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Tempo psicanalitico
versão impressa ISSN 0101-4838versão On-line ISSN 2316-6576
Tempo psicanal. vol.51 no.1 Rio de Janeiro jan./jun. 2019
ARTIGOS
El psicoanálisis y su objeto de investigación
Psychoanalysis and its object of investigation
A psicanálise e seu objeto de pesquisa
Juan Pablo Sánchez Domínguez*
Universidad Autónoma del Carmen - UNACAR - México
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología - CONACYT - México
RESUMEN
El presente artículo tiene como propósito identificar el contexto científico que enmarcó el surgimiento del Psicoanálisis, en este sentido se analizan las primeras ideas freudianas tendientes a colocar sus descubrimientos al servicio de la ciencia natural. Posteriormente se examinan las formulaciones contenidas en el "Proyecto de una Psicología para neurólogos" que le permitieron a Freud colocarse en un distanciamiento frente al ideal cientificista de su época.
Por otro lado, orientados por la lectura de Lacan sobre el "cogito cartesiano" se estudia la racionalidad objetivista de la ciencia llamada moderna que propone despojar al investigador de los elementos subjetivos mediante una estrategia racional al momento en que aborda su objeto de estudio.
Finalmente, se argumenta mediante conceptos lacanianos la diferencia radical entre el objeto de investigación en Psicoanálisis y el de la ciencia.
Palabras clave: psicoanálisis, método, objeto, ciencia.
ABSTRACT
This article proposes to identify the scientific context in which psychoanalysis arose, analysing the first Freudian ideas intended to place his discoveries at the service of the natural sciences. Next, it examines the formulations contained in the project of a "Psychology for Neurologists" which enabled Freud to position himself at a distance from the scientific ideal of his era.
Meanwhile, guided by Lacan's lecture on the "Cartesian cogito", it studies the objectivist rationality of so-called modern science, which aims to strip researchers of subjective elements via a rational strategy when they approach their object of study.
Finally, it uses Lacanian concepts to argue the radical difference between the object of investigation in psychoanalysis and in science.
Keywords: psychoanalysis, method, object, science.
RESUMO
Este artigo tem como propósito identificar o contexto científico que emoldurou o surgimento da psicanálise; nesse sentido, são analisadas as primeiras ideias freudianas, que tendem a colocar suas descobertas a serviço da ciência natural. Posteriormente, são examinadas as formulações contidas no "Projeto de uma psicologia para neurologistas", que permitiram que Freud alcançasse um distanciamento em relação ao ideal cientificista da sua época.
Por outro lado, guiados pela leitura de Lacan sobre o "cogito cartesiano", estuda-se a racionalidade objetivista da ciência dita moderna, que se propõe a despojar o pesquisador dos elementos subjetivos por meio de uma estratégia racional no momento em que aborda o seu objeto de estudo.
Finalmente, argumenta-se, mediante conceitos lacanianos, a diferença radical entre o objeto de pesquisa na psicanálise e o da ciência.
Palavras-chave: psicanálise, método, objeto, ciência.
Introducción
No podemos negar que el pensamiento de Freud es efecto de la racionalidad positivista de su época y por ende sus descubrimientos previos a la formalización del Psicoanálisis conservan este matiz, de ahí que sus observaciones clínicas iniciales tengan como base aspectos biológicos (Santamaría, 2002; Cely, 2015). Ramírez, (2002) señala que para los últimos años del siglo XIX y principios del XX los hombres de espíritu científico estaban fuertemente orientados a resguardarse dentro del paradigma positivista, como un esfuerzo por oponerse a la metafísica y a las concepciones mágicas y espiritualistas de entonces. En este marco histórico, se pueden identificar en las primeras obras de Freud una serie de esfuerzos tendientes a poner sus descubrimientos al servicio de las ciencias naturales (Freud, 1893-1895/1992; Tomasini, 2010; Cely, 2015).
Por otro lado, en su escrito sobre la "histeria" de 1888 se aprecia que el modo teórico-práctico de proceder de Freud no discrepa de las mismas doctrinas empleadas por Charcot y Breuer, arraigadas estas en el campo de las llamadas ciencias naturales, sin embargo, para 1886, poco tiempo después de concluir su estancia en Paris con Charcot ya había mostrado señales del camino que a la postre tomaría en base a sus descubrimientos. En un artículo de 1893 publicado en los Archives de neurologie sostenía la tesis siguiente: "la histeria se comporta en su parálisis y otras manifestaciones como si la anatomía (cerebral) no existiera, o como si no tuviera noticia alguna de esta" (citado por Masson, 1985, p. 9). Estas palabras que a primera vista parecen mostrar cierta claridad en el pensamiento freudiano aún no estarán del todo afianzadas por su experiencia clínica, tal es el caso que, en las primeras comunicaciones firmadas con Breuer, el tratamiento de los síntomas histéricos aún los realizaba confiando en métodos terapéuticos habituales (hidroterapia, electroterapia, etc.). Para esa época en una carta dirigida a su amigo Fliess detallará lo siguiente: "he emprendido la hipnosis y he tenido toda suerte de pequeños pero notables éxitos (Breuer & Freud, 1893-1895/1992, p. 5).
Paradójicamente mientras transcurría el año de 1895 Freud escribía un texto de contenido prínceps, que se identificaría mucho tiempo después como medular para el surgimiento del Psicoanálisis y para el distanciamiento que él habría de tomar con respecto al pensamiento positivista de su época (Peña, 2002; Henríquez, 2010). De acuerdo con Ramírez (2002), diversos autores no descansan en nombrar a Freud como un hijo heredero del positivismo, en el transcurso de una lectura realizada a su "Proyecto de una Psicología para neurólogos", si bien en el texto se encuentran metáforas mecanicistas y un vocabulario propio de las ciencias biológicas consistente con su formación médica (Guerrero, 2009; Cely, 2015), al final este recorrido y dilucidación le permitió reconocer el camino a tomar para el abordaje de aquellas experiencias que se encontraban fuera de todo saber Consiente (Cc) solidariamente con la teoría de que, bajo los métodos habituales no eran posible indagarlos.
