoamérica, principalmente Brasil y Uruguay.

En esta misma etapa podríamos distinguir también, entre otros, a tres autores: Holland, Krumboltz, Bandura.

La teoría de Holland se propone integrar aspectos motivacionales, características ambientales y dimensiones de la personalidad (1959). Plantea que dentro de la sociedad existe un número finito de ambientes laborales y enumera seis: motrices, intelectuales, de apoyo, de conformidad o convencionales, de persuasión y estéticos. A su vez, destaca seis tipos de personalidad: realista (motriz), sociable (de apoyo), investigador (intelectual), convencional (de conformidad), emprendedor (de persuasión), artístico (estético).

En Argentina, las teorías psicodinámicas, motivacionales, de desarrollo vocacional y, principalmente, del psicoanálisis nutrieron la denominada "estrategia clínica", modelo original de abordaje de las problemáticas vocacionales.

El aporte de John Krumboltz, uno de los principales exponentes de la "teoría del aprendizaje social" consiste en plantear una explicación acerca de la adquisición y concreción de las preferencias vocacionales. Para ello utiliza un esquema denominado "reciprocidad triádica", consistente en la articulación entre los procesos cognitivos, afectivos y valorativos del sujeto. Estos tres aspectos interactúan de forma permanente y recíproca con los acontecimientos que ocurren en el mundo social. Establece la existencia de diferentes factores que coadyuvan en los procesos de elección: genéticos, ambientales, acontecimientos vitales, experiencias de aprendizaje y habilidades para enfocar tareas específicas.

En sintonía con este autor, Albert Bandura (representante de la teoría social cognitiva) sostiene que los sujetos son portadores de creencias fundamentales, entre ellas, la de "auto-eficacia" entendida como aquellas representaciones que tienen los seres humanos sobre sus capacidades para alcanzar determinados niveles de rendimiento. Sostiene, además, que dichas creencias son los mejores predictores de conductas vocacionales futuras.

La tercera etapa correspondería al período denominado desarrollo de la carrera que surge en varios países, principalmente centrales, en los inicios la década de 1980 y continúa hasta la actualidad. En estas conceptualizaciones el concepto de carrera fue reemplazando al de vocación. Las publicaciones y los encuentros académicos internacionales correspondientes entre los años 1980 y 1990 tuvieron un fuerte anclaje de estos aportes teóricos y prácticos.

Uno de los autores más destacados y prolíficos de esta línea es el inglés Anthony Watts quien organiza el campo de la orientación en general, en tres áreas principales: la orientación personal y social que incluye problemáticas psicosociales y de desarrollo personal, la orientación educativa que contiene problemas de aprendizaje y elecciones referidas a la educación y la orientación vocacional/profesional que corresponde a la ayuda que se lleva a cabo con las personas en sus elecciones respecto a ocupaciones, profesiones, trabajos y trayectos educativos.

Durante este período, el académico inglés y colaboradores, realizaron una investigación en doce países de la Comunidad Europea, sobre la diversidad de los servicios de orientación para la población entre 14/25 años (1988) y adultos (1994). Los resultados fueron soporte para proponer una orientación entendida como proceso continuo y permanente desde la escuela para el acompañamiento de los sujetos en su trayectoria escolar y en la transición a la vida adulta y profesional.

La denominada educación de la carrera es una de las estrategias propias de esta etapa. Su propósito es identificar y utilizar recursos en la escuela y en la comunidad, para ampliar el desarrollo profesional: brindar información acerca de las oportunidades educacionales y ocupacionales disponibles; proveer una progresión planificada de experiencias para capacitar en la adquisición de competencias personales relacionadas con la toma de decisiones y transiciones; explorar alternativas profesionales. Un modelo teórico-práctico es el ADVP (Activación del Desarrollo Vocacional) de Pelletier y Bujold (1984), que fue adaptado al castellano por el español Álvarez Rojo bajo el título Tengo que decidirme (1991).

