Liberabit
ISSN 1729-4827
Liberabit vol.17 no.1 Lima 2011
ARTÍCULOS
Percepciones de anomia y bienestar social en relación con las actitudes hacia la democracia
Perceptions of social well-being, anomie, political interest and powerlessness in relation withPersonality styles and adherence to treatment in patients with Diabetes Mellitus
Francisco Augusto Laca Arocena*; Heriberto Santana Aguilar**; Yunuen Ochoa Madrigal***; Juan Carlos Mejía Ceballos****
Universidad de Colima, México y Universidad del País Vasco, España.
RESUMEN
Este estudio empírico de corte transversal pone a prueba el supuesto de que las percepciones de bienestar social, anomia, interés político e impotencia política condicionan las actitudes hacia la democracia. Se tomó el modelo de cinco dimensiones de Keyes (1998) para medir el bienestar social y se midió el constructo anomia desde la perspectiva psicosocial de Srole (1956). La muestra conformada por 568 sujetos mayores de edad de diferentes estados de México contestó una batería que contenía cuatro cuestionarios: La Escala de Actitudes hacia la Democracia de Morales, Las Escalas de Bienestar Social de Keyes, La Escala de Anomia de Srole, La adaptación al español de la Escala de Impotencia Política y un ítem de valor único sobre Interés por la Política tomado de la Encuesta Social Europea 2006. Las correlaciones de bienestar social e interés por la política son positivas para la aceptación de la democracia. Los resultados muestran que a mayor percepción de anomia e impotencia política mayor rechazo de la democracia.
Palabras clave: Actitudes hacia la democracia, bienestar social, anomia, interés por la política, impotencia política.
ABSTRACT
This empirical and transversal paper tests the hypothesis that perceived social well-being, anomie, political interest, and political powerlessness condition attitudes towards democracy. We adopted the Keyes' five-dimension model to measure social well-being and the Srole's (1956) psychosocial perspective for anomie. A sample of 568 legally adult subjects of different states of Mexico filled out a battery containing four questionnaires: Morales' Attitudes Towards Democracy Scale, Keyes' Social Well-being Scales, Srole Anomie Scale, an adaptation into Spanish language of The Powerlessness Scale, and one item of unique value for Political Interest taken from the 2006 European Social Survey. Correlations between social wellbeing, political interest and acceptance of democracy were positives. Results show that higher perception of anomie and political powerlessness indicates more rejection of democracy.
Key words: Attitudes Towards Democracy, Anomie, Interest in Politics, Political Powerlessness, Social Well-being
La presencia de actitudes positivas hacia la democracia en la población no es una precondición necesaria para que se inicie un sistema político democrático, pero su existencia es importante para que éste se desarrolle y consolide (Catterberg, 1989). El incremento de los porcentajes de abstención electoral en Latinoamérica (en México en los últimos años se sitúa prácticamente en el 50% del padrón electoral) inducen a suponer un debilitamiento de las actitudes hacia la democracia. Si como supone Bobbio (1986), "el régimen democrático es un conjunto de reglas procesales para la toma de decisiones colectivas", los altos porcentajes de abstencionismo desvirtuarían la esencia misma de estas decisiones colectivas (no es infrecuente que en Latinoamérica un presidente lo sea con el apoyo de poco más del 20% del padrón electoral).
La participación de los ciudadanos en esa toma de decisiones colectiva (los procesos electorales) es fundamental para consolidar un régimen democrático incluyente; es decir, un régimen que no pudiendo limitarse ya a favorecer intereses de minorías haya de incluir a la mayoría participante en las decisiones que le afectan, siempre que esa mayoría participe. Woldenberg (2007) pone el énfasis en que es a través de la participación ciudadana como la democracia adquiere su sentido cabal.
