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Construção psicopedagógica

versão impressa ISSN 1415-6954

Constr. psicopedag. vol.21 no.22 São Paulo  2013

 

Entrevista

 

 

A revista Construção Psicopedagógica, por ter como um dos objetivos manter um diálogo constante entre pesquisadores e profissionais do Brasil e de outros países, comprometidos com a educação  e a aprendizagem em suas realidades, apresenta a seguir  duas entrevistas. A primeira com Carlos Pedro Cláver Yoba, Doutor em Ciências Pedagógicas. Mestre em Educação. Licenciado em Psicologia. Pró-Reitor para Cooperação da Universidade Lueji A´Nkonde - Angola e a segunda com Prof. Janicce Martinez Richard, da Universidade Simón Bolívar, na Venezuela

Entrevista com Prof. Carlos Yoba:

1-Frente  a realidade educacional de Angola, o que considerar sobre a formação do educador e/ou da psicopedagogia?

Prof. Carlos Yoba: No concreto em Angola, o educador é um individualidade importante na transmissão de conhecimentos, experiências e vivências para toda a comunidade. Neste sentido, esse educador merece um tratamento adequado e cuidado na sua formação e profissionalização. Este processo só pode ser realizado com base nos preceitos da psicopedagogia bem organizados e sistematizados.

2- Quais são os desafios enfrentados hoje no seu país, pelos profissionais da educação e pelas famílias, do ponto de vista da aprendizagem escolar?

Prof. Carlos Yoba: O processo de aprendizagem escolar em Angola é considerado como actual e de grande importância. Durante o mesmo, o educador pode modoficar e influencar positivamente o comportamento dos alunos assim como as suas atitudes. Os profissionais da educação conjuntamente com as famílias têm esse processo como um desafio social cujo desfecho favorável beneficia claramente o desenvolvimento da sociedade angolana.

3- Que projetos psicopedagógicos se destacam no momento com relação à inclusão?

Prof. Carlos Yoba: O conceito inclusão no nosso país está virado a amplitude de oportunidades para todos os cidadãos sem qualquer tipo de preconceitos. Os jovens, as crianças e adultos com necessidades educativas especiais merecem uma atenção como consequência do seu estado físico mas participam em igualdade de circunstâncias com os demais, embora se criem condições especiais de acesso aos edifícios e um conjunto de instrumentos para facilitar a sua aprendizagem.

4- O que considerar sobre a formação acadêmica, tendo em vista o apoio aos projetos sociais nas áreas da  educação  e da  saude ?

Prof. Carlos Yoba: A formação académica em Angola é considerada como um meio de deferenciação profissional do cidadão. Os projectos são comcebidos de modo integral e a sua execução merece um acompanhamento pelas estruturas competentes tanto no campo da saúde como da educação.

5- O que mais poderia apresentar em relação aos problemas e medidas educativas e que conexões ou trocas vislumbra entre Angola e Brasil?

Prof. Carlos Yoba: A concepção das medidas e grandes projectos educativos são da responsabilidade do executivo angolano, tendo sua prossecussão da responsabilidade dos técnicos preparados para o efeito. Com o Brasil, Angola tem muitos acordos no campo da educação nos diferentes níveis. No caso das universidades, meu campo de actuação, temos acordos com a USP para a formação e superação dos docentes universitários. A realização prática desses acordos resumem-se na formação de mestres, doutores e estagios dos estudantes tanto em Angola como no Brasil.

Prof. Dr. Carlos Pedro Cláver Yoba -caryoba@yahoo.com Universidade Lueji A´Nkonde, Angola

Entrevista com Janicce Martinez Richard:

1) Según la realidad educacional de Venezuela, ¿qué se puede tener en cuenta acerca de la formación del educador y/o de la psicopedagogía?

Profa Janicce Richard: Sobre todo, preciso aclarar al lector que mis puntos de vista no se pueden apartar de la formación psicosocial que me atraviesa y será desde allí que me atreva a formular algunas consideraciones de aquí en adelante.

