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Psicologia em Pesquisa

versão On-line ISSN 1982-1247

Psicol. pesq. vol.13 no.1 Juiz de Fora jan./abr. 2019

https://doi.org/10.24879/2018001200300478 

Artigo Original

10.24879/2019001300123864

 

Relaciones sociales y prácticas cotidianas del habitante de calle en Medellín, Colombia 1

 

Trelationships and daily practices of homeless people in Medellín, Colombia

 

 

Maricelly Gómez Vargas 2; Gustavo Adolfo Calderón Vallejo 3; Lucas Dávila Cañas 4; María Jimena Osorio Salazar 5; Emerson José Caro Cencio 6; Jonhatan Castaño Gómez 7

 

 


Resumo

Para este artículo se destacan las relaciones sociales y las prácticas cotidianas de 16 personas habitantes de calle que fueron entrevistadas en Medellín, Colombia, previo a un ejercicio de observación y aplicando la etnografía como modalidad a través de la cual se describieron y analizaron los resultados. Se identifica que la población habitante de calle se ha consolidado como un grupo que ha adoptado unas dinámicas sociales que los caracterizan y diferencian de otros grupos poblacionales en lo relacionado con prácticas de sobrevivencia y el modo de relacionarse con el contexto que les rodea, pese a que algunas de ellas son también extrapolables a un contexto social más amplio. Finalmente, el consumo de sustancias psicoactivas es transversal a las prácticas y relaciones de estos participantes.

Palavras--chave: Habitantes de Calle; Relaciones Sociales; Prácticas Cotidianas;


Abstract

For this article we highlight the social relationships and daily practices of 16 street people who were interviewed in Medellin, Colombia, prior to an observation exercise and applying ethnography as a modality through which the results were described and analyzed. It is identified that the street population has consolidated as a group that has adopted social dynamics that characterize them and differentiate them from other population groups in relation to survival practices and how to relate to the context surrounding them, despite that some of them are also extrapolated to a broader social context. Finally, the consumption of psychoactive substances is transversal to the practices and relationships of these participants.

Keywords: Homeless People; Social Relationships; Daily Practices.

 

 

A partir del siglo XXI la humanidad se ha enfrentado a grandes cambios en diferentes ámbitos, a nivel social específicamente las comunidades han sido atravesadas por transformaciones multiculturales que permean todo lo relativo a la vida cotidiana, esto responde a los procesos de globalización y mercantilización que generan una reacción de la sociedad estableciendo una innegable alteración de las dinámicas colectivas por lo que el ser humano se ha visto obligado a adaptarse a nuevos estilos de vida. De este modo, sin darse cuenta, un ciudadano inmerso en un contexto empieza a ser parte de un colectivo donde la cultura ya no depende tanto de él mismo, sino de las tendencias globales (Duhau & Giglia, 2008). En este sentido, las expresiones culturales están influenciadas por las interacciones producto de las experiencias de vida de cada uno de los habitantes de un contexto. Es así como la experiencia heterogénea se transmuta y en ésta emergen identidades grupales, expresadas a través de las prácticas y modos en que los sujetos pertenecientes a estos grupos se relacionan entre sí y con otros actores sociales.

En la literatura se encuentra un abordaje de las costumbres de los habitantes de calle y las características propias de relacionarse con el otro y su contexto próximo, se describen las prácticas cotidianas y la manera particular de habitar un espacio público para sobrevivir (Marcadet, 2007). Algunos autores por su parte se han centrado en analizar dichas prácticas desde componentes y patrones comportamentales concluyendo que estos no responden a unos estándares socialmente constituidos (García-López, 2003).

Autores como Pérez (2003), afirman que los habitantes de calle han construido una sus expresiones culturales de grupo a través de la adopción de prácticas y costumbres propias, y además ha sido considerado como un sujeto que en la calle desarrolla sus interacciones y vínculos interpersonales, mediaciones socioculturales y satisfacen sus necesidades de supervivencia (Tirado & Correa, 2009).

