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Psicologia da Educação

versão impressa ISSN 1414-6975versão On-line ISSN 2175-3520

Psicol. educ.  n.25 São Paulo dez. 2007

 

El problema de la individuación de las representaciones sociales: una perspectiva interdisciplinaria

 

The problem of individuation of social representations: an interdisciplinary perspective

 

O problema da individuação das representações sociais: uma perspectiva interdisciplinar

 

 

José Antonio CastorinaI; Alicia Viviana BarreiroII

IUBA - Conicet. E-mail: ctono@netizen.com.ar
IIUBA - Conicet. E-mail: abarreiro@psi.uba.ar

 

 


RESUMEN

El problema de la individuación involucra a todo investigador que apele a las representaciones sociales para explicar fenómenos psicológicos. Sin embargo, la psicología social no ha podido esclarecer el siguiente problema: ¿cómo participan los individuos en la apropiación de las representaciones producidas en la comunicación y la interacción social? En este trabajo intentaremos comprender dicho proceso mediante al análisis de los argumentos brindados por los principales referentes sobre el tema.
Moscovici definió las representaciones sociales como constitutivas de la identidad de los individuos, pero no se ocupó de su proceso de apropiación porque consideraba que esta tarea corresponde a la psicología del desarrollo. Siguiendo esta línea Duveen llevó acabo la articulación entre ambas disciplinas y postuló que los individuos reconstruyen activamente las representaciones sociales al apropiarse de ellas. Asimismo, Valsiner intenta explicar este proceso desde la perspectiva de la psicología cultural del desarrollo, entendiendo a las representaciones sociales como herramientas culturales que desempeñan una función adaptativa respecto del futuro.
A partir del análisis de los argumentos de los tres autores concluimos que el estudio de este proceso requiere de un trabajo interdisciplinario, sustentado en un marco epistémico común, de lo contrario si es abordado desde alguna de las disciplinas mencionadas de manera independiente es inevitable caer en reduccionismos.

Palabras clave: representaciones sociales; individuación; interdisciplina.


ABSTRACT

The problem of social representation's individuation process: an interdisciplinary perspective. The problem of individuation involves to any researcher that turns to social representations to explain psychological phenomenons. However, social psychology couldn't found an answer for the following problem: How do individuals participate in the appropriation of social representation produced into communication and social interaction? In this paper we'll try to understand that process, analyzing the arguments provided by the principal exponents of the subject
In the first place, Moscovici has defined social representations as constitutive of the individual's identity, although, he didn't take care about their individuation processes, because he considered that this work corresponds to developmental psychology. Following this line, Duveen has carried out the articulation between both disciplines and he states that the individuals actively reconstruct the social representations. Also, Valsiner try to explain this process from the perspective of developmental cultural psychology, understanding social representations as social tools that has an adaptive function whit regard to the future.
Finally, afterwards analyze the arguments put forward by the three authors, we conclude that the study of this process requires a interdisciplinary work, based on a common epistemic frame, on the contrary, if it's tackled by only one of the mentioned disciplines, it will be inevitable to fall in reductionisms.

Keywords: social representations; individuation; interdisciplin.


RESUMO

O problema da individuação envolve todo pesquisador que utilize as representações sociais para explicar fenômenos psicológicos. Contudo, a psicologia social não pode esclarecer o seguinte problema: Como os indivíduos participam na apropriação das representações produzidas na comunicação e na interação social? Neste trabalho tentaremos compreender tal processo mediante a análise dos argumentos oferecidos pelas principais referências no tema.
Moscovici definiu as representações sociais como constitutivas da identidade dos indivíduos, mas não se ocupou de seu processo de apropriação porque considerada que esta tarefa corresponde à psicologia do desenvolvimento. Seguindo esta linha, Duveen levou a cabo a articulação entre ambas disciplinas e postulou que os indivíduos reconstroem ativamente as representações sociais ao se apropriarem delas. Desse modo, Valsiner tenta explicar este processo desde a perspectiva da psicologia cultural do desenvolvimento, entendendo as representações sociais como ferramentas culturais que desempenham uma função adaptativa acerca do futuro.
A partir da análise dos argumentos dos três autores, concluímos que o estudo deste processo requer um trabalho interdisciplinar, sustentado em um marco epistêmico comum, caso contrario, se abordado a partir das disciplinas mencionadas de forma independente é inevitável cair em reducionismos.

Palavras-chave: representações sociais; individuação; interdisciplina.


 

 

Introducción1

La categoría de representación colectiva en la obra de Durkheim dio lugar a la interpretación de los conocimientos como productos sociales. Sin embargo, esta caracterización condujo inevitablemente al problema de la individuación: ¿cómo es posible que, siendo las representaciones colectivas comunes a todos los individuos de una sociedad, éstos adquirieran sus propias representaciones? Tal cuestión se puede plantear no solo en la sociología deudora del pensamiento de Durkheim, también en cualquier psicología que defienda el carácter social de los conocimientos y de otros fenómenos psicológicos (Kozulin, 1994). Así, por ejemplo, en la obra de Vigotsky y sus discípulos se formula la cuestión central respecto el proceso mediante el cuál los instrumentos culturales transmitidos en la interacción social se convierten en fenómenos intrasubjetivos, propios de cada individuo.

Sin duda, la teoría de las representaciones sociales (en adelante TRS), que reconoce como uno de sus precursores a la teoría de las representaciones colectivas, se plantea la misma cuestión. Contrariamente al dualismo de Durkheim, en la obra de Moscovici y en los trabajos de muchos de sus discípulos - como por ejemplo los de Jodelet (1989), Duveen (2001) o Jovchelovich (2007) - se adopta otra posición: las RS no existen por fuera de los individuos, su estatus ontológico es el triángulo de las interacciones entre los sujetos, los otros y los objetos. Además, estos autores postulan que las RS constituyen la identidad social de los individuos, aunque la caracterización del proceso de individuación no ha sido suficientemente elucidada.

