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Junguiana

versión On-line ISSN 2595-1297

Junguiana vol.39 no.1 São Paulo ene./jun. 2021

 

El arte de diferenciar el modo humano. Nise da Silveira: el eslabón perdido entre dos tradiciones

 

 

Erick Miranda de Sousa

Catedrático de Filosofía en la Rede Emancipa y Licenciado en Filosofía por la Universidad de São Paulo (Universidade de São Paulo - USP). E-mail: erickms93@gmail.com

 

 


RESUMEN

En este artículo, elaboramos un diálogo entre la psicología analítica de Carl Jung y la filosofía de la inmanencia de Baruch Spinoza basada en las "Cartas a Spinoza" de Nise da Silveira. Principalmente a través del análisis de las tres primeras letras, proponemos una mirada al pensamiento de la Dra. Nise centrada en la epistemología de las ciencias de la mente humana y en la génesis de los conceptos de psicología analítica, como el proceso de individuación. Estas cartas son un verdadero ejercicio de imaginación activa.

Palabras clave: Palavras-chave: Jung, Spinoza, individuación, diferenciación, inmanencia, psicología analítica, Nise da Silveira.


 

 

Las "Cartas a Spinoza" de Nise da Silveira (1995) son un ejercicio eficaz de "imaginación activa". Eso es porque el filósofo holandés vivió casi 300 años antes que ella. El género epistolar elegido por Nise no podría ser mejor, ya que una correspondencia está atravesada por el afecto: difícilmente enviamos una carta a alguien que no nos gusta. El ejercicio imaginativo, por tanto, es más que productivo y toma un hilo conductor, un vínculo entre dos tradiciones que, por el destino, han tocado muy poco: la filosofía de la inmanencia de Baruch Spinoza y la psicología analítica de Carl Gustav Jung.

En este sentido, las Cartas de la Dra. Nise aparecen como un enlace perdido entre Spinoza y la psicología analítica. De hecho, en una lectura de las principales obras de Carl Jung, asusta la ausencia de uno de los principales nombres del racionalismo del siglo XVII. Es aterrador no porque debamos dar por sentada la aparición de cualquier tradición dentro de cualquier otra, sino porque Baruch Spinoza es un inspirador de muchos de los principales filósofos y escritores que aparecen explícitamente en la obra de Jung, como Goethe, Schelling, Schopenhauer y Nietzsche, además de que Jung es un estudioso del misticismo de la Cábala, un tema incorporado implícitamente en la obra de Spinoza a través de autores como Maimónides.

De esta forma, las "Cartas a Spinoza" (SILVEIRA, 1995) son de suma importancia para comprender esta afinidad entre la filosofía de la inmanencia y la psicología analítica. Son siete cartas que Nise dirige a Spinoza en el campo de la pura imaginación, ante la imposibilidad del destinatario de recibirlas. Más que este ejercicio de imaginación, Nise revela: "No conozco ningún filósofo al que se le haya dedicado la poesía o haya tocado evocaciones de encuentros decisivos", (SILVEIRA, 1995, p. 22, Carta 1). En esta primera carta enumera algunas de las personalidades que dedicaron versos o reflexiones sobre Spinoza: Sully Prudhomme, Machado de Assis, Goethe, Maida Schiuchi, Romain Roland, Novallis, Jean Wahl, Karl Jaspers...

Nise da Silveira (1995) describe el sentimiento que tuvo en su primer contacto con la magnum opus de Spinosa, Ética (SPINOSA, 2018): "Estaba viviendo un período de gran sufrimiento y contradicciones. Hasta las primeras páginas, me golpearon. Las diez mil cosas que me preocupaban se disiparon, debilitando la importancia que les atribuía. Ahora se imponían otros valores. Seguí sufriendo, pero de otra manera" (SILVEIRA, 1995, p. 23, Carta 1). Tal sentimiento no es de ninguna manera privado. El propio Goethe, considerado por muchos como la máxima expresión del espíritu alemán y de los grandes exponentes del romanticismo, expone en esta misma carta sus impresiones sobre la lectura de la Ética (ESPINOSA, 2018): "En la Ética de Spinoza encontré el apaciguamiento de mis pasiones; me parecía que se abría ante mis ojos una visión amplia y libre del mundo físico y moral. La imagen de ese mundo es transitoria; quisiera ocuparme sólo de cosas duraderas y lograr la eternidad para mi espíritu" (p. 22, Carta 1).

La Dra. Nise da Silveira es reconocida a nivel nacional por una serie de contribuciones a la salud pública, la terapia ocupacional y la psiquiatría. Sin embargo, aquí vamos a recortar sólo su faceta teórica, más concretamente su contacto con la psicología analítica. Quizás la noción central del pensamiento junguiano sea el proceso de individuación, un éxito alcanzado con gran dificultad por quienes impusieron la tarea de conocerse a sí mismos. Nise asocia este proceso de psicología analítica con la noción de libertad intelectual, central en el pensamiento de Spinoza, especialmente cuando el filósofo lo trabaja en la parte V de su Ética (ESPINOSA, 2018). Ella dice:

Los humanos serían modos. Pero me parece que, al menos así, a los humanos, les otorgas una capacidad latente de diferenciación y luchas, a través de toda la Ética, para ayudarlos a diferenciarse de manera especial, reformando el entendimiento, trabajando ideas confusas, en orden para aclararlos, mostrándoles el camino para liberarse de la esclavitud de las pasiones e incluso alcanzar la bienaventuranza (SILVEIRA, 1995, p. 24, Carta 1).