En este contexto, Freud al comprobar en su "Proyecto..." que su aparato neuronal no podía dar cuenta de modo alguno sobre la propiedad de ser o no consiente, desechará todo marco de referencia de la ciencia natural (Freud, 1893-1899/1992), sin embargo, en 1923 admitirá lo siguiente:
era preciso extraer del hipnotismo dos doctrinas fundamentales e inolvidables. En primer lugar, se llegó al convencimiento de que aun alteraciones corporales llamativas podían ser el resultado de influjos puramente anímicos, activados por el experimentador mismo; en segundo lugar, y en particular a raíz de la conducta de los sujetos tras la hipnosis, se tuvo la impresión más nítida de la existencia de procesos anímicos a los que no se podía dar otro nombre que el de "inconscientes" (Freud, 1923/1992, p. 204).
Esta fórmula construida a posteriori por Freud sintetiza que sus descubrimientos fueron forjados sobre los hechos reales de cada paciente, demostrables y colegibles bajo cierta condición metodológica, sin embargo, carente de validez para la cientificidad de su época. Para Coccoz (2012), allí donde la ciencia natural durante largos años había permanecido satisfecha con una comprensión temporal de la conciencia, Freud supo sustraer los elementos necesarios que le permitieron complejizar la realidad humana y posteriormente la creación de un método para abordarla.
En el sentido histórico, el discurso científico de finales del siglo XIX y principios del XX al que Freud perteneció estuvo enmarcado en los triunfos del positivismo, paradigma que había florecido como una alternativa para abordar de manera metodológica los hechos y de este modo alejarse de la racionalidad mágica con las que el romanticismo había embrujado los círculos científicos (Ramírez, 2002; Jiménez, 2008). La nueva propuesta planteaba que la única vía para producir un conocimiento objetivo era dando respuesta a hipótesis mediante procedimientos empíricos cuidadosamente observados y controlados (Pezo, 2006). Esta fórmula de percibir y explicar las relaciones necesarias entre las cosas y los hechos alcanzó rápidamente la confianza del espíritu científico de la época, al grado de asentarse la idea de que este método podría trasladarse sin modificación a otras áreas del conocimiento dedicadas al abordaje de fenómenos no objetivables (Coccoz, 2012).
A finales del siglo XIX, al menos en Europa, los estudios orientados a resolver los problemas sociales y humanos estuvieron fuertemente influenciados y realizados bajo un notable matiz positivista (Jiménez, 2008). Rodríguez, en 2010, señala que las ciencias sociales en su afán por distanciarse del pensamiento mítico religioso y de la subjetividad propia de los procesos humanos, estuvieron desde sus inicios orientadas a solicitar cobijo del naciente paradigma positivista, aunado a esto y en sus aspiraciones por procedimientos con validez "científica" éstas cayeron en el error de un excesivo metodologismo, provocando con ello la separación de las cualidades de su objeto de estudio.
Por otro lado, durante esa misma época la evolución de la clínica freudiana demostraba que para el estudio de la compleja realidad humana era necesario un método distinto de aproximación y explicación de sus fenómenos, más allá de la propuesta basada en la búsqueda de respuestas últimas por medio del control y la observación fáctica (Fernández, 1999). Paulatinamente el encuentro con lo contingente de sus pacientes le indicaba a Freud el camino a seguir para el estudio de la subjetividad, investigación que más tarde le permitiría formular al Psicoanálisis como un método riguroso para el estudio de los procesos anímicos inasequible por otras vías.
Para autores como Lacan (1964/2009), Mannoni (2002), Miller (2011), el inventor del Psicoanálisis va a localizar muy tempranamente en el discurso de sus histéricas un "saber" que incluso para ellas permanecía fuera de su propio dominio. Cabe mencionar que éste saber ignorado por el sujeto, ya se había descubierto mucho antes de que Freud propusiera un modo para abordarlo, sin embargo, no era interés de las disciplinas bio-médicas, contrariamente, se había convertido para estas en una dificultad teórico-metodológica (Canale, 2011). A todo pasado podemos señalar que este obstáculo científico atizó el surgimiento del Psicoanálisis, es decir que, allí donde la medicina afrontó el problema creando nuevos mecanismos orientados a separar del mundo a estos sujetos mediante su aislamiento en los espacios hospitalarios, Freud hará surgir la "cura por la palabra".
Si bien, los hospitales fueron el escenario perfecto para la exclusión de las histéricas al mismo tiempo cautivarían el interés de Martín Charcot1 por ellas, gracias a la aplicación de la hipnosis éste logrará demostrar la existencia de leyes "no orgánicas" que rigen los fenómenos histéricos (Mannoni, 2002), sin embargo, coincidiendo con su racionalidad médica presentará este descubrimiento como una deficiencia científica de su época, al no contar con los medios de investigación necesarios para hacer accesible la causalidad orgánica de tales padecimientos (Canale, 2011). De esta forma el encuentro con este saber subjetivo será rechazado, contrariamente se pondrá como un dato al servicio de la ciencia a fin de elaborar cuadros descriptivos que posteriormente pudieran conducir a una clasificación diagnostica (Sánchez, 2016a). Sin lugar a dudas este modo de pensar la realidad humana se vio fuertemente influenciado por una naciente teoría positivista, racionalidad que se mostraba en ese momento como la única alternativa para la producción de un conocimiento sistematizado sobre los objetos, fueran estos naturales o no (González & Hernández, 2014). En este contexto la ciencia médica admitiría sin ninguna duda enmarcarse en el ideal de objetividad propuesto por este paradigma, formulándose a posteriori como el único discurso autorizado para construir un saber "exacto y verdadero" sobre malestares acaecidos en el cuerpo.
