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Psicologia da Educação

versão impressa ISSN 1414-6975versão On-line ISSN 2175-3520

Psicol. educ.  n.23 São Paulo dez. 2006

 

COMPARTILHANDO

 

"Yo quiero, yo puedo": estrategia para el desarrollo de habilidades y competencias en el sistema escolar

 

I Want, I can: strategy for the development of habilities and competency in school system

 

Eu quero, eu posso: estratégia para o desenvolvimento de habilidades e competências no sistema escolar

 

 

Susan PickI,1; Martha GivaudanII,2

IFacultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población, A.C. (IMIFAP). E-mail: pick@imifap.org.mx
IIInstituto Mexicano de Investigación de Familia y Población, A.C. (IMIFAP)

 

 

Introducción

La educación basada en habilidades para la vida y competencias psicosociales se ha extendido hoy en todo el mundo (Organización Panamericana de la Salud, 2001; Moya, 2002; Botvin y Griffin, 2005; Magnani, MacIntyre, Mehyrar, Brown. y Hutchinson, 2005). La experiencia internacional es muy vasta y se observa la aplicación de una gran diversidad de aproximaciones, enfoques y metodologías. Dado el sinnúmero de experiencias encontradas en materia de prevención (por ejemplo, del abuso de sustancias psicoactivas y de infecciones de transmisión sexual, especialmente en países en desarrollo), varios organismos internacionales han empezado a reconocer y abogar por la adopción formal de este enfoque en la educación básica formal.

Las habilidades para la vida son aquellas aptitudes necesarias para tener un comportamiento eficiente y positivo que nos permita enfrentar eficazmente los retos cotidianos y hacernos cargo de las decisiones que afectan nuestra vida y nuestra salud.

Se clasifican en habilidades sociales, cognitivas y para el control de emociones. Entre las primeras están la comunicación, la negociación/rechazo, la asertividad, la habilidad para establecer relaciones interpersonales sanas, la cooperación y la empatía. Entre las habilidades cognitivas se encuentra la toma de decisiones/solución de problemas, la planeación, las habilidades de pensamiento crítico, el análisis de la influencia de sus pares y los medios de comunicación, el análisis de las normas personales y creencias sociales, la autoevaluación y clarificación de valores. Por último entre las habilidades para el control de emociones están el autoconocimiento y manejo de emociones, el locus de control interno (manejo de sí mismo) y el control del estrés (Mangrulkar, Whitman y Posner, 2001).

Por su parte, las competencias psicosociales representan un sistema que involucra acciones para desarrollar e integrar habilidades cognitivas, conocimientos, componentes emocionales y actitudes (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, 2003). Una competencia es una herramienta para movilizar el saber de manera que pone el énfasis en el desempeño práctico y cotidiano de los conceptos, facilita el dominio de las herramientas prácticas y reta al sujeto a poner en práctica sus actitudes y valores personales y grupales. Idealmente en los procesos de educación para la vida se aspira a la aplicación del aprendizaje (conceptual, actitudinal y conductual) vinculado a un contexto para dar lugar a una experiencia significativa.

Los primeros trabajos aplicados al respecto se basan en los estudios de Botvin y sus colegas (2003; 2005 ) quien propone la aplicación de las habilidades para la vida como una estrategia para desarrollar factores protectores en la prevención de adicciones. Podríamos decir que su sistematización y difusión se dio en los años 90's, cuando la Organización Mundial para la Salud convocó a una serie de actores a reunirse para compartir y discutir las estrategias que estaban instrumentando para incrementar la capacidad de las personas para cuidar mejor su salud (Organización Mundial de la Salud, 1996).

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ha venido estudiando desde los años 80's, la importancia del desarrollo de competencias para la productividad y competitividad global y el fortalecimiento de los mercados de trabajo. Adicionalmente, la comunidad internacional reconoce el papel que tienen los conocimientos, las habilidades y las competencias en el desarrollo social, para el ejercicio de los derechos humanos, para la participación de los individuos en los procesos de democratización y para avanzar en la cohesión y justicia social. Es decir hay un consenso generalizado de que tanto el capital humano como el capital social son factores determinantes de la sociedad y por lo tanto de la economía. El contar con un desarrollo humano sustentable es clave para lograr el desarrollo integral en general.

