SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.41 número2Empoderamiento, participación y autoconcepto de persona socialmente comprometida en adolescentes chilenosThe language of risk in psychology: a social constructionist analysis of a psychological database índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Interamerican Journal of Psychology

versão impressa ISSN 0034-9690

Interam. j. psychol. v.41 n.2 Porto Alegre ago. 2007

 

 

Estilos de personalidad y afrontamiento situacional frente al envejecimiento en la mujer

 

Women's personality styles and situational coping with aging

 

 

Deisy Krzemien1

Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

 

 


RESUMEN

Este trabajo examina la relación entre estilos de personalidad y estilos y estrategias de afrontamiento frente a situaciones críticas del envejecimiento en adultas mayores. Una muestra de 212 participantes fue entrevistada acerca de eventos críticos experimentados en la vejez y evaluada mediante los cuestionarios MIPS y Brief-COPE. La mayoría de los estilos y estrategias de afrontamiento se asoció con determinados estilos de personalidad, en correspondencia a lo esperado según el modelo bipolar de personalidad de Millon. El afrontamiento activo y el apoyo emocional se asociaron positivamente con extraversión, modificación y comunicatividad, y negativamente con retraimiento, acomodación e introversión. El afrontamiento focalizado en el problema se asoció positivamente con intuición, firmeza y control, y negativamente con sensación, vacilación y sometimiento. El afrontamiento evitativo correlacionó positivamente con preservación y negativamente con apertura. Los estilos de personalidad tienen un rol importante en el uso de estrategias de afrontamiento en el envejecimiento femenino.

Palabras clave: Estilos de personalidad, Estrategias de afrontamiento, Eventos de vida críticos, Vejez, Adultas mayores.


ABSTRACT

This paper examines the relationship between the personality styles, coping styles and strategies in the elderly-women's critical situations. A 212-participants sample was interviewed on the critical events experienced at old age and later assessed using the MIPS and Brief-COPE questionnaires. Most of the coping styles and strategies were correlated with determined personality styles regarding the Millon's bipolar model of personality. The active coping and the emotional support were positively correlated with Extraversing, Modifying and Outgoing, and negatively correlated with Retiting, Accommodating and Introversing. The problem-focused coping was positively correlated with Intuition, Asserting and Controlling, and negatively correlated with Feeling, Hesitating and Yielding. The avoided coping was positively correlated with Preserving and negatively correlated with Enhancing. The personality styles play an important role in the use of female aging coping strategies.

Keywords: Personality styles, Coping strategies, Critical life-events, Old age, Elderly women.


 

 

El interés por la adaptación y ajuste psicológico de la mujer anciana a las situaciones de crisis crece a medida que se incrementa el envejecimiento poblacional con un predominio femenino. Clínicos e investigadores sugieren que los cambios asociados a pérdidas, propios del proceso de envejecimiento, afectan la adaptación vital (Baltes, Linderberger, & Staudinger, 1998; Colodrón, 1999; Hamarat, Thompson, Steele, Matheny, & Simons, 2002; Labouvie-Vief & Diehl, 1999; Menninger, 1999; Thomae, 2002). Existe una marcada variabilidad en la forma en que las personas responden y se adaptan a dichos cambios. Mientras que algunas presentan un comportamiento disfuncional y síntomas de inadecuación, otras mantienen un nivel de adaptación saludable o incluso incrementan su bienestar, aún en la edad avanzada. Los teóricos del afrontamiento asumen que esta diferencia en las respuestas adaptativas resulta de la elección y uso de estrategias de afrontamiento.

Los trabajos pioneros de Lazarus y Folkman definen las estrategias de afrontamiento como "los esfuerzos cognitivos y conductuales que se desarrollan para manejar, tolerar o reducir las demandas externas y/o internas y los conflictos entre ellas, que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo" (Folkman & Lazarus, 1980, p. 223). Determinadas estrategias de afrontamiento activo orientadas a confrontar la situación crítica son usualmente descriptas como adaptativas; mientras que aquellas denominadas pasivas, consisten en la ausencia de enfrentamiento o conductas de evitación y son consideradas desadaptativas (Aldwin & Revenson, 1987; Brissette, Scheier, & Carver, 2002; Carver, Scheier, & Weintraub, 1989; Dávila & Guarino, 2001; Lazarus & Folkman, 1986). Si bien existen numerosas clasificaciones del afrontamiento, la mayoría de los autores (Aldwin & Revenson, 1987; Carver et al., 1989; Lazarus & Folkman, 1986; Moos, 1988) distinguen tres dominios del afrontamiento: cognitivo, conductual y emocional, según se oriente a la resignificación de la situación crítica, al intento de resolución del problema, y/o a la regulación de las emociones suscitadas. Carver et al. (1989) han desarrollado un modelo integrador de estilos y estrategias de afrontamiento y un instrumento de medición (COPE), discriminando tres escalas conceptualmente diferentes: 1. afrontamiento enfocado al problema; 2. afrontamiento enfocado a la emoción; y, 3. afrontamiento desadaptativo.

Entre los factores que la literatura científica considera condicionan el uso de estrategias de afrontamiento, se destacan las características de personalidad, desde una perspectiva disposicional (Bouchard, Guillemette, & Landry-Léger, 2004; McCrae & Costa, 1986; Vollrath, Torgersen, & Alnaes, 2001). Se alude, así, a un patrón estable de personalidad que constituye un estilo de afrontamiento o afrontamiento rasgo (Moos, Holahan, & Beutler, 2003; Bouchard et al., 2004). Las disposiciones personales pueden explicar por qué algunas personas son más vulnerables a sufrir crisis o desajuste psicológico en tanto tienden a usar estrategias de afrontamiento desadaptativas.