Proyecto de una Psicología para neurólogos
Como lo indicamos con anterioridad, Freud como médico no fue ajeno al espíritu positivista de su época, al menos así lo dejo por sentado "parcialmente" en 1895, año en que escribió uno de los documentos de mayor envergadura, este proyecto... al tiempo de revelar el interés freudiano por colocar sus hallazgos en el campo de las ciencias naturales, también contiene una serie de enunciaciones que a la postre resultarían básicas para la invención del Psicoanálisis. El trabajo emprendido en esta empresa no tendrá los resultados científicos a los cuales Freud aspiraba, a pesar del esfuerzo empleado a esta labor (Donghi, 2014). Tomando como referencia la correspondencia entre Freud y Fliess publicada por Masson en 1985, podemos identificar la dedicación que el psicoanalista Vienés depositó para la gestación de estas ideas, tenemos que, en la carta fechada el 27 de abril de 1895 manifestará sentir cierta obstinación sobre la tarea de una psicología para neurólogos, a tal grado de consagrarle todo su tiempo; al mes siguiente de estas elaboraciones le dará el estatuto de ser su "pasión dominante" y la cual ve cada día más cerca de su realización, no obstante, estas expectativas sucumbirán pronto. En su carta del 16 de agosto de ese mismo año afirmará que esa psicología es realmente un calvario; por último, en su correspondencia del 8 de noviembre expresará la idea de mandar el documento a dormir a un cajón, sin embargo, para enero de 1896 le enviará a Fliess algunas de las elaboraciones fundamentales adoptadas en el proyecto referido. El documento entregado a Fliess permanecerá en la oscuridad hasta 1936, en ese año y en el contexto de la comunicación que Marie Bonaparte2 mantenía con Freud, ésta le expresará lo siguiente: "Hoy se me presentó un señor Stahl de Berlín. Ha obtenido de la viuda de Fliess las cartas y manuscritos de usted" (Masson, 1985, p. 20); tiempo después Freud refiriéndose a este documento contestará lo siguiente, "No me gustaría que nada de esto llegara a conocimiento de la llamada posteridad" (Masson, 1985, p. 21).
En el contexto referido, la negativa de Freud por hacer público sus ideas contenidas en el "proyecto" toma sentido si consideramos el "impasse3" que él produce al tiempo de poner en manos de su amigo Fliess un documento que posteriormente quedaría en el "olvido". Dicho de otra forma, lo que en un primer momento Freud no termina de asumir, se expresará tiempo después de manera radical con la gestación de un método que dista de poner sus descubrimientos al servicio de la ciencia.
En suma, procuramos en nuestro trabajo argumentar que el Psicoanálisis no se encuentra en posición de identificación con respecto al ideal de objetividad de la ciencia natural (Miller, 2005), para ello se realiza una revisión sistematizada de la obra de Freud analizando los argumentos que condujeron al inventor del Psicoanálisis a separar sus descubrimientos de la racionalidad científico-positivista de su época. Apoyados de diversos autores contemporáneos sostendremos la afirmación categórica de que "para nada el Psicoanálisis está más cerca hoy día de formar parte de las ciencias de la naturaleza" (Miller, 1988).
Racionalidad, objetividad y ciencia
Desde que Descartes escribió su obra titulada "El discurso del método" durante el siglo XVII, éste llegó a convertirse en un referente histórico para la sistematización de la denominada ciencia moderna cuya objetividad era el justo indicador de lo científico (Méndez, 2000). No obstante, la propuesta Cartesiana del "cogito" fue de lo más vital al arrebatarle a la iglesia el criterio de verdad, saber dogmático que había fungido como responsable de organizar el discurso durante la edad media. En este sentido, la referencia religiosa como racionalidad de certeza vendría a ser reemplazada entre los siglos XVI y XVII por el saber científico (Brousse, 2012).
Será éste el modo en que la ciencia moderna florecerá (Lacan,1975/2011) al tiempo de colocar la propuesta del cogito en la fórmula de toda representación del sujeto dentro del pensamiento occidental, aludiendo al propósito de encontrar un pilar indubitable que diera paso a la construcción de un saber sobre los objetos del mundo. Con el tiempo y bajo esta racionalidad la investigación científica logró hacer del pensamiento la evidencia de la existencia de los objetos, al precio de reducir la subjetividad a una racionalidad vacía de representación, conducente a una especie de mentalismo ensimismado (Castrillo, 1999; Braunstein, 2008; Brousse, 2012). En otras palabras, el cogito cartesiano permitió sentar las bases de un saber necesitado por la ciencia y que a la larga permitiría cercar la cuestión de la verdad en relación con la constitución de los saberes, no obstante, el precio que tuvo que pagar fue despojar a este nuevo sujeto de la ciencia de todas sus pasiones, es decir de sus atributos subjetivos (Fernández & García, 2010; Brousse, 2012).
Con la tesis propuesta por Descartes acerca de la existencia de una sola verdad para cada cosa, la construcción de un saber sobre los objetos se redujo a la puesta en marcha de un método, y éste como la vía más sólida del fundamento mismo de la ciencia (Méndez, 2000). A partir de ello la lógica se asentará en un racionalismo dual, por un lado, un sujeto que piensa y por el otro, un objeto que puede ser pensado. Para Jardim y Rojas (2010), esta fórmula cognoscente y racional sobre el mundo, conducirá a la ciencia de la época a la creación de mecanismos tendientes a conservar su radical materialidad. Bajo la clara separación entre el sujeto y el objeto se construirá el ideal de objetividad (González, & Hernández, 2014; Delgado, 2002), al precio de atenerse casi en exclusividad a estudios de carácter "factico" y de explicaciones de tipo causalista (Massé, 2001).
