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Cuadernos de neuropsicología

versão On-line ISSN 0718-4123

Cuad. neuropsicol. v.1 n.3 Santiago nov. 2007

 

PONENCIAS CONGRESO / COMMUNICATIONS CONGRESS

 

Mitos, prejuicios y discriminacion: la supremacía de lo biologico. Estado de la adopción en Chile

 

 

Heidi BöttgerΦ

Universidad de las Américas

 

 


RESUMEN

En el presente trabajo se abordarán algunos aspectos de la adopción de menores, un tema que podría catalogarse como delicado y complejo, por sus implicancias personales, familiares, legales, sociales y éticas, y porque aún hasta hoy es un tema tabú, que encierra mitos, inquietudes, dudas y temores. Incluye la historia de la adopción y el estado en que se encuentra hoy en Chile. Se dará énfasis principalmente a los mitos y prejuicios más comunes que existen respecto a esta temática, a algunas cualidades psicosociales y procesos particulares de los hijos adoptivos y a la construcción de identidad de familia adoptiva y su validación social como tal.

El objetivo, en definitiva, será abrir el diálogo en torno a la adopción y especialmente al rol que estamos llamados a desempeñar los psicólogos al respecto, en tanto entes educadores, líderes de cambios sociales, respetuosos hacia la diversidad. Y desde aquí, buscar las herramientas que requerimos para desarrollar esta tarea. Tal vez debamos abocarnos al desarrollo de una nueva especialidad: “Psicología de la adopción”. Por lo pronto, creo pertinente incluir y/o enfatizar la temática de adopción en los currículums de pregrado de nuestra carrera.


 

 

INTRODUCCIÓN

Buenos días, Hablaremos de Adopción, pero... ¿Por qué conocer sobre Adopción?

• Porque Es una forma de constitución de familia, con características especiales.

• es una Institución ligada a la historia y a cambios de paradigmas,

• que Tiene implicancias a nivel personal, familiar, legal, social, ético y político.

• Porque Nos encontraremos a diario con el tema, ya que la cantidad de adopciones en Chile va en aumento y cada una implica una familia cercana, una familia extendida, un curso, un colegio, una comunidad.

• Pero la Adopción sigue siendo un Tema tabú, que encierra mitos, inquietudes, dudas, temores, prejuicios y discriminación.

• Entonces, Los psicólogos tenemos un rol que desempeñar como individuos, ciudadanos, entes educadores y profesionales.

El término adoptar viene del latín adoptare. Significa elegir, desear.

En términos legales es un procedimiento que establece la relación jurídica de parentesco paterno o materno filial entre personas que biológicamente no lo tienen. Tiene carácter permanente y el adoptado se convierte a todos los efectos en hijo del adoptante.

La adopción no es una institución de nuestros tiempos, de hecho existe en la sociedad casi desde sus inicios.

 

UN POCO DE HISTORIA

La adopción puede considerarse como una institución social, por tanto dinámica en el tiempo, en permanente interacción con las demás instituciones que conforman la estructura social. Pilotti, distingue en su evolución dos grandes etapas:

La adopción "clásica", institución destinada a solucionar la crisis de “matrimonios sin hijos”, y La adopción ''moderna" en la que el énfasis está en solucionar la crisis del “niño sin familia”.

Dentro de las primitivas civilizaciones orientales y de la ley griega y romana, una pareja sin hijos adoptaba a un niño para disponer de un heredero directo o para perpetuar el culto ancestral doméstico, contribuyendo a mantener el orden social. El bienestar del niño no constituía una preocupación prioritaria.

La adopción clásica mantuvo su importancia hasta la Edad Media, en la cual perdió prestigio e interés debido a que el derecho feudal consideraba como impropia la convivencia de señores con villanos y plebeyos en una misma familia y el problema de la infancia abandonada era prácticamente inexistente en la sociedad feudal.

En Europa, especialmente Inglaterra, entre los siglos 13 y 17, niños huérfanos, abandonados o cedidos por sus padres biológicos, se integraban en calidad de aprendices a familias de artesanos pertenecientes a estratos socioeconómicos superiores. Al interior de esta familia sustituta, el menor no sólo establecía lazos afectivos sino que además adquiría los elementos que definirían su eventual posición en la sociedad.

