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Imaginário

Print version ISSN 1413-666X

Imaginario vol.12 no.13 São Paulo Dec. 2006

 

 

 

El culto de Santiago entre las comunidades indígenas de Hispanoamérica: símbolo de comprensión, reinterpretación y compenetración de una nuevarealidad espiritual

 

The cult of santiago among the indigenous communities of hispanic america: symbol of comprehension, reinterpretation and identification of a new spiritual reality

 

Anna Sulai Capponi*

Università degli Studi di Perugia

Endereço para correspondência

 

 


RESUMEN

El culto del Apóstol Santiago, patrono de España, y símbolo de la reconquista española, llega a América con los conquistadores. Durante el periodo de la conquista se transforma en emblema de la lucha de la cristiandad frente al paganismo de los indígenas. Al mismo tiempo, pero, notamos un hecho de singular importancia. El mismo Santo, que los españoles invocan durante las batallas de conquista, se transforma en amparador y defensor de los nativos. Su imagen, poderosa y guerrera, fascina inmediatamente a los nativos que se apoderan de este Santo convirtiéndole de Mataindios a protector de los mismos indios. Frente a este hecho, no se puede hablar únicamente de sincretismo, sino de algo que va más allá. El culto a Santiago es manifestación concreta de la nueva realidad americana, hija de la necesidad y voluntad de recrear una sociedad nueva en donde se fusionan antiguas filosofías y religiones con nuevos contextos históricos. En toda América Latina las comunidades indígenas conquistadas por los españoles reaccionan al impacto cultural y emotivo interpretando los nuevos elementos espirituales impuestos por los vencedores. Espiritualidad indígena y espiritualidad española vienen así compenetrándose en un nuevo lenguaje de una nueva realidad social. Centenares de pueblos indígenas dedicados a Santiago son testimonios de la enorme expansión del culto a un Santo que no sólo vino desde muy lejos, sino que se ha presentado, inclusive, como enemigo. Este nuevo culto se ha convertido en emblema de la compenetración de dos pueblos, dos culturas, dos religiones, pues emblema de la nueva raza que estaba naciendo.

Palabras-clave: Santiago, Imaginario, Religion.


ABSTRACT

The cult of Santiago apostle, the patron of Spain, and the symbol of the Spanish reconquest, reaches America through the conquerors. During the conquest period, he became the symbol of Christendom’s strife before the indigene’s paganism. However, a fact of singular importance can be noted. The same Saint invoked by Spanish people during the conquest battles turns into a protector and defender for natives. His powerful and martial image immediately fascinates the natives who take possession of this Saint transforming him from Indian-slayer into a protector of Indians themselves. Before this fact, one cannot speak exclusively about syncretism, but about something that goes beyond it. The cult of Santiago is a concrete manifestation of the new American reality, a fruit of necessity and desire to recreate a new society in which ancient philosophies and religions are blended with new historical contexts. In Latin America, the indigenous communities conquered by the Spanish react to the cultural and emotional impact by interpreting the new spiritual elements imposed by the conquerors. The indigenous and the Spanish spirituality identify to each other in a new language of a new social reality. Hundreds of indigenous peoples devoted to Santiago are witnesses of the huge expansion of the cult of a Saint that, not only came from very far away, but also presented as an enemy. This new cult was became the symbol of identification of two peoples, two cultures, two religions, the symbol of the new race that arose at that time.

Keywords: Santiago, Imaginary, Religion.


 

 

Ya todos conocemos como durante la conquista los españoles llevaron no sólo destrucción y muerte a las tierras americanas, sino también mezclaron su destino con el de los indígenas. Sabemos, además, que los españoles no conocieron a un pueblo homogéneo, sino, al contrario, tomaron contacto con etnias absolutamente independientes una de la otra y en varios estadios evolutivos y sociales completamente diferentes.

Los escenarios que aparecían a los ojos de los conquistadores eran, en efecto, múltiples: desde las civilizaciones más evolucionadas, cuales Azteca, Maya e Inca, a las tribus casi primitivas de Amazonas, a los caníbales del Caribe, en una vastedad y heterogeneidad territorial que va desde el actual México a la Tierra del Fuego y que comprendía islas y atoles, altísimas e inaccesibles montañas, llanos ilimitados, florestas infinitas, lagos inmensos, ríos kilométricos, volcanes activos, desiertos ardientes, glaciales eternos...

Incluso con los medios y la cultura de hoy, si nos detenemos un momento en pensarlo no lograríamos describir toda la América que los españoles de ayer encontraron delante de sus ojos. Conocemos, además, cómo los conquistadores intentaron llevar su civilización, su cultura, su sociedad, su religión... y repito, “intentaron”, porque ya desde súbito, desde los primeros momentos en que pisaron el Nuevo Mundo, se creó inmediatamente una hibridación étnica y cultural que en los siglos se fue transformando en la figura del criollo como único verdadero habitante americano desde después de la conquista.

Y si en Europa el 12 de octubre se recuerda el descubrimiento de América, en la América española se festeja el “día de la raza”, ya, el día en que nació una raza nueva.

Pues, entonces, los españoles trataron de extender su mundo en los nuevos territorios y la motivación, o la excusa, o la justificación de la conquista fue enmascarada, durante siglos, con la voluntad de evangelizar las tierras recién descubiertas.

Es importante recordar que con los conquistadores llegaron también los estudiosos, cronistas, científicos, curiosos, religiosos. Entre estos últimos recordamos que las Órdenes más importantes por número y por actividad fueron los Franciscanos, Dominicos, Agustinos y Jesuitas. Cada uno de ellos tenía un rol preciso en la evangelización, un rol que no puede relegarse al mero acto de la conversión, sino que participa del desarrollo de esta nueva sociedad y de la cual forma parte activamente durante todos los momentos más importantes de la historia americana hasta hoy en día.

No tenemos que olvidar que entre las peculiaridades de la conquista española, además del mestizaje racial, iniciado desde el primer momento, otro elemento sin duda digno de nota, y que raramente se ha averiguado en el curso de la historia, es que estos religiosos se prodigaban en instruir a los pueblos sometidos, empezando con el estudio del idioma de los vencidos. Costumbre esta que nace desde múltiples motivaciones y no inmediatamente compresibles1.

En efecto, los misioneros usaban todos los elementos, tanto lingüísticos como culturales, a su alcance para conocer lo que querían erradicar y lo que querían mantener de las culturas autóctonas2. Entre estos, merece detenernos en una figura de fundamental importancia para la comprensión de esta nueva sociedad que iba naciendo y que no se reconocerá más indígena ni menos española (DURÁN citado por TODOROV & BAUDOT, 1988, p. 246-266; BAUDOT, 1988).

Famoso por una de las obras más importantes para el conocimiento del mundo precolombino, Diego Durán nace en España en 1537 y en tierna edad va a vivir en México en donde crece y se forma, conociendo, pues, desde el interior, la realidad indígena.

