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Temas em Psicologia

versão impressa ISSN 1413-389X

Temas psicol. v.16 n.1 Ribeirão Preto jun. 2008

 

ARTIGOS

 

Hostilidad defensiva y salud. Funcionamiento psicofisiológico cardiovascular

 

Defensive hostility and health. Psychophysiological cardiovascular functioning

 

 

Cristina Guerrer; Francesc Palmero

Universitat Jaume I

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Partiendo de la influencia de la hostilidad defensiva en las enfermedades cardiovasculares, como posible factor psicosocial de riesgo, por el excesivo funcionamiento del sistema cardiovascular, en el presente trabajo pretendemos estudiar de un modo mucho más detallado y pormenorizado dicho funcionamiento a lo largo de las tres fases experimentales en el laboratorio: adaptación, tarea y recuperación. Utilizando como situación de estrés un examen real, a partir de una muestra de 130 estudiantes universitarias conformamos cuatro grupos, según sus puntuaciones en el inventario de hostilidad de Cook-Medley y la Escala de Deseabilidad Social de Marlowe-Crowne (en su versión española: Ávila y Tomé, 1989). Las variables fisiológicas registradas a lo largo de todas las fases fueron: la tasa cardiaca, la presión sanguínea sistólica y diastólica. El objetivo principal ha sido analizar la relación entre la hostilidad defensiva y el funcionamiento cardiovascular intrafase de forma pormenorizada. Se espera que tanto la respuesta como la activación y recuperación cardiovasculares sean de mayor magnitud en las personas hostiles defensivas, mostrando además un perfil de su evolución intra fase caracterizado por el sostenimiento, la sensibilización y la lenta recuperación. Los resultados muestran que las personas hostiles defensivas son las que presentan los valores más elevados en las variables fisiológicas registradas así como unos perfiles menos adaptativos, apoyando la hipótesis acerca del mayor poder predictivo de la hostilidad defensiva en relación al funcionamiento cardiovascular en situaciones de estrés.

Palabras clave: Hostilidad defensiva, Funcionamiento cardiovascular, Estrés.


ABSTRACT

Based on the influence of the defensive hostility in the cardiovascular diseases, as a possible psychosocial risk factor, by the excessive functioning of the cardiovascular system, in the present study we plan to examine in a much more detailed and thorough manner this functioning along the three experimental phases in the laboratory: adaptation, task and recovery. Using as situation of stress a real exam, in a sample of 130 university students forming four groups according to their scores in the Cook-Medley Hostility Inventory (Ho) and the Scale of Social Desirability of Marlowe-Crowne (Spanish version: CRP by Ávila and Tomé, 1989). The physiological variables registered throughout all phases were: heart rate, systolic blood pressure and diastolic blood pressure. The main aim has been to analyze the relationship between defensive hostility and cardiovascular functioning intra phase in detail. It is expected that the cardiovascular response, activation and recovery are larger in defensive hostile individuals; showing a profile evolution intra phase characterized by the maintenance/sustained, the sensitization and the slow recovery. The results show that defensive hostile individuals presented the highest values registered in physiological variables as well as some less adaptive profiles, supporting the hypothesis about the greater predictive power of defensive hostility in relation to the cardiovascular functioning stress situations.

Keywords: Defensive hostility, Cardiovascular functioning, Etress.


 

 

Desde sus comienzos a mediados del siglo pasado, el interés en el estudio de la relación entre diversos factores psicosociales y el riesgo de enfermedad cardiovascular (EC) ha ido en aumento. Esta realidad se debe, al menos, a dos claras circunstancias. Por una parte, al elevado número de muertes provocadas por estas enfermedades, tanto en los países occidentales, como, cada vez en mayor medida, en los países en vías de desarrollo. El 31% de las muertes anuales a nivel mundial se deben a problemas cardiovasculares, y el 78% de tales muertes se producen en países de bajos ingresos (Comunicado de prensa, 2003; en http://www.patienttalk.info/PR24_03sp.htm) En otro informe más reciente (OMS: Noticia 28 nov. 2006) se reflejaba que en el año 2006 llegarían a morir por infarto de miocardio o accidente vascular cerebral más de 14 millones de personas en todo mundo; y, como acabamos de reseñar, al contrario de lo que se suele creer, cerca del 80% de estas muertes se producen en países de bajos y medianos ingresos, afectando por igual a hombres y mujeres. Por otra parte, a la incapacidad de los factores clásicos de riesgo para explicar su incidencia, ya que, tomando en conjunto los principales factores de riesgo -colesterol, hipertensión, tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo- sólo se alcanza a explicar el 50% de la varianza total en la incidencia de estas enfermedades (Chesney, 1996; Gump & Matthews, 1999).

Ante este panorama, se ha propiciado la búsqueda y estudio de otro tipo de factores de riesgo que permitan explicar la etiología de la EC; entre ellos, los factores psicosociales han ido ganando en importancia en la medida en la que la investigación ha sido capaz de explicar los mecanismos de actuación de estas variables sobre las ECs. Los resultados obtenidos en diferentes investigaciones han confirmado la relación existente entre los factores psicosociales y la formación de la placa de ateroma, la cual constituye la lesión básica que se produce en la EC (Kaplan, Manuck, Clarkson, Lusso, Taub, & Miller, 1983; Kaplan, Manuck, Adams, Weingand, & Clarkson, 1987; Manuck, Kaplan, & Clarkson, 1983; Manuck, Kaplan, & Matthews, 1986; Manuck, Kaplan, Adams, & Clarkson, 1989). Los mecanismos implicados en su formación -el factor mecánico y factor químico- se hallan seriamente afectados por los procesos psicosociales y, especialmente, por la respuesta de estrés y las emociones negativas asociadas, particularmente la ira. En estos procesos psicosociales se produce un incremento de la tasa cardiaca y de la presión arterial, provocando un incremento del flujo sanguíneo y un aumento de las turbulencias. Además, se produce una movilización de lípidos que suele ser superior a los requisitos metabólicos del organismo, facilitando la agregación a las paredes arteriales y al tejido del corazón. Esta relación entre los factores psicosociales y la EC ha recibido el nombre genérico de “Hipótesis de la Reactividad Cardiovascular”, y ha encontrado respaldo en distintos estudios prospectivos (Keys & Taylor, 1971; Schiffer, Hartley, Schulman, & Abelmann, 1976; Manuck, Olsson, Hjemdahl, & Renhqvist, 1992; Steptoe, Cropley, & Joekes, 2000).

La investigación hasta nuestros días ha puesto de manifiesto que los individuos en quienes se aprecia una reactividad muy intensa se encuentran con un mayor riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares de muy diversa índole (Manuck et al., 1992; Palmero & Fernández-Abascal, 1999). El argumento que se defiende se refiere a la estereotipia de respuesta: si la reactividad cardiovascular es una característica fisiológica estable y consistente en un individuo, se encontrarán los mismos patrones de respuesta cada vez que el individuo se enfrente a una situación de estrés. De hecho, aunque con algunas limitaciones, las situaciones de laboratorio pueden ser consideradas como un procedimiento que aporta información sobre el funcionamiento fisiológico de un individuo en la vida real (Allen, Sherwood, Obrist, Crowell, & Grange, 1987; Allen & Matthews, 1997). Así, los individuos cuyo patrón de funcionamiento cardiovascular se caracterice por la manifestación de respuestas exageradas son los que, con el paso del tiempo, probablemente experimenten alguna disfunción cardiovascular (Everson, Kaplan, Goldberg, & Salonen, 1996; Markovitz, Raczynski, Wallace, Chettur, & Chesney, 1998).

Dada esta relación entre la excesiva reactividad del sistema cardiovascular y la EC, los esfuerzos en la investigación se han centrado en la búsqueda de cualquier factor que pueda provocar un aumento en la reactividad fisiológica de las personas, ya que dicho factor, a su vez, supondrá un incremento en la probabilidad de que padezca una de estas enfermedades.

Desde los estudios centrados en el clásico Patrón de Conducta Tipo A, pasando por el complejo ira-hostilidad y la hostilidad misma, en los últimos años la investigación se ha centrado en la variable hostilidad defensiva (HD) como uno de los factores psicosociales con mayor peso y apoyo empírico en su relación con la EC.

