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Interamerican Journal of Psychology

versão impressa ISSN 0034-9690

Interam. j. psychol. v.42 n.3 Porto Alegre dez. 2008

 

 

Trazos para un panorama de los postgrados y la investigación en psicología en Colombia

 

Review about postgraduate and research on psychology in Colombia

 

 

Rebeca Puche-Navarro1,2

Universidad del Valle, Cali, Colombia

 

 


RESUMEN

Este artículo bosqueja una descripción general de la universidad colombiana, desde donde se presenta la evolución de los programas de postgrado, para luego abordar los programas de psicología en particular. Los procesos de cobertura de la educación superior se relacionan con aspectos de la situación de la investigación y de la estructura que guarda con Colciencias y el sistema de Ciencia y Tecnología. El panorama se completa con una algunos resultados recientes de la investigación tales como la Red de Investigadores en Psicología y sus NODOS (que toma mucho de la experiencia brasilera), relacionándola con productos y publicaciones logradas en los últimos años, entre otros desarrollos, y que pueden resultar buenos indicador de su nivel de desarrollo.

Palabras clave: Doctorados psicología; Educación superior; Redes de investigadores.


ABSTRACT

This paper summarizes a general description about de colombian university, since the evolution of doctoral programmes, to focus in psychological programmes. The higher education coverage is related with research evolution, and with the structure of Coliencias as the secretary of the system of Science and Technology. The picture is fulfilled with the recent outcomes of some developments, such as the researcher psychological network, taking the brasilian experience as the model to follow. The increase in products and publlications in recent years are noticeable.

Keywords: Psychology doctoral programme; Higher education; Researcher network.


 

 

Acerca de la Situación General de la Universidad Colombiana

Resulta difícil entender el desarrollo de la ciencia, de la universidad, y de la psicología en Colombia, sin acudir como eje a la Universidad Nacional. Re-fundada en 1867 con las facultades de derecho, ciencias naturales, y artes y oficios, pero sobretodo con "dos profesiones con bases científicas como son la ingeniería y la medicina" (Melo, 1985), la Universidad Nacional constituye la matriz de la actividad académica en Colombia. Sin embargo, realmente es mucho después, durante el primer gobierno de López Pumarejo (1934-1938), que se establecen las condiciones mínimas de una Universidad con base investigativa.

Esa reorganización se caracteriza además por el establecimiento de la carrera docente en substitución del catedrático (Restrepo, 1991), por la creación de varias escuelas e institutos: la Escuela Normal Superior (1935); el Instituto de Antropología (en aquel entonces, 1936, Instituto Etnológico); el Instituto Botánico, posteriormente Instituto de Ciencias Naturales; el Instituto de Economía (1945); la sección de psicotecnia dentro de la Facultad de Medicina (1939), con la que comienza la vida académica de la Psicología, que luego dará paso al Instituto de Psicología Aplicada (1948).

De este bosquejo es importante subrayar que la Psicología nace en el concierto de las grandes reformas que tiene la vida universitaria en Colombia y paralelamente su presencia parece tomar los aspectos más aplicados y utilitarios de la disciplina.

Siguiendo el itinerario de la investigación en Colombia, hay que detenerse en la década del setenta del siglo pasado, pues es cuando se desencadena un proceso creciente y sustantivo para la plataforma investigativa en el país (Melo, 1985; Uricochea, 1991). Esa década y la siguiente se caracterizan por un crecimiento demográfico y una urbanización acelerada con la subsiguiente demanda de servicios. Las repercusiones que ese crecimiento tiene en las cifras de la educación superior, constituyen un eco a esos cambios.

En 1960 había 29 universidades, en 1973, 58, y en 1980, 164. Entonces, de las 25 universidades que existían en 1964 (11 públicas y 14 privadas), se pasa a 281 en 1999 (193 privadas y 88 públicas), cuadruplicando el número de universidades en ese período, muchas en Bogota, pero igualmente en el resto de la geografía colombiana.

Ese fenómeno de expansión no es solamente colombiano, es mundial, pero aquí es un crecimiento desordenado. Lo paradójico de todo este fenómeno es que a pesar de ese desbordamiento de instituciones y de programas, la tasa de escolaridad universitaria para 1995 sólo alcanza el 11.5%, mientras que para 1997 era alrededor de 14%. Actualmente está alrededor del 13.4%.

Un informe de la Contraloría General de la República (CGR, 2000) ofrece un panorama descarnado de la universidad de los setentas y ochentas:

"La situación actual es cada vez más difícil: existe un sector privado provisto de innumerables instituciones de dudosa calidad, con poco o nada de investigación y cuyo objetivo es el lucro antes que la educación. Todo ello es consecuencia de la permisividad del sistema regulatorio de la educación superior cuyos canales de información son insuficientes para ejercer el control de las instituciones universitarias".

