Psicologia para América Latina
ISSN 1870-350X
SIMBOLIZACIÓN DEL ESPACIO Y LA CIUDAD
Memorias ambientales en un grupo de jóvenes universitarios
Fabiola Vivas G.
Universidad Nacional Experimental del Táchira - Venezuela
RESUMEN
Las memorias ambientales (Cooper 1992) de 50 jóvenes universitarios se examinaron cualitativamente, para comprender el significado que tiene el espacio público en este grupo. Los resultados se interpretaron desde una perspectiva socio-cultural de la noción de lugar y los conceptos de identidad social urbana y espacios simbólicos urbanos (Valera 1996,1999; Pol 1999). Más que espacios, los sujetos evocaron como escenarios de su vida social infantil y juvenil lugares, refiriéndose principalmente a espacios públicos tradicionales, y algunos contemporáneos y naturales. Sobresalen entre los primeros, espacios simbólicos urbanos. Estos lugares estuvieron impregnados principalmente de significados funcionales, y algunos motivacionales y evaluativos. La interacción directa con el lugar facilitó la formación de un vínculo de afecto con dichos escenarios para dar lugar al fenómeno de apego. Vestigios de una vida social desarrollada en espacios públicos naturales, o tradicionales, dentro de un dominio público sociocultural, favorecieron la construcción de una vida social aparentemente saludable.
Palabras claves: Significado Ambiental y Simbolismo, Espacio Público, Memorias Ambientales.
ABSTRACT
"Environmental memories" (Cooper 1992) of 50 university students were examined, using the qualitative perspective, to understand the meaning of public space in this group. Notion of place, in a socio-cultural perspective, concepts of urban social identity and urban symbolic spaces (Valera, 1996, 1999; Pol, 1999) were used to interpret results. More than mere "spaces", subjects evoked settings of their childhood and youth social life as "places". These places corresponded mainly to traditional, and some contemporary and natural public spaces. They highlighted in the first group, urban symbolic spaces. These places were saturated of functional, motivational and evaluative meanings mainly. The direct interaction with the place facilitated the configuration of affection bonds with these settings to give rise to the attachment phenomenon. Vestiges of a social life developed in natural, or traditional public spaces, within a sociocultural public realm favored the construction of an apparently healthful social life.
Keywords: Environmental Meaning and Symbolism, Public Space, Environmental Memories.
INTRODUCCIÓN
Las evocaciones históricas sobre la ciudad de San Cristóbal, constituyen uno de los ámbitos de indagación medular de un proyecto mayor de investigación. En este artículo se ofrecen los resultados de parte de dichas evocaciones, específicamente las correspondientes a la categoría "lugares", obtenidas a partir de las narraciones elaboradas por un grupo de jóvenes universitarios, estudiantes del último año de la Carrera de Arquitectura1. Se analizan sus experiencias con el objetivo de comprender, a partir del análisis de la imaginabilidad de estas biografías ambientales, el significado que tiene el espacio público para esta categoría social. Ello implicó: a) identificar los lugares utilizados durante su niñez y adolescencia, b) caracterizar las diferentes tipologías emergentes del espacio público utilizado, y c) explorar el significado que tienen dichos escenarios para el grupo.
El significado y simbolismo de experiencias vividas en el ambiente urbano ha sido un campo de investigación que se ha venido desarrollando desde comienzos de los años 60s, como un campo interdisciplinario y hoy en día existe un relevante cuerpo de conocimientos sobre ello (Carmona, 2006:87).
El tema específico del significado simbólico del espacio urbano ha sido poco tratado en las principales obras de referencia de la Psicología ambiental; sin embargo, ha sido abordado en otras disciplinas, que tienen como objeto de estudio el fenómeno urbano (Valera 2004). Valera ubicó trabajos sobre el tema en disciplinas tales como: la psicología social, la sociología urbana, la antropología urbana, la ecología urbana, la geografía urbana, la arquitectura y urbanismo y la propia psicología ambiental. Para este trabajo se han seleccionado sólo los principales representantes en algunas de estas disciplinas.
MÉTODO
Por la naturaleza del objeto de estudio se consideró que el tipo de abordaje más conveniente era un enfoque cualitativo, y como apoyo se escogió la Teoría Fundamentada (Grounded Theory). Esta teoría se deriva de datos recopilados de manera sistemática los cuales son analizados por medio de un proceso de investigación (Strauss y Corbin 2002).
Se analizaron 50 biografías ambientales2, muestra "intencional" seleccionada entre un grupo de estudiantes del último año de la carrera de arquitectura de la Universidad del Táchira, con edad promedio de 24 años, quienes tomaron el curso Espacio Público, durante el lapso 2000- 2005. Este material surgió de un ejercicio realizado para explorar el significado del espacio público. El criterio de selección de los sujetos incluyó principalmente: lugar de nacimiento, y tiempo de residencia en San Cristóbal.
El procesamiento de los datos partió de un ordenamiento conceptual, es decir, una organización de los datos en categorías de acuerdo a sus propiedades y dimensiones, para luego intentar relacionar las categorías y aproximarse a la construcción de una teoría.