Según Moscovici (1990) existen numerosas ciencias que estudian cómo y por qué las personas comparten conocimientos, constituyendo de este modo una realidad común, pero el objetivo principal de la psicología social es dar cuenta de cómo las ideas se convierten en prácticas. Los constantes ajustes y desajustes que se producen en la relación entre los individuos no pueden ser pensados como el efecto de la acción de uno sobre otro, ya que las creencias colectivas son constitutivas de la interacción entre ambos, esto es, depende la cultura que los engloba a ambos (Marková, 2003). Aunque un individuo se encuentre aislado, no deja de pertenecer a un grupo.

El problema genuino se formula si recordamos que la TRS ha cuestionado radicalmente la disociación entre el individuo y la sociedad, delimitando un objeto de investigación que es a la vez social y psicológico. Así, tiene pleno sentido preguntarse: ¿cómo participan los individuos en la apropiación de las representaciones producidas en la comunicación y la interacción social?, ¿cuál es el modo en el que cada uno orienta su comportamiento basándose en las creencias de origen grupal?

Específicamente, la TRS desde sus orígenes intentó, dar cuenta de las transformaciones en las creencias sociales que se producen por una fisura en los significados culturales, es decir, de qué manera un fenómeno no familiar llega a adquirir un significado para un grupo. De ahí la postulación de los procesos de anclaje y objetivación. Por eso en las investigaciones, las RS no pueden ser consideradas como algo estático a ser internalizado por los individuos o sólo como variables explicativas. El problema a indagar debería ser la constitución de tales representaciones, ya sea en el plano de la sociogénesis, que coloca a las RS en su dimensión histórica, o en la ontogénesis, que da cuenta del proceso por el que los individuos reconstruyen las creencias de su grupo.

Una gran parte de las investigaciones empíricas son realizadas por psicólogos sociales que se reconocen discípulos de Moscovici y por lo tanto rechazan explícitamente las tesis dualistas. Sin embargo, frecuentemente dejan de lado los enfoques genéticos, considerando a las RS como algo estático que es apropiado por los individuos (Duveen, 2001; Valsiner, 2003a). Tales trabajos se han centrado en un único nivel de análisis ya sea individual o colectivo, cosificando las RS al reducirlas a entidades estáticas. Justamente, a causa de haber diseñado sus estudios sin tomar en cuenta el carácter intrínsecamente dinámico de las creencias colectivas, no han podido comprender sus relaciones con los procesos psicológicos individuales (Valsiner, 2003a e Valsiner e Van der Veer, 2000).

Por su parte, las investigaciones propias de la psicología cognitiva basada en el procesamiento de la información, disocian los polos individuo y sociedad, orientándose de modo excluyente hacia procesos internos. Incluso, cuándo esta perspectiva reconoce a las RS respecto del proceso de aprendizaje, solo las considera como materia prima procesada por el aparato mental individual como cualquier otra información del medio, sin que haya un compromiso con la identidad social. Por tanto, el proceso cognoscitivo individual como tal no es afectado por aquellas creencias (Pozo, 1998). De modo recíproco, dentro de la psicología social de las RS hay autores que retornan al dualismo de Durkheim ocupándose del impacto de las creencias sociales sobre los individuos. Así, Emler y Ohana (1993) afirman que las RS parecen encontrarse en el mundo social por fuera de los individuos, ofreciendo soluciones ya elaboradas a los problemas sociales. Los autores consideran que los niños se apropian de las RS mientras participan de actos de comunicación social, pero les niegan explícitamente cualquier actividad cognoscitiva con el objeto social (Castorina, Clemente y Barreiro, 2005).

La estrategia intelectual de estos psicólogos cognitivos y sociales deriva de la intervención de ciertos presupuestos ontológicos, principalmente los referidos a la disociación entre individuo y sociedad o la representación interna y el mundo externo. Incluso los psicólogos discursivos (Edwards, 1997; Potter, 2000) que han cuestionado muy duramente a la TRS por un supuesto dualismo subyacente entre representaciones mentales y realidad, característico de la psicología cognitiva, se mantienen dentro de la misma estrategia cuándo eliminan la agencia individual. Es decir, al situar los fenómenos mentales en términos de las expresiones que figuran como una construcción cultural en los modos de hablar, los reducen a lo que la gente trata como tales en las prácticas discursivas (Castorina, 2007; Edwards, 1997).

De esta manera, el pensamiento de la escisión, que se expresa en forma de dualismo o reduccionismo, ha constituido el obstáculo epistemológico principal para el planteo del problema de la individuación de las RS y la elaboración de una teoría explicativa.

Recordemos que los autores clásicos afirman la actividad personal en la apropiación de las RS, pero se trata principalmente de una declaración de principios (Moscovici, 2001b). Ellos postulan que las RS constituyen la identidad social de los individuos, pero no han avanzado en la explicación de dicho proceso. Para echar luz sobre esa apropiación vamos a formular algunas preguntas: ¿En qué consiste el proceso de apropiación individual de las RS? ¿Se trata de una internalización activa o pasiva? ¿Los individuos pueden negociar las RS? ¿Es posible estudiar la individuación desde un enfoque psicológico respetando la formulación del concepto de RS por los psicólogos sociales o es necesario reformularlo? En otras palabras, ¿el problema que nos ocupa involucra una revisión de la teoría de las RS o algún tipo de actividad interdisciplinaria?

Nos proponemos examinar las ideas acerca de la individuación de autores que se ubican en distintos campos disciplinarios con el propósito de analizar sus argumentaciones y los problemas que surjan al confrontarlos. En primer lugar expondremos las tesis centrales de Moscovici, quien sentó las bases de la teoría de las RS. En segundo lugar, abordaremos el enfoque de Duveen destacando su intento por elucidar la actividad individual en el desarrollo de las RS, llevando a cabo, sobre todo, trabajos empíricos para vincular la psicología social con la psicología del desarrollo. Luego, nos ocuparemos de la teoría del enablement, un modelo teórico de la individuación esbozado por Valsiner para reformular la vinculación entre las RS y la toma de decisión individual sobre el futuro. Finalmente, compararemos críticamente las perspectivas presentadas y evaluaremos sus consecuencias para la discusión del problema de la individuación.

