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Imaginário

versão impressa ISSN 1413-666X

Imaginario v.12 n.12 São Paulo jun. 2006

 

PARTE III

 

La intransigencia católica mexicana al acecho de los medios de comunicación

 

 

Renée de la Torre

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social en Occidente

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

El presente artículo analiza las evolución histórica de las distintas estrategias de moralización de los medios de comunicación implementadas en México por los sectores católicos conservadores. A partir de los años noventa des siglo XX, los movimientos católicos conservadores han emprendido una coalición para llevar a cabo una cruzada para evangelizar y moralizar la televisión, que amplia su radio de acción hacia sectores de la clase media, en especial padres de familia que se sienten preocupados por los anti valores difundidos por los medios de comunicación masiva. La cultura de masas en especial la televisión) representa hoy en día la principal fuente de tensión y competencia con la religiones históricas, en este caso particular con la Iglesia católica.


 

 

México es actualmente uno de los países en donde se vive un conflicto permanente entre la cultura secularizada y la fe católica. Hay que recordar que México fue una de las naciones que adoptaron de manera más temprana una ley laica, en cuyos artículos se prohíbe la intervención de las iglesias, de los sacerdotes, de los principios religiosos, en todo el ámbito político del estado, pero también en los ámbitos públicos, como son la participación de las iglesias en partidos políticos y procesos electorales, la prohibición de las religiones en las escuelas públicas, y la reglamentación de que ninguna asociación religiosa puede ser propietaria de canal de radio o televisión.1

Es por eso que en México no existen los fenómenos de la tele-evangelización, ni de las religiones electrónicas, o de los nuevos pastores mass mediáticos. Sin embargo, aunque las iglesias no pueden interferir directamente sobre los contenidos de los medios, si pueden presionar desde fuera para censurar, limitar, o moralizar los contenidos y programas que difunden los medios masivos de comunicación. Es por eso que sobre todo la televisión, son percibidos como un nuevo territorio de misiones, y se ha convertido en el blanco de las nuevas campañas de purificación y moralización de los sectores conservadores del catolicismo mexicano. Hay que señalar que a pesar de la ley, desde hace más de una década, existe un canal de televisión católica originalmente llamado “Claravisión”, que se difunde en el sistema de televisión por cable, el cual tiene una circulación limitada pues no es gratuito. Sin embargo, no enfocaré mi análisis a este canal, pues carece de audiencia, en parte, debido a que sus programas son de muy baja producción, pero debido también a que son sumamente aburridos, a que las audiencias buscan entretenimiento.

Sin duda nuestra Constitución, que durante décadas observaba leyes anticlericales, sigue siendo una de las más rígidas en el mantenimiento de la separación entre los asuntos religiosos y los asuntos políticos y espacios públicos. Este marco legal, se aplica en una sociedad en donde cultura y catolicismo van muy de la mano, y donde un rostro de la identidad nacional se erigió en el culto y devoción a la Virgen de Guadalupe. La aplicación de las leyes de la separación Iglesia Estado han provocado, en distintos momentos de la historia del país2, un catolicismo integral e intransigente3, que se siente permanentemente amenazado por los embates secularistas y que está dispuesto a defender la fe católica, sin importar los medios que utilice.

En gran medida esto se debe a que en este país la Iglesia católica sigue teniendo gran peso sobre algunos sectores de la sociedad, sobre todo entre las élites empresariales y entre amplios sectores de las capas medias, que conforman un fuerte brazo derecho de asociaciones de laicos. Pero aunque la inmensa mayoría de los mexicanos son católicos4 – y de hecho son muy religiosos, y muy practicantes5 –, esto no invalida que los católicos mexicanos vivan cotidianamente una tensión entre su identidad confesional y sus aspiraciones de ciudadano moderno, pues los creyentes a la mexicana se han distanciado de los preceptos morales de la Santa Sede, sobre todo en los temas referidos a la ética sexual (para los católicos ser o no un buen creyente no se mide con no usar anticonceptivos (84%), y la mitad de la población piensa que incluso quienes deciden abortar no dejan de ser buenos católicos (53%); a la salud reproductiva (96% de los católicos opina que la Secretaría de Salud debe proporcionar métodos anticonceptivos de manera gratuita, y que el gobierno debe promocionar el uso de los condones para combatir el SIDA, y que tanto adultos (91%) como jóvenes (82%) deben tener acceso a cualquier método de anticoncepción); a la educación sexual (94% considera que las escuelas públicas deben incluir cursos de educación sexual para su alumnado y 89% que a los adolescentes se les debe informar acerca de los métodos anticonceptivos existentes para evitar el embarazo); y existe un amplio consenso de los mexicanos con respecto al mantenimiento de la división laica entre estado e iglesia (por ejemplo, el 82% de los católicos mexicanos consideran que se debe conservar el estado laico, y que no se debe permitir que sea influenciado por la iglesia católica).6

No obstante que en México se han vivido profundos procesos de secularización, tanto de las instituciones como de las conciencias de los propios creyentes, se vive actualmente un endurecimiento de los sectores cupulares de la iglesia, a la que se suman grupos, que aunque minoritarios, están bien organizados y gozan de poder económico y de capacidad de influir en otras instancias, tanto políticas como empresariales. Juntos han intensificado estrategias y campañas para frenar la secularización de la moral, sobre todo dirigiendo las campañas hacia la defensa de los valores de la familia, el matrimonio, la virginidad, la iglesia, la reputación de los sacerdotes, y el respeto a los símbolos centrales del catolicismo.

Algunos sectores del catolicismo, que denominaremos como sectores conservadores, perciben que tanto la institución católica como las costumbres tradicionales están siendo amenazadas por los cambios de valores y los contenidos que difunden los medios de comunicación masiva, y en consecuencia reaccionan defensivamente mirando al pasado y construyendo muros que impermeabilicen sus certezas ante los vientos de cambio.

En conjunto estos grupos católicos tratan de imponer al resto de la sociedad un control sobre la moralidad sexual, la defensa de la familia y del matrimonio y se oponen a la liberación femenina, a las políticas poblacionales, a los programas de educación sexual, a las campañas de la prevención del SIDA que promueven el sexo seguro mediante el uso del condón. Desde los años 90, estos grupos han sido muy activos y agresivos en México, y se erigen como los defensores de la moral, de las buenas costumbres, de la fe católica, y de las instituciones tradicionales. Estos actores, a través de sus cruzadas purificadoras, construyen zanjas en el terreno de las libertades individuales, de los derechos sexuales y de los derechos a la diversidad cultural, que abanderan distintas Organizaciones no Gubernamentales, de inspiración confesional. Estos grupos no sólo buscan resistir a los cambios provocados por el individualismo propio de la modernidad tardía, sino imponer al resto de la sociedad sus creencias y valores morales. Se vinculan con los grupos de poder ligados con la derecha política y empresarial y cuenta con el respaldo de Juan Pablo II, de la jerarquía nacional.

En esta línea encontramos movimientos antiabortistas como son PRÓVIDA, Uniones de Padres de familia Católicos que buscan llevar la educación católica a las escuelas, la Asociación Nacional Cívica Femenina que se opone a las políticas gubernamentales a favor de la educación sexual y la planificación familiar (entre muchos otros organismos). Se reconocen en esta tendencia a dos órdenes religiosas: el Opus Dei y los Legionario de Cristo. En los años 60 y 70, los grupos conservadores católicos se manifestaban como una ideología del “anti” (antiliberal, anticomunista, antidemocrático, antimoderno), un movimiento que se manifiesta como rechazo a los cambios que ponen en riesgo las bases del orden social y fueron muy combativos en el movimiento anticomunista. Pero si en el Siglo XX los conservadores coreaban la consigna: “Comunismo no, Cristianismo Sí”, como lo señala Carlos Monsiváis, hoy pareciera que la consigna es “hedonismo no, Cristianismo Sí” (Monsiváis, 1993).

