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Psicologia em Pesquisa

versão On-line ISSN 1982-1247

Psicol. pesq. v.2 n.2 Juiz de Fora dez. 2008

 

RELATOS DE PESQUISA

 

El concepto de salud comunitaria ¿Denomina solo un escenario de trabajo o también una nueva estrategia de acción en salud pública?

 

The concept of communitarian health denotes a single working setting or also a new strategy for actions in public health

 

 

Enrique Sarfocada*

Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires

 

 


RESUMEN

La psicología comunitaria tuvo su logro más significativo quando sacó la atención del sufrimiento mental del sistema institucional y amurallado de atención de la enfermedad devolviéndolo a su contexto natural, la comunidad. Luego se analiza el surgimiento de la Salud Pública y los dos paradigmas que orientan su puesta en práctica: el tradicional, el modelo infeccioso como soporte lógico, y el de salud colectiva, que implica un enorme avance en el campo de la salud pero tiene un obstáculo: es primordialmente de naturaleza médica, atributo que tiene la particularidad de que al acercarse a la realidad la metaboliza médicamente. A partir del comienzo del siglo actual se comienza a observar el emerger de un nuevo paradigma: el de salud comunitaria. Se analizan las diferencias de estos tres paradigmas y se plantean algunas cuestiones con respecto a la formación de los profesionales de salud.

Palabras-claves: Psicología comunitaria, Salud, Salud comunitaria


RESUMO

A psicologia comunitária teve seu ganho mais significativo quando deixou de focar atenção no sofrimento mental do sistema institucional e concentrou atenção na enfermidade devolvendo-a ao seu contexto natural, a comunidade. Assim se analisa o surgimento da Saúde Pública e dos paradigmas que orientam sua prática: o tradicional, que tem o modelo infeccioso como suporte lógico, e o de saúde coletiva, que implica em enorme avanço no campo da saúde, porém existe um obstáculo: é primordialmente de natureza médica, atributo que tem a particularidade de ao acessar a realidade a compreender sob o ponto de vista médico. A partir do começo do século atual se observa o surgimento de um novo paradigma: o da saúde comunitária. Analisam-se as diferenças entre estes 3 paradigmas e se apresentam algumas questões sobre a formação do profissional de saúde.

Palavras-chave: Psicologia comunitária, Saúde, Saúde comunitária.


ABSTRACT

The communitarian psychology had the more significant gain when it removed its attention from the mental suffering of the institutional system and reinforced the attention in the disease giving it back to its natural context, the community. Then, the creation of the Public Health and the paradigms that orient its practice: the traditional, which had and still has the infectious model like logical support, and the one of collective health, that implies an enormous advance in the field of health but has a serious obstacle: it is fundamentally of medical nature, attribute that has the particularity of when approaching reality metabolizing it medically. From the beginning of the present century one starts to observe the emergence of new paradigm: the one of communitarian health. The differences of these three paradigms are analyzed and some questions with respect to the formation of the health professionals considered.

Keywords: Communitarian psychology, Health, Communitarian health.


 

 

En 1965, con el patrocinio de la Universidad de Boston y el Instituto Nacional de Salud Mental, intermediado por el Centro de Salud Mental South Shore de Quince, Massachussets, se llevó a cabo un encuentro de psicólogos clínicos en la localidad de Swampscott, en Estados Unidos de Norteamérica, que se denominó “Conferencia sobre la Educación de Psicólogos para la Salud Mental Comunitaria”. Esta reunión convocó a cuarenta destacados profesionales de la psicología clínica, entre los cuales estaba Bob Newbrough y Jim Kelly. Este último, ya había planteado en 1960 que la psicología debía situar su trabajo en la comunidad y dirigir sus esfuerzos hacia la salud y no hacia la enfermedad, destacando que es en el campo de lo sano, trabajando en orientaciones preventivas, donde la psicología puede hacer sus más genuinos y mejores aportes (Saforcada 1999).

En esta reunión de Swampscott se dio origen a la psicología comunitaria como una nueva propuesta de trabajo, la cual surgió a partir de la evaluación negativa en términos de la relación esfuerzo / resultado de las tareas que se venían desplegando en Salud Mental con las orientaciones promovidas por lo que se ha dado en llamar la Ley Kennedy de Salud Mental de 1963 y la creación de los Centros de Salud Mental como dispositivo de avanzada en la atención de los problemas psicológicos. Desde esta perspectiva plantearon la necesidad de que la psicología asistencial desenvolviera sus prácticas con la orientación más preventiva posible, dentro de las comunidades (sin encerrarse en edificios específicamente destinados a la atención de pacientes) y promoviendo la participación de los miembros de las poblaciones.