La proximidad de las nociones de individuación y diferenciación se destaca a los ojos de cualquier persona versada en psicología analítica, tal como la Dra. Nise trabaja en este pasaje. De hecho, el proceso de individuación1 se trata de una especie de diferenciación del individuo en relación con su entorno, aunque esto no significa distanciarse de la comunidad, sino al contrario, una persona que adquiere su individuación, que se convierte en lo que realmente es, como nunca se cansa enfatizando a Jung, refiriéndose al anatema de Nietzsche en Ecce Homo -, esta persona, al tiempo que incorpora la diferencia fundamental que tiene la marca en relación con otros individuos, percibe sobre todo lo que los une, la conexión profunda que existe entre sus naturalezas, la identidad inevitable e indisoluble que existe entre sus condiciones y, por tanto, la absoluta necesidad de convivencia, entendimiento mutuo y conciencia constante de lo común entre los aparentemente diferentes.

Otro acercamiento que hace la Dra. Nise, todavía dentro de este ámbito de imaginación activa, entre la filosofía de la inmanencia y la psicología analítica, es entre la noción de sustancia, como aparece en la parte I de la Ética de Espinosa (2018), al concepto clave de 'Self', tal como aparece en la obra de Jung2. Dice la Dra. Nise, en un profundo entrelazamiento teórico de concepciones aparentemente dispares, pero profundamente unidas en un sentido más profundo:

Una contienda de circunstancias adversas, aceptada por ti sin ninguna agudeza del Ego, creó un vacío que permitió que emergiera la profundidad de la psique, del arquetipo del Self - 'un término de una parte muy precisa para expresar la esencia de la totalidad humana y muy inexacto, por otro lado, para expresar también el carácter indescriptible e indeterminable de la totalidad' (C.G. Jung, 12, 10) (SILVEIRA, 1995, p. 27, Carta 1).

¿A qué "circunstancias adversas' aludiría la Dra. Nise? ¿Qué significa ese 'ego crujiente'? O, sin embargo, ¿qué vacío es este que permite que emerja la profundidad de la psique? En este punto, nos detendremos brevemente en el análisis de la correspondencia de Nise para comprender estos temas desde el propio trabajo de Spinoza, más específicamente la parte I de su Ética (ESPINOSA, 2018), parte que trata de intrincadas cuestiones metafísicas que nos harán comprender el significado de estas 'circunstancias adversas' de este 'apriete' y este 'vacío'.

La Parte I de Ética (ESPINOSA, 2018), denominada "Dios", sigue el camino de la definición de la divinidad: después de leer esa primera parte del libro, el lector debe tener presente la idea de Dios, ya que las cuatro partes restantes de la obra presupondrán tal definición, hasta llegar a la parte V del libro, denominada "El poder del intelecto", cuyo tema central es la libertad intelectual ya mencionada, es decir, la diferenciación efectiva. De la parte I a la V, Spinoza traza un camino que va de la divinidad, o el concepto de Dios, a la libertad humana, lo que significa efectivamente que ningún ser humano puede considerarse libre si no conoce a Dios. Sucede que, como en toda filosofía que se precie, no se debe presuponer nada, sino que se debe explicar todo, o mejor aún, todo lo que se presupone explícitamente debe apoyar lo que se explica posteriormente, como hace Spinoza con las ideas de Dios y de la libertad, siendo una el presupuesto de la otra.

Las tres nociones centrales de la parte I de Ética (ESPINOSA, 2018) son: I. sustancia; II. Atributos; III. modos; el concepto de Dios será como una tela cosida por estos tres hilos. El filósofo dice:

I. Por sustancia entiendo aquello que es en sí mismo y se concibe por sí mismo, es decir, es aquello cuyo concepto no necesita el concepto de otra cosa a partir de la cual debe constituirse; II. Por atributo me refiero a lo que el intelecto percibe de la sustancia como constituyendo su esencia; III. Con modo me refiero a la afección de la sustancia, es decir, lo que hay en otro, para lo cual también está concebido (p. 45).

Las cinco partes de la Ética de Espinosa (2018) se basan en estas tres nociones, así como sus conceptos principales, como Dios, Naturaleza, Eternidad, Libertad, Amor y Afectos. Por lo tanto, comprender estas tres nociones es absolutamente necesario.

La sustancia - que luego se identificará con Dios y la Naturaleza (Deus sive Natura) - se dice "en sí misma y concebida por sí misma", que en el vocabulario de Spinoza significa causa de sí misma (causa sui), es decir, lo que no tiene causa, o más bien, se sustrae su causa a sí misma - en un poder infinito de autoproducción - y será la causa de todos los demás efectos. En el pensamiento de Spinoza, es absolutamente axiomático que "todo tiene una causa" y ningún efecto ocurre sin conocer su causa apropiada. Resulta que podríamos preguntarnos sin cesar por las causas (lo que en el pensamiento aristotélico se llama 'regresión al infinito'). Ahora bien, en Espinosa (2018) no hay regresión al infinito y es la noción de causa sui o sustancia la que lo garantiza. Por eso se dice que la noción de sustancia es la más central en el pensamiento de Spinoza -porque la funda y sostiene-, así como en todo el pensamiento metafísico de la Modernidad en el siglo XVII.