Formado como dominico, Durán vive en periodos alternos entre España y México y se propone, como empeño absoluto, el de extirpar el paganismo de los nativos. Viviendo en contacto con la sociedad indígena se había dado cuenta de que los indios no se habían convertido al cristianismo, sino, al contrario, seguían manteniendo y practicando su religión, enmascarándola y entremezclándola a los rituales católicos.

Así fue, que el rígido evangelizador había entendido cómo los indígenas lograban conservar, a través de esta forma de sincretismo, la religión que habían mantenido por siglos, una religión enraizada y fuerte, que más allá de lo ritual, compenetraba la entera existencia de la sociedad indígena, regulaba cada momento de la vida privada y social, desde el nacimiento hasta después de la muerte.

Los españoles podían imponerse con la fuerza y la astucia, pero no lograrían nunca extirpar del todo aquella relación con el mundo sobrenatural que por miles de años había regulado los ciclos de la naturaleza y del hombre como parte de esta misma naturaleza.

Durán, pues, es consciente y en su dramático tentativo de eliminar el paganismo cumple una obra fundamental para la comprensión de la cultura indígena.

En primer lugar entiende que lo primero que hay que hacer es comprender el idioma y le duele que otros religiosos ignorantes han destruido la mayor parte de los textos, porque sin comprender cómo funcionaba su religión y cuáles rituales seguían no era posible reconocerlos y eliminarlos. ¿Qué es lo que se escondía detrás de los cantos o de las danzas? Movimientos, palabras, gestos, podían celar, en realidad, la supervivencia de antiguas tradiciones...

Y, podemos agregar hoy, que Durán estaba en lo justo.

El sincretismo, pues, fue el único medio que al principio les permitió a los indígenas conservar y transmitir sus propias tradiciones y creencias enmascarándolas en la ritualidad católica impuesta por los vencedores.

Hacer coincidir las fechas de los festejos de las festividades cristianas con las fechas significativas de la cultura indígena o asimilar la iconografía cristiana con la idolatra fue sin duda el único medio que poseían los nativos para mantener vivas sus creencias y rituales.

Nos cuenta Motolinía que los nativos disponían de un calendario suyo:

Este calendario de los indios tenía para cada día su ídolo o demonio, con nombres de varones y mujeres diosas; y estaban todos los días del año llenos (de estos nombres y figuras) como calendarios de breviarios romanos, que cada día tienen su santo o santa (BENAVENTE, 1985, citado por POLANCO, 2002).

Pero no podemos considerar el sincretismo como único medio simple y simplista de un nuevo modo de conservar y trasmitir la religión precolombina. Efectivamente, hemos dicho ya que el escenario étnico, social y cultural en el momento de la invasión hispana era considerablemente variegado, pues múltiples fueron las reacciones. Pero un hilo conductor común lo podemos encontrar en el hecho de que el nativo no ha ido enmascarando y mezclando su credo religioso con otro que se veía impuesto, sino que, al contrario, ha sido capaz de recoger y reconocer nuevas fuentes vitales que, frente a una realidad totalmente desconocida, les permitieran sobrevivir a una situación de impacto devastador.

En una mentalidad en donde lo humano y lo sobrehumano siempre han convivido de manera inseparable, el hecho de comprender, de reinterpretar y de compenetrar esta nueva realidad espiritual era de fundamental importancia para la supervivencia. Entramos ahora en el campo concreto, usando un ejemplo válido para la comprensión de los varios matices que han llevado a una nueva manera de interpretar lo religioso.

Hablamos del culto de Santiago que considero imprescindible por dos motivos aparentemente contrapuestos: primero porque es el primer santo católico que ha entrado con los conquistadores, siendo el patrón de España; segundo porque, llegado a las tierras americanas, se convierte de emblema de la conquista en protector de los mismos indígenas.

¿Cómo pudo ser que el vencido empezara a adorar a un santo que guiaba al enemigo hacia su derrota?, y ¿con cuál ídolo pagano podía identificarse el Santiago guerrero si en la realidad indígena no existían barba ni menos caballos?

En efecto, siendo el patrón de España, claro está que fueron muchas las ciudades que los españoles dedicaron al Apóstol Santiago, pero no es esto lo que nos llama la atención, sino cientos de pueblos indígenas dedicados al Santo en los siglos y la veneración y las fiestas que a él se le dedican y la importante iconografía que se encuentra en la sociedad americana, en donde, como dice Sebastián Santiago: «el Santo Caballero tuvo un florecimiento inusitado » (SEBASTIÁN, 1993, 276-288).

Desde un punto de vista icnográfico el Miles Christi, o también llamado Matamoros, que había acompañado a los españoles en la reconquista de la Península, cuando llega a las tierras americanas se convierte en el emblema de la conquista y la figura del moro pagano se va sustituyendo con la del indio idólatra de modo que el patrono de España se convierte de Matamoros en Mataindios.

Pero la imagen de este santo guerrero, montando un caballo blanco que producía un ruido espantoso con sus cascos, y que blandía una espada que resplandecía en el cielo3 entra de inmediato en lo imaginario indígena, suscitando diferentes emociones. Es lógico que es temido y no amado dado que ayuda a los españoles en la conquista de su territorio y en la destrucción de su raza, pero al mismo tiempo nace el deseo, de parte de los nativos, de verlo, de alguna forma, luchar por ellos. Según una leyenda en Chichicastenango durante un combate aparece el Apóstol Santiago, visible sólo a los indios, que empieza a golpear a Pedro de Alvarado por haberse permitido torturar a los indígenas4.

Narran que luego de un combate, los españoles reunieron a los indígenas de la población en el centro de la plaza. Entre el grupo se encontraba Pedro de Alvarado, y fue allí cuando vieron a Santiago Apóstol. Alto, rubio, con la espada en la mano, “muchos de los españoles no lo miraban pero los indios sí. Santiago quedó frente al grupo de indios y como si reprochara a Alvarado por el trato que le estaba dando a los dirigentes. Santiago lo empujó y Pedro de Alvarado cayó del recinto donde estaba y quedó golpeado. No se explicaban qué es lo que estaba pasando, máxime sus capitanes, pero los indios vieron que Santiago lo empujó para que no siguiera torturando a los indios. Le dio con la espada en la parte de atrás y Alvarado se vino de bruces, golpeándose todo y quebrándose un brazo”. Por lo demás los indígenas odiaban a Santiago porque estaba contra ellos solo esta acción de reproche les hizo ver que hasta un dios de los españoles, no aceptaba tanta crueldad del “Hijo del Sol” (MADRIGAL, 2002).