Los Centros de Salud Mental de la Comunidad en el Community Mental Helath Center Act de 1963, fueron un dispositivo especial instalado de modo tal que fueran lo más accesibles posible a todas las personas sin distinción alguna, implicaban una red de servicios múltiples de atención continua (prevención primaria, tratamiento y rehabilitación) e integral de los trastornos emocionales o padecimientos psíquicos de las personas, las familias y la comunidad toda. También implicaban un informal planteamiento en cuanto a lograr una integración intersectorial o regionalización integrada. Las raíces de su génesis se hallan en los desarrollos de psiquiatría social de Maxwell Jones en Inglaterra, la psiquiatría de sector en Francia y la psiquiatría comunitaria de Gerald Caplan en Estados Unidos de Norte América, pero no se puede excluir la temprana influencia (comienzos de la década de 1940) de John Ryle, el primer profesor de medicina social en el mundo y director del Instituto de Medicina Social de la Universidad de Oxford, destacándose a su vez por ser un gran propulsor de la formación médica en higiología o teoría de la salud, y la de Francis Albert Crew también profesor de medicina social en la Universidad de Edimburgo (Rosen 1985; Terris 1982, 1994)

La creación del Centro de Salud Mental de la Comunidad parecía ser solo algo de avanzada, pero en realidad encubría también un sutil retroceso hacia la vieja idea de la institución especial y diferenciada, dentro de los sistemas de servicios de salud, destinada a atender específicamente el padecimiento mental; dicho más duramente, se volvía a la raíz de la vieja idea que la locura, si bien era una enfermedad de la que se debía ocupar la medicina, no era una enfermedad cualquiera, era una dolencia estigmatizante y marcadora de los profesionales que la atendían, por lo tanto, tenía que ser puesta aparte. Al respecto, no hay más que pensar en la necesidad que tienen todas las personas de contar con una accesibilidad facilitada lo más posible para atenderse de cualquier dolencia, ¿por qué solo de las mentales? Cuando en la ciudad de Buenos Aires se decidió en la década de 1980 transformar los cinco Centros de Salud Mental, creados por el Dr. Mauricio Goldenberg en 1967 desde la Dirección de Salud Mental de la Municipalidad de Buenos Aires, en Centros Polivalentes para atender todos los problemas de salud, hubo una resistencia cerrada por parte de los psicólogos y psicólogas que en ellos trabajaban y, aún hoy, quedan dos de estos Centros como centros solo de salud mental. En este caso, la resistencia no se debió a que la enfermedad fuera estigmatizante sino a que era propiedad privada de los psicólogos, psicólogas, médicas y médicos psicoterapeutas mostrando así tanto la fuerte identidad médica de la psicología clínica como la prescindencia de las verdaderas necesidades de las personas sufrientes. La creación de Centros de Salud Mental de la Comunidad reforzó la orientación paradigmática cartesiana de separación del cuerpo y el alma brindando la posibilidad de que los médicos psicoterapeutas y los psicólogos se adueñen del alma y le dejen el cuerpo a los otros médicos, ofreciéndoles el puente de la interconsulta, puente por ambas partes defensivamente levadizo como los de los castillos medievales.

Lo más importante de la propuesta de Swampscott implicó sacar el sufrimiento mental del sistema institucional y amurallado de la atención de la enfermedad devolviéndolo a su contexto natural: la comunidad. Además, espontáneamente quienes comenzaron a trabajar en función de esta propuesta fueron progresiva pero rápidamente dándole mucha más jerarquía a la promoción de la salud con lo cual se fue desdibujando los límites artificiales entre los biológico y lo psicológico: la salud dejó de ser mental o somática para pasar a ser sólo salud y, por supuesto, también dejó de ser un problema individual para pasar a ser social.

Esta propuesta era superadora de las instancias anteriores en el camino histórico recorrido en Occidente por parte de la atención de las dolencias de manifestación preponderantemente mental que, según la caracterización estructuralista de Juan Marconi (1976) pasaron por tres etapas: el modelo inicial de asilo/hospital psiquiátrico del siglo XVIII, luego el de unidad de salud mental surgido en el primer tercio del siglo XX, que implicó llevar el sufrimiento mental al hospital general aportando a su desestigmatización y a la posibilidad, finalmente no concretada, de alcanzar una comprensión integral de las enfermedades de manifestación preponderantemente mental y, finalmente, en la década de 1960, sólo en el Continente Americano, el modelo intracomunitario.