En las universidades bogotanas, que son la mayoría, cerca de un 71.2% de los profesores son catedráticos, es decir, pagados solamente por la hora de clase dictada. De tiempo completo, solamente se registra un 18.6% de los profesores, y el resto labora medio tiempo. Estos indicadores muestran lo deficitario del sistema vigente.

El crecimiento que despega en la década del setenta, para muchos está enmarcado en una legislación que no es lo suficientemente exigente en cuanto a la calidad de la Universidad: el Decreto 80 de 1980. El resultado es que algunas de esas universidades, no son de la calidad requerida. No es de extrañar entonces la debilidad que presenta la universidad de la época, manifiesta en el exiguo volumen de investigación en el interior del sistema universitario. En 1978, del total de investigaciones realizadas por el sector oficial, las universidades solo realizaban el 28% y, para 1982, esta cifra descendió a 15% (Uricochea, 1991). Una cifra que delata una actividad investigativa limitada, y que da cuenta de un tipo de investigación de corte aplicado y corto plazista, dedicada a resolver lo urgente.

Lo que Ocurre con la Psicología Académica

Esta breve introducción permite, tal vez, entender cómo el desarrollo de la Psicología es apenas un producto de toda la evolución de la universidad colombiana. Como decíamos antes, la Psicología académica nació en 1939 en una sección de Psicotecnia y rápidamente pasó a ser un Instituto de Psicología Aplicada (1948), donde se administraban las pruebas de admisión a los estudiantes de la Universidad. Diez años después, en 1958, ese Instituto se convierte en Facultad de Psicología y allí nace el primer programa de Psicología para formar psicólogos en Colombia. En la década del 60 se crean dos nuevos programas de Psicología, uno de ellos en Cali. En 1970, surgen otros dos programas, y a comienzos de los ochenta ya hay programas de Psicología en cinco universidades.

La Primera Expansión en la Década del Setenta

La evolución de la carrera de pregrado de Psicología, sigue la tendencia que marca la universidad en general. En la década del setenta se duplica el número de planes de estudio (11 planes), y ella se "asienta" con 14 programas en 1985. Buena parte de ellos en Bogotá, aunque muchos en distintas regiones del país. Ese despegue se puede visualizar en la Tabla 1.

 

 

Puede decirse que si bien la trayectoria de la universidad pública colombiana en ese momento otorga una plataforma que resulta fundante para la actividad científica, en contraste, igualmente se puede afirmar que la actividad investigativa como un proyecto natural de la universidad, no termina de nacer. En el caso de la psicología, la ausencia, por ejemplo, de una producción escrita sistemática se hará sentir. Los textos académicos que resumen el proyecto psicológico de la década del setenta son casi todos del tipo ensayo, muchos de orden psicoanalítico y otros de orden clínico, entendidos estos campos de manera muy flexible (J. Gutiérrez, M. Torres, G. Wilde y G. Sánchez Medina). Ruben Ardila (1970/1982) re-inaugura una producción realmente psicológica en 1970, con su libro Psicología del aprendizaje, que es un breve compendio de las teorías conductuales sobre el aprendizaje.

Los programas de psicología por otra parte se organizan ofreciendo las distintas alternativas temáticas y proponiendo un curriculum que ofrece una multiplicidad de opciones, subdividiéndose en el área clínica, la organizacional, la social, la educativa, entre otras. Ello establece una plataforma variada para los profesionales. Sin embargo, de alguna manera, esa proliferación de áreas temáticas, va creando fuertes tensiones entre los enfoques, contribuyendo a un cierto aislamiento dentro de distintos sectores de la psicología, y evitando establecer diálogos y relaciones entre ellas. La otra cuestión de esa estructura curricular de los programas de psicología, es que se convierten en "especializaciones precoces", ignoran la realidad de un mercado laboral indefinido y salvaje. Todo ello clama por un currículum más básico y general, por una parte, y a un currículo que tienda a desarrollar competencias.

Ya desde esa época muchos diagnósticos recomendaban reformas que propiciaran una formación más centrada en la construcción de herramientas y criterios analíticos, y que permitiesen recrear estrategias de intervención y no sólo la aplicación de recetas o rutinas establecidas. Alguna autora advierte las consecuencias nocivas de una estructura curricular basada en alta intensidad tanto de tiempo presencial como de asignaturas, y un énfasis en una docencia dominada por la transmisión y no en la investigación u otras opciones de carácter más formativas (Montealegre, 1981).

Dos décadas después, los países de la Comunidad Económica Europea, suscriben el acuerdo de Bolonia de 1999 que justamente logra un consenso para reformar los programas de las universidades. Esa reforma busca hacer los programas más compatibles entre si y más competitivos con el mundo. La alternativa es entonces proceder a hacer programas más básicos a tres años e integrar las maestrías con dos años más. En Colombia de manera general los programas muestran una ‘cierta’ homogeneidad, dado que la mayoría de ellos se han organizado en dos ciclos, uno básico y otro aplicado (para mayor detalles ver Puche-Navarro, 2003). Pero la competitividad con los modelos de formación de la comunidad internacional no ha sido central. En la construcción de esas opciones, solo muy avanzada la primera década del siglo XXI, algunos programas de Psicología toman decisiones en este sentido y disminuyen los créditos a una formación más básica con una concomitante disminución del período de estudios a cuatro años. Sin embargo para el resto de la comunidad es algo aún demasiado audaz.