Sin embargo, los programas curriculares que incluyan de manera formal las competencias psicosociales y el diseño de políticas educativas para su implementación en el sistema escolar, son a la fecha más una excepción que una práctica sistemática e institucionalizada. Los esfuerzos de investigación y evaluación sobre el impacto y contribución de este enfoque en las tareas educativas son escasos. El presente articulo documenta el diseño, piloteo, evaluación e instrumentación a gran escala de un programa titulado "Yo quiero, yo puedo" desarrollado por IMIFAP, una asociación civil mexicana.

 

Antecedentes

En 1985, un grupo conformado por psicólogos mexicanos se propuso realizar una investigación documental y diagnóstica con el fin de buscar alternativas para mejorar los programas de educación para la salud dirigidos a adolescentes. La investigación documental reflejo un vacío importante en la operación de programas efectivos que llevó gradualmente no sólo a investigar y evaluar sino a diseñar y operar nuevos modelos escala para trabajar con adolescentes, niños, maestros y padres de familia de manera paralela. A través de investigación diagnóstica, este grupo fundador de IMIFAP (Instituto Mexicano de Investigación en Familia y Población, A.C.) identificó una serie de variables psicosociales que se asociaban a conductas preventivas de embarazo en la adolescencia y que podrían ser aplicables a otros problemas tanto de salud como sociales, en diversos contextos tanto en el medio urbano y rural.

A más de veinte años del origen del IMIFAP, el estudio de las habilidades y competencias psicosociales está cada vez más vigente. Estas se reconocen como detonadoras de la capacidad de agencia, que a su vez es un aspecto clave para el desarrollo humano (Sen, 1999). La capacidad de agencia se entiende como la posibilidad de las personas para actuar a favor de su bienestar, a través de la reflexión y la toma de decisiones autónoma y responsable.

Con base en lo anterior, IMIFAP ha desarrollado en los últimos años, un modelo teórico-practico que base para el desarrollo humano sustentable "Marco para el desarrollo del empoderamiento agentico" (Pick, Poortinga y Givaudan, 2003) que utiliza una base psicosocial para hacer operativa la teoría de capacidades de Sen, enfatizando el papel de la educación como punto de partida para el desarrollo de las capacidades de agencia y de empoderamiento personal (Pick y Ruesga, 2006; Pick y Sirkin, 2006) dando las bases para el desarrollo humano sustentable.

El marco para el desarrollo del empoderamiento agéntico puede ser aplicado en una diversidad de áreas como la prevención y detección de problemas de salud (adicciones, VIH/SIDA, cáncer cervical y de mama), y en problemas sociales como la violencia y la pobreza, donde variables como las competencias psicosociales, la percepción de las normas, las actitudes, intenciones y conductas juegan un papel determinante. La instrumentación de programas con este enfoque ha sido posible tanto en escenarios escolarizados como no escolarizados (Givaudan, López y Pick, 1998; Ramón y Pick, 2001; Givaudan, Mendoza y Pick, 2003).

 

"Yo quiero, yo puedo": Un programa escolarizado de competencias psicosociales

"Yo quiero, yo puedo" es un programa escolarizado que promueve el desarrollo de competencias psicosociales en alumnas y alumnos desde el nivel preescolar hasta tercero de secundaria. Su objetivo es favorecer el desarrollo integral de la persona y facilitar el fortalecimiento de habilidades personales y competencias psicosociales que contribuyan al desarrollo y la capacidad de agencia desde la infancia. "Yo quiero, yo puedo", contribuye a que las personas logren establecer relaciones interpersonales sanas y equitativas hacia adentro de su familia y en los grupos sociales a los que pertenecen, favorece la salud física y mental al crear una conciencia de prevención y autocuidado y cuidado del medio ambiente y promueve la participación social.

La metodología utilizada refuerza la reflexión, la capacidad de análisis y de pensamiento crítico, así como la iniciativa y la creatividad. Esas habilidades son aplicadas a diferentes situaciones sentando las bases para el inicio de actividades emprendedoras y productivas que facilitan la posterior inserción en la economía y en el mercado laboral.

Los contenidos y actividades de "Yo quiero, yo puedo" han sido diseñados para aplicarse a distintos entornos culturales y sociales. Las actividades que se incluyen son acordes al nivel de desarrollo, intereses y necesidades de cada grado escolar. Además involucrando a padres y docentes que reciben programas paralelos. El programa "Yo quiero, yo puedo" está diseñado para integrarse al programa oficial, en los niveles de preescolar y primaria ya que sus contenidos pueden ser aplicados como complemento a otras asignaturas. En el nivel secundaria ya forma parte del currículo oficial a través de la materia "Formación Cívica y Ética". (Pick, Givaudan, Troncoso y Fernández, 2000).

