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Boletim - Academia Paulista de Psicologia

Print version ISSN 1415-711X

Bol. - Acad. Paul. Psicol. vol.36 no.90 São Paulo Jan. 2016

 

TEORÍAS, INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS DE CASOS

 

 

¿Familia y bienestar? Explorando la relación entre estructura familiar y satisfacción con la vida personal de las familias

 

Family and welfare? Exploring the relationship between family structure and satisfaction with the personal life of the families

 

Família e bem-estar? Explorando a relação entre a estrutura familiar e a satisfação com a vida pessoal das famílias

 

 

Rodolfo J. Castro Salinas1; Gustavo Riesco Lind2; Ronal Arela Bobadilla3

 

 


RESUMEN

El presente estudio pretende mostrar la relación de la estructura familiar con la generación de satisfacción reportada por las familias en Arequipa metropolitana, mediante la aplicación de un modelo predictivo. Para ello, se realizó un muestreo probabilístico, aplicándose una encuesta a 800 núcleos familiares (incluyendo parejas casadas y parejas convivientes, con o sin hijos menores de 18 años, y personas sin pareja con hijos menores de 18 años) y recogiéndose percepciones con relación a la satisfacción con la pareja, la satisfacción con los hijos y la satisfacción laboral. Se recurrió a técnicas de regresión para analizar el posible efecto de la estructura familiar en los indicadores en mención. Los resultados sugieren que la satisfacción con la pareja, con los hijos y laboral es significativamente superior en estructuras familiares constituidas por matrimonios en comparación con las estructuras provenientes de uniones libres o convivencias. El nivel socioeconómico y el grado de instrucción también se asocian con una mayor satisfacción reportada.

Palabras clave: Estructura familiar, demografía, satisfacción, matrimonio, convivencia, monoparentalidad.


ABSTRACT

This study aims to present the relationship of the family structure with the creation of satisfaction reported by families in the Arequipa metropolitan area, by applying a predictive model. For this purpose, a probabilistic sampling was carried out by applying a survey to 800 families (including legalized stable marriages and stable unions with or without children under 18, and single people with children under 18 years), and perceptions were collected regarding partner satisfaction, satisfaction with their children and job satisfaction. Regression statistical techniques were applied to analyze the possible effect of family structure on the indicators in question. The results suggest that satisfaction with the partner, children and the work is significantly higher in family with structures established at weddings, compared to stable union structures. The socioeconomic status and educational level are also associated with greater satisfaction.

Keywords: Family structure, satisfaction, marriage, cohabitation, single parent.


RESUMO

O presente estudo tem como objetivo mostrar a relação da estrutura familiar com a geração de satisfação relatado por famílias na região de Arequipa metropolitana, através da aplicação de um modelo preditivo. Para este efeito, uma amostragem probabilística foi realizada, aplicando-se um levantamento de 800 famílias (incluindo uniões estáveis legalizadas e uniões estáveis) com ou sem filhos menores de 18 anos, e pessoas solteiras com filhos menores de 18 anos) foram recolhidas percepções sobre satisfação do parceiro, satisfação com crianças e satisfação no trabalho. Foram aplicadas técnicas estatísticas de regressão para analisar o possível efeito da estrutura familiar nos indicadores em questão. Os resultados sugerem que a satisfação com o parceiro, com os filhos e com o trabalho é significativamente maior em estruturas familiares constituídas em casamentos em comparação com estruturas de uniões estáveis. O nível socioeconômico e o nível educacional também estão associados a uma maior satisfação.

Palavras-chave: estrutura familiar, a demografia, a satisfação, o casamento, a coabitação, monoparentalidade.


 

 

Introducción

Una de las características de las sociedades contemporáneas es el cambio significativo de las estructuras de organización de las familias, realidad compleja que viene originando un nuevo escenario sociocultural en muchas naciones. Estas tendencias demográficas no deben limitarse a datos numéricos poco precisos o aislados de la realidad (Dumont, 2004). Se requiere una aproximación multidisciplinar que observe los actuales comportamientos de un modo holístico y con rigor académico.