La Ley 30 de 1992 y el ‘Expansionismo’

Es claro entonces que la expansión universitaria se desencadena en la década del setenta, pero sin duda se acentúa en la década del noventa, de la mano de la Ley 30 de 1992, cuando conocerá un desbordamiento sin precedentes. La Figura 1 da unas cifras que hablan por si mismas de las dimensiones de la situación universitaria actual en Colombia.

 

 

Esta Figura muestra que lo que parecía una expansión desenfrenada en las décadas del setenta y del ochenta, aún debía esperar lo que iba a ocurrir en la década de los noventa. En los años noventa se crearon más programas de Psicología que los sumados en las tres décadas anteriores (para este estudio se tomaron los documentos de los planes consignados en el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), y que eran de libre acceso en su página WEB).

La ley 30, que abre la entrada al mercado de nuevos planes, demora en despegar con un sistema de regulación. De manera que se produce un quiebre en el panorama de la educación superior en general, siendo emblemático el caso de la Psicología. Tal vez lo interesante es que ella abarca una amplia distribución geográfica de los programas de Psicología. Ese cubrimiento supone además una demanda activa de la cual alimentarse. Igualmente implica un aumento considerable en lo que a la masa crítica en Psicología se refiere.

En realidad, la década del noventa, como lo planteaba algún estudioso, muestra una universidad que crece, más no que evoluciona. En contraste, en esta primera década del siglo XXI la transformación de la universidad ha llevado a hacerla más fuerte y productiva. Es cierto que todavía ninguna universidad colombiana está dentro de las 500 más importantes del mundo, entre sus académicos no hay premios Nobel, y ninguno ha recibido la medalla Fermat (que son dos de los criterios del ranking de Singapur para calificar las mejores universidades).

Sólo hace unos pocos años se han empezado a sentir los efectos regulatorios de la Ley 30. La exigencia de requisitos mínimos aprobados por el Ministerio de Educación para el funcionamiento de los planes, se inicia solamente muy entrada la década del 90 y se empieza a dar de manera más efectiva en la primera década del 2000. Entonces, mientras que en 2004 había 8 programas acreditados - cerca del 6% - entre los 131 existentes, en el 2008 hay 16 programas acreditados, de los cuales por lo menos seis son reacreditados. Este proceso que tuvo un lento despegue, hoy en día está marchando a un mejor ritmo, con resultados insoslayables desde el punto de vista de la calidad.

Dentro de lo más interesante de la Ley 30 están los procesos de la acreditación, que indudablemente han tenido un impacto enorme en lo que a la cualificación de la Psicología se refiere. Han favorecido e incentivado una mejor formación para el profesorado, comprometiendo a las universidades a contratar un número mayor de docentes, y con mejores cualificaciones, lo que se observa en un mayor número de profesores con títulos de maestría y doctorado. Igualmente ha presionado a las universidades a adoptar políticas para fortalecer la actividad investigativa, otorgando mayor tiempo y dedicación a sus profesores, haciendo reales los vínculos con la investigación y la producción. Los resultados de esos factores muy rápidamente se han hecho notar. Hay que aceptar que la lógica introducida por los procesos reguladores del registro calificado (obligatorio) y de la acreditación voluntaria, contemplados en la Ley 30, son notables, y el perfil de las universidades ‘acreditadas’ muestra que ellas han cambiado sustancialmente.

Complementariamente, las universidades han debido abrirse a la participación estudiantil en sus cuerpos decisorios, establecer unidades de bienestar profesoral y estudiantil y poco a poco se ha instaurado la lógica de procesos democráticos que recogen la tradición que instauró Bolonia (1158) la primera universidad (en el sentido moderno).

 

Situación General de los Postgrados

La situación de los postgrados en Colombia ha tenido un inicio difícil pero además un desarrollo ambiguo. Nacieron de manera lenta y tardía, y su evolución no fue distinta. Unas cuantas comparaciones dan cuenta de ello. Mientras en 1955 en Chile se inician los doctorados, en esa misma fecha en Colombia, y siguiendo un modelo secuencial, se inician las especializaciones (Villaveces, 2005). Los postgrados nacen en Colombia bajo la modalidad de 16 programas de especialización en Ciencias de la Salud. Ese esquema de alguna manera continua en la década de los noventa, "de los 630 programas de formación avanzada 443 son en especialización y 180 en maestría" (Uricochea, 1991, p. 258). Los primeros doctorados solo aparecen a mediados de la década del ochenta, con un "retraso inaudito", como diría Villaveces (2005). El primer doctorado surge en 1985 en el campo de la química, y se dice que nace lentamente porque solo 10 años después se gradúa la primera Doctora (Villaveces, 2005). En otras palabras, el primer doctorado en Colombia solo aparece 30 años después que en Chile, e incluso 10 años después que en Venezuela, que los inició en 1970 (Villaveces, 2005). La Tabla 2 puede ser muy reveladora.