La comprensión sobre el fenómeno de la habitancia en calle exige un abordaje de las maneras en que se establecen los vínculos en el día a día y las prácticas que se gestan tanto a nivel individual como colectivo y que tienen lugar en el desarrollo de la vida cotidiana en la calle como escenario de socialización. De allí que, de acuerdo con la información aportada por los participantes y para efectos de este artículo, las prácticas y las relaciones configuran una vía propicia para el acercamiento a los habitantes de calle, reconocer las actividades que desarrollan para la supervivencia, las que se realizan de manera individual y en conjunto con otros, las prácticas alimentarias y los lugares que visitan con frecuencia.

Los habitantes de calle son una población que ha asumido su vida en espacios públicos de la ciudad, constituyendo sus dinámicas cotidianas en función del contexto que habitan. Para este artículo se presentan las relaciones y las prácticas cotidianas de los participantes del estudio, las cuales van a permitir reconocerlo como un ser con unas particularidades que aportarían a los procesos de intervención y a las políticas públicas para ser ajustadas acorde a las limitaciones y potencialidades de este grupo de personas en Medellín.

 

MÉTODO

 

Enfoque Del Estudio

Se desarrolló una investigación cualitativa cuyo objetivo fue describir e interpretar las identidades y diversidades culturales a partir de las relaciones sociales y las prácticas cotidianas encontradas en los habitantes de calle de la ciudad de Medellín. Se usó una modalidad etnográfica, entendida como una metodología por medio de la cual se aprehende el modo de vida de una colectividad específica; a través de ella se describe e interpretan las expresiones culturales, los estilos de vida y la estructura social de una comunidad. Metafóricamente es una especie de “retrato” del modo de vida de un núcleo social, llámese grupo étnico, barrio, colectivo social, familia (Rodríguez, Gil & García, 1996).

 

Participantes

Los participantes fueron habitantes de calle cuya espacialidad son diferentes sitios que ellos van eligiendo por posibilidades y condiciones para su sobrevivencia. Con el apoyo de personal de la Secretaria de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín que los identificaron, se eligieron 16 habitantes de calle para ser observados en su cotidianidad y entrevistados previas garantías éticas.

Como criterios de inclusión se tuvieron en cuenta: que fueran habitantes cuyo hábitat sea la calle y mayores de edad.

 

Instrumento

En cuanto al instrumento, se construyó una guía de observación para la fase exploratoria, la cual fue desestructurada para observar patrones culturales y formas de vida generales, posteriormente y con las categorías previas establecidas en una fase de profundización se aplicaron a los habitantes de calle una entrevista semiestructurada. La aplicación se realizó por parte de los mismos investigadores, previa aprobación de un consentimiento informado.

 

Validación

Se trianguló la información recogida en la observación y en las entrevistas. También se triangularon los datos con lo encontrado en fuentes secundarias y las apreciaciones de quienes trabajan diariamente desde la institucionalidad con ellos en sus contextos.

La revisión permanente y sistemática de la información recogida, permitió la validación de lo hallado y con esto se obtuvo una visión de conjunto entre los investigadores, que facilitó la revisión y análisis de las categorías emergentes, de tal manera que las unidades de significación estuvieron presentes en sus relaciones, semejanzas y diferencias.

 

Proceso de Recolección

Inicialmente se hicieron contactos con líderes habitantes de calle, por medio de profesionales que trabajan en el Sistema Habitante de Calle de Medellín, para presentarles el proyecto y hacer un proceso de sensibilización, que posibilitó la planificación y aplicación voluntaria de los instrumentos. La información recogida en las entrevistas semiestructuradas fue grabada y se garantizó a los 16 entrevistados el anonimato para una mayor libertad en sus respuestas. En Medellín, el Sistema Habitante de Calle cuenta con varias sedes a donde llegan las personas en esta condición para obtener alimentación, implementos de aseo, además de atención médica y psicosocial. Las entrevistas se realizaron en esos espacios para mayor seguridad y privacidad en el momento de la interacción entre los investigadores y los participantes. Posteriormente la información se trascribió, para la sistematización, descripción e interpretación.