 

Desarrollo del programa

Los hallazgos producidos en una investigación inicial sobre sexualidad y adolescencia (Pick, Atkin, Gribble y Andrade, 1991) y en la evaluación del programa de educación sexual, titulado "Planeando tu Vida" (Pick, Andrade, Townsend y Givaudan, 1994) mostraron que las variables psicosociales como la expresión y manejo de sentimientos, la comunicación, la asertividad, la planeación y toma de decisiones se asociaban significativamente con la prevención de embarazo en la adolescencia y que quines recibían el programa antes del iniciar su vida sexual tenían estadísticamente más posibilidades de utilizar anticonceptivos en la primera relación coital. Los resultados demostraron que la educación sexual no tenía ningún efecto en el inicio de relaciones sexuales en los adolescentes.3 El desarrollo del programa "Yo Quiero, Yo Puedo" para niños y niñas, respondió a la necesidad de incluir dichas variables psicosociales en programas de prevención cada vez más temprana, dado que, es más efectivo aprender nuevas conductas que reaprender o modificar los patrones de comportamiento existentes. La primera versión del programa, se titulo "Yo, mi familia y mi medio ambiente" (Pick y Givaudan, 1994) y fue desarrollada con el apoyo de la Fundación Macarthur.

El programa "Yo mi familia y mi medio ambiente" fue evaluado, durante su desarrollo, para probar la efectividad de los contenidos y metodologías didácticas. Se probaron todas las sesiones con distintos maestros y grupos utilizando observadores externos. Se identificó la secuencia ideal para tratar los temas en correspondencia con edades específicas así como la complejidad de los ejercicios. Para ello se utilizó una variedad de técnicas. Por ejemplo, en preescolar, se recurrió al teatro guiñol, diseñando una representación de los temas más importantes del programa y recogiendo las observaciones y recomendaciones de los niños y niñas sobre los mismos. Los resultados mostraron que ni los maestros ni los alumnos estaban acostumbrados a la metodología participativa por lo que se diseñaron talleres específicos para la formación de docentes.

En 1993, con el apoyo de la Fundación Moriah, se instrumentó el programa "Yo mi familia y mi medio ambiente" en los Estados de Oaxaca, Yucatán y Coahuila. La Secretaría de Educación de Oaxaca acepto inmediatamente el programa en la currícula de formación de sus maestros integrándolo en un sistema de incentivos (puntaje para determinar incrementos en los salarios y promociones de los docentes) para que éstos participaran en los talleres ofrecidos. En Yucatán se formaron docentes y se replicó el programa con asociaciones no gubernamentales locales. En Coahuila, se desarrolló e instrumentó el programa a través de maestros y personal de salud (Givaudan, Ramón y Pick, 1999)

La evaluación a mayor escala, realizada en la Ciudad de México con apoyo de la Subsecretaria de Educación Publica para el Distrito Federal, brindo elementos para afinar los contenidos para cada grado escolar. Además, niños y niñas participantes sugirieron modificar el titulo del programa (Pick y Givaudan, 1995).

En 1997 la Fundación Compton faciilitó la instrumentación y evaluación del programa con maestros y alumnos de 5to. a 6to. de primaria. Se diseñaron instrumentos cuantitativos para ser aplicados antes y después del programa. Se incluyeron indicadores para medir el efecto en los conocimientos y actitudes sobre sexualidad, roles de género, responsabilidad individual, toma de decisiones, comunicación y autoconocimiento en alumnos. Se aplicaron encuestas para conocer la percepción que tenían los maestros sobre su papel en la educación sexual de los niños. Entre los resultados encontrados con 245 niños y niñas, destaca el incremento en los conocimientos sobre la menstruación (que pasaron del 38.2 al 89.9%) y de sus órganos sexuales (del 19.5 al 34.9%), así como de la capacidad para asumir responsabilidad entre los niños de sus propias calificaciones escolares (del 33.7 al 57.3%) y de la comunicación con sus maestros sobre las cosas que no entienden (del 32.2 al 45.6%) (Givaudan, Ramón, Camacho y Pick, 1997). Por otra parte, el Banco Mundial apoyó la realización de una evaluación cualitativa con 115 estudiantes que permitió observar el proceso de formación y valorar, a través de entrevistas a profundidad y grupos de enfoque realizados con maestros y padres de familia, el alto grado de participación y motivación, de estos últimos, en relación al programa. Se atribuyeron efectos del programa en mejoras en la comunicación intrafamiliar (Givaudan, Ramón, Camacho y Pick, 1997b).