Esta práctica del aprendizaje se extendió a las colonias norteamericanas en el Siglo 17, pero se utilizó indiscriminadamente como obtención de trabajo infantil barato, situación a partir de la cual comenzaron a efectuarse en Estados Unidos las primeras reglamentaciones para resguardar los intereses de los niños. Luego se avanzó en la implantación de códigos de menores, se profesionalizó el trabajo social y se transformaron las instituciones de bienestar social, dando por resultado un profundo arraigo de la adopción en la cultura estadounidense.

En Europa, dos hitos históricos del siglo XX influyen fuertemente en el desarrollo de la adopción: primero, la Revolución Industrial, que tuvo como costo social el abandono de menores y su explotación a través del trabajo prematuro, y segundo, las dos guerras mundiales y sus secuelas de niños huérfanos y abandonados, que hicieron urgente la necesidad de contar con instituciones, leyes y orientaciones para atender los requerimientos de estos menores. Al comienzo, las disposiciones jurídicas no modificaban el estado civil ni la filiación de los hijos adoptados, luego fueron naciendo figuras jurídicas que asemejaron cada vez más la filiación biológica y la adoptiva, hasta llegar a la actual adopción plena, que establece igualdad de vínculos.

En América Latina, la adopción tiene su origen en la época colonial, en el abandono de hijos de nobles españoles, fruto de relaciones extramatrimoniales, y la entrega de estos menores a familias campesinas que se hacían cargo de su cuidado recibiendo por ello algún auxilio económico.

En Chile, recién en 1934 se dictaron las primeras normas estableciendo la “adopción clásica”, que no crea estado civil entre adoptantes y adoptado. Uruguay fue el primer país de la región que, en 1945, introdujo la legitimación adoptiva y que sirvió de modelo para la ley chilena número 16.346 de 1965. Posteriormente, muchos países latinoamericanos incorporaron la “adopción moderna” en sus legislaciones, como mecanismo de solución a la “infancia desvalida”.

Actualmente, la adopción en Chile está normada por la Nueva Ley Nº 19.620 que rige desde octubre de 1999. Entre sus mayores innovaciones está el haber establecido una única modalidad de adopción (a diferencia de la legislación anterior), que confiere al adoptado el estado civil de hijo respecto de los adoptantes, con los mismos derechos que los hijos biológicos y extingue los vínculos del adoptado con su familia de origen. Además establece los requisitos y procedimientos y los organismos acreditados para adoptar en Chile.

El propósito central de la adopción, concordantemente con lo que plantea la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, es proporcionar una familia al niño que se encuentre en situación de abandono, considerando que el contexto familiar definitivo y estable le permitirá recuperar un espacio afectivo para continuar su desarrollo físico, emocional y social.

El Servicio Nacional de Menores (SENAME) funciona como organismo (estatal) que posee facultades normativas, de asesoría y de fiscalización de las políticas nacionales en la materia, y también como autoridad central para efectos de las adopciones internacionales.

El Programa de Adopción del SENAME abarca a todas las regiones del país y contempla tres subprogramas: uno de apoyo y orientación a la familia de origen del niño(a), el segundo de recepción y cuidado del niño(a) y, tercero, la evaluación técnica de los solicitantes y su preparación como familia adoptiva.

Las instituciones privadas acreditadas para realizar este programa son la Fundación Chilena de la Adopción, Fundación San José para la Adopción Familiar Cristiana y Fundación Instituto Chileno de Colonias y Campamentos y Hogares de Menores. Dijimos que la adopción tiene implicancias a distintos niveles. Veamos algunas:

 

CARACTERISTICAS PSICOSOCIALES DEL NIÑO ADOPTADO

Se puede afirmar que, en general, los niños adoptados viven las mismas etapas de desarrollo que todos los niños, con características y dificultades similares. No obstante, hay dos aspectos de su desarrollo psicosocial que pueden verse afectados directamente por sus vivencias de abandono y carencias afectivas: las relaciones de apego30 y la construcción de identidad.