A partir de los años noventa, los grupos conservadores han encontrado un frente común , que amplia su radio de acción hacia sectores de la clase media, en especial padres de familia que se sienten preocupados por los anti valores difundidos por los medios de comunicación masiva. La cultura de masas representa hoy en día una esfera de tensión y competencia con la religiones históricas. Una tensión que se pone en juego en el encuentro y el desencuentro de una sacralidad profana con una profanización de las religión institucional.

 

Los medios: el gran competidor de la religión católica

La cultura mass mediada representa un marco de tensión con las esferas de la sociedad moderna, pero sobre todo se ha convertido en el gran competidor de la religión y de los grupos conservadores, puesto que esta cultura es actualmente uno de los grandes productores de mitologías, de imaginarios trascendentales, de creencias sobrenaturales, de objetos de culto, de rituales sagrados, de cohesiones sociales, y de prescripciones morales, ya no tanto basadas en la distinción moral entre lo bueno y lo malo, sino en el poder de la seducción de lo estético, del placer, del hedonismo, de la moda, de lo original, es decir de lo “in”. La cultura mass mediática es un poderoso formador de conciencias, que tiene además la capacidad de convocar masivamente a los individuos a través de la producción de sentimientos de cohesión e integración de nuevas identidades colectivas. Al igual que la religión7, la cultura de masas es una gran productora de imágenes que expresan al mundo idealizado –pero la diferencia de la religión cuya tendencia era hacer comprensible el mundo y dar una respuesta coherente a los problemas ontológicos – la cultura de masas no ambiciona el orden, sino a la producción de imágenes: simulacro de realidad que funciona como coordinadas desterritorializadas y atemporales donde se sitúan los usuarios o consumidores en una realidad concreta: territorializada y con una temporalidad terrenal8 .

La cultura mass mediática, compite también con la religión supliendo las grandes trascendencias por trascendencias intermedias al alcance de la mano, como ya hace décadas lo planteaba Thomas Luckmann:

“Las representaciones específicamente religiosas que apuntan a grandes trascendencias de la vida integradas a modelos tradicionales oficiales de la religión, fueron monopolizadas en el pasado por las iglesias cristianas. Ahora ya no son las únicas concepciones específicamente religiosas que se ofrecen en el mercado de los universos sagrados. Las visiones tradicionalmente religiosas de origen cristiano compiten con orientaciones religiosas (algunos dirían casi religiosas) de las más diversas estirpes. Se encuentran diseminadas por los medios de comunicación en los libros, en la televisión, en los profetas ambulantes y en los gurús de los cuatro costados del mundo...No compiten sólo entre sí. También lo hacen con los modelos de socialización y de buena vida que no contienen ninguna idea específicamente religiosa, aunque consistan en reconstrucciones de trascendencias de este mundo, conteniendo así distintas visiones del orden moral” (Luckmann, 1989:105).

Si bien las religiones monopolizaban la dirección de las trascendencias hacia fines últimos y de carácter transmundano, la producción de una realidad mass mediada, que sobre todo circula a través de la televisión, produce efectos de realidades que se ofertan como fines a alcanzar, por lo que las trascendencias de esta índole se basan en los que algunos han llamado la teología de la prosperidad, que promueve la autorrealización del individuo y la sacralización de un modelo de vida basado en el consumo. Concentraciones masivas alrededor del Rock o de los espectáculos deportivos, nos hablan de la producción de una sacralidad secular, que ritualiza y fija el sentido colectivizado de los grandes mitos contemporáneos y que desplazan la producción de lo religioso a las esferas del mundo secular (Hervieu-Léger, 1993: 150-155 y Mardones, 1994:91-110).

La Iglesia católica percibe que uno de los elementos de tensión más fuerte con la cultura de masas es su impacto en la relativización de la moral y las costumbres tradicionales9. Si bien, como vimos en los datos arriba expuestos, ya no podemos hablar del monopolio de las iglesias históricas sobre la moralidad pública ni privada, la diversidad cultural y la creciente relatividad de la moral da también pie a expresiones de intolerancia, de censura, de fortalecimiento de integrismos y de campañas de moralización donde se intenta reducir la libertad de expresión de los otros e imponer una moral única como principio universal. Por tanto, es menester revisar las trayectorias históricas en que la Iglesia católica ha reaccionado frente su nuevo competidor.

 

Antecedentes: cruzadas morales contra los medios de comunicación

Los medios masivos de comunicación han representado un desafío para la Iglesia católica, ya que paulatinamente han ido despojando de la vida cotidiana el uso del tiempo libre destinado a prácticas vinculadas con la religiosidad por el tiempo profano. A este punto hay que señalar que lo sagrado no perece sino que como veremos se desplaza a otras esferas de la vida social.

A principios de siglo XX, en México, las costumbres y el uso del tiempo libre estaba organizado en gran medida en torno a la religión católica, muestra de esto es la manera en que se organizaban los centros de vida (barrios, pueblos y comunidades) conforme al calendario de fiestas alrededor de los santos patronos, el tiempo cotidiano que se interrumpía a las doce del día para rezar el angelus, el rezo vespertino del rosario en familia, la asistencia de los niños al catecismo, la visita diaria al Santísimo, los eventos festivos alrededor de las parroquias, las obras caritativas, hasta la misma geografía de las ciudades, pueblos y barrios que giraba en torno a los templos.

Algunas de estas tradiciones todavía prevalecen hasta nuestros días, no obstante, lo que ha cambiado es el lugar que la vida religiosa ocupa en la organización del tejido social contemporáneo; se han movido las fronteras culturales que distinguían lo sagrado de lo profano, ya no es tan clara la distinción de la vida pública de la vida privada. Esto se debe en gran medida a la creciente oferta cultural de los medios masivos de comunicación, cuyos valores dependen más de una lógica de mercado que de la lógica sacralizadora del campo religioso.

Los medios de comunicación masiva llegaron sigilosamente, como un nuevo juguete inofensivo, pero a lo largo de los años fueron disputándole a la Iglesia católica los valores morales de la sociedad mexicana, supliendo el recato con la modas, el éxito material con la humildad, el sacrifico por el placer, la devoción por la diversión. Estos cambios en la jerarquía de valores, se deben en gran medida a los modelos culturales difundios por los medios de comunicación, pero como veremos a continuación su rol como formador de conciencias en la sociedad ha provocado muchas resistencias, expresiones de intolerancia frente a lo novedoso, pero también estrategias que buscan conciliar lo nuevo con la tradición a fin de no quedar fuera de la escena social.

