Psicologia para América Latina
ISSN 1870-350X
La supervisión en la psicología social comunitaria1
The supervision in the community social psychology
Colegio de Psicólogos de la Pcia. de Bs. As. (Argentina)
RESUMEN
La supervisión es uno de los pilares del trabajo profesional del psicólogo; adquiere características diferentes en función del ámbito de intervención.
En este artículo se analizan las modalidades del dispositivo de supervisión en el trabajo con comunidades. Se define como un espacio de sostén para la planificación, desarrollo y evaluación de los momentos de inserción, desarrollo y cierre de los trabajos comunitarios; fortaleciendo al equipo en la co-construcción del paradigma que sostiene la tarea.
Desde el dispositivo de supervisión se trabaja con el equipo como grupo, abordando los conflictos interpersonales, favoreciendo la interdisciplinariedad y la mirada intercultural.
Como interfase entre procesos terapéuticos y formativos, se trabaja estimulando la coproducción investigativa y la mirada reflexiva acerca de las propias implicancias en la tarea.
La supervisión sostenida en la ética del cuidado, es siempre un proceso colectivo, puede ser interdisciplinaria y podría incorporar personal no profesional en algún momento de su desarrollo.
Palabras clave: Psicología Social Comunitaria, Supervisión, Equipo, Coproducción.
ABSTRACT
Supervision is one of the essentials of the psychologist's professional work; it has different characteristics according to the application field.
In this article the features of the supervision method in the work with communities are analyzed. It is defined as a place of support for the planning, development and evaluation of the moments of insertion, development and closure of the community projects; by strengthening to the team on the co-construction of the paradigm on which the task is held.
On the supervision device the team works as a group, by assuming the interpersonal disagreements, contributing to the interdisciplinary issues as well as the intercultural look.
As an interface between therapeutic and formative processes, it works encouraging the investigative co-production and the reflective look about the own implications of the task.
The supervision based on the ethics applied to care purposes is always a collective process, which may be interdisciplinary and it could also add no professional staff on any time during its development.
Keywords: Community Social Psychology, Supervision, Team work, Co-production.
Introducción:
Estas reflexiones surgen en el marco de trabajo de la Subcomisión de Supervisores del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires- Distrito XIV- Morón. (Argentina).
En este equipo consideramos que la supervisión es uno de los pilares en los que se asienta el ejercicio profesional del psicólogo y adquiere características particulares en cada ámbito de intervención.
En realidad problematizamos el término mismo supervisión, si ello connota una mirada desde la superioridad, desde un lugar de control. Para nosotros la supervisión es “un dispositivo que se construye desde diferentes modalidades y ámbitos de intervención, textos y contextos, espacios y participantes” (Fernández. 2007. Pág.1). La supervisión es definida como una co-visión: mirar con otro la tarea, en un camino que se recorre al andar. “Posibilidad de aprender, escuchar, analizar, fortalecer una red de sostén intersubjetiva que nos permita saber hacer, desde el respeto a las diferencias, atravesados por incertidumbres y falta de certezas”. (Fernández. 2007. Pág.1).
Esta tarea está sostenida en una ética del cuidado, como un proceso que adquiere una doble responsabilidad: cuidar al paciente, grupo, institución, comunidad con la cual el profesional trabaja y también procurar el cuidado del psicólogo que opera en esos ámbitos.
“La supervisión, como dispositivo, se va adaptando a los requerimientos de la tarea, a las necesidades del los supervisandos, a las características del supervisor, al marco institucional en que se realiza, a las teorías que lo sostienen” (Fernández. 2007Pág.1).
El supervisor utiliza distintas estrategias que permiten generar saltos hacia la complejidad, agregar dimensiones hasta entonces ocultas para las personas que supervisa, sabiendo que este proceso no se agota nunca.
Delimitación del campo de problemas de la Psicología Social Comunitaria.
Para poder comenzar a reflexionar sobre las modalidades que toma la supervisión en este campo de la psicología social primero trataremos de delimitarlo para analizar luego las características de este dispositivo en la especialidad.
La Psicología Social ”es una perspectiva no individual para enfrentar la problemática humana...se desarrolló en un terreno empírico al ritmo de las demandas de la sociedad.” (Seidmann. 2004.Pág.5)
El contexto histórico de su surgimiento estuvo signado por los avatares de la segunda guerra mundial, en el hemisferio norte y en América Latina, unos años más tarde, nace ligada a prácticas psicológicas que buscan el cambio social, surge desde el compromiso con movimientos que reivindican una ciencia crítica ligada al compromiso con el cambio social, la apertura del hospital a la comunidad, la lucha por la justicia, la educación popular.