Algunos trabajos previos realizados con pacientes con ECs, ponen de relieve que aquellos pacientes que obtienen altas puntuaciones en hostilidad defensiva muestran mayores índices de isquemia durante una situación de estrés mental, mayor daño por perfusión y una mayor duración de la isquemia durante las actividades diarias (Helmers, Krantz, Bairey, Klein, Kop, Gottdiener, & Rozanski, 1995). Así mismo, un estudio de campo realizado con personal sanitario muestra una mayor reactividad cardiaca por parte de las personas con alta hostilidad defensiva cuando deben hacer frente a situaciones de estrés (Jamner, Shapiro, Goldstein, & Hug, 1991). Estos resultados, generalmente obtenidos a partir de situaciones reales, parecen encontrar respaldo en los escasos trabajos realizados en el laboratorio (Jorgensen, Abdul-Karim, Kahan, & Frankowsi, 1995; Shapiro, Goldstein, & Jamner, 1995; Helmers & Krantz, 1996; Larson & Langer, 1997), en los que se aprecia la existencia de un subgrupo de personas, caracterizado por una elevada “Hostilidad Defensiva”, que muestra una mayor reactividad cardiovascular. Frente a estas personas se encontraría otro subgrupo caracterizado por una baja hostilidad y una alta defensividad, que mostraría una menor reactividad cardiovascular.

Resumiendo, las conclusiones que se pueden extraer de los trabajos comentados se refieren a dos aspectos: por un lado, las personas con hostilidad defensiva muestran valores más elevados en la presión sanguínea en las situaciones de estrés (Helmers & Krantz, 1996), si bien, más recientemente, Helmers especifica que es la presión sistólica el índice que mejor refleja la elevada activación de los individuos hostiles defensivos (Mente & Helmers, 1999); y, por otro lado, las personas hostiles defensivas muestran una mayor reactividad general durante la fase de tarea, en comparación con el resto de grupos que se pueden formar cuando se combinan las variables de hostilidad y defensividad (Larson & Langer, 1997). No obstante, como se ha podido apreciar en estos trabajos, también existen algunas inconsistencias.

En cualquier caso, en nuestra modesta opinión, dichos resultados parecen sugerir la pertinencia de ampliar el espectro de investigaciones destinadas a afianzar la asociación entre variables psicológicas y respuesta cardiovascular en general, entendiendo que un excesivo funcionamiento o reactividad cardiovascular sería el nexo de unión entre aquéllas y las enfermedades cardiovasculares. Más concretamente, parece pertinente establecer si la hostilidad defensiva puede ser considerada como el componente tóxico en relación con la enfermedad cardiovascular.

Con todo ello, el objetivo general perseguido con el presente trabajo hace referencia a la delimitación de los efectos de la hostilidad defensiva sobre el funcionamiento cardiovascular en una situación de estrés real. De forma más detallada y pormenorizada: analizar la relación existente entre la hostilidad defensiva y las respuestas cardiovasculares (Tasa Cardíaca, -TC-, Presión Sanguínea Sistólica -PSS- y Presión Sanguínea Diastólica -PSD-), considerando una perspectiva metodológica para la evaluación psicofisiológica . Esto es, queremos analizar la evolución de las tres variables cardiovasculares consideradas a lo largo de cada una de las tres fases experimentales de nuestro diseño: adaptación, tarea y recuperación.

La hipótesis general que planteamos es que serán las personas hostiles defensivas quienes mostrarán mayores valores en las variables psicofisiológicas cardiovasculares estudiadas a lo largo de las tres fases. A partir de esta hipótesis de carácter general, surgen los siguientes corolarios:

1. Las personas hostiles defensivas se caracterizarán por presentar una evolución intra fase de los valores correspondientes a las tres variables registradas caracterizada por el sostenimiento, la sensibilización y la lenta recuperación.

1.1. Durante la fase de adaptación, el perfil de las personas hostiles defensivas se caracterizará por el sostenimiento o la sensibilización.

1.2. Durante la fase de tarea, el perfil de las personas hostiles defensivas se caracterizará por el sostenimiento o la sensibilización.

1.3. Durante la fase de recuperación, el perfil de las personas hostiles defensivas se caracterizará por la lenta recuperación.

 

Material y Método

Participantes y formación de grupos

La muestra la han conformado 130 chicas estudiantes de la licenciatura de Psicología de la Universidad Jaume I. La media de edad era de 20,34 años y la desviación típica de 2,06 años, situándose el rango entre los 18 y 30 años. Ninguna de las participantes estaba recibiendo tratamiento farmacológico ni padecía enfermedad alguna que pudiera afectar a los resultados en el momento del experimento. Todas ellas participaron de forma voluntaria.

Los criterios utilizados para conformar los grupos fueron las puntuaciones obtenidas en el Inventario de Hostilidad de Cook y Medley (1954) y el Cuestionario de Deseabilidad Social de Marlowe y Crowne (Crowne & Marlow, 1964). Siguiendo el procedimiento utilizado en los trabajos previos (Helmers & Krantz, 1996; Larson & Langer, 1997; Palrmero et al., 2002; Guerrero, 2008), hemos utilizado la mediana como punto de corte para clasificar a los individuos participantes como “altos” o “bajos” en cada una de las variables medidas por ambos instrumentos. Concretamente, los puntos de corte para la hostilidad y la defensividad fueron: alta hostilidad: ≥ 11; baja hostilidad: < 11; alta defensividad: ≥ 14; baja defensividad: < 14. En la Tabla 1 se muestra la composición de los grupos experimentales.

 

Tabla 1: Conformación de los grupos y número de participantes incluidos en cada grupo.

 

Material e instrumentos

Las respuestas fisiológicas (TC, PS y PD) se midieron, de forma continua y no invasiva, mediante un sistema de registro integrado, el MP150 de Biopac. Este sistema estaba conectado a dos ordenadores personales, uno para la configuración y presentación de los estímulos mediante el programa AcqKnowledge (v. 3.8.1), y otro para la recogida, almacenamiento y visualización de los datos registrados mediante el programa SuperLab Pro (v. 2.02).

La presentación de las instrucciones y de los diferentes estímulos en la fase de tarea se realizó mediante un cañón de luz, utilizando una pantalla de retroproyección con ajuste de inclinación para evitar la distorsión de la imagen.

La hostilidad se midió con el Inventario Cook-Medley de Hostilidad (Cook & Medley, 1954). Concretamente, se utilizó la puntuación compuesta (Chost), formada por tres subescalas del Ho: cinismo, sentimiento hostil y respuestas agresivas. Se ha podido constatar que dicha escala proporciona una información con mayor capacidad para predecir la reactividad cardiovascular en relación a la que proporciona la escala Ho en su conjunto (Barefoot, Dodge, Peterson, Dahlstrom, & Williams, 1989; Christensen & Smith, 1993).

La defensividad se midió con la versión española del Cuestionario de Deseabilidad Social de Marlowe y Crowne (Crowne & Marlowe, 1964), adaptada por Ávila y Tomé (1989) y denominada "Cuestionario de Reacciones Personales" (CRP).

Para la recogida de los datos sobre determinados hábitos conductuales, en relación a aspectos salud, así como toda una serie de datos personales y sociodemográficos se utilizó un autoinforme y una hoja de registro confeccionados al efecto.

Respecto a la tarea empleada como situación de estrés real, se utilizó un examen de la asignatura “Psicología de la Motivación y Emoción”, troncal de la titulación de Psicología. El formato del examen era de 20 ítem de prueba objetiva, con cuatro alternativas de respuesta cada pregunta, de las cuales sólo una era correcta. La elección de esta tarea en concreto se debe a dos aspectos fundamentalmente. Por un lado, teniendo en cuenta las características y procedencia de la muestra -estudiantes universitarios-, ésta supone una tarea de estrés real, los participantes se enfrentan a una situación de examen real en la cual se evaluarán sus conocimientos y comportará unas determinadas consecuencias según su ejecución. Por otro lado, este tipo de prueba supone una tarea de estrés mental, la cual, además, requiere un afrontamiento de tipo activo. Según diversas investigaciones al respecto, se ha observado que este tipo de pruebas, de afrontamiento activo se asocia con una reactividad fisiológica en situaciones de estrés, por ejemplo con una elevada presión arterial (Cottington et al.,1985; Jorgersen et al., 1996).