 

 

Esta Tabla 2 resume alguna de la evidencia empírica, sobre la cual muy claramente se pronunciaba antes Villaveces (2005). Vemos cómo durante más de 20 años se inician y se prolongan programas de especialización, que luego dan paso a maestrías, muchas de ellas profesionalizantes, de tiempo parcial. Este itinerario y este pasaje, no corresponde precisamente a aquel de una plataforma investigativa sobre la cual los participantes puedan concentrar sus esfuerzos.

La comparación con el número de estudiantes en programas de doctorado en Colombia en la actualidad, con algunos países de América Latina, no es menos dramática.

 

 

Como ha sido reiterado, ese inicio además de tardío, es lento y difícil. En realidad es solamente en la década del noventa, cuando despegan las políticas de financiamiento de los postgrados. Muy entrada la déca da de los ochenta aparecen las primeras especializaciones en Psicología, pero en número ciertamente más prudente que en otras áreas.

Desafortunadamente las secuelas de esa concepción ‘etapista’ y rígida de concebir los postgrados, no ha cedido completamente en la actualidad. La Figura 3 permite comparar las cifras entre el año 2001 y el año 2004. Esas cifras muestran progresos que todavía son lentos e insuficientes, pues el retraso se mantiene. Al parecer dicho retraso no depende exclusivamente del despegue tardío de los programas doctorales, otros factores pueden completar el panorama. En Brasil y México hay una política de estado para crear y financiar los doctorados nacionales, que hace que hoy en día el 90% y el 74% respectivamente de sus presupuestos, vaya en esa dirección. En contraste, en Colombia todavía a lo largo de la década de los noventa, Colciencias dedica casi todos sus recursos a la financiación de doctorantes en el exterior. Solamente a finales de la década del noventa se adivina una política de fortalecer y financiar los estudios de doctorado en los programas nacionales. Esa política es aún débil, pues en el año de 2003, de los 898 créditos otorgados desde 1992, una gran parte, 616 para ser más exactos, han sido para estudios en el exterior (Guerra de Mesa, 2004).

 

 

Las políticas del estado colombiano, y de la empresa privada, no parecen entender el sentido de la inversión en la educación superior. A este propósito vale decir que recientemente un conferencista del Banco Mundial (que para mayores luces, antes había regido el ministerio de Hacienda en Colombia), "descubría" como funcionario del banco, lo que nunca pensó como ministro, a saber, que:

Las diferencias en crecimiento económico entre países se deben más a diferencias en crecimiento de la productividad que a diferencias en la acumulación de factores de la producción y que a su turno la calidad depende entre otras cosas de la educación, entrenamiento, experiencia así como de la tecnología amen de la interacción entre esos dos grandes factores. (Perry, 2003).

El conferencista seguía descubriendo que "la consecuencia, la sincronización de la política educativa y la política tecnológica es clave para el crecimiento" (Perry, 2003). Esto para decir que ese mismo banco, por décadas, tuvo como política no financiar la educación superior, y solo recientemente (a partir de la década del 90) lo ha "descubierto" como política de desarrollo (Misas, 2005). Como se puede observar, este es otro de los factores que completan las paradojas que no han favorecido la evolución de los doctorados ni la educación superior en Colombia.

En la Figura 4 podemos observar algunas cifras concernientes el desarrollo de los postgrados en general en todas las áreas en Colombia.

 

 

La Figura 4 muestra un desarrollo un poco más acelerado de los doctorados en los últimos tres años. Pero ha sido difícil entender, por lo menos para entes financiadores, que dichos programas realmente encarnan el carácter de universidades investigativas, así como el fortalecimiento de los grupos de investigación y su capacidad de producción en Ciencia y Tecnología. La idea de que los doctorados nacionales propician la inserción de los investigadores nacionales en los circuitos del conocimiento y de vínculos a redes y de las comunidades internacionales, no ha sido completamente involucrada dentro de las políticas de desarrollo, ni a nivel público ni privado.

Finalmente, se puede considerar que en esta primera década del siglo XXI, otros indicadores coinciden en señalar algunos cambios que hacen pensar que las cosas empiezan a transformarse. Los académicos colombianos arrojan la mayor tasa de crecimiento porcentual en su producción intelectual, respecto al resto de Latinoamérica, como lo demuestran las Figuras 5 y 6.

 

 

 

Aunque esas cifras siguen siendo no competitivas a nivel internacional, son una fuente de esperanza para los que le apostamos a la universidad colombiana.

