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Nova Perspectiva Sistêmica

versão impressa ISSN 0104-7841versão On-line ISSN 2594-4363

Nova perspect. sist. vol.27 no.62 São Paulo set./dez. 2018

http://dx.doi.org/10.21452/2594-43632018v27n62a03 

ARTIGOS

 

 

La jubilación y la sororidad femenina: una propuesta de trabajo desde las prácticas colaborativas dialógicas y las narrativas

 

Retirement and sorority: a work proposal based on collaborative and narrative dialogical practices

 

 

Lucía Pérez SánchezI, Marcela Rábago De ÁvilaII, Georginac Castillo CastañedaIII, Clara Schoham PerelisIV, Rosario de Jesus Zamora Pérez CorreioV, Sadooj Daniela López MorenoVI

I Universidad Autonóma de Nayarit, México

II Universidad Autonóma de Nayarit, México

III Universidad Autonóma de Nayarit, México

IV ENDIALOGOS Asociación Española de prácticas colaborativas y dialógicas, Suiza

V Universidad Autonóma de Nayarit, México

VI Fundación NEMI para el desarrollo social de México

 

 


RESUMO

Elaborar una reflexión con relación a la vivencia experimentada de las prácticas de sororidad, constituye el eje que articula este trabajo, analiza la necesidad de evaluar los derechos, dignidad y libertad de las mujeres en la búsqueda de acompañamiento del bien común femenino, así como voltear la mirada hacia lo que nos vincula como mujeres con el fin de comprenderlos lazos desde un nivel de semejantes. Así también, propone una forma de trabajo grupal desde las prácticas colaborativas dialógicas y narrativas para reflexionar sobre lo que han significado para las propias universitarias cada una de las mujeres que se han cruzado en sus historias de vidas, (re)significando (re escribiendo) estos vínculos, permitiendo valorar la posibilidad de visibilizar las historias de sororidad, que han ido quedando al margen, como una manera de resistir la historia restrictiva, excluyente de las alternas. También es una reflexión que busca honrar y subrayar las maneras en que las mujeres encuentran apoyo generador de empoderamiento colectivo en pro de su género, siendo el contexto universitario el que incida, a través de una propuesta en que las voces de las  universitarias sean las constructoras de una identidad preferida.

Palavras-chave: Prácticas colaborativas dialógicas y narrativas; Profesoras universitarias; Procesos jubilatorios; sororidad.


ABSTRACT

To elaborate a reflection in relation to the experienced experience of sorority practices, constitutes the axis that articulates this work, analyzes the need to evaluate the rights, dignity and freedom of women in the search for accompaniment of the common good of women, as well as to turn the look towards what binds us as women in order to understand the ties from a level of similar. This work proposes a form of group work from the dialogical and narrative collaborative practices to reflect on what each one of the women who have crossed in their life histories have meant for the university students, resignifying(rewriting) these links, allowing evaluate the possibility of visualizing the stories of sorority, which have been left aside, as a way to resist the restrictive history, excluding these alternative stories. This work is also a reflection that seeks to honor and make visible the ways in which women find support that generated collective empowerment in favor of their gender, being the university context that affects, through a proposal in which the voices of women universities are the builders of a preferred identity.

Key Words: Dialogical and narrative collaborative practices; University Professors; Retirement Processes; Sorority.


 

 

Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero. Alejandra Pizarnik

 

INTRODUCCIÓN

El estudio del envejecimiento estuvo suscrito desde sus inicios, hacia la tendencia de generalizar la experiencia del adulto mayor, siempre enfocando a situaciones de pérdida, quebranto y disminuciones de capacidades, respondiendo sólo a procesos de circunstancias biológicas, lo que trajo modelos explicativos y de intervención basados en el alcance de logros uniformizado y estandarizados, como si se tratara de una sola manera de llegar a ser viejo (Zarebski, 2016).

Desde esas perspectivas, la narración de la experiencia del sujeto -sea este hombre o mujer-quedaba al margen, obviando el hecho de que muy por encima del desgaste y deterioro físico o biológico, hay una dimensión biográfica, narrativa, dialógica, colaborativa, rica en relaciones y vínculos, que le dan a la identidad, un carácter dinámico que puede trasformarce con el paso del tiempo (Gergen, 2007; Morin, 2003).

Así entonces, dentro de la gerontología, surge la teoría del curso de la vida, en ella integra los elementos biológicos, pero también los que tienen que ver con maneras particulares de envejecer de cada sujeto, en los cuales influye la dimensión histórica, social, cultural y biográfica del ser que envejece (Lalive d`Epinay, Bickel, Cavalli, & Spini, 2011, citado en Zarebski, 2016).Esta manera de valorar el proceso de envejecimiento, encuentra un área común, con las prácticas narrativas y dialógicas, pues se incluye la resignificación de la experiencia, lo que facilita entender las formas múltiples de experimentar y vivir la vejez, enfatizado que cada capítulo en la biografía de la persona mayor, es parte de un gran entramado de historias es decir, la identidad del adulto mayor, es todavía una historia en movimiento y en continua re edición (White & Epston, 1993).

Estudiar el envejecimiento, desde estas posturas, invita a reflexionar desde una visión multidimensional, pero sobre todo abre el espacio a la inclusión de las voces de las propias personas que están viviendo esta etapa en la vida, y así dejar atrás concepciones que limitan la abundancia de saberes. Por lo cual, incluir la dimensión del género para analizar, investigar, dialogar y reflexionar en torno a estas particularidades de vivir el envejecimiento, será congruente desde estos paradigmas, pues no será lo mismo envejecer desde la condición masculina, que desde la de ser mujer (Freixas, 2008).

Ahora bien, dentro de lo que sería estudiar este envejecimiento desde el plano de lo femenino, en los estudios feministas está surgiendo la inquietud de investigar sobre las relaciones fraternas entre las propias mujeres o las prácticas de sororidad (Lagarde, 2006), entendidas éstas como un acto de resistencia hacia el discurso imperante hegemónico que afirma que no existen tales relaciones, y si existieran, no son auténticas, lo cual facilita la perpetuación de historias de competencia, de rivalidad y de enemistad entre las mujeres.