En cuanto al Vínculo de Apego

El factor que más incide en este proceso es la EDAD en la que el menor es adoptado. En un estudio de Singer, Ramsay y otros, en 1985, se concluyó que la calidad de apego en niños adoptados antes de los ocho meses de edad no difiere mucho a la de niños no adoptados.

Sí se han observado diferencias significativas entre los niños adoptados en forma temprana y aquellos adoptados luego de los siete años de edad, quienes tienen una mayor probabilidad de daño psicológico por el abandono prolongado, lo cual perjudicaría los vínculos futuros. También se ha observado que los niños que son separados de sus padres biológicos después de los seis o siete meses de edad y adoptados más tarde, presentan mayor dificultad en su ajuste socio emocional y de establecimiento de relaciones seguras con los otros significativos.

No son fáciles las tareas que tanto el niño como sus padres deben enfrentar, el primero en cuanto a la internalización de sus figuras significativas y la recuperación de sus carencias afectivas, y los segundos, la resolución de su duelo por el hijo biológico y del conflicto entre el bebé imaginario y el real, para poder asignar un papel propio a su hijo adoptivo dentro de la dinámica familiar y brindarle, finalmente, un ambiente afectivo seguro y estable.

“Con todo, la adopción puede tener un importante efecto reparador, contribuyendo en el desarrollo del niño(a) y su familia.”

El segundo aspecto que puede verse afectado en el niño y adolescente adoptado es la Construcción De Identidad

El niño adoptado, aunque no lo haya vivido o no se acuerde, está consciente que ya fue abandonado una vez, y permanece la sensación de no haber sido querido. Este es un profundo sentimiento que no tiene que ver con su familia adoptiva, sino con poder incorporar este trozo de su vida a su historia.

“La existencia de un secreto ocupa un lugar en la estructura de las relaciones y puede ser un obstáculo para el buen funcionamiento vincular, porque lo que se oculta puede comunicarse a través del lenguaje de los síntomas u otros malestares”. Cuando no se logra hablar de esta parte de la historia, produciéndose pactos de silencio, lo que ocurre es que el niño experimenta vivencias de desamparo, soledad, dolor, rabia, va sintiéndose incomprendido y solo. Puede sentir que hay una deuda pendiente: con los padres biológicos por el abandono padecido, y con los adoptivos por lo que de su historia se elude y se recorta”

Para que el niño o adolescente pueda ir elaborando la experiencia e integrándola a su identidad, no es tan relevante el qué se cuenta, sino el ambiente emocional que el niño percibe en la conversación, en el silencio, en la inseguridad, en el lenguaje no verbal. Lo central es que se sienta acompañado y contenido en este proceso.

Ligado a la construcción de identidad y ya más relacionado con su entorno, se encuentra el hecho de compartir con otras personas su condición de adoptado. Lo más habitual es que sí lo hagan durante sus primeros años de vida escolar, después de lo cual tienden a reservarlo como parte de su intimidad y compartirlo sólo con aquellos vínculos más significativos y cercanos. El no comentarlo tiene que ver con el temor a ser rechazados o generar sentimientos de compasión.

El interés por saber de su familia de origen o conocerla está casi siempre presente en los hijos adoptivos, pero en la mayoría de los casos se trata de curiosidad o fantasías respecto al aspecto físico de sus progenitores, qué vida hubiesen tenido de haber vivido con ellos, si tienen hermanos biológicos o no, en qué colegio hubieran estudiado. De hecho, no más que un 3% busca activamente a su familia biológica.

Y en un período más tardío, entre los 15 y los 18 años, surgen cuestionamientos relacionados con la motivación que tuvo su progenitora para entregarlos. En este sentido, la mayoría tiene la imagen de que su progenitora los rechazó y abandonó. Esto, al parecer no se relaciona con que sus padres adoptivos le hubieran transmitido esta idea (al contrario, la mayoría de ellos se preocupan por transmitir una imagen positiva), sino como parte del proceso de construcción de identidad, que generalmente se resuelve en una suerte de equilibrio entre su pasado, su presente y su futuro. Por una parte, logra entender que su madre biológica le dio la vida, que pudo haber abortado y no lo hizo, que había circunstancias adversas y que, en definitiva, NO lo abandonó, sino que renunció a él para que fuera mejor amado y cuidado. Y por otra parte, tiene ya fuertes vínculos afectivos con su familia adoptiva y un grado importante de tranquilidad y seguridad.