Existe vasta evidencia empírica acerca de la relación entre estrategias de afrontamiento y rasgos de personalidad desde una perspectiva factorial basados en los modelos bio-factoriales de Cattell y Eysenck, y en modelos léxico-factoriales como los Cinco Grandes de McCrae y Costa- (Bolger, 1990; Bosworth, Bastian, Rimer, & Siegler, 2003; Brissette et al., 2002; Carver et al., 1989; Maestre, Martínez, & Zarazaga, 2004; McCrae & Costa, 1986; Vollrath et al., 2001). La mayoría de estos estudios se han centrado en el papel de determinados rasgos tradicionales de personalidad (neuroticismo, extraversión, optimismo, pesimismo, etc.) como predictores del afrontamiento eficaz o ineficaz. Carver et al. (1989) hallaron que ciertos rasgos de personalidad disfuncional se asociaron positivamente con estrategias pasivas y desadaptativas, y negativamente con estrategias activas y adaptativas; por otro lado, en el caso de los rasgos de personalidad considerados funcionales o deseables, las correlaciones halladas fueron en sentido inverso. Sin embargo, estas correlaciones no se mostraron fuertes. Estos autores asumen que la elección de estrategias de afrontamiento frente a situaciones particulares se explica por preferencias relativamente estables, las cuales pueden derivar de rasgos de personalidad como del conjunto de estrategias que conforman un estilo disposicional de afrontamiento que a la persona le ha resultado útil y familiar. Por su parte, Terry (1994) sostiene que la forma en que las personas afrontan una situación crítica parece ser, en parte, contingente a cómo ellos han afrontado las crisis en el pasado.

Por otro lado, la perspectiva contextualista (Aldwin & Revenson, 1987; Lazarus & Folkman, 1986; Parkes, 1986) asigna mayor papel a la naturaleza de la situación y a los recursos externos en la selección y uso de estrategias de afrontamiento. La cuestión acerca del rol de los factores disposicionales y situacionales en el afrontamiento aún está pendiente de esclarecimiento.

En el caso de la vejez, recientemente la atención está siendo dirigida a la influencia de disposiciones o rasgos personales en la adaptación al envejecer. En este sentido, se halló relación entre los rasgos personales de responsabilidad, confianza, conformismo y firmeza, y el uso de cuatro estrategias de afrontamiento: análisis lógico, reinterpretación, tolerancia a la incertidumbre y sustitución (Helson & Wink, 1992). Labouvie-Vief y Diehl (2000), por su parte, hallaron una relación entre la madurez de la personalidad y una tendencia a usar estrategias de afrontamiento cognitivas.

En la tradición de las concepciones multirrasgo de la personalidad, y en alternativa a los modelos factoriales, el modelo de personalidad de Millon (1976, 1990) representa una aproximación dimensional de la personalidad normal y responde a una perspectiva integradora biosocial, evolucionista, cognitiva y ecológica. Según Millon (2001), el estilo de personalidad es una configuración de rasgos que resulta de disposiciones biológicas y del aprendizaje experiencial, y que define una modalidad estable de comportarse y de relacionarse con el medio. El estilo de personalidad se describe según tres bipolaridades: metas motivacionales, modos cognitivos y conductas interpersonales.

Entre las escasas investigaciones que evalúan la personalidad desde el modelo de Millon, un diseño prospectivo en adultas mayores mostró una disminución en dependencia y autocrítica, y un aumento en confianza, conformismo y tolerancia con el avance de la edad (Kogan, 1990). En la población hispana, se halló que las personas a partir de la adultez tardía, se caracterizan por una orientación a los otros y por los rasgos de reflexión, introversión, conformismo, sistematización, sensibilidad y control (Hernáez & Bardaji, 2001). Sin embargo, aún no existen estudios que evalúen la relación entre la personalidad, según el modelo dimensional de Millon y el afrontamiento según la concepción teórica de Carver (Carver et. al., 1989). En este sentido, este trabajo se orientó a: a) describir la relación entre estilos de personalidad (Millon, 2001) y estilos y estrategias de afrontamiento (Carver et. al., 1989); y, b) indagar las situaciones críticas del envejecimiento que sufren las adultas mayores y su apreciación cognitiva.

 

Método

Esta investigación se realizó mediante un diseño transversal con metodología descriptiva y correlacional, ya

que se orientó a establecer las posibles relaciones entre las variables de estudio: estilos de personalidad y afrontamiento.

Participantes

Se conformó una muestra no probabilística de 212 mujeres adultas mayores entre 60 y 95 años de edad de la ciudad de Mar del Plata/AR. La media de edad es de 71,75 años con un desvío estándar de 6.85. Las características descriptivas de la muestra aparecen en la Tabla 1. La mayoría de los participantes eran amas de casa (97.2%), jubiladas (78.3%), con estudios primarios (73.1%), viudas (52.4%) o casadas (35.8%). La muestra fue seleccionada intencionalmente de distintas instituciones dedicadas a la tercera edad: el 50% de la muestra se integra por participantes procedentes del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI); un 14.2 % corresponde al Programa Universitario de Adultos Mayores (PUAM), y otro tanto al Servicio de Atención Primaria a la Tercera Edad del Hospital Privado de Comunidad de Mar del Plata (SATE); el 9.4 % proviene de salas de espera de diferentes instituciones y/o consultorios de salud, el 7.1% corresponde a Centros de Jubilados, el 3.3% a la Asociación Cristiana Femenina, y casi un 2% fueron entrevistados en su hogar particular. Se incluyeron participantes exentos de sintomatología neurológica, invalidez cognitiva y/o inmovilidad física, y se excluyeron personas institucionalizadas.

 

 

Materiales

Se aplicaron los siguientes instrumentos para la recolección de datos:

1. Cuestionario de datos socio-ocupacionales y educativos.

2. Entrevista estructurada para indagar las situaciones críticas del envejecimiento femenino. Se les solicitó a las participantes que reportaran la situación más crítica relativa al envejecer que habían afrontado en los últimos 2 años. Este lapso de tiempo fue deliberadamente determinado ya que es suficientemente largo para incluir la exposición a eventos críticos que requieren del paso del tiempo y, a la vez, suficientemente corto para recordar la percepción del impacto del evento.

