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Revista de Psicología (Lima)
versão impressa ISSN 0254-9247
Rev. psicol. (Lima) vol.35 no.1 Lima jan./jun. 2017
https://doi.org/10.18800/psico.201701.010
ARTÍCULOS
Predictores psicosociales y psicopolíticos de la justificación de la desigualdad social1
Psychosocial and psycho-political predictors of social inequality justification
Preditores psicossociais e psicopolíticos da justificação da desigualdade social
Lucas Gatica2, Juan Pablo Martini3, Matias Dreizik4, Débora Imhoff 5
Universidad Nacional de Córdoba-Argentina
1 Estudio realizado por el Equipo de Psicología Política del Centro de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (CIPSI).
2 Licenciado en Psicología y asistente de investigación en la Universidad Nacional de Córdoba. Dirección Postal: Enfermera Gordillo esquina Enrique Barros, Ciudad Universitaria, CP 5000, Córdoba, Argentina. Correo electrónico: lucasmgatica@gmail.com
3 Licenciado en Psicología y asistente de investigación en la Universidad Nacional de Córdoba. Dirección postal: Enfermera Gordillo esquina Enrique Barros, Ciudad Universitaria, CP 5000, Córdoba, Argentina. Correo electrónico: jpablomartini@gmail.com
4 Doctorando en Estudios Sociales de América Latina en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Dirección Postal: Enfermera Gordillo esquina Enrique Barros, Ciudad Universitaria, CP 5000, Córdoba, Argentina. Correo electrónico: matiasdreizik@gmail.com
5 Doctora en Psicología y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Dirección Postal: Enfermera Gordillo esquina Enrique Barros, Ciudad Universitaria, CP 5000, Córdoba, Argentina. Correo electrónico: dimhoff@psyche.unc.edu.ar
RESUMEN
El presente trabajo buscó conocer el poder predictivo de variables ideológicas (autoritarismo, creencia en un mundo justo, orientación a la dominancia social, autoposicionamiento ideológico), cognitivas (atribuciones causales sobre la pobreza, prejuicio hacia personas pobres) y sociodemográficas sobre la justificación de la desigualdad social. Se realizó un estudio cuantitativo correlacional. Participaron 305 estudiantes de ambos sexos de 18 a 60 años (M=22.95; DE=4.75) de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Los resultados indican particularidades en torno al poder predictivo de estas variables dependiendo de la dimensión de la justificación de la desigualdad social evaluada. En función de estos resultados, se precisa el aporte de la psicología política a la comprensión de los mecanismos psicosociales que posibilitan la legitimación de la desigualdad.
Palabras clave: justificación de la desigualdad social, variables ideológicas, variables cognitivas, psicología política.
ABSTRACT
The objective of the study was to determine the predictive power of certain ideological (right-wing authoritarianism, belief in a just world, social dominance orientation, ideological self-positioning), cognitive (causal attributions of poverty and prejudice against poor people) and socio-demographic variables on the justification of social inequality. A correlational design was employed. Participants were 305 male and female students from the National University of Cordoba, Argentina ages 18-60 (M=22.95; SD=4.75). Results indicate particularities of the predictive power of these variables depending on the evaluated dimension of the justification of social inequality. Based on these results, the contribution of political psychology to the understanding of the psychosocial mechanisms that enable the legitimation of unequal situations is discussed.
Keywords: Justification of social inequality, ideological variables, cognitive variables, political psychology.
RESUMO
O trabalho buscou conhecer o poder preditivo de variáveis ideológicas (autoritarismo, crença em um mundo justo, orientação a dominância social, auto-posicionamento ideológico), cognitivas (atribuições causais sobre a pobreza, preconceito contra as pessoas pobres) e sócio-demográficas sobre a justificação da desigualdade social. Foi realizado um estudo quantitativo correlacional. Participaram 305 estudantes de ambos os sexos com idades entre 18 a 60 anos (M = 22.95, SD = 4.75) da Universidade Nacional de Córdoba, Argentina. Os resultados indicam particularidades sobre o poder preditivo destas variáveis, dependendo da dimensão da justificação da desigualdade social avaliada. Com base nestes resultados, a contribuição da psicologia política para a compreensão dos mecanismos psicossociais que permitem a legitimação da desigualdade é enfatizada.
Palavras-chave: justificação da desigualdade social, variáveis ideológicas, variáveis cognitivas, psicologia política.
La desigualdad social constituye uno de los mayores escándalos éticos y políticos actuales y las inequidades demandan políticas públicas que traten de incidir en sus causas estructurales y garanticen los derechos básicos a la población (Kliksberg, 2015). La mitad de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población (Informe Oxfam, 2014), y que a nivel mundial Latinoamérica posee el peor coeficiente de Gini y tiene en el ranking de los quince países más desiguales del mundo a diez de los suyos; a la vez que el 10% más rico tiene veintisiete veces los ingresos que el 10% más pobre (Kliksberg, 2015). En esta región, la desigualdad tiene un carácter estructural e histórico superando los índices promedio a nivel internacional (Salas, 2004). En Argentina el índice de Gini pasó de 0,36 en 1974 a 0,51 en el año 2000 (Altimir, Beccaria & González Rozada, 2002), evidenciando un valor que ronda entre .44 (según el Banco Mundial) y .50 (según la CEPAL) en 2010. Esta desigualdad no solo se refleja en términos de ingreso y patrimonio, sino que también da cuenta de un desigual acceso a los servicios públicos esenciales como la educación, la salud y la seguridad social (Burchardt, 2012). En consonancia, también Córdoba se inscribe en esta alarmante situación, registrándose niveles de pobreza por encima del 30% a la vez que más del 8% de la población se encuentra bajo el umbral de indigencia (CIPPES, 2014). En ese sentido, se ha planteado que las políticas públicas de la ciudad de Córdoba en lugar de disminuir la brecha de la desigualdad la han ampliado (Díaz & Gauna, 2015).
