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Cuadernos de neuropsicología

On-line version ISSN 0718-4123

Cuad. neuropsicol. vol.3 no.1 Santiago May 2009

 

EDITORIAL

 

La furia de los artículos; los desafíos de una identidad post colonial

 

 

Roberto Polanco – Carrasco

 

 

Para nadie, que reflexione sobre la historia y desarrollo del conocimiento moderno, resulta un misterio que el camino natural que sigue una determinada profesión o campo disciplinar va desde la ciencia pura, aquella que nace como una genuina inquietud, pasión e inconformismo frente a lo que nos rodea o -mas específicamente- frente a una parte de ese “todo” que habitamos. Posteriormente, esta inquietud, evoluciona en una disciplina que circunscribe sus prácticas y discursos a un determinado conocimiento, consensuado por los miembros de la misma. Finalmente, este desarrollo culmina su evolución cuando se asimilan las normas, reglas y tradiciones de trasmisión del conocimiento, que caracterizan a toda profesión.

Nos puede resultar sin embargo extraño, o al menos curioso, que una determinada línea de conocimiento - llegado a este punto de su escala evolutiva- manifieste una aparente quietud desde la gestación del conocimiento, no así en la “gestión” del conocimiento ya producido. Se puede observar con qué exaltación se despliegan reglas, normas y ritos en torno a un determinado corpus de conocimiento y su trasmisión y qué poco se repara en una franca apatía para fomentar el desarrollo y producción de nuevo y más sólido conocimiento que haga crecer la disciplina, que es lo que en primer lugar sustenta y da sentido a toda actividad profesional.

Esta nueva producción de conocimiento se encuentra irremediablemente ligada a su visibilidad: la difusión y circulación de los procesos y productos del pensamiento parece favorecida con las nuevas tecnologías de información, sin embargo hoy en día, la mera recopilación de conocimiento, datos y antecedentes no dan cuenta de la solidez o nivel de avance de una disciplina, sólo por aportar un dato el 2008 en la web se crearon cerca de 500 mil terabytes en información, no toda esta información es nueva, relevante o precisamente correcta, sin embargo se encuentra disponible para todos los “internautas”.

El que toda la información o producción intelectual, artística o tecnológica de la humanidad se encuentre disponible en un solo espacio ha sido un antiguo ideal de la ilustración. La enciclopedia, sin duda, resultó ser una expresión tangible de una convicción ilustrada, convicción hasta hoy compartida, que nos habla de un conocimiento que -en sí mismo- afirma y fortalece el desarrollo económico y social, alejando la ignorancia y la superstición. La red puede ser el nuevo faro que ilumine de conocimiento y razón las mentes ignorantes y llenas de supercherías.

Sin embargo en los tiempos de una web 2.0, no deberíamos dejarnos seducir por un “faro de Alejandría digital”, El mero acopio y difusión de la producción intelectual de una determinada área del saber no resulta desafiante, el verdadero desafío es guiar la búsqueda y acceso al conocimiento relevante y transversal para cada profesión alimentando con nuevas inquietudes los pensamientos de los seguidores de dicha disciplina. Dicho de otro modo, podremos llegar a saber sobre muchísimas cosas, pero demasiadas entre ellas resultan ser simplemente irrelevantes y por tanto no aportan al conocimiento en sí, sino más bien, al desarrollo profesional de quien lo publica.

Y en este océano de bytes, ¿cómo evitar el naufragio de los que navegan por primera vez en estos mares de información? ¿De que forma evitar caer en la ilusión del hipervínculo y alejarnos de un método y tradición del pensamiento, que si bien antiguo, resultó efectivo como base del conocimiento que manejamos hoy?.

Las nuevas tecnologías no solo abren nuevas vetas de desarrollo intelectual, abren también nuevas costumbres y vicios en el pensamiento moderno (llegando a ser posmoderno), en este contexto, urgen guías para filtrar la “literatura gris” -tan abundante en la web- y llegar a espacios confiables para evitar que los estudiantes poco experimentados para distinguir sitios académicamente serios opten por certificar el contenido de sus trabajos con textos impresos, no siempre lo más actual.

Si nos despreocupamos de entregar espacios confiables en la web descansando quizá en la idea de que toda fuente de información puede llegar a ser igualmente válida, estaremos dejando esta “nueva frontera” en manos de forajidos y filibusteros de la academia, entusiastas y seductores, pero inútiles como guía frente a disciplina y método, ambos requeridos para afianzar cualquier campo del saber.

Los cada vez mas frecuentes descubrimientos en neurociencia son estimulantes, sin embargo, existe el peligro constante -frente a este mar de información- de perder el simple arte de la observación, llegando a tornar superficial la disciplina de la descripción clínica, y finalmente ante la falta de tiempo para poder asimilar cada nuevo hallazgo, cada nueva herramienta y terminemos por hacer caso omiso al exquisito contexto individual que cada vida humana representa.

Desde los orígenes de la especie, nos hemos desplazado para “conocer”, en un principio, dentro de nuestros límites perceptivos naturales y luego con ayuda de diversas tecnologías.

Hoy las fronteras se disipan, abriéndonos al micro y macro cosmos, y entonces la memoria se diluye al contar con terabytes y procesadores cada vez más poderosos para analizar e integrar la información que producimos, y que nos dejan con la quimera de estar a un “click" de saberlo todo.

Pero si bien, la tecnología ha disparado los órdenes de magnitud de nuestro mundo conocido, será sólo nuestra disposición la que nos libere hacia nuevos niveles de integración, en los cuales deberemos responder la pregunta: ¿Qué lugar tiene la psicología dentro de este furibundo desarrollo de las ciencias?

Ante la reflexión sobre la trayectoria de la psicología, su presente y su futuro, y basado en el desarrollo de su identidad post colonial (de otras disciplinas) -y con el crecimiento sostenido de la neuropsicologíadebemos aceptar con humildad conocimientos y talentos más allá de nuestras fronteras parroquiales. Y para que esa aceptación y apertura no se vea adormecida por un espeso bosque de datos que nos aleje de lo esencial, presentamos este número.

Comenzamos con un ensayo de la filósofa inglesa Susan Haack, el cual resulta necesario ante la diversidad de imprecisiones que rondan cotidianamente sobre el concepto de ciencia y sus alcances. Agradecemos a los editores el permiso para republicar este trabajo traducido, para su edición en español, por Edison Otero.

Presentamos, además, una extensa revisión historiogáfica del estudio de la mente a lo largo de los años, esta versión actualizada y revisada de un trabajo similar -publicado por el autor en la revista de psicología de la U. de Valpraíso del 2007- procura entregar antecedentes y reflexiones que asistan ante la tentadora oferta de dejarse envolver por viejos postulados vestidos de novedad por el mero uso de una tecnología de punta.

Entregamos además con una sólida revisión que busca regresar a sus orígenes médicos a la psicopatología permitiendo responder al “cómo” del funcionamiento cerebral y su relación con el resto del organismo y medio ambiente. Finalmente compartimos un estudio empírico que indaga sobre las diferencias de la atención selectiva y alternante en niños con estrés postraumático comparados con un grupo control sin PTSD.

Solo queda agradecer a los autores editores y revisores, en especial a Claudia de Paiva Caltabiano y Juan Carlos Ibacache por incorporarse a nuestro equipo de revisores en especial a Claudia, quien abre el espacio a los trabajos en portugués dentro de nuestra publicación.

De igual forma quisiera reconocer de manera especial el trabajo y compromiso de Marianela Barbera B. y Ximena Barbera B. quienes participan activamente en la revisión y presentación final del material contenido en cada número de CNPs.

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