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Revista Brasileira de Psicodrama

versão On-line ISSN 2318-0498

Rev. bras. psicodrama vol.17 no.2 São Paulo  2009

 

SEÇÃO LIVRE

 

El lugar de la imaginación en psicodrama o el lugar del psicodrama en la imaginación

 

The place of imagination in psychodrama and the place of psychodrama in imagination

 

Carlos F. Calvente*

Instituto J.L. Moreno (Buenos Aires)

Endereço para correspondência

 

 


RESUMEN

Encuentro cada vez más necesario profundizar la relación psicodrama – imaginación. Esta propuesta apunta en esa dirección. A partir de un recorrido, sobre como se ha pensado la imaginación a lo largo de la historia, se propone estudiar su vigencia en el psicodrama. Desde la imaginación es posible encontrar otra consistencia a conceptos como espontaneidad, realidad suplementaria, brecha fantasia, realidad.

Palavras chave: Imaginación, espontaneidad, imaginario-realidad suplementaria-realidad brecha fantasía.


ABSTRACT

I think it has become more necessary to further deepen the relationship between psychodrama and imagination. This paper intends to do exactly this. After retracing how imagination has been thought about during the course of history, I attempt to explore its relevance to psychodrama. Based on the concept of imagination we can give further consistency to concepts such as spontaneity, surplus reality, and the breach between fantasy and reality.

Keywords: Imagination; spontaneity; imaginary; surplus reality; breach between fantasy and reality.


 

 

El juego de palabras alude a la propuesta de dos tipos de imaginación. La primera se refiere a la imaginación como facultad del psiquismo que posibilita la generación de algo en su ausencia, -imaginación reproductiva-, o la producción de algo inexistente como invento o creación. Es la concepción tradicional de imaginación.

La segunda propuesta: el lugar del Psicodrama en la imaginación, llama la atención hacia otro tipo de imaginación; la imaginación radical (Castoriadis) que propone una concepción novedosa de la imaginación como principio básico y fundante del funcionamiento psicológico.

Es notorio que desde hace pocos años comienzan a aparecer publicaciones que relacionan Psicodrama e imaginación.

Simultáneamente el interés por lo imaginario ocupa más espacio en las Ciencias Sociales.

Imaginario social – Realidad virtual-Second life – Encuentros virtuales, conceptos todos que se sustentan en la imaginación y que hacen necesario reflexionar sobre sus contenidos. Es tema tan amplio que voy a abordarlo desde mi experiencia inmediata.

Mi interés por la imaginación es consecuencia del uso del personaje como recurso en la práctica clínica. El personaje es un producto de la imaginación. Al decir de Pirandello, nace de la fantasía.

El personaje del que me ocupo no es el de la literatura o el teatro.

Es el que está presente en las relaciones en y entre las personas. En consecuencia, el personaje del que hablo está próximo de los papeles a través de los que nos vinculamos pero que no termina de acomodarse en la teoría de roles tal como la planteó Moreno.

Son personajes que nos habitan y que construimos con más o menos consciencia de ello, están más relacionados con identificaciones que con fantasías, aunque sin duda ésta también participa. Cuánto y cómo se da esa participación, es lo que me impulsa a estudiar más la imaginación.

 

LA IMAGINACIÓN. SÍNTESIS HISTÓRICA

Imaginación deriva del latín imaginatio y se define como la capacidad o facultad de representarse imágenes.

Imaginario deriva también del latín imaginarius con la significación de irreal o ficticio. Su utilización como sustantivo es reciente y significa dominio de la imaginación.

Este deslizamiento opone la imaginación como facultad a lo imaginario como ámbito o espacio. La historia de ambos se remonta a los orígenes del pensamiento occidental.

Para Platón y Aristóteles, la imaginación tiene una función mediadora.

Entre el mundo de las esencias eternas y el de los cuerpos, en Platón.

Entre el universo de los sentidos y el del intelecto para Aristóteles.

Estas dos líneas, la platónica y la aristotélica, encuentran una primera síntesis en Plotino, para quien la imaginación sirve para pasar de lo múltiple de los sentidos, a través de las imágenes generales, al dominio de los conceptos.