El cinematógrafo se estrenó en México a finales del Siglo XIX, pero su expansión se dio hasta finales de la década de los años 20, en la que ya funcionaban en el país decenas de salas de cine que exhibían películas extranjeras, provenientes sobre todo de los Estados Unidos. Junto con el cine proliferaron las carpas de teatro y la afición masiva al fútbol. La nueva oferta cultural no sólo distraía a la población y la alejaba de sus prácticas devotas, sino que innovaba costumbres que impactaban sobre todo las formas de vestir y actuar de las mujeres que querían imitar a las estrellas de la pantalla grande. Enrique Francisco Camarena reseñó el escándalo que propició la nueva moda femenina de principios de siglo en la ciudad de Guadalajara:

El escándalo social, hacia fines de la primera década del siglo XX, fue la transitoria aparición de las llamadas “faldas de medio paso” que enfundaban a las damas desde la cintura hasta el talón y apenas les permitían caminar con ridículos brinquitos. Los hombres hacían mofa de las mujeres que se atrevían a salir a la calle en esa indumentaria y todo llegó al clímax con la amenaza de las faldas pantalón que escandalizó a Guadalajara entera, y pocas mujeres que usaron la prenda fueron perseguidas por la Iglesia y por grupos de exaltados, que llegaron a arrojarles lodo y piedras” (Camarena, 1957: 18, citado en Vogt y del Palacio 1987: 20).

La situación fue cambiando con los años: cada vez más mujeres se atrevieron a usar la moda “escandalosa”, y cada vez más el resto de la población las fueron viendo con naturalidad (o al menos dejaron de apedrearlas).

El impacto del cine en las costumbres de la sociedad mexicana puso en alerta a la Iglesia católica, quien en años antes se había levantado frente a la ley Calles, cuyas políticas secularistas en la educación, que prohibían la instrucción religiosa en las escuelas amenazaban con “arrebatarles las conciencias de los niños”. De igual manera, percibieron que en tanto el cine como las publicaciones “inmorales” era una nueva embestida del maligno que había que enfrentar mediante una campaña nacional. En 1935, la iglesia católica emprendió la primera campaña contra el nuevo intruso cultural: el Programa Nacional de Renovación Espiritual, en el cual participaron los directores nacionales de las asociaciones piadosas.10

El programa consideraba que la mejor forma de contrarrestar el avance de las nuevas costumbres ofertadas por los medios masivos de comunicación era una estrategia que promovía intensificar la piedad, prohibir terminantemente la lectura de revistas consideradas como antirreligiosas o inmorales, y realizar actos de exorcismo para ahuyentar la presencia del mal.11

Desde noviembre de 1935, con el fin de alertar a los católicos sobre el daño que causaba el espectáculo cinematográfico, desde los templos se instruía a los fieles para que no asistieran a aquellas películas que consideraban tenían un fondo y una presentación que iba en contra de la pureza de las costumbres cristianas. Para este fin se recomendaba la publicación titulada Apreciaciones sobre películas cinematográficas editado por la Legión Mexicana de la Decencia, que era colocada en las puertas de los templos. Dicha publicación daba a conocer el juicio sobre las películas que se lanzan al mercado, y los Señores Sacerdotes y Directores de Asociaciones Piadosas brindaban su juicio sobre dichas películas con el fin de prevenir a los fieles de los males morales que se originan por la asistencia a dichos espectáculos (Boletín Eclesiástico, vol. 11, noviembre de 1935:509).12 Ante una censura tan extensa y puntillosa, pocas eran las películas recomendadas por la Legión, lo cual produjo poco impacto sobre las prácticas de los católicos espectadores del cinematógrafo. Incluso, hubo quien me platicó, que cuando eran jóvenes iban a los templos y leían la guía para asistir a aquellas películas señaladas como inmorales.

Las recomendaciones y censura no eran menos extremas para las revistas y publicaciones que las del cinematógrafo. De un total de 95 publicaciones, sólo se recomendaban13, porque tenían contenidos confesionales. El resto estaban sancionadas negativamente, usando los siguientes criterios: las políticas, por incluir contenidos socialistas, de izquierda o comunistas e incluso anticatólicas; las de diversiones, espectáculos y deportes – eran las más censuradas – por frívolas y paganas; las deportivas por amorales; las de modas por comerciales, frívolas, cursis y por “presentar el rostro animal de la mujer”; las policíacas y detectivescas, por morbosas; contribuyen a la “perversión juvenil; las difusión científica por materialistas y carentes de una orientación moral.14

Como pudimos ver no sólo se sancionaban negativamente las revistas que iban en contra de la moral católica, sino todas la que no contribuían a la difusión y exaltación de ésta. Esto reducía en términos prácticos los alcances persuasivos y la capacidad real de censura de la Iglesia católica frente a los medios impresos de comunicación.

En 1943, la iglesia hace un llamado a las organizaciones piadosas católicas para que se organicen en Ligas de la Decencia y emprendan una campaña que señalan “no será de lucha, sino basada en la persuasión” en favor de la modestia en el vestido femenino y en la moderación en las modas. La campaña también incluía el llamado a los católicos a privarse de tres fuentes de transmisión inmoral: cine, publicaciones y transmisiones radiofónicas, en especial las radionovelas. Pero la persuasión procurada por las Ligas de la Decencia no fue el medio más eficaz para la moralización de la nación mexicana, pues mientras que la Iglesia trataba de convencer a los fieles de no asistir a centros de vicios reforzando la piedad, éstos proliferaban de manera impresionante en los centros urbanos – sobre todo en las barriadas – al igual que las publicaciones y las películas con contenidos considerados como “pornográficos”.15

A principios de los años 50 el Episcopado Mexicano (bajo la dirección del Arzobispo José María Martínez) decide convocar a la Campaña Nacional para la Moralización del Ambiente. En 1952 el Episcopado Mexicano emitió una carta pastoral colectiva sobre la oralidad,16 en la que se hacía patente la preocupación por la paganización de la sociedad y el destierro del cristianismo. Los causas de la paganización eran múltiples. La más grave la identificaban con el desarrollo y difusión del conocimiento intelectual y científico que regía una nueva civilización en contra de la ley divina y los principios más elementales de la moralidad pública, la disolución del matrimonio y la vida. Señalaban que esta corriente concedía ciudadanía al crimen bajo el pretexto de humanitarismo y de tolerancia cívica. La mayor preocupación sobre el avance de la sociedad moderna era la amenaza contra la santidad del matrimonio cristiano y la santidad del hogar, representada por el descuido de la educación de los hijos, la exhibición de “desnudeces” en distintos medios publicitarios, el desmedido afán de diversiones inmorales, las conductas dirigidas al logro del placer y las comodidades, la exageración en las modas, la exaltación de los crímenes y debilidades humanas y la desacralización del matrimonio al validar el matrimonio civil. Concluían sentenciando que México estaba en peligro de condenación y hacían un llamado a los católicos a realizar obras de penitencia y a apartarse del pecado para lograr la regeneración moral de la humanidad.

A los sacerdotes, a las asociaciones piadosas y asociaciones cívicas se les exhorta a unirse en un frente único para luchar contra la inmoralidad reinante especialmente contra la exhibición del cine y de la televisión; contra las publicaciones pornográficas y contra las modas indecorosas.17

La campaña moralizadora fue un éxito: logró adherir a 44 asociaciones católicas nacionales, cuya membresía era de aproximadamente 4 millones y medio de creyentes.18 Nunca antes – desde la Revolución – la Iglesia había podido convocar a sus cuadros eclesiásticos en una acción ciudadana, además de que alentó manifestaciones públicas en distintas diócesis del país. Aunque la campaña no logró impactar a las clases sociales populares, sí tuvo eco y presencia entre las élites y en la clase media urbana. Esta campaña desembocó en un motín masivo en la ciudad de México, el 27 de marzo de 1955, que llegó a reunir a dos mil manifestantes, en su mayoría estudiantes, que proclamaban: “¡la familia exige respetos!”, “¡salvemos a la niñez!”. El mal que aquejaba a los católicos era la pornografía, como fuente de la desintegración familiar y degeneración de los individuos, y la inmoralidad presente en los distintos medios de comunicación, un orador proclamaría: “Hay que perseguir la inmoralidad en todos los frentes: en las revistas, en los cines, en los teatros ¡nuestra juventud corre un gravísimo peligro! ¡Defendámoslas con todas las armas a nuestro alcance!. En la manifestación se realizó un ritual donde se quemaron tres mil revistas (Bartra, 1997: 81-82).

