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Interamerican Journal of Psychology

versão impressa ISSN 0034-9690

Interam. j. psychol. v.41 n.2 Porto Alegre ago. 2007

 

 

Familias brasileras y argentinas: entre la tradición y la modernidad

 

Brazilian and argentinean families: between tradition and modernity

 

 

Romina Iebra AizpurúaI,II,1; Bernardo JablonskiI; Terezinha Féres-CarneiroI

I Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro, Brasil
II Victoria University, Melbourne, Australia

 

 


RESUMEN

El modelo tradicional de familia - en su forma nuclear: madre, padre e hijos - ha pasado por innumerables alteraciones a lo largo de las últimas décadas. Las principales transformaciones de este modelo ocurrieron en América Latina durante las décadas 80' y 90'. Esto ocurrió con la remarcable inserción de la mujer en el mercado de trabajo y en nuevos contextos educacionales, en paralelo a influencias económicas y a innovadores parámetros jurídicos e ideológicos contemporaneos. El presente trabajo pretende analizar los principales cambios en la estructura familiar durante las últimas dos décadas en dos grandes centros urbanos de Brasil y Argentina, Rio de Janeiro y Buenos Aires. Para tal fin fue realizada una investigación de la literatura disponible sobre el tema en cuestión, utilizando también datos de los últimos censos demográficos en ambos países (Indec - Argentina, IBGE - Brasil). De esta forma, buscamos identificar semejanzas y diferencias en las trayectorias de la intimidad y de la vida familiar en estos dos países durante las décadas 80' y 90', resaltando, como uno de los principales factores atenuantes de este proceso, la participación de la mujer en el mercado de trabajo y en el ámbito educativo de ambos países. Observamos tambien que a pesar de que el modelo nuclear continúa siendo el tipo de familia más idealizado, varias formas alternativas han aumentado considerablemente en ambos países como referencias para la intimidad.

Palabras clave: Família, Modelo tradicional, Intimidad, Casamiento, Brasil, Argentina, Modelos alternativos de família.


ABSTRACT

The traditional family model - in its nuclear form: mother, father and children - has gone through innumerable alterations during the last decades. The main transformations of this model occurred in Latin America during the 80´s and 90´s. This occurred with the remarkable insertion of women into the labor market and into new educational contexts, echoing the repeated economic crises and the innovative contemporaneous legal and ideological parameters. The present work intends to analyze the main changes in the family structure of the last two decades in two of the biggest urban centers of Brazil and Argentina, Rio de Janeiro and Buenos Aires. This study is based on bibliographical research using data from the most recent literature and from the last Demographic Census in both countries (Indec - Argentina, IBGE, Brazil). In this way, we seek to identify similarities and differences in the trajectories of family life and intimacy in those two countries during the 80's and 90's, outlining the impact of women's intense participation in the labor force and educational contexts as one of the major reasons for contemporary changes. Despite the evidence that the nuclear model is still the most idealized and prevalent family type, alternative forms of intimacy have been increasing in significant ways in both countries.

Keywords: Family, Traditional model, Intimacy, Marriage, Brazil, Argentina, Alternative family models.


 

 

La diversidad de formas y manifestaciones del sentimiento familiar a lo largo del tiempo vuelve complejo y delicado intentar encontrar una definición conceptual única y generalizadora para la familia. No obstante, este hecho no excluye la posibilidad de que existan modelos dominantes que sirven como ideales para el conjunto de la población.

El modelo de familia — en su forma nuclear, compuesta por madre, padre e hijos — pasó por innúmeras alteraciones a lo largo de las últimas décadas. En América Latina las principales transformaciones de este modelo ocurrieron durante los años 80' y 90'. Este período fue marcado esencialmente por la amplia inserción de la mujer al mercado de trabajo y a los ámbitos educativos superiores, en paralelo a repetidas crisis económicas e innovadores parámetros jurídicos e ideológicos de la denominada "post modernidad".

El presente trabajo pretende analizar las principales alteraciones ocurridas en las décadas de 80' e 90' en la estructura familiar de dos grandes centros urbanos de Brasil y de Argentina, Rio de Janeiro y Buenos Aires. Este análisis comparativo se baseó esencialmente en la literatura reciente disponible sobre la familia y la intimidad y en los datos ofrecidos por los últimos censos demográficos en Brasil y Argentina. Esperamos, así, evidenciar semejanzas y divergencias en las trayectorias de la vida íntima y familiar de estos dos países durante las últimas dos décadas mencionadas.