Y cuando, el 13 de agosto de 1521, México-Tenochtitlán viene conquistada por Cortés y las naciones sometidas a los Mexicas se encuentran subyugadas a la Corona española, los Tlaxcaltecas, obedeciendo sus antiguos oráculos, se alían con las fuerzas españolas, lo que le procura un notable grado de autonomía durante toda la era virreinal. Abandonan a su dios Camaxtli por el de los europeos, convencidos de que el cielo estaba dispuesto a apoyar sus esfuerzos bélicos. En efecto, muchas crónicas del periodo relatan que Santiago iba apareciendo en las batallas al lado de los españoles, así que los mismos Tlaxcaltecas, en el mayor aprieto de la guerra invocaban al Santo guerrero (CORONA, 2005).

Pero no debemos ver, en esta tribu un grupo de traidores, al contrario si tratamos de compenetrar su cultura, nos damos cuenta de como la alianza con las fuerzas españolas respondía a nuevas necesidades políticas, sufragadas por profecías anunciadas desde tiempo y al mismo tiempo les permitía enfrentarse a las tribus enemigas. Así como abandonar la devoción al dios Camaxtil por el de los europeos sigue un comportamiento bastante natural dado que los nuevos símbolos aparecían de tal manera de merecer ser servidos.

Efectivamente, tanto los españoles como los Tlaxcaltecas tenían la misma convicción de que el cielo estaba dispuesto a apoyar, y por supuesto apoyaba, sus esfuerzos bélicos. Durante la batalla decisiva para la conquista del imperio Mexica, conocida como la batalla de Otumba, los indígenas dijeron haber visto a un guerrero sobre un corcel blanco (y no había blancos en la compañía) que luchaba con tal fuerza y vigor que nadie lograba contrastarle. Habían visto a Santiago Mataindios, luchando al lado de los españoles.

En este caso, pues, se exalta la comparación espiritual en la que Santiago Matamoros es símbolo de la lucha de credo, y como había visto contraponerse árabes y cristianos, ahora ve a los Tlaxcaltecas contra los Chichimecas5.

Así es, que en el septentrión de México, territorio habitado por la comunidad tlaxcalteca, son numerosos los topónimos que recuerdan al Santo: Santiago del Saltillo, San José y Santiago del Álamo, Santiago de la Monclova, Santiago de Mapimí. Y también recordamos la iglesia parroquial de Viesca, siempre en territorio tlaxcalteca, en la que, junto con San José, se conserva la imagen del Señor Santiago. Recordamos que San José es el patrón de los moribundos y de la buena muerte, y queda claro, que Santiago les protegía en su vida de lucha, y, en su defecto, San José les ayudaría a morir6.

Este Santo guerrero fascina a los indígenas ya en el momento de la conquista, en efecto, se había presentado extremamente poderoso, favoreciendo a los españoles en esta empresa casi imposible dada la inferioridad numérica y militar. Son muchos los ejemplos en que los indígenas de varias etnias americanas cuentan haber visto a Santiago luchar al lado de los españoles. La convicción de la milagrosa participación en las batallas de Santiago sigue viva al punto que, como nos cuenta José Agustín Chacón y Becerra7, todavía en el siglo XVIII, y precisamente en el actual Perú, el:

1° de agosto de 1786 “Durante la rebelión de Túpac Amaru, tropas rebeldes dijeron haber visto a Santiago entre las fuerzas reales enviadas a suprimirla: A cuya cuaza en las Yglesias, y Capillas donde encontraron los simulacros de nuestro portentoso Mesenas, llegaron al sacrilego arrojo de amarrarle las manos, y tenerlas como en prizion por que su ignorancia o idolatria les preocupaba la razon para creer que assi no favorezeria a los fieles, leales vazallos de un Monarca justo, y venigno cuyos Dominios Reales defendian”.

Era necesario cautivar, pues, los favores del Apóstol, que de santo cruel y vengativo pasa a ser el santo protector de la comunidad, un patrono que seguirá cuidando a los americanos hasta hoy.

En México, pero esta vez junto a los Nahuas, otra etnia de origen precolombino y aún existente, encontramos otra historia relacionada con el culto de Santiago.

En esta espléndida leyenda trasmitida oralmente por los Nahuas encontramos los elementos que nos permiten entender como el culto de Santiago se ha ido trasformado hasta formar parte integrante de la cultura y tradición de la comunidad nahua de la Sierra de Manantlá, en el occidente de México.

Como en otras culturas prehispánicas, los Nahuas tenían un tutor espiritual, que desempeñaba un rol entre médico y sacerdote y que cuidaba el equilibrio universal. Esta figura central de la comunidad todavía existe y se define ramero y es elegido entre las personas más ancianas, socialmente reconocido y que conserva en su memoria la tradición trasmitida por sus antecedentes.

La leyenda que referimos a continuación, ha sido contada por Don Felipe, ramero de la comunidad Rancho Viejo, en la localidad de Ayotitlán, y recogida en un estudio sobre la medicina tradicional nahua por Yesica Higareda Ranger y Louis Cardaillac8.

En la Sierra de Manantlá, sobre la altura llamada Peña Blanca, lugar sagrado por ser tierra de los ancestros, vivía una enorme serpiente que se extendía a forma de arco iris sobre el agua y devoraba a los niños, a las mujeres y a los ancianos, o sea, que se iba comiendo al futuro del pueblo, a las reproductoras de su descendencia, y a los conservadores de la memoria. La cultura nahua, pues, estaba en peligro de extinción. Los ancianos decidieron cambiar de lugar, pero adondequiera que fueran, la serpiente los encontraba. Pensaron, entonces, sacrificarle un niño cada ocho días, pero la comunidad seguía en peligro. Decidieron, entonces, enfrentar a la serpiente y una noche doce ancianos, armados de piedras y bastones, fueron a la Peña Blanca. Cuando anocheció, pero, un hombre con una espada, montado sobre un caballo blanco, les apareció a los ancianos y les desaconsejó proceder, porque la serpiente era demasiado fuerte y astuta. Él, el caballero Santiago, conocía la manera de triunfar sobre la serpiente y los ancianos, convencidos, regresaron a la comunidad.

Durante toda la noche se oían ruidos de truenos y resplandecían, lejos en el cielo, relámpagos.

A la mañana siguiente los ancianos regresaron al lugar en donde vivía su temido enemigo y encontraron, con gran sorpresa, que la laguna se había secado y corría sólo un riachuelo, llamado, después, de San Miguel.

Pero la serpiente no había desaparecido del todo, había sido encarcelada por Santo Santiago, hijo del trueno, que todavía la guarda y la obliga a quedarse en su cárcel. Santiago, pues, es quien vigila para que este pueblo no se extinga.

Más allá de todas las referencias a la eterna lucha entre bien y mal, de las consideraciones sobre el connubio entre el rol de la serpiente en la simbología bíblica, y en la cultura de las sociedades prehispánica, en que todos los animales grandes y feroces adquirían poder y autoridad divina, lo que nos interesa, en este estudio, es el rol de Santiago que de Mataindios, y por supuesto destructor de la raza indígena, pasa a ser no sólo el protector de los nativos, sino, incluso, salvaguarda su supervivencia.