El análisis de todos los datos obtenidos se realizó mediante el programa estadístico SPSS (v. 14.0 para Windows).

Procedimiento

La recogida de datos se realizó de forma individual y en una única sesión. Tras la firma del consentimiento, se pedía a cada participante que rellenase un breve cuestionario con sus datos personales y algunos datos sobre salud y medicamentos, con el fin de poder descartar a aquellos participantes que padeciesen algún tipo de trastorno (hipertensión, cardiopatías, etc.) o que estuvieran tomando algún tipo de medicación, cuyos efectos pudieran falsear los resultados.

A continuación, recibían las instrucciones correspondientes a la sesión de registro y pasaban a la cabina experimental. Allí, una vez acomodados en un confortable sillón, se les conectaba el sensor en la muñeca del brazo no dominante, y, si no tenían duda alguna, se apagaba la luz y se cerraba la puerta para dar comienzo a la sesión de registro psicofisiológico. A partir de ese momento, tanto las instrucciones como las preguntas del examen -estímulos de la fase de tarea- fueron presentadas mediante el cañón de luz. Finalizada esta sesión de registro psicofisiológico, se procedía a la retirada de los sensores y seguidamente se les pasaba a una sala contigua donde cumplimentaban la escala de Ho y el cuestionario CRP. Finalmente, se les agradecía su colaboración.

Sesión de Registro

Todas las sesiones de registro se realizaron por las mañanas, de 9:00 horas a 14:00 horas, en el Laboratorio de Psicofisiología de las Emociones de la Universitat Jaume I de Castellón. La sesión en sí constaba de tres fases: adaptación, tarea y recuperación, con una duración de 10, 20 y 10 minutos respectivamente. Antes de dar comienzo el registro, se ajustaba y calibraba el equipo de medida para cada sujeto participante, pidiéndoles que se relajasen todo lo posible.

En la fase de adaptación no se presentaba ningún estimulo, consistiendo en un periodo de familiarización con el ambiente y durante el cual se registraban las variables psicofisiológicas en su dimensión tónica, para poder establecer la línea base; esto es, con el fin de obtener los niveles habituales o “normales” de los participantes en situaciones de reposo.

En la fase de tarea se fueron presentando los 20 estímulos que configuraban la tarea experimental: los ítem del examen. Concretamente, consistía en una prueba objetiva de 20 preguntas con cuatro alternativas de respuesta (a, b, c y d), siendo sólo una la correcta. Los estímulos estaban separados entre sí por un periodo de un minuto, cada uno de ellos se presentaba en pantalla durante 30 segundos, y el sujeto podía dar la respuesta durante todo el minuto, esto es, también podía contestar durante los otros 30 segundos en que el estimulo ya no estaba en pantalla. La duración total de la fase fue de 20 minutos. Las variables psicofisiológicas se registraron tanto en su dimensión tónica como en su dimensión fásica, si bien en el presente trabajo hemos considerado únicamente los resultados relativos a la dimensión tónica. Así, se midieron las variables durante toda la fase, considerando ésta como un periodo global estresante.

En la fase de recuperación tampoco se presentó ningún estímulo. Durante esta fase se consideraron las variables psicofisiológicas en su dimensión tónica, con el objeto de poder observar cómo dichas variables (TC, PSS y PSD) recuperaban sus niveles habituales en cada uno de los participantes. Así, los datos recogidos durante esta fase nos permiten comprobar cuánto tiempo necesita el organismo para alcanzar sus valores habituales tras enfrentarse a una situación de estrés. Esto tiene una gran relevancia a la hora de considerar, desde un punto neuroendocrinologico, las consecuencias provocadas por la situación de estrés, ya que, cuanto mayor sea el tiempo que necesite el organismo para recuperar sus niveles basales, tanto mayor es la exposición de dicho organismo a los efectos de las sustancias (catecolamninas y cortisol) liberadas por el organismo como consecuencia de la situación de estrés.

Las variables psicofisiologicas se midieron durante toda la sesión de registro, configurando el programa de forma que el almacenamiento de los datos se realizase en promedios correspondientes a periodos de 60 segundos.

Una vez finalizaba la sesión de registro, se notificaba a cada participante que la sesión había concluido, indicándoles que pasasen a la sala de control para que pudiesen revisar el examen. Luego cumplimentaban los dos inventarios reseñados (Ho y CRP), tras lo cual se les agradecía su colaboración nuevamente.

Diseño y Análisis de Datos

Para una aproximación inicial, se han realizado análisis descriptivos y de correlación, y para el análisis de forma más pormenorizada de los resultados según los objetivos propuestos, se han llevado a cabo análisis de varianza.

Teniendo en cuenta el principal objetivo de la investigación, analizar la relación entre la hostilidad defensiva y las respuestas cardiovasculares, considerando los valores promedio de cada uno de los periodos de 60 segundos a lo largo de las tres fases, para poder estudiar la evolución de los perfiles psicofisiológicos en los cuatro grupos, se han llevado a cabo ANOVAs. En la fase de adaptación y recuperación con un diseño 4 (grupos: HD, AH, Def y BH) x 10 (momentos/min. de la fase de adaptación/recuperación), con medidas repetidas para la variable momento. Y en la fase de tarea, con una mayor duración y en la que se presentaban los 20 estímulos correspondientes, el diseño ha sido 4 (grupos: HD, AH, Def y BH) x 20 (momentos/min. de la fase de tarea), con medidas repetidas para la variable momento.

Las variables dependientes han sido la tasa cardiaca (TC), la presión sanguínea sistólica (PSS) y la presión sanguínea diastólica (PSD). Los valores de la TC se expresaban en latidos por minuto (lpm) y los de la PS en milímetros de mercurio (mmHg). Y para establecer los diferentes niveles de la variable independiente, como ya se ha comentado, se clasificó a la muestra según sus puntuaciones en el Ho y en el CRP, lo que dio lugar a los cuatro grupos considerados en los diferentes análisis.

 

Resultados

Expondremos los resultados considerando cada fase y variable fisiológica por separado. Por lo que respecta a las fases de adaptación y recuperación, en las cuales no se presenta ningún tipo de estimulación y tienen una misma duración (diez minutos), los análisis se han realizado considerando los promedios correspondientes a cada minuto dentro de las citadas fases. Por lo que respecta a la fase de tarea, aunque sí que se presentaban estímulos, ha sido considerada como una fase global estresante; los análisis se han realizado considerando los promedios correspondientes a cada minuto.

Fase de adaptación

En cuanto a la tasa cardiaca, en la Tabla 2 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de adaptación.

 

Tabla 2: Valores promediados y desviaciones típicas de la TC durante la fase de adaptación (lpm).

 

Se observa que es el grupo de BH el que presenta valores promedio más bajos en relación a los otros tres grupos, aunque también es el que muestra un patrón menos estable a lo largo de este periodo de adaptación. A partir de la segunda mitad de esta fase, alrededor del minuto cinco, vemos que son de nuevo los grupos con alta defensividad, HD y Def, los que muestran los valores más elevados de TC, siendo superiores los del HD al final de la fase (minutos 9 y 10).

El análisis de varianza realizado, ANOVA 4 (grupos: HD, AH, Def y BH) x 10 (momentos/min. de la fase de adaptación) con medidas repetidas para la variable momento, no reveló diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 1,704; p=0,17) ni en la variable momento (F9, 1134=,747; p=0,666). Tampoco se hallaron diferencias significativas en la interacción grupo x momento (F27, 1134= 1,39; p=0,089), aunque sí marginales.

Respecto al perfil psicofisiológico reflejado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 1 se muestra la evolución de la tasa cardíaca en los cuatro grupos.

 

Gráfica 1: Evolución de la TC (lpm) a lo largo de la fase de adaptación.

