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Interamerican Journal of Psychology
versão impressa ISSN 0034-9690
Interam. j. psychol. v.41 n.3 Porto Alegre dez. 2007
La relación entre niveles de la actividad física y la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico
The relationship between levels of physical activity and the experience of stress and physical distress symptoms
Eduardo RemorI,1,2; Mª Carmen Pérez-Llantada RuedaII
I Universidad Autónoma de Madrid, España
II Universidad Nacional de Educación a Distancia, España
RESUMEN
El objetivo del presente estudio fue identificar los efectos de la actividad física sobre la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico. Incluyó la evaluación y seguimiento de 124 individuos mediante autoinforme, relativo a la frecuencia de la actividad física, hábitos de salud, estrés y experiencia de síntomas de malestar físico. Los resultados indicaron que los individuos activos físicamente presentaron menores niveles de estrés, menor frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico en comparación con individuos inactivos. Las diferencias encontradas no se han debido a diferencias en las características sociodemográficas de los participantes. Además, se identificó un efecto dosis-respuesta en relación a la actividad física y las variables dependientes, es decir a mayor frecuencia de actividad física, mayor beneficio en las medidas de autoinforme. Dichos resultados apoyan la idea de que la actividad física puede tener un efecto amortiguador sobre la experiencia de estrés y las molestias de salud.
Palabras clave: Actividad física, Estrés, Bienestar, Salud.
ABSTRACT
The aim of the present study was to identify the effects of general physical activity on the experience of stress and symptoms of physical distress. The study included the assessment and follow up of 124 individuals by self-report questionnaires relative to the frequency of the physical activity, health lifestyles, stress and experience of symptoms of physical distress. The results indicated that the physically active individuals presented less stress levels, less frequency and intensity of symptoms of physical distress. The differences found were not related to differences in the sociodemographical characteristics of the participants. In addition, a doses-response effect in relation to the physical activity and the dependent variables was identified, in other words, a greater frequency of physical activity was related to greater benefit in the self-report measures. These results support the idea that the physical activity can have a buffering effect on the experience of stress and the health distress.
Keywords: Physical activity, Stress, Well-being, Health.
Actualmente hay diversos estudios que relacionan la frecuencia o cantidad de la actividad física con cambios en variables psicológicas (Armstrong & Edwards, 2003; Dudgeon, Philips, Boop & Hand, 2004; Emery, Huppert & Schein, 1995; Fletcher, Nickerson & Wright, 2003) y físicas o de salud (Dudgeon et al., 2004; Rojas, Schlicht & Hautzinger, 2003). Cuanto más actividad física realiza una persona menor numero de síntomas psicológicos y/o físicos manifiesta dicha persona. Como resultado de esta evidencia la promoción de la actividad física ha sido incluida dentro de las políticas de salud publica en algunos países (Health Canada, 1998; UK Department of Health, 2004).
Efectos psicológicos de la actividad física
La investigación sobre los efectos de la actividad física sobre la salud tiene larga tradición. Sin embargo, la investigación sobre el papel que juega la actividad física en los procesos psicológicos y en la salud mental solamente ha suscitado mayor interés en los últimos años (Glenister, 1996), a partir de la aportación de las primeras evidencias de que la actividad física puede tener efectos beneficiosos también sobre los trastornos mentales (depresión clínica) y la salud mental, reduciendo la ansiedad, mejorando el estado de animo y el bienestar, aumentando la sensación de eficacia en el manejo de situaciones cotidianas (UK Department of Health, 2004; U.S. Departament of Health and Human Services, 1996). Aunque se han descrito deficiencias metodológicas en algunos estudios dirigidos a evaluar los efectos de la actividad física y del ejercicio sobre el bienestar psicológico y el estado de animo (ver Craft & Landers, 1998; Crews & Landers, 1987; Long & Stavel, 1995), las revisiones de literatura publicadas más recientemente (Salmon, 2001) han concluido que una actividad física regular es beneficiosa para la salud psicológica.