Algunos de los rasgos más visibles de este nuevo escenario son el aumento de la tasa de divorcio, la aceptación masiva de la unión libre o convivencia y la disminución en la tasa de nupcialidad. En la Comunidad Europea (UE-27), por ejemplo, en el año 2010, por cada 1000 habitantes se registraron 4.4 matrimonios y 1.9 divorcios; es decir, se celebraron 2.2 millones de matrimonios y ocurrieron alrededor de 1 millón de divorcios. Al mismo tiempo, la tasa bruta de matrimonios, entre 1970 y 2010, descendió de 7.9 a 4.4 matrimonios por cada 1000 habitantes; en el mismo periodo, la tasa bruta de divorcios se incrementó de 1.0 a 1.9 divorcios por cada 1000 habitantes.

En el año 2002, el promedio de hijos por mujer en la Comunidad Europea fue de 1.47, registrándose también situaciones extremas, como la de España, con 1.25 hijos por mujer. El descenso de la fecundidad lleva a proyectar una importante contracción en la población. Por ejemplo, según proyecciones del World Population Data Sheet (2000), entre 2000 y 2025 la población de Italia descendería de 57.8 millones a 52.4 millones de habitantes. De continuar el descenso poblacional, al año 2050, Italia estaría perdiendo el 27% de su población. En el Perú, actualmente se registra una tasa de natalidad de 2.6 niños por mujer (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2013); sin embargo, las proyecciones del INEI (2001) señalan que, al año 2022, se alcanzarían los niveles de reposición (2.1 hijos por mujer), afectando seriamente el recambio generacional necesario para que una sociedad subsista en el tiempo.

Asimismo, el porcentaje de nacimientos que se producen fuera del matrimonio se ha venido incrementado notablemente. Según información publicada por la Dirección General de la Comisión Europea, institución encargada de proporcionar información estadística actualizada de los países miembros de la Comunidad Europea, este comportamiento se ha extendido aceleradamente, sobre todo en los países nórdicos: en Islandia, por cada 100 nacimientos, 64.3 se producen fuera del matrimonio; en Noruega, 54.8; en Suecia, 54.3; en Dinamarca, 47.3; y en Finlandia, 41.1. Y entre 1960 y el 2010, Noruega, por ejemplo, pasó de 3.7% de niños nacidos fuera del matrimonio a 54.8%. Este comportamiento no es exclusivo de los países nórdicos. En la Comunidad Europea en su conjunto, con datos de 2011, se observa que, por cada 100 niños nacidos vivos, 37 nacieron fuera del matrimonio (Eurostat, 2011). El nuevo ambiente sociocultural ha posibilitado la aparición de pensadores como Ulrich Beck o Elisabeth Beck-Gernsheim, quienes afirman que estos nuevos tiempos son cada vez más complejos, prácticos e impermanentes, llegando a cuestionar la relevancia de la familia tradicional, proponiendo nuevos modelos o formas de convivencia y relegándola a la esfera privado (Harris, 1986).

La estructura familiar claramente predominante hasta el siglo XX se basaba en el matrimonio (Burgos, 2004); esta realidad ha variado significativamente y lo que hoy observamos en la mayoría de los países, según el World Population Data Sheet (2000) y el World Family Map (Lippman & Wilcox, 2013), es una enorme complejidad en cuanto a estructuras familiares: parejas que cohabitan de modo privado sin ningún tipo de reconocimiento jurídico (Manning & Lamb, 2003); familias desintegradas por el divorcio, donde la propia separación genera distancia y el progresivo abandono de la responsabilidad paterna -situación que se agrava con las nuevas nupcias de los padres-; familias que se forman ya con hijos provenientes de otros matrimonios, uniones o compromisos; familias con un solo padre biológico; y matrimonios que desde sus inicios se han negado a toda posibilidad procreadora (Castro, Arias, Domínguez, Masías, Salas, Canales & Flores, 2013).