En el Renacimiento se opera una nueva síntesis con Giordano Bruno para quien la imaginación, que estaría estrechamente vinculada a la memoria entendida como saber universal, alcanza una función mediadora de extraordinaria amplitud, ya que es la facultad capaz de establecer vínculos entre las cosas más diversas.

Bacon (Francis S. XVII) empirista inglés, entiende que la imaginación es capaz de establecer toda clase de vínculos entre las cosas pero, según él, esos nexos son, en cierto sentido, ilegítimos, lo que supone una severa restricción, al uso cognoscitivo de la imaginación

La imaginación empieza a ser confinada al campo de la poesía y es separada así definitivamente de cualquier clase de relación con el conocimiento racional.

Kant distinguirá entre una imaginación reproductiva y una productiva, vinculada, ésta última, con las intuiciones puras del espacio y el tiempo.

Así, la doctrina kantiana reivindica la función cognitiva de la imaginación.

Es más: la imaginación productiva, desde la perspectiva kantiana, se independiza de los datos empíricos y se transforma en una facultad con vuelo propio.

Por una parte será mediadora entre la sensibilidad y el intelecto; por otra constituirá un ámbito independiente.

Así, la imaginación queda separada de la percepción, define su propio espacio e incluso supone una síntesis de la temporalidad que puede tomarse como originaria.

La concepción kantiana será retomada en el siglo XX desde perspectivas muy diferentes por autores como Cassirer y Claude Levi-Strauss.

La función cognoscitiva de la imaginación se hará mucho más visible con el romanticismo alemán, en especial en la concepción de Friedrich Von Shlegel.

Para éste, la imaginación resume, por así decir, toda la capacidad de producir obras; de modo tal que bien podría identificarse la historia de la imaginación y sus productos con la historia de la consciencia humana sin más.

Shlegel anticipa la orientación que seguirá la concepción de la imaginación en el siglo XX.

Dos líneas dominan la primera mitad del siglo XX.

El pensamiento de Gastón Bachelard, con una doble orientación epistemológica: la teoría de la estética y la científica.

La otra orientación es la fenomenológica, donde el autor más significativo es Jean Paul Sartre.

Con la imaginación y lo imaginario Sartre presenta un nuevo marco fundado en la fenomenología. Desde esta perspectiva, la imaginación cesa de ser un poder empírico y superpuesto a la consciencia, para convertirse en la consciencia que realiza su libertad.

Se ha señalado que a pesar de sus afirmaciones, la imaginación para Sartre sigue siendo una suerte de pariente pobre del verdadero conocimiento, una sombra o un fantasma, ya que a su concepción le falta la dimensión de lo inconsciente y el papel de lo corporal.

Con Gastón Bachelard se inicia un nuevo itinerario donde los términos imaginario e imaginación coexisten.

Se ha hablado, a propósito de Bachelard, de una fenomenología de lo imaginario, pero conviene pensar en una verdadera ontología.

En esta ontología, la imaginación como facultad cede paso a lo imaginario como función. En su obra domina el movimiento de lo que puede y debe llamarse función imaginarizante de manera tal que se produce un desdoblamiento entre ciertas producciones: Mitos - sueños y ensoñaciones- creaciones poéticas y, lo que podríamos llamar, aparato de imaginar.

La función imaginarizante es ante todo una actividad. La concepción bachelardiana acentúa el aspecto poiético o creativo de aquella función. Sin negar el valor de los productos de la imaginación, Bachelard, los subordina al devenir mismo de su creación.

La función imaginarizante es definida por Bachelard como función de lo irreal, frente a la función de lo real.

Mientras la función de lo real actúa para integrar al individuo en los marcos sociales y culturales establecidos, la función de lo irreal (imaginación) en tanto actividad, tiende a liberarlo en beneficio de esa otra realidad que es su ser íntimo.

La idea de la imaginación creadora concebida como función imaginarizante, converge con la definición sartreana de la imaginación como expresión de libertad. En ambos casos hay una clara apertura al porvenir, un arrancarse del pasado.

