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Desidades
versão On-line ISSN 2318-9282
Desidades no.29 Rio de Janeiro jan./abr. 2021
TEMAS SOBRESALIENTES TEMAS EM DESTAQUE
Cuidado infantil y lazos sociales: aislamiento social de niños y niñas durante la pandemia del COVID-19 en la Argentina
Cuidado infantil e laços sociais: isolamento social de meninos e meninas durante a pandemia COVID-19 na Argentina
Child care and social ties: social isolation of boys and girls during the COVID-19 pandemic in Argentina
Juan Alexis SerantesI; María Malena LentaII; Brenda RiverosIII; Graciela ZaldúaIV
IFacultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Licenciado en Psicología, UBA. Maestrando en Problemáticas Sociales Infanta-Juveniles, UBA. Becario en Investigacón UBACyT. E-mail:aserantes21@gmail.com
IIFacultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Licenciada y Profesora en Psicología, UBA. Magister en Psicología Social Comunitaria, UBA. Doctorando en Psicología, UBA y Doctorando en Estudios Interdisciplinares de Género, UAH. Docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: malenalenta@gmail.com
IIIFacultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Licenciada en Psicología, UBA. Doctorando en Psicología, UBA. Becario en Investigación UBACyT. E-mail: bgriveros@gmail.com
IVFacultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Psicóloga y Fonoaudióloga, Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina. Especialista en Planificación, Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES). Profesora Titular Consulta, UBA. Directora de Proyectos UBACyT. E-mail: gracielazaldua@gmail.com
RESUMEN
Este trabajo aborda las reconfiguraciones del cuidado de niñas y niños que habitan con grupos familiares en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina, durante la pandemia del COVID-19 y las medidas de aislamiento social preventivo obligatorio. Su objetivo es analizar las transformaciones de los lazos sociales infantiles a partir de las transformaciones de los espacios familiares y escolares, desde la perspectiva de las personas adultas cuidadoras en el ámbito familiar. Se trabajó con una entrevista virtual a partir de un cuestionario estructurado con preguntas abiertas y cerradas, con una muestra intencional a través del método de bola de nieve. Los resultados hallados se relacionan con las reconfiguraciones del tiempo y el espacio, la reestructuración en la dinámica de la convivencia, el uso de las tecnologías, las vicisitudes emergentes en la superposición del trabajo, el cuidado, la educación y las relaciones sociales, y las expresiones del malestar infantil.
Palabras clave: cuidado infantil, lazo social, salud mental, Covid-ig, aislamiento social.
ABSTRACT
This work is an approach to the reconfigurations of the care of girls and boys who live with family groups in the Metropolitan Area of Buenos Aires, Argentina, during the COVID-19 pandemic and the mandatory preventive social isolation measures. Its objective is to analyze the transformations of children's social ties based on the transformations of family and school spaces, from the perspective of adult caregivers in the family environment. The research used a virtual interview from a structured questionnaire with open-ended and closed-ended questions, with an intentional sample through the snowball method. The results found are related to the reconfigurations of time and space, the restructuring in the dynamics of coexistence, the use of technologies, the emerging vicissitudes in the superposition of work, care, education and social relations, and the expressions of child discomfort.
Keywords: child care, social tie, mental health, Covid-ig, social isolation.
RESUMO
Este trabalho trata das reconfigurações do cuidado de meninas e meninos que convivem com grupos familiares na Região Metropolitana de Buenos Aires, Argentina, durante a pandemia da COVID-19 e das medidas preventivas obrigatórias de ¡solamento social. Seu objetivo é analisar as transformações dos laços sociais infantis a partir das transformações dos espaços familiares e escolares, na perspectiva de cuidadores adultos no ambiente familiar. Foi trabalhado com uma entrevista virtual a partir de um questionário estruturado com questões abertas e fechadas, com uma amostra intencional por meio do método bola de neve. Os resultados encontrados relacionam-se com as reconfigurações do tempo e do espaço, as reestruturações nas dinâmicas de convivência, o uso das tecnologias, as vicissitudes emergentes na superposição do trabalho, do cuidado, da educação e das relações sociais, e a expressões do mal-estar infantil.
Palavras-chave: cuidado infantil, círculo social, saúde mental, Covid-ig, isolamento social.
Introducción
La pandemia de COVID-19 iniciada a finales de 2019 tuvo un impacto en la salud colectiva, aunque diferencial en función de la vulneración de derechos básicos de vastos sectores de la población y de las dificultades para el acceso a la atención en salud (Butler, 2020; Sousa Santos, 2020). Interpeló a los Estados y a las sociedades respecto de los obstáculos y las posibilidades de las políticas sanitarias integrales, las políticas del cuidado y la salud comunitaria. La complejidad socio-sistémica que evidenció la pandemia puso de manifiesto los límites del enfoque biomédico para afrontar la crisis sanitaria y la necesidad de considerar la perspectiva de la determinación social de la salud para la generación de respuestas adecuadas para garantizar los derechos de la población (Breilh, 2020).
Entre los distintos tipos de intervenciones que los Estados establecieron frente a la propagación del virus, el gobierno argentino adoptó la política de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), que rige desde el 20 de marzo del 20201. Con esta medida, se apuntó a contrarrestar el efecto exponencial del contagio del virus y la saturación del sistema de salud, a partir del cese total de actividades declaradas "no esenciales" y de la restricción de la circulación de las personas2.