La Formación del Modelo Tradicional de Familia

Lo que se entiende por la noción de familia debe ser adecuadamente relacionado al período histórico al cual nos estamos refiriendo. Según Flandrin (1995), fue necesario esperar hasta el siglo XIX para que las nociones de cohabitación y parentesco próximo dejaran de ser las únicas variables relacionadas al ideal de familia.

El modelo tradicional de familia habría surgido en los siglos XV y XVI en Europa, siendo más estructurado en los siglos XVIII / IX. Según Flandrin (1995), fue en en este período cuando la opinión "iluminada" accionó a favor de una intimidad doméstica, una "sociedad natural" promotora de felicidad. Este modelo se encuentra íntimamente relacionado a la familia tradicional burguesa y delimita un tipo de convivencia familiar íntima, cerrada y reducida al grupo nuclear de padre, madre e hijos.

Como principales características de este ideal tradicional encontramos la exaltación de la autoridad patriarcal, la rígida moral sexual, el culto a la maternidad y la clara división de las tareas, concentrando toda actividad remunerada y externa en el hombre y haciendo de la vida doméstica una responsabilidad "naturalmente" femenina. Este modelo, idealizado como "normal" por las instituciones educacionales y de salud, uniría al grupo formado por la madre, padre e hijos a una fuerte ideología familista. Este contexto da lugar a una mujer "reina del hogar" que intuitivamente sabe ser madre y que sirve de puente relacional entre los hijos y el padre, quien tendrá la autoridad familiar como "jefe de hogar". El modelo tradicional coloca entonces a la mujer en el ámbito privado cuidando de las obligaciones maternas y domésticas y al padre en el ámbito externo, comandando económica e ideologicamente a la familia (Almeida, 1987).

En oposición a la familia tradicional, nuevas formas de conyugalidad vienen imponiéndose en los grandes centros urbanos del Occidente, como, por ejemplo, la familia moderna (también llamada de psicológica), altamente influenciada por el creciente y dominante espíritu individualista, caracterizada por su mobilidad, por ser más nuclear, no tan permanente, menos ligada a la comunidad, más igualitária y centrada en los sentimientos, en el afecto. También, desde el final del siglo XX, presenciamos el nacimiento de una nueva "espécie": la família pluralística (o post-moderna), que tiene como principal característica la aceptación y la convivencia de várias formas de arreglos no tradicionales. Estas formas a veces están compuestas apenas por las madres y sus hijos o por padres/madres en segundas uniones, con los hijos e hijas del primer casamiento y son aún menos permanentes, más flexíbles y más igualitárias que las anteriores (Doherty, 1992; Goldenberg, 2000; Jablonski, 2003; Vaitsman, 1994).

Contemporáneos, como Giddens (1992 y 1993) y Bauman (2004), abordan aún la valorización exacerbada del sentimiento amoroso, que se traduce, según el primer autor, en la ocurrencia de las "relaciones puras" - mantenidas basicamente mientras ambas partes crean estar proporcionando satisfacciones suficientes en el plano emocional y con énfasis en la sexualidad (amor confluente). Según el segundo autor, la presencia del "amor líquido" indica la fragilidad de las relaciones de hoy en día, alejadas de compromisos muy duraderos.

De hecho, observamos que una de las principales contradicciones de la intimidad moderna se dió en torno de la "normalización" del modelo de "amor romántico" como fundamento y motivo para las relaciones afectivas conyugales y familiares tradicionales.

Idealizado como el gran facilitador en términos de libertad y auto-realización, el modelo de familia basado en el amor romántico llevó a los sujetos a las trampas de la segregación por géneros y a la clara separación entre el ámbito privado doméstico y el mundo de trabajo remunerado externo. Es interesante recordar que hasta el siglo XVIII, la mayoría de las sociedades consideraba el casamiento como una institución económica y política por demás vital para ser entregado en las manos de dos individuos dispuestos a unirse por amor, un sentimiento frecuentemente transitório (Coontz, 2005). Como Giddens (1993, p.57) coloca, "la busca del amor romántico es una odisea en donde la auto-identidad espera su validación a partir del descubrimiento del otro". La frustración por no poder perpetuar los ideales de amor romántico en el contexto de las múltiplas presiones post modernas sirve como una de las piezas claves para comprender las altas tazas de divorcio y las formas alternativas de vida íntima que han surgido en los tiempos recientes.