La activación se produciría a partir de un proceso de toma de conciencia de sus valores y capacidades, que requiere la participación activa en un proceso de búsqueda, análisis y construcción de un estudio de sí mismo y de la realidad que lo rodea, para desarrollar los conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para su inserción socio-profesional-personal.

La orientación desde esta perspectiva es entendida como educación vocacional, basada en la investigación activa por parte del alumno para el desarrollo de su propio proyecto de vida. Para que el joven enfoque su futuro personal, social y laboral, se utiliza un método que articula la reflexión con pares y adultos, la investigación y la acción, para desarrollar los recursos personales en un aprendizaje activo y de experiencia personal.

Jean Guichard podría considerarse un autor bisagra entre la tercera y la cuarta etapa que luego presentaremos. El catedrático francés es impulsor de la denominada psicología de la orientación. En su escrito sobre problemáticas y finalidades de la orientación profesional (2001) ubica cuatro principios ideológicos generales que guían esta práctica. Ellos son, la prioridad del ciudadano como un ser autónomo, la responsabilidad que se le asigna en su propio devenir, la importancia de la actividad profesional en la construcción de la identidad y la noción de futuro como algo incierto e inestable.

Uno de los principios fundamentales que propone para las prácticas de la orientación es el lugar del "otro" en la propia realización humana de uno mismo. La cuestión central de la orientación pasaría de "cómo ayudar a todos a realizarse plenamente como personas separadas" a "cómo ayudar a todos a realizar su propia humanidad ayudando a los demás a realizar la suya, plenamente y a su manera particular". Esta nueva perspectiva para la orientación trata de promover una revisión de la creencia del "yo quiero realizarme plenamente" ya que la misma podría conllevar la destrucción de todo lo que se perciba como un obstáculo para dicha realización personal. Todo, incluyendo al otro.

Por último, la cuarta etapa es la que estaríamos transitando y que, por lo tanto, se encuentra en construcción. Corresponde a la necesidad de pensar y operar en orientación vocacional articulándola con el actual escenario histórico. El mismo es resultado del profundo deterioro de las condiciones sociales, con aumento de la pobreza y de la exclusión provocadas por la aplicación de políticas económico-sociales de carácter neoliberal.

Los procesos de globalización de la economía mundial, las nuevas tecnologías, la pérdida de centralidad del trabajo-empleo y el desplazamiento y destrucción del Estado como principal regulador de la vida colectiva en detrimento del mercado, caracterizan ese escenario social. Se trata de políticas que han favorecido a los sectores del privilegio en detrimento de las grandes mayorías populares. Esta situación viene intentando ser resistida y superada por algunos gobiernos de América latina, cuyo principal propósito es lograr reubicar el papel protagónico del Estado en alianzas con diferentes movimientos sociales, gremiales y políticos. Si bien, es valorable esta experiencia histórica en materia de recuperación de derechos, de baja en los índices de desocupación, de inclusión socio-educativa, todavía persiste en la región, una fuerte y arraigada matriz de desigualdad y pobreza.

Desde lo epistemológico, esta etapa podría caracterizarse por el abordaje de las problemáticas vocacionales desde un paradigma crítico, complejo y transdisciplinario.

Entendemos por paradigma la visión general que se tiene del mundo. Todo nuevo paradigma irrumpe como pensamiento emergente, en contra de viejas estructuras, es una cosmovisión particular. En este sentido, cuestiona a la sociedad, a los estereotipos sobre la cual se sustenta y promueve una nueva forma de ver la realidad en los campos científico, social, económico.

Podríamos ubicar nuestra época como el final de una forma de pensamiento determinista, lineal y homogénea. En su lugar estaría emergiendo una conciencia de la discontinuidad, de la no linealidad, de la diferencia entendidas como dimensiones operativas en la construcción de los escenarios en que vivimos.

Nutriéndose de esta perspectiva, la orientación vocacional debería promover una fuerte transformación de las prácticas actualmente existentes, a fin de evitar que la futura inclusión de los sujetos en los espacios sociales reproduzcan sus "lugares" de origen, es decir, impedir que las prácticas de la orientación sean dispositivos de reproducción de la continuidad de un orden social sesgado por la exclusión y la inequidad.