En 2002 Zovatto señala que gran parte de las poblaciones latinoamericanas tendrían de la democracia un concepto meramente formalista, limitado a la pluralidad de opciones partidistas y las elecciones. Sin la exigencia continuada de un estado de derecho (nadie por encima de las leyes), y de una eficaz rendición de cuentas (Accountability), la democracia resulta una forma vacía de contenido para los ciudadanos (Nohlen, 2002 septiembre).
Las actitudes han sido objeto de estudio para la psicología social desde hace prácticamente un siglo (Bravo, Prieto & Rodríguez, 1996). De considerarlas casi determinantes de los comportamientos y predictoras de los mismos, se ha pasado a entenderlas más limitadamente como mediadas o condicionadas por la situación o el escenario (Baron & Byrne, 1998; Laca, 2005). Somuano (2005) señala que el estudio de las actitudes hacia la democracia de una población ayuda a comprender sus comportamientos políticos, puesto que éstas han sido tradicionalmente un indicador de la cultura política de las naciones.
Para Zovatto, la aceptación surgida de la valoración positiva de la ciudadanía hacia un sistema político se refleja en los comportamientos de apoyo al mismo. En sociedades como la mexicana, donde la afiliación de carnet a partidos políticos es muy baja, el único índice fiable de apoyo al sistema político es la participación electoral. Este autor indica que la aceptación de la democracia dependería del apoyo de los valores democráticos (libertad, tolerancia y búsqueda de acuerdos), del desempeño del sistema político y del apoyo a las instituciones democráticas (servicios de salud, educación y judicial). Otros autores (Diamond, Linz & Lipset, 1989; Lipset, 1993; McAllister, 1999) sugieren que un desempeño favorable y sostenido a través del tiempo y en particular un abordaje exitoso de los problemas económicos y sociales contribuyen al desarrollo de una aceptación amplia y una fe en la legitimidad de la democracia.
Por otra parte, Zovatto y Lagos (2005) mencionan que existe una diferencia entre los sentimientos de la ciudadanía con respecto a la democracia como ideal y como forma de gobierno y el aspecto de su satisfacción con el funcionamiento práctico del sistema democrático. En México, de acuerdo al Latinobarómetro 2009, sólo el 22% de la población se considera satisfecha con el funcionamiento de la democracia ya que ésta no se ha traducido en la reducción de la pobreza, desempleo y corrupción. Los mismos autores consideran que todo ello está generando entre la ciudadanía el desencanto hacia la democracia. Para Woldenberg (2009) y Muñoz (2007), estas evaluaciones se reflejan en la desafección o desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones (por ejemplo los partidos políticos); a pesar de que se les considere a éstos crecientemente válidos como instituciones de la democracia (Latinobarómetro 2009). Pereira (2000) señala que el descrédito a la política y sus instituciones representa un obstáculo para la consolidación de este sistema político.
Bienestar Social y Anomia
En su acepción original en el ámbito de la economía política, el Bienestar Social (Social Well-being) es entendido por Salcedo (1994) como un índice de desigualdad de la distribución económica en el seno de una sociedad. Desde la psicología social, las opiniones, percepciones y atribuciones con ayuda de las cuales las personas se manejan en el mundo interpersonal y social son indicadores del bienestar social (Blanco y Díaz, 2006). Es desde esta segunda acepción que abordamos el constructo de bienestar social.
La necesidad de tomar en consideración lo individual y social ha propiciado la generación de una propuesta de bienestar social. Para Keyes (1998), el bienestar social es "la valoración que hacemos de las circunstancias y el funcionamiento dentro de la sociedad" y sostiene que está compuesto por 5 dimensiones: a) Integración social, evaluando la calidad de nuestras relaciones; b) Aceptación social, como sentimiento de pertenencia a una comunidad; c) Contribución social, balance de la utilidad de nuestras aportaciones a la comunidad y la valoración que ésta hace de las mismas; d) Actualización social, confianza en el futuro de la sociedad, confianza en que ésta se desarrolla y nos ofrece oportunidades de desarrollarnos con ella; y e) Coherencia social, dimensión complementaria a la anterior que evaluando nuestra capacidad de comprender las dinámicas de la sociedad nos posibilitaría actualizarnos. Tanto la Actualización como la Coherencia aparecen como dimensiones opuestas al constructo anomia social (Laca, Mejía & Yáñez, 2010). Blanco y Díaz (2006) encontraron correlaciones positivas y significativas entre los cinco factores del bienestar social y la implicación en la solución de problemas sociales.