 

Se puede apreciar cómo en los grupos intermedios, AH y Def, los valores reflejan un patrón bastante constante a lo largo de toda esta fase de adaptación. Pero, si nos fijamos más detalladamente, el grupo AH a partir del tercer minuto (exceptuando el min. 5) presenta una tendencia a la habituación hasta el minuto 9 en el cual aumenta ligeramente para volver a disminuir en el último minuto. Por su parte, el grupo Def parece mostrar un patrón de sostenimiento, aunque a partir del octavo minuto sus valores vuelven a descender, reflejando una habituación final.

En cuanto a los grupos extremos: por un lado, el grupo HD a partir ya del segundo minuto muestra una clara tendencia a la sensibilización, mostrando unos valores cada vez más elevados, y aunque en el último minuto disminuyen ligeramente es sólo respecto al minuto anterior -no respecto a los iniciales-; por otro lado, el grupo BH es el que muestra un patrón con mayor variabilidad a lo largo de toda la fase, siendo los valores del primer y último minuto muy similares.

En cuanto a la presión sanguínea sistólica, en la Tabla 3 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de adaptación.

 

Tabla 3: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSS durante la fase de adaptación (mmHg).

 

En este caso se observa que el grupo HD es el que presenta los mayores niveles de PSS durante toda la fase de adaptación. También se observa el efecto principal de la variable defensividad, siendo los grupos con altas puntuaciones en defensividad, HD y Def, los que muestran una mayor PSS.

El análisis de varianza realizado ANOVA 4 (grupos) x 10 (momentos) no mostró diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 2,242; p=0,087) -sí marginales-, ni en la interacción grupo * momento (F27, 1134= 1,014; p=0,446). Sólo se hallaron tales diferencias significativas en la variable momento (F9, 1134= 41,952; p<0,001).

Respecto al perfil psicofisiológico reflejado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 2 se muestra la evolución de la presión sanguínea sistólica de los cuatro grupos.

 

Gráfica 2: Evolución de la PSS (mmHg) a lo largo de la fase de adaptación.

 

Podemos apreciar que en todos los grupos los valores obtenidos reflejan claramente un patrón de habituación. En todos ellos, los valores desde los primeros minutos de la fase hasta los últimos van disminuyendo gradualmente, aunque se muestra algún punto de inflexión donde los valores vuelven a aumentar ligeramente respecto a los anteriores pero, de nuevo, al final de la fase observamos cómo descienden. El único grupo que parece modificar ligeramente esta tendencia es el grupo BH, pues en los dos últimos minutos muestra un ligero aumento.

En cuanto a la presión sanguínea diastólica, en la Tabla 4 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de adaptación.

 

Tabla 4: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSD durante la fase de adaptación (mmHg).

 

Al igual que en el caso anterior de PSS podemos observar que el grupo de HD presenta los niveles más elevados en PSD a lo largo de toda esta fase de adaptación, mientras que el otro grupo extremo, BH, muestra los valores más bajos respecto al resto de los grupos.

El análisis de varianza realizado ANOVA 4 (grupos) x 10 (momentos) tampoco mostró diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 1,982; p=0,12) ni en la interacción grupo x momento (F27, 1134= ,976; p=0,5). Sólo se hallaron diferencias estadísticamente significativas en la variable momento (F9, 1134= 25,389; p<0,001).

Respecto al perfil psicofisiológico reflejado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 3 se muestran los valores promediados para cada uno de los diez minutos.

 

Gráfica 3: Evolución de la PSD (mmHg) a lo largo de la fase de adaptación.

 

Al igual que en el caso anterior de la PSS, podemos apreciar cómo los valores obtenidos por todos los grupos a lo largo de fase de adaptación presentan un perfil de habituación. También se muestra un punto de inflexión, más o menos hacia la mitad de la fase (min. 5 y 6), a partir del cual la disminución en todos los grupos va siendo progresivamente más lenta. En algunos grupos aumentan ligeramente sus valores respecto de los correspondientes a minutos anteriores (AH); mientras que en otros grupos, ya hacia los últimos minutos, vuelven a aumentar nuevamente respecto al valor inmediatamente anterior (BH y HD).

Fase de tarea

En cuanto a la tasa cardiaca, en la Tabla 5 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los veinte minutos (momentos) de la fase de tarea. Se observa que es el grupo de BH el que muestra valores promedio más bajos en relación a los otros tres grupos, además este hecho se da a lo largo de toda la fase, en todos y cada uno de los minutos. En cuanto a los otros tres grupos, presentan valores en la TC muy similares, especialmente hacia el final de la fase. Más detalladamente, a partir del minuto 12, observamos que es el grupo Def el que muestra los valores más elevados.

 

Tabla 5: Valores promediados y desviaciones típicas de la TC durante la fase de tarea (lpm).

 

El análisis de varianza realizado, ANOVA 4 (grupos: HD, AH, Def y BH) x 20 (momentos/min. de la fase de tarea) con medidas repetidas para la variable momento, mostró diferencias significativas en la variable momento (F19, 2394=,3612; p<0,001). Por el contrario, no mostró diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 2,063; p=0,108) ni en la interacción grupo x momento (F57, 2394=,852; p=0,777).

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase estresante, en la Gráfica 4 se muestran los valores promediados para cada uno de los veinte minutos, reflejándose su evolución.

 

Gráfica 4: Evolución de la TC a lo largo de la fase de tarea (lpm).

 

Se puede apreciar que los valores obtenidos por todos los grupos muestran una clara tendencia a la habituación a lo largo de esta fase de tarea. Aunque este hecho se da más rápidamente desde el comienzo de la fase hasta aproximadamente la mitad, después continúa dicha habituación -descendiendo los valores- pero de un modo más paulatino. Por otro lado, el grupo BH es el que muestra un patrón con más variaciones según los diferentes momentos de esta fase, sobre todo en los momentos intermedios (minutos del 7 al 13).

En cuanto a la presión sanguínea sistólica, en la Tabla 6 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los veinte minutos (momentos) de la fase de tarea.

 

Tabla 6: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSS durante la fase de tarea (mmHg).

 

Se observa que es el grupo de HD el que muestra valores promedio más altos en relación a los otros tres grupos, mientras que el otro grupo extremo, el BH, es el que presenta los valores más bajos. Este hecho se da a lo largo de toda la fase, en todos y cada uno de los minutos. En cuanto a los grupos intermedios, AH y Def, presentan valores similares en la PSS, situándose entre los presentados por los otros dos grupos extremos. El análisis de varianza realizado mostró diferencias significativas en la variable momento (F19, 2394=13,816; p<0,001) y en la variable grupo (F3, 126=2,858; p<0,05). No mostró tales diferencias en la interacción grupo * momento (F57, 2394=0,682; p=0,967).

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase estresante, en la Gráfica 5 se muestran los valores promediados para cada uno de los veinte minutos.

 

Gráfica 5: Evolución de la PSS a lo largo de la fase de tarea (mmHg).

 

En general, se puede apreciar también que los valores obtenidos por todos los grupos muestran una tendencia a la habituación a lo largo de esta fase de tarea. Aunque, en este caso, los valores de PSS en los diferentes grupos van disminuyendo de forma mucho más lenta y paulatina, especialmente a partir de los primeros minutos (minuto 7-8).

En cuanto a la presión sanguínea diastólica, en la Tabla 7 se muestran los valores promediados y DT obtenidos por cada grupo en cada uno de los veinte minutos (momentos) de la fase de tarea.

 

Tabla 7: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSD durante la fase de tarea (mmHg).

 

Al igual que en el caso anterior de la PSS, se observa que es el grupo de HD el que muestra valores promedio más altos en PSD en relación a los otros tres grupos, lo que también ocurre a lo largo de toda la fase, en todos y cada uno de los minutos. Asimismo, es el grupo BH el que presenta los valores más bajos en PSD durante toda la fase respecto a los otros grupos; no obstante, en este caso hay una mayor heterogeneidad en dichos valores según se trate de unos u otros momentos o minutos de esta fase. Por su parte, los grupos intermedios AH y Def, muestran unos valores bastante similares exceptuando en algún minuto puntual como en el min. 5 y el min. 13.

