Revista Psicologia Organizações e Trabalho
ISSN 1984-6657
Desempleo y bienestar psicológico en Brasil y España: un estudio comparativo
Unemployment and psychological well-being in Brazil and Spain: a comparative study
Desemprego e bem-estar psicológico no Brasil e Espanha: um estudo comparativo
José Luis Álvaro EstramianaI1; Sonia Maria Guedes GondimII; Alicia Garrido LuqueI; André de Figueiredo LunaII; Marina Campos DessenIII
I(Universidad Complutense de Madrid)
II(Universidade Federal da Bahia)
III(Universidade de Brasília)
RESUMEN
Este estudio de carácter correlacional tiene como objetivo analizar la asociación entre desempleo y bienestar psicológico comparando dos muestras de trabajadores empleados y desempleados, una de Brasil y otra de España. Además de comparar ambas muestras el estudio tiene también la finalidad de analizar si existen diferencias dentro de las muestras de desempleados de ambos países en función del sexo, la edad y la duración del desempleo, así como estudiar el papel desempeñado por las atribuciones sobre las causas del desempleo en el bienestar psicológico de desempleados tanto brasileños como españoles. Los resultados muestran que el desempleo está asociado a un deterioro del bienestar psicológico, particularmente en la muestra española y que estas diferencias son independientes de la duración del desempleo, el sexo y la edad. El tipo de atribuciones sobre las causas del desempleo sólo obtiene resultados significativos en la muestra española para las atribuciones sociales y fatalistas que están relacionadas con un menor deterioro de la salud mental.
Palabras clave: Desempleo, Bienestar Psicológico, Duración del desempleo, Atribuciones.
ABSTRACT
The aim of this cross-sectional study is to analyze the association between unemployment and psychological well-being comparing two different samples of unemployed and employed workers, one from Brazil and the other one from Spain. Besides comparing both samples, another main objective of this work is to study whether there are differences in psychological well-being in relation to sex, age, and length of unemployment, as well as the type of attributions made about the causes for unemployment both in the Brazilian and the Spanish samples. The results obtained show that unemployment is significantly associated with lower psychological well-being, particularly in the Spanish sample. This result is independent of sex, age, and length of unemployment. With regard to the attributions made about the causes of unemployment, only social and fatalist attributions were found significantly associated with better mental health among the Spanish respondents.
Keywords: Unemployment, Psychological well-being, Length of unemployment, Attributions.
RESUMO
Trata-se de um estudo empírico correlacional, cujo objetivo foi o de analizar as relações entre desemprego e bem-estar psicológico, comparando amostras de trabalhadores empregados e desempregados do Brasil e da Espanha. O estudo também teve a finalidade de analisar as diferenças em cada amostra de desempregados dos dois países em função do sexo, idade, tempo de desemprego, além de procurar investigar o papel das atribuições de causas do desemprego no bem-estar psicológico de desempregados brasileiros e espanhóis. Os resultados indicam que o desemprego está asociado à deterioração do bem-estar psicológico, especialmente na amostra espanhola, e que estas diferenças independem do tempo de duração do desemprego, sexo e idade. O tipo de atribuição de causas do desemprego é significativo somente para a amostra española, sendo que as atribuições sociais e fatalistas estão relacionadas a menor deterioração da saúde mental.
Palavras-chave: Desemprego, Bem-estar Psicológico, Tempo de desemprego, Atribuições de Causas.
En la Unión Europea hay en estos momentos más de 23 millones de desempleados. Una situación que empeora para los jóvenes menores de 25 años, de los que 5.579.000 están sin un puesto de trabajo, lo que representa un 22% de este colectivo. Estas tasas de desempleo no se habían alcanzado en Europa hasta ahora y representan una de las consecuencias más notorias de la crisis económica que vivimos actualmente.
Esta situación se agrava en España en donde hay más de cinco millones de desempleados, lo que implica una tasa de desempleo del 22, 8% de la población activa, que en el caso de los menores de 25 años se sitúa en el 49,5%. El desempleo de larga duración, es decir, personas que llevan más de un año desempleadas, es de 2.319.200, lo que representa el 43% del total y más de 1.500.000 familias tienen a todos sus miembros en paro (EPA, 2011). Estas cifras dan una idea de la importancia del desempleo en España en donde según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (2011) es la principal preocupación para un 82% de los españoles. En Brasil, sin embargo, la situación con respecto al desempleo es diferente pues, según datos de la Agencia Nacional de Estadística, para finales de 2011 la tasa de desempleo para las seis principales capitales del país (Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Salvador, Porto Alegre, y Recife) es del 6%, la más baja desde 2002 (IBGE, 2012). Del total de desempleados, aquellos de larga duración o que llevan más de un año buscando trabajo representan un 17,8%.
