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Universitas Psychologica

versão impressa ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. v.7 n.2 Bogotá ago. 2008

 

 

Pensamientos y sentimientos reportados por los niños ante la separación de sus padres*

 

Thoughts and feelings reported by children about their parents’ separation

 

 

María Liliana Muñoz-Ortega; Paola Andrea Gómez-Alaya; Claudia Marcela Santamaría-Ogliastri

Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia

 

 


ABSTRACT

The general objective of this descriptive research was to analyze, in a group consisting of 25 children aged 11 to 15 years old, the thoughts and feelings experienced after their parents’ separation, which had happened 3 to 5 years before, and the evolution of these thoughts and feelings during that time. A validated semi-structured interview was conducted and the information gathered was analyzed quantitatively. Results suggest that children report thoughts concerning the future and related to insecurity, fear and anxiety, as well as feelings such as anger, sadness and resentment. In some cases these thoughts and feelings continue even though 3 to 5 years after family rupture.

Key words authors Divorce, Thought, Feeling.

Key words plus Divorce, Interview, Psychological, Adult children-psychology.


RESUMEN

El objetivo general de este estudio descriptivo, fue analizar, en un grupo de 25 niños cuyas edades oscilan entre los 11 y 15 años, los sentimientos y pensamientos que de manera más frecuente se presentaron a partir de la separación de sus padres ocurrida entre 3 y 5 años atrás y la evolución de los mismos a través del tiempo. Se utilizó una entrevista semiestructurada debidamente validada y la información fue analizada de manera cualitativa. En los resultados, sobresale que los niños reportan los pensamientos que tienen que ver con la preocupación por su futuro y los relacionados con inseguridad, temores y ansiedad, así como los sentimientos de rabia, tristeza y resentimiento. En algunos casos estos sentimientos y pensamientos siguen existiendo a pesar de que han pasado entre 3 y 5 años desde el momento de la ruptura familiar.

Palabras clave autores Divorcio, Pensamiento, Sentimiento.

Palabras clave descriptores Divorcio, Entrevista psicológica, Niños adultos-psicología.


 

 

Frecuentemente escuchamos niños diciendo: “mis papás son separados”. ¿Preocupa qué representa esto para los niños? ¿O se espera que se adapten llegando incluso a legitimar la separación? Posiblemente el niño alcance una estabilidad, pero, ¿cuánto le ha significado? ¿Impotente no puede explicar por qué papá o mamá resolvió irse? Produce nostalgia encontrar en sus recuentos expresiones como: “oso que lo supieran”, “por eso no me gusta la navidad”, “al principio mucha rabia porque nos engañaron, luego soledad, deseos de no hacer nada”, “la falta de mi papá no se me ha pasado ni se me pasará”, “nunca me olvidare que mi mamá nos abandonó”, “aunque la vida parece normal, no soy completamente feliz”, “falta algo, la presencia del papá es irremplazable”.

La familia es el primer y más importante contexto de crecimiento y socialización de los niños. Para ellos es una institución omnipresente en la que el padre y la madre son figuras fundamentales para su proceso de desarrollo. La relación entre ellos constituye un modelo determinante para el comportamiento de los hijos, proporcionándoles la confianza y la seguridad en sí mismo tan necesarias para los seres humanos. Después del nacimiento, el ser humano se desarrolla lentamente y requiere de muchos años de cuidados antes de lograr su independencia, establece vínculos afectivos fuertes y duraderos y la ruptura de esos vínculos genera un duelo que implica necesariamente un proceso doloroso de elaboración y de adaptación. En la actualidad, la familia como institución se ha visto expuesta a múltiples cambios que implican adaptarse a nuevos estilos de vida. Cada día es más frecuente la separación entre los padres y la ruptura de esta relación en una familia acarrea una serie de consecuencias en los hijos que varían de acuerdo a aspectos tanto personales de los niños y de los padres, como aspectos familiares, económicos y sociales. Ante una separación el niño, en una u otra medida, se verá afectado, razón por la cual se hace necesario disminuir al máximo los factores de riesgo presentes en el entorno general del niño y fortalecer los factores protectores de manera que se le facilite al niño elaborar en la mejor forma posible el duelo por la pérdida de la unidad familiar y su proceso de adaptación al nuevo estilo de vida. La ruptura familiar propicia en el niño la aparición de una serie de sentimientos y pensamientos que pueden incidir en su vida personal, emocional y social actuando como factores de riesgo o de protección.