En el año 1962, José Bleger, en una conferencia que se cita en Psicohigiene y Psicología Institucional, convoca a los psicólogos a ampliar su ámbito de trabajo “pasando de actividades individuales a sociales” (Bleger.1994. Pág. 44) Para ello, expresa, debe construirse un marco conceptual adecuado y desarrollar nuevos instrumentos de trabajo: “conocimientos y técnicas que pueden hacer viable el trabajo y fructíferos los principios...estos instrumentos solo pueden ser logrados enfrentando paulatinamente la tarea, porque solo en esa experiencia viva se pueden ir gestando” (Bleger.1994. Pág. 44).
Bleger unía en una totalidad dinámica intervención e investigación, decía:”no se puede ser psicólogo si no se es al mismo tiempo un investigador de los fenómenos que se quieren modificar... (Bleger.1994. Pág. 46)” y consideraba que el ámbito de intervención específico del psicólogo debe trascender la asistencia en la enfermedad ampliándolo a otros ámbitos, que consideren al hombre en situaciones concretas y en sus vínculos interpersonales presentes y pasados. Cada ámbito requiere de un marco teórico particular, con categorías adecuadas y metodologías específicas.
José Bleger, Enrique Pichon Riviére, Mauricio Goldemberg y otros estudiosos de la Psicología Social del Río de la Plata fueron expulsados del mundo académico en los procesos dictatoriales y por lo tanto estos postulados quedaron por fuera de la psicología oficial. Es así que la Psicología Social Comunitaria comienza a conceptualizarse en nuestro país casi treinta años más tarde.
El campo de indagación propio de la Psicología Social Comunitaria tiene una borrosidad difícil de delimitar, en su origen tiene un tronco común con otras ramas de la psicología (Clínica, Educacional, Sanitaria, Institucional) y con otras ciencias (Antropología, Sociología, Filosofía, Historia.)
Se nutre así de distintos marcos teóricos que sinteticé en el cuadro adjunto. (Ver cuadro al final)
Este campo admite en su definición múltiples perspectivas que van desde la delimitación de la comunidad como un colectivo que comparte un espacio físico, sentimientos de pertenencia, una historia y un proyecto común, hasta considerarla “un conjunto de personas diferenciado por compartir ciertos aspectos de la sociedad de la que forman parte” (Ferullo. 2006. Pág.87). Así se podría hablar, por ejemplo, de comunidades virtuales.
En América Latina, la Psicología Social Comunitaria tiene más desarrollos prácticos que teóricos, surge como una psicología comprometida en la construcción de una sociedad más justa y se entrama con la psicología política, la psicología social crítica y la psicología de la liberación. Es por esto que cuando se analiza su paradigma emergente se incorpora junto al nivel epistemológico, teórico y metodológico, la perspectiva ético-política. (Montero. 2004) La psicología comunitaria encierra siempre “una cierta cuota de utopía” (Ferullo. 2006. Pág. 89).
Maritza Montero define la Psicología Social Comunitaria como una “rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar los problemas que los aquejan y lograr cambios en sus ambientes y en la estructura social” (Montero. 2004. Pág. 294)
El método de la Psicología Social Comunitaria.
Edgar Morin define el método como “el camino, ensayo generativo, estrategia para y del pensamiento”. (Morin 2002: 16).
El método desde la complejidad nos invita a transitar la experiencia de la pluralidad y la incertidumbre. No precede a la experiencia, emerge durante ella y se presenta al final como un camino que nunca se transitará de la misma manera.
El método de la Psicología Social Comunitaria requiere del ejercicio del pensamiento estratégico y de cierta habilidad artística o artesanal, propia del trabajo con situaciones únicas, conflictivas, inéditas, que interpelan la ciencia y la creatividad.
El método incorpora el error, aprende de él, lo interroga y lo confronta con certezas y verdades. El método respeta el misterio, incluye lo que se “resiste a los esfuerzos de la racionalidad y de la existencia inconmensurable de dimensiones y realidades fuera de la norma” (Morin. 2001:26)
El método contiene el conocimiento y la acción, necesita del pensamiento colaborativo y solidario, debería poder sostener la tensión entre lo uno y lo múltiple, entre el programa y la novedad, entre el sujeto y el colectivo.