Entonces, ¿qué es la sustancia? "Es aquel cuyo concepto no necesita el concepto de otra cosa a partir de la cual debe constituirse" (ESPINOSA, 2018, p. 45). Resulta que la sustancia se constituye de atributos: aviso, "constituida" y no "causada"; la sustancia es formada por atributos, que son infinitos, es decir, la sustancia es un concepto constituyó por infinitos atributos. Los seres humanos, por nuestra finitud (somos un mero modo), concebimos sólo dos atributos de la sustancia: Pensamiento y Extensión, precisamente porque son los atributos que también constituyen nuestra naturaleza. Esto es lo que Spinoza quiere decir cuando dice que el atributo es "lo que el intelecto percibe de la sustancia como constituyendo su esencia" (ESPINOSA, 2018, p.45), es decir, el atributo es aquello por lo que podemos conocer la sustancia; sólo conocemos la naturaleza de la sustancia por lo que el intelecto percibe de sus atributos. De esta forma, el ser humano participa de la naturaleza de la sustancia al estar constituido por dos de sus atributos.

En ese momento, podemos empezar a comprender por qué Nise da Silveira (1995) se refería a las "circunstancias adversas", a los "tirones del Ego" y a ese "vacío" del que emerge la psique profunda. Cuando se entiende, a partir del pensamiento de Spinoza, que Dios o la sustancia o la Naturaleza (o, para usar un término más físico, el Universo) se compone de infinitos atributos y que nosotros, con toda nuestra capacidad intelectual, concebimos solo dos (Pensamiento y Extensión), se entra en circunstancias totalmente adversas, se entra en un oscuro laberinto - para referirse a una metáfora de otro gran admirador de Spinoza, Jorge Luis Borges - y el Ego se asusta (hay una contracción del yo en relación a lo que constituye ella), se preocupa de tal incomprensión y se inclina ante este vacío que es, al mismo tiempo, posibilidad infinita.

Volvamos a la tercera noción fundamental de la parte I para finalizar el análisis de esta Carta I de Nise. ¿Qué es un modo? Es la modificación de los atributos, como afecciones de la sustancia: ellos (los atributos) son infinitos, pero concebimos sólo dos, por nuestra naturaleza. Entonces, todo lo que modifica - en el sentido de expresarse plásticamente, como en Deleuze (2019, p. 7-16) - los atributos infinitos es un modo. Como solo conocemos dos el pensamiento y la extensión, debido a que constituyen nuestra naturaleza, nunca podemos afirmar que conocemos la naturaleza infinita de la sustancia o de Dios. Solo podemos hablar de estos dos atributos, porque los humanos, en la filosofía de Spinoza, son un complejo cuerpo-mente, es decir, una modificación del Pensamiento (la mente) y la Extensión (el cuerpo). Esta expresión de modos finitos (humanos) ya es la parte II del libro, llamado "De la mente", porque para Spinoza, la mente humana es una expresión de un atributo divino, el Pensamiento (así como tu cuerpo es una expresión de un otro atributo divino, la Extensión). Pero basta por lo que nos interesa, que es entender qué tiene que ver esto con el Self. Veamos.

Volviendo a la definición de Self ya mencionada en esta primera carta, expresa "la esencia de la totalidad humana y, por otro lado, también expresa el carácter indescriptible e indeterminable de la totalidad" (SILVEIRA, 1995, p. 27). Ahora bien, el Self, por tanto, es el núcleo de nuestra totalidad psíquica, aunque indescriptible e indeterminable, así como la divinidad de Spinoza, constituida por infinitos atributos de los que solo conocemos dos. Más adelante, pero aún en esa misma carta y citando al filósofo francés Jean Wahl, la Dra. Nise dice: "los grandes filósofos sintieron más o menos vagamente la existencia de algo más allá de ellos mismos y trataron de expresar y lograr ese algo de diferentes maneras" (SILVEIRA, 1995, p. 28, carta 1). La intuición aquí es central, porque la intuición constituye el conocimiento supremo en la epistemología de Spinoza, pero dejémoslo para las próximas cartas porque ese tema volverá. Centrémonos en la 'existencia de algo más allá de ti mismo' porque eso es exactamente lo que caracteriza el arquetipo del Self en la psicología analítica, es decir, la experiencia psíquica de trascendencia del yo, la percepción de que este complejo que me constituye y que llamamos conscientemente 'ego' es una superficie frágil, que, aunque me pone en contacto con la realidad más inmediata, no revela sus misterios más profundos y mucho menos revela la profundidad de mi propia alma. Es el Self el que nos permite sumergirnos en el abismo de nuestra alma, superamos las relaciones más inmediatas de la persona y la sombra, las proyecciones del anima/animus y, en constante ensanchamiento de las fronteras de la conciencia, nos permite para experimentar este 'algo más allá de si'3.