La familia, según Palacios y Rodrigo (1998), es la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, un compromiso personal entre ellos y se establecen relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia, mayores aún cuando llegan los hijos. En los niños, la familia se conceptualiza como un todo, donde se establecen los vínculos afectivos más fuertes que comienzan a gestarse en etapas muy tempranas del desarrollo cuando hay ausencia de conciencia. Los hijos establecen con los padres además de un vínculo afectivo fuerte, un relación muy dependiente mediada por el instinto de supervivencia, teniendo en cuenta que, los niños, si llegaran a ser abandonados por sus padres y no encontraran un adulto que ejerciera dicha función, sencillamente morirían.

Según Sánchez (1984), la familia como institución permite la construcción equilibrada del niño, y por lo tanto de la sociedad, pues en su proceso de maduración es necesario el contacto afectivo personal adecuado y los modelos de referencia son las imágenes sanas masculina y femenina, que permiten la integración del hombre a la sociedad. La familia así como las demás instituciones sociales se encuentra sometida a un constante proceso de cambio y adaptación a nuevos modos de vida en donde se tiende a mutilar las relaciones sociales, pero esto no significa que los niños no necesiten a los adultos para su formación y éstos a los niños para materializar el deseo de supervivencia que tiene el hombre.

Para Hoffman, París y Hall (1996), aspectos como el éxodo del campo a la ciudad cuyas consecuencias afectan el sistema familiar o como el paso de la familia extensa a una familia nuclear, son situaciones que someten a la familia a mayores tensiones. Teniendo en cuenta estos aspectos se podría decir que la familia ha tenido un cambio significativo a través del tiempo. Las tensiones a las que se ve sometida, como el hecho de que ambos integrantes de la pareja deban trabajar y por lo tanto los hijos pasen a ser criados por terceros o a permanecer solos, hace que no exista un concepto de unidad y “completud” en el grupo familiar. La mujer en el mundo del trabajo convierte este espacio en un soporte para la relación de pareja, pero también es un espacio de enfrentamiento, competencia y tensión. La situación laboral de la pareja al iniciar la unión y su evolución es consecuencia del cambio en la estructura productiva, pero también producto de las necesidades a que se ven enfrentados los miembros de la pareja en diferentes momentos de la unión. Dicha situación provoca una desvirtualización de las jerarquías familiares, donde el ejercicio de la autoridad y la implementación de normas generalmente se hace de manera impositiva debido a la ausencia constante de los padres y donde no media la negociación ni el diálogo y mucho menos la lógica que implica unos padres y una pareja presente en el proceso de desarrollo de su relación y de sus hijos para que los acuerdos familiares, llámense normas, recreación o pautas de crianza, funcionen.

Papalia, Wendkos y Dusan (2001) afirman que la relación de pareja es uno de los principales factores para el eficaz desarrollo del niño teniendo en cuenta que para estructurar el clima emocional del niño, no se necesita sólo la madre o sólo el padre, sino la cooperación de ambos en forma de equipo, pues la familia como unidad dinámica es la que proporciona al niño una de las bases principales para la salud o enfermedad mental. En este orden de ideas, se podría afirmar que la separación de los padres cuando ocurre durante la infancia de los hijos, influirá en cierta medida la salud mental de los futuros adultos.

Con respecto a la situación de la separación de los padres, diversos autores han escrito sobre la incidencia en los hijos y es así como se encuentran reportes que tratan sobre diversos tópicos como: el cómo explicar la ausencia de uno de los padres (Weeks, 2000); la importancia de que los niños entiendan las causas de la separación como elemento para disminuir al estrés (Anónimo, 2000); los sentimientos de rabia, abandono y miedo de los niños ante la separación y la esperanza de una reconciliación (Kump, 1999); las necesidades de ayuda profesional para los niños cuyos padres se han separado (Anónimo, 2003); las inquietudes o preguntas de los niños por la separación (Rhodes, 2003); el cómo llevar con los niños de padres separados una vida tan normal como sea posible (Hanson, 2003) y las alteraciones psicosociales como retraso escolar en los niños de padres separados.