3. Escala de apreciación cognitiva, derivada del cognitive-appraisal model of coping de Lazarus y Folkman (1986), el cual indaga evaluación primaria y secundaria. Para examinar la evaluación primaria, se les solicitó a los participantes que describieran el significado o valoración de la situación crítica en términos de amenaza, desafío, pérdida, beneficio o natural de la vida. Se añadieron otras categorías de análisis obtenidas en estudios previos (Chovan & Chovan, 2001; Krzemien, Monchietti, & Urquijo, 2005) además de amenaza y desafío, utilizadas por Lazarus y Folkman. Se les permitió dar una sola opción de respuesta. Para la evaluación secundaria, se indagó el grado de control de la situación percibido por las participantes en una escala ordinal (escasamente, medianamente o casi totalmente controlable) y se les preguntó si creían que ellos podían hacer algo o cambiar la situación, con un formato de respuesta si/no (Chovan & Chovan, 2001).

4. Cuestionario Brief-COPE (Carver, 1997), versión situacional abreviada en español, el cual responde teóricamente al modelo de afrontamiento de Lazarus y Folkman (1986) y al modelo de autorregulación de Carver et al. (1989). La estructura factorial del cuestionario es consistente a su versión original completa (Carver et. al., 1989). La versión abreviada consta de 28 ítems que se agrupan por pares en 14 estrategias reunidas en tres escalas según análisis factorial: 1) afrontamiento enfocado al problema: afrontamiento activo, búsqueda de apoyo instrumental, reinterpretación positiva, planificación, aceptación, renuncia, humor; 2) afrontamiento enfocado a la emoción: apoyo emocional, descarga emocional; 3) afrontamiento evitativo: autodistracción, religión, negación, uso de sustancias; y, una última escala autocrítica. El Brief-Cope posee propiedades psicométricas satisfactorias: todas las escalas demostraron buenos índices de consistencia interna (Coeficiente Alfa de Cronbach entre .60 y .90, y .50 sólo en una escala), validez concurrente y confiabiliadad test-retest (Carver, 1997), y cuenta con amplia validación en numerosos estudios (Meyer, 2001; Perczek, Carver, Price, & Pozo-Kaderman, 2000; Urcuyo, Boyers, Carver, & Antoni, 2005; etc.). El afrontamiento es evaluado en relación a las estrategias que los participantes usan para responder a una situación en una escala ordinal de cuatro puntos (desde escasamente frecuente a muy frecuente). Puntualmente, los participantes fueron entrenados en evaluar la frecuencia en que usaron cada estrategia descripta por los ítems del cuestionario frente a la situación crítica que reportaron.

5. Inventario Millon de Estilos de Personalidad, MIPS (Millon, 2001) en su adaptación española (García & Sánchez-López, 1999; Sánchez-López & Casullo, 2000). El cuestionario ofrece una completa medida de la personalidad no patológica en adultos. Consta de 180 ítems respecto de los cuales el participante debe determinar si le son aplicables (formato de respuesta verdadero/faso), agrupados en doce pares de escalas bipolares teóricamente pero no en sentido psicométrico, puesto que los polos opuestos de cada escala se miden separadamente; es decir, una puntuación baja en una escala no implica necesariamente una puntuación alta en su par opuesto (polaridad A-B). Las escalas integran tres dimensiones de personalidad: 1) Metas motivacionales: apertura-preservación, modificación-acomodación, individualismo-protección; 2) Modos cognitivos: extraversión-introversión, sensación-intuición, reflexión-afectividad, sistematización-innovación; e, 3) Conductas interpersonales: retraimiento-comunicatividad, vacilación-firmeza, discrepancia-conformismo, sometimiento-control, insatisfacción-concordancia. Cuenta con buenos índices de confiabilidad promedio basada en la consistencia interna en todas las escalas: á = .77 (á = .76 para mujeres adultas); método de división por mitades: .82 ( .80 para mujeres adultas); confiabilidad test-retest: r = .85. La adaptación española del MIPS confirma sus propiedades psicométricas adecuadas (á = .72; método de división por mitades: .71). Posee amplia validez interna y externa, siendo las relaciones convergentes y divergentes entre las escalas de acuerdo con la naturaleza de los constructos que se miden y la teoría. Dispone de dos índices de validez: Impresión Positiva (IP), destinada a identificar a las personas que intentan dar una impresión demasiado favorable; e Impresión Negativa (IN), orientada a identificar las personas cuyas respuestas tienden a ser asociadas con una autopercepción negativa de sí mismas; y, cuenta con un índice de ajuste (IA).

Procedimiento

Se realizó la adaptación de los instrumentos metodológicos en la población anciana femenina, mediante un estudio piloto. Se aplicaron los instrumentos a los participantes que expresaron su consentimiento de participación, en una entrevista individual de una sesión de 50 minutos, con tiempo de descanso de 5 minutos. Se realizó un análisis cuantitativo de los datos a través de técnicas estadísticas descriptivas e inferenciales mediante el paquete estadístico SPSS (SPSS Inc., Chicago, Illinois, USA, 2002). La interpretación de los datos integró aportes de la Psicología Cognitiva, Psicología de la Personalidad y Gerontología.

 

Resultados

Estilos de Personalidad

Se han utilizado puntuaciones de prevalencia (PP) para analizar los datos, tomando como referencia la población de mujeres adultas. Las PP superiores a 50 indican la pertenencia de la persona al grupo poseedor del estilo de personalidad, cuanto mayor es esta puntuación, mayor es la frecuencia e intensidad de la posesión de tal estilo. El perfil promedio del MIPS para la muestra de mujeres mayores fue el siguiente: las puntuaciones promedio superiores en este grupo corresponden a las escalas Acomodación, Afectividad, Sensación, Conformismo y Retraimiento. También se destaca la elevación relativamente moderada en las escalas Individualismo, Concordancia, Insatisfacción, Apertura, Introversión y Vacilación. Los puntajes promedio más bajos se observan en las escalas Comunicatividad, Extraversión, Firmeza e Innovación. Se obtuvieron puntuaciones promedios cercanas al punto de corte en las escalas Preservación, Reflexión, Sistematización, Discrepancia y Control, como se muestra en la Tabla 2.