A partir de 1950 lo imaginario adquirirá una serie de rasgos nuevos.

Con el surgimiento del estructuralismo, o si se quiere de los estructuralistas, lo imaginario se cargará de un sentido negativo, hasta identificarse con una fuente de ilusiones y de engaño, esto es, con la sede misma del desconocimiento (las identificaciones imaginarias, de Lacan).

Este nuevo modo de considerar lo imaginario se vincula con el peso creciente que lo simbólico adquiere a medida que el pensamiento estructuralista se desarrolla. Asociado a que desde una lectura marxista se lo emparenta, en ciertos aspectos, con el concepto de ideología lo que se puede considerar probable causa de su desvalorización.

Lo simbólico se convierte en el fundamento de toda estructura y se encarna en imágenes y realidades. Levi-Strauss acuña la frase Los símbolos son más reales que lo real que simbolizan.

El paradigma estructuralista plasmado por Lacan en el sistema RSI (realsimbólico- imaginario) propone un abordaje de las Ciencias Sociales novedoso y útil pero que al privilegiar la estructura y lo simbólico enfatiza las funciones y los lugares –lo sincrónico sobre lo diacrónico-, estrecha fuertemente lo histórico y así la subjetividad acéfala y universal es una subjetividad sin sujeto.

En los años siguientes surge un movimiento de reacción y crítica contra el estructuralismo en lo que éste suponía de afirmación del dominio casi absoluto de lo simbólico, en conjunción con lo real; frente a lo imaginario reducido a reflejos, ilusiones y creencias de los agentes individuales y colectivos.

Así, lo imaginario se limitaría a reflejar los sistemas de creencias a través de los cuales los hombres se explican su hacer, lo que poco o nada tiene que ver con lo que realmente hacen y, sobre todo, con lo que verdaderamente los hace.

La reacción es la de considerar lo imaginario como potencia creadora en la constitución de lo social, aunque sin negar la importancia de lo simbólico y lo real en ese proceso.

Sus representantes son Cornelius Castoriadis, desde la filosofía y el psicoanálisis y Jacques Le Goff desde la historia. Para Catoriadis, lo imaginario no es nunca mero reflejo o imagen de algo o de alguien.

Se trate de lo individual o de lo social, lo imaginario es creación incesante y, esencialmente, indeterminada de formas, figuras e imágenes y lo que denominamos racionalidad y realidad es, en gran parte, su consecuencia.

Así a la lógica ensidica esto es la lógica del ser y lo determinado, lógica de conjuntos, de la filosofía heredada, opone la lógica de los magmas.

Lógica que está en oposición y complemento respecto de la lógica aristotélica, que permite articular lo racional con lo no racional, lo lógico con lo ilógico.

Su funcionamiento es en gran parte como autogeneración desde la imaginación radical y las significaciones imaginarias sociales.

La imaginación radical da cuenta en lo individual de la articulación entre lo biológico y lo psicológico por medio de la representación, el deseo, la intención.

Las significaciones imaginarias sociales articulan lo individual con lo social y lo cultural. Ambas son indisociables e insustituibles.

Las significaciones imaginarias sociales: el lenguaje, la verdad –la democracia- generan sujetos históricos y propios de la cultura a la que pertenecen. La imaginación radical da contenido y crea esas significaciones y esa cultura.

Plantea así un mundo abierto, en permanente creación, con sujetos que cuestionan sus propias producciones.

A este mundo Castoriadis lo llama autónomo, por oposición al heterónomo que sería el ser determinado. Determinado por un Ser superior, una ideología, una fuerza exterior a sí mismo sin lugar para la creación.

El otro autor que reacciona ante el estructuralismo es Jacques Le Goff, historiador y medievalista, quien propone, en la introducción a su obra L´imaginaire medieval, una aproximación indirecta a la imaginación.

Lo imaginario, nos dice, no sólo está vinculado con otros dominios, sino que literalmente se interpenetra con ellos, lo que se refleja en la dificultad de dar una definición precisa de él.