Aún en esa primera carta: "Así es como vivimos en una parte del universo. Seremos capaces de investigar en torno a nosotros y dentro de nosotros mismos, pero no lograremos una comprensión de la naturaleza infinita, ya que somos finitos. Conociendo las limitaciones para luego superarlas, este es el hermoso itinerario que nos señalas" (SILVEIRA, 1995, p. 29, Carta 1). Aquí podríamos destacar algunos aspectos: el primero de los cuales es lo que ella llama 'alrededor de nosotros' y 'en nosotros'. Las investigaciones que nos rodean, podemos interpretarlas no solo como la comprensión del comportamiento humano y la vida social - el sentido mismo de la ética -, sino también en un sentido más amplio, de alrededor de nuestro universo, para empujar los límites del conocimiento que tenemos en torno de nuestro universo. Eso es porque, además de las notas de Espinosa (2018) sobre física en la parte II de Ética, uno de los admiradores más notorios de Spinoza es Einstein (Nise no deja pasar esa conexión), quizás el individuo del siglo XX que más contribuyó a la comprensión de este "alrededor nuestro". En oposición a este 'alrededor' está el 'en nosotros', que ella dirige explícitamente a su destinatario imaginario, pero que también podría dirigir al propio Jung, quien, con la noción de Self, amplió enormemente las posibilidades de autoconocimiento y las profundidades del alma humana y sus infinitas posibilidades. Como enfatiza la Dra. Nise en esa última cita, es solo cuando conocemos - nos damos cuenta de - nuestros límites que somos capaces de superarlos de manera efectiva.

 

Sobre el individuo singular

En la Carta 2, Nise da Silveira enfatiza algunos aspectos de la biografía de Spinoza, aunque ya lo ha hecho de forma residual en la primera carta. De hecho, el ejercicio de la imaginación activa es muy interesante: el hecho de que la Dra. Nise se corresponda con el propio Spinoza no le impide narrar hechos de su propia vida. Ella nunca se cansa de disculparse por ello y dice que enumerar estos hechos la acerca a él, los hace íntimos.

Baruch Spinoza nació en 1632 dentro de la comunidad judía de la ciudad de Ámsterdam4. Toda su educación está marcada por este origen, que no le impidió rebelarse contra él incluso en su juventud, hecho inaceptable para los rabinos de la sinagoga. Nise comienza esta segunda carta haciendo hincapié en el significado irrefutable que tuvo la excomunión en la vida del filósofo, ya que la comunidad judía, estrechamente vinculada a las actividades comerciales en la Ámsterdam liberal, obtuvo su prosperidad ligada a una homogeneidad de los valores de su pueblo. La excomunión significaba en la vida de un individuo no solo la imposibilidad de supervivencia material, sino del contacto físico en sí mismo5. Esto obligó a Spinoza a migrar de Ámsterdam a Rijinsburg y luego a La Haya, hecho que la Dra. Nise atribuye fundamental importancia a la formación filosófica y espiritual de su interlocutor. Ella dice: "Creo que todavía debería haber algo hostil en el clima de Ámsterdam cuando usted, en mayo de 1660, decidió mudarse a Rijinsburg, el centro de los Collegians. Allí estaría tranquilo para pensar. Viviría en un ambiente cordial" (SILVEIRA, 1995, p. 34, Carta 2).

El círculo de los colegiales, grupo de eruditos cristianos que estudiaron la Biblia y dieron la bienvenida al filósofo tras su excomunión de la comunidad judía, es una expresión muy interesante del contexto histórico de la sociedad europea en el siglo XVII. Recordemos que es un siglo atravesado por guerras religiosas con trasfondo político, debido a las repercusiones de la Reforma Protestante de Lutero en el siglo anterior. Holanda, todavía llamada las Siete Provincias, fue una de las regiones de Europa que se adhirió a los ideales de Lutero e implementó reformas sociales liberales. Es en este contexto de efervescencia política, cultural, religiosa y filosófica donde Nise encuentra la formación espiritual de su corresponsal, Nise señala: "Una característica muy bonita de los colegiales es que nunca le exigieron que se adhiera al cristianismo, al bautismo, ni que acepte la encarnación del Dios infinito en un hombre" (SILVEIRA, 1995, p. 35, Carta 2).

Aunque de origen judía y miembro de un grupo cristiano, Spinoza no puso las preocupaciones teológicas en el corazón de su filosofía, del mismo modo que el hecho de que apoyara toda su comprensión de la ética y la política en una definición de Deus sive Natura no le impidió de la redacción, en 1670, del Tratado Teológico-Político, libro cuyos temas centrales son la libertad de expresión, la separación del poder religioso del poder político y la exégesis de las Sagradas Escrituras. Dice Spinoza, en ese tratado: "No he leído en ninguna parte que Dios apareció a Cristo o que le habló () si Moisés habló cara a cara con Dios, como un hombre con su prójimo (es decir, a través de la interposición de sus cuerpos), Cristo mismo se comunicó con Dios de espíritu en espíritu" (SPINOZA apud SILVEIRA, 1995, p. 36, Carta 2). Más adelante Nise dice: "Me gustó mucho leer esas palabras tuyas, porque estoy tan atado a Cristo" (ídem, Carta 2). La visión de Spinoza del fenómeno religioso, aunque crítica desde un punto de vista político, incorporó la visión de que la experiencia espiritual tenía un contenido significativo que debería ser entendido, y no ridiculizado, como también ocurre en la psicología analítica que, desde un punto de vista científico, no se adhiere particularmente a ningún dogma específico, pero penetra en la universalidad que toda experiencia religiosa expresa de diferentes maneras6.