 

 

Se observa que el perfil de personalidad de este grupo no muestra importantes discrepancias entre los puntajes promedio obtenidos en las escalas bipolares del MIPS, oscilando éstos entre aproximadamente los 40 y 60 puntos (pocos estilos se acercan a los 70 puntos) y las desviaciones de la media no son pronunciadas, presentando puntajes cercanos al nivel de corte (PP 50). Esto evidencia la posesión de ambos rasgos de cada polaridad, en un relativo equilibrio, (Figura 1).

 

 

Con respecto a las escalas de validez, el punto de corte que establece el MIPS para considerar que los participantes tendieron a dar una impresión positiva (IP) o negativa (IN) para un nivel educativo alto es de 5 o más para ambas escalas, mientras que para un nivel educativo bajo, es de 4 o más para IP y de 6 o más para IN. La muestra no evidencia intento de dar una IP (M = 2.48; SD = 2.39) ni una IN (M = 2.93; SD = 2.21) en las respuestas al test. Además, el índice de ajuste para esta muestra resultó de un valor promedio de T = 46.63 (SD = 13.48), siendo el valor de corte T 35.

Estrategias de Afrontamiento

En la Tabla 3 se presenta el análisis estadístico de la frecuencia de uso de las estrategias de afrontamiento utilizadas por la muestra evidenció que las estrategias predominantes son autodistracción, aceptación, reformulación positiva, religión, afrontamiento activo. Luego, le siguen en orden decreciente: descarga emocional, apoyo emocional, planificación, autocrítica y apoyo instrumental. Por último, las menos frecuentes corresponden a humor, renuncia, negación y uso de sustancias.

 

 

Con respecto a la modalidad de afrontamiento, según la clasificación de Carver et. al. (1989), el afrontamiento orientado al problema predominó por sobre el afrontamiento hacia la emoción, mientras que el afrontamiento evitativo fue el de menor frecuencia. Por otro lado, considerando la tipificación teórica de mayor consenso que discrimina tres dominios del afrontamiento, se evidenció un uso preponderante del afrontamiento cognitivo, seguido por el emocional y por último, el conductual, tanto activo como pasivo.

Estilos de Personalidad y Afrontamiento

Con el interés de determinar las asociaciones entre los estilos de personalidad y los estilos y estrategias de afrontamiento, se aplicó el coeficiente de correlación Rho de Spearman a los datos. En la Tabla 4 se presentan las correlaciones halladas que resultaron significativas con las estrategias de afrontamiento y en la Tabla 5 con los estilos de afrontamiento.

 

 

Como se observa en los datos, la mayoría de los estilos de personalidad presentó una asociación estadísticamente significativa con las estrategias y los estilos de afrontamiento. Se debe destacar que las asociaciones, si bien resultan significativas al nivel de .01 y .05, fueron moderadas, ya que oscilan entre .60 y 3.10. Por ejemplo, el estilo de personalidad apertura se relacionó positivamente con las estrategias reinterpretación positiva, humor y aceptación; y a la vez, negativamente con las estrategias evitativas como negación, uso de sustancias y renuncia al afrontamiento, y con autocrítica. Los estilos preservación, acomodación, insatisfacción, retraimiento y vacilación se relacionaron positivamente con estrategias pasivas y evitativas como negación, uso de sustancias, renuncia y autocrítica; y a su vez, negativamente con reinterpetación positiva, aceptación y afrontamiento activo. Los estilos de individualismo y sistematización, por su parte, correlacionaron positivamente con la estrategia planificación. La extraversión se relacionó positivamente con afrontamiento activo, planificación, reinterpretación positiva, apoyo emocional, apoyo instrumental y descarga emocional, mientras que la introversión se relacionó negativamente con las estrategias anteriores y positivamente con estrategias pasivas.

Considerando las bipolaridades de la personalidad del modelo de Millon (2001), los estilos opuestos presentaron un comportamiento inverso en la correlación con el afrontamiento, como era esperable. Por ejemplo, mientras que el estilo apertura se relacionó positivamente con el afrontamiento orientado al problema y negativamente con el afrontamiento evitativo, la preservación correlacionó negativamente con el primero y positivamente con el segundo. Específicamente, la apertura se asoció positivamente con reinterpretación positiva, humor y aceptación, y negativamente con negación, uso de sustancias, renuncia y autocrítica, en cambio la preservación presentó una relación inversa con las mismas estrategias. En el caso de las polaridades modificación-acomodación, extraversión-introversión, retraimiento-comunicatividad, vacilación-firmeza y sometimiento-control mostraron relaciones inversas con respecto al afrontamiento orientado al problema. El estilo modificación se asoció positivamente con afrontamiento activo, reinterpretación positiva y planificación, mientras que la acomodación se relacionó inversamente con las mismas estrategias. La extraversión se relacionó positivamente con el afrontamiento emocional y la introversión correlacionó negativamente con éste. A la vez, la extraversión presentó asociaciones positivas con las estrategias de afrontamiento activo, apoyo instrumental, descarga emocional, reinterpretación positiva, planificación y humor, en cambio la introversión mostró asociaciones inversas con éstas estrategias. Mientras que la sensación se relacionó negativamente con el afrontamiento orientado a la emoción y con el afrontamiento cognitivo, la intuición se relacionó positivamente con éstos. A la vez, la sensación se asoció negativamente con afrontamiento activo, apoyo instrumental, descarga emocional, humor y autocrítica, en cambio la intuición presentó asociaciones positivas con estas estrategias. El retraimiento se relacionó negativamente con el afrontamiento cognitivo, orientado al problema y a la emoción, mientras que la comunicatividad presentó una correlación inversa con éstos tres estilos de afrontamiento. Mientras que el retraimiento se relacionó negativamente con el afrontamiento activo, apoyo emocional, apoyo instrumental, reinterpretación positiva, planificación, humor y aceptación, la comunicatividad se asoció positivamente con éstas estrategias. La vacilación se relacionó negativamente con el afrontamiento orientado al problema y a la emoción, en cambio la firmeza correlacionó positivamente con los mismos estilos de afrontamiento. Mientras que la vacilación presentó asociación positiva con renuncia y descarga emocional y asociación negativa con afrontamiento activo, humor, aceptación y religión, la firmeza mostró asociaciones inversas con las mismas estrategias de afrontamiento. Los estilos opuestos de insatisfacción-concordancia también presentaron asociación inversa con respecto al uso de la negación.