Estos datos reflejan una situación global con respecto a las tasas de desempleo mucho peor en España que en Brasil. En ese sentido suponen unas expectativas peores para los trabajadores españoles y un sentimiento de privación relativa mayor, pues las diferencias entre tener y no tener un puesto de trabajo se agudizan ante una crisis económica que hace muy difícil la inserción laboral de los jóvenes que buscan su primer empleo o la reinserción laboral de aquellos trabajadores que pierden su puesto de trabajo. Ciertamente, esta situación de crisis del mercado de trabajo tiene múltiples consecuencias, entre las que cabe mencionar las referidas al bienestar psicológico de las personas.
La investigación sobre las consecuencias psicológicas del desempleo no es algo reciente y sus inicios datan de la década de los años treinta del pasado siglo. La preocupación de los científicos sociales por el estudio de los efectos del desempleo en el bienestar psicológico se inició como consecuencia de la Gran Depresión, originada en Estados Unidos en 1929. De entre los estudios realizados en la década de 1930 destacan los de Jahoda, Lazarsfeld & Zeisel (1933) y los de Eisenberg & Lazarsfeld (1938). El primero, realizado en la comunidad austriaca de Marienthal, en la que la mayoría de sus habitantes se quedaron sin empleo como consecuencia del cierre de la fábrica donde trabajaban, pone de manifiesto que el desempleo tiene consecuencias negativas en la salud mental. El segundo de los estudios citados recoge más de cien trabajos publicados en los que se destaca la relación entre desempleo y deterioro del bienestar psicológico. Las conclusiones de estos estudios, realizados durante el referido periodo de crisis económica han sido corroboradas mediante estudios que empiezan a aparecer en la década de 1970 y que se han seguido realizando hasta la actualidad y en los que se detecta que el desempleo está asociado a mayores síntomas de deterioro psicosomático, ansiedad, depresión, baja autoestima y disminución del bienestar psicológico.
Sin duda, las investigaciones actuales, al igual que sucediera en la crisis de 1929, han acompañado otros dos momentos de crisis económica. La primera, la que se produce a partir del año de 1973 donde el desempleo volvió a convertirse en el mayor problema social al que se enfrentaban los países industrializados (Álvaro, 1992; Álvaro & Fraser, 1994; Banks, 1992; Blanch, 1990, Dooley & Catalano, 1980; Fryer & Payne, 1986; Feather, 1990; Furham, 1983; García, 1985; Kelvin & Jarret, 1985; Torregrosa, Bergere & Álvaro, 1989; Warr, 1987a) y, la segunda, la que se inicia a finales de 2007 con una nueva crisis económica, sobre todo en Europa, y que continua hasta la actualidad, con investigaciones sobre las consecuencias del desempleo en la salud mental que arrojan resultados semejantes a los referidos en los estudios anteriormente citados. Así, por ejemplo, Karsten & Moser (2009), en un estudio en el que se utilizó la técnica del meta-análisis realizado sobre un total de 237 estudios correlacionales y 87 longitudinales encuentran que mientras que un 34% de las personas desempleadas declaran síntomas de deterioro psicológico, sólo un 16% de los trabajadores empleados refieren dichos síntomas. El tamaño del efecto para el conjunto de la población analizada en los referidos estudios (d = 0.51), muestra el mayor deterioro psicológico de las personas desempleadas. En resumen, son ya muy numerosos los estudios recientes en los que se documenta el impacto psicológico negativo del desempleo sobre la salud mental. Además, la evidencia de los estudios longitudinales indica que el desempleo no sólo está asociado a un deterioro del bienestar psicológico, sino que es una de las causas del mismo.
Obviamente, la experiencia del desempleo no es homogénea. Una serie de variables entre las que encontramos el sexo, la edad y la duración del desempleo han sido algunas de las consideradas como variables que influyen en la situación psicológica de los desempleados. Con respecto a las dos primeras variables, los estudios realizados llegan a la conclusión de que si bien el desempleo puede tener un impacto algo mayor en hombres de edades intermedias, sus efectos son negativos tanto para hombres como para mujeres y para todos los grupos de edad (Álvaro, 1992).