Ante la variedad de nuevas formas de organización familiar, en este estudio se utiliza el concepto de estructura familiar ligado a la naturaleza de las relaciones sociales básicas; es decir, se entenderá la estructura familiar como el vínculo de relaciones sociales que determina la organización de la vida familiar. La estructura familiar es la forma básica de organización, que puede facilitar o entorpecer la satisfacción de las necesidades y expectativas de sus miembros integrantes. En este marco, los elementos que definen la estructura familiar son los siguientes: dinámica de autoridad, normatividad en cuanto derecho, y grado de estabilidad o transición (Pliego, 2012).

El panorama es complejo. Los factores que pueden contribuir a mejorar los niveles de bienestar de las personas son variados: además de la institución familiar, incluyen el entorno socioeconómico (Herrera, Salinas & Valenzuela, 2011), las características del mercado laboral, la calidad de las instituciones públicas, el estado de derecho, la transparencia política, una infraestructura y organización estatal adecuadas, y una gestión educativa-sanitaria de calidad, entre otros. Sin embargo, dentro de esta variedad de factores, a la familia se le reconoce su relevancia pública (Polo, 2012), social (Wilcox, 2006) y política (Hertfelder, Martínez-Aedo & Velarde, 2011), atribuyéndosele una capacidad de generación de bienestar y de bien común no sustituible por otras instituciones.

De acuerdo con Sanahuja (2003), un auténtico desarrollo integral debe tener como punto de partida la dignidad de la persona humana y su fundamental dimensión social-relacional, constituida primariamente por la familia (Chullikatt, 2011). Esta línea coincide con la de Claude Lévi-Strauss (1956), quien define a la familia como una comunidad que se origina del vínculo conyugal y donde sus miembros, unidos por lazos sanguíneos, tienen una vida en común. Turek (2012) afirma que la relación estable y monógama es la institución más antigua y básica de toda estructura social. En este sentido, los estudios de J. D. Unwin, que abarcan 86 culturas de más de cinco mil años, son un valioso aporte que permite comprender cómo las grandes civilizaciones se beneficiaron cuando su forma de organización social se basó en una sólida ética sexual y relaciones monógamas, y como el descuido de esta praxis puede explicar el declive de poderosos imperios, como el romano, babilónico y sumerio (Unwin, 1934, citado por Turek, 2012).

Las bondades de la relación monógama estable y permanente entre un hombre y una mujer son innumerables (Scola, 2001): incrementa la esperanza de vida de hombres y mujeres (Kaplan & Kronick, 2006), reduce la posibilidad en mujeres de ser víctimas de crímenes y violencia (Wilcox & Cavallé, 2011), reduce costos de asistencia social (Fagan, Kitt & Potrykus, 2011), favorece el incremento en la tasa de natalidad (Mosher, 2007), etc.

El actual escenario sociodemográfico viene ocasionando importantes cambios en la dinámica y estructura familiar; estos cambios han generado no pocas inquietudes respecto a las consecuencias para el bienestar de las naciones y la satisfacción de las personas, inspirado numerosas investigaciones, como la de Pliego (2012) que, al analizar 351 publicaciones académicas de 13 países democráticos, concluyó que, para el 84.9% de los registros analizados, las personas casadas presentaron un "nivel de bienestar mayor y significativo" con relación a diferentes indicadores, como seguridad, salud, educación, funcionamiento de pareja, satisfacción de vida, etc., en comparación con otras formas de organización familiar. Considerando la percepción de los niños, Child Trends, organización dedicada a investigaciones sobre bienestar infantil en Estados Unidos, señala que los niños dan importancia a la estructura familiar, y que "la estructura familiar que más ayuda a los niños es una familia encabezada por dos padres biológicos que comparten un matrimonio poco conflictivo" (Moore, Jekielek & Emig, 2002, citado por Wilcox, 2006, p. 6).

El presente estudio busca describir aspectos sociodemográficos y de satisfacción subjetiva de las familias en la ciudad de Arequipa metropolitana. Mediante la aplicación de técnicas de regresión, se analiza el posible impacto de las estructuras familiares en la percepción de algunos indicadores de satisfacción. Los análisis que se desarrollan pretenden responder a la pregunta de investigación ¿en qué medida la estructura familiar es una variable importante que favorece la satisfacción de algunos indicadores de bienestar en los habitantes que actualmente tienen una relación de pareja en la ciudad de Arequipa?