Por último, se exploraron las asociaciones entre las modalidades cognitiva, conductual y emocional de los estilos de personalidad y del afrontamiento. Las pruebas estadísticas indicaron que no se verifican relaciones estadísticamente significativas entre las variables consideradas.

Situaciones Críticas y Su Apreciación Cognitiva

Las situaciones críticas relativas al envejecimiento reportadas por las participantes se refirieron a: enfermedad física (19.34%), viudez (13.20%), soledad (11.79%), muerte de seres queridos (11.32%), preocupación por bienestar familiar (8.49%), cuidar a familiar enfermo (8.02%), temor a la invalidez y/o dependencia y/o enfermedad crónica (8.02%), deterioro físico y estético (7.07%), muerte de los padres (3.30%), relaciones interpersonales conflictivas (2.83%), dificultad socioeconómica (1.89%), jubilación (1.89%), temor a la muerte (1.41%), enfermedad mental o pérdida de habilidades cognitivas (0.95%) y, por ultimo, discriminación social (0.47%).

En cuanto a la apreciación cognitiva o significado atribuido a la situación crítica, para la mayoría de las adultas mayores de la muestra, ésta representó una pérdida (43.39%), un porcentaje importante la describió como un hecho natural de la vida (26.41%), para el 14.62% fue percibida como desafío, casi el 10% la apreció como una amenaza (9.43%), sólo para el 5.66% representó un castigo, siendo insignificante la consideración como beneficio (0.47%). Dichas situaciones fueron percibidas como escasamente controlables y no susceptibles de cambio por casi la totalidad de la muestra (93.7%).

 

Discusión

Esta investigación se orientó a explorar y describir las relaciones entre la personalidad y el afrontamiento frente a las situaciones críticas de la vejez que sufren las adultas mayores. Los resultados muestran que la mayoría de los estilos de personalidad se asocian con los estilos y estrategias de afrontamiento, coherentemente con lo expuesto en la literatura científica (Bosworth et al., 2003; Bouchard et al., 2004; Vollrath et al., 2001). Estas asociaciones empíricas resultan congruentes con el modelo bipolar de personalidad aquí considerado, observándose que el uso de ciertas estrategias de afrontamiento difiere según los pares de estilos opuestos de personalidad, lo cual contribuye a la consistencia empírica del modelo teórico de Millon (2001). De esta manera, los resultados de este trabajo aportan al debate teórico acerca de la importancia de las predisposiciones personales en la selección y uso de estrategias de afrontamiento en el caso de la mujer anciana.

Los datos empíricos permiten sustentar la idea de que las personas utilizan con mayor frecuencia un conjunto preferencial de estrategias de afrontamiento que se encuentra asociado a las características de personalidad que son relativamente estables a través del tiempo y de las diferentes situaciones. En este sentido, conviene destacar los resultados que hemos hallado al respecto de algunos estilos de personalidad asociados de forma sistemática al uso de determinadas estrategias de afrontamiento.

Las adultas mayores que muestran los estilos de personalidad apertura y modificación - que se inclinan a orientarse a la búsqueda de satisfacción, intentan mejorar su calidad de vida y exploran alternativas de acción para superar los obstáculos - tienden a usar estrategias de afrontamiento activas cognitivas y conductuales principalmente, como reinterpretación positiva, humor, planificación y aceptación. Por el contrario, aquellas ancianas que poseen estilos de personalidad caracterizados por preservación, acomodación y protección que suelen interesarse en atender las necesidades de los demás, se muestran prudentes, reservadas y sin intención de intervenir activamente en el curso de los hechos, tienden a evitar exponerse a situaciones difíciles que excedan sus recursos y a utilizar con mayor frecuencia estrategias evitativas y pasivas como negación, uso de sustancias, renuncia y autocrítica.

Las mujeres con un estilo preponderantemente extrovertido que se inclinan a recurrir a los demás en procura de estimulación y orientación, tienden a utilizar preferentemente estrategias orientadas a la emoción y al problema como el afrontamiento activo, la reinterpretación, la búsqueda de apoyo emocional e instrumental. Al contrario, las ancianas con un estilo predominantemente introvertido - cuya principal fuente de orientación son sus propios pensamientos y sentimientos - tienden a preferir estrategias de afrontamiento pasivas y evitativas.

Las mujeres con estilos de personalidad caracterizados por el retraimiento, el conformismo y la vacilación - que se muestran renuentes a la participación social, respetuosas, cooperativas, con necesidad de agradar y ser aceptadas por los demás - tenderían a usar estrategias evitativas y autocrítica y escasamente el afrontamiento activo. En cambio, aquellas ancianas con estilos de personalidad caracterizados por comunicatividad, firmeza y control - quienes suelen ser vivaces, sociales, seguras de sí mismas y dominantes - preferirían el afrontamiento activo, principalmente enfocado al problema.

Según Millon (1990, 2001), estos patrones de personalidad relativamente estables y permanentes, predisponen al uso de estrategias de afrontamiento adaptativas o desadaptativas. Por ejemplo, según los datos, un estilo de personalidad caracterizado por la presencia marcada de apertura, modificación, comunicatividad y extraversión tiende a asociarse positivamente con el uso de estrategias de afrontamiento adaptativas y activas; mientras que los estilos de personalidad que incluyen destacadamente preservación, acomodación, insatisfacción, retraimiento y vacilación se relacionan positivamente con estrategias evitativas y pasivas.