Su pregunta me sugiere de inmediato un asunto crucial, válido no exclusivamente para el contexto venezolano sino para alguno más general, me refiero al papel socializador y socializante del docente, en cualquiera de las etapas de la escolaridad, cuando digo esto me estoy centrando específicamente en el poder que le confiere el uso de la palabra para presentar el mundo, esto es, para postular formas de comprender y hacer comprensible la realidad. En las primeras etapas, los períodos iniciales de la socialización secundaria, son los agentes activos de la escuela quienes continúan la labor de aprender a llamar a las cosas, de conferirles existencia simbólica, recuerdo a modo de ejemplo la situación que sigue: un niño de 7 años me dice "hoy vi en el parque a un vago", le contesto "y qué es un vago", repone él "¿no lo sabes?, alguien que no tiene dinero, ni casa, ni nada", agrego yo "y cómo sabes eso", él sigue "me lo dijo X" (X: un joven de 23 años que se encuentra en la fiesta que se celebra en el parque). No puedo evitar pensar cómo vamos adoptando una visión del mundo conforme nuestros mayores nos ofrecen sus versiones de éste y lo que sucede va mucho más allá de ampliar y extender el vocabulario, de entrar en la lengua y refinar sus usos, lo que sucede pasa por el universo de los significados (que no las acepciones, a secas), pasa por aquello que corresponde a la concepción de la realidad que guiará, lo queramos o no, formas de vida, apreciaciones sobre el otro, etc. La función docente es, en este sentido, doblemente delicada pues ya se ha depositado en ella actividad instruccional y responsabilidad (per)formativa, así todo aquello que se desprende del ámbito de la instrucción y la formación se hallará indisolublemente ligado al manejo que aquel adulto a cargo de la educación de la niñez y/o adolescencia y/o la adultez joven despliegue; se cruzan así el rol esperado (del docente) con su condición de autoridad y, por tanto, figura a la que se suele seguir en su orientación. Si nos fijamos bien, se trata de una inmensa tarea con efectos que no deberían desconocerse o despreciarse, sino al contrario ponerse en un primer plano para que el educador o la educadora contacten de cerca con tal encargo. El docente no sólo maneja, de modo constante, contenidos programáticos, maneja todo el tiempo la fuerza del discurso que tensiona la relación saber-poder y, de manera más simple, implica sus miradas del mundo sobre aquellos a quienes se dirige, de ahí que en la medida que el o la estudiante esté en fases tempranas del aprendizaje la influencia será más que decisiva, si bien no menos importante en etapas posteriores. Pensemos, sólo a modo de ejercicio, en el caso del niño de 7 años mencionado antes: cómo influye sobre él la versión que le ofrezcamos ante los sucesos del mundo, sobre todo, los más cotidianos cuya operatividad se torna habitual sin mayores advertencias, pensemos por un momento, en qué cambia un ser humano su relación con otro si en vez de entenderlo en razón de estigmas lo comprende en virtud de los factores ulteriores que dan respuesta a su condición de indigencia, focalizándonos en el ejemplo ofrecido antes. Para un niño de 7 o menos años no es imposible entrar en otro orden de razones, porque si es capaz de asimilar el estigma también lo es de registros contrarios a éste, el adulto sabe bien cómo explicar al niño lo que quiere o necesita que éste entienda; asimismo, imaginemos por un instante el efecto multiplicador del empleo de retóricas (en el sentido de M. Billig) del respeto y no del menosprecio, sólo como una de las diversas variantes posibles. Huelga decir que docentes de cualquier nivel de educación juegan en ello un papel indiscutible de posibilidades de cambio.

2) ¿Qué se debe tener en cuenta en la formación académica, con el fin de apoyar proyectos sociales en las áreas de la educación y la salud?

Profa Janicce Richard: Me permitiré responder bajo la influencia de un sesgo: educación y salud mental, tema que suele ser opacado por las demás urgencias del área de la salud. Representa un reto plantearse proyectos o planes que embarquen la educación y la salud, sobre todo, la salud mental. Un reto porque el modelo de salud que suele operar en nuestros contextos responden al par salud-enfermedad y en correspondencia al patrón curativo antes que preventivo, si bien es bastante lo que está pendiente, en el último medio siglo las conquistas de la medicina preventiva han sido considerables. La formación académica de cara a fomentar y estimular programas que vinculen con la salud mental está en condiciones de moverse a niveles micro, capaces de plantar cara ante situaciones puntuales que demandan inmediata resolución, breve abordaje o, mejor aún, conciencia sostenida en el tiempo, justamente en este punto la combinación de la educación y de la salud como sectores estratégicos de las actividades de todos los días puede presentar alcances significativos: si se educa para la prevención, si se educa para la conservación del medioambiente, si se educa para salud los efectos pueden presumirse fácilmente. Ahora bien, nuestras realidades cotidianas y, en el caso venezolano, con marcado acento urbano sobre el rural, estas buenas intenciones chocan con ritmos muy acelerados de la vida corriente, choca con situaciones imponderables, choca con demandas de todo tipo cuya atención suele quedar cuesta arriba, en fin, importante se torna en este escenario poder intervenir también sobre aquellos elementos que contrarían los propósitos de contenidos programáticos de carácter educativo a favor de la calidad de vida con especial referencia al área de la salud mental, entre otras cosas, porque en este aspecto los espacios activos de la educación no se presentan como alternativa a no ser en áreas exclusivas y especializadas para ello. Educar desde los primeros años con una agenda pensada desde la salud mental, el bienestar psíquico y psicológico, calidad de vida en los órdenes del afecto y las emociones, es un paso contundente no obstante con tendencia a postergarse o verlo como una suerte de utopía. He allí el reto, reto que en sí mismo deja saber lo lejos que estamos de una educación sensible (en el sentido de M. Maffesoli). La formación académica, si nos fijamos bien, no puede apartarse de los contextos sociales en donde tiene lugar y que le ofrecen desafíos fundamentales, lo que solemos olvidar o poner en un segundo plano es que uno de esos desafíos es precisamente la racionalidad que domina las esferas de la docencia (en todos sus niveles) y de la investigación, por lo común fundada dicha racionalidad en el alejamiento de lo sensible sobre lo efectivo. Y aquí hay que señalar que plantear un balance entre sensibilidad y efectividad, no puede ni debe confundirse con una merma en la calidad de la enseñanza, más bien al contrario, lo cual se agrega a la lista de desafíos que hay que afrontar todos los días, pues impartir conocimiento es un acto reflexivo y constructivo sin fin.