Este interés en estudiar las formas en que las mujeres construimos vínculos con otras mujeres contribuye en el aspecto ético y ontológico de la perspectiva feminista, y además se considera como una puerta abierta a una alternativa prioritaria para rescatar, elaborar y construir desde la comunidad de mujeres un nuevo discurso, una nueva narrativa, más afín a nuestras propias preferencias y desde nuestras propias voces.

Carol Gilligan(1982), decía que las niñas aprenden pronto que para mantener las relaciones tienen que perder la voz, en cambio los niños aprenden que para mantener la voz tienen que perder las relaciones, por ello rescatar la voz de la mujer en procesos de envejecimiento resulta imperante, y puesto que los vínculos se han convertido en la especialidad de la mujer, entonces visibilizarlos, nombrarlos, resaltarlos, generaría el rescate de historias ricas de amistades y de entramados fuertes que nos han sostenido por generaciones a las mujeres y contribuiría a que las generaciones más jóvenes no pierdan su voz, y puedan construir su identidad también de manera más libre.

Por ello, la intención de este trabajo es realizar una reflexión, con respecto a una propuesta de trabajo para conocer las maneras en que las mujeres se relacionan unas con otras y se ayudan, colaboran y acompañan en sus vivencias durante los procesos de envejecimiento, y propiamente al empatarse con el momento de la jubilación. Lo anterior con la intención de recoger observaciones que enriquezcan el diseño que aquí se expone y convertirlo en un proyecto viable para llevarse a cabo dentro del contexto universitario, con profesoras que están en esta etapa de vida.

Para esto, hemos formulado tres preguntas que dan eje a este ejercicio: ¿Por qué es necesario una reflexión sobre los procesos de envejecer y la jubilación femenina?, ¿Por qué la necesidad de visibilizar las prácticas de sororidad en los espacios universitarios?, ¿Por qué las prácticas colaborativas dialógicas y las narrativas podrían ser una alternativa viable para el rescate de las historias de sororidad dentro de la comunidad universitaria?

 

Porque es necesario reflexionar sobre los procesos de envejecimiento y jubilación femenina: una aproximación psicogerontológica

En la psicogerontología es imprescindible la inclusión de la interdisciplinariedad, para las aproximaciones que se hagan en tratar de comprender los procesos que experimentan las personas mayores en esta etapa de vida, las cuales se constituyen como historias genuinamente personales y únicas(Pérez, Rábago, Guzmán, & Pérez, 2018). Así, todo intento de hegemonización de la vivencia en una sola historia válida para todos, limita la riqueza que da la multiplicidad de voces, de historias y de saberes que, en un intento por dar como verdad oficial la del “experto”, como representante y voz cantante, en aras de facilitar los procesos que en su limitada visión considera como necesarios, aleja al bastión rico en experiencias, historias, narraciones, que posibilitan el calidoscopio de formas de envejecer. Ver Fig. 1

 

Fig. 1.- La historia alterna del concepto de envejecimiento (Elaboración propia).

 

 

Envejecimiento y género:

Dentro de la investigación sobre envejecimiento, los estudios de la mujer, y más recientemente el feminismos dialógico, lo dotan de un potencial teórico, pues aglutina las voces de mujeres de las marginalidades-que desde la única visión eurocentrista - habían sido acalladas sus experiencias. Asumir un envejecimiento como particular a cada mujer, amplia la discusión y la conversación, con relación a sus vivencias en los procesos vitales y sociales que les toca enfrentar, cuestiones que aluden a ese espectro complejo y multidimensional, y que los intentos de uniformizarlos, sólo ha fomentado esteriotipos negativos y discriminatorios de las personas mayores en general, pero aun más en lo femenino (Freixas, 2008; Morin, 2003; Salvarezza, 1988; Twigg, 2004).

Por tal razón, es urgente plantearse la necesidad de generar historias alternas al resistiendo la dominante, lo cual implica creatividad en la manera de escuchar, mirar, sentir sobre lo que vive la mujer, en este caso en particular en que se enmarca el trabajo, lo que experimenta  en los procesos jubilatorios, porque en esta etapa, se estima un cambio importante en la vida de la persona, y que muchas veces no se puede responder de manera equilibrada (Pérez, Rábago, Guzmán, & Pérez, 2018).

Este cambio, supone una crisis, para la cual pocas veces existe una preparación adecuada para que las personas próximas a jubilarse perciban que sus vidas cambiaran, no sólo en su condición laboral, sino también en la familiar, social, pero ¿y sí esto en la vida cotidiana, no obligatoriamente se presentará así?, ¿y si este cambio no conllevará necesariamente perdidas, sino formas distintas de afrontar o responder?

Así entonces, en el contexto de los procesos de jubilación de las mujeres universitarias surgen las siguientes preguntas: ¿cómo dar voz a todas las historias llenas de recursos, habilidades y competencias de las mujeres que se encuentran atravesando por dos procesos simultáneamente: envejecer y retirarse de la vida productiva como docente universitaria? ¿cual será la forma de poder escucharlas y lograr que se sientan reconocidas, comprendidas, y honradas?

El cúmulo de emociones que experimentan, deberán ser vistos como el fiel testimonio de lo que ellas valoran en sus vidas, por lo que, en congruencia con las prácticas narrativas, colaborativas y dialógicas, se considera imprescindible honrar aquello que las mujeres próximas a jubilarse valoran, para así migrar a una identidad preferida y construida por ellas mismas (White, 2016; White y Epston, 1993; Yoshiro, 2014).

Por otro lado,  lo importante de colaborar con las personas que están próximas a jubilarse, es enriquecer el diálogo, y narración que elaboran de sí mismas. En lo mayor posible evitar la aparición de señales de un proceso de envejecimiento que limite las alternativas del sujeto, y que desde un posicionamiento de las prácticas narrativas y dialógicas, se asume como una exclusiva y limitada manera de narrarse a sí mismo, donde la historia dominante corre a través del enfrentamiento negativo y, la experiencia es percibida como un adversario funesto, lo que lleva a la persona a experimentar sensaciones de poco margen de maniobra en su agencia personal.