La campaña tomó fuerza tras el mitin, y parte de la estrategia consistió en presionar a las autoridades civiles para suprimir las manifestaciones públicas consideradas como inmorales, lo cual tuvo un éxito variable en las distintas zonas del país, pero en muchas ciudades y en algunos casos a nivel nacional lograron, a través de peticiones dirigidas al Presidente y a Gobernación, la prohibición de espectáculos, lugares de diversión, la censura y quema de publicaciones pornográficas y se realizaron múltiples acciones en pro del saneamiento de las costumbres. Esto creo un clima de intolerancia exacerbado.

La campaña moralizadora se extendió de tal manera que involucró a las firmas comerciales transnacionales más importantes del país, por ejemplo se emprendió un boicot en contra de Colgate-Palmolive, por ser una transnacional que apoyaba financieramente las campañas protestantes. Por su parte la firma Coca Cola utilizaba la propia campaña moralizadora como estrategia publicitaria. Su desplegado en los medios impresos era una foto del envase del refresco y una leyenda que decía: “Los representantes del popular refresco Coca Cola cooperan con la Campaña de Moralización del País”.19

Sin embargo, la campaña también tenía sus limitaciones pues como lo señalaba la revista Tiempo:

“el boicot en contra de revistas y publicaciones que atentan contra la moral católica, era contraproducente para las estrategias de la Iglesia, ya que los propietarios y editores eran los mismos que editaban los grandes periódicos (Excelsior, Novedades, La Prensa) que difundían el pensamiento eclesiástico (Citado en “Campaña Nacional para la Moralización del Ambiente. Lo que dicen otros” en la Revista Christus. 1952: pp.85-87).

Esta campaña no sólo tenía fines morales, sino que era parte de una visión integralista del catolicismo, que veía en la renovación moral el instrumento estratégico para lograr la renovación social, la cual contemplaba tres ingredientes: justicia social, moralidad pública y libertad de pensamiento y acción, y una campaña dirigida a la reconquista de la libertad religiosa nacional.20 La campaña era un pronunciamiento en contra del liberalismo y del socialismo, como dos fuentes de inmoralidad y debilitamiento de los valores nacionales, y tenía como meta última la restauración de una sociedad neocristiana. De hecho – como lo señala Gabriel Muro – la campaña moralizadora fue un éxito no sólo porque logró convocar a las militancias católicas, sino porque restauró un clima de “euforia eclesiástica” y de reactivación de la sociedad civil, que contribuyó a que los católicos volvieran a preocuparse por la cuestión social: “se iniciaron el cooperativismo de promoción social, los centros sociales, los centros de capacitación técnica, el nuevo sindicalismo independiente, la formación de la Juventud Obrera Católica” (Muro, 1994:91).

Los ánimos masivos logrados en la campaña nacional de la moralización no se mantuvieron firmes, y poco a poco la campaña se fue diluyendo. Las campañas moralizadoras continuaron, pero ya no como un frente unificado y nacional, y poco pudieron hacer para frenar el avance de la cultura secular que, difundida masivamente, abría brecha entre generaciones de padres e hijos.

En los años 60, la televisión empezó a conquistar los hogares de los mexicanos, sobre todo a las amas de casa que fueron seducidas por las telenovelas. En 1960, se creó la Ley Federal de Radio y Televisión que prohibía los contenidos que atentaran a las “buenas costumbres” de los mexicanos, además de ello, el propio empresario del Sistema de televisión mexicano Azcárraga Vidaurreta, se encargaba personalmente de revisar los guiones de televisión, a fin de vigilar los contenidos morales de la televisora mexicana, donde siempre se cuidó que la televisión no ofendiera la moral y costumbres del público mexicano, evitando imágenes y diálogos fuertes, así como palabras antisonantes. Pero no sólo eso, sino que la Televisión buscó reproducir los valores morales de la sociedad católica, sobre todo manteniendo siempre el respeto a las autoridades, a los valores de la familia, los símbolos religiosos, al papel tradicional de la mujer, a la exaltación de la virginidad, la castidad y la pureza, la valoración del matrimonio, etc. Durante muchas décadas la televisión: “perpetuaba el rígido conservadurismo que regía la vida de los espectadores...el conservadurismo sexual, profundamente machista, era el más obvio” (Fernández y Pasman, 2000:81). Sin embargo, a finales de los años sesenta los jóvenes manifestaban nuevas inquietudes y no se conformaban con reproducir los valores y ejemplos de vida de sus padres. De Estados Unidos, de la televisión, del cine y de las revistas de moda se incorporan nuevos patrones culturales juveniles: los jippies, la moda unisex, la psicodelia, el feminismo, la introducción de la píldora, el amor libre, la planificación familiar, etcétera. La televisión mexicana, por su parte se cerraba a los nuevos vientos de libertad juvenil, y durante años el rock pesado, el jippismo, y otras expresiones juveniles contraculturales estuvieron vedadas para la televisión. Algunas de estas expresiones contra culturales fueron incorporadas posteriormente como modas: efímeras y variantes, pero aún así abrieron camino a aceptar otras nuevas modas y olas de cambio. Otras manifestaciones culturales, como fue el movimiento juvenil del 68, no sólo fueron aparentes, sino que representaban una contrapropuesta a la cultura tradicional local y sus valores emanados por el Estado, la familia y la Iglesia.

 

Un nuevo frente para combatir la inmoralidad en la Televisión

Si a principios de siglo, los sectores tradicionales de la sociedad combatieron la educación laica y socialista que amenazaba – como lo anunció el entonces Presidente Plutarco Elías Calles con su famoso Grito de Guadalajara – con: “Apoderarnos de la conciencia de la niñez” (Blancarte, 1992:32); Emilio (El Tigre) Azcárraga, quien hasta hace pocos años fuera el presidente del imponente monopolio televisivo en México: Televisa, volvía en febrero de 1993 a alertar a estos sectores con sus declaraciones: “México es un país con una clase modesta muy jodida, para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad”. Sus palabras resonaron en la memoria colectiva como la reanudación del grito de guerra, que revivía los históricos enfrentamientos entre padres de familia e instituciones seculares por la tutoría de la conciencia de los niños y la juventud, convirtiendo a la televisión en el mayor enemigo de los valores morales, católicos y nacionalistas. Uno de los principales malestares de este sector conservador fue la aparición de los Reality Shows, como fueron Cristina, Nino Canún y Queremos saber, donde se hablaba abiertamente de temas tabúes, como: la sexualidad, la homosexualidad, el aborto, el adulterio y el incesto.21