Dice Deleuze, en diálogo con Foucault: “La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro y la teoría un empalme de una práctica con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie de muro y se precisa la práctica para agujerearlo...Una teoría es como una caja de herramientas...es preciso que sirva, que funcione...” (Foucault. 1992.Pág. 84) Pero es un sujeto, con sus propias determinaciones el que utiliza estas herramientas, un sujeto entramado con otros en redes grupales y comunitarias.
La intervención comunitaria pone a prueba permanentemente esta caja de herramientas y nos lleva a actualizarla al compás del diálogo entre la comunidad y el equipo.
El trabajo mediante el cual teorizamos nuestras prácticas e interrogamos las prácticas desde distintas miradas teóricas, interdisciplinarias es un trabajo que muchas veces queda velado, se omite que hay un proceso en el que se hace la teoría y se piensa la práctica,con esfuerzo, mediante un trabajo. En esta tarea la supervisión tiene una dimensión reflexiva que aporta a recrear prácticas y teorías.
Intervención comunitaria, interdisciplina y equipo.
No hay trabajo comunitario sin equipo. La complejidad del campo comunitario requiere de perspectivas interdisciplinarias, transdisciplinarias, intersectoriales y a veces interculturales. Construir un método es al mismo tiempo pensar en el equipo-grupo que lo desplegará. El método en la Psicología Social Comunitaria debe incorporar el deseo, la imaginación utópica, la incomodidad, la tensión entre lo instituido y lo instituyente, entre lo individual y lo colectivo.
La interdisciplinariedad supone un dispositivo colectivo de trabajo, sostenido en actitudes cooperativas, con intencionalidad y apertura que busque superar posiciones dogmáticas, reconociendo y valorando las diferencias. Este equipo debe estar comprometido en el intercambio y creación de códigos comunes (registros, formas de diagnóstico, planificación y evaluación común, etc.) Cada profesional expande su propio rol por el enriquecimiento de la interacción con otros profesionales creando espacios comunes, muchas veces borrosos.
El equipo es un instrumento de trabajo y es al mismo tiempo una concepción metodológica para atender las problemáticas emergentes en el campo comunitario. La construcción del equipo forma parte de la intervención.
El equipo no se agota en el trabajo técnico de intervención, incorpora dimensiones relacionales, organizacionales, de articulaciones interinstitucionales. El desafío es poner en diálogo racionalidades diferentes.
Trabajar el aspecto relacional del equipo puede ser una de las demandas que se planteen al supervisor, que en este caso deberá desplegar estrategias para mejorar el diálogo del grupo-equipo; trabajar las tensiones, competencias y complementariedades; remover obstáculos interaccionales, trabajar liderazgos.
Las comunidades y las personas con las que se trabaja poseen saberes de experiencia, saberes prácticos ligados al hacer, acompañados por mayor o menor nivel de reflexión sobre sí mismos. Dichos saberes que deben ser incorporados, valorados, tenidos en cuenta, son el punto de partida de nuestra intervención. Ello no quiere decir que debamos quedar apegados a ellos acríticamente. Dice Paulo Freire: "El respeto al saber popular implica necesariamente el respeto al contexto cultural, ... punto de partida para el conocimiento que se va creando del mundo..."(Freire. 1999. Pág 82) "Por intermedio de estos saberes un sujeto individual o colectivo, mantiene una relación con el mundo natural y social y lo transforma" (Beillerot 1998. Pág. 91) En este esfuerzo transformador del hombre de su habitat nace la cultura. El saber es acción y reflexión, acto y palabra.
Rolando García describe un “principio de continuidad funcional de los procesos constructivos del conocimiento” (García. 2000. Pág. 48) Esta continuidad se da a nivel subjetivo (continuidad entre el pensamiento infantil y el del adolescente, entre el pensamiento cotidiano y el científico) y a nivel colectivo; las instituciones y comunidades también realizan procesos colectivos de aprendizaje que se enriquecen mutuamente.
¿Cómo se trabaja el diálogo entre el conocimiento científico y el saber popular? ¿Qué disposiciones y experiencias personales lo hacen posible o lo dificultan? ¿Cómo trabajar con comunidades o grupos con los cuales hay disonancia cultural o valorativa?