La jubilación, por ello puede ser el escenario próspero para esa estreches narrativa, si el trabajo, el éxito profesional, han enmarcado al personaje central de la trama en la vida, y lo que se ha venido contando de sí mismo. También  para la mujer, a pesar de las conquistas de territorio por el movimiento feminista con relación a los espacios laborales, aun queda camino que recorrer, por ello la necesidad de mirar y escuchar cómo lo vivieron o viven este proceso desde la invisibilidad y vulnerabilidad (Del Valle, 2002).

 ¿Acaso este fenómeno es diferente en los contextos académicos? ¿Las mujeres académicas pueden tener una mejor expectativa ante su proceso de jubilación? ¿Qué prácticas de apoyo y solidaridad fraterna, como comunidad femenina universitaria, han echado a andar para generar sororidad entre ellas ante esta vivencia?

Responder a dichas pregunta implica ahondar en el sentir de dichas mujeres, escuchar lo que dicha experiencia significa para ellas y deconstruir significados cargados de sentimientos de minusvalía, estereotipos favorecedores de la cultura anti age, que normalizan los estándares del ser viejo, intentado conocer y comprender sus conversaciones y diálogos como ellas deseen contarlas, desde una postura del no saber y de la curiosidad genuina (Anderson & Gehart, 2006).

En palabras de Michael White (1993; 2016), es llevar a dichas mujeres a ser participantes activas de sus propias historias, de sus procesos de envejecer y jubilación y de inventarse y construirse a partir de la impronta visible de sus prácticas de sororidad logradas por medio del diálogo y la conversación (Eguiluz, 2005).

Por ello, como se mencionaba con anterioridad, el principal interés - de la propuesta que aquí exponemos - radica en rescatar y  transparentar las historias de sororidad que permita a todas las mujeres participantes salir empoderadas de dicho proceso. A través de un espacio basado en la aplicación de prácticas colaborativas y dialógicas, generativas de ideas  que  sirvan para tomar decisiones colectiva acerca de su proyecto de vida, y lograr tejer una red de apoyo y escucha activa a partir de sus vivencias.

 

Por qué la necesidad de visibilizar las prácticas de sororidad en los espacios universitarios

Porque desde la perspectiva de los estudios de género, la sororidad posibilita reflexionar y desarrollar una historia alterna, un discurso diferente con relación al eje que vincula estas categorías: relaciones entre mujeres, jubilación y envejecimiento (Pérez et al., 2018).

Pero también, el objetivo radica en el hecho  que como mujeres no somos un concepto único monolítico, existimos como diversidad y multiplicidad cambiante, y con ello la maneras de agruparnos como movimientos acordes a nuestros momentos históricos, sociales y culturales, por lo que incluso no podemos suscribirnos a un paradigma feminista único, en palabras de Marcela Lagarde (1996) “El feminismo tiene como centro la creación de nuevas identidades para las mujeres y la sororidad ocupa una posición fundamental en la desestructuración del feminismo tradicional” (p.34) y continua:

En efecto, hoy es posible reconocer ya una cultura feminista. Es posible también distinguir en ella diversos feminismos, constituidos por las formas específicas en que se organizan el conocimiento y la sabiduría, los lenguajes, los hechos y las experiencias políticas personales y colectivas protagonizadas por las mujeres. (Lagarde, 1992, p. 56)

Por ello la sororidad se contempla como una necesidad, un requerimiento como superación de la relación más opresiva, que mantiene relaciones de desigualdad entre mujeres (Beauvoir, 2011; Millet, 1968). La sororidad aparece como el espacio mediador en el que podemos alcanzar la completud como mujeres, volcar la mirada hacia nosotras y dirigir esas habilidades que hemos desarrollado para cuidar a los otros, y aprender a cuidarnos a nosotras, usando la alianza colaborativa como nuestra herramienta para resistir al discurso que seduce hacia la competencia salvaje, y en este intercambio de ricos saberes reconocernos en las miradas de cada mujer.

Se trata de un concepto inspirado en las prácticas de solidaridad tejidas tradicionalmente entre amigas, parientas…, que, aún sin desarrollar conciencia política feminista, construyen relaciones de apoyo mutuo, no siempre conscientes, que sirven para sostenerse (y sobrevivir) en el seno del sistema patriarcal. (Royo, Silvestre, González, Linares, & Suarez, 2017, p. 227)

Es decir, que Sí ejercemos las prácticas de sororidad como una respuesta natural para agruparnos y apoyarnos, sin embargo, no necesariamente somos conocedoras de ello, de allí la importancia de que lo hagamos consiente. Por lo que se asume que el feminismo -como cultura - subraya la capacidad potenciadora de estas prácticas, a través de dos ejes conductores: que estas relaciones y alianzas que hacen las mujeres no están basadas en la afinidad o en el cariño personal, sino en el reconocimiento de toda mujer incluyéndose a uno misma, como digna, y con pleno derecho humano, y que este sentido de apoyo y alianza es liberador, y el medio para resistir el discurso dominante patriarcal (Lagarde, 2014).

Por ese motivo, Pagaza (2014), plantea la necesidad de voltear la mirada hacia lo que nos vincula como mujeres con el fin de comprenderlos lazos desde un nivel de semejantes, para llevar al plano de la reflexión lo que han significado cada una de las mujeres que se han cruzado en cada historia de vida, de tal manera que se ratifique o se resignifiquen los vínculos (Pérez, Rábago, Guzmán, & Pérez, 2018).

Con ello, no queremos dar a entender que el discurso al que deben adherirse las mujeres participantes de esta propuesta de trabajo sea la sororidad, sino que es necesario hablar, conversar y dialogar sobre cómo las mujeres académicas sí realizan prácticas de colaboración, ayuda, y fraternidad entre ellas mismas, independientemente que nombre se le de desde el plano teórico, de tal manera que de pie a valorar la posibilidad de colaborar a la desconstrucción de prejuicios y estereotipos reproductores de maneras y formas restrictivas, y excluyentes. Es decir, estamos refiriendo a la necesidad de darle voz a esas historias de relaciones de cooperación, apoyo, hermandad, complicidad, reconocimiento, aprecio y admiración entre mujeres que han quedado apagadas, y que al no ser experimentadas como narraciones protagonistas, quedan olvidadas.