Para Carvajal, (2007) la física Aristotélica fue el antecedente racional del método científico tal y como lo propuso Descartes, este a su vez impulsó el paradigma positivista que a finales del siglo XVIII y principios del XIX le daría a la ciencia natural el marco perfecto para legitimarse como el modo único de construir un saber sobre los fenómenos del mundo, a través de la experiencia rigurosamente controlada. En otras palabras, para el positivismo la única forma de construir un saber sistematizado fuera de toda especulación es atendiendo, mediante procedimientos confiables, la neutralidad valorativa del investigador, al momento de abordar el objeto que estudia. La premisa que sostiene este postulado es el que señala que entre sujeto-objeto es posible una separación simple y radical, como si entre estos elementos no operara ninguna relación de mediación (Schanzer & Wheeler, 2010). Al respecto, Daston y Galison (2007) sostienen que esta definición de objetividad dentro de las ciencias positivas no es más que una visión confusa de la realidad que coloca a quien investiga en una posición deliberadamente cegada, que le obliga a colocarse frente al objeto en una perspectiva mecanizada. Otros autores han criticado fuertemente esta racionalidad al determinar que este "ideal de objetividad" científica sigue siendo aún impreciso y reposa en presupuestos enteramente cuestionables, provenientes de teorías psicológicas poco rigurosas (Novick, 2005; Cupani, 2011); por otro lado, Chavarría (2011) será más radical al señalar que si en el campo de la subjetividad humana aceptamos esta apreciación positivista sobre objetividad estaríamos condenados sin duda, al fracaso.
En el marco de estas ideas, Verdugo (1997), Agazzi (1996), Covarrubias (2007), Pulido (2008) sostienen que el criterio de objetividad adoptado por las ciencias positivistas ha estado condicionado por ideologías sociales, políticas y económicas según la época, a ello se le pueden sumar una serie de mecanismos cuya función es conjeturar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault, 2009; Sánchez, 2016b).
En síntesis, Cupani (1989), Agazzi (1996) y Harada (2006) refieren que el progreso del conocimiento sobre la realidad humana sólo es posible en la medida en que las disciplinas dedicadas a su estudio renuncien al ideal de objetividad y neutralidad. Que a decir de la ciencia natural se alcanza anulando los elementos subjetivos a través de una estrategia racional de adecuación al objeto.
Psicoanálisis e investigación
El campo de las ciencias naturales y su aún vigente tradición positivista pretende mantener clausurada la manifestación subjetiva del investigador al tiempo de abordar el objeto que estudia, mediante una estrategia racional y normalizada que permita salvaguardar al sujeto de cualquier tipo de apreciación singular como resultado de esta interacción (Fong, 2005; Bernal, 2017). Este artefacto científico bajo la certeza de neutralidad pretende hacer de la experiencia investigativa un proceso objetivo, controlable, repetible y comprobable. No obstante, la investigación realizada desde el campo del Psicoanálisis no ha cesado en demostrarnos que la realidad es otra en el marco de los estudios subjetivos. Freud desde los inicios de su investigación clínica demostró la existencia indisociable entre él y sus pacientes inclusive, refiere haber valorado en sus indagaciones observaciones sobre sí mismo (Masson, 1985, p. 545).
Es sabido dentro de los conocedores de la obra de Freud el peso que éste le otorgó a los efectos de la relación recíproca entre médico-paciente incluso, poco antes de instituir el dispositivo psicoanalítico formalmente.
En los inicios del Psicoanálisis, mientras el contexto intelectual le otorgaba al positivismo cierta popularidad, las ciencias medico biológicas no fueron ajenas a tales corrientes de pensamiento, de ahí que las investigaciones de Charcot en el Salpêtrière como resultado del trabajo con la hipnosis no transcendieran la investigación sobre la subjetividad, a pesar de haber demostrado la existencia de elementos no orgánicos en estos fenómenos. Con una formación anatomo-clínica Charcot hizo de sus descubrimientos parte de la ciencia médica, dedicando su interés en la generación de cuadros de descripción normalizados, el desafío por generar nociones diagnosticas mediante el planteamiento de una escena traumática conducirán al médico parisino a experimentar verdaderas escenas demostrativas, inclusive sin considerar el sufrimiento de sus pacientes, tenemos:
Un día en este acto de demostración Charcot produjo una contractura de lengua y laringe como consecuencia la paciente afónica sufre calambres en el cuello, al mismo tiempo que el juego teatral se internaliza, cuando recupera el habla la paciente exclama: "me dijiste que me curarías, que me harías diferente. Tú querías que yo fracasara, me sonsacas lo que quieres saber"4 (Mannoni, 2002, p. 19).
La descripción anterior ejemplifica por demás el proceder de una "ciencia médica" que, en términos de su intervención práctica, procura "despojar" al sujeto de su saber sin la menor intención de tomar en cuenta su malestar; en todo caso, es la síntesis de una racionalidad que procura con respecto al objeto que estudia un distanciamiento. Ésta demanda de la paciente a Charcot encierra aquello que Freud supo tempranamente advertir, a decir que todo el saber médico queda estocado cuando se trata de las singularidades de las histéricas. Lo que este caso muestra es el punto nodal de la investigación psicoanalítica y que la ciencia médica no logro asumir. Este vínculo que más tarde será conceptualizado por Freud como transferencia tiene la función lógica de ser la vía regia para el acceso al núcleo mismo del malestar subjetivo, que para el propio paciente incluso permanece desconocido (Sánchez, 2007). En este sentido, este saber de las histéricas que el propio médico sin saberlo produjo, confrontó la "certidumbre científica" derivando con ello en no más que en su rechazo. Breuer y Freud (1893-1895/1992) habían señalado que las investigaciones realizadas por Pierre Janet5 ya habían dado indicios de las consecuencias terapéuticas derivadas de la relación médico-paciente, sin embargo, la manera de afrontarlo no fue distinta a lo formulado por Charcot.