Específicamente, y en resumen, los estudios realizados con individuos adultos han indicado una relación positiva entre la práctica de actividad física y la mejora de la autoestima (Fox, 2000; Weiss, McAuley, Ebbeck, & Wiese, 1990), la aparición de estados emocionales positivos (Hansen, Stevens, & Coast, 2001; Yeung, 1996), el aumento del bienestar psicológico general del individuo (Crone, Smith, & Gough, 2005), la disminución de la ansiedad (Long & Stavel, 1995; Manger & Motta, 2005) y/o del estrés (Brown, 1991; Brown & Siegel, 1988; Roth & Holmes, 1985), la disminución de la depresión (Bosscher, 1993; Cairney, Faught, Hay, Wade, & Corna, 2005; Camacho, Roberts, Lazarus, Kaplan, & Cohen, 1991; Manger & Motta, 2005) y la mejora del funcionamiento cognitivo (Dustman, Emmerson, & Shearer, 1994; Emery, Shermer, Hauck, Hsiao, & MacIntyte, 2003; Lochbaum, Karoly, & Landers, 2002). Corroborando la información previa, distintos organismos internacionales publicaron informes oficiales declarando que la actividad física tiene beneficios preventivos y terapéuticos desde una perspectiva psicológica (Internacional Society of Sport Psychology, 1992; UK Department of Health, 2004).
Efectos de la actividad física sobre la salud
Evidencias sobre una relación positiva entre aptitud física y salud física ha sido documentada de forma consistente en la literatura científica (Caspersen, Powell, & Christensen, 1985), y como Fox (2000) ha señalado, hay un consenso por parte de los profesionales de la salud y las autoridades sanitarias de que la actividad física (determinada por el ejercicio físico) es un factor clave para una buena salud.
La actividad física reduce el riesgo de numerosas enfermedades crónicas y la mortalidad por el conjunto de todas las causas (Varo-Cenarruzabeitia, Martínez-Hernández, & Martinez-Gonzalez, 2003). Este efecto favorable se produce incluso en los ancianos que realizan una actividad física moderada (Guallar-Castillón, Peralta, Banegas, López, & Rodríguez-Aratalejo, 2004). También en las personas que tienen alguna enfermedad, la actividad física aumenta la habilidad para realizar actividades de la vida diaria, retrasa la aparición de la discapacidad y disminuye la dependencia (Spirduso & Cronin, 2001; U.S. Department of Health and Human Services, 1996). Así mismo, parece que la actividad física regular ayuda en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, del sobrepeso y obesidad, y del diabetes; mejora la salud músculo-esquelética (densidad ósea, osteoporosis, artritis y dolor de espalda), reduce el riesgo al desarrollo de cáncer, y además puede tener un efecto terapéutico (paliativo) sobre muchas de estas condiciones (UK Department of Health, 2004).
Estudios epidemiológicos comparando personas físicamente activas con aquellas sedentarias han observado un aumento en el riesgo de mortalidad de 1.2 a 2 veces más probabilidad de fallecimiento para aquellos individuos no activos físicamente (Slattery & Jacobs, 1988). De acuerdo con McKenna y Riddoch (2003), al tener en cuenta los datos de estudios actuales una actividad física regular y una alta aptitud cardio-respiratoria disminuye las probabilidades de mortalidad significativamente (relación dosis-respuesta), además de prevenir contra el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, derrame cerebral, diabetes Tipo 2, ciertos tipos de cáncer (colon rectal, mama, próstata), osteoporosis y fractura ósea.