La sororidad entonces personaliza una elección trascendental y vital, que simboliza e identifica una nueva tonalidad de posibilidad entre mujeres cómplices, a pesar de sus mundos diversos y trayectos diferentes. Y la universidad tiene esa responsabilidad de generar una manera de construirnos como sujetos, de manera distinta, propiciando el crecimiento y evolución de ideologías o estereotipos que menguan la propia expansión de la identidad.

Así también, la sororidad, favorece a la crítica reflexiva de la construcción social y cultural de ser mujer, sea niña, joven o en nuestro caso mujer grande, como lo diría Graciela Hierro, en donde es el tiempo que ofrece esperanza, pues por primera vez en la historia de las mujeres mayores se vinculan y se expresan como sujetas de su propia historia, protagonistas y agentes activas de su madurez, de su vejez e incluso de su muerte (Witt, 2005).

Además, Lagarde (2006) señala que el pacto que realizamos entre mujeres no implica conocimientos, habilidades ni destrezas para agendar o pactar, y que si en el plano del escenario público hemos aprendido a pactar entre nosotras como lo hacen los hombres, hemos sufrido por esa forma copiada e imitada, por lo que debemos desaprenderlo, pues ese proceder al no ser el natural nuestro, contradice la manera de conducirnos entre nosotras, ya que es estéril (Amorós, 1990).

La sororidad emerge como alternativa a la política que impide a las mujeres la identificación positiva de género, el reconocimiento, la agregación en sintonía y la alianza. (Lagarde, 2006, p. 125)

A pesar que las relaciones entre mujeres son complejas, derivadas de jerarquías de poder, de discursos imperantes que nos separan o facilitan las posturas de rivalidad, competencia; la sororidad es una forma de hacer conciencia de la necesidad de la unión entre las mujeres para tener mayor poder de incidencia y de convocación, es decir, ser congruentes con lo que solicitamos de la sociedad, ¿cómo solicitar empatía con nuestras problemáticas si entre nosotras no somos solidarias?, así también esta cultura de la sororidad es una forma para desmantelar la confrontación misógina que sigue existiendo entre nosotras , dividiendo, desterrándonos, desvinculándonos como género.

Por lo que regresar a lo natural nuestro, el dialogo, la conversación, la tradición oral trasmitida de mujer a mujer, el cocinar juntas, tejer juntas, criar juntas, parir juntas…. envejecer juntas… es una respuesta revolucionaria si así lo decidimos hacer, porque agruparse en sororidad es crecer juntas, incluso las que no están dentro del grupo sororal, en una cultura de sororidad hay colaboración, y no hay lugar para las pérdidas.

 

Porque las prácticas narrativas, colaborativas y dialógicas como propuesta reflexiva.

Porque las prácticas colaborativas dialógicas y las narrativas coinciden en la manera de apreciar la vida, donde las grandes verdades dominantes, lo normal, lo dado, es cuestionado para dar paso a una vida sentida y significada desde la propia y mutua reflexión en las implicaciones sociales, culturales y cotidianas, lugar donde las personas generamos nuestra vida.

Las prácticas colaborativas y dialógicas, tiene como planteamiento central, la implicación a través del dialogo con el fin de construir con el otro para poder conocerse y reconocerse mutuamente; en palabras de Harlene Anderson y Harold Goolishian (1988) las prácticas colaborativas y dialógicas son una propuesta sobre los sistemas humanos, visualizándolos como sistemas de lenguaje generadores de significados, por lo tanto pueden modificarse, los sistemas de lenguaje están integrados por las personas que están teniendo conversaciones con relación a alguna situación en concreto, y es en torno a la construcción de esta narrativa que se buscaran alternativas al discurso dominante (White, 1993, McNamee & Gergen, 1992).

En este caso en concreto el discurso dominante que caracteriza en torno a la relación entre mujeres no es precisamente la sororidad, por lo cual, analizar este contenido dialógico y des construirlo, para construir uno diferente, alterno y congruente al momento histórico, se aprecia como relevante y pertinente.

De tal manera que desde la postura del “no saber” permita que surjan nuevas narraciones a través del sistema de lenguaje en dichas conversaciones colaborativas a través de una búsqueda conjunta del mayor número de posibilidades, con el único objetivo de que sus vidas sean gratificantes, que descubran fortalezas y recursos, y logren tomar decisiones y asuman el control de su vida y proceso de jubilación confiando en sus propias capacidades (Agudelo & Estrada, 2013).

Los seis pilares distintivos de las prácticas colaborativas que desde la aportación del construccionismo social ofrece son acerca de la manera de pensar, hablar, responder y crear con la gente, ver fig. 2:

 

Fig. 2.- Los seis pilares de las prácticas colaborativas (Anderson, 1997, citado en Agudelo & Estada, pp. 33-35)

 

 

Estos supuestos se presentan como una alternativa dialógica y colaborativa para lograr que los participantes protagonicen su transformación y desarrollen sus potencialidades. Desde estas posturas teóricas, el trabajo terapéutico se concibe como colaborador, en un diálogo de varias voces, en una conversación y que posibilita emerjan historias aún no contadas donde cada uno aporta desde su experiencia, desde su conocimiento (Anderson, 1997, Agudelo & Estrada, 2013; Geertz, 2000), ver fig. 3.

 

Fig. 3.- La terapia colaborativa y sus bases socio construccionistas de Anderson (1997, p. 27).

 

 

De esta manera, el proceso y encuentro terapéutico, es un trabajo conjunto en el cual existe una relación igualitaria y de respeto por el saber conjunto. Las premisas filosóficas de este enfoque (Anderson, 1997, p. 28), se pueden resumir de la siguiente forma:

  • “Los sistemas humanos son sistemas de generación de lenguaje y sentido.
  • Son formas de acción social.
  •  El ser es un compuesto social  relacional.
  •  La realidad y el sentido que atribuimos nosotros mismos y que atribuimos a otros y a las experiencias y acontecimientos de nuestra vida, son fenómenos interaccionales creados y vivenciados por individuos en una conversación y acción con otros y nosotros.
  •  El lenguaje es generador: da orden y sentido a nuestra vida y a nuestro mundo, y opera como una forma de participación social.
  •  El conocimiento es relacional, está inserto en el lenguaje y en nuestras prácticas cotidianas”.

A continuación, se describe el diseño de una propuesta de trabajo con la modalidad de grupo reflexivo, con la intención de llevarse a cabo en una universidad pública, con profesoras académicas próximas a su jubilación. El deseo de compartir esta experiencia de trabajo, es también abrir un diálogo con los lectores, para su enriquecimiento y mejora en su ejecución.

 

Antecedentes que dieron origen a la propuesta

La siguiente propuesta nace como respuesta a las inquietudes rescatadas en un un trabajo previo, de corte cualitativo etnometodológico con profesoras universitarias. La investigación tuvo como eje conductor, el siguiente cuestionamiento: ¿Qué pasa con las trasformaciones en el devenir del contexto social que han tenido los roles y funciones ejercidas por las abuelas? en la actualidad, la postmodernidad propone a una mujer libre, de acuerdo a lo ganado en el movimiento feminista, ¿esta relación se invierte cuando la mujer envejece? ¿Este proceso se vive de igual forma si le agregamos la variable de la educación universitaria? ¿Las mujeres en su condición de abuelas, que han tenido la posibilidad de una formación profesional, tienen más recursos para resistir las imposiciones sociales o solo se complejizan en formas más sutiles pero igualmente limitantes?

El estudio mencionado, tuvo una muestra compuesta por un grupo de profesoras universitarias y un grupo de mujeres sin estudios universitarios, los resultados mostraron -en ambos grupos- la necesidad de generar alianzas y grupos de apoyo, de discusión, conversatorios en torno a los procesos por los cuales están atravesando en esta etapa de vida las mujeres, las entrevistadas reiteradamente mencionaban que solo en conjunto como mujeres podían ayudarse y aprender a envejecer juntas (Pérez, 2018).

Posterior a ese trabajo inicial, se realizaron conversatorios con mujeres tanto en contextos universitarios, como no universitarios, y en ellos podíamos rescatar narrativas ricas que volvían a insistir en realizar ejercicios colaborativos que las llevaran a conversar, analizar y reflexionar sobre el cómo ellas deseaban vivir y atravesar estos procesos.

En estos conversatorios, se tocaban temas con respecto al envejecimiento y el cuerpo, a las formas de relacionarse con generaciones de mujeres más jóvenes o antecesoras, a los aprendizajes que cada una de la participantes habían tenido con respecto a esos vínculos con otra mujeres dentro y fuera de su contexto familiar, en sus espacios laborales, entre otros temas (Pérez, Rábago, & Castillo, 2018).

Así entonces, el tema que aquí se presenta fue una de la necesidades planteadas por la profesoras en uno de estos conversatorios que realizamos, en éste, ellas nos compartían su sentir alrededor de cómo dentro de la universidad se ha dado tanta importancia en la formación y capacitación para atender al estudiante, y para ejercer de mejor forma la profesión de la docencia universitaria, pero que nunca la universidad ha contemplado la necesidad de atender las particularidades de la persona del docente - que dicho sea de paso, en su mayoría está compuesto por mujeres- las cuales deben negociar día a día, tanto con el aspecto público de su vida profesional, como con su vida privada familiar e íntima y sus devenires circunstanciales de cada etapa.

A todo esto además, se agregó la situación económica y política por la que atraviesan las universidades públicas de México, y sin temor a equivocarnos de toda América Latina, tema que también estuvo en la mesa de conversación como un área muy angustiante para la docentes próximas a jubilarse e incluso a las que todavía les resta un periodo considerable de tiempo. De allí la invitación a dialogar estos temas: envejecimiento, jubilación, pero sobre todo explorar el cómo las mujeres universitarias podríamos ayudarnos agrupándonos y colaborando juntas. Por ello es que rescatando esta solicitud y con base en los diálogos en estos conversatorios, es que decidimos diseñar el siguiente taller y fundamentarlo en las prácticas dialógicas colaborativas y las narrativas.

 

Diseño de la propuesta

En la conversación dialógica se compartirán fragmentos de la vida de las profesoras respecto al proceso de jubilación y a partir de ellos, por medio de preguntas y respuestas, acerca de sus ideas, emociones y opiniones, por medio del lenguaje generar nuevas historias y encontrar significados a este proceso. Donde el facilitador pueda introducir novedades en la conversación partiendo de las respuestas. Se deberá expandir lo no dicho de manera que puedan emerger otras versiones que aporten novedad.

La intencionalidad compartida en esta conversación dialógica será la transformación y construcción de significado del proceso de jubilación y las formas de colaborar entre mujeres. En el presente taller la mirada del construccionismo social está puesta en las múltiples voces participantes en dicha construcción de significado, por lo que de acuerdo con Gergen (2007) el contexto del taller deberá generar un diálogo trasformador desde la postura del no saber para lograr una re significación del proceso de jubilación y la fraternidad femenina, partiendo de realidades comunes y solidifícate para transformar sus vidas de manera positiva.

Por medio de la escucha de todas las voces se aprehende y reflexiona entre los diálogos internos y externos en presencia del equipo reflexivo que observa y escucha de manera atenta al mismo tiempo que retroalimenta y valida a las personas asumiendo una postura de colaboración al generar conversaciones diferentes (Anderson, 2001).

De acuerdo con White - quien también llevó a cabo el trabajo con equipo reflexivo en las ceremonias de definición, donde participaban como equipo reflexivo los testigos externos- considera que dicha ceremonia es un ritual que permiten enriquecer los relatos a través del reconocimiento de la vida de las personas, donde los testigos externos deberán conversar acerca de las expresiones que escucharon por parte de los entrevistados cuales de ellas le atrajeron, acerca de las imágenes que estas expresiones le evocan, acerca de las experiencias personales que resonaron con estas expresiones y acerca de su sentir en cuanto al modo en que estas expresiones tocaron sus vidas (White, 2016).

Así entonces, el rol de las moderadoras será como diría Schön (1998), como profesionales reflexivas en acción, es decir nuestro papel es estar con estas mujeres, privilegiando el conocimiento local, es decir, la sabiduría, expertise, competencias, verdades, valores, costumbres y lenguaje creado y usado dentro de la comunidad de mujeres docentes universitarias para conformar el grupo reflexivo.

Este grupo cohesivo de mujeres se conforma por aprendices y maestras las unas de las otras, sin roles rígidos en una reflexión continua sobre temas relacionados con sus historias personales que las han llevado a ser lo que hoy son y no solo en lo académico. Que están en distintas etapas del proceso de la vida y que siguen yendo y viniendo a través de este continuum sin querer ser etiquetadas o quedarse estancadas en algún aspecto, como ser por la edad, “ser útiles a la universidad - sociedad”, “dejar lugar a las más jóvenes”, jubilación, entre otras.

Nuestro objetivo es conversar y crear historias alternativas, romper con preconceptos, transformarnos mutuamente en base a la sabiduría que pudimos encontrar en cada una de nosotras, en un proceso dinámico, construido por todas, creando los valores propios de este grupo en concreto: construyendo una tercera cultura llamada sororidad, donde los pactos entre mujeres sean más poderosos que las posibles diferencias o semejanzas y que podrán seguir poniendo en movimiento más allá del grupo reflexivo en lo cotidiano y llevarlo a la acción.

 

TALLER

Equipo reflexivo: rescatar y re-conocer las historias de sororidad en las mujeres universitarias

Objetivos:

  • Co construir junto con las académicas en proceso de jubilación, una historia alterna sobre nuevos significados acerca de dicho proceso, acorde a sus deseos, expectativas, identidad e historia preferida de su vida, que amplíe la comprensión de sí mismas a través del dialogo reflexivo.
  • Generar novedades en la narración y respuestas a las interrogantes que les plantea el días a días, en su vida y en sus relaciones.
  • Conocer a través de la voz de las participantes, cuál es su percepción de calidad de vida, con relación a las fortalezas y recursos en el ámbito social, económico, cultural y medio ambiental con los que cuentan, así como de sus necesidades, dificultades y cómo éstas las afectan.
  • Explorar las estrategias de sororidad y los vínculos existentes entre las mujeres universitarias, que impactan en la manera de responder a las diversas circunstancias a las que se enfrentan días a días en sus espacios laborales.
  •  Visibilizar las alianzas y relaciones de apoyo, entre mujeres académicas desde su propia voz y  perspectiva. Ver Tabla 1.

 

Tabla 1.- Tópicos sugeridos para dialogar.

 

 

Procedimiento

PRIMEIRA PARTE: la moderadora se une en conversación con las profesoras invitadas y participantes del taller y se lleva a cabo la entrevista mientras que el equipo reflexivo escucha de manera atenta.

 

Sugerencia de posibles preguntas para iniciar el diálogo entre el facilitador y las participantes

A continuación se presentan una serie de preguntas que son sólo una entre múltiples posibilidades  de orientar un diálogo generativo en las mujeres universitarias en proceso de jubilación y envejecimiento.

Con las siguientes preguntas se pretende obtener información acerca de cuáles son las expectativas que las participantes tienen respecto al taller y cuáles fueron las motivaciones que las llevaron a participar en él.

  •  ¿Qué espera de este taller?
  • ¿Hay algo que la haya motivado de manera particular a participar en el?

En seguida, las preguntas pretenden explorar la construcción del significado de lo que para ellas es ser docente, ya que, de acuerdo con White (1993,1994) los relatos son constitutivos debido a que moldean las vidas de las personas y sus relaciones. Por lo tanto, a través de los relatos de estas mujeres, se puede identificar el significado que atribuyen a su ejercicio de docencia universitaria y cómo y de qué manera ese significado a moldeado sus vidas y sus relaciones con ellas mismas y con otros. Al ser el relato de lo que para ellas es ser mujer docente universitaria moldea e impregna de manera importante la descripción de su actual proceso en esta etapa de su vida.

  •  ¿Qué es para usted ser docente universitaria?
  •  ¿Si pudieran describir el proceso en su actual etapa de  vida¿ cómo lo describirían?

Las siguientes preguntas tratan de averiguar el impacto del discurso dominante  (White, 1993) acerca del envejecer femenino ha permeado en la vida de las docentes universitarias. De igual manera, se espera visibilizar a que atribuyen ellas dichas diferencias en caso de ser detectadas como tal.

  •  ¿Considera que hay diferencias en vivir dicho proceso desde lo femenino como de lo masculino?
  •  ¿cuáles son esas diferencias?
  •  ¿A qué atribuye eso?

White (2016) considera que las personas siempre responden de alguna manera de acuerdo a lo que valoran en sus vidas, por lo tanto, es necesario nombrar aquello que es valioso para las mujeres universitarias.

  • ¿Qué es lo que más valora de dicho proceso?
  • ¿Cuáles vivencias de dicho proceso considera que hacen algo digno de ser experimentado?

Parte de la propuesta de White (2016) en la externalización sugiere que aquello que se externaliza  deberá ser nombrado por la persona y no por el terapeuta, es decir, por lo que debe tener un nombre que le haga sentido a las mujeres universitarias y no a quien dirige el taller.

  •  ¿Cómo nombrarían a este proceso/etapa de su vida?
  •  ¿Por qué lo nombrarían así?

En el caso de las prácticas narrativas es de vital importancia visibilizar todo aquello que las personas hacen y que de alguna manera en la vida cotidiana se ha dejado de lado su reconocimiento. A través de las conversaciones de remembranza o membresía (White, 2016) se puede llevar a cabo una exploración acerca de las figuras significativas en las vidas de las personas, su influencia, legado y lo que las personas de igual manera han dejado en la vida de esa persona importante en sus vida asi como en este caso particular visibilizar las relaciones y vínculos que existen entre mujeres, y que han quedado al margen, olvidadas y sin ser honradas.

  •  ¿Ha platicado con alguna otra mujer significativa en su vida acerca de lo que ha sido para ud experimentar esta etapa de su vida?
  •  ¿De qué manera le ha sido de utilidad tener a otra mujer con quien compartir su actual experiencia?
  •  Hipotéticamente hablando, si existiera un espacio en el cual ud tuviera la oportunidad de compartir sus experiencias acerca de lo que ahora está experimentando¿ qué sería lo que escucharían las demás mujeres acerca de lo que es para ud vivir esta etapa (nombre elegido)?
  •  ¿Qué cree que le puede dejar a otras mujeres conocer lo que ud nos ha compartido acerca de lo que ha sido  su experiencia  con (nombre que hayan elegido)?

Las siguientes preguntas tienen como objetivo ensanchar los nuevos relatos y significados emergidos de lo que es para estas mujeres ser docentes universitarias. White (2016) plantea que dichas conversaciones son nombradas como conversaciones de reautoria, es decir, son aquellas nuevas narraciones y renarraciones que llevan a nuevos relatos y por ende a nuevos significados en las vidas de las personas. A través de dichas conversaciones las mujeres universitarias se reescriben a sí mismas, sus vidas y sus relaciones.

  •  ¿Qué pasos puede dar como mujer universitaria que experimenta (nombre elegido)  para dar a conocer todo aquello que la puede unir y la ha hecho venir a conversar y reflexionar sobre el proceso en el que han coincidido?
  •  ¿Después de hacerse escuchar como mujeres universitaria que están experimentado (el nombre elegido),  ¿ qué otras cosas pudieran hacer  que les permita mantenerse cerca a lo que cada una de uds valora?
  •  ¿A qué reflexiones han llegado después de conversar acerca de (nombre que hayan elegido)?
  •  ¿Considera que hablar de (nombre que hayan elegido) le ha sido de utilidad?

SEGUNDA PARTE: Posteriormente el equipo reflexivo participa, conversando acerca de lo escuchado por parte de las entrevistadas mientras que estas observan y escuchan la conversación.

A continuación, se presentan una serie de preguntas que tentativamente pueden servir de orientación para llevar a cabo la conversación con el equipo reflexivo (Andersen, 2009) también conocidas como ceremonias de definición con testigos externos de (White, 2016). Dichas preguntas tienen como objetivo llevar a cabo un diálogo por parte del equipo reflexivo (testigos externos) donde los integrantes, sin intención de llevar a cabo una crítica sobre lo que han escuchado, darán cuenta de las introspecciones a las que han llegado una vez que han escuchado a las mujeres universitarias que participan en dicha conversación.

Se espera con este tipo de preguntas abrir el espacio para llevar a cabo un análisis basado en el genuino reconocimiento y visibilización de los recursos y las narraciones de las docentes universitarias.

 

Guión de entrevista para el equipo reflexivo

  • ¿De lo que escucharon que fue lo que más les llamó la atención?
  • ¿Qué imagen le vino a la mente al escuchar lo que consideras que más te llamó la atención?
  • ¿Cómo sentiste a las personas que escuchaste?
  •  ¿Cómo afectó la imagen que tiene acerca de las  mujeres que están experimentando esta etapa de sus vidas?
  • ¿De lo que escuchaste que te sugiere de lo que es importante para ellas en este proceso (nombre elegido)?
  • ¿Puedes contar cómo lo que escuchaste tocó algo sensible en tu propia vida?

TERCERA PARTE: Finalmente se procede a conversar con las mujeres universitarias acerca de lo que escucharon del equipo reflexivo y se hacen conclusiones autorreflexivas de ello. Con el objetivo de ir más allá y reflexionar acerca de ello (Andersen, 2009) y qué aprendizajes pueden llevar para sí mismas las participantes en el taller, de manera que haga de sus vidas una experiencia no sólo agradable sino valiosa por el hecho de ser parte de lo han elegido como su identidad preferida (White, 2016).

 

Guión de entrevista a las participantes después de haber escuchado al equipo reflexivo

  • ¿De lo que escucharon del equipo reflexivo que fue lo que más les llamó la atención?
  • ¿Qué imágenes evocaron estas expresiones de lo que es importante en sus vidas?
  • ¿Qué experiencias personales tocaron esas expresiones?
  • ¿Lugar al que llevaron estas expresiones a las personas en su manera de percibir, comprender y reflexionar acerca de esta etapa (nombre elegido)?
  • Para ud ¿qué nuevos significados han emergido  en la conversación acerca de (nombre elegido)?
  • ¿Qué de lo que se ha conversado puede ayudarle a vivir el (nombre elegido) de su manera preferida?
  • ¿La forma de llevar la sesión les ha sido útil?
  • ¿Lograron conversar y ser escuchados como deseaban? Y
  • ¿Hablaron de lo que deseaban compartir?
  • ¿Qué ha sido lo más significativo para ud de lo que se ha conversado  y reflexionado en esta taller?
  • ¿Cómo se puede mejorar está conversación de manera que le sea de utilidad a ud? (White, 2016).


Cierre

A manera de ritual, para la generación de documentos colectivos (Denborough, 2008), se podría incluir una actividad lúdica, la cual no es de autoria propia pero que nos pareció perfecta para el cierre, esta actividad está basada en Vacas Lobato, (s.f) y que consiste en lo siguiente: partimos del poema de Alejandra Pizarnik.

Soy mujer.
Y un entrañable calor me abriga
cuando el mundo me golpea.
Es el calor de las otras mujeres,
de aquellas que no conocí,
pero que forjaron un suelo común,
de aquellas que amé, aunque no
me amaron,
de aquellas que hicieron de la vida
este rincón sensible, luchador,
de piel suave y tierno corazón guerrero
(Alejandra Pizarnik)

Como primer punto el terapeuta lee en voz alta el poema, y pide a las mujeres participantes que de cierre los ojos y del primer verso, expresen que les hace sentir “…Soy mujer y un entrañable calor me abriga…”

¿El calor de quién abriga a esta mujer?, ¿qué imagen viene a tu mente cuando escuchas esa frase?

De manera colectiva se invitaría a que crearan una imagen de este verso en concreto, y a través de dibujos o esculturas (con plastilina) y colectivamente se recreará. Posterior a ello se volverá a leer el poema y además se invitará a anexar más versos de autoria propia que quisieran agregarlas participantes, para ello y para facilitar este ejercicio, se proyectaría en la pizarra el siguiente esquema:

 

Soy mujer.

Y un entrañable calor me abriga

cuando el mundo me golpea.

Es el calor de las otras mujeres,

de aquellas que no conocí,

pero que forjaron un suelo común,

de aquellas que amé, aunque no

me amaron,

de aquellas que hicieron de la vida

este rincón sensible, luchador,

de piel suave y tierno corazón guerrero”

 

De tal manera que se pudieran escribir lo que deseaban agregar y enriquecer en cada verso, y al final de manera libre y consensada, se haría un mural con un poema colectivo. El cual aparecerá (con el orden se hayan negociado) todos los versos inventados por las participantes del taller y que además con la posibilidad de ser expuesto, junto con el dibujo o escultura colectiva, para ser visto por toda la comunidad universitaria, como una forma de manifestar “Esto es lo que somos, esto es lo que nosotras contamos que somos”, en un acto de insurrección de conocimientos dominantes, discursos que restringen la libertad de elegir (Foucault, 1980).

El objetivo que perseguimos con esta actividad radica tal como lo explica Victor Turne (1986): “los significados ganados con esfuerzo deberían ser dichos, pintados, bailados, dramatizados, puestos en circulación” (p. 37), asi entonces, el poema de Pizarnik, serviría de pretexto para incorporar un diálogo participante para hacer circular las historias preferidas de las mujeres universitarias, cargadas de conocimientos únicos e irrepetibles, con el sello de su propia identidad, con sentido de comunidad, en donde se exhibirán los relatos de reconocimiento a valores, habilidades, historias de resistencia compartida, y que amplificará la voz del grupo (Bustamante, 2010).

Finalmente se agradece la participación, con la entrega de un reconocimiento tipo certificado (White, 1993), con la siguiente frase:

Agradecemos cada una de ustedes mujeres universitarias quienes viven de una manera diferente esta etapa de la vida, ¡Recuerden que tienen la edad adecuada para ser feliz y la energía justa para hacer de tu vida una historia inspiradora!


REFLEXIONES FINALES

La universidad como ente gestor de modos de interacción y de construcción de conocimiento de relevancia y pertinencia social, también es responsable de la generación modos diferentes de interacción, así como de alternativas para producirlos. Visibilizar las prácticas de sororidad construida en comunidad por las mujeres universitarias, se estima como una alternativa al discurso dominante, honrar estas maneras de apoyo y solidaridad femenina, sobresale como una opción a la narración que impide a las mujeres la confección de una identidad elegida por ellas, el reconocimiento, la unión y alianza.

Por ello, las prácticas dialógicas colaborativas y las narrativas desde su fundamentación teórico metodológicas se considera pertinente para su implementación, a través de círculos conversacionales, talleres, equipos de reflexión, diálogos de saberes, y más, ya que no buscan imponer un discurso o cambiarlo por otro, sino ayudar a que se construya uno nuevo, diferente y acorde a la elección de la persona (Andersen, 2009; Friedman, 2005).

Así también, las prácticas colaborativas y dialógicas como las narrativas aportan una concepción más democrática del trabajo terapéutico, donde se reformulan y reconstruyen a través del lenguaje los significados dando la posibilidad a la generación de novedades narrativas, que, si bien allí estaban, sólo a través del diálogo con el otro pudo aparecer (Andersen, 2002)

Además, al llevar a cabo este taller tendría como resultado información que documente las experiencias de las mujeres y promover, de esta manera, nuevas interpretaciones de los procesos que se viven en el envejecimiento femenino y las redes de apoyo que las mujeres tejen de manera colectiva (Freixas, 2008).

Agregado a lo anterior, los diálogos o narraciones colaborativas ayudaría a mediar entre la riqueza de los años y las perdidas, que en palabras de Holstein (2006), lo describe de la siguiente manera: anular el hecho que en la edad mayor existen perdidas y fragilidad física, inclusive discapacidad y exaltar sólo las fortalezas no beneficia a una narración diferente, para aprender a vivir plenamente y con orgullo, a pesar de tales limitaciones.

Asimismo, abordar el tema de la jubilación con perpectiva de género es un tema relativamente nuevo, significando otro nivel de concreción en las invetigaciones y estudios de los trabajadores en este proceso (Agulló, 1996; Agulló, Agulló, & Rodríguez, 2002), en onde queda manifiesto que esta vivencia tiene características diferenciadas entre hombres y mujeres, lo cual también hace necesario hacer visible lo invisible y señalar la forma en que las diferencias han contribuido a las desigualdades, de tal manera que se establezcan relaciones entre la jubilación y el género a partir de la cultura, historia personal, social, y económica y política de las mujeres (Arber & Jay, 1996; Frexias, 2008; Maldonado, 2004).

Este trabajo apenas es una reflexión de esta necesidad y una breve propuesta de abordaje en concreto, que se comparte con los lectores para su reflexión y contribuciones para su mejora.

 

 

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Recebido em: 15/03/2018
Aprovado em: 23/10/2018

 

 

I Lucía Pérez Sánchez es profesora investigadora de tiempo completo. Doctora en Psicología. Terapeuta Familiar y Psicogerontóloga. E-mail: lucia@systemica.com.mx

II Marcela Rábago De Ávila es profesora investigadora de tiempo completo. Doctora en Psicología. Terapeuta Familiar. E-mail: rabago76@hotmail.com

III Georginac Castillo Castañeda es profesora investigadora de tiempo completo. Doctora en Educación. Terapeuta Familiar. E-mail: gina.castillo@uan.edu.mx

IV Clara Schoham Perelis es terapeuta familiar sistémica. Certificada em prácticas colaborativas y dialógicas. E-mail: schohamclara@gmail.com

V Rosario de Jesus Zamora Pérez es psicóloga social investigadora adjunta en el Programa Académico de Psicologia UAN. E-mail: rosariozamoraprz@hotmail.com

VI Sadooj Daniela López Moreno es coordinadora operativa en el Estado de Nayarit, México- en la fundación NEMI para el desarrollo social de México. E-mail: sadojmorenopsi@gmail.com

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