 

El enfoque de Moscovici

La TRS surge en una crítica a las teorías dominantes en la psicología, la sociología e incluso la psicología social. Por un lado, contra la primacía de explicaciones basadas en procesos cognitivos individuales; por otro, contra la reducción de lo social a un agregado de individuos; asimismo, en oposición a la versión durkheimeana que considera a la sociedad como un todo homogéneo que se sobreimprime a los individuos. En síntesis, Moscovici rechaza las versiones tanto psicológicas como sociológicas que escinden al individuo y a la sociedad, al pensamiento de la cultura, y recurre a la constitución social de la individualidad.

Más aún, este autor (Moscovici, 2001a) introduce el termino "social" justamente para diferenciar las RS que son específicas de los fenómenos sociales de los llamados objetivos (físicos, biológicos, etc.). Esto muestra que la pertenencia efectiva de los actores sociales a un grupo involucra los significados en los que creen y no habría una realidad social que se pueda diferenciar de ellos. En este sentido, las representaciones compartidas por los miembros de un grupo, institución, etc. expresan su identidad, su sentido de pertenencia, más que sus formas de organización real. Más puntualmente, las RS no son un concepto formulado para dar cuenta de lo que piensan los individuos, sino de las significaciones que mantienen unido a un grupo o sociedad y lleva a los individuos que lo componen a actuar de manera conjunta.

De esta manera, el fundador de la TRS intentó vincular las creencias sociales y la experiencia individual, dando primacía a las primeras sobre las segundas, dado que considera que ellas no pueden ser explicadas apelando a las leyes elementales del conocimiento individual, como podría ser el caso de percepciones sensoriales o facultades específicas (Moscovici 2001b). Los fenómenos sociales no pueden ser explicados apelando a procesos individuales, dado que ellos condicionan esos mismos procesos, es decir, las RS condicionan lo que la gente puede percibir y las inferencias que pueden hacer de sus experiencias, así como los tipos de argumentos y explicaciones que son aceptadas como válidas en una comunidad dada (ibid.). Además, para este autor las diferencias entre las representaciones individuales y las sociales son claras: las primeras son variables, dispersas y fragmentarias, mientras que las segundas son estables, impersonales y holísticas. Esta última característica refiere a que una RS no puede considerarse de manera aislada, sino como parte de un sistema -la cultura- que tiene prioridad sobre los elementos.

Desde la perspectiva cognitiva, dominante en el contexto histórico en el que Moscovici (1961) introduce el concepto de RS, la representación era considerada como un elemento interno de la organización cognitiva, es decir, como la construcción mental de un objeto externo. En cambio en la TRS las representaciones adquieren un sentido dinámico, este concepto refiere más a el proceso por el cual las representaciones son elaboradas que a las estructuras representacionales ya conformadas (Duveen, 2001). Para diferenciarse de la psicología cognitiva, Moscovici (1961, 2001a) enfatiza los aspectos colectivos de las RS, aclarando que estás surgen de procesos colectivos: "[...] el sentido común contemporáneo no es producido por individuos pensantes sino por sociedades pensantes en clubes, museos, bibliotecas públicas [...] Donde sea que la gente converse [...] intercambie opiniones, informaciones, experiencias [...]" (Moscovici, 2001a, p. 12). Las RS son producidas en la comunicación e interacción social al mismo tiempo que las posibilitan. Cuando algún hecho social nuevo produce una fisura en los significados disponibles en una cultura, los grupos producen RS para llenar ese vacío de sentido. De esta manera, su papel es dar una explicación a lo desconocido, brindando un código compartido sobre el que se sustenta las interacciones sociales en torno a ese objeto.

De este modo, la comunicación y la interacción social son inseparables de la conformación de la identidad social, ya que posibilitan la asunción activa de ésta última por parte de los individuos. Las RS combinan un conocimiento semántico y una creencia enraizada en la cultura junto con las prácticas en las que la gente vive, por ello se imponen a los individuos como lo real, como el mundo que los rodea.

El carácter dinámico de las RS se manifiesta en la caracterización de su función esencial: volver familiar un fenómeno extraño. Por ello, las RS se producen por la operatoria de los mecanismos colectivos de anclaje y objetivación. El primero consiste en reducir lo novedoso a categorías ya conocidas, significados disponibles en la cultura, y de este modo ubicarlo en un contexto familiar, haciendo posible su comparación e interpretación. El segundo consiste en volver concreto algo abstracto, haciéndolo parte de la realidad física, algo visible, tangible, que podemos controlar.

El objeto de estudio de la psicología social es el pensamiento de sentido común, dado que este es un objeto ubicado en la encrucijada entre lo social y lo psicológico. Por ello Moscovici no se ha dedicado a la tematización de los procesos involucrados en la apropiación de las RS, así como tampoco a la descripción de las funciones que desempeñan las RS a nivel individual Como puede verse, deja de lado las particularidades que adquieren las RS al ser apropiadas por los individuos, porque considera que ese es el objeto de estudio de la psicología del desarrollo, particularmente la perspectiva vigotskiana (Moscovici, 1990). Esta tiene a su cargo el estudio del modo en el que la internalización de la experiencia social conforma la conciencia individual aunándola con la de los otros y con la cultura. A pesar de la especificidad de sus objetos de estudio, ambas se ocupan del desarrollo de los conocimientos, como dos caras de una misma ciencia: una intenta resolver a nivel grupal aquello que la otra intenta resolver a nivel individual.

Es necesario enfatizar una diferencia esencial entre ambas disciplinas: la TRS supone una diversidad sin desarrollo y la psicología un desarrollo sin diversidad, es decir, la primera propone un desarrollo basado en la diversidad cultural e histórica y la segunda un patrón de desarrollo teleológico. Moscovici (ibid.) se basa en una investigación empírica (Emler, Ohana y Moscovici, 1987) para afirmar que los juicios morales corresponden a representaciones compartidas de las relaciones entre niños o entre niños y adultos. Eso es así, ya que las prescripciones acerca de lo que es malo y lo que es bueno son inculcadas por los adultos, los niños solo las redescubren y experimentan en las relaciones sociales que ellas mismas representan, mientras las evalúan y discuten con sus pares. De este modo, el desarrollo no es el resultado de un proceso cognitivo individual, sino que se trata de diferentes grados de apropiación de una categoría social como es la autonomía moral, un mejor manejo de aquello que la sociedad pone a disposición de los individuos, incluida la posibilidad de formular argumentos más complejos en la medida en que se accede a un mejor dominio de los usos del lenguaje.