En relación a la tercera de las variables mencionadas, la prolongación del período de desempleo ha sido uno de los factores más investigados. En general, la mayoría de los estudios realizados muestran que la duración del desempleo está asociada a un deterioro en la salud mental de los trabajadores; es decir, que cuanto más se prolonga la situación de desempleo mayor es el deterioro observado en la salud mental (Álvaro, 1992; García, 1985; Karsten & Moser, 2009; Stankuna, Kalediene, Starkuviene, & Kapustinskiene, 2006). Sin duda, la situación que vive la persona desempleada se ve deteriorada conforme pasa el tiempo, no sólo por la reducción de los ingresos económicos, sino también por la disminución de las perspectivas de encontrar un nuevo puesto de trabajo. Ciertamente, desde teorías como la del desvalimiento aprendido de Seligman (1975) podemos predecir que el aumento de la duración del desempleo incrementa la indefensión de las personas y las probabilidades de sufrir un deterioro en su salud mental, al percibir que los esfuerzos invertidos para buscar trabajo no dan lugar a los resultados esperados. En esta situación cabe esperar que se sientan desmotivadas para seguir intentando encontrar un empleo.
Otro importante factor a la hora de entender las consecuencias psicológicas del desempleo, y que no ha sido tenido muy en cuenta, es el contexto social y cultural de los desempleados como factor clave para entender el bienestar psicológico de los mismos. En general y salvo excepciones (Álvaro & Garrido, 2003; Hammer, 1999; Julkunem, 2002) las investigaciones sobre las consecuencias psicológicas del desempleo no han considerado el contexto cultural y social como factores determinantes del impacto psicosocial del mismo. Si bien parece que los efectos psicológicos del desempleo son más acusados en países con un menor desarrollo económico, una distribución de la riqueza más desigual y un sistema de protección social menos desarrollado (Karsten & Moser, 2009), lo cierto es que en términos comparativos también encontramos evidencia de un mayor deterioro psicológico en aquellos desempleados de países con un mayor desarrollo económico y un sistema de protección social para el desempleo más avanzado. Esto es lo que señalan estudios como los de Marsh & Álvaro (1990) al investigar las consecuencias del desempleo en países con distintos sistemas de protección social. Contrariamente a lo esperado, ambos autores observan que el deterioro psicológico de los desempleados es mayor en países más desarrollados económicamente y con un sistema de protección por desempleo más amplio. Ambos autores encuentran apoyo empírico para la hipótesis de la privación relativa, según la cual cuanto mayores son las diferencias en ingresos entre trabajadores empleados y desempleados mayor es también el sentimiento de privación relativa asociado a la ausencia de un puesto de trabajo y, por tanto, mayor el deterioro en la salud mental. Esto explicaría por qué en aquellos países donde hay mayor diferencia de ingresos entre empleados y desempleados, el bienestar psicológico de éstos últimos es peor. En nuestro caso esto nos llevaría a sustentar la hipótesis de que el deterioro psicológico entre los trabajadores desempleados es mayor en España que en Brasil.
Otro aspecto importante en la investigación sobre la salud mental son los procesos cognitivos involucrados. Más específicamente, la relación entre la atribución de causalidad ante situaciones vitales como el desempleo y la salud mental. En este sentido, el desempleo puede atribuirse a muy diversas causas; desde atribuciones internas o individualistas que ponen el énfasis en la persona (causa interna) como responsable de la situación, hasta atribuciones de carácter social en las que serían circunstancias externas al individuo las responsables, como puede ser la política del gobierno (algo modificable y que no tiene un carácter necesariamente estable) o fatalistas (como puede ser el desarrollo tecnológico, algo externo e inmodificable).
Diversos autores como Abramson, Seligman y Teasdale (1978), Álvaro, Garrido & Schweiger (2010), Anderson & Bailey (1986), Sweeny, Robin & Hayes, (1995), entre otros, han destacado como el estilo atributivo de causalidad se relaciona con la depresión y es importante para determinar el bienestar psicológico de las personas. Los estudios sobre las consecuencias psicosociales del desempleo también se han mostrado preocupados por la relación entre el desempleo, los procesos de atribución causal y distintas variables como son la depresión, la autoestima, el locus de control o las actitudes frente al mercado de trabajo (Gondim, Álvaro, Luna, Oliveira & Souza, 2010). Los resultados de estos estudios vienen a constatar que la atribución de la falta de empleo a causas internas, globales y estables tiende a estar asociada a déficits depresivos y que la motivación para buscar empleo depende de un locus de control interno y atribuciones internas sobre el éxito o fracaso en el mercado de trabajo. Otros estudios como los de Gurney (1980) y Furnham (1982), constatan que mientras las personas desempleadas tienden a atribuir el desempleo más a causas externas al individuo y, por tanto, de carácter social y situacional, las personas empleadas tienden a atribuir el desempleo más a los propios desempleados, responsabilizándoles más por su situación de desempleo. En cualquier caso, estudios recientes como los de Mylonas et al (2010) indican que en la explicación del desempleo están implicadas causas de carácter individual, social y fatalista, confirmándose en gran medida el modelo tridimensional de las atribuciones sobre las causas del desempleo desarrollado por Furham (1982).