Ahora bien, la extensión de la cuarentena a lo largo del tiempo abrió un abanico de problemáticas psicosociales como la precarización del trabajo - a distancia o presencial -, la sobrecarga de trabajo doméstico, los obstáculos para el acceso a la educación y la salud, la afectación de los lazos comunitarios y familiares, interpelando a la organización política y social del cuidado en tiempos de pandemia y aislamiento (Sanchís, 2020). Para las mujeres, las personas habitantes de barrios vulnerables, las trabajadoras y trabajadores precarizados, entre otros, la cuarentena puede ser particularmente difícil de mantener y resulta discriminatoria si no se arbitran las medidas necesarias para su sostenimiento (Sousa Santos, 2020). Durante la pandemia del COVID-19, la sobrecarga de tareas domésticas y reproductivas de las mujeres, principales responsables del cuidado de los niños y niñas, se ha intensificado ante la ruptura o limitación de otros lazos sociales de cuidado, especialmente la escuela (Rodríguez Enriquez; Alonso; Marzonetto, 2020). Al mismo tiempo, la mayoría de las tareas que se encuentran consideradas como esenciales durante el período del ASPO - como la salud, la asistencia a personas con discapacidad o mayores, los servicios sociales brindados en comedores escolares, comunitarios y merenderos y los servicios de lavandería - están altamente feminizadas y con baja remuneración (Cañete Alonso, 2020; Bollati et al., 2020). A su vez, las cargas de trabajo al interior del hogar también suponen la profundización de la brecha de género. Se suman así los quehaceres domésticos al acompañamiento escolar de las infancias - debido a la suspensión de las clases presenciales y la implementación de la educación a distancia -, y el cuidado de personas, tanto de niñas y niños como de personas mayores o con discapacidad dentro de las familias (Bollati et al., 2020).
En correlación, dentro de las poblaciones especialmente afectadas se encuentra la población infantil. En Argentina, según las estimaciones de UNICEF (2020a), el porcentaje de población ¡nfanto-juvenil pobre alcanzaría el 62,9% a finales de 2020 a causa de la pandemia, lo que alcanzará a 8,3 millones los niños, niñas y adolescentes. Asimismo, durante la pandemia se profundizaron las brechas educativas, digitales y nutricionales y la exposición a situaciones de violencia (UNICEF, 2020b). En este escenario, ante las recomendaciones de diversos organismos acerca del cuidado infantil en el período de cuarentena (Aldeas Infantiles SOS, 2020a, 2020b; Alianza para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria, 2020; UNICEF 2020c), surgen interrogantes sobre las posibilidades y obstáculos para su desarrollo. Al respecto, deben considerarse las intersecciones de clase, etnia y género en la delimitación de los modos de habitar ese momento vital, dado que se configuran escenarios de vulnerabilidad especialmente críticos para niños, niñas y adolescentes de sectores empobrecidos y/o con dificultades en el acceso al cuidado por parte del mundo adulto (Lenta et al., 2018).
El carácter polisémico de la noción cuidado (Cerri; Alamillo Martinez, 2012) conlleva el reconocimiento de las diferentes formas, niveles y dimensiones en las que se despliega dicho proceso relacionai. Como conjunto de prácticas destinadas a sostener la vida de las personas, el cuidado presenta una dimensión material (corporal) y otra inmaterial (afectivo-relacional) (Pérez Orozco, 2006). En relación a esta última, lo característico del cuidado es la construcción de un lazo social tierno que aloja al otro en acto (Chardón; Scarimbolo, 2011). En este sentido, las prácticas de cuidado aluden a un conjunto de pautas, normas y regulaciones que metabolizan una expresión sublimada del amor por los otros (Lenta; Longo; Zaldúa, 2020). Por lo tanto, el cuidado remite también a los modos en que se crean y reparan los lazos sociales que producen comunidad (De La Aldea, 2019), ya que, como señala Lewkowicz (2004), el lazo social está constituido por el discurso eficaz - en cuanto ley - que hace que un conjunto de individuos se instituya como sociedad y, al mismo tiempo, que instituye a los individuos como miembros de la misma. En este marco, la crisis de las instituciones sociales, en particular las de cuidado, tienen consecuencias no solo en la sociedad sino en los modos de ser sujeto.
El estudio del cuidado infantil durante la pandemia y las medidas ASPO requiere del análisis de las transformaciones que se dan en las instituciones sociales que los niños y las niñas habitan, principalmente la escuela y la familia. En torno a estas transformaciones, diversos organismos (OMS, 2020; UNICEF, 2020b) manifestaron preocupación acerca de cómo la salud mental de este grupo etario se ve afectada en el contexto de encierro e incertidumbre. La Alianza para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria (2020) presentó una recopilación de afectaciones de la pandemia del COVID-19 a diversos colectivos de niñas, niños y adolescentes: mayor exposición a situaciones de maltrato y violencia de género; agravamiento de problemas de salud mental; crecimiento del trabajo infantil; diversas situaciones que pueden implicar una separación familiar y profundización de procesos de exclusión social.
Investigadores españoles (Orgilés et al., 2020) exploraron efectos psicológicos inmediatos de la cuarentena en torno a la pandemia del COVID-19 en la salud mental de niñas y niños de ese país y de Italia. Encontraron dificultades para concentrarse, sentimientos de aburrimiento, desgano, inquietud, intranquilidad, nerviosismo, irritabilidad, enfados, tristeza, mayor propensión a discutir con el resto de la familia, mayor dependencia de las figuras parentales, preocupación cuando alguien sale de la casa, problemas de comportamiento, además de comer más de lo habitual, sensación de miedo a dormir solos, apariciones de llantos con facilidad y sentir miedo a la infección del COVID-19.