 

Proceso de Descripción e Interpretación de la Información

Se fragmentaron los textos en citas, se hizo la respectiva codificación en una matriz de Excel y para enriquecer la lectura de resultados se tuvieron en cuenta las anotaciones efectuadas al margen en los dos instrumentos aplicados. Se analizaron las tendencias, las similitudes y diferencias, y se discutió con otra información recogida y seleccionada en fuentes secundarias.

 

Limitaciones

Se tomaron los testimonios de habitante de calle sobre su percepción en torno a la vivencia de normas y valores en su entorno sociocultural. Desde lo cualitativo se hace una interpretación sobre lo afirmado a través del lenguaje por ellos con el fin de lograr una comprensión de cómo viven su cotidianidad con respecto al tema y entorno a las interacciones que ellos construyen como sujetos. La intención no fue alcanzar un nivel de generalización a partir de deducciones estadísticas. Por eso para leer los resultados se debe considerar que su alcance tiene un mejor sentido para el contexto en que se vive.

 

Conflicto De Intereses

Se expresa que no hay conflicto de intereses, porque el dinero para la ejecución de la investigación fue proveído por el fondo que La Universidad Católica Luis Amigó tiene destinado para ello.

 

RESULTADOS

 

Relaciones De Los Habitantes De Calle

Dentro de la categoría de relaciones, se describen algunas maneras en las que el habitante de calle establece sus vínculos y cómo interactúa con otros en diferentes dimensiones de la vida cotidiana. De allí que en el establecimiento de las relaciones, se encuentran algunas generalidades para el grupo poblacional, sin embargo, de acuerdo con los testimonios de los participantes, se logran identificar características que particularizan los modos de relacionamiento entre los habitantes de calle, a saber, la cultura y lugares de procedencia, las edades o ciclo evolutivo de las personas, el uso de sustancias psicoactivas, las actividades que realizan e incluso el espacio de ciudad en el que se dan estas interacciones, entre otros.

Durante el proceso investigativo se observaron diferentes formas en las que se dan las relaciones en el habitante de calle, entre las cuales resulta pertinente presentar el consumo de sustancias psicoactivas como una práctica que favorece el encuentro con otros y permanecer reunidos alrededor de este propósito y el desarrollo de otras actividades bajo los efectos de las mismas, como por ejemplo bailar, escuchar música o cantar. Ahora bien, encontramos que algunos habitantes de calle, bajo los efectos del consumo de sustancias psicoactivas, prefieren alejarse y buscar espacios solitarios, evitar el encuentro y contacto con otros, sin embargo, ello también está sujeto al tipo de sustancias que las personas consumen y los efectos que esta genera a cada sujeto.

Otro escenario en el cual se logran evidenciar los modos de relacionamiento, está referido a las actividades que se encaminan a la consecución de recursos económicos, y algunos de los participantes prefieren hacerlo en solitario, por ejemplo, el reciclaje, las ventas ambulantes, la mendicidad y otros oficios varios, y sólo hasta la culminación de la labor se disponen para reunirse y compartir lo producido con otros. También hay algunos que se reúnen en pequeños grupos para generar acciones como el hurto.

Por su parte, se encuentra que en gran medida esta población establece lazos transitorios de relacionamiento con el otro en temas como las relaciones sentimentales o de pareja, estas se establecen como un mecanismo de ayuda para vivir el día a día y suplir algunas de sus necesidades; no obstante, llegan a establecer fuertes vínculos en lo que a las relaciones de amistad se refiere, aun cuando estas pueden verse afectadas rápidamente por dificultades propias del medio de sobrevivencia en calle, y se identifica que estas relaciones se fundan en la satisfacción de necesidades personales con un nivel de reciprocidad importante, dichos intereses en gran parte de los casos se presentan explícitamente entre las partes, lo cual no niega la existencia de movimientos de solidaridad entre la población, con diferentes objetivos.

Otro hallazgo importante es la percepción que tienen los participantes del otro semejante no habitante de calle y del par habitante de calle, sintiendo discriminación por parte de ambos. Describen que muchas de las formas en que se relacionan se caracterizan por ser hostiles, donde lo que prima es el bien particular, trasgrediendo la integridad del otro. También hay unos casos en los que pueden verse menos discriminados al recibir ayuda de otras personas en la calle, de quienes reciben dinero para comprar sustancias psicoactivas o para alimentarse, y se sienten a gusto cuando reciben ayudas de los programas estatales o de asociaciones sin ánimo de lucro que les provee alimentación con cierta periodicidad.