Nise da Silveira sigue su epístola sobre los hechos de la vida de Spinoza. Ella dice: "Tú, que amabas la soledad, la meditación, tenías el don de hacer amistades sólidas" (SILVEIRA, 1995, p. 37, Carta 2). Para ello, enumera a varios amigos del círculo íntimo de Spinoza, como Simon de Vries, Jarig Jelles, Juan de Rieuwertz y Balleing. Nise sigue: "Insisto en esto porque es algo raro. Las amistades son casi siempre inestables y nos dejan huellas de dolor" (idem, Carta 2). De hecho, las amistades citadas se mantuvieron fieles al filósofo hasta el final de su breve vida, pero no por casualidad. En el corazón de su filosofía está la idea de que el sabio, el modo diferenciado, como ya lo propugna Nise o incluso el ser individualizado, no debe aislarse porque no es un signo de sabiduría sino de ignorancia. Dice en su Ética: "nada más útil para un hombre que otro hombre".

Continuando con la misiva, Nise dice: "Tú pules los lentes. Algunos comentan que este trabajo se hizo como un oficio, como un medio para mantener la vida" (ídem, Carta 2). Esto para luego citar los versos que Machado de Assis hizo en homenaje al filósofo: "en las manos las herramientas del trabajador/en el cerebro la idea coruscante" (SILVEIRA, 1995, p. 38, Carta 2); esto para enfatizar que el desarrollo de las actividades manuales y corporales es tan importante como el desarrollo de las facultades mentales e intelectuales. El modo humano es un complejo cuerpo-mente: es inútil desarrollar sistemas abstractos para desplegar el intelecto y tener un cuerpo atrofiado, sin que se exploten plenamente sus potencialidades. Este hecho también es recordado por Nise en su trabajo sobre la vida de Jung (SILVEIRA, 1976). A esto lo llama una 'personalidad bien integrada' (ídem, Carta 2).

En este momento de su correspondencia, Nise mordisquea una madelaine y se sumerge en los recuerdos de su propia infancia en Maceió, el gusto por las ciencias naturales, los consejos de su padre sobre el 'arte de pensar' que constituye la geometría y las dificultades para acceder a los libros del filósofo, hasta entonces muy poco traducido al portugués. Nise enfatiza cuánto difiere su educación en las ciencias biológicas de las demostraciones geométricas que el filósofo realiza en su Ética (ESPINOSA, 2018). De hecho, tal libro es profundamente deductivo, dejando claro desde el principio los supuestos con los que el lector debe familiarizarse y en los que se basará toda su filosofía.

La diferencia de este libro, recuerda Nise, se trata del Tratado de reforma del entendimiento, un libro en el que no se sigue tan estrictamente el orden deductivo. Un libro así constituye un discurso sobre el método, reformar el entendimiento no significa más que pensar con método, con rigor. Dice la Dra.: "Para escalar esta escalada, su método enseña que será necesario, de manera preliminar, 'una meditación asidua y la mayor firmeza de propósito' además de trazar una regla de vida y prescribirse una meta bien determinada para uno mismo" (SILVEIRA, 1995, p. 42, Carta 2). La meditación asidua es el método en sí mismo y la firmeza de propósito es la disposición espiritual de quien se dedica a una tarea tan crucial en la vida de quien valora el conocimiento. Ella sigue: "Y, sobre todo, te acentúa, el método alcanzará una mayor perfección cuando el espíritu se aplique al conocimiento del Ser absolutamente perfecto" (ídem, Carta 2). Este Ser no es otro que la sustancia infinita, Deus sive Natura, cuyo avance ontológico no significa precedencia lógica, es decir, no es porque Dios sea lo más importante que hay que conocer, para alcanzar el fin último - la libertad. , diferenciación - que se descubrirá fácilmente. Es necesario tener un método, ser riguroso con el propio pensamiento, ser asiduo en la deducción de las proposiciones, para que se llegue a ese 'Ser absolutamente perfecto'. Más adelante, Nise, parafraseando al filósofo alemán Karl Jaspers, asocia el conocimiento de este 'Ser absolutamente perfecto' no solo con deducciones lógicas, en esta segunda carta, Nise hace una curiosa comparación: la concepción de la unidad Spinoza con la visión de Carlos Pertius, residente del Hospital Praia Vermelha en las décadas de 1940 y 1950, llamado el 'planetario de Dios'. Ella dice: "Carlos era débil y su visión se hizo añicos bajo el impacto de una visión extraordinaria () Ciertamente soportaste el deslumbramiento de una experiencia repentina, pero la fuerte estructura de tu personalidad se mantuvo cohesionada" (SILVEIRA, 1995, p.43, Carta 2). Aquí, Nise retoma las formulaciones de la psicología analítica relacionadas con el colapso mental. Para Jung, el colapso mental representa una disociación psíquica y podemos, por así decirlo, considerar la salud de una personalidad por su capacidad, su ego, de permanecer cohesionada frente a las experiencias vitales. Para Nise, la diferencia fundamental entre Pertius y Spinoza, es que no sucumbió al "resplandor de la experiencia repentina". De hecho, el filósofo tuvo una experiencia íntima que supo comunicarse racionalmente, supo construir un sistema de argumentos sólidos y mantuvo fuerte su estructura de personalidad - ciertamente un tipo psicológico profundamente racional diferenciado intuitivamente.