MARCO TEÓRICO-REFERENCIAL
1. Percepción ambiental
La percepción ambiental está asociada con un proceso de doble vía donde las personas afectan al ambiente y viceversa. Este proceso implica recoger, organizar y darle sentido a la información que captamos del ambiente. La percepción es algo más que sólo ver o sentir el ambiente urbano. Tiene que ver con un proceso más complejo de comprensión del estímulo. Ittelson (1973) identifica cuatro dimensiones en la percepción, las cuales operan simultáneamente: la dimensión cognitiva, la cual implica pensar, organizar y mantener la información. La dimensión afectiva involucra los sentimientos de las personas, los cuales influencian la percepción que cada quien se haga sobre el ambiente, al igual que la percepción del ambiente influencia los sentimientos. La dimensión interpretativa que acompaña significados o asociaciones derivadas del ambiente. En la interpretación de la información, las personas se apoyan en la memoria para hacer comparaciones con nuevos estímulos. Y la dimensión evaluativa, es la dimensión que incorpora valores y preferencias y la determinación de si algo es "bueno" o "malo".
El "ambiente" puede ser considerado como un constructo mental, una imagen ambiental, creada y valorada de manera diferente por cada sujeto. Las imágenes son el resultado de un proceso a través del cual las experiencias personales y valores filtran el torrente de estímulos ambientales.
Más que un proceso simplemente biológico, la percepción es también algo social y culturalmente aprendido. Mientras que las sensaciones pueden ser similares para todo el mundo, la forma cómo la gente filtra, reacciona, organiza y valora esas sensaciones difiere. Las diferencias en las percepciones ambientales dependen de muchos factores tales como: la edad, el género, la raza, el estilo de vida, el tiempo de residencia en un lugar, y el ambiente físico, social y cultural en el que creció la persona.
Kevin Lynch, en su libro Imagen de la ciudad (1960: 9), considerado clave en el campo de la imaginería urbana, definió la "imaginabilidad" como "la cualidad de un objeto físico que le da a éste una alta probabilidad de evocar una fuerte imagen en el observador". Este autor llegó a identificar tres atributos que debía contener la imagen ambiental para que ésta funcionara: identidad, estructura y significado. Lynch separó el significado de la forma, explorando la imaginabilidad en términos de cualidades físicas relacionadas con la identidad y la estructura. Esta ausencia de la dimensión afectiva en su metodología ha sido una de las principales críticas que se le hace a su trabajo.
Otros autores que hicieron fuertes críticas a las investigaciones de Lynch fueron Knox y Pinch, (2000: 302) Ellos concluyeron que los significados sociales y afectivos asociados, o evocados por los elementos del ambiente urbano, eran al menos tan importantes y frecuentemente más, que los aspectos físicos y estructurales de la imaginería de la gente.
2. La noción de lugar
La noción de "lugar" recibe diferentes interpretaciones en las disciplinas que se han ocupado de él en el transcurso de la historia. Es difícil delimitar a qué ciencia pertenece o ha pertenecido la lógica del lugar.
Uno de los primeros campos en prestarle atención a la noción de lugar fue la arquitectura, dado que los arquitectos usualmente diseñan lugares específicos y están interesados en el "lugar" prefigurado. Vitruvio3, al escribir sobre lo que debe ser la arquitectura, dedica uno de sus capítulos al tema: "De la elección de los lugares sanos". En él, esa noción de lugar, se remite originalmente a su ineludible condición de ser habitable, "por sus habitantes". O sea que, la noción de lugar, contiene y expresa a aquellas cualidades que lo hacen ser "permanentemente usable y ocupable", por sus usuarios ocupantes.
Más recientemente se encuentran los trabajos de Muntañola (2001), quien en su texto "La Arquitectura como lugar", sugiere que el lugar "es algo que acompaña al hombre"; y, remitiéndose a Hegel recuerda que el lugar "es siempre un lugar de algo o de alguien", es decir que, en esta noción, el ser del lugar no sólo se ha de dar en el "lugar en sí", sino en la relación de qué o quien lo habita; además de que, sugiere que la previsión, producción o construcción del lugar, desde el lugar mismo es privativa del hombre, tanto como que su lengua y su cultura son supeditadas de su "ser en el mundo".
Muntañola (2001: 26), fundamentado en Hegel y Einstein, para conceptualizar el lugar hace pensar en la permanente unión de espacio y tiempo, en el sentido de la perceptibilidad humana. Hace reflexionar en la "pura exterioridad" del espacio objetivo y subjetivo y en el ser del tiempo como la "negatividad del espacio" y en la cual se construye para estos autores "el lugar es tiempo en espacio". Es tiempo emplazado, depositado, situado, delimitado, lugarizado, espaciado, etc. El lugar es una unión del espacio y el tiempo, en la que el espacio se concreta en un ahora al mismo tiempo que el tiempo se concreta en un aquí.