El análisis de varianza realizado mostró diferencias significativas en la variable momento (F19, 2394=3,133; p<0,001). Por el contrario, no mostró diferencias significativas en la interacción grupo x momento (F57, 2394=0,773; p=0,893) ni en la variable grupo (F3, 126= 2,457; p=0,066) -aunque en este último caso sí marginales-.

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase estresante, en la Gráfica 6 se muestran los valores promediados para cada uno de los veinte minutos, reflejándose la evolución de los mismos.

 

Gráfica 6: Evolución de la PSD a lo largo de la fase de tarea (mmHg).

 

Al igual que sucedía en el caso de la PSS, los valores obtenidos permiten apreciar una tendencia hacia la habituación en los cuatro grupos a medida que transcurren los minutos dentro de esta fase estresante. En general, esto se puede observar si nos fijamos a partir de los valores del minuto 3 respecto de los valores finales, a partir de minuto 18. A lo largo de la fase intermedia, durante los minutos centrales, el fenómeno de habituación se va dando pero también de forma muy lenta y gradual. En el grupo BH podemos observar que existe una gran variabilidad a lo largo de los diferentes minutos de la fase, si bien y como se ha comentado, se aprecia una disminución en los últimos valores respecto de los primeros.

Fase de recuperación

En cuanto a la tasa cardiaca, en la Tabla 8 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de recuperación.

 

Tabla 8: Valores promediados y desviaciones típicas de la TC durante la fase de recuperación (lpm).

 

Observamos que es el grupo BH el que muestra unos valores menores en TC respecto a los otros tres grupos. Por otro lado, el grupo con unos niveles más elevados a lo largo de casi toda esta fase (excepto en el min. 5) es el grupo Def, aunque dichos valores a partir de la mitad de la fase son semejantes a los del grupo AH. En general, observamos que los valores de los tres grupos (HD, AH y Def) están bastante próximos a lo largo de toda esta fase de recuperación.

En este caso también se ha aplicado un análisis de varianza con un diseño 4 (grupos: HD, AH, Def y BH) x 10 (momentos/min. de la fase de recuperación) con medidas repetidas para la variable momento. Los resultados nos revelan que existen diferencias estadísticamente significativas en la variable grupo (F3, 126= 2,709; p<0,05). Sin embargo, no se dan tales diferencias en la variable momento (F9, 1134=0,812; p=0,605) ni en la interacción grupo x momento (F27, 1134= 1,21; p=0,212).

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 7 se muestran los valores promediados para cada minuto correspondientes a los diez minutos de la fase de recuperación, para así poder reflejar la evolución de cada uno de los patrones de respuesta a lo largo de esta fase.

 

Gráfica 7: Evolución de la TC a lo largo de la fase de recuperación (lpm).

 

En cuanto a la presión sanguínea sistólica, en la Tabla 9 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de recuperación.

 

Tabla 9: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSS durante la fase de recuperación (mmHg).

 

En este caso sí que se aprecia el mayor nivel de PSS a lo largo de todo este periodo de recuperación presentado por el grupo HD. Por su parte, los valores de los grupos AH y Def son muy similares, situándose en una posición intermedia respecto a los grupos extremos: HD y BH. Siendo éste último grupo el que presenta los menores niveles de PSS. Se ha de señalar el efecto de la variable defensividad, siendo los dos grupos con alta defensividad (HD y Def) los que presentan unos valores más elevados en relación a los otros dos grupos.

A partir del análisis de varianza realizado ANOVA 4 (grupos) x 10 (momentos) vemos que se dan diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 3,814; p<0,05) y en la variable momento (F9, 1134=14,047; p<0,001). Sin embargo no se dan tales diferencias en la interacción grupo x momento (F27, 1134= 1,45; p=0,065) -sí marginales-.

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 8 se muestran los valores promediados para cada minuto correspondientes a los diez minutos de la fase de recuperación, con el fin de reflejar la evolución de cada uno de los patrones de respuesta a lo largo de esta fase.

 

Gráfica 8: Evolución de la PSS a lo largo de la fase de recuperación (mmHg).

 

En este caso se puede observar más claramente como todos los grupos muestran una tendencia a la habituación a medida que transcurre el tiempo a lo largo de esta fase de recuperación. Más detalladamente, sería el grupo BH el que muestra una mayor recuperación respecto al resto -exceptuando un pequeño aumento en el minuto siete-. Por su parte, el grupo HD presenta una recuperación también bastante rápida y progresiva pero sólo hasta la mitad de la fase (minuto cinco), momento a partir del cual aumenta ligeramente su PSS y se mantiene hasta el final -aunque en conjunto son valores menores que los correspondientes a los primeros minutos-. Por tanto, a partir de esa segunda mitad, este grupo HD refleja un perfil de sostenimiento, y si atendemos al hecho de que el valor en el último minuto de la fase respecto del minuto inmediatamente anterior es mayor, hablaríamos de un perfil de sensibilización. Los otros dos grupos, AH y Def, presentan una recuperación más lenta, siendo más progresiva y con un descenso continuo en el caso del grupo Def; mientras que, en el grupo AH al final de la fase (minuto nueve y diez) vuelve a aumentar su PSS, aunque en conjunto siguen siendo menores que al principio de la fase.

En cuanto a la presión sanguínea diastólica, en la Tabla 10 se muestran los valores promediados y desviaciones típicas obtenidos por cada grupo en cada uno de los diez minutos (momentos) de la fase de recuperación.

 

Tabla 10: Valores promediados y desviaciones típicas de la PSD durante la fase de recuperación (mmHg).

 

Al igual que ocurría en el caso de la PSS, en la PSD también observamos que es el grupo HD el que obtiene los valores más elevados. También en este caso son similares los patrones de respuesta de los demás grupos, encontrándose los grupos de AH y Def en una posición intermedia y el grupo BH sería el que mostraría los valores más bajos en PSD a lo largo de toda esta fase.

A partir del análisis de varianza realizado vemos que se dan diferencias significativas en la variable grupo (F3, 126= 3,752; p<0,05) y en la variable momento (F9, 1134=6,929; p<0,001). Sin embargo, no se dan tales diferencias en la interacción grupo x momento (F27, 1134= ,872; p=0,655).

Respecto al perfil psicofisiológico manifestado por los distintos grupos a lo largo de esta fase, en la Gráfica 9 se muestran los valores promediados correspondientes a cada uno de los diez minutos de la fase de recuperación, para reflejar la evolución de cada uno de los patrones a lo largo de esta fase.

 

Gráfica 9: Evolución de la PSD a lo largo de la fase de recuperación (mmHg).

 

Se observa que el patrón presentado por los diferentes grupos es bastante similar al que presentaban en el caso de la PSS. Es el grupo BH el que muestra una mayor y más rápida recuperación (aún teniendo en cuenta ese ascenso en el minuto siete). Por su parte, el grupo HD también muestra una progresiva recuperación, aunque de forma más rápida hasta la mitad de la fase (minuto cinco). A partir de ese momento presenta un ligero aumento respecto al valor del minuto anterior (cinco), pero en conjunto los valores finales son menores que los correspondientes a los iniciales de esta fase. En cuanto a los grupos intermedios, AH y Def, presentan unos valores de PSD muy parejos entre sí y con un patrón que tiende más hacia la habituación en el caso del grupo Def -si bien lo hace de forma muy lenta-.

 

Discusión

Teniendo en mente nuestro primordial objetivo, analizar la relación entre la hostilidad defensiva y las respuestas cardiovasculares (TC, PSS y PSD) de forma detallada y pormenorizada, se ha de señalar que la finalidad última de tal manipulación, en cuanto a este diseño y análisis de las variables, ha sido poder desgranar y examinar minuciosamente la evolución, minuto a minuto, de los perfiles psicofisiológicos en los cuatro grupos a lo largo de cada una de las tres fases experimentales. En líneas generales, podemos decir que los resultados apuntan en la dirección prevista, permitiéndonos afirmar que se cumple la hipótesis propuesta, esto es: el grupo HD presenta unos patrones de sostenimiento y sensibilización durante las fases de adaptación y tarea, así como una recuperación más lenta durante la fase de recuperación.