Esta situación provocó la creación del movimiento llamado Alianza Fuerza Opinión Pública, donde convergían 13 organizaciones cívico católicas, que venían trabajando en la defensa de los valores tradicionales de la sociedad.22 Los líderes expresan que se unieron en un frente único pues percibían que la labor que cada agrupación realizaba se venía abajo por la influencia nociva de los medios de comunicación, a la que concibieron como “el gran estorbo”.23 Para enfrentarlo se vincularon sectores conservadores y asociaciones de la derecha política, de la ultraderecha católica, sectores de la clase media, de empresarios, de amas de casa, etc. Por ejemplo, Provida, que ha sido una de las asociaciones más aguerridas en sus cruzadas moralistas, sobre todo en lo referente a frenar y silenciar cualquier iniciativa a favor del aborto, la Asociación Cívica Femenina (ANCIFEM) trabaja en la promoción cívica de los derechos de la mujer; Fúndice es una organización que se creó para difundir la importancia de la cultura católica en las celebraciones de los quinientos años del descubrimiento de América; la Unión Nacional de Padres de Familia ha estado avocada a luchar por los derechos de los padres en el terreno de la educación escolar, Amiga Moral se encarga de concienciar a la juventud sobre los contenidos nocivos de los artistas de moda; Centro de Información del Método Billings promueve la paternidad responsable a través de este método natural de anticoncepción autorizado por la Iglesia católica; el Consejo Nacional de los Derechos Humanos se especializa en la defensa de los derechos de la familia, de la libertad de creencias y de la educación religiosa.

La primera acción pública, se realizó en marzo de 1993, y se dio a conocer mediante una la marcha, conformada por un contingente de más de mil persones, en su mayoría amas de casa pertenecientes a los sectores de las clases medias altas, que salieron a la calle vestidas de blanco, para exigir dignificar y exigir contenidos morales en la televisión. La marcha partió del edificio de Televicentro (reproductora local de la empresa Televisa) a Palacio de Gobierno, y al llegar ahí se manifestó que se habían organizado para:

“Protestar públicamente en contra de la creciente inmoralidad transmitida por algunos medios de comunicación; así como ejercer acciones que impidan el deterioro de la moral pública, rescatando nuestros verdaderos valores que unen a la familia y a la patria”24.

Al final de la marcha, realizaron un motín en el que recurrieron a la ritualización de su cruzada en contra de la televisión, destrozando furiosamente los aparatos de televisión. Ritual que recuerda las quemas públicas de publicaciones pornográficas que las juventudes católicas realizaron en los años 50.

De aquí nace el movimiento Alianza Fuerza Opinión Pública, en el cual convergen 13 organizaciones cívico católicas.25 Desde su fundación hicieron presión pública en distintas campañas (a través de ruedas de prensa, desplegados, marchas y campañas de boicot), además de la ya citada protesta contra la inmoralidad de la programación televisiva: la campaña permanente para clausurar centros nocturnos de reunión; para impedir los contenidos de educación sexual que difundía Mexfam en las escuelas públicas; e intentaron boicotear el concierto de Madonna en la Ciudad de México; organizaron un boicot a las empresas patrocinadoras de caricaturas para los niños: Dinosaurios, Caballeros del zodiaco y el programa de Beverly Hills, etcétera.

En el momento actual la amenaza contra la educación sexual ya no está representada únicamente por la laicización de las escuelas y sus contenidos educativos – como se percibía por estos grupos a partir de los años Veinte –, ahora se enfrentan a un nuevo enemigo que transgrede los límites tradicionales entre lo público y lo privado: la televisión.

En los últimos años, la televisión no sólo se sitúa en el espacio público, sino que se adentra en los rincones de la intimidad. Asimismo, los contenidos de algunos programas televisivos, como son los llamados Reality Shows se han encargado de publicitar masivamente los vicios privados como virtudes públicas. Los medios masivos de Comunicación producen un nuevo giro en el que lo íntimo se publicita y se adentra en el tejido de la vida privada, sacando los secretos de las alcobas – el espacio más íntimo – y poniéndolos a debate en el seno familiar. Una mediación que atraviesa y conecta de ida y vuelta los mundos de la intimidad, de la publicidad y de la privacidad familiar. Un nuevo referente que opera en la simultaneidad espacio temporal del afuera-dentro-afuera. Ante este nuevo panorama que se impone a través del dominio del consumo, las campañas moralistas han reaccionado de la misma manera como reaccionaban frente a los embates del Estado por la educación socialista, sin embargo, ya no es un enemigo externo, más bien como bien lo dice el analista Carlos Monsiváis: “Y en el ranking del odio, en lugar de la educación laica, tan evitable, aparece la televisión lujuriosa, tan inescapable” (Monsiváis, 1993: 46).

La AFOP lejos de buscar nuevas estrategias de concientización y uso de las nuevas realidades mass mediadas de las que todos formamos parte, implementaron las estrategias convencionales de los años 50: el llamado al boicot consumista, la protesta ante las autoridades estatales, marchas y mítines, la destrucción simbólica y pública de televisores, las cartas solicitando la censura de programaciones “inmorales”. Estas campañas fracasaron, pues los grupos conservadores ya no actúan sobre un mundo católico sí en una sociedad secularizada donde la moral católica ha perdido autoridad frente a la sociedad de consumo, de la cual también los católicos conservadores forman parte, y a la cual quisieron ordenar moralmente desde una posición minoritaria y exclusivista. Si bien, el argumento utilizado frecuentemente en los discursos de la Alianza Fuerza Opinión Pública alude a la defensa de los valores mayoritarios del pueblo mexicano, hegemónicamente católico, y mantiene la concepción de que la inmoralidad se impone desde fuera, en este nuevo escenario, mediado por las comunicaciones, el combate hacia el enemigo externo ya no es suficiente pues está arraigado en las conciencias, en los usos y costumbres de todo el pueblo mexicano, mayoritariamente católico.

 

La última cruzada: a favor de lo mejor de los medios

En últimas fechas, los grupos católicos conservadores han cambiado de tácticas y han ampliado de manera impresionante su influencia social. Las líderes de la AFOP participan, desde finales de 1996, en la campaña nacional “A favor de lo mejor de los medios”, cruzada que reconoce tres problemas fundamentales en los contenidos de los programas de televisión: la violencia; el desorden sexual y el deterioro de los valores familiares. Han recibido apoyo de más de 171 agrupaciones nacionales, entre las cuales participan diversas empresas nacionales, cabe destacar el apoyo financiero y logístico brindado por Lorenzo Servitje, propietario de las más fuertes empresas mexicana: BIMBO. Su meta inicial fue recoger diez millones de firmas de apoyo para mejorar los contenidos de los medios masivos de comunicación.

Uno de los objetivos principales de la campaña fue presentar una nueva iniciativa de ley para la programación de la televisión, y han realizado distintos congresos, a donde invitan tanto a especialistas internacionales en medios de comunicación, y organizan foros de discusión donde presentan sus propuestas a patrocinadores, empresarios de medios, y legisladores a fin de “sanear” la cultura de los mensajes masivos de comunicación.