Este interés por conocer a su familia de origen es poco comunicado por los hijos adoptivos a sus padres, por temor a herirlos. Perciben el temor en sus padres, los quieren y empatizan con ellos evitándoles el dolor, pero también da cuenta del temor de ellos mismos a ser abandonados nuevamente, lo que se manifiesta en una conducta característica de los hijos adoptados que es buscar agradar a sus padres, demostrarles que son dignos de afecto. Es como si necesitaran una y otra vez confirmar el carácter permanente de su filiación y, por cierto, la incondicionalidad del amor de sus padres.

Otras características que se mencionan como especiales o al menos para tener en cuenta en los hijos adoptados, no en un afán discriminador sino, por el contrario, para poder entenderlos y atenderlos mejor, son las siguientes:

Existe en los hijos adoptados una mayor sensibilidad frente a las interacciones familiares y sociales en general, ya que tienden a atribuir a su condición de adoptado las ocasiones en que podrían sentirse discriminados.

Presentan mayor preocupación por su imagen corporal, observándose que los adolescentes tienden a exacerbar las diferencias físicas que pudiesen existir entre ellos y el resto de su familia. Y con frecuencia presentan problemas de rendimiento escolar, trastornos madurativos y baja autoestima.

 

MITOS, PREJUICIOS Y DISCRIMINACION31

El mito que se encuentra a la base de los prejuicios y discriminación hacia el niño adoptado y hacia la familia adoptiva es

La supremacía de lo biológico

Aunque nuestra sociedad en general se ha flexibilizado mucho en torno a su concepción de familia y a su valoración, permanece aún muy arraigada la idea histórica de la supremacía de lo biológico, término acuñado para explicar la valoración que las sociedades han atribuido al hecho de tener hijos biológicos como única o mejor opción de validación individual, de género o social.

Esto se traduce en una doble conducta hacia la adopción. Por una parte se nota una intención de aceptación de lo distinto y de no discriminación, pero en lo cotidiano aflora el mito en frases y preguntas como las siguientes: “que nobleza la de ustedes al adoptar”, “¡qué valientes!” o “¿lo quieres como si fuera tu hijo?”

Esta última es la pregunta más frecuente que reciben los padres adoptivos y no hace más que confirmar el mito de asemejar al hijo adoptivo con el biológico, como si este último fuera mejor.

La pregunta debería ser: “¿Quieres a tu hijo (biológico) como si lo hubieras adoptado? Porque, como dicen Reguilón y Angulo:

Todos somos adoptados, o todos deberíamos haber sido adoptados. Nacemos, sí, pero no por eso somos hijos de nuestros padres. Tenemos hijos, sí, pero no por eso los aceptamos siempre como tales. Es necesario un paso más: la inclusión del niño en el afecto, en el lenguaje, en la historia familiar. Es necesario un salto cualitativo: dejar de considerar al niño un objeto de deseo para pasar a considerarle un sujeto de deseo. (...) El adoptado entonces es un hijo, no diremos ya igual que el hijo biológico, sino igual que “el hijo”. Se es hijo así o no se es hijo sino objeto.

Siguiendo con el mito de la supremacía de lo biológico, se observa que las leyes también privilegian a la madre biológica, en muchos casos, a mi parecer, con demasiada condescendencia, como si el hijo fuera de su propiedad, incluso desconociendo los derechos del niño. En definitiva, lo que hay en el trasfondo es el supuesto que la madre biológica, por haberlo parido, será mejor que nadie para cuidar a su hijo, aunque éste deba esperar a veces durante años mientras ella pueda hacerse cargo.

El mito está también en el afán de las parejas de agotar todos los medios para tener un hijo biológico antes de pensar en la adopción. Es como si en este hecho se comprobara la integridad como mujer y la hombría, en una suerte de validación social. A los padres biológicos la sociedad los ve como idóneos en cuanto a fertilidad y efectos posteriores, pero se duda de la idoneidad de los padres adoptivos.