HIPÓTESIS
En función de los estudios previamente mencionados y los resultados obtenidos, formulamos las siguientes hipótesis. Nuestra primera hipótesis es que se obtendrán diferencias significativas entre trabajadores desempleados y empleados (H1) y que dichas diferencias se mantendrán independientemente del país. Se espera, por tanto, que tanto en España (H1a) como en Brasil (H1b) los desempleados tengan mayores síntomas de deterioro psicológico.
En segundo lugar, esperamos que las diferencias entre empleados y desempleados se mantengan para ambos sexos (H2), tanto en España (H2a) como en Brasil (H2b) y para los diferentes grupos de edad considerados (H3) tanto en España (H3a) como en Brasil (H3b). Pensamos, por tanto, que independientemente del sexo de los participantes y de su edad, los desempleados, en ambos países, tendrán un menor bienestar psicológico que los empleados.
Nuestra cuarta hipótesis (H4) es que la experiencia psicológica del desempleo se verá agravada en función de la duración del desempleo, en el sentido que cuanto mayor sea el tiempo de permanencia en el desempleo mayor será el deterioro psicológico, tanto en España (H4a) como en Brasil (H4b). Finalmente, de acuerdo con nuestra última hipótesis (H5) esperamos que para los trabajadores desempleados de ambos países, las atribuciones externas (sociales o fatalistas) estén asociadas a un mejor bienestar psicológico, mientras que las atribuciones internas se asocien a un mayor deterioro psicológico.
MÉTODO
Participantes
En Brasil participaron 195 personas, de las cuales el 63,6% eran mujeres y el 36,4% hombres. El 49,2% (n = 96) estaban empleadas y el 50,8% (n = 99) estaban desempleadas. En España participaron 225 personas de las cuales el 58,2% eran mujeres y el 41,8% restante hombres. El 46% (n = 104) estaban empleadas y el 54% (n = 121) desempleadas. Del total de la muestra el 54% tenían menos de 30 años, el 26 %% entre 31 y 45 y, finalmente, el 20% tenían más de 45 años. En la muestra total de desempleados (n = 220) el 58% llevaban menos de seis meses en esa situación, el 21% llevaban entre seis meses y 1 año y el 21% llevaban más de un año desempleados
Procedimiento
En Brasil, los desempleados respondieron a un cuestionario en los servicios de SINEBAHIA (Servicio Público de Intermediación para el Trabajo). Esta institución se dedica a labores de selección y entrenamiento de personas que buscan un puesto de trabajo. En el caso español, los participantes lo hicieron en las oficinas del INEM (Instituto Nacional de Empleo). En ambos casos los cuestionarios fueron administrados por personal entrenado.
En cuanto a los trabajadores empleados, en el caso de Brasil fueron reclutados en cursos de capacitación pública y privada, mientras que en el caso español fueron seleccionados en empresas privadas e instituciones estatales. Tanto en el caso de los trabajadores empleados como desempleados se tuvieron en cuenta cuotas por sexo y edad y en el caso de los trabajadores desempleados cuotas por duración del desempleo. La muestra brasileña se realizó en Salvador, capital da Bahía, mientras que en el caso español fue realizada íntegramente en Madrid capital.
Instrumentos de Medida
Todos los participantes del estudio respondieron a un cuestionario en el que se incluyó una media de salud mental como es el General Health Questionnaire (GHQ) de Goldberg (1972, 1978), formada por 12 ítems. Se trata de un cuestionario autoadministrable, en un principio diseñado para detectar trastornos psíquicos menores, de carácter no psicótico. Sus ítems describen conductas y emociones frecuentes en la población normal y desde el inicio ha sido utilizado como medida de bienestar psicológico general. Todo ello hace que esté justificado su uso como medida de bienestar psicológico también en poblaciones en las que no existe un diagnóstico clínico. En este sentido, el GHQ ha sido utilizado en muestras españolas (Álvaro, 1992; Garrido, 1991) y brasileñas (Borges & Argolo, 2002), obteniendo de forma repetida, altos niveles de fiabilidad y validez (Lemos, 1996).
