Liberabit
ISSN 1729-4827 ISSN 2233-7666
Liberabit v.14 n.14 Lima 2008
ARTÍCULOS
Factores asociados al consumo de alcohol en estudiantes de los dos primeros años de carrera universitaria
Factors associated with alcohol consumption in students of the first two years at college
Marcela Albarracín Ordoñez*; Liliana Muñoz Ortega**
Pontificia Universidad Javeriana
RESUMEN
La investigación, de tipo descriptivo, tuvo como objetivo determinar los factores asociados al consumo de alcohol en estudiantes universitarios de la ciudad de Bucaramanga y su área metropolitana. Se inscribe dentro de la línea de investigación en consumo de alcohol en jóvenes de la Facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, la cual pretende responder a este problema de salud pública, y espera, a mediano plazo, proponer acciones de prevención adecuados a las condiciones del consumo de los diferentes grupos poblacionales de jóvenes. Así, en este estudio se especifican las condiciones y los factores asociados, en términos de las situaciones personales y las situaciones que involucran a otros, bajo las cuales se da el consumo en el grupo particular de universitarios de Bucaramanga. Se utilizaron dos instrumentos: el Inventario Situacional de Consumo de Alcohol ISCA y una ficha de Datos Generales. Participaron 198 estudiantes de cuatro universidades que hacen parte de la Red Emprender del Oriente Colombiano. Los resultados arrojados muestran que el 93.9% de los universitarios bumangueses reportan consumo de alcohol, el cual se inicia, en promedio, a los 14.7 años. En un 42.4%, el consumo es mensual y se lleva a cabo con mayor frecuencia en las discotecas y en las casas. La bebida que más consumen es la cerveza l(hasta 6 botellas). Prima un riesgo de consumo moderado en el 83.8% de los universitarios y los factores asociados al consumo son los estados emocionales, los momentos agradables y la presión de grupo.
Palabras clave: Alcohol (SC18040), Consumo de alcohol (SC01690), Factores asociados (SC41925).
ABSTRACT
The purpose of this descriptive type of investigation was to describe the factors associated with alcohol consumption in college students of Bucaramanga and its metropolitan area (Colombia). This study is found in one line of investigation about alcohol consumption in young people led by the Psychology Faculty of the Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá (Colombia). This line pretends to provide with answers to this problematic of public health and hopes, in medium terms, to propose prevention activities taking into consideration the specific conditions that every group of young individuals have. This study specifies the conditions and factors associated with alcohol consumption of the population studied; college students of Bucaramanga, in terms of the personal situations and situations that involve others. Two instruments were used for this investigation: the “Systematic Interview of Alcohol Consumption - ISCA” and a Card of General Information. This study counted with the participation of 198 students from four different universities that belong to the “Red Emprender del Oriente Colombiano”. The result shows that 93.9% of college students of Bucaramanga consume alcohol and that the behavior begins, on average, when the individual hits the age of 14.7 years. The frequency of the consumption is given as follows: 42.4% is monthly and in most of the cases it occurs in clubs and in houses. The drink that is most consumed is beer (up to 6 bottles) and it is considered a risk of moderated consume in 83.8% of the population studied. The factors associated with alcohol consumption are the emotional state, pleasant moments and social pressure.
Keywords: Alcohol (SC18040), Alcohol consumption (SC01690), Associated factors (SC41925).
Para la sociedad actual, el consumo de alcohol involucra aspectos legales, de salud pública, antropológica, psicológica y social, debido a los altos costos en salud, en calidad de vida y en vidas humanas resultantes del consumo y abuso de esta sustancia. En Colombia, la Dirección Nacional de Estupefacientes (1996), (citado por Briñez, Duarte y Osorio, 2005) y el programa RUMBOS de la Presidencia de la República (2002) reportaron una prevalencia de consumo de alcohol de alrededor de un 88% en jóvenes bogotanos entre los 10 y los 24 años. Cicua, Méndez y Muñoz (2007) en un estudio con adolescentes entre los 12 y 17 años, encontraron que el 66% de ellos reportan consumo de alcohol. En la misma dirección, Barrios y cols. (2004) reportan cómo un 26% de jóvenes consumía alcohol de una a tres veces en el mes; en adolescentes escolares, Cicua y cols. (2007), encontraron que un 18.2% bebe alcohol semalmente. Para situaciones que involucran la vida de las personas, Pérez (2000) citado por Gantiva y Flórez (2006) reporta que el 75% de los homicidios reportados en el país, el 50% de los accidentes de tránsito y aproximadamente el 42% de los suicidios en Bogotá, D.C., se encuentran relacionados con consumo de alcohol. En otro aspecto, en escolares y universitarios, el consumo de alcohol se asocia con deserción escolar y bajo rendimiento (Flórez, 2007; Gantiva y Flórez, 2006).
La población universitaria es de alta vulnerabilidad para el consumo de alcohol (Flórez, 2007; Palma, Lannini y Moreno, 2005; Londoño, García, Valencia y Vinaccia, 2005), debido a las posibilidades de acceso que tienen para la compra de bebidas alcohólicas y al incremento en la disponibilidad de situaciones de consumo que se presenta una vez ingresan al ambiente universitario. El desarrollo de programas de prevención en esta población debe ser una prioridad de las políticas públicas y de la comunidad universitaria. El diseño de estos programas debe considerar variables asociadas con esta situación que faciliten el control contextual del consumo así como el desarrollo de actividades y objetivos diferenciales para las variadas poblaciones.
En un estudio reciente del Ministerio de Salud y Consumo Español, para el Plan Nacional sobre Drogas (2007), se hace énfasis en que uno de los principales fenómenos que se relacionan con la salud de los individuos y sus poblaciones, es el consumo de alcohol ya que sus consecuencias tienen un gran impacto tanto en el ámbito de salud de los consumidores, como en el ámbito social más amplio. Su consumo se relaciona con el desarrollo de distintas enfermedades, con la violencia, el maltrato y los conflictos de familia, con la deserción escolar y universitaria y con los accidentes de tráfico, laborales y domésticos.
Los cambios culturales, sociales y económicos tienen impacto directo en el patrón de consumo; el inicio se realiza tanto en el seno familiar como en el grupo de amigos y compañeros, a edades tempranas. Los adultos parecieran ajenos a las consecuencias del consumo de alcohol en la población estudiantil. Helena Salgado, Ministra de Sanidad y Consumo de España, afirma que uno de los peligros de un problema es negar su existencia y que dar a conocer la extensión del consumo de alcohol, explicar los patrones de consumo, la farmacología y el metabolismo del alcohol, el proceso de adicción, las enfermedades asociadas, los problemas sociales que conlleva y el abordaje de los problemas generados deben ser finalidades de la investigación.