En lo familiar, la adopción es un tema íntimo, privado, una situación que si bien ha sido bien elaborada y abordada al interior de la familia, tiende a ocultarse hacia los espacios externos para evitar los prejuicios y la discriminación. Este es el mayor problema que refieren los niños y adolescentes adoptados. Ellos escuchan expresiones como: “tus papás son de mentira”, “tú naciste en el basurero”, “eres robado, o hijo del jardinero” y otras de este estilo.

Si bien todos los niños pueden ser víctimas de burlas por diferentes motivos y aprenden a defenderse, estas burlas los hieren profundamente porque afectan su dignidad, cuestionan su validez como persona, la integridad de su familia, el vínculo con sus padres.

Las instituciones especializadas en adopción han efectuado una importante labor durante más de 20 años, y de una u otra forma los mismos padres adoptivos han ido educando también a su entorno, pero aún existen demasiadas miradas curiosas y desinformadas, demasiados comentarios discriminadores, incluso en quienes no esperamos o suponemos más cuidadosos, como los profesionales de la salud, sacerdotes, profesores y también psicólogos.

Es necesario educar a la sociedad referente al tema de la adopción y desarrollar redes de apoyo entre los agentes educadores. Debemos hacerlo un tema, hoy es ya un compromiso validar a la familia adoptiva como estructura dentro de la sociedad, con su especial construcción de identidad, así como las familias monoparentales, las familias extendidas, las familias ensambladas.

 

A MODO DE CONCLUSION

Un gran desafío personal, profesional y disciplinario:

Como futuros psicólogos debemos comenzar por nosotros mismos, para luego actuar como agentes de cambio en la sociedad. En ningún caso es aceptable hoy, que alguna mirada, comentario o prejuicio provenga de un psicólogo. Debemos hacernos cargo, no podemos permitirnos errores en nuestro rol de psicólogos en temas como la adopción (y la familia en general) que pertenecen a nuestro ámbito de acción, no podemos darnos el lujo de dañar a alguien por desconocer el tema. Nuestra intervención – por tangencial que sea en el momento- no debe corresponder a un mero sentido común, porque éste está plagado de mitos, errores y prejuicios.

Nuestra mirada no debe ser hacia la igualdad, sino hacia la equidad y la diversidad. Debemos distinguir, estudiar y abordar aquellas características y elementos especiales de los niños adoptivos y sus familias, satisfacer sus demandas especiales, y desde aquí facilitar la igualdad en cuanto a su desarrollo y oportunidades.

Se trata de visualizar las individualidades y crear respeto hacia ellas dentro del concepto de diversidad humana.

Se trata de aceptación por sobre tolerancia, porque tolerancia es dar por hecho que el otro está mal o se equivoca y yo soy capaz de no rechazar, pero aceptar es ver la multidiversidad sin juzgar ni catalogar una opción mejor que otra.

En lo profesional, es indiscutible la experticia con que debe contar el psicólogo clínico para atender profesionalmente a los niños, jóvenes y familias adoptivas. Lo mismo el psicólogo educacional en el entorno escolar y sus especiales dinámicas. Pero también en otros ámbitos es necesaria una actuación al menos adecuada y asertiva. El psicólogo laboral, por ejemplo, debe entender qué hay detrás de una licencia postnatal por adopción. El psicólogo experto en adicciones es muy posible que deba atender a un joven adoptado. Debe saber, por lo tanto, sobre cómo están presentes e influyen en él las temáticas de apego, abandono y formación de identidad. El psicólogo social, por su parte, no podría ser indiferente a las conductas prejuiciosas o discriminatorias que aún están arraigadas en la sociedad. Y así, hay infinitas situaciones más o menos cotidianas que no deben ser ajenas ni extrañas a nuestro quehacer profesional. El llamado es a participar activamente en la construcción de ciudadanía y del espacio que habitamos.