La Familia en Argentina en el Período 1980-2000

El período histórico que aquí abordamos trae como legado una serie de transformaciones político-legales que afectaron directamente las reglas de la convivencia familiar. La separación del vínculo matrimonial se estableció en 1987, con la ley 23.515. Esta disolución oficial, con mutuo consentimiento, es viable solamente después de que hayan transcurridos tres años a partir de la fecha del casamiento. Se estableció oficialmente, también por primera vez, que ambos miembros de la pareja se deban mutuamente fidelidad, asistencia y alimentos, en pie de igualdad, durante el matrimonio.

Torrado (2003) analiza las consecuencias de esta transformación judicial considerando el hecho de que el divorcio fue instituido en la Argentina bastante después que en el resto del mundo. El divorcio fue introducido en Argentina con bastante demora comparado a otros países occidentales, hecho que promovió la diseminación de la práctica de cohabitación. Así, cuando el divorcio fue instituído, ya existía una parte significativa de la población viviendo en pareja, sin estar legalmente casados. En este sentido, la misma autora indica que "el divorcio no facilitó la separación de las uniones legales porque esta práctica ya había sido ampliamente adoptada de hecho por parejas con problemas, que preferían vivir según sus sentimientos que según las normas legales" (Torrado, 2003, p. 277).

En relación a las repercusiones del divorcio, es interesante observar que su impacto es muy diferente dependiendo del sexo. En el caso de los hombres, las investigaciones indican, en general, que éstos presentan una taza de reincidencia en el casamiento legal mucho mayor si comparados a las mujeres divorciadas. Esto puede ser entendido a partir de varios factores que envuelven desde la guarda de los hijos y la edad biológica de los sujetos a la presión ejercida por los nuevos valores post modernos.

Esta disparidad puede ser vista como resultado de la situación post divorcio en donde la mujer es generalmente quien asume la responsabilidad por la guarda y la crianza de los hijos. Esta mujer, divorciada y con hijos, entraría a un nuevo casamiento con una responsabilidad diferente a la de los hombres. Tal responsabilidad, que puede ser sentida como "carga" para el futuro compañero, también limita el tiempo que la mujer puede conceder a la búsqueda y mantenimiento de nuevas formas afectivas.

Por otro lado, la relevancia social dada al reloj biológico es bien diferente cuando hablamos de mujeres. Berquó (1998) evidenció la presión social existente para que las mujeres se casen (o vuelvan a casar) de preferencia con hombres de la misma o de más edad que ellas. Este fenómeno no se presentaría entre los hombres, que tienen oportunidades de elección bastante más amplias. Según la autora, "un hombre no casado — entre 50 y 54 años — tendría una posibilidad treinta veces mayor de encontrar una compañera que una mujer en las mismas edades" (Berquó, 1998, p. 436). Torrado (2003) presenta datos específicos para el caso argentino que confirman esta hipótesis. Los censos realizados en Argentina (para la Capital Federal en el período 1993-1995) confirmaron que los divorciados buscan mujeres más jóvenes cuando reorganizan su vida en pareja.

La década de los años 80 registró una constante disminución de la frecuencia de matrimonios, acentuada a comienzos de los 90'. Este fenómeno no sólo fue observado en el Área Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires (AMBA), como también en el resto del país, como un todo. La taza bruta de nupcialidad - el número de matrimonios ocurridos en un año dividido por la población total existente en la mitad de ese año y multiplicado por mil - cayó de 8 en 1970 para 6 en 1989 (INDEC, 1992), siendo que en la Capital Federal la disminución fue aún más marcada: de 9 para 6. Para el período siguiente no existen datos referentes a la Capital, pero sí para el AMBA: análisis realizados sobre el estado civil de la población en el período 1980-1989 indican una baja de la población casada (de 58 a 54%), con un notable aumento de uniones informales (de 4 a 7%).

Otro dato significativo fue el aumento considerable de hijos nacidos de progenitores no casados legalmente y de madres solteras (fenómeno muy relacionado a la pérdida de la primacía del casamiento civil y al aumento abrupto de uniones informales). Wainerman (1994) indica que entre 1984 y 1990 el número de hijos nacidos de casamientos legales disminuyó de 67% para 62%. Entre los años 1983 y 1993 la tendencia fue la misma: se confirmó el aumento de 27% para 39% de hijos extramatrimoniales, lo que significaría que "4 de cada 10 bebés que nacen en la Capital Federal son hijos de uniones informales o de madres solteras" (Wainerman, 1994, p. 192).