Esta campaña nacional sirvió de sustento organizativo a la cruzada que los sectores conservadores y católicos hicieron para sacar de la programación a la novela Tentaciones. La trama de dicha novela se centraba en un sacerdote que se debatía entre el amor por una mujer (su prima) y el celibato sacerdotal. La novela, desde pocos días antes de salir al aire (comenzó a transmitirse por canal 13 a finales de abril de 1998), despertó reacciones por parte de grupos de mujeres católicas que se oponían a su transmisión, aludiendo que la telenovela: “atenta contra las buenas costumbres y genera una idea equivocada del sacerdocio”. Las reacciones de estos sectores conservadores se dejaron oír en distintos puntos del país, primero en la ciudad de México, luego en San Luis Potosí y posteriormente en Guadalajara. Sin embargo, lo destacable de esta cruzada fue la rapidez y eficacia de poder conciliar las voces de inconformidad y traspasar lo que hubiera quedado en pequeñas cruzadas moralizadoras locales, en una cruzada nacional, que además de contar con el respaldo de la Iglesia católica,26 pudo expandirse por distintos espacios sociales: universidades, centros parroquiales, colegios, padres de familia, clubes deportivos y sociales a través de los cuales circularon una carta de protesta que fue firmada por cuatro y medio millones de ciudadanos a lo largo de todo el país. Parte de dicho éxito se debió al papel que la asociación A favor de lo Mejor de los Medios, que ya contaba para esas fechas, abril de 1998, con el apoyo de dos mil grupos educativos, empresariales, religiosos y de padres de familia.

El contenido de la carta apelaba al derecho a la libertad de expresión y creencias, pero dicho derecho tenía su contraparte en “el respeto a los principios fundamentales de la persona y la sociedad” pues según los firmantes la telenovela “agrede los principios religiosos de la persona, reconocidos y aceptados como un derecho humano fundamental, provocando elementos que pueden derivar en intolerancia y confrontaciones” 27. A escasos tres meses del estreno de la telenovela Tentaciones, fue suspendida su programación. El productor de la telenovela explicó que ello se debía al escaso raiting conquistado por la telenovela, y no reconoció públicamente que se debiera a la fuerza de las reacciones de censura de un amplio, pero a la vez muy organizado sector social nacional.

A partir de 1998 se creó la Asociación A Favor de lo Mejor, A.C. Este paso, también repercutió en la ideología del grupo, pues ya no sólo se habla de los medios de comunicación como un estorbo para la moral católica, o como un frente de combate, o como un instrumento del maligno, sino que se reconoce que: “los medios de comunicación son un proceso social que tiene una particular importancia por su gran alcance e influencia y por su posibilidad de aportar importantes avances en la consolidación de los valores de la sociedad” (ICCM. com). Por ello el objetivo ya no responde únicamente a quitar estorbos con la censura y el boicot, sino a mejorar la calidad de los contenidos de los medios de comunicación.

Esto se debe en gran parte, a la ineficacia de su estrategia pasada, pues actualmente ya no sólo existen las televisoras nacionales, sino que cada vez existe más acceso a múltiples opciones, como son la televisión vía satélite o por cable. La televisión en México se ha abierto, para los sectores más pudientes, a la programación global, en la que la mayoría de los canales provienen de los Estados Unidos. Pero sobre todo, surgió un nuevo elemento que ya no puede combatirse por el acudido boicot comercial, que es el del internet, en donde una compleja red de información global está a la disposición de cualquier usuario, y donde no es posible restringir lo accesos, ni la programación. Es por ello que, aunque las preocupaciones siguen siendo las mismas que manifestaban los católicos conservadores desde principios del Siglo XX: profanación de símbolos sagrados, los desordenes sexuales, la violencia, el menosprecio a los valores de la familia, y la vulgaridad, la asociación o la censura, las estrategias para enfrentar la nueva realidad de la red de la información son diferentes: a) la promoción de mejores contenidos para lograr una nueva cultura de la comunicación; b) la formación crítica de los consumidores y receptores de los diferentes medios de comunicación; c) propiciar un diálogo constructivo con concesionarios, productores y creativos, a través del Consejos de Autorregulación, donde cuenta con un equipo de más de 60 monitores y analistas. No obstante, aunque puede sonar muy vanguardista el considerar la formación crítica de los consumidores, esta estrategia, encubre una modalidad conservadora, pues en los hechos la manera de generar conciencia crítica, se realiza bajo el método antiguamente instrumentado por la iglesia católica de diseñar “un observatorio social de la calidad de los contenidos de los medios”, que en realidad remite a una guía de clasificación que a un servicio de información, pues funciona como un catálogo de evaluación, que mediante semáforos de colores, alerta sobre la densidad de los contenidos nocivos que incluye tanto programas de televisión, sitios de internet, y video juegos, que se distribuye a través de una publicación con alcances latinoamericanos (a partir de junio del 200 a nivel nacional ha logrado un tiraje de 60.000 ejemplares) y que aparece en la página web de la Asociación. De esta manera, aunque se vislumbran nuevas tácticas, la asociación, que cuenta con el apoyo de los principales patrocinadores del país28, ha también sido eficaz combatiendo a las televisoras nacionales mediante las antiguas tácticas. Por ejemplo, en 1997, el Canal 40 realizó un reportaje sobre los abusos sexuales cometidos por el Padre Maciel, director y fundador de la orden religiosa de los Legionarios de Cristo, a los pocos meses el canal pagó su audacia con los costes de un boicot comercial, que dejó en banca rota a la televisora. También intentaron convencer a los principales patrocinadores del país para que no apoyaran el estreno de la controvertida serie Big Brother, pero en esta ocasión el programa no sólo no salió del aires, sino que fue un éxito arrollador.

 

Reflexiones sin final

Hemos visto que desde su aparición los medios de comunicación han representado para el catolicismo conservador un competidor a combatir, sin embargo, lo importante de revisar la evolución tanto de la dinámica social de cada uno de los medios, como de las maneras de enfrentarlos mantienen sus propios matices y características propias. Durante este tiempo se entrecruzan dos procesos que han venido evolucionando. Por un lado, el carácter propio del conservadurismo católico, que nace como un conservadurismo fundamentalista, con rasgos de integral e intransigente, y que por necesidad propia de sobrevivencia frente a un México cada vez más secularizado, se va adaptando paulatinamente a los cambios propios de la sociedad, hasta convertirse en un conservadurismo reformado.

Con base en la distinción de Balandier, el tradicionalismo (y con él el conservadurismo) se ha logrado mantener a lo largo del tiempo gracias a su dinamismo, y aunque en las primeras etapas su estrategia era la de combatir a los medios mediante un tradicionalismo fundamental que permite preservar los valores, prácticas y normas más arraigadas de una cultura; en el momento actual se alude a una tradición reformada que consiste en dotar de sentido tradicional a las nuevas formas y movimientos sociales, a partir de los cuales logra domesticar la innovación al servicio de su permanencia (Balandier, 1994:37).

Lo interesante es que esta capacidad de adaptación, no es sólo la manifestación táctica de enfrentar a los medios, sino que tiene que ver con la manera en que los medios, al igual que el catolicismo, son parte fundamental de la cultura popular de los mexicanos. La interacción con los medios electrónicos de comunicación son parte fundamental y central de la vida cotidiana de los mexicanos, aún de los más católicos y conservadores. ¿Quién en el mundo contemporáneo sería capaz de renunciar a la televisión y a la cultura de consumo? Ni el más creyente, y conservador, puede mantenerse desconectado de la cultura de la información, es por ello que los medios ya no son vistos como una intromisión que viene a arrebatar la moral y las costumbres de los mexicanos, un mal que se puede extirpar quemando publicaciones o rompiendo aparatos de televisión, ahora los católicos conservadores tienden a ganar terreno al interior de los medios, ven a los medios como una nueva tierra de misiones, a los cuales se busca reformar y catequizar, mejorando sus contenidos, moralizando su programación, purificando sus imágenes referidas a la violencia, la sexualidad y la irreverencia por los símbolos sacros.