En particular, el estilo de personalidad observado en esta muestra resulta ser una configuración de combinaciones de rasgos relativamente homogénea, exhibiendo un balance entre los estilos opuestos de la personalidad, lo cual indica un funcionamiento equilibrado y adaptativo, en este caso, en la vejez femenina.

Con respeto al afrontamiento, el predominio de estrategias cognitivas - tanto activas como pasivas - hallado en esta muestra, contradice la hipótesis tradicional que destaca un estilo de afrontamiento pasivo-dependiente y emocional como característico de la vejez (Folkman, Lazarus, Pimley, & Novacek, 1987; Gutmann, 1987). Desde esta perspectiva, las personas a medida que envejecen retornarían al uso de estrategias pasivas, inmaduras y menos efectivas frente a los cambios relativos a experiencias de pérdidas. No obstante, enfoques más recientes del desarrollo humano, Life-span Theory (Baltes et al., 1998; Labouvie-Vief & Diehl, 2000) sostienen que en la vejez se prefiere el uso de estrategias de afrontamiento cognitivas y maduras que le permiten al anciano adaptarse a los cambios relativos al avance de la edad. En concordancia, en esta muestra, se observa un escaso uso de aquellas estrategias consideradas pasivas, evitativas e inmaduras (renuncia, negación, uso de sustancias y autocrítica). Más aún, las estrategias de afrontamiento ineficaces en otras etapas de la vida, pueden cobrar un valor adaptativo y resiliente durante el envejecimiento. Por ejemplo, Loevinger (1993) halló que una misma estrategia puede tener diferente significado adaptativo dependiendo del nivel de desarrollo y de la etapa vital en el cual aparece.

Si bien entre las estrategias de afrontamiento predominantemente utilizadas por esta muestra estudiada se hallan aquellas descriptas teóricamente como adaptativas (aceptación, reformulación positiva, afrontamiento activo, apoyo emocional, planificación, entre otras), también se evidenció el uso de aquellas consideradas como desadaptativas (autodistracción y religión). En el caso de la autodistracción, esta estrategia incluye respuestas como "enfocarse en tareas alternativas para distraer la mente", "realizar actividades para pensar menos en el suceso crítico". Es decir, la autodistracción le permite a la mujer anciana realizar actividades relegadas por otras ocupaciones y mantenerse apegada a tareas y relaciones sociales. Por su parte, el afrontamiento religioso hace referencia a la búsqueda de apoyo espiritual mediante la depositación de la esperanza en creencias de consolación, frente a lo inevitable o irreparable de las pérdidas sufridas.

Si bien existe acuerdo en que las respuestas de evitación a menudo impiden el afrontamiento adaptativo (Aldwin & Revenson, 1987; Lazarus & Folkman, 1986), Carver et al. (1989) sostienen que es importante conocer el rol que tales estrategias tienen en la efectividad del afrontamiento. Considerando que las situaciones relativas al envejecimiento - por su naturaleza - no fueron apreciadas por la muestra como eventos susceptibles de ser controlados, cambiados o resueltos con acciones directas de confrontación, el hecho de ocupar la mente en actividades distractoras o con pensamientos de esperanza no es necesariamente un "escape". Es posible considerar que frente a la crisis del envejecimiento, las estrategias autodistracción y religión pueden tener un papel funcional para favorecer la adaptación a la realidad. El afrontamiento no debería confundirse con el dominio sobre el entorno. Como en este caso, muchas fuentes de crisis no pueden dominarse y, en tales condiciones, el afrontamiento eficaz debería incluir estrategias que permitan al individuo tolerar y aceptar aquello que no puede dominar. Es necesario en el caso del envejecimiento considerar las estrategias de afrontamiento, más que por su carácter per se, en función de su papel efectivo en la adaptación vital.

Coincidentemente con los estudios citados, los datos de la presente investigación destacan el modo de afrontamiento activo, directo y confrontativo como el menos frecuente en la vejez, pero a la vez también resultó casi inexistente el abandono o renuncia del enfrentamiento a la situación, lo cual permite inferir que, en general, las mujeres ancianas no intentan un desentendimiento pasivo o eludir las dificultades, sino más bien, utilizan otro tipo de estrategias para hacer frente a la crisis del envejecimiento. Por ejemplo, Chovan y Chovan (2001) hallaron un predominio del modo de afrontamiento intrapsíquico (aceptación y acostumbramiento) y un escaso uso de estrategias de acción directa. Recientemente, Ardelt (2005), en sus estudios sobre sabiduría y afrontamiento en la vejez, ha hallado que adultos mayores que obtuvieron el mayor nivel en la evaluación de sabiduría, tendían a preferir las estrategias: distanciamiento mental, reinterpretación positiva, aceptación y aplicación de las lecciones de vida, las cuales les permitía adaptarse exitosamente a los sucesos críticos y vicisitudes de la vida.

Compartimos los planteamientos de Lazarus y Folkman (1986) de que el afrontamiento depende, en gran medida, de las peculiaridades de la apreciación cognitiva de la situación a afrontar. En este sentido, existe evidencia de que aquellas situaciones valoradas como de escaso control interno suelen orientar al uso de estrategias pasivas y centradas en la emoción, más que estrategias de afrontamiento activo y centradas en el problema. Los datos de este estudio refuerzan la idea de los efectos de la evaluación cognitiva de la situación en el afrontamiento. La vejez es caracterizada por una serie de cambios que pueden ser percibidos como hechos naturales de la vida y pérdidas inherentes al avance del tiempo o como situaciones amenazantes y estresantes. Mientras que la apreciación cognitiva de estos cambios como estresantes, amenazas o castigos contribuye a desencadenar efectos negativos en la salud física y psíquica (Matheny & Kern, 1984), las situaciones apreciadas como pérdidas, hechos naturales de la vida e incluso como desafíos, parecen funcionar como amortiguador de las demandas críticas, reduciendo el nivel de ansiedad para poner en funcionamiento estrategias de afrontamiento que resulten eficaces para adaptarse a la situación. Mediante la reevaluación de los eventos estresantes del envejecimiento, las mujeres mayores pueden optimizar su adaptación a la crisis del envejecimiento.