La mayoría de los estudios relacionando actividad física y salud se han centrado en indicadores objetivos de salud, habiendo pocos estudios que han incorporado indicadores subjetivos de salud. Por ejemplo, Carmack, Boudreaux, Amaral-Melendez, Brantley y Moor (1999), han estudiado la relación entre actividad física y presencia de síntomas físicos de malestar, y han encontrado diferencias significativas en la frecuencia de síntomas entre individuos activos físicamente y sedentarios (mayor frecuencia de síntomas observada en los individuos sedentarios). Del mismo modo, los estudios sobre la relación entre actividad física y calidad de vida relacionada con la salud también han surgido recientemente. Atlantis, Chow, Kirby y Singh (2004) han identificado mediante un ensayo clínico aleatorio cambios significativos en las dimensiones de la calidad de vida después de la participación en un programa de ejercicio físico aeróbico y de pesas. Vuillemin et al. (2005) evaluaron 5.654 hombres y mujeres franceses y han observado que aquellos individuos que cumplían con los criterios de actividad física regular recomendados por los organismos de salud publica presentaban puntuaciones significativamente mayores en calidad de vida relacionada con la salud en comparación con el grupo opuesto. En mujeres con cáncer de mama la actividad física regular también ha sido un determinante de la calidad de vida y de la supervivencia después del diagnostico de cáncer (Kendall, Mahue-Giamgreco, Carpenter, Ganz, & Bernstein, 2005).
La extensa evidencia repasada en los párrafos anteriores, y en los informes de salud publica oficiales (p. ej., UK Department of Health, 2004) refuerza la visión de que la inactividad física es indudablemente uno de los principales factores de riesgo para las epidemias actuales de enfermedades crónicas. El estímulo de formas de vida más activas físicamente debe ser un elemento importante de cualquier estrategia futura en él ámbito de la salud pública.
A pesar de estas evidencias, en España un alto porcentaje de la población mayor de 15 años se encuentra en un estado de inactividad física con respecto al conjunto europeo (Varo-Cenarruzabeitia, Martinez-Gonzalez, Sanchez-Villegas, Martinez-Hernández, Irala-Esteves, & Gibney, 2003); y concretamente un 40% de la población adulta mayor española es completamente sedentaria (López-Garcia, Banegas, Gutierrez-Fisac, Perez-Regadera, Diez-Gañan, & Rodríguez-Altalejo, 2003). Aunque el porcentaje de personas que realizan actividad física de tiempo libre ha aumentado en la ultima década en España, los porcentajes de intención de cambio entre los españoles para un estilo de vida más activo físicamente es aun inferior a la media Europea (Varo-Cenarruzabeitia et al., 2003). Para conocer más sobre la evaluación de los estadios de cambio y la planificación de programas para el cambio hacia un estilo de vida más activo físicamente recomendamos revisar los trabajos de Marcus y Simkin, (1993) y Velasquez, Maurer, Crouch y DiClemente (2001).
Hasta la fecha, en España, apenas hay estudios empíricos que han evaluado la relación entre frecuencia de actividad física, la experiencia de estrés y la frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico. Así mismo, conocer los efectos positivos de la actividad física sobre la salud física y psicológica puede contribuir a mejorar la información a difundir a la población general a este respecto y con ello contribuir indirectamente para una mayor motivación para el cambio hacia una actitud más activa físicamente. Por ello, el presente estudio pretende, por una parte, identificar el efecto de la actividad física sobre la experiencia de estrés y la percepción de síntomas de malestar físico, y por otra, describir la relación entre los niveles de actividad física y la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico.
Método
Participantes
Ciento veinte y cuatro adultos, 71 mujeres y 53 hombres, con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años han sido evaluados en diferentes momentos, durante cuatro semanas consecutivas (línea base [semana 1] + medición 1 [semana 2], medición 2 [Semana 3], medición 3 [Semana 4]), en variables relacionadas con la actividad física, el estrés y la salud mediante cuestionarios de auto informe. La Tabla 1 describe en detalle las características de la muestra.
Instrumentos y variables
Encuesta de datos sociodemográficos, hábitos de salud y actividad física. Se ha elaborado para este estudio una encuesta para recoger la información referida a las características sociodemográficas (p. ej., sexo, nivel educativo, estado civil, con quien vive, peso y altura [cálculo IMC = peso/(altura)2], y salud percibida) y de hábitos de salud y actividad física (p. ej., hábito tabáquico y frecuencia de actividad física [días por semana] e intención de cambio en relación con la actividad física (escala de estadios de intención de cambio para la actividad física de Godin & Shepard, 1985; adaptada al castellano por Varo-Cenarruzabeitia et al., 2003).
