Revista Psicologia Política
ISSN 2175-1390
ARTIGO
Nueva normalidad y el falso dilema salud/economía en tiempos de pandemia Covid-19 en Latinoamérica
New normal and the false health/economy dilemma during the Covid-19 pandemic in Latin America
Nova normalidade e o falso dilema saúde/economia em tempos da pandemia de Covid-19 na América Latina
José Sandoval-DíazI; Diego Palacios DíazII
IDoctor en Psicología. Departamento de Ciencias Sociales y Grupo Investigación en Género, Ciudadanía y Territorio (GECIT) de la Universidad del Bío-Bío, Chile / jsandoval@ubiobio.cl
IIDoctor en Psicología. Universidad Tecnológica Indoamérica, Ecuador / diegopalacios@uti.edu.ec
RESUMEN
El Covid-19 ha intensificado la crisis sanitaria y económica en América Latina, incidiendo fuertemente en el retorno securitario hacia el Estado-Nación. Esta voluntad gubernamental, regulada por dispositivos de afrontamiento ante la "excepcionalidad pandémica", se ha visto acompañada por la instalación discursiva de una "nueva normalidad". Conscientes de esta problemática, desde los principios teóricos-metodológicos del análisis crítico del discurso, buscamos examinar la construcción de la "nueva normalidad" desde las alocuciones de los presidentes de Brasil, Chile y Ecuador en el actual contexto pandémico. Los principales hallazgos conciben a la nueva normalidad como un dispositivo que no sólo ha logrado traducir viejas prácticas gubernamentales bajo la legitimidad del Estado de excepción, sino también como un proceso continuista de la vulnerabilización y colonización latinoamericana. Finalmente, este dispositivo es problematizado tanto por la instalación del falso dilema entre salud/economía, como desde su capacidad semiótica para alinearse con el orden discursivo hegemónico del neoliberalismo regional.
Palabras claves: Covid-19; Discursos; Gubernamentalidad; Nueva Normalidad; Pandemia.
ABSTRACT
Covid-19 has intensified the health and economic crisis in Latin America, strongly affecting a safe return to the Nation-State. This governmental will, regulated by coping devices in the face of "pandemic exceptionality", has been accompanied by the discursive set-up of a "new normal". Being aware of this problem and starting from the theoretical-methodological principles of the critical discourse analysis, we seek to examine the construction of this "new normal" in the speeches of the Brazil, Chile, and Ecuador presidents in the current pandemic context. The main findings conceive the new normal not only as a device that has translated old governmental practices under the State of emergency legitimacy, but also as a continuous process of Latin American vulnerability and colonization. Finally, this device is problematized both by the installation of the false dilemma between health and economy, and by its semiotic ability to align itself with the hegemonic discursive order of regional neoliberalism.
Keywords: Covid-19; Speeches; Governmentality; New Normal; Pandemic.
RESUMO
A Covid-19 intensificou a crise econômica e de saúde na América Latina, afetando fortemente o retorno da segurança ao Estado- -nação. Essa vontade governamental, regulada por dispositivos de enfrentamento à "excepcionalidade pandêmica", tem sido acompanhada pela instalação discursiva de um "novo normal". Cientes dessa problemática, a partir dos princípios teórico-metodológicos da análise crítica do discurso, buscamos examinar a construção do "novo normal" a partir das falas dos presidentes do Brasil, Chile e Equador no atual contexto pandêmico. Os principais achados concebem o novo normal como um dispositivo que não só conseguiu traduzir velhas práticas governamentais sob a legitimidade do Estado de exceção, mas também como um processo contínuo de vulnerabilidade e colonização latino-americana. Por fim, esse dispositivo é problematizado tanto pela instalação do falso dilema saúde/economia, quanto por sua capacidade semiótica de alinhar-se à ordem discursiva hegemônica do neoliberalismo regional.
Palavras-chave: Covid-19; Discursos; Governamentalidade; Nova normalidade; Pandemia.
Introducción
El objetivo del presente estudio es examinar discursivamente cómo se ha construido la noción de nueva normalidad, esto bajo el contexto pandémico del Covid-19 en tres países latinoamericanos: Brasil, Chile y Ecuador. Hemos escogido estos tres escenarios pues representan focos críticos en las curvas de contagio y mortalidad a nivel global, posicionando a Latinoamérica como el nuevo epicentro pandémico en el mundo. Particularmente, nuestro interés es captar elementos semióticos de la racionalidad de Estado, examinando de forma específica la voz oficial construida por los gobernantes de cada país, y enfatizando las discursividades con que construyen los problemas suscitados por la pandemia y en las soluciones que ofrecen para construir nuevos horizontes de posibilidades.
A modo de contexto general, el brote neumónico de causa desconocida surgido en un mercado de Wuhan, China, fue definido por la Organización Mundial de Salud (OMS) como coronavirus disease 2019 y su acrónimo Covid-19. Como otros coronavirus 1 humanos, el Covid-19 representa un nuevo caso de zoonosis 2, tal como ha ocurrido previamente con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-1) en 2003 y el MERS-CoV en 2012 (O'Brien et al., 2020). El 11 de marzo de este año, la OMS declara que el Covid-19 reúne criterios y condiciones para ser definido como una pandemia, toda vez que su propagación a dos o más continentes, en los cuales no se tiene inmunidad, no sólo se explica por casos importados, sino también por los provocados vía transmisión comunitaria (Cuadra-Martínez et al., 2020).
Tras once meses de excepcionalidad pandémica global (Mbembe, 2020), en diversos escenarios sociopolíticos emerge hoy la aparente disyuntiva entre salud/economía en distintos discursos oficiales. Nuestro punto de partida es que las pandemias (o sindemia3) no pueden comprenderse como hechos espontáneos y aislados, sino que precisan analizarse bajo la contradicción histórica entre capital-naturaleza y en el plano de la intensificación/extensión neo-extractivista de la agroindustria y monocultivos (Wallace, 2020), puesto que estos procesos erosionan la biodiversidad y la someten a un continuo estrés ecológico, facilitando la transmisión y mutación de diversos virus (Leff, 2020), tal como ocurrió previamente con la gripe aviaria (2003) y la gripe porcina (2009-2011). Conjunto a ello, consideramos que las pandemias deben analizarse en función de las tensiones económicas, políticas, sociales y culturales que estructuran la vida en las sociedades capitalistas, lo cual implica examinar las formas en que el acontecimiento de Wuhan se recontextualiza en distintos lugares y temporalidades del mundo contemporáneo.