En el contexto de la pandemia, Wang et al. (2020) resaltaron en un estudio sobre la población infantil en situación de aislamiento, que la colectividad entra en disputa ante la ruptura de los lazos entre pares y con las figuras de sostén extrafamiliares como, por ejemplo, la docencia. Asimismo, los espacios de socialización en donde tenían lugar dichos lazos se virtualizan en el mejor de los casos, lo que vuelve necesario pensar en un abordaje complejo de la salud integral de niños y niñas. En este sentido, Doyle (2020) sostiene que las desigualdades acentuadas en el acceso a la virtualidad se articulan en lo imprevisto de un acontecimiento que opera con dificultades para la transición digital y la organización de la transmisión de saberes. La no posibilidad de los encuentros, de las miradas, las palabras, y los cuerpos en los espacios escolares son una barrera y se requieren de creatividad para construir procesos que no impliquen el acrecentamiento de la brecha educativa.
En este marco, surgen interrogantes que orientan este trabajo de investigación desarrollado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), Argentina, con personas adultas a cargo del cuidado de niñas y niños en espacios familiares: ¿cómo se reconfiguraron los lazos sociales de niñas y niños a partir de las medidas de aislamiento social preventivo obligatorio en el contexto de la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias en espacios sociales de cuidado como la familia y la escuela? ¿Cuáles fueron las posibilidades de desplegar prácticas de cuidado en los ámbitos socio-familiares? ¿Cuáles fueron las afectaciones subjetivas percibidas en los grupos familiares a partir de las nuevas coordenadas producidas por la pandemia?
Marco metodológico
En función de los interrogantes planteados en el apartado anterior, este artículo tiene como objetivo analizar las reconfiguraciones de los lazos sociales infantiles a partir de las transformaciones de los espacios sociales de cuidado (familia y escuela) durante la pandemia del COVID-19, desde la perspectiva de las personas adultas cuidadoras en el espacio familiar.
Para ello se realizó una investigación de tipo exploratoria y corte transversal con un enfoque mixto, con personas mayores de 18 años a cargo del cuidado de niños o niñas de entre 5 y 12 años con los que conforman grupos familiares, en el territorio del AMBA, durante los meses de junio y julio de 2020. Debido a que en el territorio seleccionado regían en ese período las máximas restricciones de circulación en el marco de la política sanitaria del ASPO, se conformó una muestra intencional a través del método de bola de nieve. El mismo es una técnica no probabilística de selección muestral que consiste en que los primeros participantes del estudios seleccionados en base a los criterios de inclusión-exclusión, refieran al equipo de investigación otros posibles participantes del estudio que, en el caso de ser incluidos, podrán también sugerir otros participantes. Para llevar adelante este proceso el equipo investigador definió un núcleo de 10 casos posibles de participantes buscando la máxima variabilidad. Se buscó que la muestra fuera heterogénea en cuanto al lugar de residencia (Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Gran Buenos Aires) y en cuanto al nivel educativo (máximo nivel de estudios alcanzados). Una vez contactados con los mismos, se les pidió que refirieran al menos dos personas que pudieran cumplir con los requisitos de inclusión en el estudio. Luego, se tomó contacto con dichas personas de manera telefónica y, en los casos que aceptaron participar, se les solicitó la misma referencia. El estudio quedó conformado finalmente por 126 participantes, número máximo de participantes contactados de manera directa en el período de tiempo seleccionado.
Del total de participantes (n=i26), 110 eran personas de género femenino (87,3%), 15 de género masculino (11,9%) y una persona autopercibida como no binaria (0,8%). Las edades variaron en un rango entre 20 y 52 años, con una media de 38,76 años y desvío de 7,04. La zona de residencia se distribuyó con un 67,2% de participantes pertenecientes a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 32,5% al Gran Buenos Aires. En cuanto a su nivel de estudios, el grupo más grande (35,7%) tenía estudios universitarios o terciarios completos, luego seguía el grupo con estudios universitarios o terciarios incompletos (35,39%), el 15,07% tenía secundario completo, el 13,49% tenía estudios de posgrado completo o incompleto, el 7,93% tenía secundario incompleto y solo el 2,38% solo había alcanzado los estudios primarios completos.
Acerca de las niñas y niños convivientes con las personas adultas entrevistadas, se realizó un registro total de 240 chicas y chicos, perteneciendo 169 de ellos al rango de edad requerido para la participación en la investigación (5 a 12 años). Su distribución según edades según el rango de edad del estudio (n=i6g) consistió en 15,97% para niños y niñas de 11 años de edad; 13, 6% tanto para el grupo de 5 años de edad como para el grupo de 8 años de edad; 11,83% para los grupos de 7 años de edad, 9 años de edad y 10 años de edad; y, finalmente, 7,1% para el grupo de 12 años de edad. Asimismo, el 13,5% de estos niños o niñas presentaba alguna discapacidad o problema de salud crónico.
En cuanto a la relación de las personas adultas con este grupo de niñas y niños, la mayoría (84,12%) manifestó ser la madre, el 11,9% indicó ser padre, el 4,7% señaló ser tía o tío, mientras que otro 4,7% correspondió a otro tipo de vínculo familiar como abuela, abuelo, hermano, primo y pareja de su padre.