Dentro de este último modelo se ubican los programas de salud llevados a cabo en Chile que en sus comienzos implicó un primer programa de obstetricia llegándose a generar posteriormente también programas de salud vegetal y salud animal con la participación de los productores agropecuarios de la precordillera a la altura de Santiago de Chile. Pero quien logró desarrollar en forma sostenida y sistemática esta estrategia de acción fue el propio Marconi con el Programa Integral de Salud Mental del Área Sur de Santiago (Marconi 1969, 1971, 1973a, 1973b, 1974a, 1974b, 1974c, 1974d) elaborado desde la Facultad de Medicina de la Regional Sur de la Universidad de Santiago de Chile que fue el único currículo completo de Medicina Social que ha existido en nuestra región y, por lo que yo conozco, en el mundo. Esta fue la experiencia de mayor envergadura que se ha llevado a cabo dentro de este modelo, experiencia que cortó la dictadura militar de Pinochet; Marconi falleció, ya retirado de la profesión, en 2005.

En este Programa los miembros de la comunidad, adecuadamente capacitados, entraron a formar parte de los equipos de salud, estructurando una pirámide multiplicadora para la delegación de la función diagnóstica y resolutiva de los problemas enfocados (alcoholismo, neurosis, retardo por privación cultural). En cuanto a la eficacia de esta estrategia de acción se pude tomar como ejemplo el módulo de alcoholismo en el que la tasa de recuperación alcanzada llegó al 75% de alcohólicos abstinentes sin recaídas a cinco años de haber sido tratados.

Es importante observar que ambos planteamientos, el de Swampscott surgido de la psicología y el de Chile surgido de la medicina, que emergieron entre 1965 y 1968, no tuvieron el menor contacto entre sí, ni directo ni indirecto, y se generaron en dos puntos muy distantes del Continente Americano en que dos pequeños grupos de profesionales de la salud, muy comprometidos con los mandatos de sus profesiones y con la sociedad, estaban pensando igual frente a los problemas de salud.

No es este el lugar adecuado para desarrollar la idea que manifiesto a continuación pero, por lo menos, quiero exponérselas sintéticamente: nuestro territorio psicosociocultural, el Continente Americano es, a partir del último cuarto del siglo XIX inclusive, mucho más fértil que Europa en creatividad, desarrollos, propuestas y acciones que implican una mirada holística y sistémica del proceso de salud. Ahondando en esta idea encuentro que en la actualidad y desde hace muchas décadas la región correspondiente solo a Indoafroiberoamérica muestra en materia de salud una marcada superioridad en cuanto a fertilidad de pensamiento, desarrollo de destrezas técnicas y sociales específicas, elaboración de estrategias de acción y desenvolvimientos de prácticas exitosas muy superiores a la de los pueblos anglosajones y europeos. Esto se puede observar tanto en el ámbito de los profesionales como de las poblaciones.

Al respecto no hay más que citar hechos como los siguientes:

a) Las ideas europeas en cuento a que la salud de las sociedades son responsabilidad de sus gobiernos, elaboradas por Wolfgang Thomas Rau y Johan Peter Frank a partir de mediados del siglo XVIII, se concretan en las dos últimas décadas del siglo XIX en el Continente Americano con la creación de unidades de gobierno específicas dedicadas a la salud de la población: las Asistencias Públicas y sus puestos de socorro, dentro de las administraciones locales (Municipalidades, Prefecturías o Intendencias).

b) Las epidemias del siglo XIX llevaron a que los países europeos buscaran generar un sistema de cooperación para controlar las enfermedades transmisibles, pero todos los intentos realizados a través de convocar a las Conferencias Sanitarias Internacionales fracasaron (París 1851 y 1859, Constantinopla 1866, Viena 1874). Cuando la epidemia de fiebre amarilla de la década de 1870, que ocasionó decenas de miles de muertos, se extendió de Brasil a Paraguay, Argentina y finalmente llegó a Estados Unidos de Norteamérica en 1877, motivó la convocatoria en 1881 de la Quinta Conferencia Sanitaria Internacional, que se realizó en Washington, en la que fundamentalmente a instancias de los responsables de la salud pública de los países de América Latina se comenzó a manifestar una clara comprensión de que la salud de cada nación dependía de la salud de las demás y en la Segunda Conferencia Internacional de los Estados Americanos convocada por la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, fundada en 1890, se recomienda establecer algún modo de interrelación sistemática en temas de salud, lo que lleva a que en 1902 se funde la Oficina Sanitaria Internacional, hoy Organización Panamericana de la Salud, casi cincuenta años antes que la Organización Mundial de la Salud.