Más específicamente, en la tasa cardiaca se observa que, durante su evolución a lo largo de la fase de adaptación, es el grupo HD el que presenta un progresivo perfil de sensibilización, con unos niveles cada vez mayores respecto a los del comienzo de la misma. Por su parte, en los dos grupos intermedios (AH y Def), aunque de forma muy progresiva, se produce una habituación. Y en el grupo BH se podría hablar de un perfil de sostenimiento, ya que a lo largo de toda esta fase hay una alta variabilidad -aumentando y disminuyendo los valores de la TC-, observándose finalmente que los valores iniciales y finales son prácticamente los mismos.

Estos perfiles nos están revelando que el grupo HD, no sólo no se va habituando a la situación experimental a lo largo de esta primera fase de adaptación, sino que su TC se va incrementando paulatinamente a medida que se acerca la fase de tarea, lo que refleja el fenómeno de ansiedad anticipatoria en este grupo; mientras tanto, los demás grupos, si bien de forma muy lenta, se van habituando a la situación.

En el caso de la evolución a lo largo de la fase de tarea no se cumpliría la hipótesis que planteamos, ya que, a lo largo de dicha fase, todos los grupos muestran un perfil de habituación. Ahora bien, creemos que es importante añadir un matiz referente a la pauta que sigue la habituación en los distintos grupos. Concretamente, sólo el grupo BH es el que continúa durante toda la fase de tarea presentando un perfil de habituación, disminuyendo sus valores de una forma progresiva según avanza el tiempo de esa fase. Los otros tres grupos, HD, AH y Def, que habían iniciado una progresiva habituación, experimentan un apreciable enlentecimiento en la pauta de habituación hacia la mitad de la fase. Se podría pensar que se trata de un perfil de sostenimiento, con una cierta estabilización. Sin embargo, es evidente que siguen una pauta de habituación, aunque tan lenta que puede hacer pensar en una pauta de sostenimiento. Este aspecto sí que concuerda con nuestros planteamientos en cuanto a que es el grupo BH, frente al HD, el que presenta unos menores niveles en los índices cardiovasculares, y un perfil de habituación más adaptativo, en términos generales. Aunque no coincide con los hallazgos de algún trabajo previo, especialmente en la fase de tarea, donde el grupo HD, junto con el BH, eran los que mostraban los mayores niveles en la reactividad de la TC comparados con el grupo AH -aunque, hay que indicar que, en este caso, se utilizó la tarea de cold pressor- (Vella y Friedman, 2007).

Respecto a la fase de recuperación, mediante la evolución a lo largo de cada uno de los minutos que la componen, hemos podido observar, en términos generales, que todos los grupos presentan una recuperación bastante lenta. Sin embargo, gracias a este análisis más pormenorizado, se ha podido comprobar que, a partir de la segunda mitad de la fase -tras cinco minutos de recuperación-, los grupos intermedios (AH y Def) muestran ya una estabilidad en sus valores de TC, mientras que el grupo HD muestra un aumento en tales valores a lo largo de los últimos minutos, lo que está indicando, no sólo una lenta recuperación, sino incluso una ligera sensibilización. A esta circunstancia cabe añadir otro dato interesante, y es que durante ese mismo periodo -a partir de la segunda mitad de la fase- el grupo BH, por el contrario, presenta un perfil de habituación correspondiente a una recuperación que, además, es más rápida que en el resto de los grupos. Este aspecto es especialmente relevante. Nos está mostrando cómo el grupo HD, además de presentar unos niveles globales mayores que el resto de grupos también en la fase de recuperación, de igual forma, dentro y a lo largo de esta fase, sigue presentando una muy lenta recuperación. En este orden de cosas, queremos reseñar que, aunque este hallazgo está en concordancia con nuestras hipótesis, son datos que no podemos comparar o corroborar con otros, dada la ausencia de estudios que hayan analizado esta evolución pormenorizadamente dentro de cada una de las fases. No obstante, como ya se ha comentado, en relación a los mayores niveles presentados en la TC por el grupo HD durante la fase de recuperación, son datos coincidentes con los de algún trabajo (Palmero y cols., 2002).

En la presión sistólica, durante su evolución a lo largo de la fase de adaptación, especialmente a partir de la mitad de la misma, observamos que son los grupos HD y AH los que presentan un ligero incremento en este índice, lo que denota una sensibilización, si bien después se sostiene, y en el último minuto incluso disminuye, aunque muy ligeramente -sobre todo en el grupo HD-. También es a partir de la mitad de la fase cuando se observa que el grupo Def presenta un perfil de sostenimiento. Por su parte, el grupo BH presenta una clara tendencia de habituación, aunque en el último minuto se produce un ligero incremento que, aunque estimamos puede deberse al azar, merece ser investigado en futuros trabajos. No obstante, el hecho de que este incremento ofrezca valores inferiores a los que se obtienen en los primeros minutos de esta fase nos lleva a pensar que sigue tratándose de un perfil de habituación. Por tanto, se cumple la hipótesis en relación a un patrón de sensibilización y sostenimiento presentado por el grupo HD en la PSS durante la fase de adaptación. No obstante, como se ha comentado, el patrón de ese grupo es muy similar al presentado por el grupo AH. Este hecho refleja el efecto de la variable hostilidad, alta en ambos grupos, con lo cual este índice, la PSS, es el que permitiría distinguir entre personas hostiles y no hostiles, datos coincidentes con los de estudios previos (Barefoot, Dahlstrom, & Williams, 1983; Shapiro et al., 1995; Palmero et al., 2002; Palmero, Iñiguez, Guerrero, Carpi, Díez, & Diago, 2007; Guerrero & Palmero, en prensa).

En el caso de la evolución a lo largo de la fase de tarea, observamos cómo en los cuatro grupos se da un patrón muy parecido en los valores de PSS: patrón de habituación. Aunque, si nos fijamos en los valores iniciales y finales de cada grupo respectivamente, se observa que es el grupo HD el que presenta unos valores muy similares en ambos momentos, lo que, a su vez, está reflejando una muy lenta habituación o un sostenimiento. Vemos cómo este grupo comienza aumentando sus valores en PSS para ir disminuyéndolos, pero tan paulatinamente que es casi inapreciable, finalizando la fase prácticamente con los mismos valores que al principio de la misma; por ello, se puede hablar de un sostenimiento a lo largo de esta fase de tarea. Consiguientemente, podemos decir que se cumple nuestra hipótesis, ya que el grupo HD presenta un perfil claro de sostenimiento, comparado con los perfiles de los tres grupos restantes, los cuales, aunque con lentitud, muestran una progresiva habituación.

Respecto a la fase de recuperación, si bien globalmente se observa un perfil de habituación en los cuatro grupos, al estudiar la evolución de la fase minuto a minuto también hallamos datos interesantes que nos proporcionan más información y de forma más detallada. Al igual que en el caso de la TC, tampoco podemos comparar los resultados con los de otros estudios, ya que no se ha hallado ningún trabajo sobre hostilidad defensiva y respuestas cardiovasculares que examinen de forma pormenorizada la evolución de las variables cardiovasculares a lo largo de cada fase, incluso en la mayoría -como ya se comentó- no se ha tenido en cuenta esta fase de recuperación. Por lo tanto, presentaremos nuestros datos en relación a los presupuestos e hipótesis de partida que nos habíamos planteado.