Por otra parte, la asociación entre las puntuaciones en el GHQ y diagnósticos clínicos independientes es bastante alta, demostrado una gran discriminación entre 'casos' y población 'normal'. Cada ítem del cuestionario ofrece información sobre el grado en que, en el espacio de las últimas semanas, el entrevistado ha experimentado determinados síntomas. A continuación, se presenta algún ejemplo de las cuestiones planteadas: "¿Ha podido concentrarse bien en lo que hacía?"; "¿Se ha sentido capaz de tomar decisiones?". Las categorías de respuesta para estas preguntas son las siguientes: "Mejor que lo habitual", "Igual que lo habitual", "Menos que lo habitual" y "Mucho menos que lo habitual". Si bien existen diversas formas de puntuación, uno de los métodos más utilizados se ajusta al método Likert con un rango de 0 a 3. La puntuación mínima es de cero puntos (alto bienestar psicológico) y la máxima de 36 (bajo bienestar psicológico). El coeficiente alfa de consistencia interna fue de 0.89 en el caso español y de 0.86 para la muestra brasileña.
También se incluyó el cuestionario sobre atribuciones de las causas de desempleo de Furhman (1982), que consta de 19 ítems que cubren tres dimensiones atribucionales: causas sociales del desempleo (6 ítems), causas fatalistas del desempleo (6 ítems) y causas individualistas del desempleo (7 ítems). Cada ítem contiene una frase sobre una posible causa del desempleo de carácter individual, social o fatalista (por ejemplo: "Falta de esfuerzo y pereza de las personas desempleadas"; "El sistema educativo no se corresponde con las demandas de trabajo del mercado actual", "Cambios demográficos o poblacionales", respectivamente). Para responder a los ítems, los entrevistados utilizaron una escala de siete puntos variando de 1 (Muy Importante) a 7 (Nada Importante).
Estudios realizados con muestras de diferentes países entre los que se incluyen los dos de este estudio ofrecen evidencia empírica sobre la equivalencia factorial del cuestionario, con la excepción de Brasil (Mylonas et al., 2010). Dado que el caso de Brasil no se ajusta al modelo aquí utilizado se calcularon los coeficientes alfa de cada subescala correspondientes a las tres dimensiones (individualista, social y fatalista) para España (0.68, 0.82 y 0.65) y Brasil (0.65, 0.75 y 0.65) y se siguió la recomendación de Furnham (1982) quien señala la posibilidad de categorizar los diferentes países en este modelo a pesar de obtener soluciones factoriales no idénticas.
Finalmente, el cuestionario incluía variables sociodemográficas y una pregunta sobre el estatus ocupacional del entrevistado. En caso de que respondiera que se encontraba desempleado se le preguntaba por el tiempo que llevaba en dicha situación (Gondim et al., 2010).
RESULTADOS
Para comprobar nuestra primera hipótesis se realizo un ANOVA factorial por el procedimiento univariante con el que analizamos si el bienestar psicológico de empleados y desempleados diferente significativamente (H1). Los resultados obtenidos permiten confirmar la hipótesis 1 relativa a las diferencias entre empleados (M = 10.86; SD = 5.65) y desempleados (M = 14.21; SD = 6.80), [F (1, 406) = 20.72, p < .001]. No se observaron diferencias significativas por país, [F (1, 406) = 1.29, ns], y se constató que las diferencias entre empleados y desempleados no son independientes del país como podemos observar por la existencia de una interacción significativa entre estatus ocupacional y país [F (1, 406) = 3,96, p < .05].
Tal como se observa en la figura 1 las diferencias entre empleados y desempleados brasileños son menores que entre los españoles, en donde encontramos niveles de deterioro muy superiores entre los desempleados. Podemos concluir, por tanto, que el deterioro psicológico es mayor entre los trabajadores desempleados españoles que entre los trabajadores desempleados brasileños; o dicho de otra forma, que las diferencias entre los trabajadores empleados y desempleados en la muestra brasileña son menores que las observadas entre ambos grupos de la muestra española.