 

Sobre la inmanencia y sus expresiones

Al comienzo de la tercera carta, Nise retoma el tema de la infinidad de la sustancia para trabajar un poco más sobre esas 'condiciones adversas' aludidas por ella, para que nuestro ego se asuste más ante esta experiencia tan brillante de la divinidad. Ella dice: "Si percibimos sólo dos atributos - pensamiento y extensión - entre los atributos infinitos inherentes a la sustancia única, ni siquiera sé cuál sería nuestro entendimiento si formamos al menos una noción vaga de algunos otros atributos de la sustancia única" (SILVEIRA, 1995, p. 47, Carta 3). Ya hemos mencionado los axiomas de la parte I de la Ética de Espinosa (2018) que definen las tres nociones fundamentales de su sistema: sustancia, atributos y modos. Como dice Nise más tarde, tales nociones descartan la idea de un Dios personal y creativo, tal como esa idea aparece en las principales religiones monoteístas, para subrayar el carácter inmanente e infinito de Dios.

Uno de los corresponsales más frecuentes del filósofo, el entonces presidente de la prestigiosa Royal Society de Londres, Henry Oldenburg, entendió las concepciones de Spinoza como ambiguas. A lo que aclara el filósofo, movilizando su propia exégesis bíblica: "Dios es la causa inmanente de todas las cosas y no una causa transitiva. Afirmo con Pablo que todas las cosas existen en Dios y se mueven en Dios" (SPINOZA apud SILVEIRA, 1995, p. 48, Carta 3). Tal incomprensión y acusación de ambigüedad nos permite penetrar más sutilmente en el significado del término inmanencia. Decir que Dios es la causa inmanente y no transitiva significa centrarse en el debate teológico, que se prolongó a lo largo de la Edad Media, en el que se oponían dos opiniones: los que afirmaban que Dios era la causa de todas las cosas, creador, omnipotente y omnisciente, pero cuya voluntad no alcanzó el libre albedrío de sus criaturas, que les permitió pecar; la otra opinión, alineada con Spinoza, y que dialogaba con la tradición del averroísmo latino, remontándose a la figura de Avicena - el mayor filósofo del mundo árabe- decía que Dios no es creador en el sentido estricto del término, pero que el mundo es eterno -por tanto, sin origen ni fin- y que tal eternidad es la divinidad misma, lo que también significa decir que Dios es la causa de las cosas pero no está separado de sus efectos, es inmanente a sus efectos, diferente de la tradición que defendía la causalidad transitiva, que decía que Dios es la causa y que es diferente de sus efectos, las criaturas. Nótese que la causalidad inmanente, al identificarse en una relación de expresión - los efectos expresan su causa - suprime las nociones de pecado original, culpa, el libre albedrío, la creación divina y la omnipotencia... para quedarse solo en el núcleo de la teología de los monoteísmos.

Aún en ese mismo tono subversivo, Nise recuerda otra idea central de Spinoza: "ciertamente escandalizó su afirmación de 'no saber por qué la materia sería indigna de la naturaleza divina'" (ídem, Carta 3). De hecho, como ya hemos explicado, la sustancia de Spinoza está formada por infinitos atributos, de los cuales nosotros, meros modos limitados por nuestra naturaleza, concebimos sólo dos, qué nos son constitutivos: Pensamiento y Extensión. Por tanto, si nosotros, modos o afecciones de la sustancia infinita, participamos del atributo Extensión (así como del atributo Pensamiento), podemos concluir por deducción que la causa de nuestra existencia también está constituida por el mismo atributo, lo que significa decir que Dios es extenso, podemos verlo y experimentarlo en sus efectos, porque la inmanencia garantiza la expresión de la causa en sus efectos.

Más adelante, Nise recuerda otra afinidad más entre la filosofía de la inmanencia y la ciencia contemporánea, ahora en la figura del físico teórico David Bohm. Nise dice:

Habría una dimensión oculta de profundidad infinita, que Bohm llama orden implícito. El orden implícito daría lugar al orden explícito, correspondiente a nuestro mundo de objetos, que se mueven en el espacio y el tiempo. La totalidad del orden implícito, el océano de energía, no se nos manifiesta; sólo percibimos algunos de sus aspectos, pues es condición de nuestro pensamiento no poder aprehender la totalidad en todo su esplendor (SILVEIRA, 1995, p. 49, Carta 3).

David Bohm es reconocido como uno de los físicos que hizo el compromiso más razonable entre las dos teorías más revolucionarias de las ciencias exactas del siglo XX: la relatividad de Einstein y la física cuántica. De hecho, la física cuántica ha sacudido profundamente los supuestos de la física clásica, de la matriz newtoniana, algo que la relatividad misma ya había hecho, pero sin cuestionar supuestos tan profundos como el principio de causalidad y las nociones más aceptadas de materia y movimiento7. David Bohm, al postular un orden implícito, al que no tenemos acceso en su totalidad, salvo por sus efectos, el orden explícito, estaría dialogando con la tesis de los atributos infinitos de la metafísica de Spinoza, ya que la única sustancia está constituida por atributos infinitos y sólo conocemos dos: hay todo un orden implícito, 'océano de energía', que actúa física y psicológicamente, cuyo acceso es tortuoso.