Supervisor, equipo, comunidad pueden ir generando procesos que se enriquecen mutuamente en espirales superadoras. La intevestigación-acción-participativa es quizá el instrumento privilegiado para esta construcción colectiva. A partir de esta metodología de investigación los conocimientos producidos no solo se socializan en la comunidad científica sino también en los grupos desde los cuales se realizó la investigación-intervención.
Los problemas sociales, los padecimientos comunitarios son los que llaman a los conceptos para poder ser comprendidos, modificados. Ana María Fernández afirma que los saberes psi son interpelados por las nuevas realidades sociales, hay una tendencia a psicologizar y despolitizar el conflicto social produciendo “capturas de sentido”, dogmatizaciones, ritualizaciones en las prácticas psicológicas que nos aleja de las demandas comunitarias. (Ej. La demanda de orientación se decodifica como pedido de psicoterapia).
La supervisión deberá tratar, en este punto, en generar procesos para que se produzca creativamente el conocimiento colectivo y para que un campo dinámico de saberes no se “agote en la repetición institucional de certezas” (Fernandez. 2006. Pág.96) generando condiciones de transversalidad conceptual, metodológica, institucional.
Alberto Bialakosvsky describe la comprensión y la coproducción investigativa como parte de los procesos de investigación acción. “Comprender es dirigirnos como estructura cognoscitiva interactiva al hecho social en cuyo centro se encuentra el padecimiento, padecimiento social como materialidad incluida en otra materialidad que son las relaciones sociales. Comprender es por una parte conmoverse, asistir al escenario social y subjetivo sin la posibilidad real de impedir perturbarse con el padecimiento del otro. En realidad la insistencia de la metodología &tradicional positivista- consiste en un vano intento por objetivizar, cosificar, esta relación de conocimiento. El método científico encubre esta lucha discursiva en el rediseño del juego por la verdad.” (Bialakowsky. 2005. Pág. 103)
En supervisión se trabaja la “cercanía adecuada”, (concepto que aporta el Lic. Sebastián Bertucelli al trabajo comunitario); la distancia operacional que se necesita para intervenir, cuidando al equipo del impacto que estos padecimientos generan. La supervisión intenta aquí trabajar el desgaste profesional, la erosión que puede generar burnout.
El saber está ligado al hacer y también al poder. Las sociedades definen la legitimación de sus saberes a través de mecanismos que encierran conflictos, luchas. Hay saberes que tienden a la hegemonía intentando colonizar los otros.
En las prácticas profesionales los saberes científicos se encuentran y relacionan con los saberes populares o empíricos, los saberes individuales con los colectivos. Este encuentro de saberes y prácticas está sujeto a la tensión entre la complementariedad y la dominación en el escenario comunitario.
La mirada meta-epistemológica que aparece en el eje ético político da cuenta de la necesitad de construir un marco de acuerdo y debate, entre el supervisor y los supervisados, que toma aspectos valorativos, posiciones ideológicas, miradas políticas. No se puede trabajar en una comunidad, sin tomar en cuenta las tensiones políticas, la existencia de redes clientelares, el devenir histórico del barrio, los planes sociales que lo atraviesan, los intereses que se ponen en juego en las acciones colectivas.
Aquí la ética del cuidado se opone, como dice Leonardo Boff, a la ética de la conquista, el cuidado “permite la eclosión de la inteligencia y el afecto, es orientador anticipado de todo comportamiento” (Boff. 2003. Pág 23). El cuidado supone respeto a la autonomía, a la autogestión, a lo diferente.
El trabajo en Psicología Social Comunitaria es un trabajo de frontera; frontera entre la ciencia y el saber popular, entre una disciplina y otra, frontera que puede desarrollar fértiles y permeables territorios donde la creatividad es necesaria y los bordes no son claros.
Como dice Schön, la supervisión puede ser un lugar de transición entre el contexto terapéutico y el formativo (Schön. 1992. Pág.114). Pone en juego la subjetividad de cada uno de los integrantes del equipo/grupo, su implicancia en los procesos compartidos con la comunidad, sus formas de afrontar situaciones y relaciones, su marco teórico-epistemo-metodológico y ético-político, la posibilidad estratégica de desplegar un proceso de intervención, los valores, la ideología.
Supervisión y momentos de la intervención comunitaria.