La noción de Anomia describe negativamente los procesos de integración de los individuos al mundo social del que forman parte (Aceituno, Asún & Ruiz, 2009). Colectivamente, la anomia describe la escasa cohesión de una sociedad con baja integración de los individuos y los grupos o clases; individualmente, designa los comportamientos asociales e insolidarios de las personas (Laca et al., 2010). Término introducido en la sociología por Durkheim, caracterizaría a las épocas de transición cuando un modelo social (normativo, político y, sobre todo, económico) está siendo abandonado sin que uno nuevo haya logrado sustituirlo plenamente. Merton (1965) redefine la anomia como "la discrepancia entre las metas propuestas por una sociedad y la falta de acceso de muchas personas a los medios necesarios para alcanzar esas metas". Rodríguez (2006) sostiene que la relación entre fines y medios se ve debilitada; los fines aparecen como incongruentes para una gran parte de la población por falta de posibilidades reales para alcanzarlos.
Como otros países en desarrollo o economías emergentes, México ha hecho suyos los fines consumistas y de logros individualistas característicos de las sociedades neoliberales. Aunado a esto, Trejo (2010) informa que aproximadamente el 50% de su población vive en pobreza y casi veinte millones en pobreza extrema. Es obvia una incongruencia para, al menos, la mitad de la población mexicana entre fines y medios, entre metas sociales y posibilidades personales. Además de un escenario colectivo percibido por los individuos, la anomia describe también comportamientos individuales en dicho escenario. Para Benbenaste, Etchezahar y Del Río (2008), donde la anomia de la sociedad aparece muy alta a los ciudadanos, la anomia individual no es considerada por muchos de éstos como negativa en sí misma y aparece justificada como astucia para sobrevivir.
En la aplicación del concepto a la problemática latinoamericana, Parales-Quenza (2008) indica que la anomia se ha considerado principalmente con respecto a ilegalidad, corrupción e inobservancia de normas y reglas y adquiere por lo tanto una significación particular. En este contexto, la anomia no emerge como producto de transformaciones ligadas a la industrialización, sino de proyectos nacionales incompletos y excluyentes. Este autor afirma que las consecuencias se advierten en el número de homicidios, tasas de mortalidad por accidentalidad, casos de corrupción y fenómenos como el narcotráfico, todos problemas generalizados en la región.
Interés e Impotencia Política
Todo sistema democrático precisaría de un mínimo nivel de interés político para que los ciudadanos puedan conocer los procesos políticos, defender su bienestar o elegir a sus representantes (Vilas, 2003). Laca et al. (2010) hacen hincapié en que tradicionalmente se relaciona un alto interés por la política con una mayor capacidad para comprender lo que sucede en ella; y en ese caso, la adopción de opiniones de los ciudadanos irían precedidas de alguna reflexión. Por su parte, Vilas (2000) sostiene que las orientaciones políticas de la gente presumiblemente interesada no tienden a ser más estables que las de aquellos menos interesados. La falta de interés respecto a los fenómenos políticos se relaciona con la apatía, que es el estado de indiferencia, extrañamiento o pasividad en relación con la política (Bobbio, Matteucci & Pasquino, 2005).
El consumo de información política es un indicador del interés por ella. En el 2000, Vilas señala que la frecuencia del consumo de este tipo de información, se asocia al nivel de estudios. Por tanto, a mayor nivel de estudios, mayor frecuencia de consumo de información política. También indica que esta asociación es muy común para la prensa, menos para la radio y muy poco para la televisión. En el 2008, los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Política (ENCUP) informaron que el 64% de los mexicanos tienen poco o nulo interés por la política. Duarte y Jaramillo (2009) enfatizan que el rechazo y la apatía hacia los asuntos y la participación política parecen ganar terreno en momentos en que debiera avanzar el interés y la participación.