Otro cambio importante a tomar en cuenta, tiene que ver con la manera en que la naturaleza propia de los propios medios ha influido profundamente en la transformación de la forma de organización y vivencia de lo público y lo privado. Mientras que el cine, era un espectáculo al que se tenía que ir para asistir, hoy la televisión se encuentra en todos los hogares, y ha ido ganando lugar en los rincones más íntimos y cotidianos de la casa. Los mensajes de televisión están presentes en nuestra vida intima, la cultura mass mediática nos acompaña en la mayor parte de nuestras actividades e interacciones cotidianas, a nadie se le puede prohibir o restringir su consumo, si su gran poder es la seducción, el catolicismo intenta ahora embestirlo a través de campañas educativas para formar criterios de acceso y formas críticas de lectura.

Por último, un nuevo escenario que tiene que enfrentar el catolicismo conservador, es el de la globalización de la red de la información, situación ante la cual el boicot comercial que fuera tan exitoso para enfrentar a las empresas nacionales de comunicación, va perdiendo su eficacia ¿Cómo enfrentar a la red global?, el nuevo frente de cruzada ya no está en presionar a las concesionarias, sino en fomentar una nueva cultura de consumo.

Por último, las manifestaciones conservadoras católicas, no son hoy ni menos fundamentalistas que las que les dieron origen, lo que ha cambiado no es la ideología radical e intolerante que las ha caracterizado, sino la incapacidad de enfrentar desde la censura y el boicot a los medios de comunicación, pues, hoy por hoy, lo que se enfrenta ya no son los medios, sino la cultura mass mediada.

 

Bibliografía

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Endereço para correspondência
Renée de la Torre
E-mail: renee@ciesasoccidente.edu.mx

Recebido em 22/10/2005
Aceito em 15/12/2005.

 

 