Se trata de una entidad vaporosa que con frecuencia se confunde con espacios vecinos.

Lo sitúa en relación con tres campos: el de las representaciones, que a través de un proceso de abstracción, refleja y traduce lo real. El de los sistemas simbólicos. Y el de las ideologías. Le Goff destaca dos caracteres esenciales de la imaginación: la interpenetración de lo imaginario con los sistemas simbólicos, configuraciones ideológicas y representaciones de lo real y además su expresión privilegiada en las artes.

En este sentido, puede decirse que lo imaginario expresa ciertos interrogantes que cualquier sociedad se plantea y las respuestas que se da frente a ellos.

En otros términos, lo que Castoriadis llama, significaciones imaginarias sociales.

 

IMAGINACIÓN Y PSICODRAMA

A partir de este sintético recorrido histórico sobre la imaginación, me interesa pensarla en la teoría y la práctica psicodramática.

Dos ejes polarizan la teoría de Moreno sobre el hombre: en su dimensión individual, la espontaneidad; en su proyección social, el tele-factor (Garrido Martín, p. 129).

Pretendo desarrollar cómo el concepto de espontaneidad, mucho antes de la antropología moreniana, puede encontrar una clara fundamentación en la imaginación, permitiendo resolver algunas contradicciones teóricas de su propuesta y ampliando la consistencia de sus aportes. Nos dice Moreno que tomó conceptos de la metafísica trasladándolos del plano filosófico al empírico, merced al método sociométrico.

La primera operación que debemos cumplir, al introducir el sistema sociométrico, consiste en presentar las piedras angulares de espontaneidad y creatividad (Quien sobrevivirá p. 53).

Pasa en seguida, lúcidamente, a presentarlas en su manifestación empírica ejemplificando una y otra y aclarando que pertenecen a categorías diferentes pero que las va a unir estratégicamente. Esto es, no de manera conceptual.

Aunque es verdad que ese particular traslado de la metafísica a la sociometría no impidió sus creativos desarrollos sociométricos, tuvo sí consecuencias en la claridad conceptual.

Es en este punto donde pretendo profundizar.

Garrido Martín en el detallado estudio sobre Espontaneidad - Creatividad concluye: Moreno no llega a resolver la aporía de energía libre y energía conservada.

Esta es una de las consecuencias del apresurado traslado de lo metafísico a lo sociométrico.

Es claro, a lo largo de sus escritos, el esfuerzo por formalizar esa intuición que finalmente se plasma en la definición (que Garrido Martín llama) operacional de la espontaneidad, más arraigada en lo pragmático que en su visión cósmica o filosófica -a la que Moreno apela-, pero que en definitiva encuentra su lugar en sus antecedentes hasídicos.

En consecuencia, la aproximación de Moreno a la espontaneidad es siempre privativa: no es inteligencia - ni emoción - ni acto - ni pensamiento - ni memoria - ni gen - ni libido. Es algo anterior a todo y que predispone (Garrido Martín, p. 147). Entonces la novedad y la adecuación son los elementos definitorios de la espontaneidad operacional.

En mi opinión ese algo anterior y que predispone es la imaginación, concepto que ayuda a articular mejor lo filosófico con lo pragmático como iremos viendo.

Planteada ya como instancia mediadora desde Platón y Aristóteles.

Repensar la espontaneidad desde esta perspectiva no me parece un tema menor, luego de acompañar los reiterados esfuerzos de Moreno por definir y luego fundamentar la espontaneidad.

Es una energía, pero no una energía que se conserva. Es una condición – un condicionamiento - del sujeto; una preparación del sujeto para una acción libre.

Es una disposición del sujeto tal como es requerido. No es emoción ni acto ni pensamiento. Nada psíquico puede existir si previamente no existe la espontaneidad, o quizá la imaginación, pienso.

Comentaristas de Moreno han atribuido a Bergson la ascendencia inmediata de sus teorías, pero más cercana y personalizada es la propuesta hasídica de la constante creatividad divina.