2.1 La noción de lugar desde la perspectiva conductual-cognitiva. Una de las teorías más conocidas dentro de ésta perspectiva es la de Canter (1983), quien define el lugar como una "unidad de experiencia ambiental", el cual no puede ser especificado independientemente de las personas que lo están experienciando. Para este autor los principales componentes que conforman el constructo de lugar son tres: a) las actividades, entendidas como aquellas que ocurren en una ubicación y las razones de ello, b) las conceptualizaciones evaluativas, es decir, las representaciones que justifican la ocurrencia de esas actividades y c) las propiedades físicas del lugar, como son evaluadas o mejor representadas en relación con dichas actividades. Este modelo subestima el componente emocional de la experiencia de lugar pues enfatiza el uso y el conocimiento ambiental como producto de las interacciones entre los individuos que son simultáneamente parte de y constituyen a dicho ambiente (Wiesenfeld, 2000: 27).
Otros trabajos que se ubican dentro de esta perspectiva conductual-cognitiva son los de Niit (1988), y Purcell y Nassar (1992). El primero, formula una propuesta semejante a la de Canter, pero incluye el componente emocional. Los segundos afirman que, la exposición recurrente a las regularidades en el ambiente influye en el desarrollo de estructuras internas de conocimiento y a la inversa, las discrepancias respecto a las estructuras del conocimiento ambiental están influidas por las apreciaciones emocionales.
2.2 La noción de lugar desde la perspectiva fenomenológica. Algunos autores que escribieron sobre la experiencia del ambiente físico, del espacio y sus lugares, desde la perspectiva fenomenológica fueron Merleau-Ponty, Bachelard, Heidegger, y Norberg-Schülz, (Bonnes y Secchiaroli 1995). Para la fenomenología o "proceso de dejar que las cosas se manifiesten" la persona y el ambiente conforman una unidad en la que el ambiente es concebido como espacio experiencial (Sime 1986), como parte de la experiencia subjetiva de la persona (Lalli 1992) o como espacio existencial, (Norberg-Schülz 1980), implicando esto que la aprehensión del mundo por parte de la persona se arraiga en su espacialidad (Korosec-Serfaty 1985).
En síntesis, desde ésta perspectiva, los lugares:
(...) no constituyen un a priori que se puede evaluar con un conjunto de variables previamente determinadas y en los que residen los significados, sino que son producto de las actividades, experiencias que ellos tienen cabida y son investidos de significados los cuales cambian en el tiempo y con las circunstancias, incluyendo desde los eventos ambientales ajenos al control personal (desastres naturales), hasta los procesos de interacción social referidos a la reflexión crítica sobre la acción colectiva con relación a dichos lugares (Wiesenfeld 2000: 26).
La mayoría de los autores, que se inscriben dentro la corriente fenomenológica, coinciden, en términos generales, en los elementos que conforman los lugares. Ellos son: las personas en tanto cuerpo físico y foco de la experiencia, los entornos como dimensiones objetivas que adquieren sentido en la subjetividad, y los significados como elaboraciones construidas en la experiencia con el entorno.
También se encuentran trabajos, ubicados dentro de la Psicología Ambiental, que intentan identificar elementos comunes entre la investigación fenomenológica y la empírica (Sixsmith y Sixsmith 1987).
En síntesis, tal y como se evidencia en la literatura, hay diversas maneras de conceptualizar y aproximarse al estudio del ambiente y/o lugar, la persona y la relación entre ambos y dicha diversidad tiene que ver con los diferentes fundamentos teóricos en los que se sustentan los respectivos abordajes. Wiesenfeld (2000) señala que estas posturas corresponden a su vez a enfoques teóricos empleados en la psicología ambiental: la positivista (Proshansky, Ittelson y Rivlin 1978) y la transaccional (Altman y Rogoff 1987: Stokols 1994; Wapner 1995) o socio cultural (Saegert y Winkel 1990), donde lo que se plantea de fondo es la distinción entre la naturaleza ontológica del ambiente (entre objetivo versus sujetivo), y de las dimensiones de la persona que interesa conocer (conductas y cogniciones en contraposición a significados de experiencias), la relación epistemológica entre ambos (dualista o transaccional) y la forma de aproximarse a dicha relación (empleo de métodos cuantitativos versus cualitativos).
Como el foco de este trabajo es el significado del espacio público, se profundizará sólo en este término al interior de las dos posturas antes señaladas. En la postura positivista, el significado que se le confiere al lugar puede ser de naturaleza conductual o ideo-cognitiva; o experiencial-afectiva en la postura transaccional o sociocultural. El significado conductual y cognitivo está vinculado al uso y a las evaluaciones del lugar y se infiere a partir de las conductas manifiestas en el mismo, o a través del empleo de instrumentos de medición que permiten identificar la existencia de categorías compartidas por las personas o constructos colectivos, pero sin poderse determinar si las mismas obedecen o no a experiencias igualmente compartidas. El significado experiencial por su parte, remite a la interpretación de experiencias que se consideran únicas, sin negar la posibilidad de su validación intersubjetiva; los significados sobre la experiencia se construyen por las personas en su interacción y cambian en función de las condiciones históricas del contexto donde ocurren (Wiesenfeld, 2000: 29).