Para la Organización Mundial de la Salud, “el alcoholismo es un desorden del comportamiento que se manifiesta por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas, lo cual interfiere en la salud mental, física, social y/o familiar del bebedor”. El gran porcentaje de bebedores no alcohólicos, hace necesario prestar gran atención a aquella población que de manera directa estaría en estado de vulnerabilidad, lo que necesariamente implica considerar y abordar el tema de los jóvenes, quienes están cada vez más expuestos a las bebidas alcohólicas. Si el volumen de bebedores ha aumentando en las cantidades planteadas por Pérez (1999), el consumo de alcohol en jóvenes y adolescentes debe considerarse como un problema de salud pública, puesto que el incremento de la frecuencia e intensidad, además de la edad de inicio cada vez menor, producen daños en la salud, toda vez que el abuso de bebidas alcohólicas incrementan entre otros, las enfermedades gastrointestinales y cardiovasculares, los accidentes de tránsito, las muertes violentas y el contagio de enfermedades de transmisión sexual por el abuso y la violencia sexual vinculados al uso excesivo de estas sustancias. A lo anterior se suman las dificultades académicas, familiares y sociales que causa el abuso en cuestión (Donovan y Olsen, 2007).
Al ser tan evidentes las consecuencias sociales y personales asociadas al consumo de sustancias alcohólicas, resulta válido preguntarse: ¿por qué razón beben las personas, si conocen los efectos dañinos del alcohol tanto a corto como a largo plazo? Una posible respuesta a esta pregunta puede ser abordada desde la singularidad del sujeto, en términos técnicos, debido a su Personalidad. Es claro que para el bebedor, el hecho de consumir, produce una sensación de placer, tranquilidad o incluso exaltación. Las personas buscan sentirse mejor y suplir aquellas carencias que poseen a nivel social, afectivo o intelectual como la inseguridad, la falta de confianza en sí mismos, la soledad o la tristeza entre otros. Un sujeto temeroso o débil de carácter, un joven que proviene de una familia disfuncional, encuentra en el alcohol un refugio donde disipar sus temores. Pero a medida que pasa el tiempo necesita mayor consumo de alcohol hasta llegar a un nivel que puede desorganizar de manera importante su personalidad (Kessel, y Walton, 1991). La vivencia de las personas que habitualmente consumen alcohol bien sea para lograr reconocimiento, solucionar problemas que cotidianamente no pueden manejar, lograr encontrar áreas de oportunidad o simplemente satisfacer el deseo de beber, genera en su entorno una serie de disfunciones que alteran el ritmo de su vida.
En Colombia, el programa RUMBOS (2002), confirma un incremento del consumo de alcohol en jóvenes, especialmente en los universitarios. En 1993 se dio a conocer que el 81% de la población colombiana se embriagaba y que la edad más frecuente de inicio de consumo eran los 15 años de edad. En 1998 se encontró que aproximadamente el 90% de los escolares de secundaria de diferentes sectores de Bogotá consumía algún tipo de bebida alcohólica (aguardiente, vino, cerveza, etc.) dentro de sus celebraciones. El alcohol es percibido por la mayoría de las sociedades como un elemento que ayuda a desinhibir y por ende a socializar a los individuos, facilitando conductas sociales que difícilmente surgirían en condiciones regulares. Lo anterior se torna en algo a lo que se le otorga más importancia que a los efectos nocivos tanto a nivel social como individual (Álvarez, y Velasco, 2002).
El ICFES (1995), entidad del gobierno colombiano, preocupado por los índices de ausentismo, de deserción y de mortalidad académica, en especial en los primeros años de la carrera, emprendió como parte de su gestión, el monitoreo, el análisis y el seguimiento del mundo universitario. Esta entidad realizó un trabajo con aportes significativos al tema, en el cual parte de la definición de los criterios de abuso, adicción, tolerancia y dependencia física al alcohol. Define el Abuso como el uso superior a la norma aceptada o el consumo en circunstancias no habituales, aunque sin adicción. La Adicción, como la preocupación por la adquisición del alcohol, su uso compulsivo a pesar de las consecuencias adversas y un patrón repetido de uso y recaídas. La Tolerancia, como la necesidad de aumentar la dosis para alcanzar el mismo efecto o la pérdida del efecto ante una dosis concreta. Finalmente, la Dependencia Física, un cuadro estereotipado de signos y síntomas al cesar el consumo -denominado síndrome de abstinencia- el cual desaparece con el consumo de alcohol.
Se ha reportado importante información sobre el tema en escolares y la población universitaria, a nivel mundial, nacional y local. Estas investigaciones dan cuenta de la problemática y a la vez permiten encontrar constantes y entender el fenómeno desde perspectivas variadas y tipificando variables que, de alguna manera, se relacionan con la problemática del consumo de alcohol.
El ICFES desarrolló una investigación con estudiantes de educación superior del nivel de pregrado en relación con el problema de las drogas, entre éstas, el alcohol. Los resultados obtenidos determinan que el alcohol es la sustancia psicoactiva de mayor consumo. El 84% de la población ha consumido bebidas alcohólicas. La edad en que inician es 16 años, aunque aparece una población de jóvenes que comienza el consumo a la edad de 12 años. Las regiones de mayor índice de consumo son Centro, Noroccidente y Nororiente. La investigación concluyó que el consumo de alcohol se va incrementando a medida que avanzan los semestres, es decir se encuentra en un 89.2% de estudiantes en noveno y décimo y en un 81.6% en los tres primeros semestres. Los índices de consumo son mayores en la población masculina con un 91.3%, mientras que en la femenina son del 76.4%. Dentro de las conclusiones obtenidas se encuentran: 1. Más del 50% de la muestra estudiada ha tomado bebidas alcohólicas hasta embriagarse. 2. El riesgo de alcoholismo en la población masculina es del 32.25%. 3. Hay una asociación entre conflictos con amigos y familiares y el alcohol. 4. El 56.5% de estudiantes califican de grave o muy grave el problema de consumo de alcohol en su universidad (lo anterior justifica programas claros de prevención en los diferentes claustros universitarios). 5. Los datos sobre el porcentaje de depresión en los consumidores de alcohol es la justificación para programas de salud mental en miras de la prevención (ICFES, 1995).
En una investigación realizada por Lorenzo Navarrete Moreno (Secretario del Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología) y el Decano de la misma institución Eduardo Rego Rodríguez en una muestra de 811 estudiantes universitarios encuestados en Madrid (España) y en la comunidad de Galicia, los hallazgos mostraron que la opinión del 50.18% de los universitarios encuestados es que el ambiente de la universidad favorece el consumo del alcohol; el 43.16% piensa que no lo afecta y el 5.8% cree que no lo favorece. Todos los asistentes afirmaron que sí existe consumo de bebidas alcohólicas dentro de la universidad. Otra conclusión del estudio es que la edad media de inicio de consumo de alcohol es 14.6 años y que los hombres comienzan a consumir primero que las mujeres, aunque el inicio es cada vez más temprano. También se concluyó que el lugar de inicio varía, siendo de preferencia el colegio, los bares, las calles y los parques, estos dos últimos utilizados por los más jóvenes, con lo cual se constituye la denominada “cultura del botellón” que consiste en comprar las bebidas en diferentes establecimientos y luego consumirlas en la calle, en un parque o en el carro. Se pudo determinar que el mayor consumo se hace en espacios vinculados al ámbito de las universidades pues a su alrededor instalan una serie de sitios que propician el consumo de alcohol. De lunes a miércoles se produce un consumo menor que el resto de la semana; los jueves, viernes y sábados se incrementa el consumo y los consumidores (Navarrete, 2001).