Resumiendo, si bien los resultados obtenidos señalan la asociación entre los estilos de personalidad y la preferencia de estrategias de afrontamiento, cabe suponer que la apreciación cognitiva de la situación tiene un rol importante en la explicación del uso de las estrategias de afrontamiento, aún cuando sea contingente al estilo disposicional de personalidad. Esta cuestión ha cobrado creciente interés como problema de investigación en el campo del afrontamiento, que convendría esclarecer en futuros estudios.

Por otro lado, este estudio destaca el estilo de afrontamiento cognitivo como característico de la mujer anciana, en coincidencia con investigaciones previas utilizando otros instrumentos de medición (Brandstädter & Renner, 1990; Hamarat et. al., 2002; Labouvie-Vief & Diehl, 2000). Según los datos, las adultas mayores cuentan con una variedad de estrategias de afrontamiento (mayormente cognitivas), incluidas aquellas supuestamente pasivas y desadaptativas (como la religión y la autodistracción), las cuales en esta etapa vital amplían las posibilidades de adaptación, permitiendo acomodarse a las sucesivas pérdidas vitales. Atendiendo al predominio de estrategias de afrontamiento utilizadas en este grupo, las mujeres mayores aceptan los cambios del paso del tiempo, reinterpretan el significado de las situaciones conflictivas, se orientan a actividades distractoras ante lo irreparable y se esfuerzan por mantenerse activas.

En síntesis, los resultados de este estudio apoyan la hipótesis de la influencia de los estilos de personalidad en el afrontamiento y adaptación a los eventos críticos, en este caso en la mujer anciana. No obstante, las correlaciones entre estilos de personalidad y estrategias de afrontamiento no son tan altas -ni el tipo de diseño lo permite- para admitir la conclusión de que el uso de estrategias de afrontamiento está determinado por los estilos de personalidad.

Finalmente, es preciso señalar algunas cuestiones metodológicas. Se eligió la versión situacional del Brief-COPE, y no la disposicional, para que la mediación del afrontamiento no sea afectada por predisposiciones personales, y poder evaluar ambas variables discriminadamente, dado que muchas veces se confunde el afrontamiento a situaciones específicas con el afrontamiento disposicional que usualmente utilizan las personas y que ya estaría presuponiendo la influencia de aspectos de la personalidad, según estudios previos (Bolger, 1990). Dado que algunos autores sostienen que el afrontamiento puede variar según la naturaleza de la situación crítica (Lazarus & Folkman, 1986), en este estudio se consideró que las situaciones críticas reportadas por las participantes -aunque diversas- fueran comparables, definiéndose todas ellas como eventos propios del paso del tiempo y el envejecimiento, lo cual redujo la variabilidad y mejoró la consistencia de los resultados hallados. No obstante, este estudio tiene las limitaciones propias del diseño trasversal. Se espera contar con nuevas investigaciones que aborden la relación entre personalidad y afrontamiento en la edad avanzada, siguiendo los modelos teóricos aquí considerados, que puedan confirman los resultados del presente estudio, los cuales deben comprenderse en el contexto particular de esta investigación, sin pretender generalizaciones.

 

Referencias

Aldwin, C. M., & Revenson, T. A. (1987). Does coping help? A reexamination of the relation between coping and mental health. Journal of Personality and Social Psychology, 53, 237-248.         [ Links ]

Ardelt, M. (2005). How wise people cope with crises and obstacles in life. ReVision, 28(1), 7-19.         [ Links ]

Baltes, P. B., Linderberger, U., & Staudinger, U. M. (1998). Life-span theory in developmental psychology. In W. Damon (Ed.), Handbook of Developmental Psychology: Theoretical models of human development (pp. 1029-1120). New York: Academic Press.         [ Links ]

Bolger, N. (1990). Coping as a personality process. A prospective study. Journal of Personality and Social Psychology, 59 (3), 525-537         [ Links ]

Bosworth, H. B., Bastian, L. A., Rimer, B. K., & Siegler, I. C. (2003). Coping styles and personality domains related to menopausal stress. Women´s Health Issues, 13(1), 32-38.         [ Links ]

Bouchard, G., Gullemette, A., & Landry-Léger, N. (2004). Situational and dispositional coping: An examination of their relation to personality, cognitive appraisals, and psychological distress. European Journal of Personality, 18, 221-238.         [ Links ]

Brandstädter, J., & Renner, G. (1990). Tenacious goal pursuit and flexible goal adjustment: Age-related analysis of assimilative and accommodative strategies of coping. Psychology of Aging, 5, 58-67.         [ Links ]

Brissette, I., Scheier, M. F., & Carver, C. S. (2002). The role of optimism in social network development, coping and psychological adjustment during a life transition. Journal of Personality and Social Psychology, 82(1), 102-111.         [ Links ]

Carver, C. S. (1997). You want to measure coping but your protocol´s too long: Consider the Brief-COPE. International Journal of Behavior Medicine, 4, 94-100.         [ Links ]

Carver, C. S., Scheier, M. F., & Weintraub, J. K. (1989). Assessing coping strategies: A theoretically based approach. Journal of Personality and Social Psychology, 54, 267-283.         [ Links ]

Chovan, M. J., & Chovan, W. (2001). Stressful events and coping responses among older adults in two sociocultural groups. The Journal of Psychology, 119(3), 253-260.         [ Links ]

Colodrón, M. S. (1999). Dependencia funcional en la vejez: Otra profecía que se autocumple. Revista Interamericana de Psicología, 33(2), 137-159.         [ Links ]

Dávila, B., & Guarino, L. (2001). Fuentes de estrés y estrategias de afrontamiento en escolares venezolanos. Revista Interamericana de Psicología, 35(1), 97-112.         [ Links ]