 

Metodología

Tipo y diseño de investigación

La presente es una investigación básica o pura de carácter cuantitativo. Se adopta un nivel predictivo, mediante la aplicación de modelos de regresión múltiple, utilizando la técnica de mínimos cuadrados ordinarios, tomando en consideración indicadores de satisfacción o percepción de vida de tres estructuras familiares: núcleo familiar de pareja casada, núcleo familiar de pareja conviviente (unión libre) y núcleo familiar monoparental. Se trabaja con un diseño de investigación ex post facto (Montero & León, 2007), buscando establecer la relación entre diferentes estructuras familiares respecto a diversos indicadores de satisfacción y percepción de los núcleos familiares.

Muestra

La población objeto de estudio son los núcleos familiares de Arequipa metropolitana, considerando como núcleo familiar al conjunto de personas pertenecientes a un hogar, entre quienes existe alguna de las siguientes relaciones: (a) son pareja por matrimonio o convivencia, con uno o más hijos menores de 18 años viviendo en el hogar; (b) son pareja por matrimonio o convivencia, sin hijos ni viviendo en el hogar ni fuera del hogar; (c) es padre o madre con uno o más hijos menores de 18 años viviendo en el hogar. El tamaño de la muestra es de 800 núcleos familiares. El margen de error es de +/- 3.5 puntos porcentuales, con un nivel de confianza de 95%, para estimaciones de la proporción poblacional en preguntas respondidas por la totalidad de la muestra, suponiendo máxima dispersión de las proporciones poblacionales y muestreo aleatorio simple.

El muestreo es bietápico y estratificado, proporcional por nivel socioeconómico (A/B, C, D y E), considerando las estimaciones de la Asociación Peruana de Empresa de Investigación de Mercado para el área urbana de la región Arequipa (Asociación Peruana de Empresa e Investigación de Mercado [APEIM], 2013). La primera etapa es la selección de los conglomerados mediante sorteo aleatorio simple dentro del marco muestral, y la segunda etapa es la selección de la vivienda mediante salto sistemático. Para ajustar por variaciones en las proporciones de los niveles socioeconómicos entre la muestra efectiva y la muestra objetivo (que se corresponde con la distribución poblacional), se recurre a un factor de ponderación.

Instrumento

Como instrumento de medición, se utiliza un cuestionario diseñado especialmente para recolectar los datos que son objeto de estudio en la presente investigación. Se determinó la validez estadística del instrumento y su confiabilidad a través del análisis de componentes principales y la prueba Alfa de Cronbach.

Para obtener la validez estadística del instrumento, se procedió en primer lugar a verificar la adecuación de los datos para la prueba de validez; así, se obtuvo un determinante de 0.017 para la matriz de correlaciones, lo que indicaría que los datos son adecuados. Asimismo, se verificó la adecuación de los datos mediante la prueba de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y se obtuvo un indicador de 0.703, lo que indica que los datos son apropiados. Posteriormente se procedió a verificar que la matriz de correlaciones no sea una matriz identidad, en cuyo caso, no existiría correlación alguna entre los indicadores que forman parte del instrumento y cada pregunta mediría distintas variables; para ello, se usó la prueba de esfericidad de Bartlett, obteniendo un valor Chi cuadrado de 2715.06, que, con 28 grados de libertad, indica que se debe rechazar la hipótesis nula de ausencia de correlación entre los indicadores recogidos, al 5% de significancia.

Posteriormente se realizó la prueba de validez mediante el análisis factorial, usando el estimador de máxima verosimilitud para aumentar las probabilidades de que las estimaciones se adecúen a la muestra recogida. Mediante este procedimiento, se observa que emergen tres constructos medidos con el instrumento: el indicador de satisfacción con la pareja, el de satisfacción de la relación con los hijos y el de satisfacción laboral. La matriz de estructura fue calculada con el método de rotación normalizada Oblimin de Kaiser, debido a que puede observarse de esta forma la relación de todos los indicadores con todos los factores principales encontrados. Una vez determinada la validez estadística del instrumento, se procedió a la verificación de la confiabilidad del instrumento mediante la prueba Alfa de Cronbach obteniendo los siguientes valores según los constructos: 0.745 para el indicador de la satisfacción de la relación con la pareja, 0.713 para el indicador de la satisfacción de la relación con los hijos y 0.931 para la satisfacción laboral.