Para Walters (2007), investigador de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Texas, el trabajo en torno a este tema no sólo se ubica en el ámbito de la prevención, sino también en la confrontación de las conductas, por medio de la sensibilización. Es por esto que desarrolló un programa llamado e-CHUG (electronic Check-Up To Go) que ayuda a cambiar las opiniones reduciendo el consumo de alcohol en estudiantes universitarios. El programa sensibiliza y plantea preguntas sobre el consumo de alcohol dando como resultado un perfil personalizado para el estudiante de cuánto bebe, cuánto dinero gasta en alcohol, cuántas calorías consume y una variedad de diferentes factores de riesgo. Este programa se desarrolló durante 16 semanas con 350 estudiantes que recibían retroalimentación personalizada de e-CHUG reportando una disminución en su consumo de alcohol dos veces más rápido que los estudiantes que no recibieron ningún tipo de información. El programa también busca comparar el consumo de alcohol con el de los demás estudiantes universitarios. Los resultados fueron positivos; algunos estudiantes se sorprendieron al recibir el informe y enterarse que están en un percentil 95 en términos de su consumo de alcohol o comprobar que tienen dificultades con la bebida.
El Ministerio de Protección Social de Colombia, en el año 2003, realizó un estudio en 5.245 establecimientos públicos y privados de ciudades capitales mayores de 30.000 habitantes, para determinar la magnitud, patrones y condicionantes de consumo de alcohol en jóvenes escolares del grado séptimo en adelante. Los datos obtenidos arrojan que el 74.9% de jóvenes colombianos ha consumido alcohol. Clasificados por ciudades, se encontró que el 64.6% de jóvenes barranquilleros ha consumido alcohol; en Bogotá lo ha hecho el 82.8%; en Bucaramanga, el 76%; en Cali el 69.7% y en Medellín el 84.9%. Fueron Medellín, Bogotá y Bucaramanga las ciudades que reflejaron el mayor consumo de bebidas alcohólicas y Cali y Barranquilla las que registraron menores indicadores de consumo. El 61.9% de jóvenes manifestaron haber consumido alcohol durante el último mes. La prevalencia del consumo por género muestra que el 77.9% de los hombres jóvenes han consumido alcohol en algún momento de su vida y el 65.0% lo ha hecho durante el último año; el 72.5% de la población femenina ha consumido bebidas alcohólicas en algún momento de su vida y el 59.3% lo ha hecho durante el último año. Frente al fenómeno encontrado en la investigación, la Comisión Nacional de Televisión, ente regulador de la programación televisiva, prohíbe a partir del 1 de Diciembre del 2006 sin excepción alguna, cualquier clase de publicidad o referencia tanto a cigarrillo como a bebidas con contenido alcohólico, buscando con esta medida reivindicar la salud como derecho fundamental de las personas. (Observatorio de Drogas de Colombia-ODC, 2006; Boletín Informativo de la Dirección Nacional de Estupefacientes, octubre 2006. Edición No. 17).
Cicua y cols., en su estudio realizado en el año 2007 en Bogotá con adolescentes escolares entre 12 y 14 años de estratos 4 y 5, encontraron que el 66% de los adolescentes estudiados habían consumido alcohol; identificaron en el 27.3 % un consumo mensual y en el 18% un consumo semanal, con una tendencia de cantidad de consumo de una a tres botellas de cerveza y media botella de aguardiente. La media de la edad de inicio fue de 11.19 años.
Ahora bien, en el departamento de Santander, según el último estudio realizado por el Observatorio de Salud Pública del Departamento (2006), uno de los factores que más está afectando a los jóvenes que viven en el área metropolitana de Bucaramanga es el consumo de bebidas alcohólicas. Se indagó, de forma general, por el consumo de alcohol (cerveza, vino, aguardiente, whisky, etc.) en los últimos 12 meses del 2005. Para determinar la frecuencia del consumo se tuvieron en cuenta cinco categorías: ocasiones especiales (31.8%); una o dos veces por mes (12.8%); dos o tres veces por semana (5.1%); todos los días (5.6%) y dos o más veces al día (0,05%). El mayor índice de consumo se encuentra en la categoría ‘ocasiones especiales’. Dicho estudio incluye la caracterización general del departamento, los macro determinantes en salud, los factores de riesgo en salud, un análisis de morbilidad, uno de mortalidad y un capítulo de atención en salud.
Lo anterior se complementa con el estudio realizado por el Centro de Investigación y Gestión del Riesgo- CINGER (2005), Santander, auspiciado por el Fondo Nacional de Estupefacientes, en el cual se concluye que 46 de cada 100 estudiantes de la capital Santandereana han probado licor. El análisis estadístico confirma que los jóvenes de Bucaramanga, Barrancabermeja y San Gil comienzan a consumir alcohol y cigarrillos entre los 10 y 14 años. Estas cifras evidencian la gravedad del problema, como lo plantea el Centro de Estudios Regionales de la Universidad Industrial de Santander UIS (2004). Desde este centro se dio a conocer un estudio que indicaba que los jóvenes de Bucaramanga iniciaban el consumo a los 13 años. Dos años antes, el mismo análisis confirmaba que se iniciaba a los 15 años. (Observatorio de Salud Pública de Santander, 2006). Uno de los factores de mayor incidencia es el fácil acceso a las sustancias y la familiaridad del niño con estas, según Efraín López Caicedo, epidemiólogo gerente de CINGER. Cuando el niño tiene amigos o familiares que fuman o beben, si experimenta ausencia de afecto o si pertenece a un hogar desestabilizado, se puede concluir que el menor está en situación de riesgo. La venta de licor a menores en establecimientos y el bombardeo de publicidad de bebidas alcohólicas en los diferentes medios de comunicación ayudan a incrementar el consumo en los jóvenes (Vega, 2005).
El consumo de alcohol es una problemática no solo del departamento de Santander sino de todo el país. La anterior es una de las razones por las cuales surgió la Red Emprender a nivel nacional. En la región se conforma específicamente la “Red Emprender del Oriente Colombiano”, la cual se constituyó cuando las universidades de la región, atendieron a la campaña “Invierte en ti” de la Universidad Javeriana y el Fondo Nacional Vial, dirigida a todas las universidades del país y en la cual se buscaba prevenir el abuso del alcohol en jóvenes universitarios. Esta propuesta surge de la preocupación por el incremento de accidentes en estado de embriaguez en la población de jóvenes. Las universidades que conforman esta sección de la red son: Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Universidad Santo Tomás (USTA), Universidad de Santander (UDES), Universidad Industrial de Santander (UIS) Bucaramanga, Socorro y Barranca, Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) entre otras (Álvarez y Velasco, 2002).