Estos aspectos señalan la relevancia social y política del problema de la desigualdad social en la Argentina. En esa línea, resulta pertinente estudiar la justificación de la desigualdad social (en adelante JDS) desde una perspectiva psicosocial y psicopolítica a los fines de precisar en qué medida las creencias de las personas operan como justificaciones de las inequidades, legitimando una sociedad altamente desigual. Al respecto, dentro del campo de la psicología política la temática de la JDS ha sido abordada por distintos(as) autores(as). Así, se ha encontrado que la percepción de la desigualdad no mantiene una relación directa con la desigualdad real (Castillo, Miranda & Carrasco, 2011). En esa línea, datos del ISSP (International Social Survey Programme) muestran que en contextos donde las desigualdades económicas poseen elevados niveles sus ciudadanos(as) no perciben el ambiente como desigual, lo cual puede estar reflejando posibles sesgos perceptivos (Castillo et al., 2011).
Otros(as) autores(as) sostienen que la inequidad muchas veces es justificada y legitimada, lo cual llevaría a que se perpetúe y conserve (Henry & Saul, 2006; Jost, 2001). Se afirma que las personas tienen motivos para justificar y racionalizar el sistema en el que están insertas, de tal forma que los acuerdos económicos, sociales y políticos sean percibidos como justos (Jost & Banaji, 1994). Entre dichos motivos se encontraría el hecho de que la justificación del sistema (en adelante JS) traería beneficios psicológicos, como el aumento del bienestar subjetivo, la sensación de percibir el mundo como ordenado y controlable, la reducción de la ansiedad o el mantenimiento de la autoestima (Jost & Hunyady, 2002, 2005).
Así, la JDS puede ser inscrita en el marco de un sistema de creencias legitimadoras del status quo de carácter más amplio, como es la Justificación del Sistema (JS). Sidanius y Pratto (1999) proponen que la JS es un fenómeno por el cual los miembros de un grupo diseminan ideas que justifican y mantienen sus beneficios, y por consiguiente su poder, dentro de la sociedad. En esa línea, desde la Teoría de la Justificación del Sistema (TJS) se señala que los seres humanos poseen una tendencia psicológica a racionalizar y legitimar el status quo, percibiéndolo como justo, necesario, natural e inevitable (García-Castro, 2010). Justificar el sistema aportaría beneficios psicológicos a las personas: disminuiría la angustia emocional y la indignación moral, a la vez que conllevaría a una menor preocupación por la inequidad, lo que produciría mayor felicidad y satisfacción (Napier & Jost, 2008).
Más allá de la relevancia teórica del constructo JS, diversos(as) autores(as) indican las limitaciones operacionales que posee (Jaume & Prado-Gasco, 2013). Jost y Hunyady (2005) señalan que la JS se operacionalizaría a través de mediciones de creencia en el mundo justo, autoritarismo de derechas, orientación de dominancia social e ideología conservadora, postura a la que se adhieren los autores latinoamericanos Rottenbacher de Rojas y Molina Guzmán (2013). No obstante, en otro estudio Jost y Thompson (2000) la operacionalizan a través de la Escala de Justificación del Sistema Económico, que indaga solo el aspecto económico de la JS. Según algunos(as) autores(as) la construcción de dicha escala se vincula con que "había que tomar un objeto de justificación del sistema, y de los sistemas sociales contemporáneos, quizás en el que se percibe la justificación con mayor claridad es el económico" (Jaume & Prado-Gasco, 2013, p. 77). En nuestro estudio, consideraremos a la JS como un sistema de creencias generales legitimadoras del status quo, en el marco de las cuales es posible identificar la JDS en diferentes dimensiones: acceso a los sistemas de salud, acceso a recursos económicos, a oportunidades educativas, a bienes sociales y simbólicos, entre otros.
Por otra parte, tanto la JDS como la JS pueden ser comprendidas a partir de su vinculación con variables ideológicas y cognitivas. Así, en torno a las primeras, la bibliografía indica relaciones positivas y significativas con la creencia en el mundo justo (CMJ) (Jaume, Etchezahar & Cervone, 2012; Jost & Thompson, 2000; Kelemen, Szabó, Mészáros, László & Forgas, 2014), el autoritarismo del ala de derecha (RWA por su denominación en inglés) (Jost, Blount, Pfeffer & Hunyady, 2003; Jost, Banaji & Nosek, 2004; Rottenbacher de Rojas & Molina Guzmán, 2013), la orientación a la dominancia social (ODS) (Jost & Thompson, 2000; Jost et al., 2004; Rottenbacher de Rojas & Molina Guzmán, 2013) y la ideología conservadora (Jost & Thompson, 2000; Rottenbacher de Rojas & Molina Guzmán, 2013).
En otro orden, existen una serie de variables cognitivas que podrían ser vinculadas a la JDS, aunque estas relaciones no han sido exploradas empíricamente hasta el momento. Así, resulta relevante indagar las atribuciones causales en torno a la pobreza, las cuales dan cuenta de nuestro intento por comprender los orígenes de este fenómeno. En esa línea, Zubieta y Barreiro (2006, p. 178) especifican que "las atribuciones que los individuos realizamos al tratar de entender conductas y eventos, más que perseguir la exactitud, satisfacen sobretodo necesidades adaptativas, de previsibilidad y control. Ante fenómenos inexplicables o calamitosos, las explicaciones del sentido común proporcionan un sentimiento o ‘ilusión’ de dominio". Al respecto, la literatura indica que las atribuciones causales sobre la pobreza pueden ser clasificadas en fatalistas, estructurales e individualistas. Las primeras colocan las causas de este fenómeno fuera del control humano, en situaciones tales como la mala suerte o la voluntad divina. Otro tipo de explicaciones situacionales son las atribuciones estructurales (o sociales), en el marco de las cuales se concibe que es la propia organización social la determinante de la pobreza. En último lugar, las explicaciones individualistas sitúan a las personas pobres como las causantes de su condición, efectuando atribuciones disposicionales (Dakduk, Gonzáles & Malavé, 2010; Feagin, 1975).