Dado este resultado se decidió realizar sucesivos ANOVAS factoriales separados para cada país con el objetivo de comprobar si las diferencias entre empleados y desempleados en cada país eran o no significativas y si resultaban independientes de la edad y el sexo. Antes de realizar dichos análisis constatamos que no existían interacciones significativas entre estatus ocupacional x sexo [F (1, 406) = .12, ns] y estatus ocupacional x edad [F (1, 406) = .62, ns] ni entre estatus ocupacional x sexo x edad [F (2, 406) = 2.89, ns]. De esta forma se confirman nuestras hipótesis 2 y 3; las personas desempleadas, en el conjunto de la muestra presentan mayores síntomas de deterioro psicológico independientemente del sexo y de la edad.
En los ANOVAS factoriales realizados para cada país nos encontramos con que en Brasil la diferencia entre desempleados (M = 12.9; SD = 6.79), y empleados (M = 10.76; SD = 6.30) en salud mental, no resultó significativa [F (1, 189) = 3. 47, p = .06], tampoco lo fueron las interacciones estatus ocupacional x sexo [F (1, 189) = .41, ns), estatus ocupacional x edad [F (2, 189) = 1.40, ns], y estatus ocupacional x sexo y edad [F (2, 189) = 1.90, ns]. Algo diferente puede decirse de España, donde las diferencias en salud mental entre empleados (M= 10.94; SD = 5.07) y desempleados (M = 15.41; SD = 6.61), sí resultaron significativas [F (1, 219) = 37, 87, p < .001]. Estos resultados vienen a corroborar que la asociación entre desempleo y salud mental no es independiente del país, tal y como constamos anteriormente.
Entre los participantes españoles, al igual sucedió entre los brasileños, no se encontraron interacciones significativas entre estatus ocupacional x sexo [F (1, 219) = .11, ns], estatus ocupacional x edad [F (2, 219) = 1.65, ns] y estatus ocupacional x sexo x edad [F (2, 219) = .06, ns]. Dado que las diferencias entre empleados y desempleados sólo resultaron significativas en el caso de la muestra española, podemos aceptar nuestra hipótesis H1a al tiempo que rechazamos la hipótesis H1b, para el caso de los participantes brasileños. Asimismo, las diferencias entre empleados y desempleados en cada país resultaron independientes del sexo (confirmándose nuestras hipótesis H2a y H2b), y de la edad (confirmándose nuestras hipótesis H3a y H3b).
En relación a la hipótesis 4 (H4), según la cual la duración del desempleo estaría asociada a un incremento del deterioro psicológico de las personas desempleadas, no se vio confirmada [F (1, 164) = 0.38, p = n.s.], no observándose tampoco una interacción significativa entre país x tiempo de desempleo [F (1, 164) =1,40, p = n.s]. Si bien hay que apuntar, tal y como se observa en la figura 2, que los trabajadores desempleados españoles muestran un deterioro algo más acusado según transcurre el tiempo de permanencia en la situación de desempleo, mientras que en el caso de los trabajadores desempleados brasileños observamos un ligero incremento entre los 7 y los 12 meses y una cierta disminución cuando el desempleo se alarga por encima de los 12 meses.
Por lo tanto, podemos afirmar que nuestra hipótesis 4 no se cumple, si bien observamos tendencias opuestas entre la muestra de trabajadores desempleados españoles y la muestra de trabajadores desempleados brasileños. En resumen tenemos que rechazar nuestra hipótesis 4 así como las subhipótesis H4a y H4b.
Finalmente, en relación a las atribuciones sobre desempleo, encontramos diferencias significativas en todas las dimensiones atributivas sobre las causas del desempleo entre la muestra española y brasileña: atribuciones individuales Brasil (M = 2.70; SD = 0,94), España (M = 4.21; SD = 1.50); [t(418) = 15,732; p < .001)]; atribuciones sociales Brasil (M = 2.17; SD = 0,76), España (M = 2.95; SD =1.01); [t(418) = 11,043; p < 001)] y atribuciones fatalistas Brasil (M = 2.76; SD = 0,83), España (M = 3.22; SD = 1.00); [t(418 ) = 6,345; p < .001)]. En la muestra española las causas individuales son menos importantes que en la muestra brasileña, algo que sucede, pero en menor medida, con las causas sociales y fatalistas, donde las diferencias son menores, lo que refleja, en parte, la situación del desempleo en ambos países y la importancia relativa atribuida a las distintas explicaciones sobre el desempleo entre los participantes españoles y brasileños.