Del total de hogares relevados, un 50% señaló que todos los miembros de la familia se encontraban todas las personas adultas cumpliendo el aislamiento total, mientras que en el 38,9% de los casos algunos miembros se encontraban en aislamiento y otros no, y en el 11,1% de los hogares ninguno de los miembros adultos estaba en completo aislamiento. En cuanto a la situación económica de los hogares, el 4,8% indicó tener ingresos muy bajos, el 20,8% bajos, el 65,6% medios, el 7,2% medio-altos y el 1,6% altos. Al momento de responder, sólo dos hogares habían tenido miembros diagnosticados con COVID-19.
El instrumento utilizado en la indagación fue una entrevista virtual organizada a partir de un cuestionario estructurado con preguntas abiertas y cerradas. En el diseño del instrumento se trabajó sobre cuestiones sociodemográficas, conformaciones del hogar, situación laboral, trabajo de cuidado doméstico, acceso a la atención en salud en el contexto de la pandemia, percepción acerca del malestar infantil, dinámicas de comunicación y convivencia y situación escolarde los niños o niñas de referencia, así como dos preguntas dirigidas a niños. Cabe señalar que la aplicación de esta parte del cuestionario implicó la intermediación de la persona adulta tanto para la facilitación de las preguntas como el registro de las respuestas de los niños y niñas participantes, lo que limitó la participación infantil en el proceso de investigación.
Sobre el tratamiento de los datos, para el caso de los cuantitativos se realizó un análisis estadístico mientras que con los datos cualitativos se implemento un análisis de contenido (Cohen; Gómez Rojas, 2018).
En cuanto a la ética de la investigación, se trabajó con un consentimiento informado en primer lugar oral y luego escrito virtual en donde las personas participantes fueron informadas acerca del propósito del estudio y su colaboración en el mismo. En el caso de las personas adultas, el consentimiento se trabajó de manera directa entre el equipo de investigación y la persona mientras que en el caso de las niñas y los niños, el consentimiento y la participación fue mediado por la persona adulta de referencia, no porque no se considere el derecho a la voz y a ser escuchados de la población infantil en las investigaciones sino en función de las limitaciones en el acceso directo para el contacto con la misma en el contexto del estudio.
Resultados
1.Cuidado y reconfiguración del tiempo y el espacio en pandemia
1.1. La convivencia familiar
La pandemia y las medidas de aislamiento social, como acontecimiento que irrumpió en la vida cotidiana de las personas y grupos sociales, reestructuró coordenadas claves de la cotidianidad: el tiempo y el espacio. La convivencia familiar en este nuevo escenario fue connotada mayoritariamente como más conflictiva, valorándose en las narrativas, especialmente, la dificultad del vínculo con niñas y niños. Sólo un 8,7% de las personas participantes indicó que la convivencia era menos o mucho menos compleja en esta etapa. El 20,6% señaló que la complejidad no había variado, en cambio el 76,6% reconoció que era algo más compleja o mucho más compleja. Si bien para una parte de las personas participantes del estudio se dieron cambios positivos respecto déla organización de la vida cotidiana, en términos generales se reconoció que el compartir el hogar durante el aislamiento se tornó dificultoso en función del trastocamiento de las rutinas (tiempo) y los territorios (espacios).
La noción de tiempo es la primera dimensión relevante en relación a la cual se construyen formas de convivir con niñas y niños, fundamentalmente debido al cambio de rutinas, a la organización de las tareas (laborales, domésticas y escolares) y a la obligatoriedad de permanecer las 24 horas en contacto con el mismo grupo familiar. Algunas narrativas resaltaron que la flexibilización de las actividades diarias puede ser positiva para la administración del tiempo: "Estamos más relajados con los horarios, y cada uno puede disponer libremente de su tiempo" (Entrevista n° 60, madre, 34 años); "Creo que tiene que ver con no correr a cumplir con horarios en las diferentes actividades y escuela" (Entrevista n° 48, madre, 49 años). Ahora bien, en estos casos, lo que se pone en evidencia son las dificultades respecto de la conciliación de la vida familiar y laboral previas a la pandemia y la cuarentena.
En cambio, otras narrativas enfatizaron las dificultades que surgen en este momento particular, a partir de la administración de recursos tangibles y no tangibles: "Coordinar horarios de zoom, compatibilizar trabajo con prestarles atención" (Entrevista n° 11, madre, 42 años); "Es difícil estar todo el tiempo juntos y trabajar y estudiar en el mismo ámbito. Nuestras casas no están preparadas para eso y menos nuestra psiquis" (Entrevista n°i3, madre, 51 años); "Porque hay que establecer una rutina de tareas que vienen de la escuela, con uso de espacios virtuales que hay que coordinar con mis espacios virtuales laborales" (Entrevista n° 120, madre, 42 años).
En correlación con el tiempo, la noción de espacio también se vio trastocada por la superposición de tareas y labores en el mismo lugar, o por la distancia con el nuevo "mundo exterior". Las casas, entonces, pueden constituirse, por un lado, como lugares de resguardo frente a un afuera significado como "peligroso" o al desgaste del traslado urbano: "Porque no tenemos que andar a las corridas para llevarlo y buscarlo del cole u otras actividades extracurriculares" (Entrevista n° 20, padre, 36 años); "Mi hijo se encuentra estable y hasta disfruta de estar en su hogar" (Entrevista n° 98, madre, 49 años). Pero, por otra parte, también el espacio del hogar implica el compartir recursos limitados en la medida en la que se superponen actividades: "(...) porque estamos 24x7. Trabajo remoto, tareas de la casa. Todo se da en un mismo espacio" (Entrevista n° 22, madre, 42 años); "Porque faltan los espacios de actividades personales de cada miembro de la casa" (Entrevista n° 116, madre, 39 años); "Una casa que ya no es solo un hogar... Ahora es escuela, oficina y su casa" (Entrevista n° 103, madre, 44 años).
