Revista de Psicología Universidad de Antioquia
ISSN 2145-4892
RESEÑA
Las redes del cuidado: madres comunitarias y vínculos que protegen
Mauricio Bedoya Hernández, Dagoberto Barrera Valencia, Yurani Muñoz Marín y Janeth Vélez Ramírez (2013).
Medellín. Editorial Universidad de Antioquia
María Victoria Builes Correa.1
1 Docente Universidad de Antioquia.
Para citar este artículo:
Builes, M. (2013). Las redes del cuidado:madres comunitarias y vínculos que protegen [Reseña del libro Las redes del cuidado:madres comunitarias y vínculos que protegen, por Mauricio Bedoya Hernández, Dagoberto Barrera Valencia, Yurani Muñoz Marín y Janeth Vélez Ramírez (2013)]. Revista de Psicología Universidad de Antioquia, 5 (2),127-129.
El libro Las redes del cuidado: madres comunitarias y vínculos que protegen está escrito por Mauricio Bedoya Hernández, Dagoberto Barrera Valencia, Yurani Muñoz Marín y Janeth Vélez Ramírez, psicólogos, docentes del Departamento de Psicología de la Universidad de Antioquia. Los cuatro pertenecen al grupo de investigación en Psicología Social y Política de dicho departamento. Fue editado por la Universidad de Antioquia en la colección de investigación en ciencias sociales en diciembre de 2013.
En su recorrido investigativo, el libro da cuenta del cuidado en sus dos grandes aspectos, a saber, el cuidado como experiencia íntima (cuidar de sí) y el cuidado como experiencia pública (cuidar de otros). Estas formas de cuidar hacen posible una experiencia ética en la que las personas van tejiendo redes de relaciones consigo mismo y con los demás. Específicamente, como lo aborda el libro, entre mujeres que cuidan de niños y niñas y niños y niñas que cuidan de ellas; estas formas de cuidar propician que tanto ellas como ellos vivan la experiencia del reconocimiento, que inscribe al sujeto en el mundo de la acción, la palabra y la responsabilidad frente a las elecciones que van haciendo acontecer en su vida. El reconocimiento libra de la exclusión, de la marginación, y convoca a la práctica de círculos de virtud, en tanto dar y recibir.
El texto pone en evidencia la experiencia del cuidado en las prácticas que tienen las madres comunitarias del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, con niños y niñas de su hogar comunitario. En esta experiencia se dejan ver solidaridades, amores, tensiones, redes de apoyo.
Los autores presentan esta experiencia en cinco capítulos. En el primero denominado ''El vector por lo infantil''. Ser y hacerse madre comunitaria, se visibiliza el papel definitivo que tiene la vocación de cuidar en la configuración de la identidad de las madres comunitarias. Ello permite que su práctica sea continuamente reflexionada en función de hacerse mejores cuidadoras. En el segundo capítulo, denominado ''Las vigías y promotoras del desarrollo'', muestran que el trabajo de la madre comunitaria tiene como propósito la gestión del desarrollo integral de las niñas y los niños. Por eso, encuentran que estas mujeres ejercen un doble rol, a saber, el del maternaje y el educativo, ambos definitivos para el logro del desarrollo humano de los infantes. El capítulo tres, ''Ambientes y prácticas de cuidado'', presenta las condiciones y actos en que se da el cuidar. Ellas asocian el cuidado con estar presentes, proteger, velar, apoyar a través de instrumentos como la palabra, el ejemplo, el cuerpo, entre otros. El escenario y las prácticas que allí acontecen van propiciando que el hogar comunitario se vaya volviendo ''familia comunitaria''. ''Las redes del cuidado'' es el título del cuarto capítulo. Estas redes son tejidas por estas mujeres a propósito de su telos, de su horizonte que es el cuidado de las niñas y los niños. Ellas, a su vez, resultan en-red-adas en tanto son también cuidadas por esta red. De esta red participan las madres comunitarias y sus familias, los niños y niñas y sus familias, el ICBF, y otras instituciones de la comunidad o la ciudad y otras madres comunitarias. El capítulo quinto, con el que se cierra el libro, lo denominaron ''Cuidarse;'' las madres comunitarias concibieron esta categoría como sinónimo de quererse a ellas mismas, verse bien para los demás, capacitarse, estar atentas a ellas mismas, tener estabilidad emocional. Para ellas resultó prioritaria la condición de cuidarse para poder cuidar de otros. El cuidarse, al igual que emergía del cuidar de los otros, se traduce en una suerte de prácticas cotidianas vinculadas con el bienestar físico, emocional y espiritual.
Los planteamientos del libro resultan refrescantes, dado que permiten visibilizar la labor silenciosa y mal remunerada realizada por mujeres simples que, aunque con pocos estudios académicos, logran enredarse y enredar a otros actores sociales en lo que Heidegger denomina el ser de la existencia, el cuidado como sinónimo de cura. Pero, por otra parte, este texto va más allá al proponer de qué manera el cuidado puede ser pensado y vivido como propuesta ética para una sociedad como la nuestra, cada vez más individualista.
Ellas, las madres comunitarias, cuando le apuestan a una vocación: el cuidar, se van dando forma y van ayudando a otros a darse también forma en tanto pueden cuidarse, cuidar de otros y enseñar el cuidado. Cada una de ellas lo va haciendo desde sus propios saberes, intuiciones, vivencias; es decir, desde su subjetividad. Y van integrando en sus prácticas otras subjetividades. Así, los autores logran mostrar la forma como el cuidado implica entramados subjetivos e intersubjetivos, que van narrando y re-narrando nuevas identidades.
La lectura de los autores en torno a las redes de cuidado que se van conformando a partir de las prácticas de las madres comunitarias, resulta además novedosa en tanto lo vinculan con el cuidado de sí, que recrea Michel Foucault de las prácticas grecorromanas de la antigüedad. Este cuidado de sí, como lo citan los autores, se realiza en unas acciones sobre sí mismo que van subjetivando al sujeto y que, finalmente, van configurando como obra de arte la propia existencia. En la experiencia de las madres comunitarias esta obra de arte trasciende el ámbito íntimo y se mueve a lo público, en tanto vinculan a otros en esta construcción estética; otros que, como ellas, terminan en esta red, convirtiéndose en coro polifónico de voces que propician cuidado, que cultivan humanidad.
Si se quiere, el libro plantea formas de resistencia política alrededor de la experiencia del cuidado de niños y niñas que controvierten las historias de mercado, higienistas, de normalización, medicalización y control que detentan las sociedades actuales.
Aunque los autores son claros a la hora de decir que no buscan hacer apología de estas madres comunitarias, dado que ellas no son inmunes a los límites y fragilidades de lo humano, en el texto no se evidencian condiciones que les creen conflicto por cuidar desde lo subjetivo y desde el contexto social, económico y político en el que están insertas sus prácticas. Resultaría interesante conocer también cómo ellas se sobreponen y leen estos condicionantes del cuidado, en tanto la trayectoria se mantiene firme en el cuidar.