c) También es en nuestra región que se logra comprender que la responsabilidad en el cuidado de la salud de la población es un problema cuya solución exige la máxima jerarquía gubernamental, dando lugar a la creación del primer Ministerio de Salud Pública del mundo en el ámbito de la Presidencia de la Nación de la República de Cuba en 1902 al instaurar, primero, la Jefatura Nacional de Sanidad, poniendo al Dr. Carlos Finlay en su conducción, y luego, en enero de 1909, registrando la Secretaría de Sanidad y Beneficencia dentro de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.

d) La Salud Pública surge en el mundo, formalmente como disciplina, en Estados Unidos de Norteamérica hacia el final de la segunda década del siglo pasado. Se puede tomar como indicador la creación en 1916 de la Escuela de Higiene y Salud Pública en la Universidad Jhon Hopkins, comenzando así la formación sistemática de especialistas o diplomados en Salud Pública.

e) Diez años antes de la famosa reunión en que se expuso la estrategia de Atención Primaria de la Salud en Alma-Ata el Dr. Carlos Alvarado, en la Provincia de Jujuy (Argentina) puso en marcha, sin darle un nombre diferenciador, esta misma estrategia que la OMS denominó Atención Primaria de Salud (APS). La OMS bien podría haber expuesto los desarrollos conceptuales y en terreno de Alvarado como demostración concreta de que la APS era factible, eficaz y eficiente. De paso, hubiera sido un justo reconocimiento a Alvarado y a quien fue su mentor, esa excepcional figura del salubrismo latinoamericano que fue el Dr. Ramón Carrillo quien, siendo Ministro de Salud Pública de la Nación Argentina de 1946 a 1954, fue el primero en todo el mundo en concretar una campaña exitosa de erradicación de una endemia, el paludismo, cuya dirección puso en manos de Carlos Alberto Alvarado y Héctor Argentino Coll. Carrillo afirmaba:

La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida.

Son unos pocos ejemplos, se podrían señalar muchos otros logros y manifestaciones que muestran la primacía de Indoafroiberoamérica, en Occidente, en cuanto a una comprensión significativamente más integral y ecosistémica de la naturaleza y dinámica del proceso de salud, del mismo modo que desde el siglo XVIII hasta un poco más de mediados del siglo XIX la preeminencia le correspondió a Europa, sobre todo a Alemania, Italia, Inglaterra y Francia.

Señalar esta precedencia y preeminencia de nuestra región, en el campo de la salud pública por sobre los países que se denominan desarrollados, no tiene como propósito satisfacer el síndrome de Colón, esa extraña y estéril necesidad de ser primeros creyendo que con esto se logra un mérito respetable. No, lo señalado anteriormente no tiene otro propósito que mostrar que nuestra realidad psicosociocultural, con la gran mezcla de razas y culturas aunadas unas veces y enfrentadas otras a través de nuestra abigarrada historia ha dado por resultado una particular visión del proceso de la vida implicado en el campo de la salud.

Seguramente ha influenciado fuertemente en esto la gran sabiduría de nuestros pueblos originarios (guaraníes, krenakes, kamaiurás, xavantes, mapuches, kollas, aymaras, mayas, huaoranuis, u’was y tantos otros) que aún cuando hemos tratado de exterminarlos, excluirlos o por lo menos ignorarlos son actualmente nuestra extraordinaria y excepcional riqueza. Sus conocimientos sobre salud son enormes y tal vez gracias a ellos, sin que nos demos cuenta, hemos podido construir paradigmas distintos a los imperantes en el mundo desarrollado, nos han posibilitado escapar del problema señalado en primera persona por Lyall Watson (2000):

Yo fui adoctrinado en una visión del mundo, una descripción de la realidad que me parecía muy útil, pero que se ha convertido en alarmantemente estrecha, ya que cierra la posibilidad de que ciertas cosas ocurran, simplemente porque no se ajustan a la definición generalizada de cómo funciona el mundo.