 

Método

Categorías de evaluación

Pensamiento: para el presente estudio se tuvo en cuenta la definición de pensamiento expuesta por Rice (1997) donde se entiende el pensamiento como la sucesión de representaciones mentales o ideas que los niños reportan haber tenido a propósito de la separación de sus padres, teniendo en cuenta el momento de desarrollo en que se encuentran.

Sentimiento: Para este estudio se tuvo en cuenta el sentimiento definido como el estado de ánimo que generó en los niños la separación de sus padres, más prolongado que la emoción suscitada en el preciso momento de la ruptura (Shaffer, 1999). En la mayoría de los casos la acción está marcada por una fuerte tonalidad de placer o displacer.

Evolución: para el presente estudio se tuvo en cuenta la evolución como la transformación o desarrollo que tuvieron a través del tiempo los pensamientos y sentimientos reportados por los niños ante la separación de sus padres (3 a 5 años).

Tipo de estudio

El presente trabajo consiste en una investigación de enfoque cualitativo de tipo descriptivo. Permitió describir el tipo de pensamientos y sentimientos que tuvieron los niños en el momento de la separación de sus padres y analizar la evolución de dichas categorías entre 3 y 5 años después, además de precisar cualitativamente los rasgos o atributos de mayor pertinencia y relevancia para la comprensión del fenómeno

Participantes

En el estudio participaron 25 niños, que oscilan entre los 11 y 15 años de edad, escolarizados, de estrato medio, de la ciudad de Bogotá, hijos de padres separados cuya ruptura familiar ocurrió hace 3 y 5 años y la convivencia de los padres y los hijos anterior a la separación, fue permanente. La selección de los participantes se realizó de manera intencional.

Instrumento

El instrumento que se utilizó fue una Entrevista Semiestructurada, diseñada especialmente para este estudio. Las preguntas de la entrevista fueron elaboradas con el fin de determinar los pensamientos y sentimientos del niño ante la ruptura de sus padres y la evolución a través del tiempo (3 a 5 años) y fueron sometidas al juicio de tres expertos cuyas características fueron: psicólogos clínicos con especialización en terapia de familia y amplia experiencia en el trabajo con niños y familias en conflicto.

Procedimiento

Por medio de profesoras de colegios y otros adultos y niños, se ubicaron niños con las características para el estudio. Una vez contactados, se verificó que estos niños cumplieran las condiciones de este estudio (tener entre 11 y 15 años, que la ruptura de la relación de los padres haya ocurrido entre 3 y 5 años atrás y que previa a la separación, la convivencia entre ellos haya sido permanente). Primero se habló con los padres de estos niños, explicándoles los objetivos del estudio y los parámetros de la entrevista, quienes, después de aceptar que sus hijos participaran en la investigación, diligenciaron el consentimiento informado. Por su parte, los niños aceptaron participar de este estudio y también diligenciaron el respectivo consentimiento informado. Seguidamente se realizaron las entrevistas de manera individual, es decir, cada niño, según su horario disponible, era entrevistado por una de las investigadoras. El tiempo de duración de cada entrevista osciló entre 10 y 15 minutos, donde no se tomó nota alguna, ya que fueron grabadas bajo la autorización tanto de los padres como de niños, para facilitar la transcripción de las mismas. Los lugares en donde se realizaron todas las entrevistas, fueron las casas de los niños, en el horario que ellos mismos estipulaban, generalmente después de sus jornadas escolares o fines de semana.

 

Resultados

La información brindada por los 25 niños se agrupó en categorías establecidas de acuerdo con el contenido de sus respuestas. De esta forma se vio como los pensamientos de los niños giraban en torno al futuro, a buscar una explicación a la separación de sus padres, a su papel con sus padres, a la dinámica familiar y a la posibilidad de atentar contra sí mismos. Los sentimientos fueron expresados por los niños en dos sentidos, aquellos que representaban sus propios estados de ánimo y los que involucraban sentimientos hacia otras personas.