Grossi y Ovejero (1994) entienden por Impotencia Política (Political Powerlessness) a la "sensación del individuo de que sus acciones no constituyen efectivos inputs en el sistema; es decir, influir en la estructura y procesos de ese sistema" (p. 147). Esta sensación subjetiva de ausencia de poder ante las instancias sociales de toma de decisiones determina en gran medida las actitudes y el comportamiento ante tales instancias. Para Duarte y Jaramillo, entre las razones para explicar la apatía de los ciudadanos hacia la política se encuentra, de manera destacada, el sentimiento de impotencia frente a problemas políticos cada vez más complejos. Tomando los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2003, estos autores informan que más del 50% de los mexicanos consideran que pueden influir poco o nada en las decisiones de gobierno y en la vida política nacional, con lo cual describen el sentimiento de impotencia política.
Sobral, Sabucedo y Vargas (1986) han encontrado relación entre sentimientos de impotencia política y abstencionismo. La primera variable se considera el polo de un continuo cuyo extremo opuesto sería la eficacia política, definida en 1954 por Campbell, Gurin y Miller como "el sentimiento de que la acción política individual tiene, o puede tener, un impacto sobre el proceso político; o el sentimiento de que el cambio político y social es posible, y que el ciudadano individual puede jugar una parte en la consecución de este cambio" (p. 187). Ambas variables se ajustan a la teoría de Locus de Control de Rotter como una forma específica de locus de control para la actividad política (Grossi & Ovejero, 1994). Los sujetos con locus de control interno asumen que ellos tienen responsabilidad sobre los acontecimientos que ocurren a su alrededor, por ello tienden a intervenir sobre éstos. Por el contrario, los sujetos con orientación externa consideran que su capacidad de incidir en esos acontecimientos es nula, por lo que su actitud será de pasividad.
Con base a todo lo anterior, el presente estudio empírico de corte transversal se propone: explorar los efectos de los cinco componentes del bienestar social, la anomia, el interés por la política y la impotencia política en la percepción de las actitudes hacia la democracia (aceptación o rechazo). Avanzamos como hipótesis que: a) los factores que componen el bienestar social correlacionarán positivamente con la aceptación de la democracia y negativamente con el rechazo de la misma; b) a mayor percepción de anomia, mayor rechazo de la democracia; y a mayor percepción de bienestar social mayor, aceptación de la democracia; c) a mayor interés por la política mayor aceptación de la democracia; y d) a mayor impotencia política, mayor rechazo de la democracia.
Método
Muestra
Participaron voluntariamente un total de N= 568 personas en edad legal pertenecientes a siete estados de la República Mexicana (315 h, 253 m, rango de 18 a 89 años con media en 31). Los estados se eligieron aleatoriamente y la muestra, igualmente, se seleccionó al azar. Los porcentajes de participación fueron: Campeche 11.27%, Colima 18.13%, Distrito Federal 10.39%, Nayarit 16.20%; Nuevo León 10.04%, Puebla 16.37% y Veracruz 17.60%.
Instrumentos
Escala de Actitudes hacia la Democracia (Morales, 2006). Consta de 16 ítems en forma de afirmaciones (por ejemplo: "En un sistema democrático los ciudadanos pueden realmente cambiar la sociedad a través de sus votos") sobre las cuales el sujeto puede elegir posicionarse en una escala tipo Likert desde 1 (Totalmente de acuerdo) hasta 5 (Totalmente en desacuerdo). Esta escala mide dos factores con ocho ítems cada una: 1) Aceptación de la democracia (a= .87) y 2) Rechazo de la democracia (a= .88).