Finalmente, Nise relaciona la inmanencia de Spinoza con la psicología analítica de manera más precisa: "Finalmente surgió en el siglo XX CG Jung, escribiendo: 'psique y materia son aspectos diferentes de una misma cosa'. Y enfatiza fuertemente que no considera que la psique sea simplemente un epifenómeno de la materia cerebral: 'la psique... es una realidad objetiva a la que el observador puede tener acceso a través de las ciencias naturales" (SILVEIRA, 1995, p. 49, Carta 3). También alude a las conexiones cuerpo-psique, así como el propio Spinoza definió al humano como un modo complejo cuerpo-mente. Lejos de la actitud cartesiana que privilegiaba la mente (la racionalidad) sobre el cuerpo (las afecciones), Spinoza, como hará la psicología analítica, las concibe en una conexión intrínseca. Para Espinosa (2018) "el orden y la conexión de las cosas es lo mismo que el orden y la conexión de las ideas" (Parte II, prop.VII) lo que significa que no hay un hecho mental sin su homólogo en el cuerpo. Así como, por homología, no hay hecho corporal que no tenga expresión mental - o psíquica, en un vocabulario psicológico.

Aún en esta tercera carta y en ese mismo tono de comprensión de la complejidad de los modos singulares, Nise analiza algunos puntos del Tratado Breve, obra de la juventud de Spinoza que ya contiene el germen de toda su filosofía:

Un pensamiento perfecto debe tener un conocimiento, una idea () Este conocimiento, esta idea de cada cosa particular que realmente existe, es, diremos, el alma de cada una de estas cosas particulares. Por eso, cariño, admites que todas las cosas particulares tienen un alma, un alma específica, para cada una de ellas, sea un puñado de arena, plantas, animales, mujeres, hombres (SILVEIRA, 1995, p. 53, Carta 3).

Más adelante, comienza el argumento de Nise: "La negación absoluta de las almas de los animales siempre me había repugnado" (ídem). De hecho, la inmanencia de Spinoza, como ya hemos señalado, garantiza que la causa permanece en sus efectos. Por lo tanto, si la causa última de todas las cosas es la sustancia infinita - Deus sive Natura - entonces cada modo singular, ya sea humano, vegetal o mineral, participa de esa sustancia, obviamente en su forma específica: Spinoza de ninguna manera iguala el alma humana al alma de animales o plantas, lo que no significa negarles la actividad anímica. Todo ser animado expresa el alma divina en su especificidad y complejidad.

En la parte II de su Ética, Spinoza (2018) inicia la investigación de la mente de los modos - es obvio que el enfoque es la forma humana, pero los humanos no son la forma exclusiva en la que se expresa la sustancia (debemos mantenernos fijos en la mente que la sustancia consta de infinitos atributos). Nise cita un extracto de esa parte II: "el objeto de la idea que constituye la mente humano es el cuerpo, es decir, un cierto modo de extensión que existe en la acción y nada más. De ahí se sigue que el hombre está formado por una mente y un cuerpo, y que el cuerpo humano existe como lo sentimos" (SPINOZA apud SILVEIRA, 1995, p. 54, Carta 3). Es decir, el objeto de la mente es el cuerpo, que es extenso; no hay distinción absoluta entre pensamiento (o espíritu, son intercambiables, aunque no del todo sinónimos) y extensión, sino más bien una relación de continuidad, o, como siempre enfatiza Deleuze, uno expresa el otro. El pensamiento y la extensión son atributos de la sustancia, mientras que la mente y el cuerpo son formas que modifican (expresan) estos atributos; los atributos son infinitos en su género (aunque no absolutamente, como la sustancia), pero los modos son finitos, de ahí nuestra imposibilidad, meras formas limitadas, de conocer la totalidad de los atributos que constituyen la sustancia, naturaleza infinita e insondable. Lo que da fe de la existencia de nuestro cuerpo es el sentimiento, aquí podemos asociar la tesis de la tipología junguiana, más concretamente sus funciones diferenciadoras (sentimiento, percepción, pensamiento e intuición) (JUNG, 1976).

Continuando, Nise, citando a uno de los más grandes especialistas en el pensamiento espinosista del siglo XX, Carl Gebhart, dice: "La filosofía de Spinoza es una religión metafísica como lo son las doctrinas de Buda, Lao-Tzu o Plotino" (SILVEIRA, 1995, p. 60, Carta 3). Sin duda, para cualquier lector atento de los sutras budistas, el Tao Te King o las Éneadas de Plotino, es imposible no notar afinidades que a veces son sutiles y otras explícitamente evidentes. No se sabe si Spinoza conocía alguna bibliografía del canon budista o la filosofía del Tao. Ciertamente conocía a Plotino, al menos indirectamente a través de pensadores árabes como Avicena, Avicebron y Averroes. La experiencia mística impregna toda la metafísica de Spinoza, ya que el estudio de la cábala constituyó el itinerario formativo del joven Spinoza, aunque toda la forma en que se expresa su filosofía es de un matiz matemático, es more geometrico. Esto no constituye una contradicción inmanente a su pensamiento, sino que, por el contrario, podemos interpretar esta filosofía como un intento de articular la experiencia religiosa, científica y filosófica.

Lo que sí, es una tensión en el pensamiento de Spinoza, es su visión de los animales. Nise no perdona esto, aunque reconoce que su filosofía otorga a los animales un lugar específico como modos de expresión de la misma naturaleza divina que nos constituye. Dice Nise, comentando la opinión del filósofo de que el hombre tiene mayor poder sobre los animales que estos sobre el hombre: "Fue una dolorosa sorpresa descubrir en ti una falta de interés por formas que difieren de la forma humana, formas mucho más integradas con las leyes divinas de la naturaleza que el modo humano" (SILVEIRA, 1995, p. 59, Carta 3). De hecho, la noción de poder para Spinoza otorga al modo humano una primacía sobre los demás, debido a su naturaleza racional. Por otro lado, Nise reconoce la afinidad que tiene el filósofo con otro animal, los gatos. Ella dice:

Tú, Spinoza, que parecías tan hostil al animal, tenías dos gatos domésticos como compañeros de cuarto. Tú te encargaste de ellos. Respetaba su libertad. ¿Son realmente radicales las diferencias de esencia entre el filósofo y el gato? El gato, como el filósofo, es silencioso, capaz de concentraciones prolongadas, discreto, sutil en sus manifestaciones afectivas. Quizás tus gatos estaban muy cerca de ti (SILVEIRA, 1995, p. 61, Carta 3).