Así, al observar la evolución de la PSS en cada grupo, especialmente a partir de la mitad de la fase -dato a tener en cuenta, puesto que entonces los participantes llevan ya cinco minutos de recuperación-, el grupo HD es el que presenta un perfil de sostenimiento, incluso con una ligera sensibilización. El otro grupo con alta hostilidad, AH, también a partir de esa segunda mitad, muestra un perfil similar, incluso con una mayor sensibilización si consideramos los valores de los dos últimos minutos respecto a los anteriores, aunque es importante reseñar que el grupo Def presenta valores más elevados que el grupo AH. Es importante reseñar este aspecto porque apreciamos que la consideración única de la hostilidad como criterio para predecir la eventual ocurrencia de una disfunción cardiovascular podría haber estado sesgando los resultados que se han venido obteniendo sistemáticamente. Dicho de otro modo: nuestros datos muestran un efecto principal de la defensividad, de tal suerte que, si considerásemos sólo las puntuaciones en hostilidad, los resultados obtenidos serían la media resultante de las puntuaciones que obtiene el grupo HD y las puntuaciones que obtiene el grupo AH. Con lo cual quedan enmascaradas las potenciales diferencias existentes entre personas hostiles altas en defensividad y personas hostiles bajas en defensividad. Este hallazgo nos parece de notable relevancia, pues nos indica que, a la hora de localizar el potencial riesgo de disfunción cardiovascular, la hostilidad defensiva es un mejor criterio que la hostilidad sola. Dicha afirmación se sustenta en el dato incontrovertible de la existencia de un efecto principal de la variable defensividad. Además, cabe la posibilidad de proponer que la PSS es una variable más contundente que la TC a la hora de apresar dichas diferencias, hecho éste que ya han sugerido algunos autores (Palmero et al., 2002; Palmero et al., 2007). En cuanto a los otros dos grupos, Def y BH, ambos presentan en esta fase de recuperación una habituación, aunque ésta es mayor y más rápida en el grupo de bajo riesgo, el BH, hecho que coincide con los datos expuestos anteriormente y con los planteamientos argumentados.

En la presión diastólica, durante su evolución a lo largo de la fase de adaptación, en líneas generales y tomando los perfiles globalmente, se observa que todos los grupos muestran un perfil de habituación. Sin embargo, fijándonos más detenidamente a partir de la mitad de la misma, apreciamos que son los grupos HD y AH los que presentan un perfil más constante, de sostenimiento, con un ligero incremento en el último minuto de la fase respecto al anterior en el grupo HD. Por su parte, el grupo Def, aunque muy lenta y ligeramente, presenta un patrón de habituación; mientras que el grupo BH, a partir de la mitad de la fase de adaptación, presenta un claro patrón de habituación, si bien en los últimos minutos de la misma sus valores en PSD aumentan ligeramente. Aún así, esos últimos valores siguen siendo bastante menores que los que presentaba este grupo BH en los primeros minutos, siendo tal diferencia más acusada respecto al resto de los grupos cuando se comparan esos mismos momentos de la fase -iniciales y finales-. Nuevamente, hemos observado cómo el grupo HD es el que muestra un perfil que, dentro de la teórica tendencia a la habituación, muestra una clara lentitud, dando la impresión de que se trata de un perfil de sostenimiento, especialmente a partir de la mitad de la fase.

En la evolución de la PSD a lo largo de la fase de tarea, observamos que se da un perfil de habituación en los tres grupos AH, Def, BH, mientras que, según se había previsto, es el grupo HD el que presenta un perfil de sostenimiento. En este caso, respecto al de la PSS, los valores del grupo BH muestran una mayor variabilidad, y los valores de los grupos AH y Def van disminuyendo muy lentamente; aún así, se da el mismo perfil de habituación, aunque de forma más paulatina. Lo que varía es el perfil del grupo HD. Mientras que en el caso de la PSS reflejaba una tendencia a la habituación, en este otro caso -PSD- la tendencia es hacia el sostenimiento. Además, nos parece pertinente sugerir que la presión diastólica parece un índice más lábil que la presión sistólica, hecho que puede ser constatado cuando apreciamos la variabilidad que muestran los perfiles de todos los grupos.

En la fase de recuperación, mediante el análisis de la evolución de la PSD mostrada por los diferentes grupos experimentales, es también a partir de la mitad de dicha fase donde podemos obtener la información más interesante. No obstante, se ha de comentar que, observando el perfil global, desde los primeros hasta los últimos minutos de la fase, todos los grupos presentan un perfil de habituación a lo largo de la misma. Sin embargo, como acabamos de apuntar, es interesante estudiar la evolución analizando los perfiles a partir de la mitad de la fase, periodo en el que los participantes ya han estado unos cinco minutos recuperando -sin estimulación- y han presentado un perfil inicial de habituación a tal situación. Así pues, a partir de la mitad de la fase, observamos que los cuatro grupos presentan un patrón de sostenimiento, que, en este caso, reflejaría la estabilización de sus niveles en PSD tras la habituación mostrada a lo largo de la primera mitad de la fase. Más aún, de forma más detallada, se ha podido observar que el perfil presentado por el grupo HD reflejaba una menor y más lenta recuperación, lo cual se desprende de un pequeño incremento de los valores de PSD en esa segunda mitad, seguido de una ligera disminución que, finalmente, termina aumentando levemente. De nuevo, estos datos están en concordancia con los expuestos respecto a los perfiles generales según las tres fases experimentales, y son consistentes con los hallados en estudios previos (Palmero et al., 2002; Palmero et al., 2007), si bien, con nuestros análisis y consiguientes resultados, se amplían tales contribuciones, y se aporta información adicional mucho más detallada y pormenorizada sobre la evolución de los diferentes índices cardiovasculares a lo largo de cada una de las tres fases del experimento. Esta información nos ayuda a conocer y comprender mejor el funcionamiento cardiovascular, especialmente en cuanto a la fase de recuperación se refiere, tanto por los escasos estudios existentes, así como por la implicación que de ella se desprende sobre salud cardiovascular -tras la exposición a situaciones estresantes-.

En síntesis, podemos afirmar que los datos obtenidos en este trabajo, gracias a este análisis pormenorizado de la funcionalidad de los perfiles en cada una de las fases, amplían extraordinariamente la información y los hallazgos obtenidos hasta la fecha. En los estudios realizados en el ámbito de la psicofisiología experimental básica, se han analizado los perfiles o patrones de respuesta atendiendo a los valores promedio de cada una de las fases que se consideraban. En líneas generales, dichos análisis nos proporcionan una información de utilidad respecto al funcionamiento fisiológico de los individuos a lo largo de diferentes situaciones experimentales, según la fase en la que se encuentren; no obstante, al trabajar con promedios, tal información nos puede estar enmascarando un funcionamiento fisiológico muy diferente entre unos y otros individuos con similares valores en una determinada fase. Esto es, dos individuos, o dos grupos de individuos, pueden mostrar un valor medio idéntico en un determinado índice fisiológico en una de las fases, lo que se reflejará de igual forma en el perfil resultante -en relación a esa fase-, pero puede que el perfil o patrón que presente cada uno de esos individuos o grupos de individuos dentro de la fase en cuestión sea muy diferente. Esto es: un valor promedio nos indica el resultado de una serie de valores a partir de los cuales se obtiene dicho promedio. Pero, es conveniente recordar que el mismo promedio puede proceder de valores completamente diferentes. Una solución para delimitar los valores a partir de los cuales se configura un determinado promedio consiste en descubrir directamente todos esos valores que dan lugar al promedio. Precisamente, esto es lo que se puede observar desmenuzando y analizando la evolución del índice estudiado a la largo de cada una de las fases en cada grupo. De hecho, ése es uno de los objetivos esenciales que perseguíamos con el presente trabajo: averiguar los valores que permiten obtener un valor promedio. La especificación intra fase de los distintos valores que van obteniendo los sujetos en los respectivos grupos nos proporciona una información muy valiosa, pues nos permite conocer lo que está ocurriendo realmente.

Esto es, cabe la posibilidad de estudiar la respuesta del organismo a lo largo de cada uno de los minutos que componen cada fase, con lo que, en última instancia, también permite examinar el perfil psicofisiológico presentado por cada uno de los grupos. La finalidad es conocer la verdadera significación funcional de dichos perfiles para entender la eventual repercusión de las variables estudiadas sobre el funcionamiento adaptativo de los individuos.

De igual forma, otro aspecto que consideramos de suma importancia es el hecho de que, gracias a la ampliación temporal de las fases, especialmente la de tarea, y más aún la de recuperación, podemos obtener una mayor información y más fiel a la realidad respecto al funcionamiento -en este caso cardiovascular- de los individuos en cada una de esas fases. Ciertamente, observando los diferentes perfiles de los grupos a lo largo de las tres fases en los índices cardiovasculares medidos, es a partir de la mitad de las mismas cuando se aprecian los aspectos diferenciales de los perfiles; esto es, diferencias entre el patrón de respuesta de cada uno de los grupos. Si bien es conveniente tomar una fase de tarea con una duración adecuada y suficiente para poder estudiar la respuesta del organismo ante determinados estresares, a la vez que observamos su evolución a lo largo de la misma, no menos importante es tener en cuenta la variable tiempo en las fases de adaptación y recuperación.