Con respecto a los pensamientos se vio que en los niños, ante la separación de sus padres, predominan pensamientos que pueden estar asociados con estados emocionales como inseguridad, temores y ansiedad. Es evidente que a los niños, ante el rompimiento familiar, les preocupa su futuro en aspectos como quedarse solo, lo económico, su vida en general, su felicidad y, de manera llamativa, la aceptación por parte de los otros, posiblemente sus pares. Esta última preocupación es la que sigue existiendo en más niños a pesar de que ya habían pasado entre tres y cinco años cuando se les entrevistó. ¿Cuáles pueden ser los riesgos que trae para el desenvolvimiento general de los niños el tener que afrontar la separación de sus padres sabiendo que este hecho los lleva a ver con incertidumbre un futuro ante el cual no tienen la capacidad de incidir directamente por su corta edad y el temor de ser objeto de burla por parte de otros, que pueden incluir aquellas personas, como los pares, con quienes debe interactuar y compartir diariamente? Posiblemente los niños en el momento de la separación de sus padres no expresen con sus padres o personas cercanas los temores que fueron expresados en el estudio frente al hecho de haber perdido el cariño de alguno de sus padres, a un posible segundo abandono por parte del padre con quien queda viviendo, a no volver a verlo o incluso a la muerte del padre que se va de la casa. Es factible que temores como los descritos que involucran una perdida, generen en los niños estados de ansiedad que pueden ubicar al niño en alto riesgo para su desarrollo emocional, personal y social.

Para los sentimientos, en los reportes de los niños predominaron aquellos en los cuales está involucrado el niño mismo, siendo más frecuentes la rabia y la tristeza. De manera especial se vio cómo estos sentimientos en algunos casos siguen existiendo a pesar de que han pasado entre tres y cinco años desde el momento de la ruptura familiar. Es notoria la permanencia de sentimientos como la tristeza y la nostalgia. En relación con los sentimientos hacia los demás, sobresalió el resentimiento.

 

Discusión

Teniendo en cuenta que la relación de pareja es uno de los factores más importantes para el desarrollo del niño y que su clima emocional necesita de la cooperación de ambos padres, se puede afirmar que los conflictos o crisis de pareja que no llegan a superarse, causando la ruptura definitiva de la relación de los padres, imponen una carga emocional a los hijos, generando una serie de pensamientos y sentimientos con respecto a sí mismo y con respecto a los demás, que pueden causar impacto y posibles consecuencias principalmente a nivel relacional.

La responsabilidad que adquiere una pareja cuando decide constituir un hogar, aumenta cuando vienen los hijos, por lo tanto es importante anteponer dicha responsabilidad a los conflictos que se puedan presentar, normales en las parejas. Antes de pensar en una separación es necesario buscar alternativas de solución al conflicto y ponerlas en práctica ya que en los seres humanos hay cierta tendencia a huir de los problemas, a apartarse de las situaciones conflictivas y de las personas que les producen cierto malestar, sin tener en cuenta que en una familia ya no son sólo dos los implicados sino también todos los hijos que existen, por lo tanto la separación siempre debería de ser la última y menos posible opción para solucionar los conflictos familiares. Cuando una pareja decide separarse está motivada por un conflicto que ha surgido entre el hombre y la mujer y ha llegado al punto de terminar la relación amorosa que algún día surgió entre ellos. Sin embargo, cuando existen hijos, el conflicto trasciende la pareja y se localiza en éstos, quienes finalmente son las personas más ajenas a la situación conflictiva. Entonces, se podría decir que el conflicto no cesa cuando ocurre la ruptura; simplemente se traslada hacia los niños, convirtiéndolos en protagonistas de una situación que no les pertenece y obligándolos a ser la figura que garantiza la permanencia del vínculo, si se tiene en cuenta que la mayoría de los padres se separan pero no se desvinculan afectivamente y es por ello que convierten en eterno cada proceso que contempla la ley para llevar a cabo la separación, sometiendo a los hijos a constantes citaciones o interrogatorios o a tomar decisiones que afectan su estabilidad emocional cuando los niños no están preparados para esto.

La separación de los padres implica en los hijos darse cuenta y aceptar que sus padres tienen problemas, elaborar el duelo por la figura que desa parecerá de su entorno (padre o madre que se va), afrontar la carga emocional que implica la ruptura del vínculo afectivo de las figuras que representan un modelo para su vida emocional adulta, cambiar sus rutinas diarias y enfrentar la sociedad que aunque considera el divorcio como un hecho aceptable, no deja de mirarlo como una situación irregular, entre otros aspectos.