Diversos trabajos han mostrado que personas adultas con ingresos económicos bajos mantienen mayoritariamente atribuciones estructurales, mientras que quienes poseen ingresos medios sostienen atribuciones individualistas en torno al origen de la pobreza (Cozzarelli, Wilkinson & Tagler, 2001; Feagin, 1972; Hunt, 1996). Por tanto, se trata de una variable relevante al momento de estudiar la JDS. De hecho, se señala que quienes sostienen atribuciones individualistas acerca de la pobreza equiparan a la democracia con la igualdad de condiciones, donde cada persona es responsable de su estatus económico (Wilson, 1996), concepción asociada con la CMJ y la meritocracia. Otra variable cognitiva de relevancia son las actitudes negativas hacia las personas pobres, esto es, el nivel de prejuicio hacia este grupo social. Los prejuicios no suponen solo asignar atributos negativos, sino también efectuar una explicación de por qué ciertos grupos poseen esos atributos (Morales & Moya, 1996). Por otra parte, se señala que el prejuicio no necesariamente se basa en el rechazo o la antipatía. Es decir que una persona puede atribuirle características o actitudes positivas a otra en un contexto de subordinación; tal como sucede con el fenómeno de sexismo benevolente (Espinosa, Calderón-Prada, Burga & Güímac, 2007). A su vez, Jost y Banaji (1994) señalan que los estereotipos negativos hacia ciertos exogrupos favorecen la justificación del status quo y perpetúan las diferencias sociales. Por su parte, Betancor, Quiles, Rodríguez, Delgado y Acosta (2002) indican que los estereotipos y prejuicios hacia personas pobres se asocian con respuestas de distanciamiento, separación, exclusión y segregación.
Finalmente, respecto de las variables sociodemográficas, antecedentes indican que la JS es, por lo general, más alta entre miembros de grupos favorecidos por el sistema (Feygina Jost & Goldsmith, 2011; Schmitt, Branscombe & Kappen, 2003). Así, se indica que son los hombres quienes puntúan más alto que las mujeres (Jost & Kay, 2005; Schmitt et al., 2003). No obstante, sobre el nivel socioeconómico se encontraron antecedentes contradictorios. Algunos trabajos indican que incluso los miembros de los grupos desfavorecidos justifican y legitiman un sistema que los perjudica (Jost et al., 2003; Jost et al., 2004; Jost, 2006; Molina Guzmán, 2013); mientras otros estudios van en línea contraria (Kelemen et al., 2014). Respecto al nivel educativo, Jost et al. (2003) hallaron que participantes de menor nivel educativo evidenciaron un mayor nivel de JS. Finalmente, en cuanto a la edad, se señala que los(as) participantes mayores puntúan más alto en la JS que los(as) más jóvenes (Jost & Kay, 2003).
Considerando los antecedentes relevados, la presente investigación se propuso determinar el peso predictivo de variables ideológicas (CMJ, RWA, ODS e ideología política), cognitivas (atribuciones causales sobre la pobreza y prejuicio hacia personas pobres) y sociodemográficas en relación a las diversas dimensiones de la JDS en estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba. Para ello, se consideraron las siguientes hipótesis de investigación:
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H1: Las diversas dimensiones de la JDS correlacionarán entre sí de forma positiva e intensa.
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H2: Las dimensiones de la JDS evaluadas evidenciarán una correlación positiva significativa con todas las variables ideológicas contempladas en el estudio.
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H3: Las variables ideológicas predecirán la JDS en sus diversas dimensiones.
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H4: El sexo se asociará significativamente con la JDS de tal modo que los varones puntúen más alto, a la vez que se constituirá como un predictor de la JDS.
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H5: Tanto la edad como el NSE serán variables que no mostrarán relaciones significativas con la JDS.
A su vez, respecto de algunas variables no se han encontrado antecedentes empíricos directos, por lo cual se procedió a la estipulación de algunos supuestos de investigación:
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S1: Tomando en cuenta los aportes de Jost y Banaji (1994) sobre estereotipos negativos hacia exogrupos y justificación del status quo, consideramos que el prejuicio hacia las personas pobres correlacionará de manera positiva con la JDS en todas sus dimensiones.
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S2: De acuerdo con Pereira (2000) las actitudes igualitarias se vinculan de forma positiva con atribuciones estructurales, mientras que las personas que detentan actitudes no igualitarias evidencian más adhesión a atribuciones individualistas en torno al origen de la pobreza. En esa línea, nos planteamos que las atribuciones individualistas sobre la pobreza correlacionarán de forma positiva con la JDS, mientras que las atribuciones sociales-estructurales lo harán de forma negativa.
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S3: Asimismo, esperamos que tanto el prejuicio hacia personas pobres como las atribuciones causales sobre la pobreza se constituyan en variables predictoras de la JDS en los modelos de regresión.
Método
Participantes
Participaron 305 estudiantes de diversas carreras de la Universidad Nacional de Córdoba de 18 a 60 años (M=22.95; DE=4.75), seleccionados(as) a través de un muestreo no probabilístico accidental. El 19,1% pertenecía a nivel socioeconómico alto (alto y medio alto); 70,6% a nivel medio (medio típico y medio bajo) y 10,3% a nivel bajo (bajo superior y bajo inferior). Del total, 75,7% eran mujeres. La decisión de trabajar con estudiantes universitarios(as) se basó en condiciones de accesibilidad a la muestra.