Y esta es la cuestión primordial: entender cómo funciona el mundo o, mejor dicho, cómo funciona el proceso de la vida, que no de otra cosa nos debemos ocupar quienes trabajamos en el campo de la salud.

Indoafroiberoamerica es un conjunto de sociedades en las cuales, cada día más, se va profundizando la brecha que separa, por un lado, la incomprensión de los procesos de la vida en términos neoliberales deshumanizados y, por el otro, una comprensión integradora, holística y sistémica que día a día va incrementando sus logros conceptuales y prácticos a la vez que avanza en su esclarecimiento ideológico y político. Para los primeros la salud es sólo enfermedad en tanto generadora de dinámicas lucrativas de mercado, para los segundos la salud es primordialmente solo salud, a partir de la cual no se dinamiza ningún mercado lucrativamente importante; además, si genera alguno, no es un mercado con consumidores desesperados dispuestos a cualquier esfuerzo para obtener lo que en él se ofrece. Para los primeros los derechos a la salud implican sólo el derecho a ser atendidos cuando se enferman, para los segundos el derecho principal es a no enfermar y recién en segundo lugar a ser atendidos si no obstante llegan a enfermar.

Son dos modos de pensar y hacer antitéticos, dos concepciones y prácticas incompatibles y autoexcluyentes: si una está presente la otra es anulada e inviable.

En sus comienzos, la aplicación de la Salud Pública por parte de los gobiernos de nuestra región fue desarrollada en función de concepciones y prácticas cuya matriz lógica, si bien tenía presente los postulados de la medicina social y la epidemiología, mantenía la preeminencia del modelo causal lineal de la enfermedad infecciosa: agente – huésped. A esta matriz se le sumaron los principios básicos de higiene general (tratamiento de las excretas, agua potable, higiene corporal y del hábitat, etc.). A partir del final de la segunda guerra mundial, particularmente desde la década de 1970 en adelante, la irrupción incontrolada de los intereses del complejo industrial-profesional de la enfermedad y fomentada por poderes locales en los países de nuestra región cristalizó este paradigma de la Salud Pública al punto que puede afirmarse que hasta hoy, salvo alguna excepción, en nuestros países ésta es la orientación principal del quehacer de todos los ministerios y secretarías de Salud Pública en las tres jurisdicciones gubernamentales (Nación, Estado y Municipio). A este modo de hacer salud pública le llamaremos paradigma tradicional.

Este paradigma se caracteriza por su base fuertemente positivista, con apoyo en un cartesianismo mecanicista que lo empuja a grandes reduccionismos, en general biopatológicos o psicopatológicos, por separado, que llevan a la ineficacia e ineficiencia a gran parte de los esfuerzos que se hacen en busca de mejorar las condiciones de salud de la población, la cual evalúa fundamentalmente en términos de enfermedad y muerte. Además, este paradigma tiene un soporte importante en el poder que el Estado otorga a los funcionarios públicos, poder que en general corrompe a casi todas las personas que lo detentan. Es así que los portadores de este paradigma suelen ser vulnerables a las presiones corruptoras del complejo industrial-profesional (constituido tanto por corporaciones multinacionales como por empresas nacionales) que usufructúa el mercado de la enfermedad y que soborna con gran frecuencia y marcada facilidad a funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de cada país. Esta actividad corruptora tiene por finalidad lograr condiciones legales y justificaciones seudocientíficas para poner a las sociedades al servicio de sus ambiciones ilimitadas de lucro, lucro que siempre trae como consecuencia un profundo deterioro de la salud de los pueblos de cada una de nuestras naciones.

En países como Argentina, esta situación ha llegado a distorsionar tanto las cosas en el campo de la salud que se hace necesario comenzar a trabajar en un nuevo concepto: el de enfermedad pública. No es esta la ocasión adecuada para adentrarnos en su análisis, pero se lo puede caracterizar señalando que denomina todo el quantum de enfermedad totalmente evitable y que no es evitada, más toda la enfermedad (nuevos enfermos, enfermos agravados y generación de co-morbilidad) que produce el propio sistema de servicios de atención de la salud y la autoprescripción de medicamentos de venta autorizada bajo receta médica que el sistema farmacéutico argentino vende a la población sin necesidad que los adquirentes presenten dicha prescripción facultativa. En Argentina es razonable pensar que no menos del 70% de la enfermedad que demanda atención es enfermedad pública.