Bajo este contexto, y particularmente en Latinoamérica, se ha evidencia que el Covid-19 está configurado fundamentalmente por tensiones económico-políticas que lo posicionan como una enfermedad de ricos (Bengali, Linthicum, & Kim, 2020, mayo 12). Tras la primera importación de casos registrada el 26 de febrero en Brasil, se demuestra que, desafortunadamente, los primeros transmisores han sido turistas en periplos por Europa o latinoamericanos residentes en dichas zonas que regresaban temporalmente por la crisis en el Norte Global. También de manera desafortunada, esto ha intensificado las problemáticas estructurales latinoamericanas de desigualdad social y pobreza, lo cual ha mermado seriamente a los sectores populares marginalizados, tanto en tasas de contagios y mortalidad como en dificultades de acceso a salud digna y oportuna para tratar sus efectos.
Para fines de junio, Latinoamérica supera los dos millones de contagiados y más de 100 mil fallecidos por Covid-19. De acuerdo con Thomson Reuters (2020), la región posee a la fecha el 45% de los casos a nivel mundial. En el plano económico, el Banco Mundial informa que, a nivel regional, se espera que el Producto Interno Bruto sea menor (5,2%) que el promedio mundial (7,2%), y con alta variabilidad entre las economías nacionales (World Bank, 2020). Esta situación reconfigura los escenarios preexistentes de vulnerabilidad social, pues no solo intensifica los riesgos sociales basales, como pobreza y desigualdad estructural, sino también posibilita la emergencia de nuevos riesgos reflexivos, como lo son la exposición y susceptibilidad a riesgos socioambientales derivados del cambio ambiental global y el neoextractivismo regional (Latour, 2020; Sandoval-Díaz, 2020).
Del mismo modo, el contexto de vulnerabilización pandémica promueve un retorno hacia la seguridad del Estado-nación, el cual se comprende como Leviatán sanitario transitorio de dos rostros, (a) con su carácter proteccionista-social, bajo medidas de inmunización sanitario-económica, (b) y su Estado de Excepción, con la respectiva militarización de territorios, sanciones penales y represión/marginación de sectores populares (Esposito, 2020; Svampa, 2020). De hecho, las mismas institucionalidades de protección social desmanteladas por el proyecto neoliberal en Latinoamérica, ha conllevado a que las medidas públicas de afrontamiento de la crisis sean también precarias ante el Covid-19 (Leff, 2020; Mbembe, 2020; Sousa Santos, 2020).
En esta línea, Flores y De Pina (2020) sostienen que han proliferado en la región medidas regulativas que van desde el aumento de distancia y readecuación física de espacios, hasta aquellas que paralizan en su totalidad las actividades económicas, como las cuarentenas totales. Si bien la OMS ha recomendado que el confinamiento absoluto junto al testeo población es la medida óptima para afrontar el Covid-19, la misma estructura económico-política de los países de la región convierte dicha sugerencia en utopía, bajo las críticas y resistencias argumentadas por actores gubernamentales, empresariales y de la sociedad civil (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2020).
Al respecto, y en el contexto de los emergentes riesgos colaterales de las medidas de seguridad sanitaria sugeridas, se ha posicionado predominantemente el discurso de los impactos económico-financieros y, en algunos casos, la intensificación de las crisis económicas preexistentes, como las principales razones para evitar el confinamiento total. Sin embargo, este movimiento se inscribe en la histórica racionalidad necropolítica que ha gobernado al continente latinoamericano (Mbembe, 2011), donde el "dejar morir" a quienes no tienen opciones de estar confinados forma parte del cálculo necroliberal, pues descarta silenciosamente a aquellos sujetos que no poseen un valor bioeconómico, desde el punto de vista de la excepcionalidad pandémica (Mbembe, 2020). Por ello, los emergentes Estados de Excepción necroliberales en Latinoamérica, y sus consecuentes medidas de regulación biopolítica, han instalado y legitimado el significante flotante de la "nueva normalidad", tropo discursivo que ha presentado distintos argumentos, énfasis e implicancias relacionales, tanto en función de quien lo enuncia, como respecto de hacia quien se dirige y qué/cómo promueve.
La nueva normalidad como dispositivo
Conceptualmente, comprenderemos la nueva normalidad como un dispositivo en el lenguaje de Agamben (2015), esto es, "cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes" (p. 23), implicando no sólo procesos de sujeción, sino también de subjetivación. Construimos este punto de partida desde el reconocimiento de que los actuales Estados de Excepción necroliberales han profundizado los procesos de subjetivación ante la vulnerabilidad de la nuda vida, acompañados con la desubjetivación de las existencias políticas y de "vida digna" o "buen vivir" que caracterizaron los recientes movimientos sociales en Chile y Ecuador, específicamente (Sousa Santos, 2020). Además, consideramos que es relevante deconstruir la semántica de lo "novedoso" y lo "normal" por el carácter emergente, pero continuista de este dispositivo, especialmente ante la controversia biológica/sociopolítica sobre los sentidos de la vida ante la pandemia, así como también de los saberes/poderes que legitiman esta "nueva normalidad".
Para Canguilhem (1971), es preciso distinguir entre las normas biológicas, que refieren a la normatividad vital, y las normas sociales que refieren a la normalización. Así lo "normal" se predica de aquello que materializa una norma social, tomando esta última como referencia y exigencia preferente ante lo heterogéneo contingente (Tuillang, 2013). Por tanto, lo "normal" revela su carácter dinámico, polémico y productivo bajo el ejercicio de calificación performativa de los existentes, esto bajo la gestión discursiva/legalista de cercanías y distancias entre estos. En la misma línea, para Foucault (2007) esta dimensión racional-operativa de la norma (y su poder de normalización) se disgrega en una multiplicidad de prácticas de conducción, dirección y regulación tanto disciplinarias -sobre los cuerpos individuales- como gubernamentales colectivas -biopolítica de las poblaciones-, posibilitando una analítica del poder tanto en el orden social como del saber.
En línea con esta gubernamentalidad, para Agamben (2011) la biopolítica representa el núcleo del ejercicio del poder soberano, el cual delimita el umbral fronterizo entre el campo de la existencia política (bíos) y la vida desnuda (zoe) de los seres humanos. Para el autor "el campo es el espacio que se abre cuando el estado de excepción comienza a convertirse en norma" (p. 38), materializándose bajo el estado de excepción, en el cual se mezcla indistintamente hecho y derecho, excepción y norma, como zona de irreductible indiferenciación.