El universo es una creatividad infinita (Garrido Martín, p. 132). Admitido éste origen de la concepción hasidica del pensamiento moreniano nos mantenemos en el plano metafísico, o más bien ideológico, que da cuenta de un universo abierto a la creatividad.

Moreno propone la espontaneidad en una articulación estratégica con la creatividad.

Ello le ha permitido defender y sostener la propuesta de un universo abierto a la novedad, aunque sin poder definirla conceptualmente.

Desde la filosofía Castoriadis define una propuesta similar fundada en lo que llama Imaginación radical.

La imaginación radical no es mero reflejo de algo o alguien, es potencia creadora ex-nihilo (de la nada) es creación incesante y esencialmente indeterminada de formas, figuras, imágenes y lo que denominamos racionalidad y realidad, es, en gran parte, su consecuencia.

Como traté de evidenciar en el recorrido histórico de la reflexión filosófica sobre la imaginación, esta ha sido pensada como facultad mediadora entre lo social y lo individual o lo externo y lo interno. El espacio transicional donde se genera la subjetividad y los vínculos.

La diferenciación entre imaginación como facultad e imaginario como ámbito, nos permite comprender la creación y la novedad, ya que toda percepción es construcción vinculada a un contexto y a un momento.

Así como la fantasía, su contraparte interna, es elaboración imaginativa de las vivencias y sensaciones.

Del mismo modo que la representación es la traducción del mundo en el psiquismo: en el alma no está la piedra sino su forma, Aristóteles.

También dice Aristóteles, el alma no piensa sin fantasmas, según traducción de Castoriadis para Aristóteles, fantasma es imaginación.

Pensando espontaneidad como una forma particular de la imaginación, esclarecemos las complejidades e idas y venidas de Moreno para encontrar un fundamento.

El caldeamiento es el modo por el que intentamos hacer aflorar esa imaginación que produce la respuesta novedosa y adecuada.

También Castoriadis necesita diferenciar en la facultad de imaginar.

La imaginación radical tiene bastante similitud con la definición de Moreno, cuando nos dice que la espontaneidad es anterior a todo.

Otra es la imaginación segunda, la de uso habitual.

Es en este sentido, la de la loca de la casa, que es usada por el sistema estructuralista: Real - Simbólico - Imaginario (Lacan).

Así la imaginación solo es algo ficticio, sede de desconocimiento y confusión por oposición a lo simbólico. Como vimos, en ese esquema no hay espacio para la subjetividad ya que como señala Levi-Strauss lo simbólico es más real que lo real simbolizado.

Si nos mantenemos alerta a esta diferenciación, postura difícil en materia tan compleja como hemos podido vislumbrar en los diferentes modos de reflexión a lo largo de la historia, ganamos un campo fecundo a otras propuestas dentro del Psicodrama.

Una de ellas: realidad suplementaria.

Moreno propone este concepto en su artículo sobre los cuatro universales.

Tanto él como Zerka, la única explicación que dan es la analogía metonímica con la plusvalía (Marx).

En verdad, lo único que tienen en común es el prefijo: más o plus. Resulta así un concepto que puede resultar valioso, pero bastante obscuro y, por ello, poco explorado.

Nuevamente percibimos cómo su intuición va más allá de su elaboración. Entiendo realidad suplementaria como una demanda a la capacidad imaginativa de la que esperamos respuestas nuevas. Sin explicitarlo, Moreno apela, caldeamiento mediante, a un desarrollo creativo de la imaginación. Así está próximo de Bachelard y la función imaginarizante.

La función imaginarizante es, ante todo, una actividad que acentúa el aspecto poiético o creativo de la imaginación. Si Bachelard desarrolla una poética de la imaginación, Moreno, con la realidad suplementaria, propone una poética de la acción fundada, a mi modo de ver, en la imaginación radical, que él entiende como espontaneidad.

 

PRÁCTICA CLÍNICA - IMAGINACIÓN - PSICODRAMA

Toda práctica social, la psicoterapia en mi caso, se encuentra atravesada por significaciones imaginarias sociales (Castoriadis) propias de la cultura y los conocimientos científicos de un momento histórico, y solo puede ser pensada y entendida en ese contexto.