El divorcio, sumado a otros procesos de cambio socio-cultural (como limitaciones económicas, disminución de la influencia de la Iglesia y predominio de valores más individualistas) favoreció la proliferación de uniones informales en el país como un todo. Este fenómeno ha llamado la atención de la mayoría de los estudiosos ya que, según los datos estadísticos, el casamiento legal podría transformarse en una "especie en extinción". En 2004, las uniones informales alcanzaron niveles históricos: 42,7% del total de la población femenina entre 25 y 29 años que se encuentra en convivencia con su pareja adoptó el tipo de unión informal, sin pasar por el registro civil.

Los resultados del Censo 2001 permitieron observar la evolución general de las uniones informales en Argentina durante la década anterior. En 1991, los datos para la población de 14 años o más indicaban que 18% de las uniones eran de tipo informal. En 2001 alcanzaron el 27%. Los datos específicos para la ciudad de Buenos Aires presentan leves diferencias, aunque hayan seguido la misma tendencia: en 2001, las uniones informales representaban el 22,9% del total de las uniones.

Esta progresiva alteración en el aumento de las uniones informales es señal de una transformación social y cultural que viene afectando a la mayoría de los países occidentales en donde el casamiento, como opción de vida en pareja, viene perdiendo gradualmente su fuerza. Esta elección está entrelazada a motivos significativamente diferentes según la clase socio-económica por un lado, y al grupo de edad, por otro. Eventuales alteraciones en estas tendencias - como la ocurrida en Brasil en 2004, cuando se observó pequeño aumento en el número de casamientos - pueden ser consideradas apenas como fluctuaciones normales o aún, como distorsiones provocadas por la no formalización (del gran número) de separaciones en la Justicia.

Los niveles más elevados de informalidad en Argentina fueron observados entre los jóvenes, que posiblemente siguen este tipo de vínculo como una etapa de "prueba" antes de la confirmación en el Registro Civil. Generalmente el matrimonio ocurre posteriormente, a resultado de eventos como la llegada del primer hijo, mejoras en las condiciones económicas y en la estabilidad afectiva de la pareja o con la compra de la casa propia. Para Steltzer (2004) la postergación del casamiento, la mayor aceptación del sexo antes del mismo y las altas tazas de separaciones entre las parejas fomentaron el aumento significativo de la cohabitación. Según la autora, es falsa la dicotomía por la cual la cohabitación sería o una fase previa al casamiento o una alternativa para el mismo. La diversidad de experiencias y expectativas entre los que viven juntos impediría una generalización simplista, ya que "lo que puede comenzar como una alternativa conveniente se puede transformar en una relación más sólida que lleve al casamiento, o, al contrario, puede llevar a que los miembros reconsideren la pareja como un buen futuro/a cónyuge" (p. 58).

Lo que observamos sobre la baja taza de uniones informales como primer tipo de unión estable en la vida de los sujetos con 35 años o más señaliza el peso que aún tiene el ideal tradicional de pasar, por lo menos una vez en la vida, por el casamiento formal. Toufexis (1996) afirma que, a pesar de tantas transformaciones en los valores modernos, el hecho de no casarse formalmente por lo menos una vez es visto como señal de anormalidad por parte de los sujetos. Permanecer oficialmente soltero/a representaria más bien un fracaso personal que una decisión de vida. Claro que este estigma podria ser mas intenso cuando se trata de mujeres. En términos de aceptación social, seria más "aconsejable" casarse y después separarse que simplemente nunca haberse casado.

En relación al casamiento y al divorcio también fueron registradas diferencias no sólo relacionadas a la clase socio-económica, como también al sexo. En el AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires), los hombres de los sectores económicos más altos son los que más postergan el ingreso al matrimonio. Este fenómeno está vinculado a múltiples factores como el progresivo aumento de la expectativa de vida de la población (ofreciendo más tiempo para casarse legalmente y más posibilidades de divorciarse a lo largo de la vida), el intenso ingreso de mujeres al mercado de trabajo y el aumento de su nivel educativo, la necesidad de mayor perfeccionamiento y especialización educativa para ambos sexos - lo que obliga a las personas a dedicarse por más tiempo al proyecto de formación individual antes de establecer vínculos formales y estables, y por último, la reformulación post moderna de valores relacionados a la satisfacción individual e independencia en las relaciones íntimas.