Los Postgrados en Psicología

Dentro de este panorama se puede revisar la situación de los postgrados de la Psicología en Colombia, y se puede observar que su perfil sigue a grosso modo la tendencia general colombiana. Talvez un hecho desmentiría esta apreciación, y es el surgimiento de una primera Maestría - muy temprano - en Familia de la Universidad de Santo Tomas, que aparece incluso antes del programa de pregrado en dicha universidad en la década del 70, momento que, como se recordará, marcó el fortalecimiento de los pregrados. Esa maestría, cuestionada durante mucho tiempo, no hizo verano como se diría comúnmente, ni constituyó un referente académico para el resto de la comunidad.

En contraste con la aparición puntual de la Maestría mencionada, tanto las especializaciones, como las maestrías y de manera un poco más débil los doctorados, surgen de manera simultánea en varias universidades, lo que revela que se trata de una tendencia general y no de casos aislados. Igual cosa puede decirse sobre el cubrimiento de ellas en distintas ubicaciones geográficas.

Otro aspecto de la misma tendencia, es que las Especializaciones preceden a la aparición de las Maestrías, ellas surgen entrada la década del ochenta, y lo hacen en diversas universidades más o menos al mismo tiempo. Desde su creación, la oferta de las Especializaciones ha sido siempre muy superior a las de las Maestrías. Hoy en día hay aproximadamente cinco veces más Especializaciones que Maestrías, cifras que advierten que mientras el desarrollo de la profesión se consolida, al desarrollo disciplinario no le ocurre lo mismo. De tiempo atrás se ha sabido que en el caso de la Psicología en Colombia, la profesión se comporta mejor que la disciplina, y la realidad que arrojan estos datos lo confirma. Lo variado de la oferta, responde precisamente a las necesidades del mercado (en los Apéndices de Especializaciones y Maestrías se tiene información más detallada de los distintos programas así como de las universidades que las ofrecen, y el título que otorgan).

El éxito de las especializaciones debería entonces servir como otro punto de alerta. Un hecho puede empezar a cambiar en el futuro cercano esta realidad y es que la nueva legislación contempla ahora dos clases de Maestrías, unas enfocadas hacia la intervención y el trabajo, mientras que las otras se mantienen con un perfil más investigativo. Es posible que esta modificación sea el resultado de una realidad y que en breve se empiecen entonces a tener más programas de maestría con este perfil.

En lo que concierne a las Maestrías la oferta resulta igualmente diversificada en cuanto a las temáticas. Se distribuyen entre las áreas de la psicología organizacional, pasando por la psicología jurídica, e incluso dos maestrías de diez en el área de psicoanálisis que es el equivalente a un 20% del total, lo que no deja de ser interesante, en la medida de que se trata quizás de una presencia no esperada.

Los programas de Doctorado y de Maestría y de manera menos taxativa de Especialización pertenecen a las universidades de mayor tradición. De las cinco universidades públicas que ofrecen el título de psicólogo, tres de ellas tienen programas de postgrado en el nivel de Maestría y una de esas universidades tiene programa de Doctorado. En la Figura 7 podemos ver el número global de los postgrados en Psicología.

 

 

En términos numéricos existen en la actualidad un poco más de 60 programas de postgrado en psicología en el país, de los cuales más de 45 son de Especialización, alrededor de 15 son de Maestría y solo 3 corresponden a programas de Doctorado (en los Apéndices de Postgrados se puede encontrar cuadros más detallados de las ofertas de ellos). En lo que corresponde a los programas de Maestría y Doctorado hay que decir que ellos se apoyan en grupos de investigación fuertes, con una producción sistemática y tradiciones consolidadas. Sin embargo la demanda de estos programas es aún precaria, su población en el momento actual, no alcanza el medio millar.

En ese panorama no se pueden negar algunas dificultades. La primera concierne el hecho de que el desenvolvimiento de los postgrados en psicología, sigue las líneas generales de una concepción ‘etapista’ a la que se ha hecho alusión. Los postgrados iniciales están en el nivel de las Especializaciones al final de la década de los ochenta, las Maestrías aparecen posteriormente a lo largo de la década de los noventa. Los Doctorados deben esperar la primera década del siglo XXI. Esa rigidez secuencial no ha servido desafortunadamente, para desarrollos más cualificados de las propias Maestrías y Doctorados. Prueba de ello es el enorme número de Especializaciones vigentes frente al escaso número de Maestrías y de Doctorados. La realidad ha mostrado que tener Especializaciones y luego Maestrías no habilita necesariamente para los Doctorados. Concentrarse y profundizar en la formación profesionalizante que exige la Especialización, no ha repercutido en avances hacia otras formas de desarrollo de la disciplina. Talvez ello se deba en parte a que el perfil de las Especializaciones y las Maestrías, solo requiere de una dedicación parcial de sus estudiantes. Esta manera de concebir el trabajo del estudiante de postgrado, ha impedido que ellas puedan convertirse en ejes transformadores de la formación de los estudiantes. Resulta un tanto paradojal que estos postgrados que requieren mayor sofisticación intelectual y profesional, exijan menor inversión de tiempo y dedicación que el pregrado. Los controles y regulaciones de procesos de calidad, como los registros calificados y los procesos de acreditaciones voluntarias propios a la ley, han ido cambiando este estado de cosas. Las exigencias de tener grupos de investigación consolidados que soporten las maestrías, la vinculación de los estudiantes a las líneas de investigación, pero sobre todo a los proyectos vigentes, impacta en el perfil de estos programas. No es menos cierto que la falta de una política de financiación de los estudiantes en los postgrados nacionales, que se mencionaba antes, ha influido notoriamente en esta modalidad de las maestrías.