Darse cuenta o aceptar que los padres tienen problemas es un hecho que los niños no afrontan con facilidad si se tiene en cuenta que los padres son sus primeras figuras de apego y que cada uno ejerce una función fundamental en su desarrollo biopsicosocial. El niño asume la relación de pareja de sus padres como un todo, por lo tanto es difícil para él escindirlos y más difícil aún aceptar que uno de los dos abandonará el hogar que comparten. Esta situación genera en los niños sentimientos y pensamientos de abandono, de “incompletad” y de tristeza que pueden llevar a depresiones profundas.

Elaborar el duelo por la figura de apego que desaparecerá de su entorno es otra situación que genera confusión en los pequeños. El duelo se elabora cuando ocurre la pérdida de un objeto cargado de afectividad que ocupa un lugar importante en la vida del sujeto. Durante el proceso de duelo la persona debe descargar de afectividad el objeto perdido y recuperar para sí toda la carga afectiva puesta en dicho objeto. Sin embargo, en el caso de la separación de los padres el objeto se pierde parcialmente. En la mayoría de los casos el padre que abandona el hogar ve a sus hijos con cierta frecuencia lo cual no permite la desvinculación total, es decir, el duelo por la pérdida del padre ausente es intermitente. Esta situación hace que los niños no tengan un vínculo afectivo adecuado, pero tampoco una desvinculación total.

La carga emocional que trae consigo la ruptura del vínculo afectivo de los padres en la vida emocional del niño es un hecho que trasciende la infancia. Los sentimientos de abandono y tristeza y la inestabilidad que trae consigo la ruptura familiar, son elementos que siempre estarán presentes en las relaciones vinculantes que el sujeto logre establecer en el futuro. Las personas que durante la infancia han atravesado por una ruptura familiar, posiblemente, tienen un mayor riesgo de ser personas inestables, inseguras, que no logran establecer vínculos afectivos duraderos y que siempre tendrán temor al abandono. Todo lo anterior sumado al cuestionamiento social que implica una separación teniendo en cuenta que aunque el divorcio es un hecho común y legalmente reconocido en nuestra sociedad, no deja de ser una situación irregular que no corresponde con el ideal de familia y ocasiona en los niños un sufrimiento tal que determina su vida futura.

No es solamente importante que los padres den la vida a los hijos. Es mucho más importante, cargarla de sentido, cuestionando cada acción, cada palabra, cada actitud y pensamiento hacia ellos, permitiéndoles la libre expresión de sus opiniones, deseos, inquietudes y críticas constructivas, constituyéndose en verdaderos maestros de vida, dando rienda suelta al amor libre pero comprometido, a corregir con sentido y, sobre todo, a ser ejemplo de seres humanos, que pese a las dificultades, que no son ajenas dentro del núcleo familiar, son capaces de construir un ambiente de confianza, facilitando el sano desarrollo de la personalidad, posibilitando la seguridad necesaria en la toma de decisiones, evitando la crisis de valores.

Cuando ocurre la ruptura familiar, las expectativas que tienen los niños con respecto al futuro cambian completamente y sorprende encontrar que desde tan temprana edad los niños se proyecten como seres infelices e incompletos, por lo tanto, seres que no desean. ¿Cómo puede concebirse una infancia y adolescencia experimentando temor a ser rechazados, sintiendo desamor por parte de los seres que más quiere, tristeza, soledad, rabia, una Navidad llena de nostalgia y amargos recuerdos, deseos de suicidarse …?

“¡No basta!” puede ser una frase de cajón, el título de una canción que para algunos, no tiene mayor sentido, pero “¡No basta!” es una realidad muy próxima, es la diferencia entre ser padres o simplemente dedicar un día a la semana a un hijo, con la disculpa de que es más importante darle “calidad y no cantidad” de tiempo, lo que se opone a la intención de inculcar perseverancia, honestidad y rechazo a la mediocridad.

La separación, tan común en esta época, constituye un nuevo factor de riesgo para que la crianza de los hijos se convierta en un conflicto permanente entre lo que es adecuado y lo que no es adecuado para los mismos, siendo los propios niños los que deben asumir el desgaste psicológico que trae consigo la ruptura de la relación de los padres.