En relación a las separaciones y a los divorcios, éstos son mucho más frecuentes en las clases económicas más favorecidas que ciertamente pueden enfrentar los gastos legales de tales procedimientos. Según datos de investigaciones realizadas en 1980 y 1981 la mayoría de los pedidos de divorcio encaminados en la Capital Federal fueron provenientes de la clase media (Wainerman, 1994). Para la autora, la leve disminución de los divorcios en los últimos años representaria simplemente la traducción del menor índice de casamientos en la sociedad y del aumento de la unión informal.

La Familia de la Transición: La Transformación de la Familia a Partir de la Mujer en la Argentina

El movimiento en dirección al ámbito externo de mujeres casadas y con altos niveles de educación nos parece el principal catalizador de los cambios en la vida privada argentina. Para Wainerman (1994) los resultados en este sentido son bien claros ya que la proporción de mujeres en el total de los trabajadores ha crecido vertiginosamente, principalmente de "mujeres casadas y unidas, en su mayoría cónyuges de jefes de hogar de nivel medio y alto, de educación" (p. 58). Según datos recientes disponibles para la ciudad de Buenos Aires, los índices totales de actividad económica femenina fueron de 50,4%, siendo para los hombres de 73,9%. Entre las mujeres, cifras más altas fueron encontradas en el grupo entre 30 y 64 años de edad, con 69,5% de actividad, seguido de 52,5% de mujeres hasta 29 años. Los mismos índices para los hombres confirman que 95% de la población masculina entre 30-64 años está ocupada, bien como 62,1% de la población hasta 29 años (INDEC, 2003).

Hasta aproximadamente la década de 70, la fuerza de trabajo femenina estaba constituída, en su mayoría, por jóvenes mujeres solteras o casadas sin hijos que asumían el trabajo como una alternativa de crecimiento personal temporaria. Generalmente ocurría una retracción del ámbito laboral una vez casadas o con el nacimiento del primer hijo. Los valores y funciones de género se apoyaban más en la tradicionalidad patriarcal en donde el hombre no tenía opción entre trabajar o no, cabiéndole la función primordial de sustento económico familiar. Por otro lado, la mujer transitaría por el mercado de trabajo como una opción pasajera hasta el cumplimiento de sus más "naturales" funciones: la maternidad y la administración del hogar.

Los posteriores ciclos de crisis económica en la Argentina produjeron grandes modificaciones en lo que respecta a los modelos orientadores de la sociedad. Esto fue verificado en la necesidad de "reajuste" del modelo socio-económico patriarcal tradicional asumido como "natural" hasta pocas décadas atrás. Profundas necesidades económicas junto al movimiento de transformaciones ideológicas de la época reformularon normas, papeles, funciones y el modo en que los géneros se relacionan dentro y fuera del hogar.

El aumento aún mayor de la participación económica de las mujeres en la década de 90 representa no solamente la ampliación de oportunidades como también la necesidad de compensar la falta de ocupación de los hombres jefes de familia. Como explica Wainerman, "el crecimiento de la participación económica de las mujeres no aparece vinculado a la mejora de su situación en la sociedad, sino a procesos de ajuste estructural y reestructuración económica" (Wainerman, 2003b, p.65).

Además de las vicisitudes económicas de la Argentina, una de las principales fuerzas provocadoras de transformación de estas mujeres fue la expansión de los horizontes educacionales, tanto en el nivel secundario como en el superior. Este progreso se reflejó en el final de los años 80 cuando las mujeres llegaron a representar más de la mitad de las matrículas en la Universidad de Buenos Aires alcanzando en 1994 el 52,2% de las mismas.

Este contexto social favoreció a que la mujer postergara la edad para casarse y a que disminuyera el número de hijos y postergue su nacimiento. Wainerman (2003, p.66) explica que "la posibilidad de que las mujeres reciban su propio dinero y de que alcancen algún grado de independencia económica (...) es un motor de cambios potenciales en la distribución del poder conyugal, en la toma de decisiones, en la educación de los hijos y, por supuesto, en la formación y disolución de las familias".

