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Cuadernos de neuropsicología

versão On-line ISSN 0718-4123

Cuad. neuropsicol. vol.5 no.2 Santiago  2011

 

EDITORIAL

 

Leer para Creer

 

 

Roberto Polanco - Carrasco*

 

 

Si imaginamos la construcción de un campo disciplinar como si fuera la construcción de un edificio alto y robusto, lo primero que debemos considerar es su emplazamiento, dónde será edificado, cuáles serán sus límites y construcciones vecinas. En una primera etapa, se construirán los cimientos y las bases sobres las cuales se elevarán los pisos del edificio proyectado, estos cimientos son hechos con la certeza que deben ser capaces de soportar el peso total de la estructura por lo cual ningún esfuerzo es excesivo para verificar su solidez. Concluida esta primera etapa se procede con cada piso, sus paredes y columnas hasta llegar finalmente a la azotea. Luego vendrán las terminaciones internas, puertas, ventanas, etc. Sonaría fuera de lugar que quien coloca las ventanas de nuestro edificio se atribuya como propio la autoría total del edificio, concordaríamos que es una locura que aquellos que ponen los azulejos del baño y detalles interiores afirmaran que es gracias a ellos que el edificio se mantiene en pie o mantiene su forma. Del mismo modo, quien trabajó en los cimientos mal podría atribuirse la autoría de un edificio que aún no erige en vertical.

Quizá todo lo anterior parezca obvio y trivial. Podemos estar de acuerdo en afirmar que, si un integrante de un equipo de trabajo que consigue un logro arquitectónico importante se erija como el único hacedor del producto final, es por decirlo suavemente un despropósito.

Sin embargo, pese a lo claro del ejemplo previo se puede ver en diversos ámbitos profesionales o académicos un claro menosprecio por el trabajo y desarrollo de diversos aspectos de una disciplina. Especialmente preocupante resulta este menosprecio en el campo de los que enseñan psicología en las distintas facultades donde el ciclo básico de formación resulta frecuentemente ninguneado. El acto de quitar valor, o de menospreciar a otro, según la definición más clásica de la RAE es lo que podemos entender hoy por ningunear, y si bien puede ser una palabra dura y no exenta de polémica, resulta ser una práctica frecuente la de quitar valor al trabajo de otros profesionales.

En ocasiones, la valoración del trabajo propio y el trabajo ajeno no siempre se realiza con la misma vara, esto se traduce en que no en pocas ocasiones junto con sobrevalorar el propio trabajo se menosprecie el de los demás, esto resulta especialmente grave en una época donde los avances en diversas disciplinas de la salud, junto a las tecnologías de la información, hacen no solo posible sino fundamental una mayor integración de las diversas disciplinas que estudian los fenómenos mentales. En este contexto ningunear el trabajo del otro entorpece esta necesaria integración dañando el desarrollo de la disciplina más que a una persona en particular.

Igualmente resulta poco habitual que el desarrollo de una ciencia social, como la psicología, suceda producto de avances súbitos y seductores, resulta más bien de una gradual suma de conocimientos, teorías y discusiones, que integra el conocimiento formal de la formación universitaria con los resultados prácticos que se observan dentro del diario ejercicio profesional.

Desde el surgimiento de las primeros letters entre los miembros de sociedades científicas en Inglaterra, las publicaciones seriadas se alzan como una herramienta importante para integrar nuevas experiencias y conocimientos, lamentablemente se encuentra más bien subvalorado dentro del contexto formativo general del pregrado y del ejercicio profesional del psicólogo.

Entre las nociones elementales de la formación en psicología se encuentra las ligadas al sistema nervioso, contenidos que frecuentemente pueden parecer ajenos a lo que define propiamente la formación de un psicólogo. Más allá de los prejuicios que se puedan alimentar en las aulas por -en ocasiones- brillantes exponentes de la clínica psicológica, resultaría difícil creer que exista hoy en día un profesional que se atreva a sostener que el ser humano es sólo mente, o argumentar que lo corporal o cerebral es secundario e incluso irrelevante en los pacientes con los que habitualmente se deberá tratar.

De hacerlo simplemente sería un acto de ignorancia, sobretodo en un momento en que disponemos de evidencias diarias desde las neurociencias que dan para sostener la unidad mente-cuerpo como nunca antes en la historia del estudio de "lo psicológico".

La convicción de que los estudiantes deberán ser nutridos con las nociones básicas de los modernos estudios del cerebro debería reflejarse en la bibliografía de diversas asignaturas y estar presente en el espíritu central del quehacer académico como una manera de prevenir esta viciosa tendencia a ningunear aquello que se desconoce y que finalmente cegará a la hora de probar nuevas formas de ver "el síntoma".

De qué modo los psicólogos podrán caminar por al campo de la neurociencia si no encuentran puentes que le permitan salir de un marcado analfabetismo científico y comenzar a comprender, mas allá de los discursos, que integrados a otras ciencias y equipos de trabajo la disciplina logrará un desarrollo acorde a los nuevos desafíos e interrogantes en el campo del cerebro donde la psicología esta llamada a demostrar su utilidad.

Nuestra tarea en estos 5 años y hacia el futuro será la de aportar en difundir el trabajo especializado y provocar a los estudiantes de grado para que primero lean y luego crean en la psicología que practican, construyen y enseñan.

 

 

* Editor Cuadernos de Neuropsicología