Con respecto a la conmistión icnográfica de Santiago con la serpiente y el arco iris tenemos otros ejemplos junto a las poblaciones andinas y que se refiere a los momentos más antiguos de la conquista9.

Cuando el cronista indio Juan Santa Cruz Pachacuti dibuja conceptualmente al dios Illapa, lo representa con líneas paralelas culebreantes y es por eso que en su conversión con el santo católico Santiago lo encontramos asociado no sólo al rayo, sino también a la serpiente, enemigos de los cuales tiene que proteger a los fieles (GISBERT, 1993).

En efecto, ya Guamán Poma de Ayala había relevado la estricta semejanza que había entre el dios Illapa y la iconografía de Santiago. Nos cuenta Guamán (1615) e Murra (1980, p. 377):

Santiago Mayor de Galicia, apóstol de Jesucristo, en esta ora que estaua asercado los cristianos, hizo otro milagro Dios, muy grande, en la ciudad del Cuzco. Dizen que lo uieron a uista de ojos que auajo el señor Santiago con un trueno muy grande. Como rrayo cayó del cielo a la fortaleza del Ynga llamado Sacsa Guaman (...) Y como cayó en tierra se espantaron los yndios y digeron que abía caydo yllapa, trueno y rrayo del cielo (...) Y desde entonses los yndios al rrayo les llama y le dize Sanctiago.

Estas palabras definen perfectamente tanto el impacto impresionista que pudo tener esta imagen en la colectividad nativa, como la inmediata analogía entre los dioses indígenas y los santos cristianos10. Illapa era el dios del trueno, rayo, relámpago y de las tempestades, y además daba las lluvias y las heladas y granizos de manera que podía favorecer o destruir cosechas y animales.

Illapa era un dios guerrero que controlaba los cielos y las tempestades y que provocaba las lluvia, tomándolas del río que atraviesa el cielo, la Vía Láctea. El carácter guerrero del dios Illapa precede a los Incas, y pertenece a varias etnias. Conocido con diferentes nombres11 viene adoptado por los Incas que lo veneran en el famoso templo de Coricancha y lo consideran el tercer dios en importancia, después de Viracocha y del Sol.

Queda claro que el carácter guerrero y la conexión del mito con la Vía Láctea permiten la equivalencia con el santo católico Santiago.

El Hijo del Trueno llega a caballo y propio el hecho de cabalgar, acompañado por el resplandor de la espada impresiona a la población indígena que se adueña del santo.

La figura de este Santo guerrero, poderoso y vencedor, se populariza inmediatamente y con el tiempo forma parte de la misma concepción indígena, al punto que empieza a tener una fisonomía propia impregnándose incluso de supersticiones tanto que como dice José Arraiga se llegó a obligar: “que nadie se llame Santiago sino Diego” (DE ARRIAGA, 1621-1968, p. 215).

El culto de este “nuevo” Santiago sigue todavía vivo junto a la comunidad de Teconce en donde se invoca constantemente para proteger y ayudar a los pobladores del lugar:

Pa’que haga llover, golpeando el caballo en medio de las lomas, tronando. Sacando chispa en medio de las lomas, con herraduras de bronce, frenillos de plata, espada de plata” (CASTRO; VARELA, 1992).

Aún en los Andes, y precisamente en el Valle del Mantaro, el 25 de julio se festeja la Fiesta de Taita Shanti en honor al patrón Santiago. Aquí los festejos por el santo coinciden con la fiesta de las flores y la marcación del ganado y nos encontramos frente a un caso de verdadero sincretismo en cuanto los indios Wajrapukos, rendían homenaje al dios de las montañas Tayta Wamaní justo en el mes lunar del Inti Raymi, por supuesto el 24 de julio. La ceremonia, viva hoy en día, empieza la noche del 24 a los pies del altar del patrón Santiago y de Tayta Wamaní en donde se encienden cirios y se cuelgan guirnaldas de naranja, de plátano y unos panes especiales, mientras que los dueños del ganado con sus familiares y pastores mascan y seleccionan las hojas de coca. (www.oroya.com.pe/danzas.htm).

Empiezan, pues, las danzas al compás de las tinyas y de la wajra. A la mañana del 25 inicia la marcación y la herranza de los toros y de las vacas en cuyas orejas se cuelgan cintas coloreadas. Se procede, luego, al Señal – Pampay, ritual que consiste en el recoger en una olla de barro las cintas coloreadas, la hualla mayor, flores y sangre que brota de las orejas del ganado cuando se pincha para ponerle sus aretes. Luego, todo se ofrece a Tayta Wamaní, al pie de la montaña para propiciar el crecimiento y multiplicación de los animales (www.oroya.com.pe/danzas.htm).

Es la fiesta de las flores y la marcación del ganado, de la comunión del hombre con la tierra y los animales. La iconografía del Santo guerrero se populariza al punto que la encontramos entrelazada a elementos pastoriles, como protector de animales domésticos, incluso en los retablos de factura artesanal. En efecto la conexión del Santo con el dios de la lluvia en el mundo andino viene integrándose a la realidad campesina, en donde la lluvia representa la vida para la tierra y los animales, y, consecuentemente, para su conservación. Es por eso que en los retablos, encargados por pastores y campesinos, encontramos la figura de Santiago sobre el caballo blanco insertado en escenas bucólicas12.

En los pueblos de la pre-cordillera andina, Santiago es muy amado y considerado benévolo al punto que en Esquiña las celebraciones son más fastosas e importantes de las dedicadas al patrono. Y en Ticnámar, el 25 de julio se celebran los festejos de Santiago, que corresponden a la fiesta de los criadores de caballos y mulos, tanto que los cuadrúpedos vienen adornados de ricos ornamentos y llevados de casa en casa con el estandarte.

En Pachica, en cambio, las iglesias contienen una rica colección de estatuitas de Santiago que monta el caballo blanco, tiene el sombrero de ala ancha, blande una espada arqueada, lleva un mantel ricamente ornado y atropella a un diablo que tiene semblanzas aymaras, cuya maldad es representada por los bigotes13.

En efecto, siempre en los Andes, en el territorio habitado por los indios Aymara, y precisamente en la Arica Profonda, encontramos otro elemento icnográfico tanto nuevo como llamativo: los bigotes como símbolo del mal. En los murales de la iglesia de Parinacota es representada la crucifixión de Cristo y, en lugar de los romanos, aparecen, entre los crucifixores, los españoles vestidos de armaduras y con bigotes.

Poco distante, en Timalchaca nuestro santo lleva el traje de alto oficial militar y monta siempre el caballo blanco, con el cual, en este caso, atropella al Diablo. Pero este diablo está bien lejos de la concepción occidental, dado que tiene rasgos somáticos de indio aymara, está vestido como siervo de un conquistador, de diabólico tiene bigotes y perilla (poco probable para un aymara) y lleva el típico gorro policromo andino

En Torotoro, aldea del departamento de Potosí-Bolivia, situada en la provincia Charcas, varias comunidades se reúnen el 25 de julio para los festejos de San Santiago el Mayor y realizan el Tinku, (palabra queschwa que significa duelo o encuentro) que consiste en el enfrentamiento a golpes de puño y latigazos de los paladines de las varias comunidades, para obtener unos derechos relativos a la agricultura (www.boliviacorazon.com.ar/bolivia/fiestas/torotoro/festorotoro.htm).