En relación a nuestra hipótesis 5, vemos que ésta sólo se cumple parcialmente para el caso de España, ya que para la muestra de desempleados españoles las correlaciones sólo son significativas en el caso de las atribuciones sociales (r = -.14; p < .05) y fatalistas ( r = -.20; p < .05) pero no en el caso de las atribuciones individualistas (r = .03; n.s.). En el caso de la muestra de desempleados brasileños las correlaciones entre salud mental y estilos atributivos no resultaron significativas: atribuciones sociales (r = .049; n.s.), fatalistas ( r = .05; n.s.) e individualistas ( r = .006; n.s.).
DISCUSIÓN
En primer lugar, se constata que la experiencia psicológica del desempleo, tal y como preveíamos, es psicológicamente desestabilizadora. En ambos países, los trabajadores desempleados muestran un mayor deterioro psicológico que los trabajadores empleados, si bien dichas diferencias sólo resultaron claramente significativas en el caso de la muestra española. Estos resultados pueden explicarse en función de las diferencias que de manera general caracterizan a contextos como el del empleo y el del desempleo en países como España y Brasil.
Cabe esperar, de acuerdo con Warr (1987b), que el paso de una situación de empleo a otra de desempleo suponga una reducción en distintos aspectos como son las oportunidades para ejercer control sobre el medio, para utilizar y desarrollar los conocimientos y habilidades personales, en los objetivos generados en el medio, en la variedad de la vida personal, en la claridad ambiental referida a la posibilidad de planificar el futuro, en la disponibilidad económica, en la seguridad física, en el desarrollo de relaciones interpersonales y en la obtención de una posición social valorada. Todos estos factores pueden sufrir un deterioro con la situación de desempleo y como indica Warr (1987b), afectar la salud mental.
Probablemente las diferencias observadas entre las muestras de España y de Brasil puedan explicarse por el hecho de que las perspectivas de desarrollo económico y la situación de desempleo sean más negativas en el caso español que en el caso brasileño. De acuerdo con Jahoda (1982) con el paso de una situación de empleo a otra de desempleo no sólo se pierde la función manifiesta de aquél como es la de proveer de un salario, sino también una serie de funciones latentes como son las de hacer posible una actividad, desarrollar relaciones interpersonales, estructurar el tiempo, participar de metas colectivas y construir una identidad. Estudios futuros deberán indagar en qué medida el grado en que estas funciones son realizables depende no sólo de la situación económica, así como del contexto laboral y de la situación de empleo/desempleo de cada país, sino también del contexto cultural.
En segundo lugar, ha quedado constatado que los desempleados españoles no sólo son el grupo que muestra los mayores síntomas de deterioro psicológico, sino que esto ocurre tanto para hombres como para mujeres y para todos los grupos de edad considerados. Estos resultados nos hacen pensar que independientemente de la edad y del sexo el sentimiento de privación relativa es mayor entre los desempleados españoles que entre los brasileños.
En tercer lugar, la duración del desempleo no resultó una variable que influya significativamente en el bienestar psicológico de los desempleados de ambos países. Las diferencias entre los desempleados españoles y brasileños se mantienen "relativamente constantes" a lo largo del tiempo. Cabe constatar, sin embargo, que a pesar de no ser significativa sí se encontró una tendencia digna de destacarse. Mientras que entre los participantes españoles se observa una relación lineal en el sentido de que cuanto mayor es el periodo de desempleo mayor el deterioro psicológico, entre los participantes brasileños dicha relación adopta una forma curvilineal, lo que vendría a revelar una cierta acomodación al desempleo.
Una posible explicación de este resultado, en principio inesperado, vendría dada por las menores expectativas de encontrar un puesto de trabajo en el caso español, lo que implicaría un impacto mayor desde los momentos iniciales del desempleo que los observados en la muestra brasileña; dicho impacto podría incrementarse relativamente con el transcurso del tiempo y la reducción de recursos, mientras que en el caso de la muestra brasileña las mayores perspectivas de empleo y un sentimiento de privación relativa menor podrían explicar tanto sus menores niveles de malestar psicológico en relación a la muestra española como su mayor capacidad de adaptación. Asimismo, el apoyo de la familia o la realización de trabajos que no se declaran como tales, en diversos sectores de la economía informal, podrían estar también influyendo en la explicación de los resultados obtenidos.