Se entiende por factor de riesgo a todos aquellos aspectos, situaciones y comportamientos que propician la aparición de sentimientos y pensamientos negativos en los niños a propósito de la separación de sus padres, que en determinado momento pueden llegar a ser manejables y prevenibles.

De acuerdo con testimonios reales de los niños, se encontró que el impacto de la separación de los padres por sí solo constituye un factor de riesgo importante para la aparición de sentimientos y pensamientos negativos en los niños, teniendo en cuenta que por mucho que se prepare al niño para afrontar el hecho de la separación, su vida siempre tiene un cambio significativo, en el cual se modifican rutinas que implican la adaptación del niño a un nuevo estilo de vida, generado por un conflicto ajeno a él. “… pienso que mi vida cambió. Nos cambiamos de casa, me cambiaron de colegio y como mi papi se fue a vivir a Medellín, sólo lo veo una vez al año, en diciembre …”.

Por otra parte, muchas veces los padres tienden a desvirtuar ante el niño la imagen del otro padre, sin tener en cuenta los sentimientos del niño y mucho menos el proceso de duelo por la pérdida que el niño debe asumir, sumándole una preocupación adicional al tener que escuchar todas las cosas malas que el padre o madre piensa del otro. “… ya pasó lo malo y ahora con mi papi somos amigos, aunque a veces peleamos porque dice cosas feas de mi mami …”.

En ocasiones el padre que abandona el hogar después de la separación asume a sus hijos como una obligación representada en una cuota alimentaria y unas visitas pactadas para un día y hora específicos, reforzando de esta manera en el niño sentimientos de abandono y tristeza que no desaparecen a pesar del tiempo “… me da tristeza cuando es por ejemplo el día de la madre y todos mis amigos del Colegio van con la mamá, porque mi mamá no está y yo ya la he invitado varias veces al Colegio pero ella nunca va, yo siempre estoy solo…”.

Si bien es cierto que los niños son ajenos al conflicto que se genera en la pareja, cuando éste es inminente e irremediable, no se puede pretender ocultar a los hijos una situación que será determinante para su vida. Más dañino aún que la separación como tal, puede ser el querer aparentar ante los hijos que nada está pasando y esperar a que ellos, por sí solos o por terceros, se enteren de la situación de sus padres. Esto lo perciben los niños como un engaño, y genera en ellos sentimientos y pensamientos de inseguridad y desconfianza “… Al principio no me di cuenta porque me dijeron mentiras y mi mamá me dijo que mi papá se iba a viajar, después cuando ya me di cuenta que se habían separado fue porque me llevaron al juzgado para ver quien se iba a quedar conmigo, cuando eso yo lo único que pensaba era que por qué me habían dicho mentiras”.

Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente se puede determinar que en el momento de la separación de los padres los factores de riesgo que propician en los niños la aparición de sentimientos y pensamientos negativos son diversos y particulares; por lo tanto, cualquier palabra, comportamiento o acción que padres o terceros tengan a propósito de la ruptura familiar puede convertirse en un factor de riesgo importante que incida en la salud mental de los pequeños.

Por otra parte, así como se presentan factores de riesgo en situaciones como la separación de los padres, también aparecen factores protectores que le permiten al niño reponerse a la ruptura, adaptarse a un nuevo estilo de vida y mantenerse en su vida futura. Estos son aquellos aspectos, situaciones o comportamientos que fortalecen la autoestima del niño, le proporcionan herramientas para elaborar el duelo por la pérdida del padre que desaparece de su entorno y le permiten afrontar la situación conflictiva con el menor compromiso para su salud mental. Cabe anotar que los factores protectores no anulan los factores de riesgo, simplemente hacen que su incidencia y consecuencias sean menores en la salud mental de los niños.