Inventario de síntomas físicos de malestar diario (frecuencia e intensidad) de Remor, Amorós y Carrobles (2006). Este inventario evalúa los síntomas físicos de malestar diario con un listado de 15 ítems que describen la frecuencia e intensidad de síntomas físicos de malestar diario (p. ej., dolor de cabeza, congestión nasal etc.). Los participantes tuvieron que registrar su ocurrencia e intensidad a lo largo de la última semana. A través de este inventario se obtuvo la puntuación directa (suma de las puntuaciones) de la Frecuencia de síntomas físicos de malestar diario (FSFMD), y de la intensidad de los síntomas físicos de malestar diario (ISFMD).
Escala de estrés percibido (PSS) de Cohen, Kamarck y Mermelstein (1983) adaptada al castellano por Remor (2006). El nivel de estrés percibido fue evaluado mediante la escala PSS que contiene 14 ítems. Esta escala es un instrumento de auto-informe que evalúa el nivel de estrés percibido durante el último mes. La puntuación directa obtenida indica que a una mayor puntuación corresponde un mayor nivel de estrés percibido. El alfa de Cronbach para el presente estudio fue de .86 (línea base).
Procedimiento
Los participantes han sido reclutados entre 2004-2005 para participar en este estudio en el campus de una universidad pública española (muestra por conveniencia). Éstos han recibido información sobre los procedimientos del estudio y se les ha solicitado la colaboración anónima voluntaria para participar mediante consentimiento informado. Los participantes fueron evaluados en una sesión inicial, al final recibieron un segundo paquete de evaluación con las instrucciones para su cumplimentación en las siguientes tres semanas, a continuación se les citó para que entregasen personalmente el protocolo. Cuatro participantes no han regresado la evaluación a las tres semanas, éstos se han eliminado de los análisis estadísticos de seguimiento. Considerando que los efectos del ejercicio físico varían ampliamente en función de la edad, y con el objetivo de obtener una muestra más homogénea, se ha eliminado los casos extremos en la variable edad. Siete sujetos con edades entre 35 y 57 años se han eliminado de la muestra. Los datos han sido analizados estadísticamente por el programa SPSS/PC versión 12.0.
Resultados
Diferencias en las características sociodemográficas en función de la práctica regular de la actividad física
Para identificar se habían diferencias en cuanto al perfil sociodemográfico (línea base) entre individuos activos físicamente y sedentarios se ha realizado comparaciones entre los distintos grupos. Se ha observado diferencias significativas en función de la practica de actividad física (sí o no) para las variables sexo (más hombres activos físicamente que mujeres, x2=3.621; df=1; p=0.000) y hábito tabáquico (fumadores menos activos físicamente, x2=10.696; df=1; p=0.001). No se ha observado diferencias significativas para las demás variables evaluadas en función de la practica de actividad física: edad (t(122)=-1.251; p=0.231); salud percibida (x2=3.510; df=1; p=0.061); nivel educativo (x2=0.005; df=1; p=0.944); o con quien vive (x2=3.263; df=3; p=0.353).
Para las comparaciones sobre el peso y el IMC se ha realizado los contrastes equiparando los grupos en relación al sexo (ver resultados en la Tabla 2). No se ha observado diferencias en el peso de hombres y mujeres en función de la práctica de actividad física regular. No se ha observado diferencias significativas para el IMC de las mujeres en función de la actividad física. Las diferencias en el IMC de hombres han sido estadísticamente significativas (mayor IMC para los hombres que no realizan actividad física regular). No obstante, puesto que las diferencias se encuentran dentro del rango de normalidad, estas carecen de interés clínico.