A pesar de ese panorama, la otra realidad inatacable es la necesidad de profesionales con un alto nivel de cualificación, como la que ofrecen los doctorados. En Colombia ésta es una dificultad enorme, toda vez que el déficit de doctores que es general para todas las áreas, se siente de manera muy notable en la psicología.

Los Grupos de Investigación

Los postgrados tanto en el nivel de las Maestrías como de los Doctorados requieren considerar en profundidad la investigación. En Colombia la investigación en el campo de la Psicología, como en todas las otras áreas, comienza a desarrollarse de manera individual y puntual en las décadas del setenta y del ochenta. Pero es en la década de los noventa cuando el perfil se hace más visible y ello se entiende, en parte, al revisar el funcionamiento de Colciencias como ente financiador. En efecto, hasta ese momento, Colciencias tiene rubros exiguos provenientes de un empréstito llamado BID I, tanto para la investigación como para la financiación de proyectos y doctorados en el exterior. Luego, en la década del noventa, la financiación alcanza rubros un poco más significativos, provenientes de los fondos de otro empréstito, el BID II, que va del 1992 1994. Hacia 1996, la investigación empieza a concentrarse en centros de investigación, con recursos provenientes del préstamo BID III que va del 1995 al 2002. Precisamente en la convocatoria correspondiente a 1996, los dos únicos centros de investigación catalogados en ese momento como de excelencia por Colciencias en las Ciencias Sociales, fueron de Psicología. El Centro de Psicología de la Universidad del Norte y el de la Universidad del Valle, ambos centros localizados fuera de Bogotá, y ese escalafonamiento se mantiene hasta el 2000. A partir de ese año la política cambia y se hacen convocatorias dirigidas a grupos y no a centros. En la actualidad de los 72 grupos de investigación en Psicología, 25 alcanzan la categoría A.

Hay que decir que avanzada la década de los noventa, Colciencias adopta la plataforma Lattes, utilizada en Brasil para los curriculums de los investigadores, conocido como el CVLAC. Pocos años después agrega el software para los grupos, llamado GRUPLAC, y luego el de los doctorados llamado DOCLAC. Como todos saben, se trata de una plataforma en formato electrónico donde están visibles los curriculums de todos los investigadores registrados, sus investigaciones, sus publicaciones, sus productos y los estudiantes de maestría y doctorado adscritos al grupo. Esta plataforma que es pública y que se concentra en una página web, conocida como ScienTI, permite saber con toda transparencia y precisión la información sobre los grupos (ver ScienTI en http://www.colciencias.org.co). La Figura 8 ofrece información extraída de esa página.

 

 

Al comparar los grupos de investigación en la Psicología con el resto de las Ciencias Humanas de acuerdo con los criterios de los grupos, vemos que a la Psicología muestra un muy buen desempeño. Tiene casi el doble de grupos de otras Ciencias Sociales, como la Antropología y la Ciencia Política. Incluso se podría decir que su desarrollo es destacado. Por otra parte, esos grupos están compuestos con varios investigadores y parecerían funcionar dentro de la dinámica de la que habla Cereijido (1997). Los psicólogos en Colombia parecen estar entendiendo que "un solo individuo ya no puede ser el teórico, experimentador, organizador, maestro, gestor, diplomático, político y publicista que se requiere para la tarea científica ..." (Cereijido, 1997, p. 258). No parece ser el caso en la Ciencia Política, o la Sociología donde el grupo de un único investigador senior y sus alumnos parecería seguir siendo la regla.

Otros indicadores, además de los grupos de investigación, concuerdan con mostrar que Psicología tiene un buen desempeño en el contexto de las Ciencias Sociales. Por ejemplo, es la primera de las disciplinas de las Ciencias Humanas en presentar su propuesta de doctorado. Bastante antes que Sociología, Antropología o Ciencia Política. Solamente Historia lo ha iniciado antes, y Economía que no aplica exactamente como ciencia humana aunque si como ciencia social.

Pero Psicología igualmente resiste las comparaciones con las ciencias llamadas duras. Veamos el siguiente cuadro.