Instrumentos
Justificación de la desigualdad social. Se consideraron cuatro dimensiones: (a) económica, (b) educativa, (c) acceso a salud y (d) justicia (legal).
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JDS económica: se usó la escala de JDS económica en su versión en español (Jaume, et al., 2012), compuesta por siete ítems (α=.85), tales como: "Si la gente trabaja duro, consigue casi siempre lo que quiere"; "La mayoría de la gente que no progresa en nuestra sociedad no debería culpar al sistema: ellos son los únicos culpables".
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JDS educativa: se utilizó la escala propuesta por Rottenbacher de Rojas y Molina Guzmán (2013), la cual tras los análisis locales retuvo seis ítems (α=.73). Algunos de los ítems son: "No es lógico pensar que todos deban tener las mismas oportunidades de educación de calidad"; "Pensar que todos deben tener la misma oportunidad de educación de calidad es iluso, porque no todas las personas tiene el mismo rendimiento".
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JDS en el acceso a salud: se desarrolló una escala ad hoc con base en la escala de JDS educativa de Rottenbacher de Rojas y Molina Guzmán (2013), la cual se compone de cinco ítems (α=.69). Algunos ítems incluidos fueron: "Está bien que las personas que ganan más accedan a una mejor salud que los que ganan menos o no trabajan"; "Cada familia es responsable de la calidad de la salud que le da a sus hijos. No es viable que todos exijan al Estado la misma calidad de salud".
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JDS legal: se incluyó la subescala de Justificación de la Inequidad Legal (Altemeyer, 2004) en su versión en español (Rottenbacher de Rojas & Molina Guzmán, 2013), compuesta por cuatro ítems (α=.60) entre ellos: "No tiene nada de malo que las personas poderosas puedan salirse con la suya en actos ilegales, porque pueden pagar los mejores abogados y tienen mejores contactos"; "No está mal que la gente más poderosa reciba un mejor trato de la ley que la gente pobre".
Creencias en el mundo justo. Se usó la escala de Lipkus (1991) adaptada al contexto argentino por Barreiro, Etchezahar y Prado-Gascó (2014). Está compuesta por diez ítems y exhibió una confiabilidad adecuada (α=.75). Algunos de los ítems que la componen son: "Creo que las personas se han ganado las recompensas y castigos que reciben"; "Básicamente pienso que el mundo es un lugar justo".
Autoritarismo del ala de derecha. Se recuperó la versión argentina breve de la escala de RWA (Altemeyer, 2004, 2006), propuesta por Etchezahar (2012). Posee seis ítems y evidenció una confiabilidad óptima (α=.84). Ejemplos de ítems de la escala son: "Nuestro país necesita un líder poderoso que pueda enfrentar a los extremistas e inmorales que actualmente prevalecen en nuestra sociedad"; "Las leyes de Dios sobre el aborto, la pornografía y el matrimonio deben ser seguidas estrictamente antes de que sea demasiado tarde, sus transgresiones deben ser castigadas".
Orientación hacia la dominancia social. Se utilizó la adaptación argentina de la Escala de ODS (Pratto, Sidanius, Stallworth & Malle, 1994) efectuada por Etchezahar, Prado-Gascó, Jaume y Brussino (2014). Posee diez ítems distribuidos en dos dimensiones: oposición a la igualdad (OI) (α=.81) y orientación a la dominancia grupal (ODG) (α=.68). Algunos ítems incluidos son: "Habría menos problemas si tratáramos a los diferentes grupos de manera más igualitaria"; "Probablemente es bueno que ciertos grupos estén en una posición superior y otros en una posición inferior".
Atribuciones causales sobre la pobreza. Se utilizó la escala de Bullock, Williams y Limbert (2003). Tras los análisis, se retuvieron 32 ítems organizados en tres dimensiones: atribuciones individualistas (α=.92), socioestructurales (α=.84) y fatalistas (α=.68). Algunos de los ítems retenidos son: "Falta de motivación como resultado de depender de planes sociales"; "Son quisquillosos y se rehúsan a hacer trabajos con bajos salarios o trabajos difíciles".
Prejuicio hacia personas pobres. Se consideró la escala propuesta por Gatica, Martini, Dreizik, Imhoff y Brussino (2015), que reúne 13 ítems. Se compone de tres dimensiones: afectivo-conductual (α=.78); afectiva (α=.70) y cognitiva (α=.66). Son ejemplos de ítems de la escala los siguientes: "Me molestaría tener como vecinos a personas pobres"; "La presencia de los pobres es una de las causas de delincuencia y violencia".
Todas las escalas presentadas hasta aquí poseen opciones de respuesta de 1=totalmente en desacuerdo a 5 = totalmente de acuerdo.
Ideología política. Se utilizó un autorreporte del posicionamiento ideológico en una escala que va de 1 = totalmente de izquierda a 7 = totalmente de derecha.
Variables sociodemográficas. Se consideraron preguntas cerradas de alternativa fija. El nivel socioeconómico se calculó mediante un índice que incluye: cantidad de aportantes de ingresos y miembros del hogar, ocupación y nivel educativo del principal sostén del hogar, cobertura de salud e indicadores de indigencia (Comisión de Enlace Institucional, AAM-SAIMO-CEIM, 2006).
Procedimiento
Se realizaron aplicaciones colectivas de un cuestionario autoadministrado que se llenó tras la obtención del consentimiento informado de los(as) participantes. La recolección de datos se llevó a cabo asistiendo a las instancias teóricas y de trabajos prácticos de materias de diversas carreras de nuestra universidad. Con la autorización del(la) docente a cargo, se informó a los(as) estudiantes sobre los objetivos de la investigación y se les garantizó confidencialidad y anonimato en sus respuestas. Además de esas consideraciones éticas, se les informó que si deseaban retirarse en cualquier momento y no finalizar el cuestionario lo podían hacer, y que la información se utilizaría con fines académicos exclusivamente. El tiempo promedio de trabajo fue de treinta minutos por participante.