El paradigma complejo, crítico y transdisciplinario se propone confrontar con las concepciones de orientación que se presentan "neutras" desde el punto de vista ideológico y alejado de toda reflexión sobre la cuestión de las finalidades sociales que persiguen.

Esta perspectiva de la orientación plantea una mirada desnaturalizadora del orden social vigente, postulando la intelección de los procesos socio-históricos desde las relaciones de poder que en ellos existen. Se trata de un saber crítico que intenta el develamiento de las deformaciones, presiones y restricciones que operan en los sujetos singulares y en los colectivos humanos, propiciando la autonomía y la responsabilidad tanto individual como social en la construcción de la propia vida.

Este saber crítico tiene, entonces, objetivos emancipadores que deberían constituir el pilar de las prácticas de la orientación. Desde esta concepción, pues, se procurará analizar las problemáticas vocacionales de la vida actual, reconociendo las singularidades y las especificidades de cada sujeto y sector social así como también el análisis de las operaciones que sostienen y promueven ciertos ideales. Es decir, se busca interrogar los conflictos presentes en la elección y realización de los proyectos de vida, articulándolos con el contexto sociocultural y las lógicas de poder que lo sostienen.

Este paradigma es complejo, en tanto invita a pensar y operar en los atravesamientos entre lo singular y lo colectivo, reconociendo la multidimensionalidad de los fenómenos en general y los humanos en particular. Complejidad como expresión de aquello que resulta inseparable. Se trata de elementos diferentes que constituyen un todo y la trama de este tejido muestra interdependencia, interactividad e interrelación entre el objeto de conocimiento y su contexto.

Por último, el paradigma es transdisciplinario en la medida que lo vocacional es un campo y no un objeto, es decir, un conjunto de problemáticas atravesadas por dimensiones de distinto orden (políticas, sociales, culturales, deseantes) que deberán ser abordadas por diferentes disciplinas. Desistimos de sostener la ilusión de una teoría completa explicativa de los múltiples objetos de estudio para adoptar esta posición que reconoce la transversalidad del conocimiento y recurre a los variados saberes a la manera de una caja de herramientas, en la que cada instrumental utilizado (las disciplinas en este caso) están en función de las necesidades que producen los distintos problemas del campo.

Pensar con criterios transdisciplinarios es intentar superar la lógica binaria-excluyente propia del pensamiento positivista que divide las ciencias en compartimientos fragmentados. Es promover un abordaje de los fenómenos humanos asumiendo el desafío de pensar lo complejo desde la complejidad. Este pensar y hacer no supone borrar o desconocer las disciplinas con sus propios objetos de estudio. En el caso de las problemáticas vocacionales se debería procurar trascender la mirada excluyente que la psicología ha tenido para favorecer la construcción de una trama conceptual que incluya los atravesamientos de otros saberes y de otras disciplinas.

En síntesis, el abordaje epistemológico propuesto en esta cuarta etapa y que es sostén conceptual de nuestra práctica, se propone no legitimar lo que ya se sabe sobre los problemas vocacionales y sobre los dispositivos tradicionales de atención-acompañamiento, sino en abrir interrogantes sobre sus enunciados y sus intervenciones con el propósito de alentarnos a pensar la orientación vocacional de otro modo.

Lo vocacional, la elección vocacional y la orientación vocacional

Sin pretensión de acotar la profundización de la temática pero con el ánimo de organizar las categorías del campo y de la intervención, proponemos a continuación algunas aproximaciones conceptuales como base para generar la discusión con los distintos colegas latinoamericanos.

Podríamos definir lo vocacional como el campo de problemáticas del ser humano y la elección-realización de su hacer -básicamente en términos de estudio y/o trabajo- El campo vocacional (que desde luego incluye lo ocupacional) es una trama de entrecruzamiento entre las variables propias de toda organización socialproductiva y la singularidad de cada sujeto.