Notas

1 El artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público señala que: “las Asociaciones religiosas y ministros de culto no podrán poseer o administrar, por sí o por interpósita persona, concesiones para la exploración de estaciones de radio, televisión o cualquier tipo de telecomunicación, ni adquirir, poseer o administrar cualquiera de los medios de comunicación masiva” (Blancarte, 2004:87).
2 El episodio más dramático fue el enfrentamiento bélico entre militares y católicos conocido como Guerra Cristera, ocurrido entre 1926 y 1929.
3 El catolicismo mexicano del Siglo XX estuvo fuertemente influenciado por la Doctrina Social Cristiana, que durante la primera mitad se caracterizó por ser intransigente en su antiliberalismo y antisocialismo, e integral porque se niega a dejarse reducir a prácticas de culto y convicciones religiosas, por el contrario pretende la unidad del enfoque político y religioso inspirado en un proyecto de cristianismo social (Blancarte 1992:25).
4 Según el último censo nacional, el 98% de los mexicanos profesan la fe católica (Véase datos del INEGI 2000).
5 Véase el caso de México en los resultados del World Values Survey, en donde México ocupa el ranking 18 a nivel mundial en el renglón sobre la valoración de la religión (68% consideran que la religión es muy importante), y el onceavo lugar, con 78%, en la frecuencia de asistencia a servicios religiosos, (Inglehart et al 2004).
6 Estos datos se tomaron de los resultados de La Encuesta de Opinión Católica en México (2003), que fue realizada por Católicas por el Derecho a Decidir, A.C, cuyos datos obtenidos nos ofrecen la siguiente imagen: creyentes cada vez más alejados de las preocupaciones morales de los obispos, y obispos distanciados de las necesidades sociales de los creyentes (véase De la Torre 2004).
7 Para Durkheim la religión no sólo produce una imagen idealizada del mundo, sino que no se olvida de la sociedad real, es a partir de ella que produce un sistema de representaciones sociales que reflejan todos los aspectos de la sociedad “aún los más vulgares y repulsivos” (Durkheim 1995:392). Pero su teoría va más allá de definir la religión como un simple reflejo de lo social, pues considera que al expresar el mundo, lo ordena y lo vuelve comprensible, a partir de las categorías que sitúan los eventos sociales en las coordenadas divisorias de lo sagrado y lo profano, de lo ideal y de lo material, de lo permitido y lo prohibido, de lo trascendente y lo inmanente, la religión tiene la función social de dominio sobre lo otros conceptos sociales (Ibid: 408).
8 John B. Thompson señala que el impacto interaccional de los medios técnicos se evidencia en cuatro dimensiones: “(1) los medios técnicos facilitan la interacción a través del espacio y del tiempo; (2) afectan las maneras en que los individuos actúan en el lugar de otros, en la medida en que los otros para quienes lo hacen pueden constituir un público extendido, dispersos y distante en el tiempo y en el espacio; (3) afectan las maneras en que los individuos actúan en respuesta a otros, tanto como puedan hacerlo en respuesta a otros que se sitúan en contextos distantes; y (4) los medios afectan también las maneras en que los individuos actúan e interactúan en el proceso de recepción, es decir, afectan la organización social de aquellas esferas de la vida cotidiana en que la recepción de los mensajes mediados es una actividad rutinaria” (Thompson 1993:250-251).
9 El campo de la moral no es ajeno a los procesos de secularización, pues la diversidad cultural relativisa toda certeza acerca del plano de los valores universales. Esta afirmación asume una historicidad del discurso sobre la moral entendiendo que: “La moralidad, a través de discurso - el de una determinada sucesión de juicios expresados en forma de enunciados-, no es inmune al paso tiempo personal y colectivo, como el lenguaje y la cultura en general” (Bilbeny, 1990:19).
10 En 1937, el Papa Pío XI, emitió la carta apostólica al episcopado mexicano sobre la situación religiosa en México, en la cual el Papa hace un llamado urgente a la comunidad católica señalando el peligro que está viviendo la niñez y la juventud al estar expuestos a una prensa inmoral y antirreligiosa que pone en sus corazones la semilla de la apostasía. Considera que el medio para defender a los niños y jóvenes es que los católicos se organicen en ligas de padres de familia, en comités de moralidad y de vigilancia sobre las publicaciones y de censura de los cinematógrafos. Considera que la salvación de México está en manos de la Acción Católica por ser educadora de las conciencias y formadora de las cualidades morales y exhorta a la Acción Católica a difundir la propaganda oral y escrita de los principios fundamentales que han de servir a la construcción de un orden social cristiano (Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, vol. 5, Mayo de 1937, pp 201-215).
11 La intensificación de la piedad consistía en: la misa y la comunión diaria o frecuente, la confesión semanal, quincenal o mensual, el rezo diario del Santo Rosario (a ser posible en familia) la lectura espiritual (por lo menos de diez minutos diarios) el examen de conciencia al terminar el día, el uso frecuente de jaculatorias, el rezo o canto de los Salmos, etc. Era obligación de todo católico ayudar a impartir la instrucción religiosa y hacer que todos los niños aprendieran de memoria el Catecismo y que realizarán su primera comunión sin retraso de edad. A los fieles se les prohibía terminantemente la lectura de publicaciones antirreligiosas o inmorales y la asistencia a reuniones o diversiones de la misma índole donde estaba incluido el cine, las carpas de teatro y la lucha libre, en contraparte, debían llevarse a cabo los siguientes Actos de Reparación: los domingos “El Exorcismo a Satanás” (aprobado por S,S. León XII) y las “Letanías de los Santos”; los sábados la Hora Mariana de reparación (que consistía en el rezo de los quince misterios del rosario y en un rato de estudio de la religión); y los miembros de las asociaciones piadosas tenían la obligación de rezar diariamente las preces oficiales de la Campaña Espiritual por la Niñez Mexicana” (Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, vol. 5, mayo de 1935: 237-247 y 0rientaciones y Normas dadas por la Santa Sede y por el Excmo. y Rvmo. Sr. Delegado Apostólico Acerca de la Cuestión de México).
12 Las películas eran clasificadas en cuatro categorías “A” Buenas para todos; “B1” no propias para niños; “B-2” Bajo reserva, y “C-2” Contrarias a la moral cristiana. Los contenidos que consideraban contrarios a la moral se catalogaban a su vez con una numeración que correspondía a los siguientes once puntos: la exposición de crudezas; diálogos con groserías; ambiente grosero; ambiente repugnante cruel, presentación de sentimientos morbosos, bailes inconvenientes; vestidos y actitudes procaces; nudismo; ataques a la religión; ataques al matrimonio; aprobación del divorcio; aprobación del suicidio; supersticiones, espiritismo; aprobación del amor libre; aprobación del duelo; falsas ideas sociales, morales o religiosas; tendenciosas; crímenes; adulterio y divorcio (Tomado de la “Guía cinematográfica”, publicada en la Revista Christus, 1945, Año 10, Núm. 112: pp.133-234).
13 La fuente de esta información es la lista de la “Guía moral y literaria de revistas mexicanas”, publicada en 1943, por los Jesuitas Juan Antonio Romero y Agustín Puertolas. La lista completa puede consultarse en el Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Guadalajara, Núm. 5, mayo de 1944: pp.221-231.
14 “CIRCULAR NO: 11/43 ASUNTO: Se invita al establecimiento de Ligas de la Decencia”, publicado en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, No. 5, mayo de 1943, pp- 148-149
15 Según datos de una investigación realizada en la ciudad de México en 1950 había treinta cinco mil centros de vicio, y que sólo en ese año se expidieron 3,818 licencias para abrir “establecimientos de comercio sexual”. Se decía que México competía por el primado como centro distribuidor de blancas para surtir los mercados humanos de Latinoamérica, y que ocupaba el cuarto lugar en producción cinematográfica mundial tras Estados Unidos, Japón y la India, además de ser el tercero a nivel mundial en producción de cintas inmorales (Cervantes 1952: 799-808).
16 La carta estaba firmada por 39 obispos de todas las diócesis del país, que se reunieron en el Tercer Congreso Nacional Misional el 14 de noviembre de 1952, en Monterrey, Nuevo León.
17 Publicada en el Boletín Eclesiástico de la diócesis de Guadalajara, Número 2, febrero de 1953; pp. 88-98).
18 Frank Brandenbrug define la campaña moralizadora como: “la más grande asamblea nacional de jefes católicos desde el principio de la Revolución (...) Estaban representados 44 organismos católicos con un total de 4.530,743 miembros. De estos grupos, 24 estaban clasificados como órdenes seculares y 20 más como órdenes pías. Los grupos seculares son: A) Acción Católica Mexicana compuesta de 4 unidades principales (..) B) Unión Nacional de Padres de Familia con 500 mil miembros. C) Caballeros de Colón, con 3,400 miembros. D) Federación de Colegios Particulares, formada por 112 colegios y escuelas en el Distrito Federal. E) Legión Mexicana de la Decencia, con 25 miembros en cada una de las 32 unidades federales de la nación y otros miembros más en los subcomités. F) Asociación Nacional de Periodistas, Escritores, Publicistas y Editores que comprenden 425 miembros. G) Obra Nacional de Buena Prensa que (desde 1936 hasta 1952) ha publicado una asombrosa cantidad de literatura católica (...)” (Citado en Muro 1994:91).
19 Tomado de la Revista Christus, Año 17, Número: 197, abril de 1952.
20 Para mayor información se puede consultar las memorias del Primer Congreso Nacional para la Moralización del Ambiente, realizado en julio de 1953, en la ciudad de México, publicadas en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, Núm. 9, septiembre de 1953, pp. 475-492.
21 Este tipo de fenómenos han sido analizados por Baudrillard. Quien al respecto dice: “Esta pérdida de espacio público tiene lugar al mismo tiempo que la pérdida del espacio privado. Uno ya no es un espectáculo, el otro ya no es un secreto. Su oposición distintiva, la clara diferencia de un exterior y un interior describían exactamente la escena doméstica de los objetos, con sus reglas de juego y sus límites, y la soberanía de un espacio simbólico que era también el del sujeto. Ahora esta oposición se diluye en una obscenidad donde los procesos más íntimos de nuestra vida se convierten en el terreno virtual del que se alimentan los medios de comunicación. Por el contrario todo el universo llega a desplegarse arbitrariamente en nuestra pantalla doméstica; todo esto hace estallar la escena anteriormente reservada por la separación mínima de lo público y lo privado, la escena que se representa en un espacio restringido, según un ritual secreto que sólo conocen los actores” (Baudrillard 1988: 192-192).
22 Sobre más información sobre la historia, composición y acción de este grupo puede consultarse a Garza 2000 y De la Torre 1998.
23 Así lo expresó Maribell Coll, presidenta de la AFOP, en rueda de prensa: “Formamos la Alianza para atacar las cosas que van en contra del trabajo que nosotros realizamos. Entonces vamos a promover valores en la niñez, en la mujer, en la familia, en la juventud y todo lo que está alrededor nos estorba y nos ocupa como quien dice. Ese ha sido el pie para comenzar la Alianza, quitarnos los estorbos del camino que nos son comunes para la labor positiva que cada quien realiza” (Entrevista personal, 19 de julio de 1993).
24 Objetivo suscrito en el folleto de la marcha por la dignificación de la televisión, AFOP, 24 de marzo de 1993.
25 Las organizaciones cíviles que convergen en AFOP son: Unión Nacional de Padres de Familia, Provida, Centro de Información del Método Billings, la Asociación Cívica Femenina, Fúndice, Amiga moral, Mesa de opinión pública, ¡Dí Basta¡, Esposas Cristianas y el Consejo Mexicano de Derechos Humano - perteneciente al Desarrollo Humano Integral A.C. - y en últimas fechas se creó la organización el grupo de Apoyo Ciudadano a la Alianza para la participación de ciudadanos que no militaban en organismos cívicos.
26 En el caso de Guadalajara fue el arzobispado Juan Sandoval quien encabezó la campaña eclesiástica circulando la carta en las parroquias de la diócesis, al considerar que los contenidos de la novela eran “una falta de respeto para la iglesia católica” (Periódico Público, 19-05-98).
27 Carta dirigida al Lic. Ricardo Salinas Pliego (Director General y Presidente de TV Azteca) publicada en el periódico Público (20-05-98).
28 Bimbo, Banamex, BBVA, Cemex, Femsa, Grupo Cervecería Modelo, Coca Cola, Jonson & Jonson, Gigante, Comercial Mexicana, Comex, Kimberly Clark, Jumex, Kraft, la Costeña, Lala, Mabe, Maseca, Aeroméxico, Mexicana de Aviación, Nestlé, Procter & Gamble, Sabritas, Sears, Telmex, etc. (Tomado de Yuste 2004)

 

 

Publicaciones periódicas y fuentes consultadas:

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