Esto da cuenta también de que existe una dimensión de las relaciones que se instala a nivel de la interacción con las instituciones y con sus funcionarios. En términos generales, los participantes reportan un estilo de relacionamiento con estos actores, que destacan como de bienestar, reciprocidad y soporte tanto afectivo como material, al menos en lo que a las entidades estatales o privadas de carácter social se refiere. Sin embargo, se observa que en gran medida tienen dificultad a la hora de relacionarse con otras instituciones, tales como la Policía Nacional o personal de espacio público, debido al trato que de estas reciben, causándoles gran malestar la manera como los desplazan de espacios donde habitan y de los cuales se sientes apropiados.

Finalmente, en lo que respecta a las relaciones con el grupo familiar o red de apoyo, se pudo observar que hay una ruptura radical, haciendo mención de esto como la causa por la cual llegan a la situación de calle, destacándose también que algunos de los participantes continúan teniendo contacto con sus familias o redes de apoyo con cierta frecuencia, recibiendo incluso algunos apoyos de carácter económico, alimentario o de vestido.

 

Prácticas Cotidianas De Los Habitantes De Calle

Dentro de las prácticas asociadas para la subsistencia en calle se encuentran aquellas actividades a través de las cuales logran acceder o suplir algunas necesidades de carácter económico, alimentario o para consumo de sustancias psicoactivas, como el reciclaje, las ventas ambulantes, el hurto, la prostitución y la mendicidad, esta última dirigida a la consecución de dinero, prendas de vestir o alimentos.

Se destacan otras actividades como la elaboración de pipas para vender, el intercambio de objetos como cigarrillos, maquillaje, ropa, comida y el cuidado de locales comerciales, actividades realizadas generalmente en solitario, pues manifiestan cierta preferencia por permanecer sólos para reflexionar y pensar. Entre las actividades realizadas en compañía, los participantes refieren el consumo de drogas, que también realizan a solas, dialogar, jugar y con frecuencia en estos espacios se presentan discusiones y peleas.

Por otra parte, con relación al dinero no expresan tener hábito de ahorro y lo usan en gran medida para comprar drogas, pues las necesidades asociadas a la alimentación las logran suplir a partir de diversas prácticas, entre ellas la mendicidad. De las prácticas alimentarias, cabe añadir que existe una preferencia por la comida tradicional, y también es habitual el consumo de snacks. Es importante destacar que los alimentos pueden obtenerse acudiendo a los botes de la basura, pidiéndoselos a las personas que lo están consumiendo o comprándolos, no siendo ésta la práctica más habitual. Con relación a la alimentación es importante señalar que no existen hábitos alimenticios, incluso pueden postergar la ingesta de alimentos por varios días en función del consumo de sustancias psicoactivas que a su vez mitiga la sensación de hambre.

Así mismo, se encuentran las prácticas relacionadas con los lugares que frecuentan, muchos de los cuales se caracterizan porque es allí donde pueden acceder al consumo de drogas. Otros lugares se escogen para conseguir dinero, acudiendo a las zonas céntricas de la ciudad, y algunos prefieren permanecer en el mismo lugar y no tener que desplazarse. También reportan deambular por diferentes lugares, retornando la mayoría de veces a los sitios donde pueden acceder al uso de drogas. Otro aspecto importante al momento de referir los lugares de frecuencia, tiene que ver con los espacios en que pasan la noche, para lo cual recurren a la elaboración de refugios con material plástico, cartón, entre otros. Y otros prefieren simplemente las aceras y puertas de los locales comerciales, de los cuales son desalojados con regularidad; de esto se desprenden también las prácticas de autocuidado, pues se identifica que pasan largos periodos sin realizarse aseo personal o bañarse, y por eso acuden a los centros de básica* u hoteles, así mismo, las necesidades fisiológicas se realizan en baños públicos o zonas públicas como la calle o espacios verdes.