De igual manera, no podemos descartar un efecto de selección de la muestra de los participantes brasileños que les haga estar más acostumbrados a estar fuera del mercado laboral, en parte por falta de cualificación para cierto tipo de trabajos. Esto es particularmente relevante si tenemos en cuenta que el lugar donde fueron recogidos los datos de los participantes brasileños, el SINE, ofrecía puestos de trabajo sin cubrir por no encontrar personas con un nivel de preparación adecuado a las características demandadas. Además, tal y como comentamos anteriormente, las diferencias en las tasas de desempleo entre ambos países hacen que las expectativas de reinserción laboral sean muy diferentes para un desempleado español que para un desempleado brasileño, independientemente de sus características personales.
Los resultados obtenidos tienen que ser matizados a tenor del tipo de estudio realizado. La medición de la duración del desempleo es retrospectiva y no puede sustituir a una medición longitudinal que daría una mayor fiabilidad a los resultados obtenidos. Esto es algo común a los estudios en los que se analiza la relación entre duración del desempleo y salud mental (Pozo, Ruiz, Pardo & San Martín, 2002).
Finalmente, en relación a la asociación entre las razones sobre las causas del desempleo y el bienestar psicológico de las personas desempleadas observamos diferencias entre los participantes españoles y brasileños. Cabe destacar, en primer lugar, que existen diferencias entre ambas muestras en el tipo de explicaciones sobre las causas del desempleo. Los españoles tienden a atribuir el desempleo más a causas externas (sociales o fatalistas) y menos a causas internas (individuales) que los brasileños en los que priman atribuciones fatalistas e individualistas y, en menor medida, sociales. Por otro lado, en la muestra de Brasil no se observa una asociación significativa entre los distintos tipos de atribución, mientras que en España observamos una asociación entre atribuciones del desempleo a causas sociales o fatalistas y un mayor bienestar psicológico, si bien las respuestas que incluían explicaciones individualistas del desempleo no arrojaron una correlación significativa. Estos resultados, considerados globalmente, puede que se expliquen por la mayor tendencia observada en la muestra brasileña a señalar todas las dimensiones atributivas sobre las causas de desempleo como importantes, lo que llevaría a una indiferenciación de la relevancia de los factores de atribución causal en la explicación de las causas del desempleo.
CONSIDERACIONES FINALES
Las investigaciones desarrolladas hasta la fecha, entre las cuales se incluye este trabajo, revelan la necesidad de llevar a cabo no sólo estudios realizados desde un nivel individual de análisis, sino también grupal y colectivo. De igual modo, sería útil analizar no sólo las consecuencias psicológicas del desempleo, sino también las actitudes políticas e ideológicas de los desempleados y su relación con la salud mental.
Este estudio y los datos obtenidos ponen de manifiesto la necesidad de realizar más estudios comparativos, así como la importancia de combinar estudios cuantitativos y cualitativos. Finalmente, dada la actual situación de transformaciones del mercado laboral sería útil no sólo estudiar el desempleo, sino también nuevas formas de empleo precario y su impacto en la salud mental. En definitiva, analizar cómo las desigualdades sociales se traducen en diferencias en salud mental.
La evidencia empírica obtenida no debería quedarse en la mera constatación de los perniciosos efectos del desempleo en la salud mental, sino también indagar acerca de posibles formas de reducir las consecuencias negativas asociadas a los desajustes entre oferta y demanda en el mercado laboral. En este sentido, conviene destacar que además de la necesidad de mantener y/o profundizar en la construcción de un Estado del Bienestar que garantice un nivel mínimo de supervivencia económica, también es posible ofrecer a las personas desempleadas ayuda psicosocial que redunde en una atenuación de los costes psicológicos asociados a la experiencia del desempleo.
Conviene también recordar que los programas de intervención si bien no pueden sustituir a los beneficios derivados de la reincorporación al mercado laboral, sí han mostrado ser moderadamente eficaces para disminuir los efectos psicológicos negativos del desempleo. Así lo destacan Karsten & Moser (2009) quienes encuentran en un estudio realizado con la técnica del meta-análisis sobre un total de 287 estudios correlacionales y 87 investigaciones longitudinales sobre los efectos psicológicos del desempleo que el tamaño del efecto de los programas de intervención para desempleados es de d = -.35. Esto nos debe indicar la necesidad de arbitrar medidas de apoyo social para este grupo social.
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Recebido em: 01.03.2012
Aprovado em: 01.04.2012
1 Contacto: José Luis Álvaro Estramiana. Departamento de Psicología Social - Facultad de Ciencias Políticas y Sociología - Universidad Complutense de Madrid - 28223 - Madrid, España. jlalvaro@cps.ucm.es. +34 91-3942763