La campaña “Invierte en ti” se convirtió, en el año 2.000 en prioridad para los departamentos de bienestar de las universidades. En ella se realizaban diferentes actividades como talleres de sensibilización, afiches, ‘bares zanahorios’, etc.. Se logró, por medio de la sensibilización de los estudiantes, en especial los de los primeros semestres, su participación en dichas actividades y la aplicación de una encuesta de vigilancia epidemiológica durante el primer semestre. Como resultado, se dio a conocer una aproximación a la realidad en imaginarios, creencias, hábitos y tradiciones en torno a la cultura y abuso del alcohol en los jóvenes universitarios (Mora 2000, citado por Álvarez y Velasco, 2002). Los siguientes son los datos más relevantes:
1. Se confirmó que el alcohol es la sustancia psicoactiva (SPA) de mayor consumo en las instituciones de educación superior, datos revelados por UDCP de las Naciones Unidas, la DNA y el ICBF en 1994-1995.
2. El ambiente en el que se desarrollan los jóvenes y el grupo de amigos es determinante en el consumo.
3. Los jóvenes se embriagan por diferentes circunstancias: para expresar su rebeldía, para combatir el ocio, para evadir problemas, para conquistar a chicos o chicas y para estar a la moda.
4. La separación del consumo del alcohol y el sexo cada vez es menos notoria.
5. La familia aparece como promotora del consumo; los padres facilitan el consumo porque consideran que este no conlleva ningún problema o peligro.
6. El alcohol es de fácil consecución, es legal, es promovido por los medios de comunicación haciéndolo más peligroso para los jóvenes.
7. Se observa el alcohol como una sustancia social y común en las universidades, máxime cuando estas se encuentran rodeadas de sitios de expendio.
8. Existe una vinculación entre sexo y alcohol, lo cual está en relación con embarazos no deseados, abortos y maltrato.
9. Se observa una relación entre el uso del alcohol y las consecuencias académicas como: pérdida de evaluaciones, inasistencia a clase y evasión del compromiso académico.
Es importante conocer las circunstancias personales, familiares, sociales, políticas y legales, que facilitan y favorecen el consumo en los jóvenes. Todos los factores son valiosos al momento de profundizar respecto al consumo de alcohol. Estas circunstancias pueden ser analizadas como factores asociados, entendidos éstos como aquellas situaciones o agentes que están presentes o relacionados con el evento.
Uno de los factores asociados al consumo de alcohol es la maduración biológica (Deardorff, Gonzales, Christopher, Roosa y Millsap, 2005). Otro, es la exposición de los jóvenes a comerciales y propagandas sobre bebidas alcohólicas, en donde el alcohol es sinónimo de mujeres lindas, sexo, rumba y alegría (Miller, 2005). También incide como factor asociado el contexto urbano, o lugar donde se permite y se tiene acceso al consumo de alcohol. El periódico El Tiempo, en 2006, describe el sinnúmero de establecimientos públicos como bares, ‘chiquitecas’, discotecas y tiendas ubicadas en diferentes partes de las grandes ciudades como Bogotá, Cartagena, Bucaramanga, Cali y Cúcuta, a los cuales los jóvenes se dirigen con el fin de socializar con otros y celebrar. En estos sitios se facilita el consumo de alcohol, de cigarrillo y otras sustancias, en encuentros sociales que los acercan a situaciones que pueden ser riesgosas para su integridad física y mental.
El factor social es un factor predominante en el consumo de alcohol; los amigos, los pares más cercanos, parejas y grupos pequeños se convierten en una influencia dominante que determina el consumo de sustancias. El consumir alcohol, hace parte de la selección y socialización entre amigos, puesto que debe existir aprobación por parte de los otros, evitando la exclusión social por parte de quienes consumen alcohol (Donovan, 2004; Henry, Slater, y Oetting, 2005). Las actitudes de aprobación por parte de los pares constituyen un factor asociado con el consumo de alcohol en jóvenes.
Se ha encontrado que también es influyente la relación con los padres, en especial aquellas en las cuales el joven tiene una relación conflictiva con estos, y cuando sus comportamientos están ligados al consumo de sustancias. A partir de la relación con los padres y con los pares, adquieren gran importancia los sentimientos y las emociones de los jóvenes, resultado de esas interacciones. En consecuencia, los sentimientos y las emociones se pueden considerar como un factor más de asociación al consumo de alcohol (Donovan, 2004; Yeh, Chiang y Huang, 2005).
El uso de la droga en adolescentes y el comportamiento sexual tienen sus raíces en la familia, en actitudes que los presentan como un modelo a seguir. Si en la familia existen patrones de consumo de sustancias, los jóvenes los seguirán; el consumo de alcohol se favorece o no de acuerdo con la percepción que tienen los parientes de este comportamiento y con sus actitudes, bien sean de aprobación o desaprobación (Brody, Cleveland, Gerrard, Gibbons y Pormery, 2005; East, y Khoo, 2005).
En relación con esta problemática es importante destacar la investigación “Situación actual y prospectiva de la niñez y la juventud en Colombia” realizada por Barrios y cols. (2004), la cual estableció que los niños y las niñas inician el consumo de alcohol y cigarrillo entre los 10 y 12 años, e hizo evidente la aceptación social por parte de la familia y otros adultos. Ante lo anterior se identifica la necesidad de que el control por parte del Estado, de las instituciones sociales y de la familia sea ejercido de manera distinta, ya que son los adultos quienes tienen la responsabilidad de orientar las decisiones y comportamientos de los jóvenes. Otro factor importante es el nivel de satisfacción social, ya que los niños y jóvenes creen que con el consumo de alcohol obtendrán consecuencias positivas debido al papel que sus efectos juega en las relaciones interpersonales, dando paso, en consecuencia, al aumento del nivel de satisfacción personal (Barnett y cols., 2005).
Los factores que hacen alusión a las relaciones que tienen los jóvenes con los padres y con los pares, pueden agruparse bajo la categoría Situaciones que involucran a terceras personas, puesto que en ellas pueden existir conflictos con otros, presión social y también momentos agradables o desagradables. Dependiendo de la situación, puede darse, o no, una influencia en el consumo de alcohol. Existen otros factores propios del individuo, los cuales son denominados Situaciones personales, en donde se encuentran emociones desagradables frente a un evento, malestar físico, emociones agradables, probando autocontrol y necesidad física (Annis, Graham y Davis, 1998). A la luz de los factores asociados al consumo de alcohol, Annis, Graham y Davis, (1998) diseñaron el instrumento Inventario Situacional de Consumo de Alcohol & ISCA, cuyo propósito era medir las situaciones específicas de consumo de alcohol, que se identificaban como aquellas situaciones de alto riesgo para el individuo.