Procedimiento y análisis estadístico

Los datos fueron recogidos en las viviendas de cada familia que fue seleccionada en el proceso de muestreo. El informante es el jefe de núcleo familiar o el cónyuge. La aplicación del instrumento se realizó entre el 19 de abril y el 2 de mayo de 2014. A partir de los datos recogidos, se clasificó a los núcleos familiares según estructura familiar, nivel socioeconómico del hogar, grado de instrucción del encuestado, religión y número de hijos. Asimismo, se construyeron los indicadores de satisfacción o percepción referentes a aspectos relacionados con la pareja, los hijos y aspectos laborales. Los indicadores de satisfacción se construyen a partir de opciones de respuesta en escala de Likert del 1 al 5. Cada uno de los tres indicadores de satisfacción toma valores entre 1 y 5, correspondiendo 5 a la mayor satisfacción posible y 1 a la mayor insatisfacción posible.

Para el análisis predictivo, que consiste en un análisis de regresión, utilizando la técnica de mínimos cuadrados ordinarios, se asume que el nivel de satisfacción o percepción de un núcleo familiar i respecto al tema j se puede expresar mediante un modelo general con siete grupos de variables explicativas. El modelo de regresión puede formularse de la siguiente manera:

Y = f (Estructura familiar, NSE, Grado de instrucción, Sexo del encuestado, Edad del encuestado, Número de hijos, Participación de padres en educación)

donde Y es la variable explicada, que corresponde al indicador de satisfacción o percepción; por su parte, las variables explicativas son las siguientes: Estructura familiar, que hace referencia a tres categorías posibles: núcleo familiar de pareja casada, núcleo familiar de pareja conviviente y núcleo familiar monoparental; NSE, que corresponde a tres categorías de nivel socioeconómico: NSE A/B, NSE C y NSE D/E; Grado de instrucción, que se refiere al nivel de educación formal del encuestado, considerando cuatro categorías: primario (educación secundaria incompleta o menos), secundario (educación secundaria o superior no universitaria incompleta), técnico (educación superior no universitaria completa) y universitario (educación superior universitaria incompleta o completa, o postgrado); Sexo del encuestado (hombre o mujer); Número de hijos (número de hijos que viven en el hogar); y Participación de padres en educación, que se refiere a si el padre y/o la madre dedican tiempo a la educación de los hijos.

Más concretamente, se plantea la siguiente especificación del modelo:

Yij = αj + β1j Monoparentali + β2jConvivientei
    + β3j NSE_Ci + β4j NSE_DEi
    + β5j EducaciónPrimariai + β6j EducaciónSecundariai + β7j EdTécnicai
    + β8j NúmeroHijos0a6i+ β9j NúmeroHijos7a12i + β10j NúmeroHijos13a17i
    + β11j MadreEducai + β12j PadreEducai
    + β13j EncuestadoHombrei + β14j EdadEncuestadoi
    + εij

El modelo recurre a variables dicotómicas (dummy) para la estructura familiar, el nivel socioeconómico, el grado de instrucción, y si la madre y/o el padre participan en la educación de los hijos. Por su parte, el número de hijos se ha desagregado según rangos de edad de los hijos menores de 18 años, y se incluye también la edad del informante.

 

Resultados

La muestra recogida se agrupa en submuestras, según estructura familiar, nivel socioeconómico, grado de instrucción, religión y número de hijos en el hogar. La muestra no ponderada incluye 374 núcleos familiares de pareja casada, 342 de pareja conviviente y 84 monoparentales (ver tabla 1).