 

DISCUSIÓN

La calle es un escenario posible para la satisfacción de necesidades básicas y al mismo tiempo un espacio en el cual se pueden realizar actividades y prácticas vinculares. Delgado (2002) sostiene que las sociedades humanas son una manifestación de complejidad, al mismo tiempo que indica que la calle es un espacio público en el que a pesar de la vigilancia y las violencias, se puede respirar mejor que en escenarios como la empresa, la escuela y el hogar. Es tal vez esta una de las razones por las cuales algunos de los participantes de esta investigación deciden habitar la calle como su lugar de socialización y generación de vínculos y relaciones, pues expresan que en la calle se liberan de algunas presiones sociales aun cuando deban someterse a otras, encontrando formas para hacer frente a dichas adversidades, por medio del encuentro con el otro, bien sea a través de relaciones duraderas o efímeras, instrumentales o no y para el uso de sustancias psicoactivas, entre otras.

Moreno, Espinosa & Zapata (2017) identificaron la importancia del grupo en el escenario de la calle para minimizar la vulnerabilidad frente a los actos de violencia por parte de otras personas o grupos. Si bien en las narrativas de los informantes podemos constatar los argumentos propuestos por Delgado (2002), es importante contextualizar los presupuestos del autor, pues este propone la calle como un escenario público en el cual se dan relaciones de manera transitoria, incluso entre el habitante de calle y el transeúnte, sin embargo, en la calle se dan otros modos de interacción entre los grupos que hacen de este un lugar, no de tránsito, sino de habitabilidad, tal como los resultados indican. El habitante de calle establece vínculos no sólo con otros habitantes de calle, sino con quienes transitan por las calles y el espacio público, adicionalmente habitan y se vinculan con el entorno de tal manera que se apropian del mismo, lo significan y lo modifican en su cotidianidad, aún más, el habitante de calle a pesar de la aparente precariedad de los vínculos en el espacio público, logra poblar la calle con prácticas y sentidos en el día a día (Rosa, 2012).

Así mismo Correa (2007) describe cómo en la calle se logran construir relaciones de gratificación entre los actores sociales que le habitan a pesar de las dificultades que este escenario supone con relación a las prácticas de supervivencia, el encuentro con actores sociales legales e ilegales, entre otras adversidades.

También se construyen representaciones entre los habitantes de calle alrededor de la amistad y las relaciones que entre sí mismos establecen, encontrando dificultades para considerar la existencia de vínculos fraternos y cercanos hasta vínculos en los que hay quienes darían la vida por el otro, es en esta perspectiva que Correa (2007) comprende que en la calle se construyen realidades complejas desarrollando códigos, cultura, moral y prácticas propias de solidaridad, respeto, convivencia y libertad; al mismo tiempo, el espacio público se puede entender como un espacio en el cual se da el cruce de la diferencia en donde se tejen vínculos solidarios o todo lo contrario (Boy, Marcús & Perelman, 2015).

De acuerdo con los resultados, es posible afirmar entonces que el habitante de calle tal como cualquier actor social en otros contextos, no puede prescindir de la existencia del otro para lograr la satisfacción de necesidades humanas, particularmente necesidades básicas, aun cuando bajo la influencia de algunas prácticas se lleven a cabo actividades en solitario, es decir, que logran prescindir del otro en escenarios específicos, pero del otro como sujeto social, así entonces, el sujeto habitante de calle deberá construir redes para garantizar el acceso a servicios gubernamentales u ofertas de organizaciones sociales y la satisfacción de necesidades tales como alimentación y autocuidado (Boy, Marcús & Perelman, 2015).

Resulta importante destacar que en las redes construidas en la calle como escenario de sobrevivencia, no sólo actúan los grupos de habitantes de calle, sino también otros actores que se encuentran en este espacio y que no son habitantes de calle, entre los cuales se identifican los comerciantes, jibaros, vendedores ambulantes, estableciendo interacciones de cooperación que nutren también los modos de relacionamiento con el habitante de calle, este último encontrando allí la posibilidad de sobrevivir a través de múltiples actividades y satisfacer sus propias necesidades (Moreno, Espinosa & Zapata, 2017).