Lo vocacional está íntimamente vinculado con el ejercicio de la libertad. Es por ello que podemos ubicar su origen, en tanto problemática social, con el surgimiento de los estados modernos, es decir, con el estado de derecho. Los problemas vocacionales son, como dijimos al comienzo de este escrito, hijos de la revolución industrial, del sistema capitalista.

Así, podríamos establecer una convención sosteniendo que, dentro del conjunto de problemáticas humanas hay algunas a las que podríamos adjetivar como "vocacionales". Dichas problemáticas están asociados a las diversas actividades que los sujetos realizan en su recorrido vital, en particular las laborales y académicas. Este recorte permite reconocer la especificidad de los denominados problemas vocacionales y, a su vez, la proliferación de un conjunto de discursos y prácticas que se fueron agrupando bajo el rótulo de "orientación vocacional".

La configuración de dichas problemáticas, es decir, lo que podríamos denominar "lo vocacional", es necesariamente, resultado de una compleja trama en la que se conjugan variables sociales y subjetivas.

En el campo vocacional podríamos distinguir, entonces, esquemáticamente: el sujeto que elige, los objetos a elegir, y el contexto en el que dicha relación se produce.

Desde una dimensión social, la elección de qué hacer, en términos de ocupación, está estrechamente relacionada con el contexto económico, político, cultural. El contexto es fundante en las formas particulares que adquiere la organización del trabajo y del aparato productivo en cada sociedad, en cada momento histórico.

Desde una dimensión subjetiva, lo vocacional está directamente vinculado con la dialéctica del deseo. La búsqueda de "objetos vocacionales" -trabajo y/o estudio- es incesante y a la vez contingente, es decir, no hay un objeto, sea éste una carrera o un trabajo que satisfaga completamente al sujeto.

El sujeto que elige es un sujeto de la falta, ya que – psicoanálisis mediante- sólo si algo falta es posible desear. La inscripción de la dimensión de la falta es lo que posibilita la circulación del deseo y la posibilidad de que un sujeto se apropie de él. El proceso de búsqueda de objetos que satisfagan el deseo es, por lo tanto, interminable y desde luego, concomitante del propio despliegue de la subjetividad

El quehacer del ser humano es múltiple, no tiene un horizonte delimitado, aunque existen límites a lo pensable y realizable de acuerdo a las posibilidades de cada época histórica. Entre las variadas actividades que hay para hacer, se destacan el trabajo y el estudio ya que, en las sociedades actuales, son las que producen anclaje social, otorgan una posición simbólica y reconocimiento por parte de los otros.

En nuestras sociedades cada ser humano es libre de gestionarse su propia vida, aunque es bien sabido que las condiciones materiales en que se nace son severamente determinantes del itinerario vital ulterior. Se trata de considerar el valor decisivo de las políticas de Estado para torcer itinerarios de vida que parecen inevitables. En este sentido, el contexto social puede ofrecer oportunidades que posibilite alguna diferencia.

Mientras lo vocacional se puede definir como un campo de problemáticas vinculado con los sujetos y la elección/realización de su hacer, la orientación vocacional, en un sentido estricto, sería la intervención tendiente a facilitar la elección de objetos vocacionales, básicamente trabajo y/o estudio ya que, insistimos, son ellos los que producen inclusión social. Desde luego, el hacer o el quehacer humano no se limita a trabajar y/o estudiar pero, si un sujeto no trabaja ni estudia se encuentra a la deriva, excluido, desafiliado de la trama social que regula los intercambios colectivos.

Por su parte, la elección vocacional es tanto un proceso como un acto de elegir objetos (a los que convencionalmente definimos como vocacionales).

Es un proceso ya que se trata de un trayecto o itinerario de vida inacabado, a través del cual el sujeto reconoce y encuentra -dentro de una gran variedad- uno o más objetos con los que establece vínculos singulares. El proceso supone la construcción y reconstrucción histórica de los vínculos actuales y pasados, al tiempo que la imaginación de los futuros.