Escalas de Bienestar Social. Utilizamos la versión validada en español por Blanco y Díaz (2005), a partir de Keyes (1998). Mide cinco factores como componentes del bienestar social: a) integración social (5 ítems, a= .69), b) aceptación social (6 ítems a= .83), c) Contribución social (5 ítems, a= .70), d) Actualización social (5 ítems, a= .79) y e) Coherencia social (4 ítems, a= .68). Consta de 25 ítems en forma de afirmaciones (por ejemplo: "Siento que soy una parte importante de mi comunidad") y un formato de respuesta tipo Likert de cinco alternativas (1 totalmente de acuerdo a 5 totalmente en desacuerdo).
Escala de Anomia. Usamos la versión validada en español de Rodríguez (2006), a partir de Srole (1956). Mide con un solo factor las actitudes y creencias de desintegración o desorganización social. Consta de 9 ítems en forma de afirmaciones (por ejemplo: "Los funcionarios públicos no están realmente interesados en lo que pasa a la gente promedio") sobre las que el sujeto indica su grado de acuerdo siguiendo rango de respuesta tipo Likert de cinco anclajes (1 nada de acuerdo, 5 muy de acuerdo). La escala tiene una fiabilidad de a= .67.
Interés por la Política. De la Encuesta Social Europea (European Social Survey, 2006) se utilizó la pregunta: "¿En qué medida dirías que te interesa la política?" como ítem de valor único y como variable independiente para medir el interés por la política. Usando el formato de respuesta tipo Likert desde 1 (nada) hasta 5 (mucho).
Escala de Impotencia Política. Con un solo factor mide la creencia de que la persona es incapaz de influir en el gobierno o el sistema político y es inverso a la eficacia política. Para utilizar esta escala, primero realizamos una adaptación al español de la "Powerlessness Scale" de Finifter (1970), que incluía doce ítems dicotómicos. Después de traducir y usar un formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos (desde 1= nada, hasta 5= mucho), se realizó una aplicación piloto a 240 personas mayores de 18 años de la ciudad de Colima, México (120 h, 120 m, media en 23 años). Aplicamos un análisis factorial exploratorio con rotación Varimax para examinar la estructuración de los ítems. Utilizamos el método de extracción de componentes principales y se usaron los valores propios mayores a 1 para establecer el número de factores a retener, obteniéndose que la mejor representación de los ítems se lograba con una estructura unifactorial. De los doce ítems, dos tuvieron cargas factoriales menores a .400 y su mayor carga estaba fuera de un solo componente factorial; por lo tanto su exclusión de la escala aumentó el índice de fiabilidad total, así como la varianza explicada. La escala definitiva quedó constituida por diez ítems (a excepción de los ítems 1 y 10, el resto son inversos), tiene un alfa de Cronbach de .77 y explica el 67% de la varianza. El instrumento final se aplicó a todos los participantes de este estudio y tiene los ítems en forma de afirmaciones (por ejemplo "Si tú hicieras un esfuerzo por cambiar esta normativa: una hipotética o supuesta normativa local considerada como "muy injusta o dañina", ¿qué tan probable es que lo lograras?") (Ver Anexo 1).
Datos sociodemográficos. Incluimos preguntas sobre el sexo, edad, estado civil y conducta de voto en las últimas elecciones, para tratarlas como variables independientes y cuyo tratamiento estadístico se hace a través de la división por grupos.
Procedimiento
Los datos se recogieron durante los meses de enero a abril de 2010. Miembros del equipo investigador se desplazaron a los estados elegidos aleatoriamente para este estudio aplicando los cuestionarios en diferentes lugares públicos. Se les explicó a los participantes voluntarios el propósito de la investigación y se les dejó que respondieran a la batería de manera individual en presencia del encuestador, asegurándoles el anonimato y uso de datos sólo para fines científicos. Se consideraron como variables independientes a los cinco componentes del bienestar social, la anomia, el interés por la política y la impotencia política, y como variables dependientes a las dos actitudes hacia la democracia (aceptación y rechazo). Para el tratamiento estadístico de los datos se categorizaron las variables independientes en dos y se les aplicó las pruebas T de Student para muestras independientes y muestras relacionadas, al igual que correlaciones de Pearson bivariadas.