Para verificar la existencia de diferencias en los indicadores de satisfacción entre los tres tipos de familias, se procedió a realizar el análisis de varianza (ANOVA). Así, los resultados indican que existen diferencias en al menos un tipo de familias con respecto al resto en el indicador de satisfacción con la pareja (F(1,736)=16.199, p<0.01) en el indicador de satisfacción con los hijos (F(2,752)=6.587, p<0.01) y en el indicador de satisfacción laboral (F(2,645)=13.962, p<0.01). La comparación post-hoc del indicador de satisfacción con la pareja indica que los hogares de parejas convivientes se encuentran 0.21 puntos menos satisfechos en comparación con parejas casadas; por otro lado, las comparaciones con la corrección de Bonferroni indica que en el indicador de satisfacción con los hijos existe una diferencia estadísticamente significativa entre los convivientes y los casados, reportando en estos últimos un valor 0.13 puntos mayor; asimismo, existe una diferencia estadística en el indicador de satisfacción laboral entre las familias monoparentales y las familias constituidas en matrimonio de 0.26 puntos a favor de los segundos; además, los casados tienen en promedio 0.39 puntos más que los convivientes (Ver Tabla 2).

La tabla 3 muestra el análisis de regresión múltiple, donde la variable explicada es el indicador de satisfacción, con rango de 1 a 5. En el caso del indicador de satisfacción con la pareja, se observa que las familias convivientes muestran un grado de satisfacción de 0.16 puntos por debajo de las familias casadas, las personas de NSE C y D tienen menores niveles de satisfacción que las familias del NSE A/B, y con respecto al grado de instrucción se aprecia como el nivel primario, secundario y técnico presentan menores niveles de satisfacción que los encuestados con educación superior universitaria (-0.45, -0.28 y -0.24 respectivamente). En cambio, el hecho de que sea el papá quien eduque a los hijos eleva el indicador en 0.16 puntos. Asimismo, los varones indicaron estar satisfechos 0.2 puntos por encima de las mujeres. (Ver Tabla 3)

Con respecto al indicador de satisfacción con los hijos se aprecia que los hogares constituidos en unión libre o convivencia presentan menores niveles de satisfacción que los hogares formados en matrimonio (-0.11 puntos). Asimismo, la condición socioeconómica de las familias impacta en el indicador de la satisfacción con los hijos; así, una familia del NSE C tiene 0.10 puntos menos que una familia del NSE A/B, mientras que una familia del NSE D tiene 0.20 puntos menos. El grado de instrucción primario tiene un efecto significativo y negativo en el indicador, con un efecto marginal del -0.18 puntos. Respecto al número de hijos, se observa que el número de hijos entre 7 y 17 años reduce la satisfacción, siendo el efecto marginal de los hijos entre 7 y 12 años de -0.12 puntos y el de los hijos entre 13 y 17 años de -0.10 puntos. En cambio, la atención de los padres en la educación de sus hijos tiene el efecto contrario, siendo que si la madre o el padre educan a los hijos, el indicador sube en 0.16 y 0.14 respectivamente.

Por lo que se refiere a la satisfacción laboral de los encuestados con trabajo remunerado, se observa que la tipología familiar conviviente es inferior en 0.21 puntos en promedio a las familias casadas. Por otro lado, como era de esperarse, pertenecer a un nivel socioeconómico bajo impacta negativamente en el indicador, observándose el efecto negativo más grande en el NSE E, que reduce el indicador en 0.83 respecto al NSE A/B. Es probable de la variable NSE capture parte del efecto de los ingresos totales de las familias -la encuesta utilizada para el estudio no incluyó una pregunta específica sobre el monto total de ingresos o gastos-. En la misma línea, un grado de instrucción bajo, como la educación primaria, tiene un efecto negativo de 0.57 en el indicador de satisfacción laboral. Con relación al sexo del encuestado, se observa que si el encuestado es hombre, la satisfacción laboral llega a ser mayor en 0.17 puntos en comparación con el caso en que el encuestado es mujer; asimismo, si es el padre el que educa a los hijos, el indicador sube en 0.16 puntos (Ver tabla 3).

Cabe mencionar que, una vez estimados los modelos, se realizó la prueba de especificación funcional de Ramsey, encontrándose que no existen violaciones a la especificación correcta del modelo en el caso del indicador de la satisfacción con la pareja y con los hijos; sin embargo, en el caso del indicador de la satisfacción laboral, la hipótesis nula de correcta especificación se rechaza al 5% de significancia pero no al 10%, indicando que podría existir alguna forma funcional incorrecta o alguna variable omitida que tiene relación con alguna variable independiente. Una de las principales candidatas a formar parte del grupo de variables omitidas es el ingreso monetario de las familias.