Distribución de la muestra según los estadios de intención de cambio frente a la actividad física
En la Tabla 3 se describe la distribución de la muestra (muestra total, sexo y nivel de actividad física regular) según los estadios de intención de cambio frente a la actividad física. Como se puede observar en la tabla el 31% de la muestra evaluada se encuentra en el estadio de precontemplación (9.2%) y contemplación (20.8%) en relación al cambio hacia un estilo de vida más activo físicamente en los próximos 6 meses. El 55.8% abarca individuos que han tomado la decisión (8.3%), están empezando a hacer algo (5.0%) o se mantienen activos físicamente (42.5%). El 14.2% ha estado físicamente activo en el año anterior, no obstante en el momento de la evaluación había abandonado la actividad física. Las cifras de los individuos que se mantienen activos físicamente es superior para los hombres (54.9%) en comparación con las mujeres (33.3%). De los individuos que no practican actividad física el 19.2% no tiene intención de cambiar su estilo de vida, el 46.2% está pensando en la posibilidad de cambiar y el 19.2% lo ha intentado, pero ha abandonado la actividad física.
Efecto de la practica de actividad física sobre la experiencia de estrés y percepción de síntomas de malestar físico
Para identificar las diferencias en los niveles de estrés y experiencia de síntomas de malestar físico (frecuencia e intensidad) a los largo de las tres semanas en función de la actividad física de los individuos evaluados (si/no), se ha realizado un análisis de varianza con medida repetidas (2 grupo x 4 tiempo). El factor inter-sujetos (actividad física) tiene dos niveles (activo versus no activo físicamente) y el factor intra-sujetos que esta determinado por las mediciones en el tiempo de los niveles de estrés y la frecuencia e intensidad de la experiencia de síntomas de malestar físico.
Actividad física versus estrés percibido
El primer ANOVA con medidas repetidas utiliza como variable dependiente el estrés percibido (evaluado por la escala PSS). De acuerdo con los resultados observamos que no hay un efecto significativo en el factor intra-sujetos estrés en el tiempo (F(3.124)=0.530; p=0.662), puede afirmarse, por tanto, que el nivel de estrés es similar en los cuatro registros efectuados. En lo referente a la interacción inter-sujetos actividad física (si/no) observamos un efecto significativo (F (1, 124)=14.511; p=0.000) sobre la experiencia de estrés; puede concluirse por lo tanto que la experiencia de estrés es diferente en función de la práctica de la actividad física regular (p. ej., mayor estrés para los individuos sedentarios). La Figura 1 presenta un grafico perfil representando el efecto de la interacción entre las variables actividad física y estrés a lo largo de tres semanas.
Actividad física versus frecuencia de síntomas de malestar físico percibido
El segundo ANOVA con medidas repetidas utiliza como variable dependiente la frecuencia con que los individuos experimentaran síntomas de malestar físico. De acuerdo con los resultados observamos que hay un efecto significativo en el factor intra-sujetos frecuencia de síntomas de malestar físico en el tiempo (F(3.124)=14.359; p=0.000), puede afirmarse, por tanto, que la frecuencia de síntomas no es la misma en los cuatro registros efectuados. En lo referente a la interacción inter-sujetos actividad física (si/no) también observamos un efecto significativo (F(1. 124)=3.974; p=0.048) sobre la frecuencia de síntomas experimentados; puede concluirse por lo tanto que la frecuencia de síntomas de malestar físico experimentados es diferente en función de la práctica de la actividad física regular. Específicamente los sujetos que practican actividad física informan de una menor frecuencia de síntomas en los cuatro registros efectuados. La Figura 2 representa éste efecto de interacción.
Actividad física versus intensidad de síntomas de malestar físico percibido
El tercer ANOVA con medidas repetidas utiliza como variable dependiente la intensidad de los síntomas de malestar físico experimentados. De acuerdo con los resultados observamos que hay un efecto significativo en el factor intra-sujetos intensidad de síntomas de malestar físico percibidos (F(3.124)=17.204; p=0.000), puede afirmarse, por tanto, que la intensidad de síntomas no es la misma en los cuatro registros efectuados. En lo referente a la interacción inter-sujetos actividad física (si/no) también observamos un efecto significativo (F(1.124)=15.761; p=0.000) sobre la intensidad de síntomas experimentados; puede concluirse por lo tanto que la intensidad de síntomas de malestar físico experimentados es diferente en función de la práctica de la actividad física regular. Concretamente los sujetos que practican actividad física perciben con menor intensidad los síntomas que experimentan en relación con aquellos que no se ejercitan físicamente. La Figura 3 representa el grafico perfil con el efecto de interacción entre las variables actividad física e intensidad de los síntomas informados a lo largo de las tres semanas.