 

 

Los grupos en Psicología resultan ser comparables respecto a Física, por ejemplo, que es la ciencia con mayores desarrollos en Colombia, y que alcanza 97 grupos y con Química que tiene 82 grupos. Por su parte, medicina tiene más de 200 grupos, debido en gran parte a la multiplicidad de áreas que involucra. Sin embargo frente a estas áreas el número de grupos en psicología no es desdeñable. Donde sí hay un desfase es al comparar la producción de los grupos de Física con los de Psicología, pero esto es común a todas las universidades, y a Física con el resto de las áreas. En ese contexto es importante anotar que los académicos de la psicología son aquellos que logran el mayor nivel de producción, según lo registra Colciencias.

Este último dato permite empezar a concluir este panorama haciendo referencia a las nuevas formas de organización que la comunidad de psicólogos ha encontrado.

RED de Investigadores

El año 2005 es doblemente importante para el desarrollo de la Psicología en Colombia. Se hace el lanzamiento del primer Doctorado de Psicología de la Universidad del Valle, y liderado por ese mismo grupo del doctorado, se constituye la RED de Investigadores en Psicología. La RED sigue el modelo brasilero que había sido presentado por la profesora Silvia Koller y Maria Lucia Seidl de Moura en sus visitas a la Universidad de Valle, y se propone como una organización plana, donde circule la información entre los grupos reconocidos y registrados en Colciencias, visibles en la página web del ScienTI mencionada antes.

El proyecto de la RED tiene el aval de ASCOFAPSI (Asociación Colombiana de Facultades de Psicología) en su Asamblea Anual del mismo año. A partir de la página ScienTI se identifican el conjunto de investigadores del área y se lanza la convocatoria para un primer Encuentro. La RED cumple con una función específica dentro de las políticas del sistema de C&T. Conformados los grupos y los grandes consorcios en el sistema de C&T, la red es el eslabón que permite visualizar las relaciones entre los distintos grupos, y aunque se propone disciplinariamente para la Psicología, más tarde deberá tener un sentido transdisciplinario. Sobresale el hecho de que en este momento en Colombia, nuevamente es la Psicología la única disciplina en presentar este tipo de organización, dentro de las disciplinas de las ciencias humanas y sociales.

La RED ha tenido desde el 2005 hasta la fecha tres Encuentros, desarrollados bajo un financiamiento modesto de las universidades públicas y privadas. Hasta el momento, ni Colciencias ni ningún entre privado los han apoyado, lo que demuestra su vitalidad y capacidad organizativa (vale entender que ASCOFAPSI no cuenta con recursos económicos que le permitan asumir esa tarea). La convocatoria logra acoger, desde el llamado Pre-encuentro (que se hace algunos meses previos al Encuentro para conocer la receptividad) cerca de 80 investigadores de todo el país. Desde ese momento se conforman ocho mesas temáticas y se inicia el dialogo entre los investigadores, dándose a conocer sus trabajos y estableciendo condiciones para relaciones académicas colaborativas, horizontales y voluntarias. Se construye una agenda que permita aunar esfuerzos en alianzas y productos comunes. Se avanza en la realización de proyectos de investigación en asociación, simposios conjuntos, libros colaborativos, apoyo a maestrías y doctorados, entre otras actividades. El III Encuentro del 2007 ya congrega la casi totalidad de los investigadores del país, que suman más o menos 200, distribuidos en los 10 Nodos temáticos (para una mayor información ver informes de la red en http://www.ascofapsi.org.co).

 

 

La idea según la cual la creación de los doctorado de Psicología, requieren paralelamente una comunidad académica fortalecida, se abre paso. No es un azar si ambas surgen impulsadas en un horizonte común, y actúan de manera interdependiente. De alguna manera el uno y la otra dan cuenta de un nivel de madurez de la comunidad de investigadores en Psicología.

Geográficamente se registra la participación de grupos en todos los climas. Desde la Costa Atlántica, pasando por el Valle del Cauca, hasta Bogotá y Medellín, pero también en los Santanderes y el Eje Cafetero (Manizales y Pereira). Se trata, grosso modo, de la misma distribución que se registraba respecto a los planes de estudio desde la década del setenta y que aquí se reproduce.

Un recuento aproximado de lo logrado en escasos tres años, se puede ver en la Tabla 3.

 

 

Estas cifras son dicientes, y dan cuenta que la alianza de Grupos en cada NODO resulta en una dinámica muy positiva que se ha manifestado en la diversidad de las áreas del trabajo psicológico. Se identifican más de 10 nodos, y el 90% de ellos reporta actividades dentro de una cierta continuidad desde el surgimiento de la RED. Así se observa el NODO de Psicología Clínica, el NODO de procesos básicos, y de los Laboratorios, el de Psicología de la Salud, el de Psicología Organizacional y del Trabajo, el de Psicología Social y Crítica, el de Psicología del Desarrollo, Psicología, Violencia y Paz, entre otros. Esto para decir que la RED no parece concentrarse solo en ciertas áreas. Por supuesto que algunos NODOS son más débiles, es el caso de Psicología Judicial y Forense, área que recoge un número sensiblemente más pequeño de investigadores.