En Guaqui, siempre en Bolivia, el patrono es Tata Santiago, considerado muy milagroso y al mismo tiempo muy susceptible. Muchos cuentos y leyendas narran de granizos y rayos que manda a su pueblo si se atreve moverle de su altar, al punto que para llevarle en procesión se usan réplicas de su imagen, y que durante las fiestas que se le dedican del 23 al 25 de julio sólo admite que se bailen morenadas, mientras los devotos le lavan el rostro con clara de huevo. Su carácter impulsivo es demostrado, también, por su vestimenta militar (exhibe el grado de General de las Fuerzas Armadas de Bolivia), y en la iglesia se le ha reservado un espacio para exponer su indumentaria y artículos militares. Las fiestas del 25 de julio culminan con los devotos y bailarines que, en honor al santo, cruzan las aguas de la laguna desparramando sus ofrendas (BADANI, marzo 26 de 2006, www.la-razón.com).

En la ciudad de Chignahuapan, en México, en la Plaza de la Constitución, resalta la iglesia de Santiago Apóstol del siglo XVI en donde se notan los aleros de piedra laterales ornadas de serpientes que guardan en el silencio las plegarias a Quetzalcóatl, y en el bajorrelieve superior, Santiago con su caballo blanco en estilo barroco, famoso porque van los indios pidiéndole favores al caballo. Se cree que frotando los cascos del caballo surjan los relámpagos que el mismo dios de la lluvia, Mixtóatl, le procura (URBINA www.preb.com/ apuntes3/mascaras.htm).

En Santiago Tuxtla, siempre en México, durante las fiestas en honor al Patrono Santiago Apóstol en el periodo que va del 23 al 27 de julio, se pasean por las calles principales, La Mojiganga, figuras artesanales grotescas, que vienen atacadas u ofendidas por los peatones por ser consideradas “malos espíritus” y la gente las destruye en la víspera del Santo del Señor Santiago de modo que, al día siguiente, reinen los “buenos espíritus”. La fiesta culmina con el paseo del Señor Santiago Apóstol.

Así como, en Guanjuato, en Valle de Santiago, por la Fecha Grande, cada año el 25 de julio acuden grupos de personas llamados Hincados, que van dándole gracias al Santo por haber recibido un milagro o pidiendo uno. Van éstos en procesión, arrodillados ante la imagen del santo en su caballo blanco y le cuelgan billetes de dólares (www.prodigyweb.net.mx/asilvat/santiago.htm).

Las procesiones de santos católicos, y en este caso de Santiago, nacen en el periodo colonial, cuando se cultivó un género de teatro religioso popular, derivado de los autos sacramentales, con intentos evangelizadores. Las representaciones teatrales que se realizaban con motivo de celebración religiosa, salieron del interior de la iglesia a la calle en forma de procesión. El carácter era más bien político, por el reconocimiento y afirmación del vasallaje a la Corona, y principalmente venían representados en ocasión de las fiestas principales como las del Apóstol Santiago o las del Corpus Christi (GUIDO, 2003).

En Chile, y precisamente en Belén, el día de la víspera de Santiago, el 24 de julio, se extienden aguayos y frazadas multicolores sobre el empedrado para que pase sobre estos, llevado en hombros, en procesión San Santiago sobre su corcel, acompañado de marchas y antiguas melodías14.

En la Argentina, y precisamente en Mendoza, cada 25 de julio, hay que sacar en procesión a Don Santiago Apóstol, con su caballo y espada, porque, en caso contrario, sobrevendrían terremotos, de la misma manera que si no se desentierra a la momia inca del Aconcagua, faltarían las lluvias (ROMANI, www.imaginario.org.ar/romani- rd/prensa/prensa07.htm).

También encontramos danzas dedicadas a Santiago, como en el pueblo de Cqatzintla en donde se conmemora el Día de Santiago Apóstol, su santo patrono con una feria que empieza el 25 de julio y dura hasta el 31. En estos días conjuntos de bailarines ejecutan danzas diversas como la de los Santiagos, Negritos, Moros y Españoles, Huahuas, etc...(http://www.folklorico.com/fiestas/veracruz.html).

Algo parecido pasa en Tenango Tepexi, en el Estado de Guerrero, en donde se efectúan Los Santiaguitos, danzas en honor de Santiago Apóstol.

Aún, en Amatenango del Valle, en el Chiapas, el 25 de julio se festeja el Día de Santiago Apóstol, que consiste en la conmemoración del santo a través de escenificaciones de su vida y milagros a las cuales participa todo el pueblo.

En Santiago Atitlán, en Guatemala, para las procesiones del 25 de julio, fiestas del Apóstol, a la estatua de Santiago, antes de salir por las calles, se le cambia de ropa. Así va en procesión con la típica vestimenta zutujil, sobre un altar formado por un plumero que recuerda los tronos prehispánicos (PELLICER, 2005).

Siempre en Guatemala encontramos leyendas indígenas relacionadas a la fundación de su pueblo y entrelazadas al culto de Santiago. Recordamos algunas.

Cuentan los Ajtzij winäq que el indio Tzacan encontró la semilla del maíz en forma de zacate y entonces los indígenas decidieron quedarse a vivir en el lugar que llamaron Chitz’alam, que quiere decir “el lugar de las tablas”, e iniciaron a comer el zacate de maíz. Pero, al llegar de los españoles decidieron huir al cerro Juyú Tacanú, cerca de Patzún, y sembraron el maíz y lo entregaron al señor del Cerro. Los españoles fundaron un gran pueblo, pero el señor del Cerro les mandó un fuerte dolor de muela para castigarlos.

Los españoles, entonces, clamaron a Santiago que les envió a Santa Apolonia para que los curara. A la Santa le gustó el lugar y quiso quedarse como patrona del pueblo.

Los Aj Cholonel cuentan que los antiguos fundaron un pueblo en Paach Ojob, y cuando llegaron los españoles les llevaron la imagen de Santiago a caballo. Pero al Santo no le gustó el lugar y se fue con su caballo a un lugar llamado Pasyá. Allí se trasladó todo el pueblo y es por eso que, desde entonces, el pueblo se llama Santiago Patzicía (LARA, www.prensa libre.com/app/especiales/me/ tradiciones/guate7.htm).

Al Este de Puerto Rico, en Loíza, por la tarde del 15 de julio comienzan las fiestas de Santiago Apóstol (ALEGRÍA, 1954, p. 21-26). Durante nueve noches consecutivas se rezan rosarios y plegarias para pedirle protección al Santo. Este ritual está acompañado de la convicción que si no se hacen las procesiones van a ocurrir catástrofes como terremotos o invasiones de hormigas bravas en las plantaciones de yuca.