Relaciones entre actividad física, estrés y experiencia de síntomas de malestar físico a lo largo del tiempo
Como análisis complementario y con el objetivo de verificar la hipótesis de que a mayor frecuencia de actividad física menor es la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico se ha realizado un análisis de correlación (Pearson) entre la frecuencia de actividad física, medida por el numero de días de actividad física a la semana, y las mediciones de los niveles de estrés y la frecuencia e intensidad de la experiencia de síntomas de malestar físico. Los resultados se presentan en la Tabla 4. Como se puede identificar en los resultados la frecuencia de días de actividad física se ha relacionado inversamente con las medidas de resultado estrés y experiencia de síntomas de malestar físico a los largo de la tres semanas de seguimiento. Como ilustración grafica de esta relación se presenta la Figura 4 que incluye el grafico representativo de la relación entre días de actividad física y niveles de estrés y síntomas de salud física (frecuencia e intensidad), para la elaboración del grafico se ha utilizado las puntuaciones medias entre los cuatro momentos de evaluación de las variables dependientes. El grafico permite ilustrar el efecto dosis-respuesta de la actividad física regular sobre las variables de resultado. Es decir, a medida que aumenta la "dosis" de actividad física la "respuesta" es la disminución del nivel de estrés y de la frecuencia/intensidad de síntomas percibidos.
Discusión
El presente estudio alberga algunas limitaciones que dificultan la generalización de los resultados a la población general, y que habrá que tener en cuenta a la hora de interpretar la relevancia de los resultados de este estudio. Las cuatro limitaciones más importantes fueron: (1) el hecho de la selección de la muestra haber sido por conveniencia; (2) el tamaño relativamente pequeño de la muestra estudiada; (3) el estudio se ha basado en medidas de auto-informe subjetivas; y, (4) no se ha tenido en cuenta el tipo de actividad física desarrollada por los participantes. Algunos autores han destacado la posible magnitud de las diferencias entre el efecto de la actividad física sobre el bienestar y la salud dependiendo del tipo e intensidad de la actividad desarrollada (McKenna & Riddock, 2003). En estudios futuros se debería intentar superar estas limitaciones para poder afirmar con mayor precisión y confianza los resultados encontrados.
A pesar de las limitaciones, el presente trabajo confirma resultados previos descritos en diferentes estudios y arroja información relevante y novedosa respecto a la relación entre actividad física y salud para la población española. Por ejemplo, en el estudio se determinó la actitud de la población hacia la realización de cambios en su nivel de actividad física, clasificando a los participantes en estadios de intención de cambio. La validez de esta clasificación ha sido ampliamente reconocida (Godin & Shepard, 1985; Prochaska & Marcus, 1994; Rosen, 2000; Varo-Cenarruzabeitia et al., 2003). Esta clasificación permite la identificación de los individuos más expuestos al sedentarismo, de forma que se pueda plantear intervenciones para la promoción de un estilo de vida más activo físicamente. Los datos descritos en el presente estudio muestran un hecho preocupante, la proporción de individuos jóvenes que posee la peor actitud hacia la actividad física (estadio de pre contemplación; "No soy muy activo físicamente, y no tengo intención de ser más activo en los próximos 6 meses") son aquellos individuos que en el momento de la primera evaluación no realizaban actividad física alguna, es decir, existe entre ellos una muy mala disposición para cambiar hacia un estilo de vida más activo físicamente. Estos resultados coinciden con los descritos por Varo-Cenarruzabeitia et al. (2003).