Cicua y cols. (2007), evaluaron en adolescentes escolares bogotanos entre los 12 y los 17 años las Situaciones personales y las Situaciones que involucran a terceras personas. Los resultados reportan: dentro de la primera categoría, Situaciones personales, las subcategorías o situaciones de emociones agradables, probando autocontrol y necesidad o urgencia por consumir calificaron un índice problema de riesgo moderado; las subcategorías o situaciones de emociones desagradables y malestar físico calificaron un bajo riesgo. Dentro de las Situaciones que involucran a terceras personas, que se dividen en tres subcategorías, se encontró un índice del problema de riesgo moderado para las situaciones de presión social y de momentos agradables, mientras que para la situación de conflictos con otros, el riesgo resultó ser bajo.
Si las condiciones que las investigaciones plantean siguen siendo vigentes, es válido determinar dentro del marco de la presente investigación, las constantes y/o diferencias de la problemática universitaria, de tal forma que les permitan a las instituciones de educación superior de la región, tomar acciones preventivas y/o remediales que incidan sobre los factores de riesgo de esta población vulnerable.
Es importante asumir que la adicción y el consumo de alcohol, es un problema de todos. Es por esto que la sociedad debe ayudar a fortalecer estructuras tales como la familia, el colegio y las universidades. Estas últimas tienen una altísima responsabilidad frente a esta problemática y es por esta razón que son las instancias llamadas a liderar acciones y campañas de prevención integral no sólo dentro de su campus universitario sino también fuera de él. “La prevención en la educación se logra mejorando la calidad de vida de los estudiantes, docentes y personal administrativo, haciéndolos más partícipes de su entorno y por ende más responsables” (Procesos editoriales ICFES & En procura de respuestas, 1995).
El presente estudio, que busca determinar los factores asociados al consumo de alcohol para el caso particular de los jóvenes universitarios de Bucaramanga, se enmarca dentro de una línea de investigación en consumo de alcohol que tiene como objetivo, a largo plazo, proponer y diseñar acciones de prevención en consumo de alcohol a partir del análisis de la realidad misma de los grupos de jóvenes y contemplando dentro de esta realidad los factores asociados al consumo.
MÉTODO
Tipo de estudio
La presente investigación se realizó como un estudio descriptivo transversal en el cual se llevó a cabo una valoración intencional de la conducta de los factores de exposición desde el ámbito demográfico de los participantes en los sitios de convivencia natural. En el caso particular, se valoró la situación de consumo de alcohol en universitarios de la ciudad de Bucaramanga y su área metropolitana.
Participantes
Se contó con la participación de 198 estudiantes de cuatro universidades seleccionadas a través de un muestreo intencional. Los estudiantes pertenecían a los dos primeros años de universidad de instituciones ubicadas en el área Metropolitana de Bucaramanga; tres de ellas son universidades privadas y una oficial. Los jóvenes fueron escogidos de acuerdo con los siguientes criterios: a) matriculados en cualquiera de los cuatro primeros semestres, b) pertenecientes a cualquiera de las cuatro universidades escogidas para la investigación, c) de ambos sexos y d), de cualquier facultad.
Instrumentos
Para realizar la investigación se utilizaron dos instrumentos: la Ficha de Datos Generales diseñada por Cicua, Méndez y Muñoz (2007) para medir las características de lugar, frecuencia, cantidad, evento del consumo y datos demográficos y el Inventario Situacional de Consumo de Alcohol - ISCA, cuestionario que contiene 100 reactivos que miden ocho categorías, divididas en dos grupos. En el primer grupo, denominado Situaciones personales, se encuentran cuestionamientos de naturaleza física o psicológica; este grupo mide cinco categorías: 1) Emociones desagradables, 2) Malestar físico, 3) Emociones agradables, 4) Probando autocontrol y 5) Urgencia por consumir. El segundo grupo mide Situaciones que involucran a terceras personas, está dividido en tres categorías: 1) Conflicto con otros, 2) Presión social y 3) Momentos agradables. Este inventario ISCA, se utilizó como instrumento para medir situaciones específicas de consumo de alcohol que pueden ser identificadas en un individuo como situaciones de alto riesgo. El ISCA fue diseñado por Annis, Graham y Davis (Annis, Gram. y Davis, 1987) y adaptado a población mexicana en 1997. Los puntajes de las 8 subescalas mostraron confiabilidad en bebedores problema y validez de contenido aceptable, representando el universo de situaciones de recaida (Echeverría, Oviedo y Ayala (1998).
Procedimiento
La Ficha de Datos Generales y el Inventario Situacional de Consumo del Alcohol fueron aplicados de manera individual por parte de la investigadora a 198 estudiantes universitarios que cursaban los dos primeros años de pregrado en cuatro universidades (una pública y tres privadas) de Bucaramanga y su área metropolitana. Se accedió a la población mediante el contacto con las dependencias de Bienestar Universitario de cada universidad, cada una de las cuales dispuso de manera independiente la forma de contactar los estudiantes, teniendo en cuenta los requisitos anteriormente expuestos.
RESULTADOS
Esta investigación tuvo como propósito describir los factores asociados al consumo de alcohol, evaluándolos mediante el Inventario Situacional de Consumo de Alcohol (ISCA) y la Ficha de Datos Generales, en estudiantes universitarios (de una universidad pública y tres privadas) de la ciudad de Bucaramanga que cursaban los dos primeros años de pre-grado.
Por las características metodológicas de la investigación, la presentación y análisis de los resultados se realizó de forma cuantitativa y cualitativa. En primer lugar, se exponen las características de la muestra (estudiantes) y la descripción de las prácticas frente al consumo de alcohol en cada uno de los grupos poblaciones generados por las variables de segmentación (género y estrato socioeconómico). Adicionalmente, se analizan cada una de las dimensiones (situaciones personales, situaciones que involucran a terceras personas) que conforman el comportamiento de los sujetos frente al consumo. Y, finalmente, se presentan los resultados concluyentes sobre estas variables
Se contó con una muestra de 198 sujetos, de los cuales 74 (37.4 %) eran hombres y 124 (62.6 %) eran mujeres. En promedio, la edad de los estudiantes fue de 19.7 años, en un rango que va de los 16 a los 25 años. En el rango de edad de los 16 a los 23 años, se encuentra el 93.4 % de los casos. Provienen, primordialmente, de los estratos socioeconómicos tres y cuatro (70.2%), seguidos de los provenientes de los estratos cinco y seis (19.2%). El 71.7% de los sujetos cursan sus estudios en universidades privadas; el 28.3 % restante lo hacen en universidades públicas. La edad media encontrada para el consumo de alcohol por primera vez es de 14.7 años, en un rango que oscila entre los 7 y 21 años. Es de destacarse que el 14.5% de los casos manifiestan haber consumido alcohol por primera vez entre los 7 y 12 años. Aunque son varios los lugares señalados por los estudiantes para el consumo de alcohol, los que, por su mayor frecuencia, se destacan son la discoteca (24.4 %), la casa de los amigos (21.9 %), los bares (15.3 %) y la casa propia (15.3 %). En promedio, los sujetos frecuentan dos de los lugares señalados. Los jóvenes que habitualmente consumen alcohol en espacios familiares, con similar frecuencia lo hacen en lugares que promueven dicha actividad. Con respecto al tipo de bebidas alcohólicas consumidas por los sujetos, se presenta con mayor frecuencia la cerveza (46.6 %), seguida por el ron (21.2 %), el aguardiente (18.8 %) y otras bebidas (13.4 %). En promedio, los sujetos consumen dos tipos de bebidas. Con mayor frecuencia, el consumo de cerveza es de cuatro a seis botellas o latas. Con respecto al aguardiente, el ron y otras bebidas, hasta un cuarto de botella. En relación con la frecuencia de consumo de alcohol, el 93.9 % de los sujetos reportaron algún nivel de consumo que va desde frecuencia diario hasta anual, siendo más frecuente el consumo mensual (42.4 %), seguido del anual (14.6 %).