Tomando como base el estudio, se puede concluir que el comportamiento adecuado, madurez y buen ajuste mental del padre que conserva a los hijos es determinante para la buena adaptación del niño a su nuevo estilo de vida. En ocasiones los niños aprenden a aprovechar mejor el tiempo y adquieren una serie de valores como resultado de la situación conflictiva que vivieron durante la separación de sus padres: “… Uno aprende a valorar las cosas buenas que tiene el papá y la mamá, como que uno ve más esas cosas cuando ellos están separados, debe ser porque uno extraña la vida en familia…”, “…lo positivo es que ahora pienso que cuando yo tenga hijos nunca los voy a dejar pase lo que pase, porque no es lo mismo ver a la mamá de vez en cuando que tener la siempre …”. En cierta forma la ruptura familiar fortalece la independencia en los niños, siempre y cuando el padre que los conserva lo permita y lo refuerce, dicha independencia puede convertirse en un factor protector que el niño posteriormente utilizará como defensa ante sentimientos y pensamientos de abandono. “… se vuelve uno más independiente y no se apega mucho a nada ni a nadie, así sufre uno menos en la vida …”. Generalmente las situaciones conflictivas que implican un sufrimiento le aportan a los niños cierta fortaleza y le permiten mantener viva la esperanza de mejorar su forma de vida “… lo positivo es que uno se vuelve muy fuerte porque siempre tiene la esperanza de que el papá vuelva y eso le permite a uno vivir la vida mejor, es un motivo para vivir ...”.

Uno de los aspectos más representativos de este trabajo con niños, es la importancia de los grupos de apoyo (familia, amigos, profesores) en el proceso de interacción eficaz. Como lo manifiestan algunos niños, ante la separación de sus padres, se presentan sentimientos de inseguridad y miedo, que sólo se compensan con la presencia de figuras que proporcionan la confianza y seguridad necesarias, pues en la mayoría de los casos, el conflicto entre los padres y las tensiones entre ellos, no les permite ser padres eficientes. “… nuestra familia nos apoyó y nos dijeron que no sintiéramos pena (vergüenza) por lo que había pasado, que eso era algo muy normal y mucha gente nos habló, hasta en el colegio, nos apoyaron harto …”.

La presencia de grupos de apoyo, le permite al niño tomar distancia de los problemas familiares y darles otra mirada, a partir de un análisis más objetivo de la situación, buscando explicaciones a la separación de sus padres, lo que aminora su sentimiento de culpa y evalúa su papel con respecto a sus padres.

Lo anterior corrobora lo afirmado por Kump (2000), Hanson (2003), Rhodes (2003) y Amato (1999, citado por Papalia et al., 2001), quienes aseveran que los problemas emocionales, como el miedo e inseguridad y los problemas comportamentales de los niños, pueden derivarse de los conflictos entre sus padres y que si éstos no pueden controlar su ira, cooperar en sus obligaciones como padres y evitar la exposición de los niños a las disputas, la presencia de otras figuras pueden ofrecer el apoyo emocional a estos niños y la adaptación positiva después de la separación.

La incertidumbre con respecto al futuro, es el pensamiento que con mayor frecuencia preocupó a los niños cuando sus padres se separaron. Muchos de estos niños, debieron cambiar su lugar de residencia, e incluso, ir a vivir a las casas de otras personas, con todo lo que esto conlleva en cuanto a territorialidad se refiere. En este sentido, la forma de vida y posición social varían de manera real, no sólo en el pensamiento de los niños, teniendo en cuenta que los sujetos de estudio pertenecen a los estratos socioeconómicos 3 y 4 donde generalmente se ubican personas asalariadas, que necesitan el aporte económico del padre y la madre para sostener el hogar. Dicha situación genera malestar tanto en la persona que debe asumir el sostenimiento del hogar, como en los niños cuando tienen que modificar ciertos hábitos (salidas, paseos, etc.) y hacer conscientes situaciones como la posición económica que hasta el momento le eran indiferentes. “Sabía que iba a extrañar ver a mi papá y que de pronto él ya no nos iba a seguir dando plata para el colegio y para vivir bien con mi mamá y que yo como soy la mayor, tenía que ponerme a trabajar y ayudar en los gastos de la casa, entonces ya no iba a seguir estudiando y dejar a mis amigas y mi colegio y que mi mamá también tenía que ponerse a trabajar. Yo pensaba que iba a ser tenaz y no quería que la gente lo supiera porque me daba mucha vergüenza que la gente sepa que ya mis papás ya no iban a seguir juntos y que en mi casa había problemas …”.