En síntesis, este fenómeno que la ciencia médica decide constreñir y ponerlo a su servicio para darle lugar a un conocimiento objetivo bajo la creación de una nosología de la histeria, contrariamente le permitirá a Freud hipotétizar en torno a lo que posteriormente será el Psicoanálisis y éste un método de investigación subjetiva.
Por otro lado, lo que Legendre, en 2008, califica como un "accidente para la ciencia", a decir, el descubrimiento de un saber sobre el sujeto no previsto ni asumido por la misma llevará al inventor del Psicoanálisis a renunciar a su intención de ofrecer sus ideas al servicio de ella (Bassols, 2011), a cambio de una posición ética que responsablemente hiciera frente a lo que en la práctica se produce.
El camino de Freud
Posteriormente a que el inventor del Psicoanálisis identificara los aspectos subjetivos rechazados por la ciencia natural, describirá que difícilmente se puede explicar el comportamiento humano en términos mecánicos, de ahí que los primeros días de 1900 describiera su oposición a ser llamado un "hombre de ciencia" (Masson, 1985, p. 235). En ese mismo año Freud señalará que gracias a los sueños alcanzó a formular los mecanismos de las formaciones del inconsciente, afirmando que este resultado no habría sido posible si la ciencia natural no hubiera negado a este objeto, su valor fundamental (Freud, 1900/1992). Ocho años más tarde el psicoanalista Vienés expresará que el interés del método psicoanalítico por los procesos inconscientes no es dejar fuera el estado convencional de la medicina sino poner en marcha un dispositivo donde los fenómenos subjetivos tomen interés (Freud, 1907/1992).
En retrospectiva, años antes de las elaboraciones propiamente psicoanalíticas el interés de Freud por colocar sus descubrimientos al servicio de las "ciencia estricta" fue evidente; no obstante, el camino que tomará como resultado de sus hallazgos clínicos será fundamental para criticar e interrogar a ésta (Foladori, 2002; Cely, 2015; Hueso & Cuervo, 2016), ganándose con esto el acérrimo repudio por parte de aquellos defensores del ideal de un objetivismo científico (Foladori, 2002; Prudente & Ribeiro, 2005). En este contexto, en una publicación realizada bajo el título "Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico...", publicará con cierta consternación lo siguiente:
yo trataba mis descubrimientos como contribuciones a la ciencia y lo mismo esperaba que hicieran los otros, el vacío que se hizo en torno a mi persona, las insinuaciones que me fueron llegando, me hicieron comprender poco a poco que una tesis acerca del papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis no podía tener la misma aceptación (Freud, 1914-1916/1992, p. 20).
En el marco de estas reflexiones Freud criticará duramente el campo medico al señalar que la psiquiatría se ha conformado únicamente con describir las perturbaciones del alma, las cuales al no ser llevadas a los terrenos de la singularidad han imposibilitado la generación de evidencia sobre su etiología y mecanismos de formación. A decir por él, el precio por este descuido se ha visto al tiempo de que las intervenciones clínicas en este campo no han tenido la influencia práctica; por el contrario, gracias al estudio de los fenómenos anímicos inconscientes presentes en cada caso el Psicoanálisis ha logrado un carácter y formalización que ni la psicología ni la psiquiatría han obtenido a pesar de los años (Freud, 1915-1916/1992). Manteniéndose firme en sus declaraciones apuntalará su crítica al señalar en su texto "De la historia de una neurosis infantil..." lo siguiente: si la medicina no asume la importancia que poseen los elementos psíquicos en la investigación de la enfermedad y su tratamiento, esto le conducirá a una deficiencia evidentemente práctica (Freud, 1918/1992).
Por otro lado, años más tarde en su trabajo realizado sobre el "Más allá de principio de placer" hará un esfuerzo por describir el menosprecio constante que sus descubrimientos provocaban dentro del discurso médico, la batalla que tuvo que afrontar a fin de otorgarle al inconsciente su estatuto de verdad y a su método la vía para su develamiento se sintetiza en la siguiente referencia:
No parece nuestro destino trabajar en paz en la construcción del Psicoanálisis. Apenas acabamos de rechazar con éxito dos ataques, uno pretendía desmentir todo cuento hemos traído a la luz el otro, quería persuadirnos de que habíamos equivocado el origen de ese contenido y debíamos cambiarlo a la ligera por otro "apenas, entonces, acabamos de sentirnos a salvo de estos enemigos" y ya se eleva frente a nosotros un peligro nuevo (Freud, 1920/1992, p. 169).
En las líneas de esta cita se puede obviar el efecto producido por el Psicoanálisis, al momento de darle lugar a este nuevo saber sobre el sujeto dentro del campo de la experiencia humana. Para Pezo (2006), la ciencia positivista de principios del siglo XX no conforme con desmentir este saber también arremetió fuertemente contra el método psicoanalítico llegando incluso a calificarlo de inválido. El origen de estos ataques recurrentes sobre el Psicoanálisis podríamos ubicarlo en el marco mismo de la responsabilidad de Freud, al asumir su descubrimiento llevándolo a un alejamiento necesario con respecto a las ciencias naturales, contraponiéndose además a sus aspiraciones iniciales tendientes a conservar el ideal de objetividad (Prudente & Ribeiro, 2005).