Desde el relato de las personas cuidadoras se logró observar cómo esta reconfiguración del tiempo y el espacio fue atravesada por la cuestión tecnológica, que se convirtió en una fuente de conflictos acarreados por la superposición de demandas de los dispositivos. En el marco de la pandemia se han potenciado los usos de las redes sociales tanto para la recepción de la información y el intercambio con pares como en la propagación de "retos virales" y nuevas plataformas. Estos últimos impactaron especialmente sobre el público infantil, juvenil y adolescente reforzando el formato audiovisual por sobre el textual (Ballesteros Herencia, 2020) y pusieron en evidencia las disputas de mercado y estrategias políticas de control social. En este sentido, algunos pensadores (Petruccelli, 2020) sostienen que en la internet se crean micro mundos en las que las realidades consumidas e interpretadas a través de las redes sociales pasan a tener un valor y aceptación como las únicas verdades existentes.
Por otra parte, el impacto del uso de las tecnologías en la dinámica de la convivencia familiar se vio particularmente determinado por la reconfiguración de las formas de trabajo y el pasaje, temporal o definitivo, de grandes sectores de la población a la modalidad de teletrabajo. En este contexto, el teletrabajo se instituyó como un arquetipo de la flexibilidad en el vínculo laboral (Menéndez, 2020), en el cual el espacio geográfico, los elementos de trabajo y la conectividad corren casi exclusivamente por gasto del trabajador, superponiendo espacio-temporalmente las tareas productivas y las de cuidado. A su vez, el trabajo desde el hogar conlleva una dificultad en la percepción del tiempo laboral, la cantidad de horas trabajadas y la autoexigencia puesta en las tareas realizadas. De modo que las implicancias subjetivas de esta modalidad en las personas adultas también impactan en la dinámica de la convivencia familiar.
1.2. La escuela y la virtualidad
La cuestión del cuidado y el acompañamiento escolaren periodo de aislamiento social preventivo obligatorio estuvo, en principio, tensionada por la inequitativa distribución por género del trabajo de cuidado en el espacio doméstico. Esto se observó, por ejemplo, en las respuestas acerca de quiénes son las principales personas a cargo de colaborar en la realización de tareas escolares. En el 52,49% de los casos, las únicas personas que se mencionan como colaboradoras de estas tareas son mujeres, casi siempre madres, pero también hermanas mayores, abuelas o tías. A su vez, en el 33,3% de los casos, las madres también participan, en compañía con los padres. Sólo en un 5,83% de los casos los encargados son sólo varones, siendo padres o tíos, lo cual representa una cantidad menor al porcentaje de chicos y chicas que realizan sus tareas sin colaboración (8,33%). De esta manera, se halló que la presencia femenina en el trabajo educativo en el contexto de pandemia recayó en un 85,82% de los casos en al menos una mujer.
En lo que respecta a los aspectos educativos, los hogares se convirtieron en el espacio de aprendizaje de niñas y niños durante el aislamiento. No obstante, a pesar de la postulación de una continuidad pedagógica virtual, las familias reconocieron una reconversión de los roles a "maestros y maestras", donde son la principal figura de transmisión de saber o acompañantes en el proceso de aprendizaje de niñas y niños en este contexto. Así, surgieron cuatro obstáculos al encarar este proceso: materiales, pedagógico-didácticos, interaccionales y socioculturales.
1.2. A. Obstáculos materiales
Uno de los principales problemas que encontraron las familias para sostener la continuidad educativa por la vía virtual fue el acceso a los recursos materiales para realizarlo. La modalidad virtual profundiza la brecha de clase, dado que sostener la escolarización requiere del uso de celulares, computadoras, impresoras y buena conectividad a internet. Según las narrativas: "A veces te dan un padlet que lo armaron por el programa de excel y hay que responder ahí, y con el celular es un poco complicado. Pedí que me lo impriman en la escuela y yo lo retiro cuando reparten la merienda. Les hago hacer y le saco foto del celu. No tenemos compu" (Entrevista n° 122, madre y tía, 34 años); "Necesidad de comprar más dispositivos electrónicos. Baja señal de internet" (Entrevista n° 63, madre, 40 años). En consonancia, el 21,4% de la muestra sostuvo que no contaba con los recursos materiales suficientes para mantener el aislamiento, el 16,7% comentó que no tenía los dispositivos tecnológicos necesarios como computadora personal o celulares, mientras que en el 28,6% de los casos esos elementos no eran suficientes.
1.2. B. Obstáculos pedagógicos-didácticos
En este punto se visibilizan las propias limitaciones de las familias para ejercer tareas docentes, en un contexto que requiere el acompañamiento estrecho del proceso de aprendizaje de niños y niñas. Los mismos tienen que ver tanto con el no recordar determinados contenidos, no haberlos adquirido en el propio aprendizaje, o no contar con las herramientas suficientes para transmitirlos contenidos: "muchas veces no sé cómo explicarle los contenidos nuevos para que me los entienda" (Entrevista n° 67, madre, 39 años); "Hay cosas que yo no conozco, de las consignas. Eso lo tendrían que aprender en la escuela porque yo no lo puedo hacer, me cuesta" (Entrevista n° 58, madre, 29 años); "Muchas veces se complica cuando es algún tema nuevo y no sabemos cómo explicárselo" (Entrevista n° 106, madre, 30 años); "No somos profesionales para enseñar" (Entrevista n° 96, madre, 36 años).
1.2. C. Obstáculos interaccionales
Por otra parte, aparecieron dificultades que, si bien pueden parecer cognitivas (atención, concentración, motivación, etc.), suponen un interrogante acerca de la posibilidad de las niñas y los niños de motivarse y conectarse con los contenidos pedagógicos, en un contexto atravesado por situaciones de incertidumbre, miedo, poca interacción social fuera del espacio familiar, precarización habitacional o falta de recursos materiales. En relación a ello las personas adultas participantes observaron manifestaciones vinculadas a un malestar particularmente asociado con el proceso educativo: "No se concentra y no la quiere realizar" (Entrevista n° 76, madre, 38 años); "Se aburren o se distraen con las cosas de la casa" (Entrevista n° 4, primo, 20 años); "A veces no tienen interés en la propuesta" (Entrevista n° 80, madre, 38 años). No obstante, algunos análisis más críticos de las personas adultas participantes identificaron los impedimentos del dispositivo escolar a través de una virtualización forzosa para interactuar con las niñas y niños: "La atención de las niñas. No las motiva la modalidad virtual, a diferencia de la modalidad presencial" (Entrevista n° 32, madre, 39 años); "El no estar en el espacio áulico con sus seños y amiguitas y amiguitos no es lo mismo. No se entusiasma mucho" (Entrevista n° 23, madre, 43 años); "Es difícil no poder comunicarse bien por problemas técnicos y plantear dudas" (Entrevista n° 89, madre, 44 años); "Es una plataforma poco práctica, está todo desparramado el contenido" (Entrevista n° 68, madre, 38 años).
1.2. D. Obstáculos socio-culturales
Por último, y de manera transversal a las dificultades planteadas previamente, surgieron problemáticas que visibilizan diferencias o desigualdades asociadas a subalternidades étnicas y/o de clase. Las dificultades para garantizar la accesibilidad de poblaciones diversas se hicieron manifiestas también en la virtualidad, tanto en el acceso a información, como a los recursos o en la forma de transmitir, por parte de los equipos docentes, las actividades que las personas adultas de las familias deben desarrollar para acompañar los aprendizajes de niñas y niños: "A veces yo no entiendo porque terminé en Bolivia la secundaria y no sé cómo se manejan. Es distinto a cómo aprenden. Le dieron computadora, pero no tiene internet" (Entrevista n° 119, madre, 35 años);
La modalidad que le propone la seño le cuesta un montón. Por ejemplo: en Bolivia primero conocemos el abecedario, así como se escucha. Pero la seño nos dice que teníamos que enseñarle cómo suena. Pero le cuesta y no le gustó, y se ponía a llorar. Le enseñamos la forma que nosotros sabemos. La seño nos manda a escribir unas canciones, quería que con solo escucharlo lo escriban lo más perfecto posible. No le agarró la maña esa. Nosotros hicimos como un abecedario de a dos letras, armando sílabas (Entrevista n° 57, madre, 24 años).
Los diferentes obstáculos hallados invitan a reflexionar que a pesar de que en Argentina se propuso una continuidad pedagógica por vías virtuales, el vínculo intersubjetivo entre pares también se vio reducido a este canal (Arrizabalaga et al., 2020), desarticulando el espacio de la escuela como territorio prioritario para la socialización cotidiana de niñas, niños y adolescentes. Este distanciamiento físico y simbólico del lugar habitual de los intercambios sociales genera tensiones en todas las poblaciones, requiriendo una problematización de las posibilidades y limitaciones de la organización social en tiempos de aislamiento, cuestión central para pensar la salud colectiva. Este suceso permite interrogar el carácter adultocéntrico de las políticas educativas y las decisiones tomadas en materia del proceso pedagógico, donde gran parte de las determinaciones acerca de cómo sostener las clases en el contexto de pandemia no fueron consultadas hacia los colectivos de estudiantes o sus familias (Arrizabalaga et al., 2020). Estas dimensiones se superponen con la sobrecarga de horario laboral docente, las modificaciones de las currículas, la redefinición de roles en el acompañamiento y el poco sostén o las exigencias institucionales, que se acentúan en la adquisición forzada de nuevas herramientas tecnológicas que además requiere recursos a veces no proporcionados por las entidades correspondientes (Ardini et al., 2020; Mattioni; Granovsky, 2020).
Los diferentes aspectos interrogados instalan la preocupación acerca de la profundización de la brecha educativa en el ASPO y cómo ésta fragiliza los lazos sociales de niñas, niños y adolescentes. La presencia o no de los dispositivos digitales en los hogares, los conocimientos por parte de las familias para utilizarlos en la transmisión de conocimientos a niños y niñas, las afectaciones en la salud mental de todos los miembros familiares por el aislamiento y el atravesamiento por una gran crisis sanitaria, social y económica son categorías que pueden marcar y establecer trayectos diferenciados en la accesibilidad a la educación y a distintas redes sociales (Cabrera; Pérez, 2020; Murillo; Duk, 2020).
2. Transformaciones en el lazo social y manifestación de los afectos
El escenario de incertidumbre y confinamiento que instaló la pandemia y las medidas vinculadas al ASPO, con la consecuente desorganización y reorganización de la vida cotidiana, implicó el desarrollo de diferentes respuestas subjetivas ante la nueva situación que, a priori, aparece como disruptiva. En este marco se sitúan las percepciones que las y los participantes de este estudio tienen sobre las afectaciones del aislamiento social y la pandemia en las niñas y niños con quienes conviven. Pues, un afecto es un significado culturalmente aprendido que les posibilita a las personas organizaría experiencia de modo tal que se comprende a las emociones y sentimientos ante un objeto o acontecimiento no como una producción individual, sino como parte de una construcción social (Fernández Christlieb, 2000).
La afectividad no es meramente una experiencia individual, sino que también es colectiva al estar ligada a la actividad grupal y al modo de vida. De este modo, abordar las afectaciones de la pandemia no debe implicar solamente considerar el potencial traumático de la misma sino principalmente comprender cómo las afectaciones singulares, especialmente en las infancias, se vinculan con los modos en que sus grupos y espacios sociales logran transitar y significar los acontecimientos. En este punto, cobra particular importancia la pregunta acerca la conformación de los lazos sociales durante la pandemia y el ASPO. Al respecto, la falta de contacto con miembros de otros hogares y la virtualidad como principal medio de vinculación fueron valorados como condiciones desgastantes y fuentes de malestar:
"Porque todos necesitamos un espacio-tiempo privado, momentos personales. Los adultos podemos reemplazarlos saliendo, aunque sea a hacer compras o trámites, pero Ixs niñxs están de alguna manera rehenes, no pueden salir, ni ver a sus amigos, extrañan ir al colegio para verlos. Las pantallas y las reuniones por plataformas digitales no reemplazan el contacto directo" (Entrevista n° 12, madre, 40 años);
"Porque al estar todo el día juntas, nos cansamos de vernos. Y como no hay contacto con otrxs casi no tenemos temas de los que hablar. Porque la rutina doméstica y familiar sin otras actividades se vuelve tediosa y plana" (Entrevista n° 36, madre, 38 años); "Pérdida de rutinas, contacto social, con amigos, con familia" (Entrevista n° 51, madre, 41 años).
En cuanto a las percepciones que las y los participantes de este estudio tenían sobre las afectaciones del aislamiento social y la pandemia en las niñas y niños con quienes convivían, el cambio en la manifestación de los afectos fue asociado al malestar en relación con el aburrimiento (66,7%); seguido por manifestaciones de ira, irritabilidad o enfados (56,3%). Asimismo, el 36,5% identificó en chicas y chicos dificultades para concentrarse o prestar atención durante el periodo de aislamiento; mientras que el 34,1% observó dificultades para dormir o despertarse, el 34,9% registró ansiedad, intranquilidad y preocupación, y el 34,1% percibió un desgano general en la vida cotidiana de los mismos. Luego, aparecieron manifestaciones en forma de gritos (31%), miedo (30,2%), llantos (29,4%), hambre inusual o falta de hambre (28,6%), sentimientos de tristeza (27,8%), propensión a discutir (27%), dependencia inusual (24,6%), ansiedad por el futuro (18,3%), agresividad (18,3%) y falta de deseo de relacionarse con las demás personas (16,7%). En menor medida, se percibieron trastornos de la evacuación como enuresis y/o encopresis (5,6%), sentimientos de desconfianza (4%) y dificultades en el lenguaje (0,8%).
En las narrativas, muchos de los malestares y modos de expresar los afectos de los niños y niñas se vincularon con un nuevo uso de las tecnologías en el contexto del aislamiento, más que con el escenario de incertidumbre o de reorganización socio-familiar: "El uso del celular gran parte del tiempo, fue un gran factor que generó la potenciación de los ítems tildados" (Entrevista n° 61, tía, 33 años); "Vive pegado al celular viendo videos, es su principal distracción cuando no hace las tareas de la escuela. Cuesta que aproveche los días lindos para salir al patio" (Entrevista n° 78, padre, 48 años). Asimismo, otras personas percibieron que el aislamiento producía ansiedades y dificultades para su descarga, posiblemente ante los cambios en las prácticas, y movimientos corporales: "Uno de los niños (de 7 años) tiene mucha energía" (Entrevista n° 58, madre, 29 años); "más energía, correr de acá para acá" (Entrevista n° 123, madre, 24 años).
Sin embargo, también aparecieron valoraciones que consideraron que los niños y las niñas lograron una adaptación o ajuste a las nuevas coordenadas, incluso con connotación positiva: "Se adaptaron enseguida a la situación, saben que deben permanecer aislados por cuidados personal y del otro" (Entrevista n° 81, madre, 39 años); "Creo que tiene una gran resiliencia como yo. Aunque eso se verá más adelante" (Entrevista n° 91, madre, 34 años); "En su caso la cuarentena lo ha beneficiado ya que el jardín es algo estresante para él"; "Está tranquila, porque nos dimos una rutina, quiere salir, pero sabe que afuera hay bicho. Se siente más protegida".
Conclusiones
La pandemia del COVID-19 Y las medidas de ASPO han producido significativas transformaciones en la vida cotidiana de las comunidades, en especial en lo que respecta al cuidado. En el caso de las niñas y los niños, la necesidad del sostén del mundo adulto para su desarrollo psicosocial constituye un punto crítico en la pandemia que involucra a las instituciones como la familia y la escuela y a las prácticas de cuidado.
Si bien este estudio presenta la limitación de acceder solo a participantes adultos que desempeñan tareas de cuidado de niñas y niños de grupos familiares en el AMBA, Argentina, y no incluye a los niños y niñas de manera directa, los hallazgos permiten arribar a algunas conclusiones en la perspectiva de aportar en el desarrollo de políticas de protección de derechos y cuidado de niñas y niños en contextos críticos.
En primer lugar, el trastocamiento de las coordenadas de tiempo y espacio implicó reconfiguraciones en la organización de la vida cotidiana, lo que afectó de manera particular a los niños y niñas en cuanto al establecimiento de los lazos sociales y los afectos.