Ante la presencia de este paradigma tradicional en forma generalizada y sostenida en la región surgió, como un verdadero movimiento de reforma de la salud pública, un nuevo paradigma: el de salud colectiva, que plantea nuevas concepciones y prácticas de la Salud Pública que algunos autores, como Granda (2004), denominan Salud Pública Alternativa. Brasil ha sido un partícipe esencial en el emerger de este movimiento. No quiere decir que sólo han aportado a su desarrollo brasileros y brasileras, pero sí ha sido Brasil el país que de forma más sistemática lo ha hecho, inclusive desde ámbitos universitarios.

El paradigma de salud colectiva implica un enorme avance en el campo de la salud, pero tiene un serio obstáculo: es primordialmente de naturaleza médica, atributo que tiene la particularidad de que al acercarse o contactar a la realidad o a otras construcciones de la realidad indefectiblemente las metaboliza médicamente; el médico no puede abandonar la medicina y su posición de poder cultural. La medicina, desde finales del siglo XV está centrada excluyentemente en la enfermedad y ya es tarde para que pueda cambiar cuando la institución Universidad está tocando a su fin en Occidente o al menos está sumergida en una profunda crisis de la que no sabe como salir.

Las facultades de medicina están directa o indirectamente manipuladas por el complejo industrial-profesional que determina hasta quienes integran los cuerpos directivos de las mismas y la estructura de sus currículos de pregrado y de posgrado. Pienso que se puede construir un aforismo válido: mientras la salud sea sólo patrimonio de los médicos, será pura enfermedad. De esto no son culpables los médicos, en todo caso son las víctimas de esta situación, los responsables hay que buscarlos en la historia de Occidente y su sempiterna agresividad exagerada, hay que tener en cuenta que esta región se occidentaliza definitivamente en la última etapa de la Edad Media, en ese final del siglo XV en que nace la clínica, la cura con remedios no naturales y el progresivo pero veloz opacamiento de la higiene junto al incremento de la violencia o la capacidad de injuria de la medicina. También hay que indagar por los responsables de esta desgraciada situación entre los directivos de las universidades, específicamente aquellos que desde la mitad del siglo pasado en adelante han conducido las casas de estudio donde se forman los profesionales de la enfermedad. La psicología clínica occidental también se caracteriza por un elevado componente de agresividad, la diferencia radica en que, por un lado, es más sutil que el de la medicina y, por otro, que en nuestra cultura occidental la violencia que afecta el cuerpo tiene mucha más visibilidad y reprobación que la violencia que daña el psiquismo y mucho más aún que la que daña el espíritu.

El paradigma de salud colectiva es ampliamente superador del paradigma tradicional, pero esto no alcanaza dado que en ambos paradigmas el componente principal de sus programas de acción es el equipo de salud. En el tradicional, este equipo es poco más que monodisciplinar (medicina, enfermería y alguna tecnicatura; también aparece la psicología, pero no bien integrada y fundamentalmente en tanto psicopatología); en el de salud colectiva el equipo es multidisciplinar. En el primero el componente comunidad es sólo colaborador, en el segundo es colaborador o partícipe, entendiendo la participación como tomar parte en los procesos de decisión.

Desde hace unos años, no más de diez, comenzó a aparecer silenciosamente una nueva mirada en el ámbito de la salud que considero corresponde denominar paradigma de salud comunitaria. Implica un conjunto de concepciones y prácticas que no surgieron de iniciativas provenientes de los ámbitos académicos sino de las comunidades y se nos hacen evidentes, a nosotros los profesionales, cuando logramos trabajar con las poblaciones adoptando una actitud de amplia apertura hacia la co-construcción de conocimientos. También las visualizamos cuando concurrimos a congresos multidisciplinarios de salud con fuerte participación de pobladores que se han formado como Agentes Comunitarios o Promotoras y Promotores de Salud o Agentes Primarios de Salud, tal como ha ocurrido recientemente en el Congreso Nacional de Equipos de Salud realizado el mes pasado en la Provincia de Salta, Argentina, en el que el noventa por ciento de las y los participantes fueron este tipo de pobladores capacitados en Salud provenientes de casi todo el país, o el año pasado en el 2º Congreso Multidisciplinario de Salud Comunitaria del Mercosur que se realizó con la participación activa en simposios y mesa redondas de muchas Promotoras y Promotores de Salud.