En suma, podemos afirmar que la mayor parte de las agresiones hechas al "dispositivo psicoanalítico" son producto del "fantasma" de un Proyecto... Freudiano de hacer de su disciplina una ciencia natural cuyos sucesos subjetivos encuentren su localización física en el espacio del organismo (Breuer, & Freud, 1893-1895/1992).
Esta declaración Freudiana de finales del siglo XIX ha alimentado largos años los desprecios constantes devenidos básicamente por autores arraigados en el positivismo lógico, a pesar de los esfuerzos realizados por él de otorgarle un lugar propio al Psicoanálisis frente a la racionalidad de la denominada ciencia positiva.
En contra punto de estos juicios realizados sobre la validez del Psicoanálisis, personalidades de gran trascendencia crítica declaran a la invención freudiana como una forma de conocimiento privilegiado fuera del cientificismo (Habermas, 1968/1982). En ese mismo sentido, autores como, Foladori (2002), Santamaría (2002) y Gutiérrez (2004) serán más determinantes al señalar qué, la falta de "veracidad y objetividad" que se le ha imputado al Psicoanálisis transparenta únicamente el efecto de un impasse positivista en el que muchos teóricos asentados en este paradigma han caído, por haber encadenado al Psicoanálisis a modelos que son ajenos a su objeto. Al respecto Jardim y Rojas (2010) argumentan que generalmente, las críticas realizadas tanto a Freud como a su dispositivo parten de la falsa idea de que el Psicoanálisis mismo se postula como un "quehacer científico" de índole experimental.
El Psicoanálisis frente a la objetividad científica
Como lo hemos mencionado con anterioridad, la posición de Freud con respecto a la ciencia positiva de su época estuvo plagada de frecuentes cambios, esto en correspondencia a los avances teóricos derivados de su práctica. En un artículo fechado de manera póstuma señala que, a pesar de los primeros intentos por colocar su descubrimiento al servicio de la ciencia natural, esté no encontró comprensión dentro de ella (Freud, 1939/1992). En este contexto su señalamiento deja ver su posición siempre ética a lo largo del tiempo que le llevó a construir el Psicoanálisis, es decir, no dudó en hacer público cada descubrimiento, al precio incluso de retrocesos en sus hipótesis, o en este caso, mostrando que su intento inicial no fue la creación de una nueva fórmula lejana de la cientificidad objetiva.
De allí que, desde que el Psicoanálisis alcanzó formalmente el estatuto de ser un dispositivo de investigación capaz de abordar los aspectos subjetivos inaccesibles por otros medios, el acceso a su objeto de estudio en términos metodológicos ha sido por demás rigurosa y a su vez perfectamente diferenciable de prácticas dogmáticas (Sánchez, 2016a), llegando con esto a establecer que en el acto de investigar se produce entre sujeto-objeto un efecto irreductible al control mediante procedimientos racionales.
La objetividad positivista que Freud afrontó durante su época vendría a ser tiempo después la misma con la cual Jacques Lacan habría de batallar para volver a colocar al Psicoanálisis en las vías de su causa original; en el año de 1957 este psicoanalista francés haciendo alusión a este ideal cientificista referirá que, en el campo de lo humano el solo hecho de hablar de experiencia ya coloca al sujeto en el orden de lo subjetivo (Lacan, 1957-1958/2010). En esta misma línea de pensamiento, un año más tarde lanzará su crítica más aguda sobre aquellas ciencias que por su formulación teórico-práctica se asumen como estudiosas de la subjetividad, citamos: "Lo único que hacen es interponerse entre nosotros y lo que designamos cuando hacemos intervenir la subjetividad en nuestra experiencia" (Lacan, 1957-1958/2010, p. 108) en esa misma línea de pensamiento será enfático al declarar que el uso que se le brinda al tratamiento de lo subjetivo fuera del Psicoanálisis desemboca en formas de objetivación de lo más vulgares (Lacan, 1957-1958/2010, p. 108).
Lacan plantea que la experiencia en el campo del Psicoanálisis requiere necesariamente de algunas puntualizaciones, y para ello enunciará lo siguiente:
Esto es implicar en el término sujeto una noción oportuna a cierto nivel, a saber, que el más acá del objeto - que permite darle su soporte y, por otra parte, está tanto más allá del objeto como detrás de él - nos presentaría una especie de substancia incognoscible, algo refractario a la objetivación, y que para defenderse de ello contarían ustedes con el armamento de su educación y su formación psicológica (Lacan, 1957-1958/2010, p. 107).
En esta cita podemos identificar la fórmula de Lacan sobre una noción de sujeto incompatible con cualquier otra racionalidad, planteando inclusive que aquellas ideas que colocan al sujeto como resultado de una inmanencia consiente no hacen más que sintetizar el espejismo objetivista que las funda. En este mismo año será enfático proponiendo al cogito cartesiano como un punto de referencia importante para la construcción de la noción de sujeto-objeto dentro de enunciación freudiana, pero de la cuál es necesario establecer un claro distanciamiento. Siguiendo esta perspectiva, en 1965 en el marco de esta delimitación comunicará qué, el sujeto sobre el cual opera el Psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la ciencia, aunque esto resulte paradójico, es ahí, donde debe hacerse una demarcación. Se trata, para decirlo de otro modo, de una la falta de audacia por parte de los discursos objetivos, al no poder identificar que aquello que realmente falla en el objeto no ésta del lado de éste, sino del lado del sujeto (Lacan, 1965-1966/inédito).