Del 26 al 28 salen, una al día, las procesiones: el primer día se le dedica a Santiago de los Hombres, llamado Santiagón, el segundo al Santiago de las Mujeres, Santiago, y el tercer día al Santiago de los Niños, Santiaguito. Estas procesiones van recorriendo los barrios hasta llegar al sector de Las Carreras en donde corren las banderas de los santos.

Por cada santo hay un mantenedor que con sus miembros cargan en sus hombros la imagen del santo que descansa sobre una mesa adornada con manteles blancos de tela con cintas blancas y azules (los colores de la bandera gallega) o rojas y amarillas (los colores de la bandera de España). La fiesta nace para recordar una antigua leyenda que narra que en la zona de las Carreras apareció en un hueco en las raíces de un árbol centenario una talla de un santo a caballo. Los pescadores, asustados, la devolvieron al mar, pero volvió a aparecer al día siguiente, y así por tres días seguidos. La imagen fue llevada a la iglesia para ser bendecida y de ahí nació el culto a Chaguito, o Santiago de los Niños15.

Recientemente se han añadido otros días de fiesta para dedicarlos a San Pirindongo y Santo Cañandongo, protector de los homosexuales.

Existe un cuarto Santiago no oficial llamado Quiridongo, que es el Santiago de los Negros, y la gente va levantándole la falda al caballo, para que aparezca, por unos instantes, el pene gigantesco (www.prfrogui.com/home/loizacar.htm. y http://imaginario.org.ar/ baultematico/s/santiago.htm).

En efecto, durante los siglos, el culto a Santiago va entremezclándose también a otras culturas no exclusivamente indígenas. Las varias etnias de que se enriquecen las tierras americanas van aceptando y apreciando la figura del Santo guerrero que sigue siendo venerado aunque al ritual se le añaden nuevas simbologías.

Es el caso, por ejemplo, de las danzas turcas de Caylloma, en el departamento de Arequipa en Perú, para agradecer al Apóstol Santiago por los frutos recibidos durante la cosecha. Los danzantes se visten a la usanza turca y acompañan la quilla ó luna (deidad pre-hispánica y símbolo turco) y el inti ó sol (deidad pre-hispánica) (www.todaslassangres.com/turcos.htm).

El culto de Santiago se va enriqueciendo de nuevos elementos iconográficos y poco a poco se va transformando en un Santo que tiene características exclusivamente americanas y que ya no tiene nada que ver con el peregrino medieval que tanta parte había tenido en la cultura europea.

Numerosos son los ejemplos de la apropiación del culto de Santiago y de su reelaboración al punto que podemos concluir usando las palabras de Santiago Sebastián:

La imagen de Santiago ecuestre en el medio americano no fue un mero pasaje icnográfico. Su éxito y difusión parece estar en relación con algo que está más allá, y junto al mensaje religioso hay otro de tipo ideológico y político. [...] Tal imagen cobró virtualidad durante más de tres siglos, y aún en los inicios del siglo XIX, cuando cayó el poderío español, el nuevo poder se sirvió de ella, y entonces los vencidos por el apóstol bellator no fueron los moros o los indios sino los propios españoles. [...] Las imágenes jacobeas aquí reseñadas ponen de manifiesto que en Hispanoamérica, después de Cristo y de la Virgen, Santiago fue el personaje más venerado de la hagiografía cristiana (SEBASTIÁN, 1993, p. 286-287).

 

Sincretismo de la imagen de santiago con dioses de los nativos

En Nicaragua el Santiago guerrero viene a sustituir al dios Huitzilopochtli, que los españoles llamaban Hichilobos, dios de la guerra y la victoria.16

En Puerto Rico el culto de Ogún, dios de la guerra y el hierro venerado por los indios Yorubas, viene cambiado con el culto a Santiago (www.prfrogui.com/home/loizacar.htm).

En Guatemala la figura de Santiago se identifica con dos divinidades prehispánicas: Kaprakán, el que mueve montañas, y Zipak, el que mueve los ríos. Se suponía que estos dos dioses habían creado el lago Atitlán.17

En México, los indígenas Totonacas tienen una religiosidad propia, que combina elementos de la tradición de origen mesoamericanos y aspectos del cristianismo popular ibérico. Asocian algunos arcángeles de la tradición católica y el Apóstol Santiago al dueño de los truenos, Aktsini, que hace llover e influye en los cultivos (GARMA y MASFERRE, 2006, www.cdi.gob.mx/ini/monografias/ totonacas.html).

En el Perú18 Santiago se sincretiza con varias deidades. Primero recordamos su identificación con Illapa, dios del trueno. Pero esta no es la única. Encontramos, por ejemplo, fiestas dedicadas al Apóstol Santiago que siguen los rituales de los festejos para Tayta Wamaní, que durante el periodo del Imperio Incaico se celebraban en el mes lunar del Inti Raymi, o sea cada 24 de julio19.

En la Argentina los indios huarpes sustituyen la figura de Hunuc Huar con Santiago Apóstol20.

En Cuba, entre los Orishas principales aparece Oké, divinidad tutelar de las montañas, fuerza y guardián de todos los santos, que se identifica con Santiago21.

 

 

CIUDADES Y PUEBLOS QUE LLEVAN EL NOMBRE DE SANTIAGO

 

 

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Endereço para correspondência
E-mail:anazulay@virgilio.it

Recebido em 15/09/2006
Aceito em 22/09/2006

 

 