Todos estos cambios influyeron en las formas de organización familiar. En el año 2000 el arreglo familiar nuclear completo con hijos representaba 50% del total en el Área metropolitana de Buenos Aires (siendo que en 1980, era de 49,9%). En las últimas dos décadas, la región duplicó la cantidad de familias monoparentales con hijos, 6,7% para 12,2%. El tipo nuclear sin hijos disminuyó levemente, 18,8% para 17% (Wainerman, 2003). Entre 1992 y 2002 se evidenció una baja de 11,2% de la familia nuclear, siendo este el único tipo de familia que disminuyó.

La Familia en Brasil en el Período 1980-2000

Los índices de divorcio en Brasil han seguido una tendencia de constante aumento desde su legitimación en diciembre de 1977. Según las estadísticas del IBGE, en 1995 uno de cada cuatro casamientos realizados en los últimos diez años terminó en divorcio. El panorama general del país indica que el total de divorcios creció el 55,9% entre 1991 y 2002, siendo que las separaciones aumentaron el 30,7% y los casamientos registraron una baja de 4%. Datos obtenidos por el IBGE en 2002 indican que los brasileros "reciclan" la vida privada repetidas veces permaneciendo casados, en promedio, por diez años y medio.

En relación a los aspectos legales, algunas alteraciones recientes del Código Civil en Brasil permitieron el divorcio después de dos años de la separación de hecho o un año después de la separación judicial. Otra nueva norma fue el fin de la prohibición del divorcio antes del término de la división de bienes. Además de esto, quien pide el divorcio sin comprobar la culpa del otro no pierde el derecho a la pensión alimentar. El nuevo Código Civil permite la separación luego de un año de la realización del casamiento.

Más de la mitad de los divorciados en Brasil sigue en dirección a una nueva unión aunque existan diferencias significativas entre hombres y mujeres, como ya mencionamos anteriormente para el caso argentino. El IBGE indica que el número de recasamientos pasó de 47 mil en 1984 para 95 mil en 2002 (un aumento de 102% en prácticamente dos décadas). La mayoría de las investigaciones indican que son las mujeres, preponderantemente, quienes entran con el pedido de divorcio. Esto puede estar relacionado a múltiples factores aunque, sin duda, camina paralelamente a la inserción femenina en el mercado de trabajo. Este nuevo panorama caracterizado por altas inversiones en materia educativa y nuevas ganancias laborales favoreció una mentalidad más independiente y menos dispuesta a soportar un casamiento desfavorable.

La transformación ideológica relacionada con el cambio en el casamiento legal tuvo como escenario principal las regiones más favorecidas del Brasil, como los sectores medios urbanos del Sudeste y del Sur. Según Greene (1992, p. 177) "vivir en un área urbana es un factor que aumenta la posibilidad de tener un casamiento informal". Una inversión significativa ya que, históricamente, Brasil siempre presentó mayor índice de casamientos informales entre las camadas más pobres de las zonas rurales. Durante las últimas dos décadas ha habido un movimiento expansivo de esta práctica para las ciudades. Los resultados del Censo de 2000 confirmaron el aumento del número de uniones informales en el país, que pasaron de 18,3% en 1991, para 28,3% en 2000.

No sólo este fenómeno representó una de las principales transformaciones de la intimidad brasilera en los últimos años, como también la tendencia en alta de familias monoparentales y entre ellas, de familias con referencias femeninas como "jefe" de hogar. Estos cambios fueron observados a partir de los años 90: en 1991, la proporción de mujeres que se declaró como persona de referencia de las familias era de 22%, pasando a 30% en 2006. Según datos divulgados por el IBGE (2006), casi un tercio de las mujeres que trabajan en el país, o el 29,6% del total (cerca de 2,7 millones de brasileras), responde hoy por el sustento de la casa, asumiendo el papel de jefas de domicilio. Así, se confirma la tendencia que indica el aumento de la participación de mujeres responsables por la jefía de los hogares en Brasil.

La Transformación de la Familia a Partir de la Actuación Femenina en Brasil

Brasil también comienza a sentir la revolución de la participación femenina en el mercado de trabajo principalmente a partir de la década de los años 70. En los años 80 vislumbramos un cambio progresivo en la captación de mano de obra femenina en el mercado laboral con el empleo de mujeres casadas y en edad adulta - entre 30 y 39 años. Según los indicadores de trabajo y rendimiento, la tendencia de crecimiento de la participación femenina en el mercado de trabajo no se detuvo: el porcentaje femenino del total de la PEA (población económicamente activa) era de 42,5% en 2002, principalmente en los centros urbanos y en las Regiones Sur y Sudeste (IBGE, 2003). La mayor presencia en el mercado de trabajo de mujeres en edad adulta también se confirmó en Brasil.