En 1998, se extendió significativamente la instrumentación del programa "Yo quiero, yo puedo" en la Ciudad de México y se realizó una evaluación de carácter externo encabezada por la Universidad de Leiden de Holanda. Los resultados confirmaron cambios de actitudes sobre género e incrementos en habilidades para la comunicación, toma de decisiones, prácticas de salud y roles de género. Asimismo se enfatizó la necesidad de trabajar en conjunto con padres y madres de familia y alargar el período de formación de docentes para reforzar la efectividad del programa (Bos, 1998).

 

Formación para docentes

Las evaluaciones apuntaron a la necesidad de formar a los docentes tanto en metodología participativa como en el fortalecimiento, a nivel personal, de las habilidades y competencias pisocosociales a fin de que pudieran transmitida a sus alumnos. Los 83 docentes participantes mostraron una gran aceptación del programa apoyando su inclusión a los programas oficiales y reportando beneficios tanto a nivel personal como con sus alumnos. El 86.7% reportó que el curso debería ser obligatorio, el 89.2% recomendó a la Secretaría de Educación Pública extender el curso a todo el país y 99% consideró que el programa era útil para los estudiantes (Pick, Hernández, Álvarez y Vernon, 1992).

El modelo de formación de maestros fue probado en diferentes contextos en los años 1993 y 1994 e instrumentado en Sonora, Baja California Norte, Campeche, Sinaloa, Durango, Coahuila y Sonora (Pick y Reyes, 1994).

En 1997 se probó también una metodología de formación de seguimiento de los maestros, que permitió conocer las necesidades de apoyo a la misma. Como resultado, los maestros solicitaron videos, diagramas y rotafolios para apoyar su formación y para replicar los programas (Ramón, Givaudan, López y Pick, 1997).

 

Sistematización del programa

La coincidencia de este enfoque con las propuestas que en ese tiempo desarrollaba la Organización Mundial de la Salud, en relación al tema de habilidades para la vida y su aplicación en diversos problemas de salud física y mental, contribuyó a la sistematización del programa y a la aplicación de este a diversos problemas psicosociales. De esta manera, "Yo quiero, yo puedo" (Pick y Givaudan, 1996) fue el primer programa escolarizado para población latina, desarrollado con base a los principios y acuerdos sobre habilidades para la vida en los cuáles IMIFAP participó junto con otros siete países, teniendo como escenario la Organización Mundial de la Salud en Ginebra (1996). Desde la primera versión el programa "Yo quiero, yo puedo" ha dedicado lecciones especificas, para cada grado escolar, desde el nivel preescolar a secundaria, a cada una de las habilidades para la vida que son reconocidas como factores protectores para la salud física y mental. El programa fortalece el autoconocimiento, la comunicación y expresión de sentimientos, la toma de decisiones y la reflexión, análisis y pensamiento crítico aplicados a problemas cotidianos a nivel personal, familiar y social acordes al nivel de desarrollo de niños y niñas. Además con el fin de tomar decisiones informadas se brinda información específica en las áreas de higiene, nutrición, sexualidad y cuidado del medio ambiente. Las versiones posteriores incluyen además prevención de adicciones, prevención de VIH/SIDA, formación cívica y ética y se trabaja actualmente en la línea de prevención de obesidad y diabetes.

En el proceso de presentación y negociación con las autoridades educativas federales para la instrumentación y evaluación del programa, se desarrollaron videos dirigidos a la formación de los maestros distribuidos a través de la propia Secretaría de Educación Publica ("Yo quiero, yo puedo" volúmenes 1, 2 y 3, Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población y Secretaría de Educación Publica, 1996).