Al observar el consumo de alcohol por género, se encontró que es mayor en hombres (95.9%) que en mujeres (92.7%). Si los criterios de clasificación se comparan mediante el estadístico Chi cuadrado para ver la independencia entre criterios (Sig <= 0.05), se puede concluir que sí existe diferencia, siendo esta estadísticamente significativa (Chi = 21.18 Sig = .000).
Si se toma el consumo de alcohol por estrato, las diferencias no son estadísticamente significativas (Chi = 12.91 Sig = .115). Igualmente, se vio que en todos los estratos prima como frecuencia de consumo el mensual, seguido del semanal para los estratos 3 - 4 (35.3%) y 5 & 6 (28.9%), y por igual, semanal o anual, para los estratos uno y dos (14.3%).
El nivel de riesgo que prima entre los sujetos es moderado (83.8%), lo cual se traduce en que los jóvenes bebieron algunas veces en exceso en cierto tipo de situaciones durante el año anterior. Si se observan las Situaciones personales y de grupo que presentan mayor índice de riesgo de consumo de alcohol, puede determinarse que ellas son, para la primera escala, “las emociones agradables” y “la necesidad física”; para la segunda, “los momentos agradables” y “la presión social”.
Detallando los resultados en las Situaciones personales, (emociones desagradables, malestar físico, emociones agradables, probando auto-control y necesidad o urgencia por consumir), un 88.2 % de los sujetos calificaron en un Índice de riesgo moderado. Frente a la subescala de “emociones agradables”, sigue prevaleciendo el grupo de sujetos que presentan riesgo moderado (61.8%), siendo también significativos aquellos que califican con alto riesgo (30.1%). Al igual que en las subescalas anteriores, en la subescala “necesidad física” también prevalece en el consumo de alcohol el riesgo moderado (75.8%) y el alto riesgo (13.4%). Frente a la subescala “probando auto-control”, aunque, al igual que las anteriores categorías, sigue prevaleciendo el riesgo moderado (66.1%), también se presenta el segundo mayor grupo de sujetos con calificación de bajo riesgo (26.3%).
En cuanto a la evaluación de las Situaciones que involucran a terceras personas(conflicto con otros, presión social para beber y momentos agradables), el 98.4% de los sujetos calificaron con un riesgo moderado. En la subescala “conflicto con otros”, frente al consumo de alcohol, el 74.2% de los sujetos presentan un riesgo moderado, siendo también significativo el grupo que califica con bajo riesgo (21.0%). Al igual que en la categoría anterior, en la categoría “presión social para beber”, prevalecen los sujetos con riesgo moderado frente al consumo de alcohol, aunque decrece el grupo de bajo riesgo, a la vez que se incrementa el de aquellos que presentan alto riesgo frente al consumo (15.1%). Similar situación a la que se presenta en la subescala “presión social para beber” se da en la subescala “emociones agradables con otros”; en esta prevalecen los sujetos que presentan riesgo moderado frente al consumo de alcohol (62.9%), seguido de aquellos con alto riesgo (29.6%). El grado de variación conjunta entre las categorías correspondientes a la escala situaciones personales y a la escala situaciones que involucran a terceras personas, puede observarse en la siguiente tabla:
Tabla 1: Valor Tau-c de Kendall para la correlación entre las escalas Situaciones personales y Situaciones que involucran a terceras personas junto con los respectivos índices de riesgo de consumo.
¡La tabla de correlaciones con base en el estadístico Tauc de Kendall para variables ordinales, arrojó asociaciones significativas entre todas las categorías constituyentes de la escala Situaciones personales y las categorías constituyentes de la escala Situaciones que involucran a terceras personas (Sig < a .05). Haciendo un corte en el punto .400; los mayores incentivos para el consumo de alcohol se dan cuando se presentan “emociones desagradables” y “conflictos con otros” (Tau-c = .642 Sig = .000), seguido por “emociones agradables” y “momentos agradables” (Tau-c = .629 Sig = .000), siendo también significativa la asociación entre “emociones agradables” y “presión social para beber” (Tau-c = .564 Sig = .000).
En general, puede señalarse que frente al consumo de alcohol, los sujetos presentan riesgo de consumo moderado, tanto en situaciones personales (88.2%), como en aquellas que involucran a otras personas (98.4%). Los mayores índices de riesgo de consumo se presentan en las subescalas “emociones agradables”, perteneciente a la escala situaciones personales y “momentos agradables” de la escala situaciones que involucran a terceras personas. Incentivos para el consumo de alcohol se dan cuando se presentan “emociones desagradables” y “conflictos con otros”, seguido por “emociones agradables” y “momentos agradables”, siendo también significativa la asociación entre “emociones agradables” y “presión social para beber”.
DISCUSIÓN
Una vez analizados los datos en el aparte de resultados, se presenta una lectura de los datos estadísticos, los datos cualitativos, las relaciones de causalidad -si las hay- desde las categorías de prueba presentadas en la estructura del ISCA, es decir desde las Situaciones personales y las Situaciones que involucran a terceras personas. Se confrontan los datos con los presentados por los autores en la fundamentación bibliográfica, revisando constantes y diferencias entre los resultados encontrados por las investigaciones nacionales e internacionales así como los planteamientos teóricos a que hubiere lugar en caso de encontrar valores significativamente contrarios a los encontrados por los expertos en el tema. Posteriormente, se lleva a cabo una reflexión desde los componentes culturales, sociales y personales de la muestra del proyecto, dadas las características de la población objeto, con respecto a las de otras investigaciones. Por último, se sintetizan las conclusiones a las que se llega una vez analizados los puntos anteriormente expuestos.