Análisis de datos
La información se ingresó y procesó en el paquete estadístico SPSS
20. Se procedió a la inspección de los casos y variables antes de la realización de los análisis. Dado que el porcentaje de los casos perdidos no superaba el 2% en ninguno de los ítems, estos se sustituyeron por el valor medio sobre todas las respuestas válidas (Hair, Anderson, Tatham & Black, 1999). En cuanto a los supuestos de normalidad, se consideraron valores excelentes ±1 y adecuados ±2 (George & Mallery, 2011).
A su vez, se realizó una inspección a los fines de detectar casos atípicos. Se eliminaron tres casos que mostraban un comportamiento atípico en diversas variables incluidas en el estudio. Tras la eliminación de estos casos, los niveles de curtosis y asimetría de todas las escalas consideradas se ajustaron a niveles aceptables y excelentes.
Para conocer la relación entre la JDS y las variables independientes, se realizaron correlaciones bivariadas. Luego, a los fines de determinar el peso predictivo de las variables ideológicas, cognitivas y sociodemográficas con relación a la JDS, se efectuaron regresiones múltiples, mediante el método de pasos sucesivos, en el marco de las cuales las diversas dimensiones de la JDS fueron incorporadas como variables dependientes o de criterio, mientras que las variables ideológicas, cognitivas y sociodemográficas ingresaron como variables independientes o predictoras.
Resultados
En primer lugar, se observó que las cuatro dimensiones de la JDS aquí analizadas correlacionan entre sí de forma positiva y fuerte. A su vez, las diversas dimensiones de la JDS presentan relaciones positivas y significativas con todas las variables ideológicas consideradas (CMJ, RWA, ODS y autoposicionamiento ideológico). Por su parte, al indagarse las relaciones entre la JDS con las atribuciones acerca del origen de la pobreza se observaron relaciones positivas y significativas de aquellas con atribuciones individualistas y fatalistas. En contraposición, las atribuciones sociales-estructurales mantienen una relación negativa y significativa con las cuatro dimensiones de la JDS. En otro orden, las cuatro dimensiones de la JDS mostraron relaciones positivas significativas con los componentes afectivo-conductual y cognitivo de la escala de prejuicio hacia personas pobres. La dimensión afectiva solo presenta relaciones positivas significativas con la JDS en el acceso a educación, y esta es débil. Finalmente, las variables sociodemográficas no mostraron relaciones significativas con las dimensiones de la JDS (ver tabla 1).
Por otra parte, se analizó el peso predictivo de cada una de las variables ideológicas, cognitivas y sociodemográficas, y el peso conjunto de estas variables, con relación a la JDS. En primer lugar se analizó la dimensión económica de la JDS. Así, tal como se observa en la tabla 2, las atribuciones causales individualistas en torno al origen de la pobreza y el RWA son las variables que más aportan a la predicción de la JDS económica. En ambos casos, se trata de una influencia positiva. A su vez, la CMJ, las atribuciones sociales-estructurales y la ODG, también aportan poder predictivo, aunque en menor medida que las variables recién mencionadas. La influencia de la CMJ y de la ODS es positiva, mientras que la adhesión a atribuciones sociales estructurales ejerce una influencia negativa. Estas cinco variables en su conjunto explican casi un 60% de la varianza de la JDS económica (R2=.58).
En lo que concierne a la JDS educativa, se observa que las atribuciones fatalistas en torno a la pobreza y la ODG son las variables que más aportan a la predicción de esta dimensión. En ambas variables la influencia es de signo positivo. Por su parte, las demás variables (autoposicionamiento ideológico, OI y RWA) también aportan poder predictivo, de signo positivo en los tres casos, aunque en menor medida que las variables mencionadas anteriormente. Las cinco variables en su conjunto, explican el 42% de la varianza de la JDS en el acceso a la educación (R2=.42) (ver tabla 3).
Con relación a la JDS legal, se observa que las atribuciones fatalistas en torno a las causas de la pobreza nuevamente se ubican como la variable que más aporta a la predicción, seguida por el prejuicio hacia personas pobres en su componente cognitivo. En ambos casos la influencia es de signo positivo. También las atribuciones sociales-estructurales y el autoposicionamiento ideológico aportan poder predictivo, aunque en menor medida. En el caso del autoposicionamiento ideológico es de signo positivo; mientras que las atribuciones sociales-estructurales en torno a las causas de la pobreza ejercen una influencia negativa. En su conjunto, las cuatro variables explican el 31% de la varianza total en relación a la JDS legal (R2=.31) (ver tabla 4).
Finalmente, en la tabla 5 se puede observar que la ODG y el prejuicio en su dimensión afectivo-conductual son las variables que más aportan a la predicción de la JDS en el acceso a la salud. En ambos casos la relación es de signo positivo. También las atribuciones individualistas y fatalistas sobre las causas de la pobreza, el RWA y la edad del(a) encuestado(a) aportan a la predicción de la JDS, mediante una influencia positiva. En conjunto estas variables explican el 34% del total de la varianza en relación a la justificación de este tipo de desigualdad (R2=.34) (ver tabla 5).