Por otro lado, se realizaron pruebas de heterocedasticidad para verificar si la varianza del término de error es independiente de las variables explicativas en el modelo, encontrándose que para el indicador de satisfacción la varianza del término de error no es constante; así, se procedió a la estimación robusta de la varianza del error.

 

Discusión

En el presente estudio, se planteó como objetivo determinar en qué medida la estructura familiar es una variable que influye en los indicadores de satisfacción y percepción respecto a la relación con la pareja, la relación con los hijos y algunos aspectos laborales. Al analizar la satisfacción con la relación de pareja, se encontró que la estructura familiar constituida por parejas casadas tiene un efecto positivo y mayor en comparación con la estructura de pareja en unión libre o convivencia. Estos resultados son consistentes con los hallazgos de Pliego (2012), quien concluyó en su estudio que, para el 84.9% de los 3,318 registros analizados, las personas casadas presentan un "bienestar mayor y significativo" en comparación con sus pares que viven en unión libre. Este comportamiento se podría atribuir a la equidad y a la propia percepción de la relación, confirmando la tesis que las parejas unidas en matrimonio tienden a distribuir de una manera más justa y consensuada sus responsabilidades y tareas domésticas. Los hallazgos de Stanley, Whitton y Markman (2004) mostraron que la convivencia tiende a ser una relación más inestable, siendo una de las explicaciones la falta de compromiso en la relación; el no consolidar sus ingresos o el no hacer inversiones evidenciarían la desconfianza e inseguridad de la pareja y del futuro de este tipo de relaciones. En la misma línea, los resultados concuerdan con los hallazgos de Fagan, Kidd y Potrykus (2011), quienes encontraron que las familias casadas intactas muestran un mejor desempeño que otras estructuras al comparar medidas económicas básicas como empleo, ingreso, valor neto y pobreza. De acuerdo con estos autores, los hombres casados gozan de un incremento en el ingreso (marriage premium). Además, las familias casadas tienen una mayor propensión marginal al ahorro y tienden a experimentar un mayor incremento neto de riqueza año a año. Asimismo, ambos padres tienen una variedad de opciones para diseñar sus estrategias de ingreso y de cuidado de los hijos, lo que resulta en un incremento de bienestar económico en comparación con las estructuras familiares que no cuentan con padres formalmente unidos presentes en el hogar. En este sentido, la estructura familiar de pareja casada se revela como el entorno más favorable también para la satisfacción económica de sus miembros.

Una característica de la institución matrimonial es la estabilidad en la relación de los cónyuges (Melina, 2010), siendo este dinamismo el que, muy posiblemente, termine por explicar las diferencias en los niveles de satisfacción con respecto a la vida de pareja cuando se comparan las parejas casadas con las parejas convivientes (Lerman, 2002). La aproximación desde la justicia social desarrollado por Rawls (1997) resulta un enfoque iluminador para comprender por qué pueden presentarse diferencias en la percepción de distribución equitativa de responsabilidades, según la estructura familiar; de acuerdo con Rawls, la calidad de la estructura de la familia estaría fuertemente influenciada por el nivel de relaciones y vínculos que se han originado entre sus miembros; en este sentido, la riqueza constituida por la cercanía, participación e involucramiento entre sus miembros generaría principios normativos basados en el respeto, la igualdad y la solidaridad, siendo este proceso un importante generador de estabilidad. Asimismo, la institución matrimonial estaría ofreciendo a sus miembros una mayor predisposición de las personas a ofrecer recursos, tiempo y dinero para el bienestar de la pareja e hijos; y está mejor disposición se debería a las condiciones estructurales que generaron la relación.