Este estudio pretendió describir el consumo de alcohol y los factores asociados en jóvenes universitarios de ambos sexos, en edades comprendidas entre los 16 y 25 años pertenecientes a cualquier estrato socioeconómico y que se encontraran matriculados en los dos primeros años de carrera. La motivación de esta investigación tuvo como base el alarmante incremento del consumo de alcohol en jóvenes, el cual está generando problemas en contextos familiares, sociales, educativos, públicos, económicos y, por supuesto, de salud. Esta enmarcada en la línea de investigación, de la Universidad Javeriana de Bogotá que busca comprender el fenómeno del consumo de alcohol en los jóvenes con miras a obtener elementos de la realidad que permitan proponer acciones de prevención particulares y adecuadas a las condiciones particulares de los diferentes grupos de jóvenes.
Se puede decir, a partir de los resultados obtenidos y de acuerdo con Cicua, Mendez y Muñoz (2006), que el mayor consumo según el género, desde el punto de vista de la frecuencia, ocurre en los hombres ya que en ellos es semanal (50%), mientras que en el caso de las mujeres es mensual (47.6%). Es importante resaltar que en la presente investigación fue mayor la participación femenina con 124 mujeres (62.62%) y 74 hombres (37.37%) mientras que en la investigación realizada por Cicua, Méndez y Muñoz (2007), en adolescentes escolares, la población masculina fue de 242 (59.75%) y la femenina de 163 (40.25%).
Se debe resaltar que el mayor porcentaje de jóvenes universitarios bumangueses (51%) inicia su consumo de alcohol en un rango de 13 a 15 años con una media de 14.7 años de edad. Sin embargo, es importante señalar que el 2% de la población consumidora reportó haber iniciado su consumo en edades comprendidas entre los 7 y los 9 años, a diferencia del estudio de Cicua, Méndez y Muñoz (2006) donde la edad de inicio de consumo fue de 11.19 años, lo que indica que los jóvenes de Bogotá están iniciando el consumo a más temprana edad. Aunque difieren en algunos años, en ambos estudios se muestra que la edad de inicio se realiza en los comienzos de la adolescencia, época de grandes cambios, cuando el sujeto experimenta deseos de experimentar e imitar modelos y comportamientos que observa en los adultos. Así mismo, lo dicho por Cicua, Mendez y Muñoz (2006) reafirma lo encontrado por Fadiman (2001) cuando presenta que la edad de inicio es cada vez menor. Comparando los resultados obtenidos por estudio en universitarios bumangueses con el realizado por RUMBOS (2002), se encuentra también que los adolescentes inician el consumo de alcohol a menor edad, lo que muestra que la tendencia de inicio del consumo de alcohol se continúa manteniendo.
Con respecto al los lugares frecuentados para el consumo de alcohol se puede decir que los jóvenes universitarios muestran mayor preferencia por las discotecas (24.4%), seguido de casas de amigos, en segundo lugar (21.9) y de bares, en tercer lugar (15.3%). En contraste se encontró que los sitios menos frecuentados son los parques (3%), sitios de juego de azar (1.8%) y billares (1.6%). Se puede afirmar, por tanto, que de los tres sitios que soportan la mayor frecuencia, dos se encuentran en el área de influencia de las universidades lo que crea factores motivadores de consumo.
Cabe anotar, como consecuencia de lo hallado, que las entidades gubernamentales deben ser mucho más estrictas en el cumplimiento de la ley que establece que no debe haber venta de licor cerca de instituciones educativas. Por el contrario, se observa el incremento de bares, discotecas y licoreras, lugares donde los jóvenes se reúnen a compartir motivados por sus emociones tanto agradables como desagradables.
En contraste con el estudio de Cicua, Méndez y Muñoz (2007), existe una diferencia con respecto al sitio donde los jóvenes prefieren consumir alcohol ya que en esa investigación el lugar señalado por los adolescentes bogotanos, con mayor preferencia es la casa de un amigo (48%), seguido de la casa propia (34.5%) y el parque (25.9%). Esta diferencia puede estar relacionada con el hecho de que para los jóvenes universitarios hay un contexto de mayor libertad que para los escolares. De otro lado, los jóvenes universitarios pueden tomar la decisión de asistir o no a sus clases, sin que por ello tengan que informar a sus familias donde se encuentran, mientras que el control ejercido por los padres a los estudiantes de colegio se ejerce en mayor medida.
Otro factor que podría incitar al consumo de bebidas alcohólicas es la jornada de clase, la cual, mientras que para los estudiantes de colegio se da en bloques y con horarios fijos y definidos, en las universidades se presenta dependiendo de disponibilidades docentes y en horarios cambiantes, lo que da la oportunidad a los jóvenes a reunirse en bares y discotecas cercanas a la universidad en los intervalos de clase. De todas formas, vale la pena destacar que en la investigación con estudiantes bumangueses aparece como segundo lugar de preferencia de consumo de alcohol la casa de un amigo, lo que confirma el planteamiento de la investigación de Cicua, Méndez y Muñoz (2007) cuando afirman que “desde la familia se está trasmitiendo y facilitando la cultura del consumo de alcohol, porque los padres de familia son quienes deben actuar en primer lugar como agente de control y establecimiento de límites frente a dicha conducta”.
El tipo de bebida que consumen los universitarios es otro aspecto interesante de analizar. La cerveza es la bebida de preferencia de los jóvenes universitarios de la ciudad y el área metropolitana de Bucaramanga (46.6%), seguida del ron (21.2%) y del aguardiente (18.8%). Sin duda alguna las campañas publicitarias, el patrocinio de equipos deportivos tales como de fútbol, los eventos sociales como bazares, bingos y festividades, las reuniones familiares como celebraciones de cumpleaños, día de la madre y del padre, o espectáculos públicos como las ferias y los conciertos, entre otros, proporcionan un ambiente propicio para el consumo de alcohol y particularmente la cerveza ya que es una bebida de fácil acceso por su menor valor y la posibilidad de comprarla una a una.
Con respecto al estrato socioeconómico, en el estudio de Cicua, Méndez y Muñoz (2007), se encontró que a mayor estrato, mayor consumo, así como en la investigación de Malagón y col (1997), citada por Cicua y col (2007). En el caso de Bucaramanga, por el contrario, no se encontraron diferencias. Estos datos sugieren la importancia de elaborar estudios particulares que indaguen acerca de si el estrato por sí solo es determinante o, por el contrario, necesita estar asociado a otra variable.
Los resultados presentados hasta aquí corresponden a los datos obtenidos por la Ficha General, instrumento que permitió, con los resultados arrojados, analizar las características del consumo en jóvenes universitarios de la ciudad de Bucaramanga y su área metropolitana en forma general en cuanto a edad, estrato socioeconómico, sexo, frecuencia, tipo de licor, cantidad ingerida y lugares de consumo. A continuación se presenta el análisis del consumo de alcohol a partir de situaciones específicas de consumo que pueden ser identificadas como situaciones de riesgo en un individuo.