De forma semejante al caso argentino, el grupo que más ha aumentado su participación en el mercado de trabajo es el de mujeres maduras y casadas. Los indicadores nacionales colocan la presencia de 63,9% de mujeres entre 30 y 39 años ocupadas en el mercado de trabajo en 2002.

Se constató en el mismo período que, cuanto mayor el índice de escolaridad, mayores los índices de participación de la mujer en el mercado remunerado. En este sentido, las últimas décadas fueron testigos de una expansión constante de la formación femenina. Rosenberg (1994) indica que para el año 1989, del total de 36,6 millones de estudiantes de 5 años o más, 51,4% eran mujeres. En este proceso, un fenómeno a destacar fue el aumento considerable de la presencia de mujeres en la enseñanza media y en los niveles superiores.

A pesar de esto, la situación de las mujeres aún está lejos de equilibrarse con la de los hombres, sobretodo en lo que respecta a la remuneración en el mercado de trabajo. Los indicadores sociales para 2002 del IBGE resaltan que las mujeres aún reciben, en general, 70% del salario de los hombres.

Según el IBGE, aún hoy la familia nuclear (madre, padre e hijos) es la forma predominante en Brasil y equivale al 52,8% del total de los arreglos familiares. En Rio de Janeiro en 2002 la situación se mostraba, sin embargo, algo diferente del promedio nacional: la familia nuclear representaba solamente 44,4% del total. Durante esta última década en Brasil, los tipos de familia que siguieron tendencias en constante aumento fueron las familias unipersonales, las parejas sin hijos y las mujeres sin cónyuge con hijos.

 

Consideraciones Finales: La Perplejidad Contemporánea

Hoy en día hablar de familia es, ante todo, una tarea bastante compleja. El conjunto de influencias contemporáneas que resultaron del proceso de globalización, de la secularización, de la valoración del individualismo y del amor romántico junto al impacto provocado por la inserción de la mujer al mercardo de trabajo y educación, colaboraron al cuestionamiento de las bases y normas de la vida familiar. Como consecuencia, la estructura tradicional de familia siguió un movimiento de ajuste.

Observar que la mayoría de los países occidentales sigue una dirección de transformación familiar semejante no es más una sorpresa. Tanto Brasil como Argentina hacen parte del vasto grupo de culturas expuestas a las demandas contradictorias de los nuevos tiempos. A pesar de tantos cambios, es interesante observar que la familia nuclear reducida (madre, padre e hijos) continúa siendo la forma de convivencia predominante para la mayoría de los argentinos y brasileros de las grandes ciudades. La gran señal de modificación de estos últimos tiempos ha sido la disminución de esta forma de unión dando lugar a otros tipos de familia. Hecho que para muchos céticos y críticos de las transformaciones conyugales ha sido la evidencia de la muerte lenta de la institución familiar.

Lejos de esto, lo que nos parece más probable es que las variadas formas de familia con las cuales hoy nos deparamos son intentos de reorganización de la institución a los nuevos tiempos. Muchos de nosotros, en alguna medida, conservamos la idealización familiar que ve a la familia como la reunión de madre, padre e hijos, viviendo juntos bajo un mismo techo, compartiendo alegrías y tristezas durante toda una vida. Esto es así no solamente porque fue asimilado en los discursos de nuestras propias familias sino también porque aún lo encontramos en los modelos consumidos a travez de los medios de comunicación y en las artes.

La diversidad en los tipos de familia surge exactamente en este período, en donde se combinan las crisis económicas enfrentadas por ambos países con las nueva ideología feminista y la búsqueda por un equilibrio mayor entre los géneros. Gran parte motivadora de estas transformaciones ha sido la frustración femenina en relación a su lugar dentro y fuera del hogar, algo no más visto como "natural" y sí como resultado de la construcción social.

Sin duda, en el análisis comparativo entre Brasil y Argentina, vemos un denominador común, la actuación y la presencia de la mujer reinventando papeles hasta entonces tradicionales, sea en el campo profesional - a travez de su mayor inserción en el mercado de trabajo -, o sea en el campo afectivo, por la no complacencia con matrimonios por ellas considerados insatisfactórios, llevando a un aumento de separaciones y divórcios. Cabe a la mujer, sin duda, un papel predominante en la transformación de las actitudes y comportamentos relacionados al casamiento y a la constitución de las familias contemporáneas.