Discusión
El objetivo de este trabajo ha sido determinar el peso predictivo de variables ideológicas, cognitivas y sociodemográficas en vinculación con la justificación de la desigualdad social (JDS) en cuatro de sus dimensiones con una muestra de estudiantes universitarios(as). Hay razones sociohistóricas y disciplinares que fundamentan la importancia de un trabajo de estas características. Así, el estudio de la problemática de la desigualdad ha ido ganando terreno en diferentes partes del mundo. Tanto los aspectos económicos, políticos, como los éticos sugieren que se le preste atención a dicho fenómeno, por ende, es de relevancia para nuestras sociedades el análisis de la desigualdad y el nivel de su justificación, ya que en tanto construcción sociohistórica es posible repensarla y reconstruirla para el logro de una sociedad más justa y equitativa. En esa línea, se ha observado que son las sociedades más desiguales las que tienden a aceptar y legitimar las inequidades, en contraposición a sociedades más igualitarias las cuales poseen poca resistencia a la desigualdad (Barozet et al., 2013). Al respecto, América Latina exhibe, históricamente, cifras altas en las dimensiones de la desigualdad que pueden ser medibles, objetivadas: de patrimonio, de ingresos, de salud, de educación, entre otras. A pesar de ello, no es inherente a las personas la percepción y cuestionamiento de dichas inequidades, es decir que la existencia de estas altas desigualdades no implicaría que la sociedad las encuentre injustas total o parcialmente (Miranda & Carrasco, 2011). Por ende, el análisis de la influencia de las distintas variables presentes en nuestra investigación sobre la justificación de la inequidad tiene una relevancia sobresaliente para entender la dinámica psicosocial y los procesos que justifican un estado de situación altamente desigual.
En esa línea, un primer aspecto a señalar es que los análisis de correlación bivariada iniciales dieron cuenta de relaciones esperadas entre las variables en estudio, de acuerdo con la bibliografía previa, dando soporte empírico a nuestras hipótesis y supuestos al respecto. Así, la relación positiva y significativa encontrada entre todas las dimensiones de la JDS entre sí van en sentido positivo a nuestra hipótesis 1 y señalan, de manera general, cierta estabilidad de la JDS, coincidiendo con lo que propone la teoría de la JS (Jost, Banaji & Nosek, 2004; Jost & Hunyady, 2002), en el sentido de que las personas precisan tener una visión del mundo como coherente y estable. Aun así, esta vinculación de las distintas dimensiones entre sí no debe hacer perder de vista la especificidad de cada una de ellas, en tanto, como se observó en los análisis de regresión, cada dimensión de la JDS se vincula con variables predictoras particulares, dando cuenta de que se trata de un fenómeno complejo y diverso.
En cuanto a los resultados de los análisis de regresión, fue el modelo vinculado a la JDS económica el que más varianza explicó (R2=.58). Eso se puede deber a las mejores propiedades psicométricas de esta escala y a la particularidad de que en las sociedades actuales la dimensión que con mayor claridad es detectada como desigual es la organización económica y la distribución de los recursos materiales (Jost & Banaji, 1994). De acuerdo con nuestros resultados, la variable que en mayor medida predice la JDS económica son las atribuciones individualistas sobre el origen de la pobreza. En este tipo de atribuciones es sobre los propios agentes sociales y su supuesta falta de esfuerzo donde recaen las causas y determinantes de su pobreza (Dakduk et al., 2010), lo cual invisibiliza los determinantes socioestructurales, en consonancia con lo que propone la teoría de JS. En consonancia, las atribuciones socialesestructurales aportan en sentido negativo a la predicción de la JDS económica, y esto es coherente y esperable dado que en esta dimensión atribucional la pobreza es comprendida como el resultado de factores sistémicos y de configuración del entramado social en el que se encuentran insertas las personas. Por su parte, el RWA, la CMJ y la ODS también ingresan como variables predictoras, lo que es esperable ya que esos constructos, junto a la orientación política de derecha, señalan una tendencia hacia el conservadurismo político (Molina Guzmán & Rottenbacher de Rojas, 2013).
Al respecto, para Jost et al. (2003) el concepto de conservadurismo político está compuesto por dos dimensiones: preferencia por el orden establecido y resistencia al cambio, por un lado, y por el otro por una predilección por la desigualdad. Dicho concepto respondería a una mayor tendencia en las personas hacia la SDO, el RWA, la intolerancia hacia la ambigüedad y una propensión a ideologías de derecha en contra del cambio social (Molina Guzmán & Rottenbacher, 2013). A su vez, Molina Guzmán y Rottenbacher (2013, p. 30) ratificaron en su estudio una fuerte relación entre las dimensiones de la justificación de la desigualdad con aquellas asociadas al conservadurismo político, lo que para estos autores reforzaría la idea de que "la estructura de las relaciones entre el conservadurismo político y la justificación de la desigualdad forman un marco de concepción de la realidad social", en coincidencia con resultados encontrados en otros contextos y también en nuestro estudio.
Por otra parte, ninguna dimensión de la variable prejuicio hacia las personas pobres ingresó como predictor de esta forma de JDS, y esto se puede deber a que no necesariamente se deben mostrar actitudes relacionadas al prejuicio para mantener y justificar la desigualdad, esto es, es posible legitimar y aceptar un ordenamiento económico injusto sin por ello sostener prejuicios contra otros grupos o personas. Finalmente, tampoco la IP aparece aquí como predictora de la JDS económica, y ello resulta llamativo ya que contradice los postulados de la Teoría de la JS (Jost & Hunyady, 2002; Jost et al., 2004; Jost & Hunyady, 2005), yendo en línea contraria, parcialmente, a lo que postulamos en nuestra hipótesis 3. Más adelante volveremos sobre este punto, en tanto el autoposicionamiento ideológico sí ingresó como variable predictora en otras dos dimensiones de la JDS: la educativa y la legal.