Folkman, S., & Lazarus, R. S. (1980). An analysis of coping in a middle-aged community sample. Journal of Health and Social Behavior, 21, 219-239.         [ Links ]

Folkman, S., Lazarus, R. S., Pimley, S., & Novacek, J. (1987). Age differences in stress and coping processes. Psychology and Aging, 2(2), 171-184.         [ Links ]

García, M. E. A., & Sánchez López, M. P. (1999). Los estilos de personalidad: Su medida a través del Inventario Millon de Estilos de Personalidad. Anales de Psicología, 15(2), 191-211.         [ Links ]

Gutmann, G. D. (1987). Reclaimed powers: Towards a new psychology of men and women in later life. New York: Basic Books.         [ Links ]

Hamarat, E., Thompson, D., Steele, D., Matheny, K., & Simons, C. (2002). Age differences in coping resources and satisfaction with life among middle-aged, young-old, and oldest-old adults. Journal of Genetic Psychology, 163(3), 360-367.         [ Links ]

Helson, R., & Wink, P. (1992). Personality change in women from the early 40s to the early 50s. Psychology and Aging, 7(1), 46-55.         [ Links ]

Hernáez, V. C., & Bardaji, A. F. (2001). Sexo y edad en estilos de personalidad, bienestar personal y adaptación social. Psicothema, 13(1), 118-126.         [ Links ]

Kogan, N. (1990). Personality and aging. In J. Birren & K. Schaie (Eds.), Handbook of the psychology of aging (pp. 330-346). San Diego, CA: Academic Press.         [ Links ]

Krzemien, D., Monchietti, A., & Urquijo, S. (2005). Afrontamiento activo y adaptación al envejecimiento en mujeres de la ciudad de Mar del Plata. Una revisión de la estrategia de autodistracción. Revista Interdisciplinaria de Psicología y Ciencias Afines, 22(2), 183-210.         [ Links ]

Labouvie-Vief, G., & Diehl, M. (1999). Self and personality development. In J. C. Cavanaugh & S. K. Whitbourne (Eds.), Gerontology: An interdisciplinary perspective (pp. 238-268). New York: Oxford University Press.         [ Links ]

Labouvie-Vief, G., & Diehl, M. (2000). Cognitive complexity and maturity of coping. Psychology of Aging, 15(3), 490-504.         [ Links ]

Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos. Barcelona: Martínez Roca (Original work published 1984).         [ Links ]

Loevinger, J. (1993). Ego development: Questions of method and theory. Psychological Inquiry, 4(1), 56-63.         [ Links ]

Maestre, C. R., Martínez, A. E. L., & Zarazaga, R. E. (2004). Personality characteristics as differential variables of the pain experience. Journal of Behavioral Medicine, 27(2), 147-165.         [ Links ]

Matheny, K. B., & Kern, R. (1984). Personality and illness. In R. J. Corsini (Ed.), Encyclopedia of Psychology, 3 (pp. 16-18). New York: Wiley Publishers.         [ Links ]

McCrae, R. R., & Costa, P. T. (1986). Personality, coping, and coping effectiveness in an old adult sample. Journal of Personality, 54, 385-405.         [ Links ]

Menninger, W. W. (1999). Adaptational challenges and coping in late life. Bulletin Menninger Clinic, 63(2), suppl. A, 4-15.         [ Links ]

Meyer, B. (2001). Coping with severe mental illness: Relations of the Brief Cope with symptoms, functioning and well-being. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 23(4), 265-277.         [ Links ]

Millon, T. (1976). Psicopatología moderna: Un enfoque biosocial de los aprendizajes erróneos y de los disfuncionalismos. Barcelona: Salvat (Orig. 1969).         [ Links ]

Millon, T. (1990). Toward a new personality: An evolutionary model. New York: Wiley.         [ Links ]

Millon, T. (2001). Inventario Millon de Estilos de Personalidad. Buenos Aires: Paidos.         [ Links ]

Moos, R. H. (1988). Life stressors and coping resources influence health and well-being. Psychological Assessment , 4, 133-158.         [ Links ]

Moos, R.H., Holahan, C. J., & Beutler, L. E. (2003). Dispositional and contextual perspectives on coping: Introduction to the special issue. Journal of Clinical Psychology, 59(12), 1257-1259.         [ Links ]

Parkes, K. (1986). Coping in stressful episodes: The role of individual differences, environmental factors and situational characteristics. Journal of Personality and Social Psychology, 51(6), 1277-1292.         [ Links ]

Perczek, R., Carver, C. S., Price, A., & Pozo-Kaderman, C. (2000). Coping, mood, and aspects of personality in Spanish translation and evidence of convergence with English versions, Journal of Personality Assessment, 74, 63-87.         [ Links ]

Sánchez López, M. P., & Casullo, M. M. (2000). Estilos de personalidad: una perspectiva iberoamericana. Buenos Aires: Miño y Dávila.         [ Links ]

Terry, D. J. (1994). Determinants of Coping. The Role of Stable and Situational Factors. Journal of Personality and Social Psychology, 66(5), 895-910.         [ Links ]

Thomae, H. (2002). Haciéndole frente al estrés en la vejez. Revista Latinoamericana de Psicología, 34(1), 41-54.         [ Links ]

Urcuyo, K. R., Boyers, A. E., Carver, C. S., & Antoni, M. H. (2005). Finding benefit in breast cancer: Relations with personality, coping, and concurrent well-being. Psychology and Health, 20(2), 175-192.         [ Links ]

Vollrath, M., Torgersen, S., & Alnæs, R. (2001). Personality as long-term predictor of coping. Journal of Personality and Social Psychology, 31(13), 317-327.        [ Links ]

 

 

Received 02/10/2006
Accepted 23/01/2007

 

 

1 E-mail: nuevabuena@ciudad.com.ar
2 Agradecimientos: Este trabajo se realizó con la dirección de Mg. Alicia Monchietti y Dr. Sebastián Urquijo y con el apoyo financiero otorgado por una Beca Doctoral de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina.