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Revista Latinoamericana de Psicología

versão impressa ISSN 0120-0534

Rev. Latinoam. Psicol. v.40 n.2 Bogotá ago. 2008

 

LIBROS

 

Andrés Leiva

Universidad de Artes y Ciencias Sociales, ARCIS, Chile

 

 

Neumann, E. (Ed.) (2007). Pensamiento, subjetividad y cultura. Santiago de Chile: Universidad ARCIS, pp. 148.

El libro Pensamiento, Subjetividad y Cultura reúne textos disímiles, diversos y complejos. Y no podía ser de otro modo: el eje que lo vertebra es la interrogación acerca de las implicaciones e interferencia entre ética, violencia, subjetividad moderna y escena social. Entendiendo que en la escena social se despliegan agenciamientos y resonancias, las cuales contienen en contrapunto la verdad abstracta y vacía del orden de lo instituido y al mismo tiempo quiebres o intersticios que interrogan por el sentido de la experiencia, se remite por lo tanto a un sujeto que, impactado en su ser y corporalidad, no puede negar su deseo y su capacidad inventiva e imaginante. Si bien en el texto los ensayos muestran una realidad oscura y sombría, muestran también que el rescate del sujeto es posible, que existe siempre un punto desde el cual se resiste y se crea, permitiendo plantear que otro mundo es posible.

En el texto de Neumann y López, se da cuenta por tanto, cómo el borramiento de nuestra historia reciente oculta y engaña, trazando subjetividades que anudan su deseo al poder. Sin embargo, tal como lo plantea Karmy, la fuerza del deseo, con su eterno retorno, insiste y resiste. Por su parte, Soca nos advierte de los efectos que produce la irrupción de la violencia en nuestra vida cotidiana, que destruyendo al otro termina por destruir a un sujeto, que se instala en una modernidad vacía de sentido y proyecto. Estamos, por tanto, frente a interrogaciones en las cuales los cruces entre filosofía, política, ciencias sociales y psicoanálisis buscan respuestas, pistas para pensar(nos) en un contexto socio histórico que, promoviendo formas de identificación mimética, no hace sino crear condiciones para una servidumbre voluntaria y ciega, tal como lo plantea Trujillo.

Es en este sentido que cobra relevancia, tal como los señala Pizarro, el profundo sentido ético y humanista de la obra freudiana, que no se erige como juez de la realidad, sino que más bien plantea condiciones de escucha que posibilita el despliegue de la subjetividad para hacernos cargos de nuestros sentidos y, sin sentidos, de nuestros deseos, y de nuestros límites. Proyecto ambicioso si se piensa cómo las lógicas mediáticas falsean nuestra realidad y existencia. Sin embargo, aún así es posible el surgimiento de agrupaciones locales que rescatando identidades territoriales se oponen a un mundo globalizado y uniformado, tal como lo plantea Lagos.

Galende en un hermoso ensayo nos muestra precisamente cómo, en el discurso de Allende, la voz que allí se forja se hace presente y resuena en nuestro imaginario, mostrando que el sujeto puede y debe elegir con un sentido ético. Imaginario que bordea, insiste, late y deja huellas en la novela latinoamericana, tal como lo plantea Aceituno. Lo imaginario no está oculto, nos rodea, se muestra a condición de que queramos escucharlo. Interesante, resulta en este sentido los planteamientos de Griffero, quien nos muestra que en nuestro mundo actual regido por lógicas mediáticas lo ficticio aparece más real que lo real. El tema de lo ilusorio y de la realidad, están por lo tanto más que nunca puestos en otro lugar. En una realidad de imágenes, la ficción teatral, termina también por mostrar aquello que no queremos ver. Richard dará cuenta cómo el movimiento feminista se anticipa de modo disruptivo a esta realidad y anuncia y denuncia cómo la insistencia en la diferencia de los sexos y la denuncia de la opresión de la mujer sepultarán justamente el discurso libertario que inicialmente sustentara el movimiento feminista, para terminar tan sólo en un problema de políticas públicas y de academia.

Es en esta compleja realidad que un científico social crítico deberá pensar, intervenir e investigar. Compleja inserción en un Estado cuyas políticas públicas, al menos en lo que conciernen a los psicólogos, tal como lo plantea Foladori, ven definidos sus ámbitos de trabajo, desde un poder central que busca tan solo promover una adaptación pasiva y remedial de la exclusión y la marginación social. De allí la dificultad para el clínico, cuyo trabajo debe remitir siempre a la inscripción del sujeto en la cultura, cultura excluyente que no presenta modelos inclusivos de la diferencia, tal como se plantea en los artículos de Paganini y Ortúzar.