En el espacio familiar, la condensación de actividades de la mayoría de los miembros de la familia implicó mayormente situaciones de tensión y conflicto, lo que se incrementó ante la superposición de tareas de cuidado doméstico con tareas laborales realizadas con la modalidad de teletrabajo. Asimismo, la virtualización de la escolaridad añadió nuevas demandas para las personas cuidadoras, especialmente para las mujeres, quienes eran la mayor parte de las responsables de este acompañamiento. A su vez, éste se complejizó en los casos en los que las propuestas educativas no contemplaban la diversidad étnico-cultural de las personas cuidadoras y/o no tenían en cuenta el limitado acceso a dispositivos tecnológicos.
En este marco, las tecnologías de la información y la comunicación comenzaron a cumplir un papel central para habilitar o no el establecimiento de vínculos con pares y otras personas adultas de referencia para niños y niñas. Aquí, las inequidades de clase constituyeron un problema crítico en cuanto a las posibilidades de conectividad y vinculación, incluso en el ámbito educativo, lo que implicó una mayor brecha educativa incrementada en los casos en donde las personas cuidadoras tenían dificultades o limitaciones para realizar estos acompañamientos.
A su vez, en cuanto a la manifestación de los afectos, el aburrimiento o las dificultades en la concentración guardaron relación con el trastocamiento del tiempo y espacio. Esto generó una mayor necesidad de recursos (temporales, pero también afectivos y económicos) por parte de las personas cuidadoras para lidiar con dichos malestares, el resto de las tareas reproductivas, el trabajo (presencial o a distancia) y las propias afectaciones, lo que resalta el riesgo de ubicar a las familias como el lugar de cuidado más central, privado y, valga la redundancia, más aislado.
El proceso de mayorfamiliarización del cuidado, de la educación y del acompañamiento emocional ubica a las familias en un lugar de casi únicos responsables de la salud mental infantil, generando una profundización de las desigualdades entre aquellas que cuentan con mayores recursos para afrontar la tarea y las que no. Dichos recursos son diversos, y pueden mencionarse entre ellos el espacio habitacional, la disponibilidad horaria para compartir tareas, los bienes y medios económicos, materiales y tecnológicos, la sobrecarga laboral, la información o conocimientos acerca de las problemáticas de salud mental o la metabolización de los afectos, así como también la distribución democrática de las tareas de cuidado entre las personas adultas de cada grupo.
Resulta relevante considerar las propias afectaciones en la salud mental de las personas que ejercen el cuidado, reconociendo que las mismas no están exentas de atravesar un proceso de transformaciones del vínculo social, de la vida cotidiana y del proceso de trabajo. Así, se ha observado que, en algunos casos, la constante convivencia con niños y niñas afecta emocionalmente a las personas adultas, dificultando la interacción, la comunicación y la posibilidad de trabajar en la manifestación de los afectos en las infancias. De la misma forma, la sobrecarga de trabajo doméstico y la superposición del espacio de trabajo con el hogar y el cuidado supone un desgaste emocional de las personas cuidadoras.
A su vez, el cuidado infantil es atravesado por una cuestión fundamental de género, dado que, el trabajo reproductivo está altamente feminizado. El ASPO también conlleva una profundización en esta brecha de género, visibilizada desde el inicio del estudio en tanto una gran mayoría de personas que se asumieron como cuidadoras de niños y niños fueron mujeres. Este proceso de feminización del cuidado se conjuga con una esfera privada reducida, donde las posibilidades de establecer otras lógicas de cuidado quedan limitadas y aporta a las afectaciones subjetivas de las personas cuidadoras, quienes son en su mayoría madres.
De esta manera, se observan afectaciones subjetivas en el tránsito por el ASPO, diferenciadas por la posibilidad de "ajustarse" a las transformaciones forzosas que impone el periodo; por el acceso a recursos sociales, económicos, materiales, habitacionales, laborales, informáticos, comunicacionales, simbólicos y emocionales; y por la forma de afrontar el suceso y la convivencia por parte de niñas, niños, adultas y adultos. Así, surge la posibilidad de que los grupos familiares se "adapten" al ASPO generando nuevas dinámicas de administración del tiempo y del espacio compartidos, valorando positivamente la posibilidad de una comunicación más fluida y de reconstruir las rutinas. No obstante, en un polo opuesto a las expresiones del malestar, aparecen situaciones que podrían pensarse como procesos de sobreadaptación, donde las nuevas prácticas se instalan obturando alternativas de socialización. Allí, el tiempo y el espacio resignificados delimitan un adentro "seguro" y un afuera "peligroso", aportando a la naturalización del distanciamiento social.
A su vez, la tecnología juega un rol importante, donde su uso es tanto representado favorecedor de la comunicación, como un obstáculo para ella cuando los medios faltan, o un elemento de saturación cuando tanto niños como adultos se ven absorbidos por las mismas. Este vínculo de dependencia con las tecnologías de la comunicación se observa como una preocupación por parte de cuidadores, donde parece ser un anclaje de las transformaciones emergidas durante el ASPO.
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Fecha de recepción/Data de recebimento: 29/09/2020
Fecha de aprobación/Data de aprovação: 19/12/2020
1 Cabe señalar que al cierre del presente artículo (septiembre de 2020), la medida del ASPO se mantenía vigente en el territorio argentino con diferentes niveles de restricción de circulación, según la región.
2 Las tareas o actividades declaradas como no esenciales fueron variando según la región del país y la tasa de contagios.