3. Significado Ambiental y Simbolismo
Existe un debate acerca del grado en que los significados del ambiente y el paisaje residen en el objeto o en la mente de los que tienen la imagen. Ello ha dado lugar a dos perspectivas para tratar el simbolismo espacial (Carmona 2006; Pol 1999; Valera 1996). Una, considera el aspecto simbólico como una característica inherente al espacio. Esta característica simbólica puede tener implicaciones a nivel individual o a nivel social. La segunda, considera a los aspectos simbólicos como elementos definidores de determinados espacios los cuales, por el hecho de estar cargados con ciertos significados socialmente compartidos, pueden ser considerados cualitativamente diferentes a otros que no reúnen estas características peculiares. Estas dos perspectivas, sin embargo, no han de ser consideradas excluyentes. Al contrario, pueden ser integradas y complementadas mutuamente (Pol 1999).
Algunos autores notan la diferencia entre mensajes "intencionales" enviados por sus dueños y/o productores a través de los arquitectos, planificadores, etc y los mensajes "recibidos" por los "consumidores ambientales" (Knox y Pinch (2000: 273) O lo que en términos de Pol (1999) es llamado simbolismo "a priori" o "a posteriori". La lectura del ambiente incluye la comprensión de cómo éste significa cosas diferentes para las personas y cómo esos significados cambian. De manera que, gran parte del significado social del ambiente construido depende de la "audiencia" y de los conceptos que los promotores, arquitectos y administradores del ambiente construido tienen de esa audiencia (Knox, 1984:112).
Según Carmona (2006) el contenido simbólico del ambiente construido contemporáneo se presenta en multicapas y frecuentemente es ambiguo. Todos los ambientes hechos por el hombre simbolizan el poder para hacer o cambiar el ambiente.
3.1 Sentido de lugar y apego. El sentido de lugar es frecuentemente discutido en términos del concepto latino "genius loci" el cual sugiere que la gente experimenta algo más allá de las propiedades físicas o sensoriales de un lugar, y que se puede sentir apego al espíritu del lugar (Jackson 1994:157).
Desde la década de los 70s ha habido un creciente interés en examinar las concepciones de lugar y apego hacia éste. Frecuentemente, apoyado en la "fenomenología", basado en la noción de "intencionalidad" de Husserl, se busca describir y comprender el fenómeno como una experiencia donde la conciencia humana toma información y la convierte en su mundo (Pepper 1984). Mientras los significados de un lugar tienen su raíz en el escenario físico y las actividades, estos no son propiedad de ellos, sino de las "experiencias e intensiones humanas" (Relph 1976: 47). Es decir, lo que "el ambiente" representa es una función de nuestra propia construcción subjetiva de éste.
Los conceptos de "lugar" frecuentemente enfatizan la importancia del sentido de "pertenencia", de apego emocional con el lugar. El lugar puede ser considerado en términos de sus raíces y un conciente sentido de asociación o identidad con un lugar particular.
Se argumenta usualmente que la gente necesita un sentido de identidad, de pertenecer a un determinado territorio y/o grupo. Crang (1998: 103) sugirió que los "lugares" proveen una fuente de soporte de experiencias compartidas entre la gente y su continuidad en el tiempo. Jackson (1994: 158-9) acota que el sentido de lugar en Europa está más asociado con los aspectos físicos del espacio que en América, argumentando que el promedio de los americanos todavía asocian el sentido de lugar no tanto con la arquitectura o el monumento o el espacio diseñado, sino con un evento, o un acontecimiento diario, semanal o de temporada, que estamos viendo o recordando y que compartimos con otros.
Espacios públicos exitosos típicamente tienen animación y vitalidad. Estos se caracterizan por la presencia de gente, en un proceso frecuente de reforzamiento. Si éstos se van a convertir en espacios visitados y animados, deben ofrecer lo que la gente quiere, un ambiente atractivo y seguro. El proyecto para Espacio Público (PPS 1999) identificó cuatro atributos claves para lograr espacios exitosos: confort e imagen, acceso y conexiones, usos y actividad y sociabilidad.
3.2 Espacios simbólicos urbanos
Todo espacio urbano está dotado de un determinado significado, sea personal o social. A su vez, algunos espacios urbanos ostentan un valor simbólico mayor que otros por el hecho de que el significado subyacente es ampliamente reconocido o conlleva una más alta implicación emocional o afectiva para la comunidad de referencia (Valera 1996).
Para Valera (1999: 69) un espacio simbólico urbano es aquel elemento de una determinada estructura urbana, entendida como una categoría social que identifica a un determinado grupo asociado a este entorno, capaz de simbolizar alguna o algunas de las dimensiones relevantes de esta categoría, y que permite a los individuos que configuran el grupo percibirse como iguales en tanto se identifican con este espacio así como diferentes de los otros grupos en base al propio espacio o a las dimensiones categoriales simbolizadas por éste. Bajo esta acepción del concepto de espacio simbólico urbano, se incluyen tanto las características físico-estructurales (imaginabilidad ambiental4) como las características de los significados asociados (imaginabilidad social5), así como la relevancia de los procesos de apropiación espacial que operan para definir la relación espacio-identidad.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS
1. LUGARES EVOCADOS: identificación y caracterización
La vida pública de estos jóvenes, durante su niñez y adolescencia, transcurre entre espacios privados y espacios de uso público en sus vecindarios o en la ciudad y sus alrededores, y espacios públicos nominales, aunque legalmente privados. Para el análisis de dichos resultados se construyó una categorización específica que surgió a partir de los espacios evocados.