* Università degli Studi di Perugia
1
(OVIEDO, 2002, p. 119-120) Una característica muy singular de la conquista es que el proceso de colonización se base en la ficción de que las nuevas tierras eran una España de ultramar, en nada distinta de la metrópoli. [...] Los españoles intentaban trasladar lo esencial de su civilización a América, “duplicar” en el Nuevo Mundo lo que habían desarrollado en el Viejo; es decir, la idea era europeizarlo del modo más completo posible, y recrearlo a su imagen y semejanza. [...] Las grandes tareas de ese proyecto eran la evangelización y la alfabetización; sus agentes fueron los frailes misioneros (especialmente, franciscanos y dominicos) y las órdenes religiosas que llegaron tras ellos
2 POLANCO, 2000) Para acometer tan ardua tarea, los misioneros conjugaron, casi fusionaron, todos los elementos a su alcance, tanto lingüísticos como culturales. Se entregan al estudio de la cultura indígena, primero por el prurito de conocer certeramente dónde reside el error, la fuente que promueve la idolatría y los excesos que se quieren erradicar; luego, por la convicción de que las culturas autóctonas, sin desvirtuarlas del todo, son reconvertibles al cristianismo
3 Sobre las crónicas y leyendas relacionadas al mito de Santiago durante el periodo de la Conquista véase el texto de (CÁRDENAS, 1993)
4 Madrigal (2002), dice el autor haber tomado los datos en Vargaslugo (2002)
5
(CASTRO, 1984, p. 127) Santiago fue una proyección de la guerra santa musulmana, y un apoyo para la guerra santa que hubieron de oponerle los cristianos; con lo cual el apóstol dioscúrico se convertía en el sumo maestre de las órdenes militares, mucho antes de que éstas tuviesen existencia legalizada (SÁNCHEZ, 1973, p. 1-72). No hay indicio alguno de que esa invención tuviera como fin hacer de Santiago un Antimahoma. [...] Dentro de la tradición cristiana cabe explicar la petición de ayuda a un apóstol del Señor
6 Ibidem
7 Cahill (1999, p. 9) cita: Archivo General de Indias, Cuzco, 15, “Consejo Expediente sobre la erección en la Ciudad del Cuzco de una cofradía de S[a]ntiago que se intenta establecer en una Parroquia de aquella Ciudad, y aprobación de sus Constituciones“, petición de José Agustín Chacón y Becerra, 1° de agosto de 1786, fol. 3r
8 (HIGAREDA y CARDAILLAC, 2001, p. 61-62) “Vencidos ya los indígenas, vieron en Santiago el gran factor de la victoria española, y su problema fue ganarse el favor de aquel casi dios que se mostró más poderoso que sus propios dioses. Así que para ellos el apóstol paso de ser un santo cruel y vengativo a ser un santo tutelar y protector de la comunidad. Es el caso en la leyenda que nos interesa. En cuanto al otro protagonista del cuento que estudiamos, la serpiente, hay que situarlo en el sincretismo en el que se desarrolló la evangelización. [...] Esta visión del mal, representada por la serpiente, y de Santiago vencedor del mal, al igual que los otros santos caballeros, formaba parte de la enseñanza de los misioneros y de la iconografía generalizada en las iglesias de los pueblos. [...] Pero para los nativos la serpiente cobraba también otro valor. En efecto, en las mentalidades de las sociedades prehispánicas del México central y occidental se apreciaba a los animales grandes y feroces [...] que se veían como agentes del poder y de la autoridad divina. En la elaboración de la leyenda que comentamos interfieren los dos valores atribuidos a la serpiente: Santiago viene a liberar a al comunidad de la enorme serpiente que representaba los valores de la antigua religión, es decir, en la óptica colonizadora, del mal; pero había empezado una nueva era, en que esos valores antiguos ya no tenían vigencia, aunque no quisieran desaparecer. La serpiente tiene ya que refugiarse en lo más recóndito de la tierra, y cada vez que quiera resurgir, Santiago estará presente para librar al pueblo de su amenaza”
9 (GISBERT, 1993, p. 290) La imagen de Santiago-Illapa no tiene por lo general ningún elemento visible diferenciador del apóstol Santiago; sólo hay tres tipos icnográficos andinos que muestran variantes: el Santiago-matamoros de la batalla de Clavijo convertido en Santiago-mataindios, que es el que recuerda el episodio del Sunturhuasi; un Santiago, al pie de cuyo caballo hay una serpiente, imagen que es propia de la región de los callahuayas ubicada al norte de La Paz; y, finalmente, un Santiago cabalgando sobre el arco iris existente en una pequeña capilla de la región de Quispicanchis (Cuzco). La relación Santiago-serpiente y Santiago- arco-iris sólo tiene sentido considerando el mito del dios prehispánico
10 (CAHILL, 1999, p. 8-9) “Como resaltó el hostil Obispo del Cuzco en 1781, ‘en públicos festines, convites, procesiones, y otros actos [..]. vemos que los indios no usan otros adornos, que de los que se valían en su gentilidad’, la mejor ilustración de esta tesis es proporcionada por la festividad regional más importante: la fiesta del Corpus Christi y, en particular, ‘el día y la víspera de Santiago’. El Corpus en el Cuzco era una ocasión de esplendor [...] incluía procesiones [...] que celebraban las devociones indígenas y, en el día de Santiago, se concedía el lugar de honor a los nobles incas, vestidos con gala se insignias incaicas, encabezados por el alférez real [...] Lo que estos símbolos representaban exactamente – antiguos monarcas incas, santos cristianos o ídolos autóctonos- no ha sido esclarecido aun, pero en general la finalidad de las imágenes escogidas por la nobleza era conmemorar y aun venerar al Sol y a Illapa (el trueno), como lo indicaba el disco del Sol que llevaba en la mano el alférez real. La crítica del obispo hacia hincapié en que el uso de tales insignias era característico de todas las festividades civiles y eclesiástica de la ciudad. Mientras que el día de Santiago no se consideraba especialmente censurable, no hay duda de que se trataba de la fiesta colonial más sobresaliente de los incas. Los Veinticuatro Electores del Alférez Real competían en la elección por el honor de portar el estandarte de Santiago en la procesión del Corpus, lo que conllevaba el reconocimiento tácito de ser primus inter. pares de la nobleza inca colonial. [...] La documentación no explica por qué Santiago fue tan venerado por la nobleza inca [...] pero en general se debió a la adopción sincrética del santo guerrero por los indígenas andinos, el Santiago Matamoros de la reconquista peninsular y la conquista española de las Américas se tradujo durante esta última en Santiago Mataindios, y existe evidencia en varias regiones del Perú colonial de que Santiago era comparado con una o más deidades precolombina, sobre todo con Illapa, el dios del trueno, el rayo y el relámpago (CAHILL, 1999; CHOY, 1979; SILVERBLATT, 1988), esto significa que el santo cristiano fue adoptado como deidad en el panteón andino y el obispo, observando que en el día de Santiago la nobleza inca portaba sus propios estandartes ‘con las imágenes esculpidas de sus Gentiles Reyes’, recomendó que en lo sucesivo sólo se permitiera el estandarte real (del monarca español)”
11 (GISBERT, 1993, p. 292), “el carácter guerrero di Illapa se remonta a los señoríos aimaras y a los llacuaces responsables de la caída del Imperio Huari. Eran éstos dependientes del dios Libiac y se consideraban a sí mismos procedentes del lago Titicaca. El ancestro fundador Apu Libiac Cancharco, ‘por otro nombre Yarnaman (o Arnavan) era, según el mito, hijo del Trueno. Ciertamente parece que en esta época, que sigue a la caída del imperio Huari Tianuanaco y que antecede a los Incas, se acentúa el carácter guerrero de Illapa, el cual es asimilado por muchas etnias bajo diferentes nombres – tal ocurre con los Yaro- y es adoptado luego por los Incas, quienes lo llevan al mismo Coricancha, como tercer dios en importancia.”