Para Prudente y Ribeiro (2005), dentro del campo psicoanalítico y gracias a la subversión del cogito cartesiano realizado por Lacan se ha podido construir una concepción de sujeto-objeto que le son propias. Sin lugar a duda, esta labor emprendida por el psicoanalista francés le permitió formalizar lo que ya Freud había descrito en la "interpretación de los sueños", es decir, que allí donde el saber Inconsciente es desterrado por ciencia denominada moderna emerge como efecto de lo rechazado aquello que para el dispositivo psicoanalítico es su objeto de estudio. A la luz de las dilucidaciones realizadas por Lacan a partir de Descartes éste logró avanzar en lo concerniente a la posición del Psicoanálisis frente al discurso de la ciencia.
Algunos autores, como Sauval (1998), Fernández (1999), Prudente y Ribeiro (2005), Jardim y Rojas (2010), Barroso (2012), Murillo (2012), Cattaneo (2015), França (2015) y Hueso y Cuervo (2016), no dudan en referir que esta empresa realizada por Lacan trajo como consecuencia la germinación de ideas tendientes a reformular concepciones incluso dentro del mismo Psicoanálisis, otorgándole posteriormente a la noción de sujeto, de objeto y de método su marca propia. Este acento singular traería a propósito de la investigación de la subjetividad, una concepción que resquebrajaría el sentido convencional del binario sujeto-objeto de la teoría del conocimiento. Siguiendo esta tesis, Rabinovich, en 2003, concluirá que el atributo sensible del objeto al que puede aspirar el conocimiento esconde en su núcleo mismo la dimensión inasimilable de éste.
Sobre el objeto en Psicoanálisis
Partiendo de lo descrito con anterioridad en lo concerniente a las discordancias entre el Psicoanálisis y las ciencias positivas en torno al binomio sujeto-objeto y tomando como base la afirmación realizada por Freud que coloca a su dispositivo como un método de investigación de procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías (Freud, 1923-1925/1992, p. 231), estamos llamados, tal y como lo expresa Sauval en 1999, a asumir el compromiso de delimitar la singularidad de nuestra práctica. En este contexto Lacan, en una conferencia dictada en Milán, mostrará algunas coordenadas al plantear que "Desde hace tiempo hacemos un esfuerzo por fundar una práctica del discurso que se sostenga" (Lacan, 1973/1978, p. 3). A la luz de este desafío él no dudará en colocar la investigación psicoanalítica fuera de la dimensión contemplativa de los objetos en la cual han caído algunas disciplinas aparentemente estudiosas de la subjetividad e, incluso, un tipo de Psicoanálisis que después de Freud basaron su praxis en las funciones yoicas: es decir, una práctica arraigada sobre las construcciones imaginarias del sujeto y que no es capaz de reconocer el distanciamiento que otorga la función simbólica en la que se engrana toda esta historia yoica. En esa misma línea de pensamiento dirá que esa contemplación del mundo sería identificada de alguna manera con lo que es... una gran ilusión (Lacan, 1973/1978).
Esta crítica realizada por Lacan lleva todo el propósito de situar los intentos fallidos por parte de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) de continuar por la vía Freudiana la enseñanza de la investigación sobre el inconsciente. Las intenciones por señalar tales tergiversaciones en torno a los postulados psicoanalíticos provocaran su "salida" de dicha Asociación en el año de1963 (Miller, 2011; Lacan, 1964/2009). Cabe señalar que su separación fue resultado de largas confrontaciones teórico-prácticas que se sumaron desde el XIV Congreso de la IPA realizado en Marienbad, cuando el 03 de agosto de 1936 el presidente de esta asociación Ernest Jones impidió a Lacan concluir su primera intervención internacional sobre el estadio del espejo. En este documento Lacan mostraba los resultados de sus primeras investigaciones propiamente psicoanalíticas colocándose al mismo tiempo en una franca contraposición en lo referente al sistema doctrinario adoptado por la IPA después de la muerte de Freud.
Posteriormente, en su presentación escrita de 1966 titulada "Nuestros antecedentes", haciendo referencia a su pronunciación sobre el "estadio del espejo" dirá lo siguiente: "su invención nos colocaba en el interior de una resistencia teórica y técnica que, aunque constituía un problema que después fue más fuerte, se hallaba, preciso es decirlo, lejos de ser percibido (Lacan, 1966/2005, p. 60).
Tomando en cuenta que para 19536 ya había declarado con total énfasis su retorno a Freud, para 1964 pronunciará una serie de conferencias que calificará como la continuación de su enseñanza, a partir de lo que él mismo llamo su "excomunión" de la Asociación Psicoanalítica Internacional. En este contexto describirá la posición que mantuvo los últimos dos años. La separación definitiva de la Asociación Psicoanalítica le permitirá llegar a las entrañas de sus reflexiones teóricas asumiendo la necesidad de volver sobre los fundamentos psicoanalíticos que a decir de él "se encontraran en el aire" (Lacan, 1964/2009, p. 14).
Los dos cuestionamientos que dirigirán esta comunicación estarán orientados, por un lado, a interrogar los fundamentos de la praxis psicoanalítica y, por el otro, a discutir si el Psicoanálisis es capaz de inscribirse en los registros de la "ciencia". En lo que respecta a la primera cuestión, ésta tendrá su más formal peso derivado de la posición de sus colegas e incluso sus analizantes al momento de "negociar" su salida de la IPA (Lacan, 1964/2009, p. 13); se trata, en otras palabras, de situar la "investigación psicoanalítica" en los terrenos de una práctica ética que permita a quién aborda lo real mediante lo simbólico de abstenerse de juicios morales e ideales yoicos, al tiempo de estudiar su objeto (Lacan, 1964/2009; Landoni, 2013; Hochman, 2012). Siguiendo este contexto, la segunda pregunta representa aquello que para Lacan resulta definible como los dos senderos perfectamente delimitados de la investigación científica, a saber, el dominio donde se busca y el dominio donde se encuentra. Bajo esta lógica, podemos intrínsecamente colocar una antinomia entre objeto de la ciencia y el objeto del Psicoanálisis.