Resultados
En la Tabla 1 se muestran las puntuaciones medias en los factores Actitudes hacia la Democracia, Bienestar Social, Anomia, Interés por la Política e Impotencia Política. Los resultados indican puntuaciones altas e intermedias en estos constructos. Aplicada la prueba t de Student para la diferencia de medias entre géneros encontramos que ninguna resultó estadísticamente significativa, por lo que en la tabla no se separan las medias por género. La diferencia de medias entre aceptación y rechazo de la democracia es estadísticamente significativa (M= 3.54 vs M= 3.20, t(567)= 8.45, p < .01).
Se realizó una prueba t para muestras relacionadas entre los cinco factores del Bienestar Social y la Anomia y se comprobó la existencia significativa de mayor percepción de bienestar social que de anomia: integración social/anomia (t(567)= -25.23), aceptación social/anomia (t(567)= -12.98), contribución social/anomia (t(567)= -28.92), actualización social/anomia (t(567)= -21.71) y coherencia social/anomia (t(567)= -26.34); p < .01, respectivamente.
Las correlaciones entre las variables: Actitudes hacia la democracia, Bienestar social, Anomia, Interés por la política e Impotencia política se presentan en la Tabla 2. El factor "aceptación de la democracia" presenta una correlación positiva estadísticamente significativa (p < .05) con todos los factores del bienestar social e interés por la política. El "rechazo de la democracia" correlaciona negativamente y de manera significativa (p < .05) con todos los factores del bienestar social e interés por la política.La correlación entre anomia y aceptación de la democracia es negativa, pero no es estadísticamente significativa, al contrario de la correlación entre anomia y rechazo de la democracia, que es positiva y significativa (r= .40, p < .01). La percepción de impotencia política muestra una correlación positiva y significativa con el rechazo de la democracia (r= .26, p < .01). El interés por la política muestra una correlación positiva con la aceptación de la democracia y negativa con el rechazo (r= .14 y r=.11, p< .01, respectivamente).
Posteriormente, se dividió la muestra en dos grupos (categorización de variables: G1= nivel bajo y G2= nivel alto) según sus puntuaciones medias en cada factor de las variables independientes Bienestar social, Anomia, Impotencia política e Interés por la política. Consideramos a la primera mitad, cuyas puntuaciones fueran las más bajas, como G1 y al resto como G2 con el propósito de comprobar las hipótesis de que "a mayor percepción de bienestar social e interés por la política, mayor Aceptación de la democracia; y que a mayor percepción de anomia e impotencia política, mayor Rechazo de la democracia". Las diferencias de medias entre grupos alto y bajo de todos los factores de las variables fueron estadísticamente significativas (ver Tabla 3).
Los grupos con nivel alto en los cinco factores del bienestar social manifiestan mayores niveles de "aceptación de la democracia", siendo estas diferencias estadísticamente significativas; al contrario de los grupos con nivel bajo en los factores del bienestar social, que rechazan más la democracia de manera significativa. La diferencia de medias entre grupos alto y bajo de anomia e impotencia política no resultaron significativas para la aceptación de la democracia, al contrario del rechazo de la democracia, donde los grupos con nivel alto de anomia e impotencia política rechazan más a la democracia de manera significativa. El grupo con nivel alto de interés por la política acepta más a la democracia que el nivel bajo significativamente.
Discusión
Se confirmaron las hipótesis iniciales. Los cinco factores del Bienestar Social correlacionan positivamente con la "aceptación" de la democracia y negativamente con el "rechazo" de la misma. Se ha mostrado pertinente aproximarnos al estudio de las Actitudes hacia la Democracia desde la perspectiva de la psicología social adoptando el modelo de Bienestar Social de Keyes (1998). En la comparación intergrupos, los sujetos que perciben mayor bienestar social manifiestan mayor aceptación de la democracia.