Por otra parte, cuando los padres se separan, los niños llegan a pensar que ellos no los quieren. Esta situación resulta dolorosa y preocupante, lo que amenaza la estabilidad psicológica del niño y su sentimiento de protección. Los miembros de la pareja están pendientes de sus propios conflictos, viviendo su propio duelo, se encontró que los niños sintieron rechazo y abandono por parte de los padres y asociaron la ruptura de la relación de sus padres con su comportamiento: “… también pensaba a cada rato que yo había hecho algo malo que por eso mi papi nos había dejado de querer…”, “… yo pensaba que mi papá se había ido de la casa por mi culpa, porque como yo era tan llorona y cansona …”.

Rice (1997) coincide en afirmar que la idea de abandono y miedo es lo que más perjudica la estabilidad psicológica del niño, pues existe una amenaza hacia el sentimiento de protección y pertenencia a un grupo y, por lo tanto, una posible carencia afectiva por lo que el niño puede v ivenciar esta situación de modo que parezca que sus padres no lo quieren. Las implicaciones que esto puede representar en el futuro de los niños serán percibidas en el ámbito de las relaciones interpersonales pues estos niños, más adelante, al tener una pareja, proyectarán ese temor a ser abandonados y sus relaciones se basarán en la inseguridad e inestabilidad emocional. Muy seguramente, tenderán a manipular a sus parejas para que estas “no los abandonen” logrando agobiar a la otra persona. “… yo pienso que uno queda con la psicosis de la separación, porque uno cree por ejemplo, que si alguien es mi amiga, esa amiga se va a alejar o a separar, o sea que tarde o temprano uno va a tener que sufrir por las amigas o por algún novio o por alguien y eso es horrible, es horrible separarse de las personas que uno quiere y yo creo que eso se siente toda la vida, por ejemplo yo sentí que mis amigas del otro colegio se separaron de mi, que buscaron fácilmente un reemplazo y no les importó que yo las necesitara como amigas …”.

Por otra parte, los niños afirmaron sentir un gran temor a ser objeto de burla, a ser víctimas del rechazo de sus compañeros de colegio, lo que pone en evidencia una marcada presión social sobre estos niños, quienes se encuentran más susceptibles a los comentarios de sus amigos. Esta situación no sólo se incrementa en la preadolescencia, sino que además y como se puede observar en los resultados del presente estudio, se mantiene en periodos posteriores a la separación de los padres. “… lo que en verdad más me preocupaba era hacer el ridículo con mis amigos del colegio, trataba de aparentar estar muy bien, pero tenía la idea de que me faltaba ese amor de padre porque el mío se había ido ya de nuestra casa, por eso tenía una idea como de que iba a ser infeliz …”.

En cuanto a los sentimientos más comunes en los niños cuando sus padres se separaron, sólo los sentimientos que involucran a otros, como temor a tener que escoger a uno de los padres, desamor, agresividad hacia los demás y falta de apoyo, desaparecieron y por el contrario, persisten algunos sentimientos con respecto a sí mismo, como tristeza, miedo y nostalgia, resaltando que ésta última se incrementa en fechas especiales, tales como navidad, cumpleaños, día de la madre, etc.

Muchos niños afirman envidiar a sus otros niños, pues ellos están con sus padres juntos, mientras que ellos deben repartir su tiempo de casa en casa, incluso cenar varias veces durante la Navidad. “… pues no, como le voy a guardar rabia a mi papi, ya estoy acostumbrado y parece como si yo fuera un niño normal, pues con papás sin separarse, ya no me acuerdo de eso, sólo en navidad y eso porque me da como envidia de ver a mis primos felices con sus papás y yo todo solito …”.

Teniendo en cuenta lo anterior, se puede concluir que la separación de los padres, como cualquier otra situación conflictiva que genere malestar, es por sí sola un factor de riesgo ya que los factores protectores que aparecen a propósito de la situación vienen a tratar de reparar un daño ya causado, pero nunca pueden prevenir que éste se cause.

La permanencia de la familia, aunque no es el único factor que influye en el adecuado desarrollo de la personalidad de los niños, sí constituye un estado ideal y propicio para educar personas que en el futuro puedan establecer vínculos afectivos sanos y a su vez conformen familias estables que garanticen su bienestar y el de sus propios hijos.

 

Referencias

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Recibido: noviembre 24 de 2007
Revisado: marzo 15 de 2008
Aceptado: abril 9 de 2008

 

 

*Artículo de divulgación del grupo “Psicología y salud”. Correo electrónico: imunoz@javeriana.edu.co

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