Por lo tanto, en términos generales, algunas dificultades importantes aún persisten y es necesario que se empiecen a abordar. Un rápido repaso de las agendas de los NODOS muestra un panorama de deserción de grupos y requieren del doble de tiempo para cumplir las metas pactadas.

Algunos expertos afirman que los GRUPOS de investigación lograron ‘calar’ en insertarse en las prácticas académicas de la academia en Colombia más por recompensas y estímulos de financiación a su trabajo, que por querer "compartir información, trabajar en red y realizar estudios de manera cooperativa" (Villaveces, 2005). Puede haber mucho de cierto en eso. En esa dirección es entonces importante propiciar de manera más contundente modalidades del trabajo colaborativo que se conviertan en su mejor estímulo.

Es importante entender que el NODO es la parte orgánica de la RED. Es allí donde se aprecian las debilidades y las fortalezas, por eso también es necesario articular esas agendas en eventos y productos que puedan realmente hacer avanzar los grupos de investigación. En esta dirección es importante ampliar las formas de trabajo entre los grupos de los NODOS. Rediseñar espacios académicos para los investigadores con propuestas de proyectos de investigación, o de publicaciones, incluso de colaboratorios como almacenamientos de protocolos, softwares, y herramientas que sirvan a diferentes grupos de investigación, serán decisivos. Igual cosa puede decirse de la inserción con redes internacionales. El establecimiento de esos puentes y relaciones institucionales en el nivel de los posgrados de los NODOS de los grupos de investigación, pueden imprimir una dinámica decisiva. Estas formas como otras podrán intensificar los intercambios y a mediano plazo la calidad de la producción. Igualmente con formas que combinen los coloquios con la modalidad de videoconferencia como espacio de análisis, de discusión y debate para cualificar el trabajo en la producción de trabajos conjuntos.

Igualmente es importante mencionar que en este momento existe en la comunidad de la Psicología en Colombia, la Red de Laboratorios (que se ha integrado con la red de Investigadores) y la Red de Editores de Revista que igualmente funciona bajo el auspicio amplio de ASCOFAPSI. Lo que estas tres redes muestran es la madurez de una comunidad que finalmente ha entendido la necesidad de aunar esfuerzos y sinergias en beneficio de un desarrollo más armónico y económico.

Otro indicador importante de reseñar es el Observatorio de la Calidad de la Educación Superior en Psicología auspiciado por ASCOFAPSI y que no solo sistematiza para los interesados toda la información relativa a indicadores de programas y de productos de la Psicología, sino que propicia el desarrollo de estudios haciendo un seguimiento a los indicadores recolectados (para mayor información ver http://www.ascofapsi.org.co).

 

Algunas Breves Conclusiones

Esta breve revisión de los Programas de Postgrado, en sus distintos ordenes, con los grupos de investigación, y con sus formas organizativas, señala que el desarrollo de la Psicología en Colombia ha alcanzado un cierto nivel de pertinencia, visibilidad y competitividad. Se ha recorrido una parte del camino, pero sin duda queda aún mucho por recorrer. La Psicología en Colombia requiere todavía de más espacios y de renovadas modalidades de trabajo conjunto dentro de una visión más horizontal y de alianzas tipo colaboratorios, inserción mayor en redes internacionales. Se requiere una mayor producción científica, y con mejores niveles de visibilidad. Por otra parte se necesitan de más proyectos comunes, mejor articulados que racionalicen mejor los recursos. Pero igualmente se requiere que la comunidad, a pesar de lo logros, tenga mayores niveles de exigencias respecto a si misma.

Hay que decirlo y reiterarlo, Colombia sigue teniendo unas cifras que no se compadecen de sus necesidades en cuanto a investigación, postgrados y producción científica si se la compara con otros países de América Latina. Para no ampliar las brechas existentes es necesario fortalecer la generación de conocimiento básico, y ampliar la base social de conocimiento. La consolidación de la formación doctoral, y las redes de investigadores con sus NODOS se revelan, en ese contexto, como fundamentales.

Finalmente y en términos más generales se puede creer que ya empezamos a tener una comunidad académica con un ethos que se expresa en esa vocación hacia la investigación y el conocimiento como forma de vida. El número de académicos que comparten vocaciones responsables y comprometidas, es cada vez más amplio y lo que puede resultar estimulante es que parece encontrarse entre las siguientes generaciones de psicólogos. La experiencia incipiente con los estudiantes de doctorado es ampliamente generosa en ello.

 

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Received 30/03/2008
Accepted 30/07/2008

 

 

Rebeca Puche-Navarro. Universidad del Valle, Cali, Colômbia.
1 Dirección: Universidad del Valle, Centro de Investigaciones en Psicología, Cognición y Cultura, Ciudad Universitaria Meléndez, Edificio 385, 4to. Piso, Cali, Colombia, A. A. 25360. Tel. (572) 3391185. E-mail: rpuche@univalle.edu.co
2 Apoio CNPq/Edital PROSUL 2008.