 

Programas para padres y madres

Tanto la evaluación de "Planeando tu vida" como la instrumentación inicial del programa "Yo, mi familia y mi medio ambiente", señalaban la necesidad de trabajar paralelamente con padres y madres de familia. Las demandas de los padres exigían programas para ellos, en miras a generar un entorno más favorable para hablar con sus hijos sobre los contenidos del programa. Gracias a la contribución de la Fundación Public Welfare se diseñaron los manuales para promotores "Aprendiendo a ser papá y mama" (Pick, Givaudan y Martínez, 1995) y "Deja volar a tu adolescente" (Pick y Givaudan, 1998), así como los libros de apoyo "Déjame responderte" (Solano, Pick y Pick, 1995), "Yo papá, yo mamá" (Givaudan, Pick, 1995) y posteriormente "Deja volar a tu adolescente (preguntas y respuestas)" (Fernández, Givaudan y Pick, 2002). La evaluación del programa "Aprendiendo a ser papá y mamá" demostró que aquéllos padres que participaban en el taller reportaban mayor facilidad para relacionarse con sus hijos e hijas. Los resultados se mantienen un año después cuando los padres continúan recibiendo mensajes clave a través de boletines (Givaudan, 1999).

 

Aplicación y evaluación en prevención de adicciones y prevención de VIH/SIDA

Los alcances del programa, referidos a y través de testimonios y la aplicación de las habilidades para la vida en la prevención de problemas específicos tales como las adicciones, llevaron a desarrollar contenidos informativos y formativos adicionales con énfasis en alguna problemática determinada.

En 1999, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Fundación Mentor se desarrolló e instrumentó, en convenio con los gobiernos estatales de Jalisco e Hidalgo, una versión de "Yo Quiero, Yo Puedo" dirigida a alumnos de primaria y enfocada de manera particular a la prevención de adicciones. El programa fue evaluado con tres grupos en los estados de Hidalgo y Jalisco. Un grupo control con 1723 niñas y niños, un grupo experimental con 394 niñas y niños, quienes únicamente recibieron los libros de apoyo y un grupo de 3191 niños y niñas que recibieron los materiales más el curso a través de sus maestros previamente formados. Para ello se formó a 58 docentes brindando conocimientos sobre prevención de uso de sustancias, así como habilidades para la vida enfatizando la toma de decisiones, tolerancia a la frustración, comunicación y expresión de sentimientos. Los resultados en niñas y niños mostraron incrementos significativos en conocimientos y en las diferentes etapas de disposición al cambio en el grupo que recibió el curso y los materiales. El grupo que únicamente recibió los materiales tuvo un incremento mínimo y no significativo en los puntajes, mientras que el grupo control se mantuvo al mismo nivel (Givaudan y Pick, 2004).

A su vez, la evaluación cualitativa realizada con docentes confirmó que los materiales eran adecuados para cumplir con el objetivo del programa, como lo reflejan los siguientes testimonios: "los niños se han interesado mucho con los libros y solos los revisan sin necesidad de que yo se los pida, el libro los saca de la rutina y quieren trabajarlo todos los días, están muy motivados". A su vez, éstos observaron que existe una mayor disposición de cambio en edades y que las metodologías de enseñanza de "Yo Quiero, Yo Puedo" facilitaban la interacción con el grupo: "el programa ha permitido mayor participación y comunicación, se han vuelto más asertivos y esto ha generado un clima de más confianza en el grupo" (Givaudan, Pick y Ramírez, 2000).

Este mismo programa, que se ha titulado "Yo quiero, yo puedo...prevenir las adicciones" ha sido extendido y enriquecido gracias al apoyo de la Fundación Gonzalo Río Arronte. Los resultados con 3591 alumnos de 4º a 6º grado de primaria en Hidalgo y Jalisco muestran efectos significativos como los siguientes: un 39% de incremento en conocimientos sobre las consecuencias del uso de substancias, un incremento del 35% en el rechazo de uso de sustancias (35%). Incremento de 40% en las escalas de factores protectores (toma de decisiones, pensamiento crítico, manejo de emociones) y un incremento de 20% en actitudes favorables hacia la prevención (20%).

Una nueva versión, ahora con énfasis en prevención de VIH/SIDA fue diseñada y aplicada a partir del 2002 con alumnos de primaria de los Estados de Hidalgo y Campeche, bajo el auspicio de los National Institutes of Health (NIH) y en convenio con estos gobiernos estatales. Al finalizar el programa impartido en cuarto año de primaria se ha observado un efecto positivo sobre diferentes dimensiones de la variable "comunicación de temas difíciles". Las niñas mostraron una ventaja sobre los niños en sus actitudes, autoeficacia e intenciones de comunicación. En quinto año, el programa muestra efectos significativos en las escalas de conocimientos sobre la transmisión del VIH, las actitudes hacia la convivencia con personas que viven con VIH/SIDA, y las conductas de comunicación de temas difíciles realizadas. El efecto del programa durante sexto año resultó significativa respecto a los conocimientos sobre VIH y del uso del condón, actitudes hacia la convivencia con personas que viven con VIH y hacia usar condón en el futuro, así como en sus conductas e intenciones de comunicación de temas difíciles (Pick, Givaudan, Martínez y Sirkin, 2006)