Respecto a la influencia de la actividad física regular sobre los niveles de estrés se observa que los individuos que practican una actividad física regular presentan un nivel de estrés percibido significativamente menor que aquellos que no lo hacen, además estos efectos parecen persistir al menos por un periodo corto de tiempo. Investigaciones anteriores han descritos efectos similares (Carmack et al., 1999; Crews & Landers, 1987; Roth & Holmes, 1985; Salmon, 2001).
También se ha observado diferencias significativas entre los que informan de una practica de actividad física regular en comparación con el grupo sedentario respecto a la experiencia de síntomas de malestar físico. Es decir, los individuos activos físicamente han presentado menor frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico a lo largo de las cuatro medidas en el tiempo. Diferentes estudios previos han descrito efectos similares comparando sujetos activos físicamente y sedentarios (Carmack et al., 1999). Además, teniendo en cuenta los resultados del presente estudio se observa un efecto dosis-respuesta de la frecuencia de días de actividad física y los resultados sobre la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico. Mayor numero de días de actividad física menor estrés y frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico. El efecto dosis- respuesta de la actividad física sobre la salud ha sido descrito con anterioridad por McKenna y Riddock, (2003) y UK Departament of Health (2004).
Aun que, por una parte, los objetivos de este estudio no se dirigen a explicar los mecanismos a través de los cuales la actividad física influye sobre los niveles de estrés y de frecuencia e intensidad de síntomas, y por otra, teniendo en cuenta que: (a) los síntomas de malestar evaluados en este estudio son indicadores de salud especialmente reactivos al estrés; y, (b) hay evidencias de que el estrés puede estar implicado en el desarrollo o la exacerbación de los problemas de salud física y psicológica - en concreto, algunos estudios han demostrado que los pequeños problemas cotidianos de la vida, pueden quizás predecir con mayor precisión las molestias de salud o malestar psicológico que los estresores vitales [major life events] (Jandorf, Deblinger, Neale, & Stone, 1986). Se podría por tanto hipotetizar que los cambios observados en la frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico están condicionados a la reducción del nivel de estrés de los individuos. Es decir, la actividad física podría actuar como una variable amortiguadora de los efectos del estrés sobre la experiencia de síntomas malestar físico. Esta idea no es nueva, habiendo otros trabajos que han planteado paradigmas similares, por ejemplo los estudios de Brown (1991); Brown y Siegel (1988); y Carmack et al. (1999). Por lo tanto, y teniendo en cuenta las limitaciones del presente estudio para responder esta cuestión, se sugiere que en futuros trabajos se intente subsanar estas limitaciones proponiendo diseños de investigación que permitan profundizar de forma adecuada sobre los mecanismos mediante los cuales la actividad física influye sobre la experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico.
En resumen, los resultados de este estudio señalan y confirman que la practica de actividad física regular esta relacionada con un mayor bienestar físico y psicológico (estrés) en una muestra no clínica de individuos. Específicamente, los individuos con un estilo de vida activo físicamente han presentado menor estrés y frecuencia de síntomas de malestar físico, ligado a una menor intensidad de dichos síntomas.
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Received 25/07/2006
Accepted 26/06/2007
Eduardo Remor. Licenciado en Psicología (PUCRS, Brasil). Especialista en Promoción y Educación para la Salud (CUSP, Madrid). Master en Psicología de la Actividad Física y del Deporte (UNED, España). Doctor en Psicología Clínica y de la Salud (UAM, España). Profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España.
Mª Carmen Pérez-Llantada Rueda. Doctora en Psicología. Profesora titular del área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento (UNED, España). Directora y profesora del Master y Especialista en Psicología de la Actividad Física y del Deporte (UNED, España). Directora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), España.
1 Este trabajo ha sido presentado por el primer autor como Tesina de Investigación para la obtención del Diploma de Master en Psicología de la Actividad Física y del Deporte (UNED; 2004-06) bajo la dirección de la segunda autora.
2 Dirección: Departamento de Psicología Biológica y de la Salud. Facultad de Psicología. C/ Ivan Pavlov, 6. Universidad Autónoma de Madrid. 28049 Madrid, España. E-mail: eduardo.remor@uam.es