Se conoce el profundo cariño de la Dra. Nise por los felinos y cómo los animales pueden ser utilizados en la terapia ocupacional, además de ser ocasiones para descubrir factores psíquicos de quienes entran en contacto con ellos. El espíritu de autonomía e independencia de los gatos molesta a muchos no de vez en cuando, pero existe una profunda conexión entre este malestar y nuestras sombras. En este sentido, convivir con felinos puede ayudar a ser más libres, aceptando la libertad, la autonomía y la independencia de los gatos, como lo hizo Spinoza.

 

Diferenciación, singularización, individuación: un arte

Podríamos, a modo de conclusión, afirmar que tanto el pensamiento filosófico de Spinoza como la psicología analítica de Carl Jung constituyen una metafísica, una epistemología, una ética, pero sobre todo una estética, en el sentido clásico del término, una expresividad de nuestros afectos que ayuda para comprender el significado de nuestras existencias a medida que amplían los límites de nuestra sensibilidad, conectándonos con la tradición de nuestra comunidad y la intimidad de nuestros sentimientos más profundos.

De esta forma, la individuación tan buscada en la psicología analítica, así como la diferenciación o singularización, temas centrales de la filosofía de la inmanencia que se identifican con la búsqueda de la libertad y el autoconocimiento, todas estas nociones pueden entenderse dentro de una metáfora: cada individuo es una obra de arte en proceso de realización y todos los recursos para la constitución de esta obra están a nuestra disposición en nuestra trayectoria: ciertamente, como señala Nise da Silveira en sus "Cartas a Spinoza", tanto la filosofía de Baruch Spinoza, cómo la psicología analítica de Carl Jung puede interpretarse como herramientas de infinita utilidad en la composición de tal obra.

 

Referencias

CHAUÍ, M. Espinosa, uma filosofia da liberdade. São Paulo, SP: Moderna, 1995.         [ Links ]

DELEUZE, G. Espinosa e o problema da expressão. São Paulo, SP: 34, 2019.         [ Links ]

ESPINOSA, B. Ética demonstrada à maneira dos geômetras. São Paulo, SP: Universidade de São Paulo, 2018.         [ Links ]

JUNG, C. G. O eu e o inconsciente. Petrópolis, RJ: Vozes, 1979.         [ Links ]

______. O livro vermelho. Petrópolis, RJ: Vozes, 2015.         [ Links ]

______. Os arquétipos e o inconsciente coletivo. Petrópolis, RJ: Vozes, 2014.         [ Links ]

______. Psicologia e alquimia. Petrópolis, RJ: Vozes, 1991.         [ Links ]

______. Sincronicidade. 13. ed. Petrópolis, RJ: Vozes, 2011.         [ Links ]

______. Tipos psicológicos. 3. ed. Rio de Janeiro, RJ: Zahar, 1976.         [ Links ]

NADLER, S. Espinosa: vida e obra. São Paulo, SP: Europa-América, 2003        [ Links ]

SILVEIRA, N. Cartas a Spinoza. Rio de Janeiro, RJ: Francisco Alves, 1995.         [ Links ]

______. Jung: vida e obra. São Paulo, SP: Paz e Terra, 1976.         [ Links ]

 

Recibido en 20/03/2021
Revisión en 31/05/2021

 

 

1 El concepto de individuación es fundamental para el trabajo de Jung, aunque apareció explícitamente solo en la década de 1920. Sin embargo, la publicación tardía de 'El libro Rojo' ha revelado la arqueología psíquica de tal concepto en la vida del individuo. En ese sentido, ese libro es fundamental para comprender la individuación. Véase: Jung (2015).
2 Cf. Jung (2014).
3 Cf. Jung (1979). Particularmente interesante para la comprensión de este 'algo más allá de uno mismo' es la lectura del 'Apéndice' de este trabajo (p. 117-57).
4 Podríamos apuntar a un triple origen étnico en la génesis del pensamiento del filósofo. Primero, el origen familiar de origen ibérico, ya que los judíos sefardíes de los que descendía Spinoza fueron expulsados primero de España y luego de Portugal, hasta su llegada a Holanda. En segundo lugar, el origen comunitario de la matriz judía, ya que Spinoza tuvo una formación clásica en las letras hebreas. Y finalmente el origen propiamente filosófico de su juventud, de los estudios clásicos de la filosofía greco-latina. No en vano, hay una profusión de nombres por los que podemos llamar al filósofo, desde Baruch (el nombre judío) Bento (portugués) o Benedictus (latín), así como Spinoza o Espinosa. Cf. Nadler (2003).
5 Chauí (1995, p. 14-34).
6 Cf. Jung (2011); Psicologia e alquimia (JUNG, 1991). Véase: "As ideias de salvação na alquimia" (p. 237-99).
7 Cf. Jung (2011).

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