Similar al estudio acá presentado, el abordaje del habitante de calle se ha realizado desde la perspectiva descriptiva de algunas de sus costumbres cotidianas y de sus características de relacionamiento con el otro y el contexto que les rodea. En este sentido, se evidencia una marcada tendencia por identificar características de las prácticas cotidianas que se presentan en el contexto de calle, por ejemplo, la especificidad de un sitio frecuentado y las actividades realizadas en él (Marcadet, 2007).

Otros autores abordan las prácticas de los habitantes de calle con el fin de analizar diversos patrones comportamentales y de relacionamiento social del sujeto, por ejemplo, García-López (2003), enfatiza que las prácticas cotidianas de esta población van encaminadas a efectuar movimientos de “anti-disciplina” que no responden a unos estándares socialmente constituidos pero que se establecen como un modo de relacionamiento en el cual las prácticas propias se trasforman en una extensión de la persona a modo de herramienta con la que se vincula con los otros y su contexto próximo en un marco aparentemente instaurado.

Las prácticas de los ciudadanos habitantes de calle, implican en sí mismas, la exploración de actividades, costumbres, rituales y otras interacciones sociales que configuran escenarios para que la identidad y la cultura callejera sean posibles. Entendiendo la cultura callejera según Pérez (2003) como los modos de vida, las costumbres, conocimientos y la elaboración de estrategias para la sobrevivencia, siendo así la calle un lugar para la creación de códigos y una cultura propia, tal como sucede en cualquier modo de cultura.

Si bien Pérez (2003) asume tácitamente la existencia de una cultura callejera, no se tiene claridad respecto de su conformación y el modo en que se construye; sin embargo, es imposible no reconocer el papel activo de los sujetos en el marco de algunas prácticas, tácticas y saberes comunes en espacios callejeros (Saucedo & Taracena, 2011). Es el caso de las prácticas de consumo de sustancias psicoactivas que son transversales a las actividades, costumbres y rituales de los habitantes de calle, bien sean estas de carácter grupal o individual.

En la cultura callejera se destacan aspectos como la sexualidad, las adicciones y la violencia, entendidos estos últimos como expresión de goce y libertad (Pérez, 2003). Además, autores como Cortés, Gómez, Martínez & Quintana (2015) afirman que los habitantes de calle adquieren la connotación de ser recolectores de bienes y servicios urbanos (alimentos, monedas, ropa, entre otros), en este sentido, se desarrolla un modo de vivir y asumir la vida, donde la calle se transforma en lenguaje de ciudad tejida a través de tradiciones y soportes simbólicos para personas que han optado por renunciar a lo irrenunciable. Dadas estas condiciones, es posible pensar las maneras de estar en la calle como la reproducción de estructuras pre-callejeras, de prácticas socioculturales, elementos y patrones sociales de origen, aunque en algunos casos aparecen reproducciones creativas (Saucedo & Taracena, 2011).

Se podría señalar que el habitante de calle al igual que cualquier otro sujeto, configura identidades y prácticas marcadas por el dinamismo de los flujos y las relaciones, como miembros de un grupo humano, que realizan actividades fundamentales en su cotidianidad, es decir, su significación a partir de elementos comunes al grupo, que ayudan a la demarcación y construcción que, en este caso, está dada por elementos tanto físicos como simbólicos: un fogón construido con piedras, los instrumentos de cocina camuflados en el árbol, los cartones y plásticos que constituyen su refugio. Así mismo, los rituales corporales, los gestos de aceptación o rechazo, el lenguaje y muchas otras prácticas que ayudan a construir un cierto nivel de pertenencia e identidad de grupo (Ortiz, 2004), esto quiere decir, que hay unas particularidades que les permite asumir una identidad como grupo social, pero al mismo tiempo se evidencian unas diversidades en sus prácticas cotidianas, una heterogeneidad acorde a sus historias personales, lugares de origen, niveles de formación, entre otros, y por eso la coexistencia de unas identidades y diversidades culturales del habitante de calle.