Si es verdad, como lo muestran muchas de sus propuestas, que Moreno es un genio que se adelanta a su época, no deja de estar comprendido en los contenidos de esa época.

Desde la globalización, del reinado de la imagen, de lo virtual, y lo narcísico, el mundo es algo diferente del que Moreno intentaba cambiar.

Esto no significa que no necesite ser cambiado, pero se ha hecho necesario modificar paradigmas, integrar saberes, tomar en cuenta el pensamiento complejo y la inter y transdiciplinariedad.

Por ejemplo, contemporáneo de Moreno pero desde el psicoanálisis, Winnicott (el más psicodramatista de los psicoanalistas) se ocupa de una materia parecida: la creatividad.

No se si se conocieron o supieron de su mutua existencia, dentro mío cohabitan y se relacionan muy bien.

Tampoco Winnicott funda sus aportes en la imaginación, pues en su momento no se le daba valor cognoscitivo, aunque la menciona bastante.

A partir de los desarrollos que intento elucidar, el espacio transicional que Winnicott propone es un modo particular de entender el escenario psicodramático.

Ese espacio y fenómenos transicionales, origen del juego – la creaciónla cultura es habitado, desde mi perspectiva, por la imaginación. Creo que Moreno, al menos íntimamente - ya que lo perturbaba una compulsión de originalidad - no hubiera desechado esa propuesta de lo transicional.

Pues, a mi modo de ver, da respuesta a la brecha que Moreno necesitó abrir entre fantasía y realidad, al hablar del proceso evolutivo.

La brecha, al decir de Winnicott, es la paradoja que hay que aceptar para que la creatividad se desarrolle y se construya la subjetividad o realidad psíquica.

Que no es otra cosa que la realidad suplementaria de Moreno.

La brecha Fantasía - Realidad, (en mi opinión,) puede reformularse, aunque ni Winnicott ni Moreno lo digan: Realidad- Imaginación- Fantasía o a la inversa.

En ese trazo Fantasía-Realidad se instalan y desarrollan los productos de la creación, del juego, alimentados desde la imaginación, ya sea imaginación radical o segunda, dependiendo de su profundidad. Uno de esos productos, que instrumento en mi práctica, es el personaje.

No ignoro que la propuesta sea un tanto osada y, hasta quizá, un poco loca, pero en mi trabajo me permite una gran libertad.

 

Referencias

Bachelard, G. La poética de la ensoñación. México: Fondo de Cultura Econômica, 4ª reimpresión, 2002.         [ Links ]

Belinsky , J. Lo imaginario: un estudio. Buenos Aires: Nueva Visión, 1. impresión, 2007.         [ Links ]

Calvente C. El personaje en Psicoterapia. Buenos Aires: Letra Viva, 1ª ed. 2002.         [ Links ]

Castoriadis, C. Los dominios del hombre: Las encrucijadas del laberinto. España: Gedisa, 1ª ed. 1988.         [ Links ]

Franco, Y. Magma: Cornelius Castoriadis. Psicoanálisis, Filosofia, Política. Buenos Aires: Biblos, 1ª ed. 2003.         [ Links ]

Garrido Martín, E. J.L. Moreno. Psicología del encuentro. España: Sociedad de Educación Atenas, 1978.         [ Links ]

Le Goff, J. L' imaginaire medieval. Paris: Gallimard, 1985.         [ Links ]

Moreno, J.L. Fundamentos de la sociometría. Buenos Aires: Paidós, 1962.         [ Links ]

Winnicott , D. Realidad y juego. España: Gedisa,1979.         [ Links ]

 

 

Endereço para correspondência
Rua Rosa de Gusmão, 307 Jd Guanabara
Campinas, SP CEP 13073-141
e-mail:fidelca@ciudad.com.ar

 

 

* Dr. em Medicina – Psiquiatra, professor supervisor Instituto J.L. Moreno (Buenos Aires) Sopsp (São Paulo).