El paradigma de salud comunitaria no está surgiendo de superestructuras sino del pueblo y, dentro de este, de los sectores más desposeídos, más marginados. Estas poblaciones tienen una concepción de salud unitaria, su paradigma no separa la mente del cuerpo. Aceptan la separación que les imponen los profesionales y sus servicios de asistencia, pero sus saberes populares son integrativos, holísticos.

Por esta razón, entre otras muchas, es necesario que formemos a nuestros universitarios de pregrado y de posgrado en la comunidad, acompañados por los pobladores, como ocurre en la única Residencia de Psicología Comunitaria de Argentina, dependiente del Ministerio de Salud Pública del Gobierno de la Provincia de Salta, donde los residentes se forman guiados por los pobladores que son Agentes Sanitarios provenientes de los desarrollos estratégicos de Carlos Alvarado. O como ocurre en el Programa Multidisciplinario APEX-Cerro de la Universidad de la República del Uruguay (UdelaR) donde los alumnos del Programa de Salud Familiar trabajan con la comunidad guiados por las y los Promotores de Salud.

Este paradigma de salud comunitaria está emergiendo en los ámbitos académicos a través de los aprendizajes que ciertos profesionales, mayoritariamente psicólogas y psicólogos, han logrado a través de su trabajo con comunidades de pobreza, sobre todo, de pobreza estructural. No es mérito de las profesiones, es mérito de las poblaciones. Ahora, ¿porqué está siendo beneficiada con este proceso sobre todo la psicología?, sencillamente porque esta profesión, en manos de quienes no se han dedicado dogmáticamente a la clínica y por lo tanto no están subyugados por el modelo médico-clínico, ha salido a trabajar con las comunidades tienendo sus estructuras cognitivas todavía vírgenes como para poder ver el proceso de la vida en forma más o menos natural y también sus oídos abiertos para escuchar los saberes populares. Esto es muy difícil que pueda ocurrir con los profesionales de la medicina y tampoco con los de la psicología desgraciadamente deformados por el modelo médico-clínico que domina la vertiente psicopatológica de esta profesión desde su nacimiento hacia finales del siglo XIX.

Se podrían señalar un conjunto numeroso de otras características del paradigma de salud comunitaria, pero basta con una que hace a su esencia: dentro de él, el componente principal es la comunidad y el equipo multidisciplinario de salud es colaborador o participante, entendiendo la participación en este caso como el tomar parte en las decisiones sobre la salud de la cual la comunidad se apropia porque es su salud.

Esta cuestión de cuál es el componente principal en los programas y políticas de salud es un tema directamente relacionado con el poder y la ética, pero también con la racionalidad científica: la comunidad dueña de su salud y por lo tanto poseedora del poder de decisión sobre la misma será mucho más sana y longeva que aquella que lo haya enajenado. La explicación de esto se encuentra en la psicología social, en la neuropsicología y en la psicoinmunoneuroendocrinología.

Este paradigma de salud comunitaria se ha hecho presente o se está haciendo presente en nuestros ámbitos académicos y profesionales casi sin que nos demos cuenta, apenas lo estamos atisbando, lo cual es natural porque no ha nacido de nuestras manos sino de las manos de las comunidades. A las psicólogas y psicólogos nos cabe la responsabilidad de aportar cooperativamente con las poblaciones a fin de incrementar su fortalecimiento (empowerment) y mancomunadamente con los profesionales de las otras ciencias sociales, particularmente con quienes provienen de la pedagogía, colaborar con los pobladores en la co-construcción de mayores conocimientos en salud. También es nuestra obligación empeñar esfuerzos ayudando a nuestros colegas médicos a que puedan lograr procesos exitosos de inmersión en las comunidades cambiando su paradigma de modo tal que también ellos puedan participar en los procesos de co-construcción de la salud comunitaria.

En síntesis, todo esto implica procesos de devolución del poder de decisión sobre su salud a la sociedad que hoy no está comenzando a avisar que si no se lo devolvemos nos lo arrebatarán. Hace a la razón que nos capacitemos para hacer una devolución que no nos deshabilite en nuestra condición de profesionales. Sepamos aprovechar el momento político que vive nuestra región y aunámonos al proceso de liberación de nuestros países.

Devolverle el poder de decisión a las poblaciones en materia de salud es aportar a la democratización real de nuestras sociedades y es también aportar significativamente al desarrollo nacional y a la finalización del neocolonialismo.

 

 

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* Doctor en Psicologia

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