Por lo tanto, para Moscovici habría apropiación de las RS, pero no estrictamente reconstrucción individual, porque cada sujeto no reelabora por su cuenta aquello que se apropia. Sin embargo, al dejar de lado la construcción individual, no elimina la individuación, porque ésta siempre es un camino de lo colectivo a lo individual.

Por otra parte, los distintos significados que la cultura pone a disposición de los sujetos -incluidas las RS- conviven en una polifasia cognitiva (Moscovici, 1961). Así, por ejemplo, para dar cuenta de un mismo fenómeno, los sujetos apelan tanto a creencias del sentido común, como a concepciones científicas. Este es el punto en el que Moscovici más se acerca al problema de la individuación, porque es el sujeto en relación con un contexto particular, quien recurre a un tipo de explicación u otro. Aunque cabe aclarar que no se trata de una decisión racional, sino de la adopción de una posibilidad u otra en función de un contexto específico. Pero, una vez más, deja de lado todo proceso reconstructivo individual: la reformulación de las RS no se lleva a cabo a nivel intra-personal, sino que depende de transformaciones históricas, de controversias sociales que conllevan a profundas transformaciones culturales (Moscovici, 1990).

 

Representaciones sociales y desarrollo cognitivo

La preocupación de Duveen (1994, 1997, 1998; Leman & Duveen, 1996; 1999) por estudiar la individuación de las RS ha permanecido constantes durante más de veinte años, al tratar cuidadosamente las relaciones entre la TRS y la psicología del desarrollo. Esta perspectiva, junto con su tesis de la relación entre RS e identidad social, nos permite esbozar las principales ideas del autor sobre el problema de la individuación. Sin duda, sigue las tesis propuestas por Moscovici respecto de las RS, pero su originalidad reside en su interés por la individuación, lo cual le permitió avanzar sobre aspectos que no habían sido abordados por la en la TRS

En primer lugar, ha establecido el concepto de ontogénesis (Duveen y Lloyd, 2003) para caracterizar el proceso por el cuál los niños y los adultos, en tanto actores de la sociedad pensante, acceden a las RS de su comunidad. Gracias a dicho proceso las RS: "[...] se activan psicológicamente en los individuos bajo la forma de identidades sociales [...]" (Duveen y Lloyd, 2003, p.36) Muy particularmente, en sus estudios sobre la conformación de las representaciones de género en los niños, ha mostrado la internalización de la identidad de género, como una construcción colectiva-histórica que posibilita que: "[...] (los niños) se encuentren en condiciones de participar en el orden social como un actor independiente. [...]" (Duveen y Lloyd, 2003, p. 62).

El estudio de la individuación involucra una articulación entre los niveles propuestos por Duveen: ontogenético, sociogenético y microgenético (ibid.). En este último, los individuos interactúan entre sí, debaten y resuelven conflictos de la actividad social, apelando a las RS pero muy especialmente construyéndolas a través de sucesivas interacciones. Para el autor, los procesos microgenéticos son: "[...] un verdadero motor para las transformaciones genéticas de las representaciones sociales" (ibid., p. 38), ya que de ellos derivan, en buena medida, los otros niveles de su génesis.

Según este autor (Duveen, 1997) cuándo un niño adquiere su identidad social vinculada a las RS de su grupo, lleva a cabo una actividad individual. Aquí se puede apreciar con mayor claridad la relevancia de las elaboraciones cognitivas en el desarrollo, particularmente en las situaciones de interacción social entre pares. Durante la apropiación de las RS tiene lugar un proceso de construcción individual; aunque las creencias que emergen durante su génesis son socioculturales, en el proceso de su apropiación o incluso durante su construcción microgenética, interviene la elaboración individual de las ideas. Es decir: "[...] el desarrollo cognitivo es un momento de relativa autonomía [...] Entre la "sociedad pensante" de los adultos y la emergencia del niño como actor social existe un proceso de construcción que merece ser atendido" (Duveen, 1997, p. 278).

En este sentido, el autor articula dinámicamente la apropiación de las RS y el desarrollo cognitivo, desde el punto de vista de un psicólogo social, de modo tal que el concepto de individuación refiera al proceso de construcción que lleva a cabo cada niño durante la internalización de las RS.

Por otra parte, cabe señalar que Duveen (1998) se diferencia de ciertos psicólogos neovigotskyanos que consideran al desarrollo como una simple adquisición por participación guiada, recordando que es un lugar de resistencia y de tensión. Así, en base a estudios empíricos (Abreu, 1993) muestra que el rechazo a la matemática escolar de un grupo de niños de una comunidad rural de Brasil, se explica porque sus RS sobre la vida familiar -y las identidades sociales asociadas ellas- entran en conflicto con otras RS que involucran la creencia en que las matemáticas los separan de su vida familiar. Para nuestro propósito, insistimos en que no se trata de un conflicto intrapsicológico, sino de una tensión entre creencias sociales de las que participa el individuo.

En un sentido semejante, y en oposición a los psicólogos cognitivos, la adquisición de las creencias sociales no se produce por asimilación de las RS a un aparato mental individual ya dado que las procesa (Pozo, 1998), por el contrario, los individuos son actores sociales que adoptan una identidad constituida por su relación con las RS. En ninguna instancia del proceso se postula un individuo separado de su identidad social o de su pertenencia a un grupo, aún durante la elaboración de las mismas.

