EDITORIAL

 

Conocimiento v/s cambio

 

 

Recuerdo mis años de secundaria (en los 80), vivíamos de algunos sueños y vagas esperanzas más heredadas que auto generadas, como generación aspirábamos a ser y hacer más que las anteriores, afán presente en toda la historia humana, creíamos que la universidad era el camino para surgir, crecer y ser libres, como si el conocimiento en si mismo fuera capaz de cambiarnos, de generar la metamorfosis que nos zafaría del “baile de los que sobran”.

Efectivamente, a los que pudimos acceder a la educación superior se nos abrió un horizonte antes desconocido, nos sentíamos como tocados por los dioses dueños de nuestros destinos y capaces de ser agentes de cambio, por ahí alguien dijo que el conocimiento de la verdad nos haría libres, y ejercimos esa libertad a fondo, entramos a las elites intelectuales, pero a la vez nos formaron sabiendo que nuestro quehacer tenía relación con el desarrollo del país, o sea nos dimos cuenta de que éramos depositarios de una potente herencia de conocimientos y experticias con un objetivo, la intervención terapéutica no solo tiene que ver con un síntoma aislado o un paciente en específico, tiene que ver finalmente con elevar la calidad de vida de una persona, una familia, una comunidad.

De pronto algo en el aire ha cambiado y las medidas de éxito profesional comienzan a tener más relación con nosotros mismos, y en esto me refiero a nuestras necesidades y carencias, que con el impacto que como terapeutas generamos en nuestros pacientes. Soy exitoso si tengo lo que no tenía, ese auto, esa parcela, o en términos académicos tal magíster o doctorado, y con esto no me refiero a que sea malo poseer, pero tal parece que esto se transforma en objetivo final y no en resultado natural de una praxis responsable, conciente y coherente.

En este aspecto la masificación de la oferta universitaria, que en si misma no es perversa, ha sido factor gravitante en el alejamiento de los profesionales que nos dedicamos a la salud mental de nuestro deber ser …. estoy hablando del paciente. El hecho que sean las reglas del mercado (oferta y demanda) las que impongan que profesionales incrementarán su número y no la planificación estratégica en la que priman las necesidades del país ha dado espacio para la improvisación y la formación a presión de muchos de nuestros colegas y con ello el derrumbe de la excelencia y la búsquedageneración de nuevo conocimiento.

Es probable que las nuevas generaciones incluso tengan marcos teóricos referenciales más actualizados, pero en general hay una fisión entre lo que sé y lo que hago, trabajamos al mínimo esfuerzo esperando una alta recompensa económica, creo que en definitiva lo que se muere es la pasión por lo que hacemos.

Ante este panorama tenemos dos opciones, sentarnos y criticar la situación, viviendo de las glorias pasadas con todos los lugares comunes posibles como “antes no era así” o “ya nada es como antes” por citar algunas, o, a partir de la crítica, generar nuevos espacios de conversación, incrementando nuestros conocimientos, teniendo claro que esto incidirá directamente en nuestra praxis siendo mejores profesionales y mejores personas.

Esta es la razón de ser de este espacio, desde la perspectiva profesional que tengamos, en mi caso la fonoaudiología, profundizar nuestros conocimientos en la neuropsicología y las neurociencias en general, y de esta forma generar un puente conceptual entre profesionales de áreas afines, impulsando la reflexión y la generación de nuevos conocimientos orientados a elevar la calidad de vida de nuestros pacientes, sus familias, comunidad, país. El guante está lanzado quienes quieran pueden tomarlo.

 

 

Antonio Gatica Vera
Fonoaudiólogo, Universidad de Chile.