En cuanto a la dimensión educativa de la JDS una de las variables que mayormente la predice son las atribuciones fatalistas en torno a la pobreza. Estas atribuciones sitúan las causas de la pobreza fuera del manejo y control humano, en situaciones como la mala suerte o la gracia de Dios (Dakduk et al., 2010). En esa línea, vale subrayar que tanto las atribuciones fatalistas como individualistas dejan por fuera causas vinculadas a la estructura económica y a la forma de organización social, y ello pareciera estar generando un efecto de legitimación del orden instituido. Por otro lado, resulta interesante subrayar que solo en la dimensión educativa de la JDS se presentan los dos componentes de la ODS (orientación de dominancia grupal y oposición a la igualdad) como predictores, lo que señala que quienes aceptan el desigual acceso a la educación exhiben una aceptación de la estructura jerárquica de la sociedad y, podríamos conjeturar que son contrarios a ideas tales como que la educación debiera ser universal, gratuita e igualitaria. A su vez, existe una idiosincrasia que vincula de manera directa a la educación con una ideología meritocrática, que parece comprender que el acceso a la educación debe basarse en los méritos personales y no en la universalidad. En esa línea, estudios previos han ratificado la relación positiva entre ideología meritocrática y ODS (Cima & Dagallo, 2007; Sidanius & Pratto, 1999).
En tercer término se ratificó que el autoposicionamiento ideológico ingresó como predictor de la JDS educativa, indicando cierta tendencia a aceptar y legitimar el inequitativo acceso a la educación entre quienes sostienen una IP de derecha. Ello es comprensible en tanto las posiciones de derecha o conservadoras también han sido vinculadas con valores meritocráticos y no igualitaristas (Bobbio, 1996; Jost, Federico & Napier, 2009). En último lugar, también el RWA muestra poder predictivo hacia la JDS educativa, al igual que en la dimensión económica de la JDS aunque de manera más débil. Esto es esperable pues supone que las personas autoritarias justifican y promueven el desigual acceso a la educación ya que esta es un instrumento para el progreso económico y el ascenso social (Molina Guzmán & Rottenbacher, 2013), lo que llevaría a que las posiciones privilegiadas se sientan amenazadas. Estos resultados se relacionan con lo hallado en otras investigaciones, esto es, que el RWA correlaciona positivamente con la devaluación del exogrupo y con la legitimación de las inequidades (Altemeyer, 1998; Jost et al., 2003).
En lo que respecta a la JDS legal, al igual que en la JDS educativa, las atribuciones fatalistas emergen como las principales predictoras. Ello quizás pueda vincularse con el hecho de que para estas perspectivas atribucionales, la justicia reposa en factores externos fantásticos, o bien de un orden que excede al mundo controlable por los seres humanos; y dicha concepción podría estar funcionando como un factor que obtura la identificación y crítica de los aspectos sociales que impactan en la generación de la desigualdad en el acceso a la justicia. Esta interpretación, a su vez, encuentra respaldo en el hecho de que las atribuciones socioestructurales se vinculan de forma negativa con esta dimensión de la JDS. Seguidamente, es la dimensión cognitiva del Prejuicio hacia las personas pobres la variable que en mayor medida aporta a la predicción de la JDS legal. La subescala cognitiva del prejuicio reúne entre sus ítems a un enunciado que remite de manera explícita al ámbito de la justicia: "La presencia de los pobres es una de las causas de delincuencia y violencia". Creemos que este aspecto puede estar vinculado a la emergencia de este tipo de prejuicio como predictor de la JDS legal. Por otra parte, nuevamente aquí ingresa el autoposicionamiento ideológico como una de las variables relacionadas con la JDS legal, y ello es coincidente con la teoría, como mencionamos para el caso de la JDS educativa. Ello podría indicar que en esas dimensiones de la JDS las posiciones ideológicas de las personas son más relevantes que en otras dimensiones.
En este sentido, cabe destacar que es solo en estas últimas dos dimensiones de la JDS, esto es, en la dimensión educativa y legal, en las cuales el autoposicionamiento ideológico ingresó como variable predictora. Al respecto, los resultados mostrados no son completamente coherentes con la teoría del conservadurismo político, ya que dicha teoría postula la asociación directa entre la ideología conservadora con la justificación de la inequidad. Esto traería aparejado que las distintas formas de percibir y justificar la desigualdad (económica, educativa, legal, salud) no son totalmente consistentes con la IP en la cual se posiciona la persona. En esa línea, podríamos preguntarnos si cada posición tiene sus márgenes claramente delineados o si, por el contrario, nuestros(as) participantes podrían apoyar políticas progresistas (como por ejemplo mayor presencia del Estado en la economía) y aun así autoposicionarse hacia la derecha. Creemos que un aspecto que podría ayudar a comprender este fenómeno se vincula con las características que adquiere la IP en nuestro contexto, y las formas de operacionalizar esta variable. Tal como se ha señalado en algunos trabajos locales (Brussino, Rabbia, Imhoff & Paz García, 2011), en Argentina las clásicas etiquetas ideológicas de derecha e izquierda no son de fácil aplicación dada la complejidad del escenario político e ideológico nacional. En esa línea, se sugiere la utilización de mediciones más precisas de la IP que trasciendan la simple evaluación del autoposicionamiento ideológico. Lamentablemente, en nuestro estudio hemos decidido utilizar solo una medición del autoposicionamiento ideológico para conocer la IP de nuestros(as) participantes. En futuros estudios podría explorarse la relación de esta variable con la JDS utilizando mediciones más precisas de IP.