El modelo "Yo quiero, yo puedo... prevenir el VIH/SIDA, se ha evaluado también en el nivel preparatoria. Se evaluó a un grupo control con 957 estudiantes pertenecientes a dos escuelas preparatorias y a 1107 pertenecientes a dos escuelas experimentales. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas después de un año de seguimiento en comparación con un grupo control tanto en habilidades relacionadas con conductas protectoras. Se confirmó que el modelo era efectivo para incrementar de manera significativa los conocimientos de esta población sobre sexualidad y VIH SIDA, al pasar del 38 al 77%, además de reportar cambios favorables en las normas personales para comunicarse con adultos sobre sexualidad y en las intenciones para utilizar métodos de protección, reportando incrementos del 54 al 62% (Givaudan, Poortinga y Van de Vijver, 2005; Givaudan, Van de Vijver, Poortinga, Leenen y Pick, en prensa).

 

Yo quiero, yo puedo: Programa oficial para la material Formación Cívica y Ética

En 1998, el arduo trabajo de cabildeo con las autoridades federales dio frutos y la Secretaría de Educación Pública consultó y convocó a algunos organismos civiles para la reforma del currículo oficial en el nivel secundaria. Esto dio a IMIFAP una oportunidad valiosa de compartir con los especialistas y con la sociedad civil la experiencia acumulada en educación para la salud y el desarrollo social. De esta forma, la propuesta de IMIFAP fue elegida de manera oficial y los libros de texto para la materia titulada "Formación Cívica y Ética" incluyen gran parte de los contenidos sugeridos por IMIFAP para adolescentes. Se elaboraron libros de texto para los tres grados escolares (Pick, Givaudan, Troncoso y Fernández, 2000) los cuales han sido distribuidos a más de 11,500,000 de alumnos a nivel nacional.

 

Extensión del programa a poblaciones indígenas con aplicación al desarrollo integral comunitario

En 2001, IMIFAP diseño y sometió una propuesta a la Fundación de las Naciones Unidas. Se planteaba aplicar y evaluar un modelo de Desarrollo Integral Comunitario en el cual se elegirían comunidades en los estados de Hidalgo y Chiapas para participar a través de programas para mujeres, para hombres y para docentes. El programa ha llegado a 689 comunidades en el estado de Hidalgo y a 227 en el estado de Chipas. En esta ocasión los materiales fueron piloteados con niños y niñas indígenas y algunos contenidos fueron adaptados al contexto rural (Pick y Givaudan, 2003). Incluso hubo que diseñar materiales en las lenguas indígenas (Náhuatl y Tsotzil) le planteó a IMIFAP diseñar una versión de "Yo Quiero, Yo Puedo" para ser trabajada principalmente en escuelas públicas rurales de los Estados de Hidalgo y de Chiapas. Este currículo se realizo bajo el titulo "Habilidades para la vida y salud" (Pick y Givaudan, 2003); consideró 10 temas previamente trabajados por IMIFAP y enfatizó entre éstos la prevención de enfermedades, la aceptación de la sexualidad y la equidad de género, el desarrollo de habilidades para organización y la productividad, el autoconocimiento, la comunicación y la expresión de sentimientos.

Las evaluaciones cuantitativas más recientes, realizadas en el Estado de Hidalgo indican cambios favorables de conductas en los niños y niñas de comunidades rurales dirigidas hacia hacer deporte, alimentarse sanamente y evitar el abuso sexual. En el estado de Chiapas se encontró que en indicadores de salud, sexualidad, nutrición, cuidado ambiental y empoderamiento, la población intervenida (niños/as) tuvo un desempeño estadísticamente mayor que el grupo control. Destacan especialmente el mejoramiento significativo en conocimientos, normas, actitudes y la autoeficacia para la prevención del abuso sexual. En el estado de Hidalgo, el programa logró mejoras de manera estadísticamente significativa en indicadores de salud, nutrición, equidad de género, sexualidad, cuidado del medio ambiente y empoderamiento (asertividad y autoeficacia), (Givaudan, Barriga, Bernal y Pick, 2006).