En segundo lugar, Leman y Duveen (1996, 1999); Leman (1998) han puesto de relieve la intervención las interacciones sociales basadas en la identidad de género sobre los juicios morales infantiles, a propósito de situaciones problemáticas. Particularmente, se ocuparon del interjuego entre la autoridad de status, debida a las RS de género, y la autoridad epistémica, referida a la mayor racionalidad de los argumentos basados en la reciprocidad y el respeto mutuo. Los autores muestran que, cuando la autoridad epistémica es esgrimida por una niña cuyo pensamiento es autónomo, ante un varón heterónomo, es más difícil que éste acuerde con sus argumentos, en comparación con los casos donde los participantes eran del mismo género o la autoridad epistémica era representada por un varón ante una niña. Según estos resultados, Duveen y Leman infieren que la intervención de las RS en la resolución de problemas morales involucra aspectos del desarrollo cognoscitivo de los niños y niñas.

Finalmente, en contribuciones más recientes Duveen (Zittoun, Duveen, Gillespie, Ivinson & Psaltis, 2003) consideraron las interacciones de pares respecto del juicio moral y de la noción de conservación de la sustancia, identificando los estilos de argumentación -también entendidos como recursos simbólicos- que utilizan los niños para elaborar el problema planteado por el investigador. Así, señalaron que al afrontar una problemática de orden moral, las niñas apelan a argumentos de reciprocidad frente a los argumentos de heteronomía de los niños, quienes hacen valer su posición de género. Aquí, las RS suministran una orientación para que los sujetos interpreten la situación, les proveen "[...] un código para manejar la conducta de sus interacciones con otros niños" (Zittoun et al., p. 424). En estos estudios, las RS no operan respecto de un individuo que tiene que asumir en soledad un curso de acción, sino en situaciones microgenéticas de interacción entre pares: "[...] tales conductas podrían ser descritas en términos de posicionamiento en el nivel interpersonal" (p. 424).

Más aún, sus resultados (ibid.) muestran que en las situaciones de negociación para la solución de problemas, interviene un juego de restricciones, entendidas en los términos de condiciones limitantes y posibilitantes. Por un lado, los estilos de argumentación a los que apelan los sujetos están limitados por las RS de género, que marcan fuertemente lo que se puede pensar sobre los problemas que se enfrentan; por otro, la competencia de cada interlocutor, esto es, la habilidad de adoptar, por ejemplo, un punto de vista autónomo entre otros estilos argumentativos o recursos simbólicos. De nuevo, Duveen da un lugar al desarrollo cognitivo junto a las RS, en tanto restricciones a las interacciones sociales dirigidas a la resolución conjunta de problemas.

 

Representaciones sociales y decisiones individuales

Valsiner (2003a, 2003b) aborda las RS desde la perspectiva de la psicología cultural del desarrollo, ya que las considera como artefactos de mediación semiótica que regulan la conducta individual. Su teoría del enablement (posibilitamiento) describe la operatoria de las RS sobre las decisiones de los individuos para orientar el flujo de su experiencia en el mundo social. Más aún, según el autor, esta teoría es un comienzo para la construcción de un marco teórico que vincule la investigación empírica con supuestos generales de la TRS, ya que considera dinámicamente a las RS, centrándose en el proceso de representar con un propósito anticipatorio y adaptativo respecto del futuro.

Las creencias y el curso de acción individuales son regulados por los significados disponibles en el grupo al que pertenecen los individuos, lo que equivale a afirmar que éstos operan como restricciones (constraints). Es decir, las RS son formatos de atribución de sentido que pre-existen a los sujetos por ser creaciones culturales y posibilitan que las personas se guíen a si mismas en los encuentros futuros con su entorno, destacando algunas opciones y dejando de lado otras.

De modo central, toda RS se puede entender de dos maneras: por una parte, como el proceso de representar individualmente la propia relación con el mundo social mediante el uso de complejos de significados sociales. En este sentido, la microgénesis, en la perspectiva de Valsiner (2003a), es un proceso de regulación semiótica que opera en la toma de decisiones individuales para la acción o en la resolución de una tarea compleja. Por otra parte, toda RS puede ser entendida como un complejo de significados colectivos utilizado por las personas en los actos de representar socialmente. Esta diferenciación permite escindir el proceso de representar de su herramienta.

Para Valsiner (ibid.) las herramientas culturales -incluidas las RS- son vehículos que permiten a los individuos lidiar con la incertidumbre del futuro inmediato. Es inevitable representar el flujo de la existencia individual, porque no existe el presente, solo el pasado y el futuro, por lo cual la función de los signos es estabilizar este movimiento continuo. Así, las RS operan como herramientas que posibilitan una pre-adaptación a los eventos futuros, permiten una sensación de estabilidad al integrar las anticipaciones de posibilidades futuras y las memorias personales del pasado.

De esta manera, el proceso individual de representar socialmente permite guiar a las personas hacia el futuro a través de mediadores semióticos constituidos por complejos de significado con múltiples niveles. Sin embargo, para que pueda llevarse a cabo el proceso psicológico de otorgar significado a la experiencia vital, es necesario que existan límites sociales a las posibilidades de creación. En este sentido las RS restringen al pensamiento individual, porque los complejos de significados disponibles en una cultura otorgan una dirección para la construcción de interpretaciones individuales de los eventos de la vida social. Es decir, limitan el rango de posibilidades para construir el futuro suministrando el sustento básico desde el cuál emerge la representación social individual: la forma particular que adopta una RS en cada individuo. Además, cada persona comparte sus culturas o representaciones personales con otra, con respecto a demandas de un nuevo entorno, utilizando los procesos de externalización.

Por lo tanto, Valsiner (ibid.) afirma que la modalidad de investigación más adecuada para las RS consiste en situarlas en el interior del flujo intrasubjetivo de experiencia, diferenciándose de otros autores que las describen de una manera estática y como algo externo a la experiencia individual. Subraya que las RS se caracterizan por la constante innovación en la construcción de significados, las descripciones estáticas oscurecen su principal función: guiar el flujo del pensamiento o de la conciencia de los seres humanos.