A partir de lo expuesto por los participantes, es importante resaltar las prácticas más comunes encontradas y que confluyen con los planteamientos de algunos autores como lo es la recolección de bienes y servicios urbanos (alimentos, dinero, ropa, entre otros), el consumo de drogas y la manera de relacionarse con el otro. Cortés, Gómez, Martínez & Quintana (2015). Mencionan que esta población a través de dichas prácticas desarrolla otro modo de vivir y asumir la vida, así mismo Lindon (2005) nombra las prácticas como modo de sobrevivencia donde la calle se transforma en lenguaje de ciudad que se teje a través de tradiciones y soportes simbólicos; sin embargo, el abordaje de los autores no va encaminado a considerar dichas prácticas como parte de una construcción propia de identidad cultural.

Se podría señalar que el habitante de calle configura prácticas marcadas por el dinamismo de su contexto próximo y las relaciones, como miembros de un grupo que realizan actividades fundamentales en su cotidianidad, es decir, su significación a partir de elementos comunes al grupo, que ayudan a la demarcación y construcción que, en este caso, está dada por elementos tanto físicos como simbólicos: pedir dinero y alimentos, recolectar los cartones y plásticos para la construcción de un refugio, acumular objetos, realizar rituales corporales, y desarrollar prácticas gestuales de aceptación o rechazo y otras prácticas que ayudan también a construir un cierto nivel de pertenencia de grupo, que según Ortiz (2004) son los elementos que constituyen y dan lugar a un sujeto dentro de un colectivo. Es así como la adopción de prácticas comunes que de manera generalizada son reconocidas tanto por el grupo como por el contexto que les rodea, establece procesos de identidad (Navarro & Gaviria, 2010).

Finalmente, la relación de esta población con el consumo de psicoactivos o con conductas adictivas se ha identificado en diversos estudios a nivel local, nacional e internacional (Montecino, 2008; Valderrama, Sánchez, Cárcamo & Mazo, 2016; Restrepo, 2016), unas enfatizándolo como un factor mantenedor de la elección por la vida en la calle, y otras considerándola como una de las razones por las cuales llegaron a esa situación, es decir, como un factor explicativo y causal. En este estudio, fue identificada como una práctica que transversaliza la forma de relación con otros y como una prioridad entre sus necesidades básicas que tiene incidencia en el manejo del dinero, o en los lugares donde permanecen, siendo así un eje en las identidades y diversidades culturales del habitante de calle que evidencia en pequeña escala lo que en la sociedad en general se ha conocido como la lucha contra las drogas y el narcotráfico, en otras palabras, así como el consumo de drogas es una constante en este grupo poblacional, también lo es en otros niveles socioeconómicos, en niños, jóvenes y adultos con o sin educación, y por tanto no es una condición que lo particulariza y le otorga identidad propia.

 

CONCLUSIONES

Las personas habitantes de calle han constituido unas prácticas cotidianas que dan respuesta a su forma de vida y la interacción con el contexto que les rodea. Estas prácticas se han consolidado extendiéndose al colectivo como tal creando identidad de grupo el cual las establece y reconoce como propias. Es así como la dinámica cotidiana se funda en unos roles específicos que asume cada individuo componiendo una imagen que se traslada a la colectividad.

En consonancia con lo anterior, se puede afirmar que los habitantes de calle han adoptado unas prácticas propias que responden a su forma de vida, las cuales se clasifican en prácticas de subsistencia que hacen alusión a las actividades que logran suplir necesidades básicas, las prácticas individuales y grupales que distinguen las actividades realizadas cuando están sólos, tales como pensar y reflexionar, y las actividades grupales como los juegos; también las prácticas alimentarias en las que se evidencia una preferencia por la comida tradicional y una ausencia de hábitos alimenticios y, finalmente, las prácticas relacionadas con los lugares que frecuentan en los cuales realizan actividades específicas como conseguir dinero, consumir drogas y pasar la noche.