Entre los lugares recordados se encontraron, por una parte, espacios abiertos, poco o casi nada intervenidos por el hombre, a los cuales se les denominó "espacios públicos naturales" donde se ubican montañas, lagos, ríos, quebradas, etc. Y por la otra, espacios públicos construidos, que varían entre sí en su condición de propiedad. En este segundo grupo, se encontró que la vida pública de los sujetos transcurría entre los dominios público, parroquial y privado (Lofland 1998) siendo difícil diferenciar los límites entre los espacios que albergan dichos dominios. Por tal motivo, se asumieron como espacios públicos todos aquellos "espacios accesibles y usados por el público" (Carmona 2006: 111). Al interior de este grupo se diferenciaron a su vez dos subcategorías: espacios públicos "tradicionales" y espacios públicos "contemporáneos". En los espacios públicos tradicionales se ubicaron aquellos espacios públicos en su forma más pura, abiertos, accesible a todo público, tales como: parques, plazas, calles y avenidas, frentes de agua y pueblos. Al lado de éstos, se denominaron como espacios públicos contemporáneos todos aquellos nuevos lugares, que aunque legalmente privados, son de uso colectivo y cumplen con las funciones de espacios públicos, bien sean éstos espacios abiertos como campos deportivos, campus universitarios; o espacios cerrados o interiores, tales como: bibliotecas, museos, terminales públicos de transporte, iglesias, restaurantes, cines, centros comerciales, etc. También se colocó en la categoría de espacios públicos contemporáneos, a los que se denominó "espacios públicos informales", cuyas características, actividades vecinas y cercanía permiten su uso espontáneo para la recreación, el deporte, el encuentro y la socialización, tales como: esquinas, pasillos, escaleras y terrenos baldíos. En esta última subcategoría también se ubicaron espacios sociales de la vivienda; es decir, extensiones de ésta hacia el exterior (Ej.: frente o patio de las viviendas, hall, porche, escaleras). Con esta categorización, adaptada de diferentes autores (Carmona 2006; Alcaldía Mayor de Bogotá 2004; Rangel 2002) se procedió a ordenar los espacios recordados por los sujetos.
Los principales escenarios, protagonistas en las narraciones de la muestra, correspondieron básicamente a espacios públicos construidos: 75% de los sujetos se refirieron a espacios públicos tradicionales; 22% a espacios públicos contemporáneos y un 3% de la muestra recordó una vida social desarrollada en espacios públicos naturales.
1.1 Espacios públicos naturales. En una proporción muy pequeña, se encontraron algunas referencias sobre actividades realizadas en ríos y montañas aledañas a la ciudad. Esta tipología de espacios públicos es reconocida por los sujetos en la etapa de su niñez y la describen a través de la identificación de sus componentes y las cualidades de los mismos.
Entre los significados atribuidos al espacio público natural está el rol de facilitador de encuentros y cohesionador familiar, como lo expresa uno de los sujetos: Los ríos (fueron) excelentes reunidores de mi familia, tanto los de aquí como(los del) el Arauca con sus lanchas (O01-01).
En estas experiencias infantiles se identifican diferentes escenarios para el juego espontáneo, donde la recreación activa (correr, caminar) y creativa (explorar, construir refugios) son las que predominan. Las imágenes son elaboradas a partir de los principales elementos que están presentes en el medio tales como: tierra, grama, agua, piedras, etc., y el clima que los envuelve, que en algunos casos, es recordado como una envolvente agradable, ideal para el desarrollo de sus actividades de juego. Los actores sociales de estos eventos son los seres queridos (padres, hermanos, primos, amigos) quienes también forman parte de estos escenarios de juego, los cuales ocurren principalmente durante los fines de semana.
En estas evocaciones sobre el espacio público natural, sobresalen imágenes referidas a, "lo instrumental o manifiesto" (Rapoport 1978). En algunos casos, es explícita la función que cumplen estos lugares, y en otras, se logra "descubrir" lo que está latente, es decir, otros significados que éstas tienen para el relator.
1. 2 Espacios públicos tradicionales. Los espacios públicos tradicionales fueron los lugares más recordados como escenario físico de las experiencias ambientales. Los parques ocupan la primera posición (62%), las plazas la segunda (20%), las calles y avenidas la tercera (13%) y en última posición, pueblos y frentes de agua (5% y 1% respectivamente). Es de destacar que parques y plazas, ubicados en la periferia de la ciudad, fueron también identificados en sus relatos (Fig. 1).
Sobresalen en la amplia lista de parques recordados (27), el Parque Metropolitano, el Parque Maltín Polar, y el Parque La Romerita, mencionados por el 54%, 46% y 18% de la muestra respectivamente.