Además las RS están organizadas de tal manera que relacionan núcleos abstractos de significado con amplios campos de experiencia, lo que puede generar tensión en el nivel de la experiencia inmediata. Por ejemplo, si uno de los núcleos constituye la noción de saludable y otro la de no saludable, una persona otorgará significados a los objetos comestibles basándose en una secuencia que lleva de un polo de sentido al otro. De este modo, guiará sus acciones a partir de un rango de significados creados en la actividad de dar sentido a objetos en situaciones concretas.

Según lo que hemos dicho, las acciones individuales están organizadas por una relación dialógica intraindividual entre dos núcleos dentro de una RS, los que se combinan y ponderan de acuerdo a la historia de cada persona o por los significados disponibles en su entorno cultural, por ejemplo una ideología. De este modo, se va constituyendo el proceso de representación personal del mundo social (individual representating). Así, Valsiner (ibid.) pretende transformar el círculo de explicaciones tautológicas entre RS y conducta individual en un modelo helicoidal de construcción irreversible de novedad posibilitado por una conjunción de distintas RS. La interpretación peculiar que hace Valsiner (2003a, 2003b; Valsiner & Van der Veer, 2000) interpreta de la TRS se pone de manifiesto en su concepción de los mecanismos de construcción de las RS, ya que los utiliza para referirse tanto a procesos colectivos como individuales. Así, la objetivación es entendida como el proceso por el cual las personas constituyen un bloque de significaciones para un hecho desconocido y lo colocan en el lugar de la realidad. Simultáneamente, el proceso de anclaje supone un sistema de pensamiento que opera como base para la asignación de un significado y la instrumentación del conocimiento. En palabras del autor: "A través de el anclaje y la objetivación, las personas crean sus universos psicomórficos y los coordinan mediante la comunicación con otros" (Valsiner, 2003a, p. 7.6). Probablemente, este modo de concebir la formación de las RS tiene que ver con que al considerar el proceso de representar individualmente, el autor se coloca en el contexto de la psicología del desarrollo.

Por otra parte, Valsiner afirma la posibilidad de que los individuos rechacen las RS sugeridas socialmente por medio de distintas modalidades de una relativa autonomía psicológica, esto es, pueden lidiar de diferente manera con la sugestión que ejerce la sociedad por medio de la resistencia, la aceptación, la neutralización, etc. Hasta llega a subrayar la autonomía individual, incluso bajo estrictas demandas institucionales, ya que el modo en el que se conforman las RS individuales depende fuertemente de la historia personal y los significados disponibles en cada entorno. Por lo dicho, las representaciones individuales del mundo social no surgirían únicamente como respuesta a la presión de la sociedad sobre los individuos, siempre habría un margen de elaboración personal.

 

Una comparación crítica

Llegados a este punto del trabajo, intentaremos establecer un diálogo entre las tesis de los tres autores considerados, a los de fines de esclarecer sus aportes a los problemas enunciados al inicio: ¿es posible estudiar la individuación de las RS desde el marco conceptual de la TRS? ¿Ello implica revisar los conceptos de la disciplina o proponer una actividad interdisciplinaria? Particularmente, nos interesa analizar críticamente si las elaboraciones teóricas disponibles son satisfactorias, cuáles son los supuestos que las han presidido y los interrogantes que se abren.

Sin duda, Moscovici estableció las bases para pensar la individuación, al postular que la psicología del desarrollo y la TRS son dos caras de la misma disciplina. Por una parte, postuló que las RS derivan de la interacción social y suministró las razones por las cuáles es imposible explicarlas desde la psicología individual; por la otra, vinculó a las creencias sociales con la experiencia individual, en contra del pensamiento escisionista. Sin embargo, no se ocupó específicamente de la individuación, probablemente debido a su énfasis en diferenciar a las RS de la idea de representación intraindividual, característica de la psicología cognitiva.

Por su parte, los trabajos de Duveen lograron precisar la dialéctica entre individuo y sociedad postulada por Moscovici, avanzando hacia una articulación dinámica entre la apropiación de las RS y el desarrollo cognitivo. En este sentido, este autor concibe la individuación como el proceso de construcción que lleva a cabo cada niño al constituir su identidad desde una posición social particular. Al describir el modo en que las RS son apropiadas por los individuos postula diferentes niveles para el estudio de la génesis de las RS: sociogénesis, ontogénesis y microgénesis, lo que es una significativa contribución para elucidar la peculiaridad de las relaciones entre RS e individuos.

Para subrayar las diferencias entre los enfoques de Moscovici y Duveen, evocamos el modo en que han abordado el estudio de los juicios morales. El primero se ocupó exclusivamente de ellos entendiéndolos como dependientes de las RS que se conforman en las diferentes relaciones institucionales de los niños con los adultos, mostrando su diversidad según la índole de tales relaciones. El segundo vinculó explícitamente a las RS con el desarrollo individual al indagar las interacciones entre pares, reinterpretando investigaciones provenientes de la psicología del desarrollo con los procedimientos y el aparato teórico de la TRS. Así, su tesis central es que los argumentos morales utilizados en las negociaciones entre pares dependen conjuntamente de los estilos de argumentación que son recursos culturales, de las RS de género y de las competencias desarrolladas por cada individuo.

Sin embargo, a pesar de sus avances en la interpretación de los proceso de individuación, Duveen no alcanza a dar cuenta suficientemente de la dinámica de la internalización de las RS por los niños y decididamente no se coloca en su punto de vista, como lo hace la psicología del desarrollo. Aún siguen en pie algunos interrogantes: ¿cuál es el grado de libertad que tiene alguien que se apropia de una RS? ¿cómo intervienen sobre las acciones que emprenden los individuos para resolver problemas en su existencia cotidiana?