El Interés por la Política correlaciona positivamente con el Bienestar Social y con la Aceptación de la democracia. Vilas (2003) considera que el interés por la política se incrementa en la medida en que se atribuya alguna relevancia en el origen del bienestar al buen desempeño del gobierno. Nuestros resultados muestran un bajo interés por la política, 82.4% de la muestra reporta "algo", "poco" o "nada" de interés; tan sólo el 17.6% reporta "bastante" o "mucho". Esto indicaría que para los sujetos del presente estudio gozar de un buen sistema político, de una democracia eficaz, no se relaciona directamente con su bienestar personal. La evaluación del contexto social por parte de los sujetos con variables psicosociales como las aquí propuestas tomadas de Keyes (1998), se propone como vía complementaria, no única, a las aproximaciones desde la sociología y las ciencias políticas sobre las actitudes hacia la democracia. Actitudes, que como se señala en la introducción, influyen en los comportamientos; aunque esta relación actitudes / comportamientos no sea directa (Laca, 2005).
Observamos que las puntuaciones medias en los cinco factores del Bienestar Social son altas y significativamente mayores que la media de Anomia. Parece incongruente que pese a las circunstancias de deterioro político y económico actuales la evaluación de los encuestados sobre el sistema social sea tan favorable, pero es posible que haya razones características de la cultura mexicana que lo explique ya que los mexicanos también puntúan alto en las encuestas mundiales sobre la satisfacción con sus vidas (Diener & Eunkook, 2003). Por otra parte, en las sociedades latinoamericanas (entre las que se encuentra México) donde "la desproporción entre los objetivos culturalmente prescritos y los medios para alcanzarlos se vuelve permanente, latente" (Cueva, 2003, p. 10), se entiende la poca fiabilidad en la evaluación del contexto social por la habituación a condiciones sociales negativas. Donde, por ejemplo, la anomia social ha sido una constante secular, los ciudadanos por habituación a la misma están mal posicionados para identificarla y calibrarla (Laca et al., 2010).
La media en "aceptación" de la democracia tiende a ser alta y es significativamente mayor a la del "rechazo" de la misma. Consideramos la posibilidad de que estas altas puntuaciones en aceptación de la democracia se deban a ideas vagas sobre la misma, pudiendo carecer de un núcleo identificable (que por ejemplo se identifique democracia meramente con secuencias electorales y no con fundamentos de la misma, como el estado de derecho y la rendición de cuentas) como es frecuente en las democracias no consolidadas (Schedler & Sarsfield, 2009). Propondríamos para ulteriores investigaciones, siguiendo las recomendaciones de Schedler y Sarsfield, incluir preguntas indirectas pero concretas sobre elementos de la democracia a fin de evaluar qué tan real es el conocimiento de los sujetos; qué entienden por democracia cuando la evalúan.
Nos parece significativo que en ninguna de las variables analizadas existen diferencias intragrupo significativas por género ya que como señala Valvieso (2004), tradicionalmente, la política ha sido considerada asunto de hombres. Sin embargo, en el 2010, Rivero sostiene que la participación de la mujer latinoamericana en la política ha registrado avances desde la última década del pasado siglo.
Por último, quienes perciben mayor anomia e impotencia política rechazan más a la democracia; sin embargo, esta diferencia intergrupos no es significativa en la aceptación de la democracia. Este hecho resulta interesante puesto que indicaría que se "responsabiliza" al desempeño de la democracia por la percepción de condiciones sociales desfavorables, pero la percepción baja de estas condiciones (ya hemos discutido la alta percepción de bienestar social, aparentemente incongruente con las condiciones sociales reales) no se refleja en un mayor rechazo a la democracia.
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Recibido: 27 de Julio de 2010
Aceptado: 05 de Abril de 2011
La presente investigación se efectuó gracias al apoyo del Archivo Historico del Municipio de Colima, México.
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ANEXOS