Tomando estas nociones, y aplicándo las intervenciones políticas sobre la vida bajo el Covid-19 de Esposito (2020), identificamos tres señales gubernamentales: (a) El cambio del objetivo político desde el individuo hacia ciertos segmentos poblacionales "vulnerables" al riesgo de muerte tales como: personas mayores, enfermos crónicos etc., (b) el doble proceso de medicalización de la política y politización de la medicina, por ejemplo, la naturaleza y consecuencias de las medidas sugeridas por la expertocracia sanitaria-económica, y (c) los cambios en los procedimientos democráticos ordinarios hacía disposiciones de Estado de Excepción, dejando entre paréntesis los "derechos y libertades democráticas" de aquellos sujetos infames que no se someten y/o resisten a estas "nuevas normas" de inmunización sanitaria poblacional, tanto por necesidades vitales de subsistencia, como por el mero deseo hedonista-individualista (Foucault, 1996).
Estas prácticas paliativas de soberanía política buscan no sólo el sometimiento al imperativo del cuidado bioeconómico de las fuerzas productivas valorizadas, sino también radicalizar la tanatopolitica desde un dejar vivir a un hacer morir de aquellos sectores marginados del desarrollo capitalista, ahora legitimada bajo la excepcionalidad pandémica (Mbembe, 2020). Por tanto, bajo este contexto de incertidumbre global, y la imposición de nuevas reglas del juego al orden social regional, creemos relevante profundizar en la analítica del poder discursivo del Estado, tanto en faceta de Leviatán sanitario transitorio y/o de Estado de excepción necroliberal (Svampa, 2020).
Metodología
Enfoque
En esta investigación nos posicionamos desde los principios epistemológico - metodológicos del Análisis Crítico de Discurso (ACD) de Norman Fairclough (2018), el cual ofrece una perspectiva material-semiótica para criticar normativa y explicativamente las relaciones entre lenguaje y sociedad en el capitalismo tardío. Este enfoque de ACD provee un arsenal de herramientas analíticas para examinar los aspectos semióticos de la hegemonía e ideología neoliberal y su traducción específica en diversos escenarios sociopolíticos (Palacios, 2020).
Adicionalmente, adherimos a este enfoque de ACD pues ofrece el Análisis Político de Discurso (APD) (Fairclough & Fairclough, 2012), una herramienta complementaria para examinar especificidades genéricas (modos de hacer), discursivas (modos de representar/proyectar) y estilísticas (modos de ser) del discurso político en tanto práctica social que organiza modalidades específicas de gobernanza. Para el APD, la política es el reino de la acción y el trabajo analítico consiste en desentramar las formas singulares en que se construyen argumentaciones que abogan en favor de ciertos cursos de acción, inhibiendo alternativas. Típicamente, los discursos políticos tienen una configuración deliberativa, razón por la cual se estructuran en esquemas de problema - solución o de relaciones medios - fines. Además, discursivamente, ellos buscan resolver aspectos problemáticos de la realidad social, por lo cual semióticamente despliegan:
premisas meta: especificaciones sobre los fines perseguidos.
premisas instrumentales: especificaciones sobre los medios para alcanzar los fines.
premisas circunstanciales: especificaciones sobre el estado inicial o situación problemática que debe abordarse.
premisas de valor: especificaciones sobre los valores que guían la elección de medios para alcanzar fines específicos.
premisas de costo-beneficio: valoraciones de eficiencia y efectividad de los medios escogidos.
Con-texto y corpus textual
Esta investigación examina cómo se construye discursivamente la nueva normalidad en el contexto de la pandemia Covid-19 en tres escenarios específicos: Brasil, Chile y Ecuador. Un aspecto común en los discursos políticos de los gobernantes de estos países son las polémicas medidas sanitarias adoptadas que han derivado en un aumento importante de las curvas de contagio y mortalidad (Figura 1). Discursivamente, se ha promovido, desde la voz oficial, que existe una tensión relevante entre la continuidad y estabilidad de las economías nacionales y la urgente necesidad de reactivación productiva. Esto ha posibilitado la formulación y aplicación de diversas medidas sanitarias que quiebran el confinamiento y abren nuevas modalidades de funcionamiento cotidiano en las ciudades, lo cual ha generado hitos dramáticos en cada escenario: la impactante crisis sanitaria acontecida en marzo en Guayaquil (Ministerio de Salud de Ecuador, 2020); el posicionamiento de Chile como país con más muertes por millón de habitantes en Latinoamérica (8,6 muertos/millón en junio) (Ministerio de Salud de Chile, 2020); y el segundo lugar mundial que ocupa Brasil en contagios (900 mil aproximadamente) y muertos (45 mil) (Ministerio da Saúde do Brasil, 2020).
Para cumplir con nuestro propósito construimos un corpus textual que integra como fuente principal las alocuciones públicas de los presidentes Jair Bolsonaro (Brasil), Sebastián Piñera (Chile) y Lenin Moreno (Ecuador). Privilegiamos este lugar de enunciación como estrategia práctica para examinar racionalidades de gobierno, comprendiendo su configuración compleja y polifónica, pero priorizando el lugar central que la voz oficial ocupa en la industria discursiva de cada gobierno. Para la construcción de nuestro corpus textual definimos tres criterios: (a) criterio fuente, donde se buscó alocuciones públicas, preferentemente, en canales oficiales (webs, Twitter y Youtube) y en repositorios de prensa local; (b) criterio temporal, que considera alocuciones públicas realizadas desde que en cada escenario emergió el caso 0 (Brasil, 25 de febrero; Chile, 3 de marzo; Ecuador, 29 de febrero) hasta el 15 de junio de 2020; (c) criterio semántico, que considera marcadores para rastrear fuentes informativas de la siguiente forma: apellido presidente/país/nueva normalidad/Covid-19/economía/ salud/ vulnerables. Configuramos el corpus textual (Tabla 1) con un set delimitado de fuentes escogidas por pertinencia y relevancia discursiva para la construcción de la nueva normalidad en cada escenario.
Ruta analítica
El análisis abordó una pregunta transversal: ¿cómo se construye discursivamente la noción de nueva normalidad? Para abordarla, pesquisamos preliminarmente qué trazas de género, discursos y estilos eran salientes en las fuentes trabajadas, tal como se propone en el modelo de ACD textualmente orientado de Fairclough (2003). Posteriormente, analizamos las estructuras argumentales promovidas en cada escenario para enfrentar la pandemia Covid-19, desde las consideraciones propuestas por Fairclough y Fairclough (2012). Finalmente, evaluamos los argumentos no sólo en términos de denuncia sino también de anuncio de nuevas y mejores condiciones para el desenvolvimiento de nuestras sociedades, además de ofrecer una perspectiva comparativa de los escenarios abordados (Tabla 2).
Resultados
En esta sección presentaremos los análisis realizados para cada uno de los escenarios examinados. Priorizamos una estrategia que reconstruye semióticamente las alocuciones públicas más relevantes de cada gobernante en el trimestre marzo-junio, a la vez que se contextualizó con relación al avance de la tasa de contagiados de cada país (Figuras 2, 3 y 4). El orden de presentación seguido es Brasil, Chile y Ecuador.
Brasil: ¡Así es la vida!
La crisis sanitaria que ha causado la pandemia en Brasil ha profundizado el carácter antidemocrático del gobierno de Jair Bolsonaro. A ello se suman hoy una serie de posiciones anticientíficas y antisanitarias que minimizan los efectos de la pandemia y que, a modo de falso dilema, la contrapone con sus efectos económicos. En este contexto, ha sido llamativo el afrontamiento mediático del presidente, donde reconocía el 12 de marzo la responsabilidad de la OMS en decretar el estado de pandemia, a la vez que llamaba que esto no "sea motivo de pánico" (Cadena Nacional - 12/03).
Mediáticamente, además del antagonismo salud /economía, Bolsonaro ha manifestado una guerra abierta contra el poder decisional de los gobernadores de los distintos Estados, espontáneos llamados a realizar barbacoas en clave anticuarentenas, y una férrea defensa de la hidroxicloroquina como tratamiento para el Covid-19 a pesar de que no existe evidencia científica que respalde su eficacia farmacológica. De hecho, su perspectiva anticuarentenas se ha fundamentado desde su "historia como atleta, si fuese infectado por el virus, no tendría que preocuparme, porque no tendría ningún síntoma: como mucho una gripecita, un pequeño resfriado" (Alocución Pública - 25/03).
Esta minimización estuvo acompañada de una focalización en quienes consideraba realmente vulnerables: personas mayores de 60 años y/o con enfermedades preexistentes. Ello actuó como el principal fundamento para no alterar la "normalidad democrática" del país (Alocución Pública - 27/03), argumento utilizado para criticar las medidas de cuarentena que los gobernadores comenzaban a decretar (especialmente las de Joao Doria, gobernador de Sao Paulo), pero también para promover que no se descuide el funcionamiento económico y productivo. Con frío cálculo, declaraba en la misma alocución: "¿Van a morir algunos? Van a morir, oye, lo siento. Esta es la vida, esta es la realidad. No podemos detener la fábrica de automóviles porque hay 60 mil muertes de tráfico al año, ¿verdad?".
El límite entre la vida y la muerte - construido, en ocasiones, de forma descarnada - ha sido el sitio desde el cual Bolsonaro ha configurado un estilo mesiánico para afrontar la pandemia. En nombre de los vulnerables, las apelaciones sobre misión y salvación son recurrentes en sus alocuciones. Hacia fines de marzo, Bolsonaro declaraba que "mi preocupación siempre fue salvar vidas, tanto las que perderemos por la pandemia como aquellas que serán golpeadas por el desempleo, la violencia y el hambre [...] no niego la importancia de las medidas de prevención y control de la pandemia, sino que, de la misma forma, necesitamos pensar en los más vulnerables" (Alocución Pública - 31/03). En la misma alocución, expresaba el doble problema que enfrentamos
Tenemos una misión: salvar vidas sin descuidar los empleos. Por un lado, debemos tener cautela y precaución con todos, principalmente con los más ancianos y quienes tienen enfermedades preexistentes. Por otro, tenemos que combatir el desempleo, que crece rápidamente, en especial entre los más pobres. Vamos a cumplir esa misión, al mismo tiempo que cuidaremos la salud de las personas.
Pero también este estilo mesiánico ha desnudado las debilidades propias de todo salvador, el límite entre lo que es posible y lo que no. Hacia fines de abril, al ser consultado sobre el récord de 474 muertos en un día por Covid-19, responde de forma irónica y desafiante que "así es la vida. ¿Qué quieren que haga? Soy Mesías [alude a su segundo nombre], pero no hago milagros" (Alocución Pública - 28/04). Al enfocarse en lo que es posible de realizar, constantemente dialoga con las declaraciones de Tedros Adhanom, presidente de la OMS, referidas a que cada país tiene sus particularidades y que todo individuo importa, en una clara alusión a quienes despliegan actividades económicas informales en el mundo. Al adaptar dichas orientaciones a Brasil, Bolsonaro manifiesta que su deber es afrontar "el virus y el desempleo, que deberían ser tratados simultáneamente [...] las consecuencias del tratamiento no pueden ser más dañinas que la propia enfermedad. El desempleo también eleva la pobreza, el hambre, la miseria y la propia muerte" (Cadena Nacional - 08/04).
A pesar del reconocimiento de esta simultaneidad de misiones, durante abril y mayo proliferaron las declaraciones que negaban la importancia sanitaria del problema. Muestra de ello es que destituyó a Luis Henrique Mandetta, ex Ministro de Salud, por su abierta posición hacia la instalación de cuarentenas y otras medidas sanitarias cuando la curva de contagios y mortalidad se aceleraban súbitamente. Mientras tanto, Bolsonaro impulsaba a la reapertura del comercio, considerándolo "un riesgo que yo corro. Si se agrava, eso cae en mi regazo" (Alocución Pública - 20/04) e, incluso, en tono jocoso, anunciaba que "vamos a volver a la normalidad" (Alocución Pública - 06/05), a la vez que invitaba a 700 comensales a una barbacoa, garantizando, con extraña responsabilidad, que no existían mayores riesgos sanitarios.
Sin embargo, la alegría de vivir la eucaristía se difuminaba rápidamente cuando la OMS tomaba distancia respecto de la eficacia farmacológica de la hidroxicloroquina como tratamiento válido para el Covid-19. Ante ausencia de vacuna y de fármacos científicamente comprobados, las medidas más efectivas siguen siendo confinamiento y distanciamiento físico en espacios públicos. Los expertos, anteriormente validados por Bolsonaro respecto de algunas recomendaciones realizadas para equilibrar la compleja ecuación salud /economía, son ahora ácidamente criticados por sus respuestas titubeantes y por su similitud con los partidos políticos. En tono desafiante, afirma que:
Esos especialistas no aciertan una. Hay que ser realistas. Es la realidad. No hay comprobación de nada en Brasil. La OMS volvió atrás, desaconsejó estudios [sobre hidroxicloroquina]. Entonces la OMS está titubeando, parece más un partido político. Es por eso que el presidente americano [Donald Trump] la dejó de lado, dejó de contribuir a la OMS. Brasil va a pensar en esto una vez que se acabe este problema de la pandemia. (Jair Bolsonaro - Alocución Pública - 06 de mayo de 2020)
Las protestas de finales de mayo e inicios de junio en las grandes urbes brasileñas dan cuenta que el Mesías ha comenzado su propio vía crucis. El camino es pedregoso: Brasil aumenta su curva de contagios y se posiciona, descontroladamente, en los primeros lugares globales de muertos por Covid-19. Sus propios apóstoles han tomado distancia de sus perjudiciales decisiones sanitarias (renuncia de Nelson Teich, segundo Ministro de Salud; pero también acentúan la crisis las renuncias por "incompatibilidades políticas" de Sergio Moro, ex Ministro de Justicia, y de Abraham Weintraub, ex Ministro de Educación); así como también comienza a ser blanco de críticas por parte de diversos organismos internacionales. No obstante, siempre es un buen momento para defender el mensaje, jocosamente cruel, pero insistente sobre la necesidad de atender simultáneamente a la salud (aunque, evidentemente, no) y la economía. A modo de parábola, critica a fines de mayo a una vieja conocida: "Miren hacia dónde está yendo nuestra querida Argentina [alude a crisis económica por medidas de confinamiento impulsadas por Alberto Fernández], ¿alguien quiere eso para Brasil?" Un nuevo testamento se escribe desde la férrea necesidad de salvar la economía, verdadera misión de Bolsonaro. No importan los sacrificados, ni en cuántos ni en cómo. A fin de cuentas, así es la vida.
Chile: Dos Pandemias y una tensa calma
Un singular tono conciliador ha emergido en la voz oficial de Sebastián Piñera durante la pandemia. Las respuestas represivas y antidemocráticas que emergieron desde su gobierno para afrontar el "Estallido Social" acontecido en octubre de 2019 se han entremezclado con la construcción discursiva de una tensa calma para afrontar los estragos que ha generado el coronavirus. Los llamados a la unión, responsabilidad, generosidad y colaboración, lejos de toda poesía, neutralizan las tensas relaciones que han configurado el clima político reciente en Chile.
Yo creo que nosotros estamos, como chilenos, enfrentando la tormenta perfecta, porque además de los problemas naturales de un país, de un gobierno, hemos tenido el 18 de octubre, con todo lo que ello significó [...] coronavirus, crisis económica y recesión mundial ad portas; y yo quiero pedirle a mis compatriotas que, en momentos tan difíciles como los que estamos viviendo, es tiempo de unidad, no de división; de responsabilidad, y no de improvisación; de generosidad, no de egoísmo; de colaboración y no de confrontación. (Alocución pública - 18/03)
Mientras el país se posiciona globalmente como uno de los escenarios con mayor mortalidad por millón de habitantes y la curva de contagios crece abruptamente en el trimestre marzo - junio, Piñera manifiesta tener todo bajo control, desplegando una suerte de baile sin paraguas bajo la tormenta desatada a nivel económico, político, social y sanitario. A comienzos de marzo anunciaba un "mensaje de tranquilidad a todos mis compatriotas. Hemos tomado, desde el mismo momento en que conocimos la aparición de este nuevo virus, el coronavirus, todas las medidas que ha recomendado la OMS y también todas las medidas para proteger la salud de todos nuestros compatriotas" (Alocución Pública - 03/03). Esta misma tranquilidad conectaba con una absoluta confianza respecto de la preparación que su gobierno había puesto en marcha, declarando incluso que "Chile está mucho mejor preparado que Italia" (Alocución Pública - 18/03), con lo cual vaticinaría que, en ningún caso, Chile alcanzaría ni la curva de contagios ni mucho menos la tasa de mortalidad de dicho país.
En este escenario, el gobierno chileno comenzaba a tomar las primeras medidas para afrontar la pandemia: teleeducación, teletrabajo, fortalecimiento de la infraestructura hospitalaria, prohibición de eventos masivos, control de fronteras, abastecimiento y sanitización de transportes, con especial énfasis en Santiago, zona cero de la pandemia. La puesta en marcha de este plan "ha contado con la valiosa colaboración de un distinguido grupo de expertos" (Alocución Pública - 13/03), quienes, aparentemente, tomaban distancia de la medida popularmente solicitada: cuarentena obligatoria para la Región Metropolitana. La cientificidad y experticia que rigió la construcción de este plan, contrasta con lo socialmente demandado en un contexto en que "las decisiones correctas no siempre son populares", aunque el ritmo creciente de la curva de contagios obligó a decretar a mediados de marzo Estado de Catástrofe.
Hacia fines de marzo, cuando todavía era improbable que Chile se asimilara en lo más mínimo a las naciones más afectadas del mundo, el ex ministro de salud Jaime Mañalich planteaba surrealistamente que la ciudadanía debía estar en calma y que no era necesario una cuarentena porque "¿qué pasa si el virus muta y se pone buena persona?" (Alocución Pública - 21/03). De la misma forma, Piñera planteaba que si bien
Protegeremos siempre la salud y la vida de todos los chilenos, pero muy especialmente la de los más vulnerables [...] también debemos asegurar que las familias chilenas cuenten con el abastecimiento de bienes y servicios esenciales [...] y también tenemos que trabajar para proteger los empleos, para proteger las PYMES, para mantener el funcionamiento de nuestra economía y, muy especialmente, cuando la economía mundial enfrenta grandes nubarrones y muchos riesgos de una profunda recesión. (Sebastián Piñera - Cadena Nacional - 22 de marzo de 2020)
La llegada de abril ponía al descubierto que "nuestras vidas no volverán a la antigua normalidad por mucho tiempo. Tendremos que aprender a vivir en una nueva normalidad, en que el coronavirus estará entre nosotros por un largo período de tiempo" (Cadena Nacional - 19/04). Pero la incipiente crisis sanitaria admitía también margen para reconocer que "el coronavirus no es la única amenaza que tenemos que enfrentar en estos días. Sabemos que el FMI, la OCDE y casi todos los analistas del mundo y de Chile están anticipando que este año la economía tendrá su peor recesión desde la gran crisis del año 1929". Una doble tensión comenzaba a emerger en la voz oficial, aun cuando rápidamente reaparecía el llamado a la calma: "no existe ninguna contradicción, sino que hay una complementariedad entre proteger la salud y proteger los trabajos y los ingresos. En el fondo, son dos caras de la misma medalla".
Adicionalmente, Piñera anunciaba el desarrollo del Plan Retorno Seguro, el cual, a pesar del incremento de la curva de contagios y de la espera por los peaks para fines de mayo, invitaba a "no caer en triunfalismos ni en falsas confianzas" (Alocución Pública - 24/04). Este plan contemplaba un set de medidas de apoyo y reactivación económica para las clases populares (seguros de cesantía y créditos para PYMES, fundamentalmente), pero también medidas de apoyo psicosocial para los grupos más vulnerables (tercera edad y enfermos crónicos). Discursivamente, este plan promovía el tránsito "hacia una normalidad distinta a la que conocíamos" y que es la estrategia que permitirá "enfrentar con eficacia ambas crisis, ambas amenazas y proteger así, de la mejor manera posible, la vida y también la calidad de vida de las familias chilenas".
El 17 de mayo, cuando Chile por vez primera registraba más de dos mil contagiados en un día, se decreta cuarentena total para casi ocho millones de personas residentes en Santiago. También este día marca un hito discursivo, pues emerge por primera vez la noción de "doble pandemia", dado que, además de la pandemia sanitaria, "el desempleo, la pobreza, el hambre y la desesperación también significan pérdidas de vida, sufrimiento y deterioro en la calidad de vida de las familias chilenas [...] también nos hemos estado preparando temprano para enfrentar la pandemia social de la recesión mundial" (Cadena Nacional - 17/05). Nuevamente, la tranquilidad ante la crisis sanitaria solo se ve alterada por las preocupaciones derivadas de no alterar sustantivamente el funcionamiento económico y de evitar, utópicamente, una recesión global. De hecho, emerge una tonalidad resignada ante la decisión de instalar cuarentena total:
Sabemos que las cuarentenas son dolorosas. Conocemos las dificultades y carencias que significa vivirlas, y cómo la cuarentena afecta la relación con nuestras familias y seres queridos, nuestros trabajos, nuestros ingresos, nuestra forma de abastecernos de bienes y servicios [...] Les pido encarecidamente a todos mis compatriotas cumplir fielmente las instrucciones y protocolos de la autoridad sanitaria y actuar con responsabilidad para cuidar su propia salud, y con solidaridad para cuidar la salud de los demás [...] Mientras mayor sea el grado de cumplimiento de estas reglas, menor será la extensión de las cuarentenas. (Sebastián Piñera - Cadena Nacional - 22 de marzo de 2020)
Desde un punto de vista sanitario, para un país que sobrepasa los 200 mil contagios y las 7 mil muertes, la cuarentena está lejos de ser un asunto doloroso: es una medida obligatoria que preserva la vida de la población. Del mismo modo, no es relevante cuánto se extienda ella en este momento: importa necesaria y únicamente detener el aumento de la curva de contagios y la tasa de mortalidad. El efecto que promueve discursivamente la noción de doble pandemia es que se debiese priorizar ambas situaciones conflictivas simultáneamente. Sin embargo, el Covid-19 se despliega cruelmente sobre los chilenos más vulnerables, no distinguiendo efectos económicos de ningún orden. En este escenario de descontrol sanitario y de aumento en la mortalidad, nuevamente la tensa calma reina en la voz oficial a mediados de junio, cuando el país suma 6000 contagios nuevos cada día, y aboga por características idiosincráticas de los chilenos que parecen estar por sobre medidas sanitarias rigurosas que, al menos parcialmente, olviden el falso dilema entre salud y economía:
Chile y los chilenos nos hemos forjado en la adversidad. Somos hijos del rigor. En nuestra historia hemos recibido muchos golpes y enfrentado grandes desafíos, pero siempre, siempre, hemos sabido ponernos de pie, retomar el camino y volver a caminar. Nadie sabe con certeza cuánto será la intensidad o la duración de estas pandemias, pero todos sabemos que el mejor camino para enfrentarlas es con unidad, con colaboración, con generosidad, con grandeza. (Sebastián Piñera - Cadena Nacional - 14 de junio de 2020)
Ecuador: tensión, guerra y seudonormalidad
Tras las revueltas sociales de octubre de 2019 ante las medidas económicas impulsadas por el gobierno de Lenin Moreno, Ecuador ha vivido meses de tensa calma entre los sectores populares y la agenda pro-Fondo Monetario Internacional que pretende instalarse en el país. En dicho marco, la emergencia sanitaria suscitada por los primeros casos de Covid-19 deriva en el decreto de estado de excepción en marzo reciente. Con tonalidad bélica, el presidente Moreno afirmaba que "la vida de todos ustedes será siempre mi prioridad. Por eso hoy la salud es lo más importante. Estamos enfrentando una guerra, y en esta guerra haré todo lo posible, y hasta lo imposible, para cuidar a mis hermanos" (Cadena Nacional - 16/03).
La guerra tuvo a Guayaquil como foco principal de combate: 1400 fallecidos para fines de abril, un aumento considerable de contagiados, y un grave colapso de hospitales, morgues y cementerios. Esto motivó a que el gobierno ecuatoriano desplegara esfuerzos para cotejar, simultáneamente, ritmos de contagio, capacidad de infraestructura sanitaria y registro de movilidad humana en tiempo real. Esto transformó al Palacio de Carondelet en la principal tienda de campaña del país, en el "centro de operaciones en el cual recibo toda la información nacional acerca de la emergencia, y (donde) también tomo las decisiones pertinentes [...] decisiones más importantes para combatir el coronavirus" (Cadena Nacional - 26/04).
Tras cuarenta días de estado de excepción, la táctica cambió. La guerra continuaba, pero se promovía un cambio en la actitud combativa. Si a comienzos de la pandemia el foco principal era preservar la vida de los ecuatorianos, mayo representaría la oportunidad para preservar la salud del sistema económico. La nueva normalidad se construía desde otra tonalidad bélica
El 4 de mayo iniciaremos una nueva fase en el combate a la pandemia del Covid-19. Que quede muy claro, esto no significa que la emergencia sanitaria haya terminado. Por favor, de ninguna manera. Vamos todos a enfrentar la emergencia social y económica bajo los más estrictos controles y normas sanitarias. Iniciaremos una cuidadosa y progresiva apertura de algunos sectores productivos, pero con rigurosos protocolos sanitarios [...] Por eso tengo que prevenirles, cualquier alerta, cualquier mínimo rebrote del virus, ante indicadores que evidencien inobservancia de las restricciones, nos obligará a aplicar de nuevo las medidas iniciales de aislamiento. (Cadena Nacional - 26/04)
En una suerte de guerra de trincheras, el gobierno ecuatoriano anunciaba el fino límite entre el aislamiento y el nuevo sistema de distanciamiento que los distintos cantones del país debían implementar. Cualquier paso en falso de los ciudadanos en estas trincheras implicaría el regreso a las condiciones de confinamiento total. Desde mayo, todo movimiento debe desplegarse desde los principios de responsabilidad e información promovidos por los organismos oficiales, además de una estrategia más amplia: la semaforización de la vida social. De igual modo, el presidente indicaría que los cantones se regirán por los colores del semáforo, para lo cual debían contemplarse criterios como curva de contagio cantonal, capacidad para realizar test, capacidad de infraestructura sanitaria, disminución de emergencias hospitalarias, y colaboración ciudadana.
La semaforización implica, como principio básico, el respeto de un set de normas obligatorias nacionales, dentro de las que destaca: uso de mascarillas, restricción de movilidad, teletrabajo, teleeducación, cierre de fronteras y aislamiento obligatorio para personas vulnerables (tercera edad y enfermos crónicos). Luego, los escenarios varían en función del grado permisibilidad para la realización de actividades comerciales, organización de la jornada laboral en sectores especiales (rubro industrial y agricultor) y no especiales, circulación de vehículos particulares y de transporte público y toque de queda dispuesto para cada cantón (para una revisión detallada ver Ministerio de Salud de Ecuador, 2020). Pero, también, esta semaforización implica el paso hacia el reconocimiento y abordaje de otras prioridades: la emergencia humanitaria y la reactivación económica.
Hemos atendido la emergencia sanitaria, y claro, lo seguiremos haciendo, pero ahora con mucha más fuerza atenderemos la emergencia humanitaria [...] Ahora creamos la canasta solidaria para más de 8 millones de ecuatorianos. Vamos a entregar estas canastas de alimentos en todas las escuelas públicas, puerta a puerta en la casa de los viejecitos y de los más desvalidos, de las personas con discapacidad, de todos quienes tienen enfermedades catastróficas y de nuestros niños más vulnerables [...] 140 mil abuelitos tendrán el pan en su mesa y seguiremos en los barrios periféricos con la campaña Dar la mano sin dar la mano. (Cadena Nacional - 30/04)
Los heridos de guerra no son solamente los contagiados por Covid-19 ni los decesos ni las familias de los difuntos, sino también los damnificados desde un punto de vista humanitario quienes, prontamente, serán reducidos a la esfera de la productividad económica. Una tensa calma reinará hasta mediados de mayo con la promulgación de la Ley de Apoyo Humanitario, la cual tendrá fuertes implicancias económicas, políticas, fiscales y laborales. Mientras tanto, los sectores vulnerados resisten con las exiguas medidas de apoyo económico entregadas por el gobierno. En la misma línea, el 19 de mayo, el presidente anuncia, con tonalidad catastrófica, la necesidad de enfrentar al derrumbe de la economía ecuatoriana:
Compatriotas, todos los pueblos del mundo estamos pasando duros, muy duros momentos. Todos, todos luchamos para frenar los contagios y disminuir las muertes causadas por el coronavirus. Y, al mismo tiempo, debemos tomar medidas para evitar el derrumbe de la economía nacional. 150 mil ecuatorianos, óiganme bien, 150 mil han perdido su trabajo, porque las empresas cerraron sus puertas, a pesar de los esfuerzos para mantenerse a flote. El país jamás ha enfrentado una situación tan grave [...] Sumados a todas las guerras y desastres naturales que ha sufrido el país a lo largo de toda la historia, nunca llegaríamos a las pérdidas humanas y económicas que hoy vivimos. En total, son 12 mil millones de dólares, cerca del 50% de ingresos como país. Es como si una familia perdiera la mitad de lo que necesita para vivir. (Cadena Nacional - 19/05)
La circunstancia catastrófica es también una oportunidad para equilibrar una compleja situación económica, que requiere de esfuerzos de parte de distintos sectores. Concretamente, esto implica un recorte del gasto público en cuatro mil millones de dólares, reducción de la jornada de trabajo de ejecutivos y docentes (con leves reducciones salariales), reducción de carteras ministeriales, eliminación de siete empresas públicas, reducción de gastos de empresas públicas, y cierre de algunas embajadas y consulados. En otras palabras, la pandemia ha representado una oportunidad política para la reconfiguración del poder de clase aparentemente perdido por las negociaciones fallidas del gobierno con los movimientos sociales en octubre de 2019, particularmente con la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), así como también una oportunidad para reactivar la agenda de participación económica-política de los organismos multilaterales en Ecuador vía reordenamiento de la deuda, lo cual significó un aporte de 1400 millones de dólares, reconocidos como "recursos que se destinan a seguir salvando vidas, a proteger a los más vulnerables, y a reactivar la economía" (Cadena Nacional - 19/05).
El triple objetivo declarado en esta cadena nacional de preservar la vida, sostener los empleos e impulsar la productividad se confronta con la reactivación de nuevas tensiones sociales, provenientes de universidades públicas y estudiantes universitarios, quienes visualizan que estas medidas se toman a espaldas del pueblo. En cadena nacional del 29 de mayo, el presidente busca aplacar esta tensión definiendo nuevas normas para su nueva normalidad:
Conciudadanos, luego de 77 días de confinamiento, junio viene con nuevas reglas. Reglas para la reactivación económica, pero sin descuidar la salud [...] Fuimos pioneros en el ejemplo de precaución en el continente. Ahora vamos a ser el ejemplo de reactivación responsable y segura. Dentro de poco, varios municipios entrarán a semáforo amarillo. A los que están en capacidad de hacerlo con orden, con disciplina, garantizando la seguridad de la gente, les insisto: ¡háganlo! ¡háganlo ya!, porque mientras más pronto cambiemos de color el semáforo, tendremos más ingresos para todos. Vamos, vamos a ir a la nueva normalidad. (Cadena Nacional - 29/05)
La apelación a la semaforización como modo de calibrar y controlar la vida social y la reactivación productiva se convierte en el elemento que articula novedosamente el sentido de los discursos oficiales. De hecho, la propia vulnerabilidad del presidente es utilizada como una invitación tanto a quebrar el miedo como para reactivar urgentemente la economía. Adicionalmente, indica:
Compatriotas, sé que muchos todavía tienen miedo. ¡Claro que tenemos miedo! Miedo a contagiarnos, miedo a perder el empleo, miedo a un futuro incierto. Pero vamos a convertir ese miedo en prudencia. Vamos a transformar el miedo, vamos a transformarlo en valentía, retomando las actividades. Yo mismo lo haré una vez más en mi vida, la próxima semana estaré en Guayaquil, a pesar de mi condición de vulnerabilidad. (Cadena Nacional - 29/05)
En este punto de la guerra, nada es impedimento ni excusa para afrontar el desafío mayor: la reactivación económica con responsabilidad. En la primera semana de junio, el presidente visita el cantón de Daule, y que ha sido el primero en pasar a semáforo en verde. En una alocución pública donde felicita al alcalde de dicho cantón, se apela nuevamente por la necesidad de volver a la normalidad, o bien, a una seudonormalidad:
Si se cumplen las normas, las personas vulnerables no se verán afectadas [...] Volvamos a la normalidad. Una seudonormalidad. Este gobierno sabe, señor alcalde, que es una seudonormalidad...una normalidad con limitaciones. ¿Por qué? Porque sabemos, perfectamente, que un rebrote podría ser fatal si las personas no cumplen con las disposiciones. (Alocución Pública - 02/06)
La apelación al cumplimiento de la norma multicolor se convierte en un elemento recurrente en las últimas alocuciones públicas del presidente. Tras las visitas realizadas a las provincias de Guayas y Santa Elena, se insiste en que "sin perder de vista la necesidad de seguir las normas, por favor, volvamos a la normalidad. Es una normalidad, digamos, con limitaciones" (Alocución Pública - 07/06). La insistencia por retomar la normalidad en Ecuador se enfrenta actualmente a una nueva amenaza: el rápido aumento de la curva de contagios en Quito, reciente foco infeccioso en el país. Mientras tanto, el incumplimiento de las normas de bioseguridad parece ser una herejía de miles de ciudadanos, quienes buscan conseguir el sustento diario en un país negocia, a espaldas de la ciudadanía, las nuevas condiciones para la restitución del poder de clase y para el aumento de la curva de acumulación en contextos de crisis multisistémica del capital.
Discusión y conclusión
El dispositivo de la nueva normalidad despliega un doble efecto en los discursos promovidos por los gobernantes de Brasil, Chile y Ecuador: mientras que (a) ha logrado instalar y traducir viejos discursos y prácticas de gobierno acordes al actual estado de excepcionalidad pandémica, también ha permitido, (b) dar continuidad a los procesos de vulnerabilización y colonización que son inmanentes a la historia latinoamericana. No obstante, la principal singularidad semiótica de este dispositivo es que, en línea con el orden discursivo hegemónico del neoliberalismo regional, opera no sólo como un ejercicio de poder negativo que prohíbe, sanciona y castiga la infamia poblacional ante los riesgos sanitarios/económicos; sino que también produce, legitima y conflictúa activamente estos riesgos (y sus saberes constitutivos), instalando un falso dilema entre la necesidad de un Leviatán sanitario afirmativo de la nuda vida o el Leviatán necroliberal afirmativo de la bioeconomía.
En la misma línea, otra singularidad semiótica de la nueva normalidad promovida en estos escenarios, es la fuerte impronta economicista, articulada desde el discurso explícito de reactivación de circulación de capital, que se utiliza para administrar las "oportunidades" que ofrece la crisis pandémica en una doble dirección: primero, como estrategia para retomar el orden civilizatorio capitalista bajo el gatopardismo de las nuevas tecnologías y las bondades que proporciona la cuarta transformación industrial-digital; y, segundo, como bosquejo de horizontes de postdesarrollo, decrecimiento y/o lenguajes de valoración bajo el Buen Vivir como forma de frenar la locomotora civilizatoria depredadora del Capitaloceno (Kothari, Salleh, Escobar, Demaria & Acosta, 2019; De Sousa Santos, 2020; Moore, 2016).
Desde una perspectiva regional, sostenemos que la crisis pandémica global ha ofrecido a estas represivas democracias una interesante oportunidad para aplacar sus tensiones sociopolíticas, lo cual ha permitido rearticular las relaciones entre capital, trabajo y biodiversidad, así como también promover novedosas formas de control de la población con un fuerte sentido tanatológico (semaforizaciones en Ecuador, cuarentenas parciales en Chile y la bufóncracia de Brasil). El poder de la muerte que opera en cada uno de estos países, en el sentido propuesto por Mbembe (2011), tiene la particularidad de que deja vivir y hace morir a partir de la promulgación y aplicación de medidas anticientíficas, antidemocráticas y antisanitarias como formas de conducir a la población para evitar la catástrofe económica, mientras la crisis sanitaria se acentúa dramáticamente.
De lo anterior proyectamos que será un hecho recurrente en las nuevas normalidades bosquejadas por los gobernantes el presenciar, obligatoriamente, los fríos y crueles paisajes de la muerte como principal vía para salvaguardar el funcionamiento económico y productivo de nuestras sociedades. Nos preguntamos, en un sentido amplio, si esto constituye una política de revanchas - configuradas por omisiones relevantes, ocultamiento de datos epidemiológicos y burlescas declaraciones ante la prensa- contra los estallidos sociales articulados por diversos actores para manifestar descontento ante la indignidad propia de nuestras democracias. Del mismo modo, nos cuestionamos si la resignación ante el contagio y la muerte es el único camino posible para que podamos hacer frente a la cruel pedagogía del Covid-19 (Sousa Santos, 2020), y si la excepcionalidad pandémica es un escenario de todo-vale, donde deberemos aceptar cualquier medida que, bajo la fachada del bienestar, priorice la visión mercantil de mundo que defienden estos proyectos políticos (Esposito, 2020).
Finalmente, es relevante, desde un punto de vista discursivo, la forma en que se devela la infamia de quienes quiebran las débiles medidas sanitarias de confinamiento. Hemos asistido en esta primera parte de 2020 a diversas formas de moralizar/disciplinar/castigar a quienes, por necesidad fundamentalmente, deben recorrer las calles de nuestras ciudades en búsqueda del sustento diario (p. e., el slogan #QuédateEnCasa). En Latinoamérica, la sacralidad del encierro se configura como la principal tribuna para castigar la profanidad de quienes deben cotidianamente esquivar la pandemia como forma de aferrarse a la vida. Mientras tanto, las incipientes expertocracias latinoamericanas nos dicen qué hacer y qué no, cómo hacer y cómo no, cuándo hacer y cuándo no, todo en estricto apego a lo que funciona, todo en directo beneficio de la inmunización de la economía. Con preocupante premura, tras once meses de crisis pandémica, los gobernantes han priorizado la productividad por sobre el bienestar y la salud de nuestras poblaciones. Este mismo poder de la muerte, presentado en forma de falso dilema, ha convertido hoy a Latinoamérica en el nuevo epicentro de la pandemia Covid-19.
Referencias
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Recebido em: 20/07/2020
Aprovado em: 30/11/2020
1 Es una subfamilia de virus ARN monocatenario positivos perteneciente a la familia Coronaviridae, registrando hasta la fecha 39 especies de coronavirus.
2 Infección producida a través de un salto de hospedador del patógeno desde otra especie animal, en este caso los murciélagos y/o pangolines hacia la humana
3 Término acuñado por Merrill Singer que alude a la interacción entre agentes causales, procesos sociales, estados patológicos, que llevan a una patoplastía compleja no sólo en la enfermedad sino en sus consecuencias sociales.