En este sentido, hay que valorar positivamente a la teoría del enablement de Valsiner, dado que modifica significativamente la manera convencional en que los psicólogos sociales han tratado lo intrasubjetivo, colocando el centro de su análisis en los procesos que permiten a un individuo utilizar las RS para anticipar sus experiencias. Más allá de las críticas efectuadas por los psicólogos sociales (Nebe, 2003; Wagner, 2003; entre otros) no es poca cosa haber mostrado de modo convincente que una caracterización estática de las RS impide indagar adecuadamente su vinculación con los procesos intrasubjetivos. Sobre todo, su mérito es haber llamado la atención sobre cómo los individuos construyen sus propias representaciones, posibilitadas por las RS disponibles en su cultura, poniendo en evidencia los procesos que orientan el flujo irrepetible de la experiencia individual. De este modo, ha buscado establecer cómo las RS se transforman a nivel intraindividual.

Con todo, es necesario señalar que en su intento de vincular las RS con el flujo individual de la experiencia, el autor ha modificado algunos de los significados que confieren identidad al concepto en la TRS: por un lado, Valsiner no mantiene el equilibrio dinámico postulado por los psicólogos sociales entre los procesos de génesis social de las RS y la construcción individual de representaciones. Al interpretar las RS como instrumentos culturales da lugar a una cierta circularidad, ya que a través del proceso individual de representar socialmente se crean las RS, las que a su vez son un instrumento para crear las mediaciones entre pasado y futuro (Nebe, 2003). Por el otro lado, interpreta a los mecanismos de objetivación y anclaje en términos intrapsicológicos. Finalmente, al considerar las estrechas relaciones entre la representación social individual y los comportamientos individuales, Valsiner parece desconocer que para los psicólogos sociales las RS pueden constituir un puente desde el pasado al futuro únicamente si se las trata como producciones sociales (Bertacco, 2003; Nebe, 2003; Wagner, 2003).

Es probable que la intervención de "lo social" en el enfoque de Valsiner quiera decir que las herramientas socio culturales utilizadas en distintos contextos conducen a diferencias en el desarrollo de las funciones psicológicas. De cualquier modo, resulta notorio su distanciamiento de la propuesta de Moscovici, sobre todo al introducir la distinción entre las RS y el proceso individual de representar lo social, por el cuál emerge la representación social individual, es decir, la forma particular que adopta una RS en cada individuo. Por el contrario, si nos atenemos a las ideas de Moscovici, hay que considerar a las RS como un producto del pensar social, por lo que resulta difícil aceptar la noción de una representación social individual. Esta última parece introducir modificaciones en la TRS porque se apela a un término nuevo, lo que a su vez plantea la cuestión de su consistencia con el corpus teórico.

Respecto de las diferencias de ideas entre Valsiner y Duveen, cuando el primero habla del proceso de toma de decisiones y estabilización del futuro posibilitado por las RS, se está refiriendo estrictamente a decisiones tomadas intrasubjetivamente; en cambio, para Duveen se trata siempre de la puesta en acto de la identidad de un grupo a propósito de un problema, en una situación de interacción entre pares, dentro de la cual hay un cierto espacio para actividades de elaboración conceptual individual.

Lo dicho nos lleva a otra diferencia importante entre los autores: el modo en que conciben la microgénesis. Valsiner usa este término en un sentido ligado al enfoque vigotskyano para referirse al proceso de construcción de una representación individual, como resultado del diálogo entre distintas RS a nivel intraindividual; por su parte, Duveen lo entiende como la construcción de las RS mediante el diálogo intersubjetivo, sea en una mesa de café o en una institución.

De modo semejante, la postulación de Valsiner de un diálogo entre las RS heterogéneas por parte del individuo, se contrapone con la tesis de la controversia social, sostenida por los psicólogos sociales como motor de las transformaciones de las RS (Moscovici, 2001b; Wagner, 2003). Es una cuestión muy interesante, porque según la TRS, solo ocasionalmente se da la existencia conjunta de dos RS opuestas -como entre salud/no salud- y raramente llegan a intervenir en la adaptación personal a un medio social o se organizan en complejos que puedan comunicarse a través de las personas y las generaciones, como piensa Valsiner. La diferencia entre las categorías de controversia social y dialogo intrapersonal es importante, para pensar los modos diferentes en que los autores interpretan la individuación de las RS.

El problema reside en que Valsiner centralmente ha formulado el concepto de RS individual, y concibe al hecho de compartirlas interindividualmente como ulterior a que los individuos hayan conformado sus RS. Más aún, la propia génesis de las RS individuales no es un proceso relacional interindividual o intergrupo, más bien es un proceso que involucra el uso de signos socio-culturales por los individuos.

En cambio, la TRS entiende que la construcción de las RS no tiene que ver con motivos e intereses personales originales, sino que se fabrican socialmente. A modo de ejemplo, se podría mencionar que aún cuándo los individuos de determinada época dudaran de la brujería, dicha duda no dejaría de estar marcada por la brujería en tanto una RS construida en esa cultura. En todo caso, no existe una creencia individual antes de ser socialmente producida (Wagner, 2003). Es necesario reconocer que se modifica sustancialmente la TRS cuándo Valsiner cambia el enfoque hacia una perspectiva más psicológica e individual que privilegia el flujo de la experiencia en un aquí y ahora, un plano intrapsicológico desde dónde se comparten experiencias con el mundo cultural de otros.

Finalmente, habría que pensar cuánto ha influido en la versión de Valsiner su propio enfoque de psicólogo del desarrollo que concibe a las RS como un artefacto cultural. Al parecer, ello le quita un rasgo esencial a las RS tal como son definidas en la TRS: expresan la pertenencia social de los individuos, constituyendo su identidad social. A este respecto nos permitimos evocar la crítica del mismo Duveen (1997) a la versión de la cultura como un artefacto constituido por signos en Vigotsky, aplicable quizás a Valsiner. Básicamente, dicha versión es algo simplista y homogeneizante, justamente porque deja de lado las diferencias en los valores derivadas de la pertenencia grupal de los individuos, el poder y los conflictos sociales. En las tesis de Valsiner las RS aparecen como instrumentos a ser internalizados o utilizados en la vida psicológica individual. En cambio, en la TRS, si hemos entendido bien, lo que hace cada individuo en su actividad de enfrentar situaciones sociales no resulta primordialmente de una elección personal entre instrumentos culturales. Más bien, deriva de una identidad social originada en la cultura que se le impone a través de las RS, orientando el curso de sus acciones.