Los especialistas en temas de adopción que existen en Chile se han formado por propio interés, por necesidad a partir del trabajo, han aprendido en el camino. No existen en Chile postgrados o especializaciones formales en temas de adopción, tampoco cursos del tema en los currículums de pregrado de Psicología. Quizás ustedes notaron que el tema de adopciones fue abordado en unas pocas horas dentro de un curso de Clínica Infanto juvenil o en Psicoanálisis a propósito de la teoría de apego.

Me parece pertinente fijar un poco más la mirada en este tema y acrecentar su peso específico en la formación de los futuros profesionales psicólogos (como también de otros profesionales implicados en los procesos de adopción tales como abogados, asistentes sociales, docentes, psicopedagogos, pediatras, etc.).

No se trata de que seamos todos expertos en adopción, pero sí de tener las herramientas personales y profesionales necesarias que nos permitan abordar las temáticas cotidianas en forma pragmática, segura y eficiente. Al respecto, Roberto Polanco plantea lo siguiente:

“La praxis académica radica no sólo en trasmitir conocimiento y/o experiencias, sino además en ser generadora de una visión critica del mismo que permita formar ciudadanos criteriosos por sobre profesionales instruidos.” (Polanco, R., 2007).

Los invito entonces a buscar conocimiento, a exigirlo a nuestras instituciones formadoras y a aplicarlo responsablemente. Y a la luz de lo planteado, quizás debamos pensar en desarrollar una nueva especialidad: “Psicología de la Adopción”.

MUCHAS GRACIAS

 

REFERENCIAS

Cánovas S., G., Reconciliarse con los orígenes. ¿Prevención de patologías? Extraído de http://addif.suport.org/_Media/patologia.pdf , octubre 2007.        [ Links ]

Gobierno de Chile, Servicio Nacional de Menores. Impacto de la Adopción en Adolescentes. Estudio de seguimiento en jóvenes adoptados en edad temprana. 2007        [ Links ]

Gobierno de Chile, Servicio Nacional de Menores. La familia adoptiva chilena en los últimos diez años. Junio 2006.        [ Links ]

Pilotti, F. (s/f.) Manual de Procedimientos para la Formación de la Familia Adoptiva, Cap. La adopción como institución social: antecedentes históricos, subtítulo 4. Evolución de la adopción. Extraído Sept. 2007 de http://www.iin.oea.org/Manual_de_procedimientos_para_la_formacion.pdf        [ Links ]

Polanco, R. (2007), “Nada de lo mental nos es Ajeno” Presentación Cuadernos de Neuropsicología, I (1); 4-5, [en línea] Revista electrónica de Neuropsicología, disponible en URL: http://www.neuropsicologia.cl/Web/revista/Vol1/presentacion.htm, [extraído octubre 2007].        [ Links ]

Revista de Pediatría, www.pediatrialdia.cl, extraído Sept. 2007.        [ Links ]

Reguilón, J. y Angulo, J. (s.f.) Hijos del corazón (guía útil para padres adoptivos), versión electrónica, extraído Octubre de 2007 de http://www.euskalnet.net/emaruri/psi/adop_corazon.htm        [ Links ]

 

 

ΦEstudiante de Psicología, Programa Executive ,Universidad de las Américas.
30Bowlby define la conducta de apego “como cualquier forma de comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo diferenciado y preferido”. (ref.2, pág.17)
31Se entenderá como discriminación todos los distintos actos discriminatorios, abusivos, acciones infundadas u omisiones que tienen por objeto menoscabar los derechos de otro. Por lo tanto, no se necesita que una persona quiera discriminar a otra para que exista discriminación, sino que la neutralidad también discrimina.

 

AGRADECIMIENTOS

Quiero manifestar mi agradecimiento a las señoras Delia Moreno, Pilar Landerretche, María Elena González y Luz María Oyarzún, todas pertenecientes a la Fundación Chilena de la Adopción, por su gran acogida, apoyo y facilitación de acceso a importante material bibliográfico.

Y a Roberto Polanco, psicólogo, gran profesor, mi profundo reconocimiento y admiración, por su inigualable amor a la profesión y su inquebrantable compromiso con la formación de los futuros psicólogos, imprimiéndoles su sello en la mirada abierta y crítica al mundo, en el afán de autoformación, en la constante búsqueda de excelencia profesional.

Muchas Gracias.

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