12
(ESTERAS, 1993, p. 420) “En la ciudad de Huancavelica – centro que compartió las tradiciones artísticas con Huamanga (Ayacucho)- se tipificó la confección de Santiagos guerreros acompañados por armoniosas escenas pastoriles dispuestas a sus pies. [...] el éxito de estos Santiagos a caballo en los que lo pastoril se integra a su iconografía tradicional, hay que buscarlo en su propio significado – el Santo se identificaba con el rayo Yllapa (lluvia para la tierra, riego para la agricultura)- y en la clientela a quien iban dirigidos estos retablos: pastores y campesinos de las comunidades indígenas de los Andes, para quienes este Santo protector de sus cosechas era de vital trascendencia». Y aún: (GIARDI) «In base alla tematica della rappresentazione, le statuette del San Marcos possono essere suddivise in tre gruppi: immagini agiografiche, personaggi che popolano la scena della cosiddetta pasión e personaggi che riguardano, invece, la reunión. Il numero dei santi può variare da un minimo di uno ad un massimo di cinque. Ogni santo è il patrono di una particolare specie animale.[…] Le rappresentazioni sacre identificano i seguenti santi: San Marco guardiano dei bovini/ del toro; San Luca patrono del leone (puma)/degli animali selvatici/del toro/delle mucche; San Giovanni Battista guardiano delle greggi ovine; Sant’Antonio da Padova protettore degli equini; Sant’Elena/Sant’Agnese protettrice delle capre; Santiago (non frequentemente rappresentato) patrono di tutti gli animali domestici/dei camelidi andini (lama, alpaca, vigogna e guanaco)”
13 Visiones de la Arica Profunda. Santiago: evolución de un icono religioso (www. infoarica.cl/renatoaguirre/ 001santiagomataindios1. htm).
14 Cuando los Santos archan y los Arias cantan, lwww. estrellaarica.cl/site/apg/reportajes/ pags20040808063358. html
15 (Vargas M.) La fiestas de Santiago Apóstol en Loíza, nacen, según Fernando Ortiz, del sincretismo religioso (conjunción de elementos indígenas cristianos). En su ensayo, el antropólogo cubano intenta reconocer la influencia africana en estas fiestas. Según éste, el caballero, el vejigante y las carreras de caballos son de origen español. El caballero y el vejigante son el equivalente de los bailes de moros y cristianos en Hispanoamérica. [...] Alega también que esa escasez de rasgos fundamentalmente negros en las fiestas de Loíza ‘nos induce a pensar que ello debióse a uno de esos curiosos fenómenos de transculturación que ocurren, por razón de premeditado mimetismo defensivo, cuando una gente, oprimida por el contraste entre su cultura exótica y otra presente y dominante, quiere cortar la fricción constante y depresiva en el ambiente hostil al cual tiene que ajustarse y trata de renegar extensamente de su pasado malvisto a cambio de conservar, bajo formas nuevas, el rescoldo de sus más entrañables tradiciones’. Por debajo de esa desafricanización, algo de étnica negrura puede advertirse en Loíza en el proceso de sincretización, ‘Santiago es la representación mimética del dios guerrero de los afroantillanos, el Ogún de los yorubas y dahomeyanos, el Zarabanda de los congos’
16
(RAMOS) A partir de entonces, en tanto la evangelización cristiana emprendida por Europa y África avanza el arte sacro de manera simbólica trae a la conciencia del evangelizado el interés hacia la dimensión del culto católico. Acción en que los albores del siglo XVI los pueblos conquistado de América, sometidos bajo la fuerza del estado colonial imperante, habrían de sumarse entre el sincretismo religioso y sociocultural que transforma sus creencias rituales, de manera que el Huitzilopochtli, dios de la guerra y la victoria, y al que el europeo llama Hichilobos, es sustituido por el Apóstol Santiago, el grito del guerrero de la leyenda de Compostela, como el patrono y máximo símbolo de la nueva fe católica
17(PELLICER, 2005) El origen del culto a Santiago Apóstol se remonta a la época en la que los franciscanos comenzaron su evangelización en Guatemala. Su táctica consistía en encontrar puntos de relación entre las creencias locales y la importada. En este contexto, Santiago Apóstol encajaba a la perfección ya que lo identificaron con dos divinidades prehispánicas, Kaprakán, el que mueve montañas, y Zipak, el que mueve los ríos, que, se suponía, habían creado el lago Atitlán. Desde épocas remotas, Santiago Atitlán era un lugar de peregrinaje donde se veneraba a Maximón, deidad que regía el tiempo y el espacio, el calendario y la fertilidad. Los franciscanos utilizaron este carácter divino del lugar como puente para convertir al los mayas al cristianismo. Y lo consiguieron gracias a Santiago que, representado con una espada y a caballo, parecía un dios local
18 (BRAVO, 1993, p. 16) De manera consciente o inconsciente, los indígenas andinos asumieron por una parte la actitud de aceptar, aunque lo hicieran con intención de enmascarar las unas con las otras, las nuevas creencias, para pasar de un sincretismo ideológico a otro ritual. Estas mantenidas especialmente en celebraciones de las festividades cristianas coincidentes con los ciclos agrícolas, o, como decíamos, en la veneración a los santos. La identificación del Apóstol Santiago con las divinidades telúricas del rayo y el relámpago parece que fue inmediata
19 La fiesta de Taita Shanti, Danzas Típicas de la Región, en www.oroya.com.pe/ danzas.htm
20 (ROMANI) No sabemos aún si anteriormente a 1861, fecha de la gran desgracia mendocina, don Santiago recorría las calles de la ciudad de barro pero ligar el culto principal de la ciudad cristiana al temor de su destrucción no nos pone más lejanos a los miedos de los huarpes, esos ‘primitivos’ que a falta de Santiagos tenían su Hunuc Huar morando en la fría altitud andina
21 (DEL CARMEN), “…la legge della colonia obbligava gli schiavi africani a battezzarsi, rinunciare alla loro fede e abbracciare il cattolicesimo. E loro lo fecero, per salvare la propria vita, almeno in superficie. Le immagini cattoliche sono dense di simbolismo, per gli africani associare queste immagini alle loro divinità fu un processo lungo, ma inesorabile, al punto che tuttora, si fatica a distinguere la differenza tra gli Orishas e i santi della chiesa, nonostante il fatto che la religione cattolica non sia più imposta e che gli attuali sacerdoti delle varie religioni di ceppo africano presenti nell’isola stiano lavorando per separare le due entità. […] Quindi il sincretismo tra il santo cattolico e l’Orisha può nascere da una motivazione profonda o da una similitudine estremamente semplice ed ingenua, dovuta anche al fatto che gli schiavi africani non sapevano assolutamente niente dei dogmi della chiesa e credevano che ogni immagine fosse a se stante, non capivano, e probabilmente non erano interessati a capire, che due diverse immagini della Vergine, con due nomi diversi fossero relative alla stessa persona, per loro non aveva senso!” La autora añade además una lista en donde aparecen los Orisha africanos y su identificación en la cultura católica. Entre estos destacamos a fines de nuestra labor: “Oké divinità utelare delle montagne. E’ la forza e il guardiano di tutti i santi. Si sincretizza con Santiago de Compostela, patrono di Spagna”

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