 

Conclusiones

La discusión que presentamos se ha desarrollado en dos niveles: por una parte, el correspondiente a la teoría psicológica de la individuación y, por otra, el referido a la problemática propiamente epistemológica, aunque a lo largo de nuestros comentarios ambas no siempre han sido distinguidas explícitamente. En este punto nos ocuparemos de las consecuencias que derivan de cada uno de ellos, a los fines de sugerir un horizonte posible para el desarrollo de investigaciones futuras.

En primer lugar, los psicólogos sociales que se han ocupado del problema de la individuación no han podido dar cuenta acabadamente del proceso implicado, como es el caso de Duveen, quien recurre a la terminología y la metodología propia de la psicología del desarrollo para establecer cómo los sujetos construyen su identidad social y de qué modo ésta restringe, a su vez, el desarrollo cognitivo. A pesar de sus avances, en comparación con los trabajos de Moscovici, continua abierta la problemática referida a la dinámica por la individuo hace suya una RS. La mayor dificultad quizás resida en que es algo extraño para la TRS interrogarse por un objeto de estudio intraindiviual, como sería el caso del mecanismo de individuación, ya que sus objetos a indagar son pensados siempre en una relación dialógica con un otro.

Por otra parte, Valsiner se ocupa de la génesis individual de las RS, pero cambia el significado de algunos términos, adoptando las caracterizaciones conceptuales de modo afín a los propios de la psicología cultural, como por ejemplo: microgénesis, objetivación, anclaje. Incluso llega a postular la existencia de RS individuales que no están contempladas en la TRS. Nos parece una cuestión a debatir si este nuevo concepto y los cambios de significación mencionados son compatibles con los originados en la TRS. Hasta cabría preguntarse si dichas modificaciones son posibles de evitar o si son propias del modo en el que un psicólogo del desarrollo examina desde su propia perspectiva disciplinar la TRS.

Más aún, Valsiner recurre a conceptos propios de la psicología cultural que son relativamente extraños a la TRS, como es el caso de: las herramientas culturales, la regulación individual del flujo de la experiencia o del flujo del tiempo. No estamos afirmando que los conceptos que introduce sean incompatibles con ella, solamente advertimos sobre la necesidad de incluir una reflexión respecto de la condiciones a satisfacer para que ellos sean utilizados al explicar el proceso de individuación. Curiosamente, llama la atención que justamente Valsiner, quién ha dedicado gran parte de su obra a la revisión crítica de los conceptos propios de la psicología del desarrollo, haya introducido éstos conceptos sin un análisis explícito de los mismos.

Se podría pensar que una importación conceptual quita la especificidad que tenían los conceptos en la psicología social al pasar a una perspectiva centrada en dar cuenta del uso individual de las RS. Quizás, el espacio de problemas en que se mueven los psicólogos sociales y los del desarrollo no permite producir elaboraciones que puedan entrecruzarse. En otras palabras, el esfuerzo de pensar la individuación implica dificultades inevitables para quien no es un psicólogo social y se aparta del marco de problemas y recursos de esa disciplina. Algo simétrico sucede cuándo un psicólogo social trata de establecer la vinculación desde su disciplina con la actividad individual. Sin embargo, tanto Valsiner como Duveen parecen ser en algunos aspectos una excepción, al menos por el cuidado epistemológico con que tratan a las otras disciplinas.

Finalmente, aunque los psicólogos se muevan en diferentes espacios problemáticos, es posible que puedan compartir un mismo marco epistémico. Efectivamente, en el caso de nuestros autores tienen en común la suposición ontológica de la articulación dialéctica entre individuo y sociedad, entre génesis de las RS y su apropiación individual, entre procesos inter e intrasubjetivos. Dicho marco epistémico relacional permite que cada disciplina psicológica pueda centrarse en algunos aspectos sin dejar de reconocer sus interconexiones con otros, incluso puede dar lugar a sesgos en la interpretación de los conceptos. Esto es, se abre un campo de colaboración intelectual, pero desde la especificidad de cada enfoque, lo que daría otro sentido al diálogo para intentar resolver un problema que no es patrimonio excluyente de una disciplina (García, 2002). Abogamos por un trabajo interdisciplinario, ya que el objeto de estudio no puede ser abordado ni por la psicología social ni por la psicología cultural de manera independiente, sin arriesgarse en alguna forma de reduccionismo.

No estamos proponiendo una integración ecléctica de las disciplinas, sino que es necesario llevar a cabo estudios que den cuenta de la complejidad de la temática de la individuación, dado que supone un sistema de interacciones entre cultura y actividad personal, cuyos componentes tendrían que ser interdefinidos. Habría que establecer cómo unos influyen sobre el funcionamiento de los otros, para lo cuál se debería proceder a una caracterización provisoria de la totalidad relacional que constituye al proceso de individuación, comenzando por un trabajo crítico de los psicólogos de las diferentes disciplinas sobre sus propios conceptos y sus relaciones con los provenientes de otras involucradas.

El diálogo entre las disciplinas, específicamente la TRS y las psicologías cultural y constructivista del desarrollo, hace posible una ampliación y revisión de la elucidación conceptual alcanzada por cada una de ellas de manera independiente. Más aún, debe conducir al emprendimiento de investigaciones empíricas conjuntas, lo que constituiría, en el largo plazo, un camino adecuado para construir explicaciones plausibles para la individuación. De todos modos, la discusión desarrollada aquí no pretende ser concluyente, más bien muestra las dificultades en la teorización de un concepto asociadas a las diferencias de enfoques de las disciplinas involucradas.

 

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1 Esta investigación se enmarca en el proyecto UBACYT P067: Problemas teóricos a partir de investigaciones empíricas sobre conocimientos sociales. Dr. Dr. J. A. Castorina. Asimismo ha sido posible gracias a la colaboración del proyecto ANCPYCT 2005 -34778: Proceso de cambio conceptual en el conocimiento social e histórico de los niños, adolescentes y jóvenes: aspectos cognitivos y didácticos. Director: Dr. M. Carretero.

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