Elegir es, además de un proceso, un acto expresado en la toma de decisión a través de la cual el sujeto escoge un objeto con el que establece un vínculo particular, esperando obtener algún tipo de satisfacción del mismo. Inexorablemente la satisfacción que deviene del vínculo entre sujeto y objeto es de carácter parcial, ya que –insistimos remitiéndonos a las enseñanzas del psicoanálisis- no hay un objeto -sea éste sexual, de amor o vocacional- único y absoluto para un sujeto.

El proceso y el acto de elegir tienen aspectos conscientes e inconscientes. En la búsqueda incesante que implica la elección de un objeto vocacional hay momentos de enamoramiento, de ilusión, de euforia, pero también de desencanto, de desilusión, de apatía.

Es un proceso continuo, permanente. Podríamos afirmar que en ningún aspecto de la vida, hay un objeto elegido de una vez y para siempre. Por ello, la idea de elección entendida como proceso se une a la noción de itinerario vital. Vivimos eligiendo, aunque puedan reconocerse momentos "clave" en la vida de un sujeto. Es decir, tiempos en los que la elección se juega de una manera más significativa, por ejemplo, casarse, tener hijos, elegir-ingresar-egresar de una carrera o estudio, etc.

Podríamos sintetizar afirmando que la orientación vocacional es la intervención tendiente a acompañar a los sujetos durante el proceso y el acto de elegir. Por lo general se ubica la mayor especificidad de la orientación vocacional en el momento en que, de acuerdo al formato propio de las sociedades, se le exige al sujeto una toma de decisión sobre su qué hacer. Esto es, cuando termina un trayecto educativo, cuando comienza uno nuevo, cuando busca trabajo o empleo. Como intervención tiene diferentes particularidades, que devienen tanto del marco conceptual con el que se trabaja, como así también, del contexto donde se ejercerá la práctica.

Entendemos que, en la actualidad, la práctica de orientación vocacional está íntimamente asociada a la salud mental comunitaria.

Los problemas vocacionales, concebidos como vicisitudes existenciales son parte del campo de la salud mental comunitaria, aunque no necesariamente formen parte del sistema de salud, no pueden comprenderse desde la sola referencia a los individuos aislados, tampoco en la abstracción de una causalidad social. Los problemas vocacionales se ubican justamente en la relación entre individuo y sociedad, y esta manera de pensar pone inmediatamente a la comunidad en el centro del problema.

La aceptación de este nuevo campo para el abordaje de los problemas vocacionales modifica casi todos los criterios anteriores: se requiere de un tipo de conocimientos que permita integrar y articular diferentes áreas en que la tradición académica organizó el saber (antropología, psicología, psicoanálisis, sociología, economía, pedagogía).

Los llamados "orientadores" entendidos como profesionales de salud mental comunitaria deberíamos pensar nuestras intervenciones en un entrecruzamiento entre el sujeto singular y el escenario social. De este modo, dejaremos de ser simples operadores técnicos. La orientación vocacional así entendida se alejará de ser una práctica de "mediciones", de "pronósticos", de "ubicación o reubicación social", para ser incluida en el campo de las problemáticas subjetivas y sociales, propias de la existencia humana.

Sergio Rascovan, Buenos Aires. Septiembre de 2013

 

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1) Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Magister en Salud Mental Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Profesor de postgrado en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y profesor pasante en diversas universidades nacionales y latinoamericanas. Docente Titular de la Cátedra de Orientación Vocacional de la Universidad de Palermo. Autor de Imágenes Ocupacionales y de varios libros, entre otros, "Los jóvenes y el futuro, Programa de Orientación para la transición al mundo adulto" (Noveduc 2012), "Orientación Vocacional. Una perspectiva crítica" (Paidós, 2005). Miembro del Consejo Editorial Internacional de la Revista Mexicana de Orientación (REMO) y de la Revista Educare del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) de la Universidad Nacional en Costa Rica (UNA).

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