Un momento metodológico importante en el trabajo comunitario es el de inserción o familiarización. (Montero. 2006. Pág. 78) Es un proceso por el cual el equipo profesional conoce el ámbito comunitario, comprende su cultura, genera puntos de referencia, se habilita para la intervención. No hablamos aquí de diagnóstico comunitario, aunque algunos autores así lo llaman, sino de un proceso socio-cognitivo-afectivo, que genera vínculos y condiciones para la intervención. Esta etapa se enriquece con los aportes que hacen la antropología social, la etnografía, el trabajo social.
Esta etapa del trabajo exige que el supervisor también haga un proceso de acercamiento a la comunidad con la que trabajan los supervisados; arme equipos donde se complementen otros roles de supervisión (coordinadores, jefe de servicio, formadores, directores, etc.), tratando de establecer roles complementarios y diferenciados. Si decimos que la supervisión es un dispositivo flexible, esta flexibilidad nos llevará a definir frecuencia, espacio, participantes, conexiones, de acuerdo a los avatares del trabajo comunitario y las circunstancias de la institución desde la que se trabaja.
En el desarrollo del proceso de intervención comunitaria la supervisión propicia la relación dinámica entre las teorías y las prácticas motivando una actitud investigativa- ¿Cuál es el marco teórico que hay que fortalecer para trabajar las situaciones que la comunidad plantea? Decía Ignacio Martín-Baró: “ que no sean los conceptos los que convocan a la realidad, sino la realidad la que busca los conceptos; que no sean las teorías las que definen los problemas de nuestra situación, sino que sean esos mismos problemas los que reclaman y, por así decirlo, elijan su propia teorización” (Martín-Baró. 1998. Pág. 314) El reto de la Psicología Social Comunitaria en América Latina es fortalecer los procesos que los pueblos realizan en busca de mejores condiciones de existencia.
La perspectiva de la complejidad nos permite analizar cada situación como un holograma de procesos macro-sociales e institucionales, ampliando y reduciendo niveles de análisis, a manera de un zoom multidimensional.(Najmanovich. 2006. Pág.41)
En este momento se pueden trabajar en supervisión la elaboración de estrategias, el análisis de fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades, la implicancia subjetiva, las formas de registro, individuales y colectivas. La coproducción del equipo requiere formas de registro que favorezca la sistematización y responda a los objetivos estratégicos de la tarea.
Otro momento importante a tener en cuenta es el cierre y despedida del equipo del campo de trabajo, que implica la evaluación del trabajo y la posibilidad de nuevas aperturas. Aquí también se juegan dimensiones socio-cognoscitivas y afectivas. El trabajo comunitario genera redes y por ello genera afectos que se despliegan con racionalidad y tiempos a veces diferentes a los que marcan los procesos formales.
A modo de cierre:
Resumiendo podemos entonces decir que la supervisión en Psicología Social Comunitaria trabaja en los siguientes puntos:
1.- Elaboración del paradigma de intervención del equipo en sus aspectos epistemológicos, teóricos, metodológicos y ético-políticos.
2.- Acompañamiento en la planificación, desarrollo y evaluación de los momentos de inserción, desarrollo y cierre de los trabajos comunitarios.
4.- Fortalecimiento del equipo de trabajo, abordando, si es necesario los conflictos grupales e institucionales, favoreciendo la interdisciplinariedad y la mirada intercultural. v
5.- Estimulación de la coproducción investigativa.
La supervisión trabaja desde perspectiva ética del cuidado, es siempre un proceso colectivo, puede ser interdisciplinaria y podría incorporar personal no profesional en algún momento de su desarrollo.
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*Margarita M. Ussher. Es Licenciada en Psicología (U.B.A.), Especialista en Psicología Social con Orientación Comunitaria en el Colegio de Psicólogos de la Pcia. de Bs. As. Actualmente es Maestranda en Psicología Social Comunitaria en la UBA. Ha cursado el Postgrado de Mediación en ámbitos comunitarios. (FLACSO- 1995). En la actualidad es Jefa del Departamento de Fortalecimiento Familiar, de la Dirección de Políticas de Desarrollo Social del Municipio de Hurlingham. Es docente titular de Psicología II y III de la Escuela Diocesana de Servicio Social de la Universidad de Morón y docente de la cátedra de Psicología Social I., Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires y de Salud Mental, Internado Anual Rotatorio, de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina. Es autora de artículos sobre la especialidad.
1Ampliación de una exposición realizada en el curso “Introducción a la formación en la práctica de la supervisión.” Colegio de Psicólogos de Morón. Pcia. de Bs. As. Argentina. Octubre 2007.
2margaritaussher@yahoo.com.ar