El resultado del índice general de consumo, como se pudo observar, fue del 84.25% en jóvenes universitarios que han consumido alcohol y que presentaron un nivel de riesgo moderado, lo que significa que en dicha población, algunas veces bebieron en exceso en contextos que tienen que ver con situaciones personales (se consideran las circunstancias físicas o psicológicas durante las cuales se privilegia el acto de beber) y situaciones de grupo (condiciones en las cuales el consumo de bebidas alcohólicas, está relacionado con respuestas frente a otros individuos como padres, pares, docentes, figuras de autoridad, etc.).Es necesario resaltar que el 9.7% (18 sujetos) de la población universitaria encuestada que consume alcohol se encontró en un nivel de riesgo alto, lo cual significa que los sujetos frecuentemente bebieron en exceso en dichas situaciones.
Los resultados arrojados también indicaron que frente a las situaciones personales los jóvenes presentaron un nivel de riesgo de consumo moderado -con un 88.2%- y las situaciones personales que más se relacionan con el consumo son las emociones agradables -con un 29.8%- seguidas de necesidad física -con 19.1%-. Con estas cifras se puede pensar que son las emociones agradables las que mayor inducen al consumo de alcohol en los universitarios. Estos resultados concuerdan con los obtenidos en la investigación de Londoño, García, Valencia y Vinaccia (2005) donde se afirma que las expectativas ante el consumo de alcohol en jóvenes universitarios se centran en los beneficios obtenidos a partir de la ingesta de alcohol. Estos beneficios se pueden explicar a partir de la teoría de Bandura (1999), citado por Fernández y Llorente del Pozo (2006), quien señala que el sujeto percibe y valora las situaciones a partir de las expectativas, convirtiéndose de esta manera en reforzadoras o inhibidoras según como lo viva cada individuo.
En la categoría de situaciones grupales, se encontró que el nivel de riesgo de consumo en los jóvenes universitarios es moderado -con un 98.4%-. Cabe señalar que aunque se mantiene el nivel de riesgo moderado con respecto a las situaciones personales, es importante aclarar que existe un aumento de riesgo en las situaciones que involucran a terceras personas.
Las situaciones grupales que más se relacionan con el consumo son: momentos agradables -con un resultado de 29.9%- seguida de presión social -con un 21.5%-. Esto lleva a pensar que el consumo de alcohol se convierte en un facilitador social en la medida que el joven se vuelve más expresivo, seguro de sí mismo y arriesgado, pues el alcohol le brinda la facilidad de ser el centro de atención y destacarse dentro del grupo de pares, lo cual le proporciona efectos o consecuencias positivas que ayudan a facilitar la diversión con los otros. Lo anterior le genera sensaciones placenteras, aspecto que se vuelve reforzante para el mantenimiento del un mayor consumo, y le evita pensar en los daños que se generan para la salud a mediano y largo plazo.
Se han examinado hasta ahora los factores tanto personales como sociales de manera individual. Sin embargo, conviene precisar si existen correlaciones significativas entre las dos escalas (Situaciones personales y Situaciones que involucran a terceras personas). Para identificar la existencia de las mismas se tomó la tabla de correlaciones con base en el estadístico Tauc de Kendall, la cual arrojó lo siguiente: las asociaciones más significativas se encuentran entre las subescalas Emociones desagradables y Conflictos con otros, seguida por la correlación entre Emociones agradables y Momentos agradables y, en tercer lugar, por Emociones agradables y Presión social. Lo anterior indica que las Situaciones personales frente a las Situaciones donde se involucra a terceros son factores que en conjunto hay que tener en cuenta. Desde esta perspectiva se podría decir que se bebe porque se está contento, porque se está triste, porque se está molesto con alguien o porque los pares ejercen una influencia directa sobre quien se encuentra contento. Es decir, se consume alcohol en cualquier momento y en cualquier condición si se está contento. Es necesario el análisis de ambas categorías para poder estudiar el fenómeno del consumo, lo que indica que no tiene mucha relevancia estudiar cada categoría por separado (factores personales y donde se involucran grupos), mostrando, a su vez, que las subescalas tienen sentido si se analizan en conjunto.
En general, puede señalarse que frente al consumo de alcohol, los sujetos presentan riesgo de consumo moderado, tanto en situaciones personales (88.2 %), como en aquellas que involucran a otras personas (98.4 %). Los mayores índices de riesgo de consumo se presentan en las subescalas “emociones agradables”, perteneciente a la escala situaciones personales y “momentos agradables” de la escala Situaciones que involucran a terceras personas. Los incentivos para el consumo de alcohol se dan cuando se presentan “emociones desagradables” y “conflictos con otros”, seguido por “emociones agradables” y “momentos agradables”, siendo también significativa la asociación entre “emociones agradables” y “presión social para beber”. Esto podría estar influyendo la naturaleza de los jóvenes santandereanos, en quienes se necesita cierto nivel de disculpa (que daría el trago) para manifestar conductas de tipo agresivo. La tipología del santandereano da cuenta de su estructura de comportamientos, manifestado en términos de conductas beligerantes, palabras soeces, ademanes expansivos que tienden a intimidar a quienes no los conocen. También es importante analizar, hasta qué medida los jóvenes bumangueses necesitan del trago para manifestar conductas de apego que en la sobriedad por ninguna causa se manifiestan.
En conclusión, con respecto a los factores asociados al consumo de alcohol en estudiantes de los dos primeros años de carrera universitaria, con base en los resultados encontrados, podría decirse que: existe una tendencia a disminuir la edad de inicio de consumo; se consume alcohol en situaciones en las cuales se manifiestan emociones tanto negativas como positivas, siendo las primeras las de mayor nivel de significancia; el factor de presión social es determinante cuando se tienen emociones agradables, pero se consume alcohol también cuando se sienten emociones de tipo desagradable, lo cual indica que el manejo de las emociones está asociado al consumo de bebidas alcohólicas.
Otras conclusiones que se obtienen del estudio informan que los hombres consumen con mayor frecuencia que las mujeres; que la casa es, en segundo lugar, uno de los sitios preferidos para consumir, (lo cual demuestra que el consumo de alcohol está siendo permitido al interior de los hogares); que se consume más cerveza que otros licores quizá por su bajo costo, porque se requiere de mayor cantidad para embriagarse y se tiene menor nivel de censura social sobre el consumo de cerveza que sobre el de aguardiente. Se concluye también que el nivel de consumo es moderado en una mayor proporción, mientras que la proporción de alto riesgo es del 9.1%.
Sabiendo que el fenómeno del consumo de alcohol en los jóvenes es una problemática a nivel tanto nacional como internacional, para el caso de Colombia es importante analizar la realidad de los jóvenes universitarios en otras regiones del País. Con este objetivo, se podrían realizar investigaciones similares que lleguen a confirmar los hallazgos de la presente investigación y a determinar la realidad de cada región y así, partiendo de una realidad particular, se puedan diseñar planes de promoción y prevención con los que el joven se sienta identificado.
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Recibido: 22 de mayo de 2008
Revisado: 03 de julio de 2008
Aceptado: 14 de julio de 2008