Entre los años de 1965 y 1966 en el contexto de su seminario sobre "El objeto del Psicoanálisis" referirá que, "hay algo en el estatuto del objeto de la ciencia que no nos parece elucidado desde que la ciencia nació" (Lacan, 1975/2011, p. 820).
Por otro lado, sabemos que los objetos de la ciencia pueden ser perfectamente definidos a consecuencia de la aplicación a la realidad de una red simbólica (Zaidel, 2010), sin embargo, mediante esta operación inevitablemente algo queda fuera. Rouse (2013) señala que, durante el dominio del saber "metafísico" se asumía entre el sujeto y el objeto una armonía, no obstante esta correspondencia "idealizada" se vio fracturada al momento de asumir la ciencia moderna la responsabilidad de construir su objeto, movimiento que subraya Lacan como el carácter específicamente subjetivo de la estructura científica, que pudo haber permitido al menos "levemente" entrever la inverosímil complementariedad entre sujeto-objeto (Lacan, 1965-1966/inédito; Rouse, 2013). Esta diferencia que coloca al objeto en una imposibilidad de aprehensión se torna para la ciencia en una consideración secundaria frente a la premisa de introducir representaciones de éste (Zaidel, 2010). Se trata de lo siguiente:
Si el objeto de la ciencia les apasiona es porque ahí dentro, oculto en él está el objeto del deseo. Este objeto privilegiado que culmina para cada cual en aquella frontera, en aquel punto límite que les he enseñado a considerar como la metonimia del discurso inconsciente (Lacan, 1960-1961/1991, p. 171).
En este sentido, la ciencia mediante el mecanismo de construcción de significantes que forcluyen la verdad sobre el objeto (Grau, 2017) libera al sujeto del peso que constituye su división fundamental mediante el encadenamiento de acontecimientos que se articulan con el propósito de construir un "saber" sobre sus objetos al tiempo de desechar la "causa" que en todo caso es la condición más radical. Por el contrario, el Psicoanálisis desde su creación se distingue por asumir esta "división" como constituyente de su causa, arrastrando las consecuencias de esa "verdad" en su registro como "Real".
En otras palabras, aquello que desde un principio situó a la investigación psicoanalítica en las vías de la producción de "un saber sobre el objeto como causa de una verdad" que constituye la posición de cada sujeto, en el campo de la ciencia esta perspectiva es rechazada al momento de perfilarse sobre el ideal de sustraer de los objetos del mundo un conocimiento absoluto. En este sentido lo que la ciencia pierde de vista es que aquello rechazado en lo simbólico reaparece en lo real (Lacan, 1959-1960/2010), provocando que el conocimiento que se produce en su campo no pueda ser más que semblante en tanto representación y efecto de una "falta" de objeto en lo Real.
Conclusiones
A lo largo de nuestro trabajo, conducidos por una revisión teórica exhaustiva, logramos identificar el contexto intelectual de la época en que las ideas Freudianas se fecundaron para su posterior invención del Psicoanálisis, analizamos el pensamiento de Freud orientado a colocar sus descubrimientos al servicio de la ciencia natural y éste promotor en gran medida de las criticas atribuidas al Psicoanálisis al no sostener los mismos principios de veracidad y validez de las ciencias llamadas ciencias objetivas.
En función de un análisis realizado al objeto de la ciencia llamada moderna y al objeto tal y como se ha construido en el campo del Psicoanálisis, se encontraron diferencias sustanciales. Estas discordancias permiten cuestionar la clara delimitación sujeto-objeto en la que se basa la clásica construcción del conocimiento.
Por otro lado, se demostró que para lograr lo que Lacan llamó una delimitación necesaria entre el objeto de la ciencia y el objeto del Psicoanálisis le fue necesario la subversión del sujeto establecido por el cogito cartesiano y el admitido posteriormente por la IPA.
Por último, se determina que la subversión del sujeto realizada por Lacan y su "excomunión" de la Asociación Psicoanalítica Internacional fungieron como momentos claves en su obra para la elaboración de reflexiones sobre la necesidad de fundar una práctica investigativa que se sostenga en el marco del deseo del psicoanalista y no dentro de las exigencias de un modo de control racional externo a él.
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Artigo recebido em: 20/11/2017
Aprovado para publicação em: 20/11/2018
Endereço para correspondência
Juan Pablo Sánchez Domínguez
E-mail: jsanchez@pampano.unacar.mx
*Doctor en Psicología. Investigador-Académico Titular, para el programa de pregrado de Psicología, adscrito a la Universidad Autónoma del Carmen. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
11825-1893, Se conoce la importancia que Freud le atribuía a los estudios que habían realizado juntos durante su estancia en Paris.
21882-1962, discípula y analizante predilecta de Freud; obtuvo las cartas y manuscritos que se originaron durante el periodo de correspondencia entre Freud y Fliess.
3Este "impasse" puede contextualizarse como un efecto de la sobreestimación que Freud mostraba hacia Fliess, sobre todo en lo referente a sus ideas sobre lo sexual. (Lacan, 1954-1955/2008).
4El entrecomillado es nuestro.
5Médico y psiquiatra francés que formuló una teoría sistemática de la psicodinámica y acuñó el término de "subconsciente". En 1893 publica el estado mental de las histéricas. Trabajó en el hospital de la Salpêtrière con el neurólogo Jean Martin Charcot. En su disertación doctoral Janet formuló la existencia de fenómenos no consientes en las histéricas.
6Le symbolique, l'imaginaire et le réel, 8 de julio de 1953.