 

Instrumentación en gran escala

A la vez que se han venido desarrollando contenidos específicos, para la prevención de diversos temas, se ha realizado una labor paralela de cabildeo, abogacía y diseminación con miras a la instrumentación a gran escala. Para 1995, el programa "Yo quiero, Yo puedo" se extendió a Baja California Sur, Nuevo León y Jalisco, logrando trabajar de manera simultánea con padres de familia. En los años siguientes se formó a diversos grupos de maestros para aplicar el modelo en otros Estados de la República, como Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas, Hidalgo, Estado de México, Sinaloa, San Luis Potosí, Chihuahua, Querétaro, Guanajuato, Tlaxcala, Puebla y Campeche (Pick y Reyes, 1994) y fue promovido y adaptado por organismos gubernamentales y civiles de otros países, destacando la experiencia de trabajo en Bolivia y Perú. Sin embargo, no fue hasta la aceptación del programa Yo quiero, Yo puedo como programa oficial de Formación Cívica y Ética, en 1998, que se logró llegar de forma masiva a la población de educación secundaria.

El trabajo de abogacía y cabildeo que ha realizado IMIFAP desde 1992 a la fecha, con miras a promover la adopción y apropiación de los programas por parte de las instituciones educativas gubernamentales ha sido extenso. Para ello ha recurrido y aplicado diferentes estrategias, que se describen a continuación. Como punto de partida, cabe destacar la generación de información para influir en la opinión pública. En este sentido, IMIFAP realizó en 1992, en conjunto con una prestigiada empresa encuestadora, una encuesta nacional para conocer el grado de aprobación de los padres de familia sobre la educación sexual de sus hijos. En los años siguientes, siguió implementando dichas encuestas anualmente, de forma que en 1994, 90% de los padres manifestaron apoyar la formación de los maestros en temas como toma de decisiones autónoma, equidad de género, sexualidad, métodos anticonceptivos y prevención de VIH/SIDA (Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población y Gallup, 1993). La difusión de esta información y su utilización en el cabildeo, especialmente con aquellos funcionarios cuya postura hacia el tema era conservadora, fue fundamental para contar con el interés y disposición autoridades para la extensión del programa a otras entidades.

Por otra parte, IMIFAP se enfocó en asuntos clave como la formación de maestros. De esta forma, inició en 1993 negociaciones simultáneas con la SEP y con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, planteando un proyecto piloto de formación en cascada de maestros. Sin embargo, aunque las negociaciones fueron positivas y las instituciones se manifestaron públicamente a favor de ello, no se consolidó este proyecto, por lo que IMIFAP acudió a otras instancias, a través de las cuales era posible formar a maestros de escuelas públicas, para probar y mejorar el modelo. De aquí que estableció una alianza con el DIF (Sistema Nacional de Desarrollo Integral de la Familia) y con otras instituciones educativas como la Universidad Nacional, el Instituto Politécnico Nacional y el CONALEP para instrumentar un programa nacional de formación de maestros. Los resultados de este programa ayudaron a extender el cabildeo con instituciones locales, como las propias Secretarías de Educación estatales.

Como resultado, después de la instrumentación del programa "Yo, mi familia y mi medio ambiente", la Secretaría de Educación Pública, en sus reformas de 1994 para la modernización educativa, retomó al menos 40% de los contenidos propuestos por IMIFAP en sus currículas oficiales y basó su programa de 3ro. de secundaria en la versión de "Adolescencia y Desarrollo" a la que IMIFAP había contribuido. Más importante aún, estas reformas plantearon modificaciones importantes, que aludían a la importancia de promover una educación integral, fomentar no sólo la adquisición de conocimientos sino las capacidades de observación, análisis y reflexión críticos y crear conciencia en los niños y adolescentes sobre la preservación de la salud, hecho que atribuimos en gran medida al trabajo de cabildeo previo de la institución (Diario Oficial de la Federación, 1993).

A partir de 1995 IMIFAP inició la formalización de relaciones con instituciones gubernamentales, estableciendo un convenio con la Secretaria de Educación Publica del Distrito Federal para imprimir cuadernos de trabajo para los grados 1ro. a 3ro. de primaria. En los años siguientes, realizó un trabajo arduo de diseminación y promoción extendiendo el programa a los estados de Sinaloa, San Luis Potosí, Chihuahua, Jalisco, Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas y estableció convenios de colaboración con los DIF estatales, con las Secretarías de Salud Estatales y las Direcciones del Instituto Mexicano de Seguridad Social estatales, así como con universidades y organismos civiles locales (Pick y Reyes, 1994). De la misma forma, identificó a las contrapartes institucionales más adecuadas para entrar en los Estados más conservadores como Querétaro y Guanajuato (Givaudan, Ramón, y Pick, 1999). Sin embargo, el logro más significativo en el plano de la institucionalización de los programas lo constituye la integración en 1998 del modelo a la materia de Formación Cívica y Ética para alumnos de secundaria y los convenios celebrados con el Estado de Campeche y los Estados de Hidalgo y Chiapas, éstos últimos en el marco del Programa de Desarrollo Integral Comunitario apoyado por el Fondo de Naciones Unidas.