Fig. 1. Tipos de espacios públicos tradicionales evocados por los sujetos
1. 3 Espacios públicos contemporáneos. Se encontraron algunas referencias sobre espacios públicos, no necesariamente espacios exteriores, nominalmente públicos (pues son legalmente privados) pero que cumplen con muchas de las características físicas de los mismos y dan respuesta a sus funciones. A continuación en la Fig. 2 se presenta la distribución de este tipo de espacios públicos en sus dos subcategorías: interiores e informales.
Fig. 2. Espacios públicos contemporáneos evocados clasificados en dos subcategorías: interiores e informales.
1.3.1 Espacios públicos "interiores". En esta subcategoría de espacios públicos contemporáneos se agrupan espacios cerrados o interiores. Cines, restaurantes, clubes, iglesias, discotecas, heladerías, centros comerciales, y edificios culturales, son ejemplo de ellos. Dichos lugares formaron parte de los "sistemas de actividad" 6 de cada sujeto, bien sea durante su infancia y adolescencia o ambos, conformando escenarios de eventos u ocasiones especiales, y marcando la diferencia entre un día de rutina y el fin de semana o día festivo.
A pesar que la mayoría de los sujetos evocó espacios públicos tradicionales, como escenarios de su vida social durante la infancia, se apreció la tendencia hacia la utilización de los centros comerciales durante su adolescencia. Esta tipología edificatoria ocupó la primera posición (26%) dentro de la subcategoría y emergió como un significativo lugar de "encuentro y sociabilidad". Los centros comerciales, denominados por algunos autores como "cuasi-espacios públicos" (Carmona 2006: 111), no escapan a un nuevo estilo de vida, "... creados y pensados para el consumo" (Quesada, 2006) favorecidos por el "consumidor ambiental" por la seguridad y comodidad que ofrecen. Estos lugares tal y como lo señala la literatura, asumen con frecuencia otras funciones latentes -como lugares donde se reúnen los adolescentes, pasean los ancianos o sitios para comer.
Destacan también dentro esta categoría como lugares evocados los cines, las iglesias y clubes privados. En todos ellos, aunque las actividades son bien diferenciadas, en el fondo subyace la necesidad de afiliación.
1.3.2 Espacios públicos "informales": Espacios vacantes, estacionamientos, escalinatas, o esquinas del vecindario, son referencia obligada en las biografías ambientales analizadas, principalmente cuando están describiendo su vida social cotidiana durante la infancia.
El vecindario es referido no sólo como escenario físico de su vida social infantil, sino que es presentado como un territorio social facilitador de encuentros y relaciones humanas, donde el espacio público se solapa en algunos momentos con el espacio privado. El conjunto de lugares utilizados por los sujetos para el ocio y la recreación conforman un sistema de lugares, que a su vez se corresponde con lo que Carmona (2006:114) identifica como dominio público socio-cultural, donde los límites entre lo público y lo privado son difusos. También forman parte de ese dominio público socio-cultural, espacios de propiedad privada, pero que son escenario de la vida pública de los sujetos (Ej. espacios abiertos de la vivienda). Los elementos del medio natural son los principales atributos destacados de estos escenarios, que al combinarlos con el significado afectivo atribuido a los mismos configuran un verdadero territorio de emociones y afectos, conector entre lo privado y lo público.
2. ESPACIOS SIMBÓLICOS URBANOS
Del conjunto de escenarios evocados, algunos de ellos son comunes y significativos al grupo, es decir son espacios simbólicos urbanos, según la acepción de Valera (1993). Es el caso de algunos parques, tales como el Parque Metropolitano, el Parque Maltín Polar, el Parque La Romerita, el Parque 12 de febrero, y el Parque Murachí; plazas como la Plaza Los Mangos, Plaza Los Enanitos, y calles como la "Calle del Hambre" (Carrera 20 entre calles 13 y 15). Entre los espacios contemporáneos destacan los centros comerciales y los cines, pero ninguno de ellos adquiere el mismo significado atribuido a los espacios tradicionales.
Por lo reducido del espacio, se presentan como ejemplo de estos espacios simbólicos, dos parques evocados a través de variadas imágenes tanto ambientales como sociales: uno, el Parque Metropolitano, escenario de niños y adolescentes y el Parque Maltín Polar, recordado como "el parque" infantil más importante.
2.1 Parque Metropolitano: Lugar de recreación, aprendizaje psicomotor y social, encuentro familiar, distracción, contacto humano, descanso, aislamiento, y gratificación. En diversos estudios psicosociales realizados sobre la ciudad, el Parque Metropolitano ocupa siempre el primer lugar en los imaginarios urbanos de sus habitantes (Vivas 2002; Moros 1999). Igualmente, para el caso de los estudiantes universitarios, este parque fue el espacio público más evocado. Los sujetos utilizan diferentes calificativos para referirse a la calidad del parque y a la satisfacción ambiental que éste les produce. Términos como "excelente, agradable, tranquilo" son los más empleados en las descripciones. El parque es recordado por su gran tamaño, su vegetación, el diseño paisajístico del mismo, y principalmente, por las oportunidades de uso recreativo tanto activo como pasivo que les brinda a sus usuarios.