La consideración de una fase previa de adaptación lo suficientemente larga nos está permitiendo observar cómo se produce -o no- la habituación y ajuste del organismo a la situación experimental, ayudándonos a entender los valores registrados, teniendo en cuenta también la repercusión que tiene esa primera toma de contacto del individuo con las condiciones del laboratorio, el aparataje mismo, la presión de los sensores, etc.

Y más importancia si cabe cobra la variable tiempo, entendida en este caso como la duración de la fase de recuperación. Como ya se ha señalado, y ha quedado patente a partir de los resultados obtenidos con el análisis de la evolución de los diferentes índices medidos en cada uno de los grupos, es vital considerar y ampliar esta última fase de recuperación. De forma pormenorizada, gracias a la utilización de una fase de recuperación lo suficientemente larga (diez minutos) -en relación a las más breves utilizadas en la mayoría de investigaciones previas-, se puede comprobar la verdadera recuperación o retorno hacia los niveles basales de los individuos en situaciones de reposo. Como ocurría en las otras fases, es a partir de la mitad de la fase de recuperación cuando se puede apreciar una estabilidad en los diferentes perfiles presentados por cada grupo; esto es, ya se define uno u otro tipo de patrón, aspecto éste imposible de verificar cuando la fase de recuperación es corta.

Al hilo de lo expuesto, y en relación con la variable psicológica estudiada, la hostilidad defensiva, dado el conflicto experimentado que supone la misma en el individuo, y que así se manifiesta en su organismo -en este caso a través de su funcionamiento en el sistema cardiovascular-, se ha constatado cómo el grupo HD presenta unos perfiles menos funcionales o adaptativos. Concretamente en la fase de adaptación, el grupo HD realmente presenta un perfil de sensibilización y/o sostenimiento -según el índice considerado-, aunque en un primer momento, considerando sólo la primera mitad de la fase, se apuntaba a un perfil de habituación. Una fase de adaptación de diez minutos nos permite apreciar el cambio que se produce en este grupo.

Asimismo, en la fase de recuperación, el perfil que presenta este grupo HD también refleja un sostenimiento, incluso en algún caso una sensibilización; o, dicho de otra forma, una muy lenta recuperación, en relación a la de los otros tres grupos. Esto se aprecia, tal y como hemos señalado, gracias a la ampliación temporal de la fase, ya que es a partir de mitad de la misma cuando se presenta dicha tendencia. Si la fase hubiera durado menos, por ejemplo los cinco tradicionales minutos, habríamos obtenido otros perfiles con una funcionalidad muy diferente; esto es, en ese periodo de tiempo, el grupo HD muestra un perfil de habituación -similar al de los otros grupos-, con lo que se concluiría que ése era un perfil tan adaptativo como los otros. Sin embargo, hemos podido observar que eso realmente no es así, ya que si seguimos registrando la actividad cardiovascular de los individuos durante más tiempo, desde que finalizó la fase de tarea, obtenemos los verdaderos valores. De este modo, hemos podido apreciar cómo tales valores realmente reflejaban un perfil de sostenimiento o sensibilización, y no de habituación.

A modo de conclusión, nos gustaría resaltar algunos de los aspectos más interesantes que se pueden desprender del presente trabajo.

En primer lugar, en cuanto a la relación entre la hostilidad defensiva y el funcionamiento cardiovascular en situaciones de estrés, se ha puesto de manifiesto la relación existente entre dicha variable psicológica y los diferentes índices cardiovasculares que se han registrado (TC, PSS y PSD), así como en los distintos parámetros que se han considerado: respuesta, activación y recuperación cardiovascular. Estimamos que la hostilidad defensiva representa un criterio más apropiado que la hostilidad sola a la hora de dilucidar la eventual existencia de un riesgo de disfunción cardiovascular.

En segundo lugar, gracias al análisis pormenorizado de cada una de las fases del experimento, obtenemos una mayor y más valiosa información en cuanto a la evolución y diferencias en el funcionamiento cardiovascular de cada uno de los grupos en cada momento. Con ello, hemos visto que la PS es el parámetro en el cual se reflejan las mayores diferencias entre los dos grupos extremos (HD y BH), presentando una mayor respuesta, activación, reactividad y recuperación el grupo HD. Por su parte, la TC nos ha proporcionado una clara diferencia en los menores valores presentados por el grupo de bajo riesgo (BH), frente a una respuesta más homogénea presentada por los otros tres grupos en todas las fases. Pero, además de la constatación de la mayor capacidad predictiva de la hostilidad defensiva, parece relevante considerar la tendencia del perfil resultante; es decir, es necesario establecer si el perfil se refiere a un patrón de habituación, a un patrón de sostenimiento o a un patrón de sensibilización. Así, respecto a los perfiles resultantes, en líneas generales, han reflejado en la fase de adaptación y tarea un patrón de sensibilización y/o sostenimiento en el grupo HD, si bien se ha de señalar que dicho perfil puede ser mejor apreciado cuando se considera la segunda mitad de las fases. Es decir, el parámetro referido a la duración es de gran relevancia en todas las fases, gracias al incremento de la duración de las mismas se ha podido constatar de forma fiable las diferentes respuestas y evolución de los índices cardiovasculares registrados. Por otro lado, el perfil de la fase de recuperación ha reflejado una más lenta recuperación en el grupo HD. Es más, precisamente en esta última fase, y en los tres índices cardiovasculares, a partir de la mitad de la misma, este grupo con alta hostilidad y alta defensividad ha presentado un patrón de sostenimiento, incluso de sensibilización, hecho que, de forma contundente, nos indica la lenta recuperación cardiovascular de este grupo, especialmente en la presión sanguínea, y más concretamente en la diastólica. Así, podemos sugerir que el funcionamiento cardiovascular de los individuos hostiles defensivos ante estas situaciones queda mejor reflejado mediante la PS, específicamente a través de la PSD. Este índice parece esencialmente más válido para la fase de recuperación, y queda reflejado en las diferencias estadísticamente significativas halladas entre los dos grupos extremos. Al mismo tiempo, se ha de subrayar la especial relevancia de la inclusión de la fase de recuperación en este tipo de investigación experimental de laboratorio, ya que, tal como han señalado Guerrero & Palmero (2006), constituye un elemento básico y esencial en la detección del eventual riesgo de futuras disfunciones. A partir de los datos obtenidos en el presente trabajo, estimamos que se puede seguir proponiendo la relevancia de la fase de recuperación en este tipo de experimentos.

En tercer lugar, respecto a la fase de tarea, retomando el parámetro de la duración, creemos que es también de especial relevancia proponer una tarea experimental lo suficientemente larga como para establecer con mayor certeza el funcionamiento cardiovascular real, apreciando cómo se produce -o no- el ajuste a la situación de estrés. Como ya se ha comentado, el hecho de que sea en la segunda mitad de esta fase -al igual que ocurría en la fase de recuperación- cuando se producen estos acontecimientos, nos lleva a sugerir que parece pertinente incrementar la duración de las fases de tarea o situaciones de estrés. El hecho de haber utilizado sistemáticamente tareas de corta, o no lo suficientemente larga, duración puede haber estado encubriendo las connotaciones disfuncionales de los perfiles psicofisiológicos de respuesta en los diferentes grupos.

Finalmente, y siempre en nuestra modesta opinión, a partir de la presente investigación, se han de apuntar dos aspectos generales que estimamos de notable relevancia: en el marco teórico, acerca de la hostilidad defensiva como posible factor psicosocial de riesgo cardiovascular; y, en el campo metodológico, la conveniencia de aplicar la metodología psicofisiológica de un modo pertinente para conocer la eventual conexión entre factores psicológicos y funcionamiento fisiológico.

 

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Dirección para correspondencia
Francisco Palmero
Departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología
Universitat Jaume I de Castellón de la Plana. España
E-mail: palmero@psb.uji.es.

Enviado em Fevereiro de 2009
Aceite final em Fevereiro de 2009
Publicado em Dezembro de 2009

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