 

Conclusiones

Actualmente, IMIFAP ha podido sistematizar e integrar la experiencia acumulada en más de 20 años y consolidar un modelo de fortalecimiento de competencias psicosociales para el desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Esto se expresa en la ultima versión del modelo "Yo Quiero, Yo Puedo". Actualmente el programa contiene tres bloques desde el nivel preescolar a tercero de secundaria: Habilidades para la Vida, Educación para la Salud y Formación Cívica y Ética (Pick y Givaudan, 2006), los cuales incluyen 20 ejes temáticos para ser aplicados en un ciclo escolar. Asimismo se cuenta con un diplomado para formación de docentes tanto a nivel general como con énfasis en prevención de adicciones, VIH/SIDA, violencia y problemas de alimentación. El diplomado incluye un modulo especifico para formación en metodología participativa. La aplicación del programa se ha extendido recientemente a prevención de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares y la metodología se esta llevando a programas en línea para la prevención de VIH/SIDA dirigidos a niños y niñas desde 5º grado de primaria. La evaluación actual se dirige a las repercusiones del programa en el rendimiento escolar y a su aplicación en otras poblaciones de riesgo como migrantes.

Respecto a la evaluación, ahora IMIFAP cuenta con un grupo de expertos que revisa y valida constantemente las psico-métricas que aplica en sus evaluaciones y sus metodologías de trabajo.

Por último, el establecimiento de convenios con gobiernos estatales ha sido fundamental para lograr la instrumentación a gran escala. La difusión nacional de los materiales de trabajo y videos, la continua participación en medios de comunicación y la realización de conferencias informativas, dirigidas particularmente a maestros y padres de familia, han resultado en el interés y motivación de maestros que ha venido organizándose, de forma voluntaria para promover el programa y su extensión tanto en la republica mexicana como en otros países.

De esta forma, podemos dar seguimiento a la instrumentación del programa en el Distrito Federal y en otros Estados en los que hemos trabajado anteriormente. A la fecha, se estima que más de 11 millones de niñas, niñas y adolescentes, maestros y maestras, padres de familia, funcionarios de gobierno y especialistas en educación se han beneficiado de este programa.

Por ultimo cabe mencionar que el programa "Yo quiero, yo puedo" cuenta con los fundamentos teóricos, metodológicos y aplicados para ser institucionalizado tanto como un currículo extraescolar como de manera transversal, a través de todas y cada una de las materias, promoviendo el fortalecimiento de las habilidades para la vida y las competencias psicosociales a lo largo de la formación del niño y el adolescente. De esta manera aumenta la probabilidad de lograr un desarrollo humano sustentable.

 

Referencias

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Recebido em outubro de 2006.
Aprovado em novembro de 2006.

 

 

1 Escrito durante una estancia de investigación en el Centro de Población y Desarrollo de la Escuela de Salud Publica de la Universidad de Harvard.
2 Las autoras desean expresar un especial agradecimiento a todas las organizaciones que han apoyado a IMIFAP a lo largo de 22 años de trabajo para el desarrollo del programa "Yo quiero, yo puedo". Sus nombres se mencionan a lo largo del texto. Asimismo agradecemos la labor de Iwin Leenen, Rocío Martínez, Isaac Ortega y Pavel Osorio en el trabajo de análisis estadísticos, Marco Antonio Barriga en la coordinación de los trabajos de campo y Carolina Ruesga en la sistematización.
3 La relevancia de los resultados en ese momento llevó a que el programa fuera aceptado, por la Secretaría de Educación Pública, para su incorporación en el currículum oficial bajo el nombre de "Adolescencia y Desarrollo" y se logró la difusión de mensajes relacionados con la importancia de la educación sexual a los padres de familia a través de una mini-telenovela desarrollada por IMIFAP, titulada "Platícame de eso" (Secretaria de Educación Pública, 1993).

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