3) Su artículo anterior nos revela planteamientos significativos acerca de la orientación a los padres. ¿Qué se podría añadir sobre la expansión de proyectos con foco en la orientación familiar?

Profa Janicce Richard: En aquel artículo, sobre todo, aspiro llamar la atención del adulto que frente al niño se ve, a veces sin querer o a veces con todo propósito (caso de madres y padres o de educadores y educadoras) a cargo de tareas de orientación, de formación, de instrucción (en órdenes diversos). La familia y la escuela, así como el resto de los espacios que completan la socialización y la educación formal, son fuente fundamental de abono para generar niños y niñas más sanos, física y emocionalmente. En este punto solemos considerar que el bienestar sirve a los fines del cuerpo y sus extensiones materiales, pero dejamos de ver el potente efecto que tiene la participación de prácticas adecuadas en la convivencia y es ahí donde rescato parte del contenido de aquel artículo, me refiero al papel distintivo y de relieve que ocupan los "buenos tratos" en toda relación. Su pregunta me invita a plantear cómo desde los espacios de la academia podemos dejar aportes sustantivos a padres y adultos a cargo de miembros más chicos o, en definitiva, cómo incidir sobre las familias para que el asunto de enseñar, educar, formar se convierta en una práctica exenta de violencia. Nuestras ciudades y demás entornos no escapan, lamentablemente, a los estragos de aquélla así, en distintos órdenes, circula sin contemplaciones por todos los espacios de la vida cotidiana, luego encontramos manifestaciones individuales, colectivas e institucionales de violencia; en esa línea, me gustaría llamar la atención y lo hago de conformidad con A. Miller, quien en no poca de su literatura ha puesto la lupa en la cuestión de las prácticas subterráneas del maltrato sufrido por niños y niñas (o aún mayores) a manos de adultos que no han aprendido a relacionarse de otra manera; yendo más lejos, advierte que corrientes muy poderosas de la vida social propician la justificación de dichas prácticas, con lo cual quedan absueltas de la sola posibilidad de ponerlas en cuestión. Usted me permite asomar una propuesta: tenemos algunas opciones significativas, en la escuela o en áreas muy activas a nivel colectivo (que cobran diversidad según cada territorio de socialización, así como barrios o urbanizaciones en las cuales se divulgue) de hacer conocer contenidos de esta naturaleza, porque no poca es la gama de madres, padres, etc., que ignoran que se encuentran funcionando bajo un modelo de relación cuya capacidad destructiva es muy alta e ignoran, asimismo, el daño que hacen a sus hijos de por vida. Se trataría de planes de difusión de información clave para toda familia, pues la violencia (manifiesta o no) es un asunto que recorre, mucho más de lo que suponemos, al entorno parento-filial sin distingos.

4) ¿Qué más se podría presentar o discutir acerca de los problemas y medidas educativas? Y ¿qué conexiones o intercambios ve entre Venezuela y Brasil?

Profa Janicce Richard: Es una pregunta fascinante y abierta, en lo relativo a las posibilidades de intercambio entre nuestros países. Las comunidades académicas de ambos, no me cabe duda, se encuentran preocupadas y sensibilizadas por asuntos y situaciones afines. Hay tantos desafíos por delante que nos vinculan, por ejemplo, pienso en los retos que supone para Brasil, país de vasto territorio y población, afrontar su condición de economía emergente de cara a logros cada vez más equitativos en materia de educación; en el caso venezolano, aún en una etapa temprana de programas sociales para masificar todavía más la educación, afronta por ahora la cuestión de superar los índices del cuántos ante los índices del cómo, es decir, cantidad en detrimento de calidad. Cuestión nada sencilla y que nos obliga a todos a involucrarnos para que cuánto y cómo se reclamen mutuamente y ninguno de ambos índices haga perder de vista al otro. Aunque no sólo las tareas pendientes deben invitarnos a discutir materias de interés común, también las conquistas que en diversas áreas del mundo de la enseñanza, el aprendizaje, la educación y la esfera Psi, en todo un amplio espectro, seguramente nos ofrecen ocasiones valiosas de interlocución.

 

Janicce Martínez Richard
Universidad Simón Bolívar / usb.ve / janmartinez@usb.ve