El rápido aumento de las familias monoparentales nos lleva a refleccionar: ¿Qué estaría llevando a los sujetos a dejar el modelo de familia tradicional para optar por formas alternativas de intimidad? ¿La necesidad e importancia de mantener vínculos familiares estables estaría perdiendo lugar en el imaginario colectivo?

Mientras el ideal de casamiento no sea readaptado a los valores contemporáneos y mientras las reglas y responsabilidades dentro del hogar no sean reorganizadas, los miembros de las familias probablemente continuarán dispersándose y adoptando formas más individuales de convivencia. Por otro lado, no podemos olvidar que los valores e ideales de esta época no están más orientados por creencias religiosas predominantes, dando lugar a individuos más propensos a seguir valores de auto-satisfacción e independencia.

A pesar de todos estos cuestionamientos y de las formas alternativas que surgieron para la intimidad, los trabajos citados a lo largo de este estudio confirman que la familia continúa siendo la referencia principal en la vida de las personas. Con estas palabras no queremos decir que hayamos alcanzado un nivel equilibrado en las relaciones familiares, y sí que la negociación de los papeles y funciones para cada miembro hace parte de la revolución crítica de la familia contemporánea. Si seguimos los análisis de los especialistas y las estadísticas, evidenciamos que aún estamos lejos de reestructurar el "modelo de intimidad" en bases satisfactorias.

¿Qué esperar para el futuro? Mientras los motivos de esta crisis familiar y conyugal no sean profundamente conocidos y repensados, la tendencia, tanto en Argentina como en Brasil, es que las personas entren cada vez más tarde al casamiento para atender las necesidades individuales de educación y trabajo, que los hijos permanezcan más tiempo en la casa de los padres y se casen cada vez menos oficialmente, que siga disminuyendo la cantidad de hijos por familias y que el divorcio aún sea ampliamente adoptado por la sociedad.

A la par de las diferencias históricas, en las grandes ciudades de Brasil y Argentina se camina en una dirección semejante. No hay señales de que la familia y el casamiento estén perdiendo importancia, pero sí de que las normas de su funcionamiento deben ser analizadas y renegociadas. Mientras no haya una mayor concientización de los complejos factores envueltos en esta crisis, y mientras los cambios de conducta no acompañen los cambios en los discursos, debemos observar las formas alternativas de familia como el resultado directo de influencias macro-sociales contradictorias y ambivalentes con las cuales convivimos actualmente. En este embate entre lo antiguo y lo nuevo, entre la fuerza de las tradiciones culturales locales y el fuerte apelo homogeneizador resultante del fenómeno de la globalización, es la mujer quien está liderando este proceso, en su busca de relaciones afectivas más satisfactórias e igualitárias, aliada al avance en el campo educativo y a la conquista del mercado de trabajo, hasta poco tiempo atrás, dominado casi exclusivamente por los hombres. Curiosamente, vemos que las mujeres están pasando de dueñas de casa a dueñas de los cambios sociales contemporáneos…

 

Referencias

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Received 16/06/2006
Accepted 21/11/2006

 

 

Romina Iebra Aizpurúa. Psicóloga por la Universidad Católica de Petrópolis (UCP), Brasil. Concluyó su Maestría en Psicología en la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (PUC-Rio), Brasil. Estudiante de Doctorado en Psicolologia Social en la Victoria University, Melbourne, Australia. Áreas de interés: Psicología Social, Familia y Casamiento, Estudios de Género, Mujer e Inmigración.
Bernardo Jablonski. Doctor en Psicologia Social por la FGV-RJ. Profesor Asistente del Departamento de Psicología de la PUC-Rio. Áreas de interés: Psicología Social, Familia y Casamiento, Artes Cénicas, Comunicación de Masas.
Terezinha Féres-Carneiro. Doctora en Psicología (Psicología Clínica) por la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (1981) y Post Doctora por la Universidad de Paris V Sorbonne (1988). Actualmente es profesora titular de la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (PUC-Rio). Tiene experiencia en el área de Psicología, con énfasis en Tratamiento y Prevención Psicológica. Áreas de interés: evaluación familiar, entrevista familiar, investigación en Psicología.
1 Email: rominaiebra@gmail.com