A diferencia de la infancia, durante la adolescencia se agregan a los usos recreativos activos, actividades pasivas tales como: "contemplar la vegetación", "comer un helado" o "conversar", las cuales realizan en compañía de amigos. Esta variedad de actividades en las cuales la mayoría de los sujetos se involucra, lleva a pensar en los espacios urbanos "policrónicos" que menciona Hall en su conocida obra "La Dimensión Oculta" (1966).
El Parque Metropolitano además de ofrecer los atributos y funciones antes mencionados, también es lugar de aprendizajes, contacto humano, aislamiento y gratificación, todas ellas subproducto de las funciones manifiestas.
2.2 Parque Maltín Polar: Variedad de escenarios para los niños. El segundo parque más evocado en las narraciones de los sujetos fue el Parque Maltín Polar (46%). Este parque infantil es recordado como un lugar "agradable", "atractivo" donde algunos resaltan la libertad de acción que le ofrecía el parque.: "me sentía muy a gusto en él ya que realizaba todas las actividades que se me antojaban: correr, jugar, gritar, alimentar a los animales, etc. (N01 - 05).
La mayoría de las biografías ambientales expresa interés por la diversidad de actividades y principalmente, juegos que brinda el lugar, el contacto humano que se favorece así como la oportunidad de interactuar también con otros seres vivos como los animales. A diferencia del Parque Metropolitano, el Parque Maltín Polar fue el principal escenario de recreación y descanso de esta muestra, durante su niñez. Destacan los juegos en los "columpios, el arenero, el tobogán, el laberinto". Además de jugar, recordaron "ver o alimentar a los animales", que hacían vida en dicho parque como: guacamayas, monos, tortugas, peces y palomas. También era muy atractivo el cafetín, así como interactuar con otros niños, y familiares e incluso con animadores de oficio que asistían de vez en cuando, a divertir a los niños en el parque.
Considerando criterios como los determinados, a lo largo de sus investigaciones, por Carr, Francis, Rivlin, y Stone (1995) y por el grupo Project for Public Space (2001) se puede calificar tanto al Parque Metropolitano como al Parque Maltín Polar, como espacios públicos exitosos, gracias a la presencia de una serie de atributos que conforman sus dimensiones humanas (sensible, democrático y significativo).
3. SIGNIFICADO Y SIMBOLISMO DE LOS LUGARES EVOCADOS
El significado y simbolismo de los lugares evocados se analizó individualmente para cada lugar y para cada sujeto. En esta sección, se presentan los tipos de significados asignados por cada sujeto a los diferentes lugares para identificar finalmente, cómo este grupo construye las imágenes de su pasado ambiental.
Los temas recurrentes, en los recuerdos de los sujetos sobre su "pasado ambiental", se refieren a tres aspectos que se están denominando en este trabajo "dimensiones subyacentes en las imágenes ambientales": Estas dimensiones describen: a) características físico-espaciales de los lugares evocados b) actividades realizadas y actores en dichos escenarios, y c) significados asociados con ellos
De acuerdo a Relph (1976: 45) estos tres aspectos constituyen los elementos básicos de la identidad de los lugares. Sin embargo, Carmona (2006) argumenta que el "sentido de lugar", no lo confieren estos elementos, sino la interacción humana con ellos.
En los resultados obtenidos, estos tres componentes básicos en la identidad de un lugar, no solo están presentes, sino que también muestran la interacción de los sujetos con su entorno; no sólo en los aspectos físicos sino en el significado que le otorgan a dichos escenarios. Los sujetos valoran sus experiencias ambientales, más por la ocasión de compartir con familiares y amigos, realizando diversidad de actividades, que por las características físicas del escenario.
En la mayoría de los casos, las imágenes contienen éstas tres dimensiones: la conductual, la física, y la simbólica, aunque con pesos diferenciados.
Dimensión conductual: Las actividades constituyeron el elemento principal en la descripción de los recuerdos, con presencia, en la mayoría de los casos, de las otras dos dimensiones (escenario físico y significado). Esta muestra asocia los lugares, principalmente, con los eventos que ocurrieron en dichos escenarios, algunos con frecuencia diaria, la mayoría con frecuencia semanal, fines de semana y otros, realizados generalmente durante las vacaciones. Complementan las descripciones de estas prácticas sociales, algunos atributos del escenario físico, así como valoraciones sobre la calidad de la experiencia, sensaciones percibidas y vínculos o relaciones con los "otros". Las actividades se dan generalmente de forma grupal, bien sea con hermanos, primos o amigos, y generalmente, acompañados con algún adulto, que pueden ser los padres o familiares adultos. Durante la adolescencia, el patrón cambia, en la mayoría de los casos los acompañantes son los amigos.
Dimensión física: El foco de atención en las descripciones del escenario físico pueden estar referidas a su ubicación y/o a sus componentes espaciales y mobiliario.
Es de destacar que estos casos, donde predomina la dimensión "escenario físico", también están presentes, en la mayoría de los casos, las otras dos dimensiones: actividades y significados.
Dimensión simbólica: Bajo esta dimensión se ubicaron todos aquellos significados evaluativos en relación al entorno físico o a los eventos que ocurrían en él, a los individuos que lo ocupan o a las funciones sociales básicamente asociadas a él. En estas descripciones, al igual que en el estudio realizado por Gustafson (2001) sobre significados de lugar, se identificaron tres polos: el "yo", el "ambiente" y los "otros".
CONCLUSIONES
Las memorias ambientales, de este grupo de jóvenes universitarios, corresponden a miradas en retrospectiva, de eventos memorables de su vida social infantil y juvenil. Estos momentos se ubican en escenarios que se evocan, no como espacios físicos, sino que se presentan como "lugares" identificados a través de sus características físico-espaciales, prácticas sociales desarrolladas en ellos, actores y, significados asociados con los mismos.
De los diferentes tipos de espacios públicos utilizados, ocupan la primera posición los espacios públicos tradicionales; el segundo lugar, los espacios públicos contemporáneos, al interior de los cuales se destacan los espacios públicos informales; y los espacios públicos interiores; y, en tercera posición, se ubican los espacios públicos naturales.
El uso de un determinado tipo de espacio público, refleja a su vez estilos de vida desarrollados en diferentes contextos geográficos o sociales. Los ambientes naturales, ubicados en el medio rural, aparecen como escenarios no reconocidos como espacios públicos por los sujetos, pero evidentemente cumpliendo las funciones de éstos, con límites difíciles de precisar. Los espacios públicos tradicionales y contemporáneos, son escenarios típicamente, de un estilo de vida citadino, la mayoría con límites o bordes precisos pero en ocasiones, conformando un dominio público socio-cultural donde son imprecisos los límites entre lo público y lo privado. Estas prácticas sociales forman parte básicamente de las rutinas de fin semana o días festivos7, realizadas en compañía de sus padres y/o familiares durantes la infancia o por amigos y compañeros de estudio durante la adolescencia.
Predominan en estas imágenes significados funcionales, es decir, aquellos referidos a las actividades regularmente asociadas al lugar e informaciones sobre los roles sociales de los miembros que ocupan dichos entornos. Igualmente, se identificaron significados motivacionales (objetivos personales y colectivos en relación al lugar) y significados evaluativos en relación al entorno físico, a los individuos que los ocupan o a las funciones sociales básicamente asociadas a él. El conjunto de estos significados conforman lo que Stokols y Shumaker (1981) denominan campo social percibido.
El desarrollo recurrente de prácticas sociales en estos lugares, contribuyó a otorgarles un significado funcional, estimulando la apropiación afectiva de dichos lugares, convirtiéndose algunos de ellos, en elementos simbólicos urbanos y representados básicamente por espacios públicos tradicionales. Estos lugares, que tienen sentido para este grupo de jóvenes, simbolizan a su vez su entorno y refuerzan la identidad social urbana del mismo. Los significados resultantes de la interacción directa con el lugar, facilitaron la formación de un vínculo de afecto con dichos escenarios para dar lugar al fenómeno de apego con el lugar.
Vestigios de una vida social desarrollada en espacios públicos naturales, o en espacios públicos tradicionales, dentro de un dominio público sociocultural, posiblemente favorecieron, lo que se podría calificar como el desarrollo de una vida social saludable, reflejando un estilo de vida diferente al estilo de vida contemporáneo, con tendencia hacia la "privatización de la recreación".
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1 Universidad del Táchira, San Cristóbal, donde la autora es docente.
2 Se empleó como referencia el estudio "Environmental Memories" de C. Cooper Marcus (1992).
3 Arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a. d. C. Es el autor del tratado sobre arquitectura más antiguo que se conserva y el único de la Antigüedad clásica.
4 Valera utiliza el concepto de imaginabilidad ambiental en términos de Lynch (1985). Es decir, un espacio simbólico urbano ha de contar con unas características físicas/estructurales tales que tengan la capacidad de proporcionar a los sujetos una imagen mental vigorosa, vívidamente identificada y poderosamente estructurada, es decir, ha de tener "imaginabilidad".
5 Valera utiliza la acepción que tiene el concepto imaginabilidad social o "campo social percibido" para Stokols (1981 y Shumaker, 1981). Esta se refiere a al conjunto de significados socialmente elaborados y compartidos, definidos en función de unas determinadas características: contenido, complejidad, heterogeneidad, distorsiones y contradicciones.
6 "Sistemas de actividad" se emplea en este caso en la acepción de Rapoport (2003: 51). Para este autor los lugares no pueden ser considerados por separado, sino que están organizados en sistemas (dentro de los cuales se desarrollan los sistemas de actividades). Los lugares están conectados de forma variable y compleja no solamente en el espacio (en términos de su proximidad, vinculación y límites de separación) sino también en el tiempo (en términos de su ordenación secuencial).
7 Los eventos evocados son en un 95% realizados durante los fines de semana.