De acuerdo con lo expuesto, es importante mencionar que, salvo algunas prácticas asociadas a la supervivencia en un contexto especifico como la calle, se configuran una prácticas que podrían denominarse culturales o identitarias muy particulares y específicas, que pudieran diferenciarse de algunas prácticas o modos de relacionarse de otros contextos o grupos poblacionales en otras condiciones y escenarios de vida; sin embargo, existen modos de relacionamiento y prácticas que podrían extenderse a un contexto más amplio y que son homologables a la cultura pensada en una dimensión macro, es decir, que existen conductas, modos de hacer vínculo y prácticas sociales que transversalizan los subgrupos poblacionales, a saber, actividades que en ocasiones algunas personas prefieren realizarlas en solitario o en conjunto, relaciones de pareja o sentimentales de corta duración, relaciones de la vida cotidiana que podrían denominarse instrumentales o en beneficio de la satisfacción de necesidades, relaciones de amistad duraderas, la estigmatización y en ocasiones relaciones hostiles, son manifestaciones culturales que podrían encontrarse en cualquier expresión o interacción humana más allá de la condición de calle.

Por último, es importante señalar que el consumo de drogas atraviesa la mayoría de las prácticas que realizan los habitantes de calle y muchas ellas se dan en función de dicha actividad, como conseguir dinero, frecuentar lugares específicos y relacionarse con otros con el único objetivo de consumir drogas.

 

RECOMENDACIONES

Aunque se reconoce que existen procesos de acompañamiento, formación y desarrollo, además de una política para contribuir a la solución de las problemáticas que viven los habitantes de calle, se recomienda que se profundice en una línea sobre características culturales de los grupos de habitante de calle, para que se les reconozca en su cotidianidad y en sus contextos como ciudadanos y como sujetos de derechos y no sólo se les señale y se les hostigue desde el todo social, como personas generadoras de problemas. Brindándoles oportunidades y partiendo de sus diferencias y sus potencialidades podremos encontrar aportes desde ellos para una reconstrucción del tejido social. Esto se logrará en una mejor forma si los conocemos desde la investigación y los reconocemos como ciudadanos.

 

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a los ciudadanos habitantes de calle que compartieron los testimonios sobre las experiencias de su vida. También a la Secretaria de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín por su participación e intercambio de ideas y experiencias y a la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad Católica Luis Amigó y al Programa Jóvenes Investigadores.

 

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Endereço para correspondência:

Universidad Luis Amigó

Tv. 51a ###67B 90, Medellín, Antioquia, Colômbia

Maricelly Gómez Vargas

E-mail: maricellygomez@gmail.com

recebido: 05-02-2019

aceito em: 27-02-2019

 

* Centros de atención que ofrece alimentación, un lugar donde dormir y asearse, tener acceso al documento de identidad, y al cual pueden asistir de manera voluntaria y no permanente.

1 Este artículo es producto del Proyecto de Investigación “Identidades y diversidades culturales del habitante de calle: Más allá de los imaginarios alrededor del consumo de psicoactivos”, financiado por la Universidad Católica Luis Amigó y por la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín. Un especial agradecimiento a los ciudadanos habitantes de calle que compartieron los testimonios sobre las experiencias de su vida a través de las entrevistas, en torno a los temas en cuestión.

2 Magíster en Psicología, docente Universidad Católica Luis Amigó, miembro del grupo de investigación en farmacodependencia y otras adicciones (GIFA)

3 Magíster en Estudios Urbanos Regionales, docente Universidad Católica Luis Amigó, líder grupo de investigación en farmacodependencia y otras adicciones (GIFA), correo: gcalderonvallejo@gmail.com

4 Psicólogo, especialista en intervenciones psicosociales, estudiante de maestría en intervenciones psicosociales de la Universidad Católica Luis Amigó. Joven investigador del grupo de investigación en farmacodependencia y otras adicciones (GIFA). Correo: davilac88@gmail.com.

5 Licenciada en educación especial. Estudiante de la maestría en intervenciones psicosociales de la Universidad Católica Luis Amigó. Correo: jimeos29@hotmail.com

6 Maestro en artes plásticas, especialista en intervenciones psicosociales, estudiante de maestría en intervenciones psicosociales de la Universidad Católica Luis Amigó. Correo: yaacaboo@outlook.com

7 Psicólogo. Miembro del equipo de Análisis y planeación social de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín. Correo: jonhatan.castano@medellin.gov.co

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