Por último, en lo vinculado a la JDS en el acceso a la salud se observa a la ODG como predictor más relevante. Esto indica que las personas con una fuerte ODG exhiben una tendencia a mantener una jerarquía social desigual justificando este tipo de inequidad, y a su vez atribuirán a los grupos subordinados características negativas. Ello puede relacionarse con la segunda variable que aporta mayor predicción: el componente afectivo-conductual del prejuicio hacia las personas pobres. En ambas se hace hincapié sobre la devaluación del exogrupo y la mayor valoración del grupo dominante, manifestándose en un mayor acceso a recursos como la salud en favor al endogrupo y el rechazo hacia los otros, en este caso las personas pobres. En cuanto a la dimensión afectivo-conductual del prejuicio, esta hace referencia no solo a sentimientos hacia las personas pobres sino también a la propensión a llevar a cabo acciones en perjuicio de ese colectivo, legitimando, promoviendo y actuando a favor de las desigualdades sociales. A su vez, las atribuciones individualistas y fatalistas emergen como predictoras de la JDS en salud, lo cual resulta esperable de acuerdo con la teoría de las atribuciones causales sobre la pobreza (Feather, 1974).
En otro orden, también el RWA predice parte de la varianza de la JDS en salud, esto es, aquellas personas con inclinación al autoritarismo tendrían actitudes de justificación y legitimación del status quo. Por último, la edad del(a) encuestado(a) ingresa como predictor de esta dimensión de la JDS. Se trata de la única variable sociodemográfica que ingresa en todos los modelos de regresión realizados. Ello quizás se asocie con el hecho de que las vinculaciones directas de las personas con el sistema de salud se producen de forma progresiva en el ciclo vital. Esto es, a medida que ganamos autonomía (personal, pero también laboral) vamos efectuando un contacto menos mediatizado con el sistema sanitario. Ello, sumado a un clima de época neoliberal que situó también a la salud dentro del campo de lo privado y ordenado por criterios meritocráticos, quizás colabore a que esta dimensión de la JDS sea explicada por esta variable sociodemográfica. Aun así, en nuestras hipótesis postulamos que la variable edad no ingresaría como predictora de la JDS, debido a las características de homogeneidad de nuestra muestra en estos aspectos. No obstante, esta sí ingresó dando apoyo a la presunción de Kay y Jost (2003) de que las personas mayores exhiben medidas más altas de justificación que las más jóvenes.
Como hemos podido ver, las diversas dimensiones de la JDS denotan variables predictoras diferenciales, dando cuenta de la heterogeneidad del fenómeno. Ello ratificaría la presunción de Schmitt et al., (2003) respecto de que la aceptación o el rechazo de las desigualdades dependen del tipo de desigualdad considerada, y de acuerdo a nuestros resultados también las variables ideológicas y cognitivas impactarían en la forma de posicionarse ante diversos tipos de desigualdad social.
En relación con las limitaciones del presente estudio, es preciso indicar que no se ha medido la percepción de desigualdad, en la línea de lo sugerido por Castillo et al. (2011). Ello imposibilita conocer si la JDS se asocia con el nivel de percepción e identificación del nivel de desigualdad del contexto local, a la vez que no permite detectar si existen sesgos perceptivos en la población en estudio. En futuros estudios resultaría interesante avanzar en esta línea. Por otra parte, es importante señalar que nuestros análisis se basan en los resultados obtenidos de una muestra universitaria, y esta presenta ciertas características sociodemográficas como las de no poseer planes de asistencia social, no conformar sectores vulnerables de la población e incluir personas insertas en los sistemas educativos, sanitarios y económicos. Estas características pueden impactar en los resultados obtenidos, dando características específicas a la JDS en función del sector social de pertenencia. Por ende, es recomendable que en estudios subsiguientes se tomen en consideración grupos con diferentes características sociodemográficas. En consonancia, el tipo de muestreo utilizado (no probabilístico) imposibilita la generalización de los resultados, limitando nuestra capacidad de comprensión del fenómeno en la población general.
A pesar de estas limitaciones, creemos que el trabajo efectúa un aporte de relevancia vinculado con la comprensión de las características que adquiere el fenómeno de la justificación de las inequidades en nuestro contexto, constituyéndose en un aporte inicial desde una visión psicosocial y centrada dentro del área de la psicología política. Ello puede servir como insumo para orientar políticas públicas que disminuyan la JDS y sus consecuencias, a la vez que adentrándonos en la manera en que son percibidas las desigualdades es posible diseñar intervenciones educativas y de concientización. Al mismo tiempo, lograr que la ciudadanía acompañe políticas económicas y sociales de redistribución del ingreso y disminución de las inequidades, requiere de la habilidad de instalar en el ámbito público debates que se tornen significativos para el(la) ciudadano(a) y que apunten a problematizar sus convicciones más cristalizadas sobre el ordenamiento social. Conocer cómo las personas están comprendiendo la desigualdad social, y cómo legitiman su reproducción, puede otorgar herramientas para sofisticar el abordaje de estos temas en la agenda pública, concientizando a la ciudadanía sobre los efectos de los sistemas económicos sobre las situaciones de inequidad, y minimizando los efectos de ideologías meritocráticas que depositan en el individuo una hiper-responsabilidad sobre su situación económica. Al respecto, consideramos que el diseño de políticas públicas empírica y científicamente basadas otorga mayores posibilidades de éxito y efectividad.
Ya que la problemática de la redistribución y las desigualdades se encuentra inmersa en el centro del conflicto político (Piketty, 2015), solo un análisis minucioso y vasto puede arrojar luz sobre los mecanismos con los cuales las personas justifican y actúan con las desigualdades. Por tanto, sin una orientación de las políticas a través de programas concretos, sin partidas presupuestarias cuantiosas y sin decisiones con fuerte peso político hacia la disminución y erradicación de las desigualdades y la pobreza, la pretensión de desterrar otras problemáticas como la inseguridad, la baja calidad de vida y la violencia se torna una utopía o un ideal al que es imposible llegar. De modo que estudios como el presente pueden ser una pizca para que se comience ese camino de mayor inclusión, a partir de una radiografía de situación, identificando las urgencias, necesidades y desafíos.
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Recibido: 05 de noviembre, 2015
Revisado: 30 de septiembre, 2016
Aceptado: 18 de octubre, 2016