El concepto de matrimonio como institución histórico-social (Burgos, 2014) que conlleva obligaciones y genera derechos es claro, y los aspectos fundamentales del matrimonio son considerados en la mayoría de las legislaciones de los países democráticos (D'Agosstino, 2006). En cambio, la unión libre o convivencia, al originarse en la esfera privada, posee características y condiciones particulares que son acordadas por la propia pareja; este tipo de estructuras abarcaría una variedad de interpretaciones y concepciones (Manning & Smock, 2002); por ejemplo, relación de prueba, donde la pareja buscaría asegurarse contar con un mínimo de factores de compatibilidad antes de una unión formal; relación camino a, donde, por una serie de razones -mayormente de tipo económico-, la pareja adelanta la convivencia al matrimonio -que puede o no llegar con el tiempo-; y relación pasajera, donde la pareja no desea, en general, ningún tipo de compromiso más allá de compartir gastos y acceder a relaciones íntimas -en algunos casos, este tipo de convivencia no implica exclusividad en la relación de pareja, sino que son relaciones abiertas-. Muy aparte de las motivaciones y concepciones de este tipo de dinámica de pareja, lo cierto es que, según el Barómetro de la Familia (Instituto para el Matrimonio y la Familia, 2014), estudio realizado a los residentes de Arequipa que tienen una relación de pareja, el 73% de encuestados en unión libre preferiría estar casado y el 66% tiene pensado casarse. En este sentido, si bien una tendencia sociodemográfica es la disminución de la tasa de nupcialidad y el incremento de los niveles de convivencia (Dumont, 2004), los hallazgos del presente estudio señalan que el matrimonio sigue siendo una institución generadora de mayor satisfacción en comparación con la unión libre. Existen factores culturales (Quiroz, 1990) fuertemente arraigados en la ciudad de Arequipa que estarían muy posiblemente influyendo en la preferencia por el matrimonio. Aún así, las estadísticas de las tres últimas décadas registradas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (2013) muestran una tendencia que parece reflejar una aceptación cada vez mayor de otras formas de estructura y dinámica de pareja.

Los resultados del estudio apuntan a que la pertenencia a un nivel socioeconómico más alto incrementa significativamente el grado de satisfacción en los diferentes indicadores. El nivel socieoconómico está muy asociado también al grado de instrucción, lo que se ve reflejado de manera especial en el indicador de satisfacción laboral. En efecto, la demanda del entorno laboral exige cada vez un mayor grado de formación y especialización por parte de los trabajadores, y un mayor nivel de formación profesional se asocia con una mayor calidad de vida (Arellano, 2010), debido principalmente a que el nivel remunerativo facilita la satisfacción de necesidades humanas fundamentales. De acuerdo con Benavides y Etesse (2012), en el 2007 el 31% de la población accedía a la educación universitaria en el Perú y en el 2012 la cifra bordeaba el 50%; este incremento de cerca de 20 puntos porcentuales en menos de seis años estaría respaldado por un estudio realizado por el Centro Interuniversitario de Desarrollo (2013); probablemente este incremento tenga su explicación en la Ley de Promoción de la Inversión en Educación de 1996.

Este incremento en la proporción de la población con un nivel de instrucción superior sería uno de los factores más robustos, junto con el crecimiento de la economía peruana, en explicar el incremento de la clase media en el Perú. En el 2007, la clase media representaba el 17% de los peruanos; en el 2010, era el 46% (Arellano, 2012). La nueva distribución socioeconómica supone una mejor distribución de la riqueza y una disminución de la pobreza. No obstante, el nivel de pobreza es aún un indicador preocupante y signo de la desigualdad social en el Perú: pese a haber tenido una importante disminución en comparación con los años noventa, cuando la pobreza flagelaba a casi la mitad de la población, al año 2013, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), la pobreza se redujo al 25.8%, con un 6% de la población en situación de extrema pobreza.

Con respecto a la satisfacción con los hijos, se observa que, en la medida que los hijos alcanzan la mayoría de edad, la satisfacción de los padres es mayor. Estos resultados sugieren que el nivel de atención, las demandas y los requerimientos de los hijos va disminuyendo en la medida en que los hijos alcanzan su autonomía y mayoría en edad (Lyford-Pike, 1997). Sin embargo, este comportamiento debería ser objeto de posteriores estudios cualitativos, como los desarrollados por Meeker (2010) o Planker (2014), debido a la complejidad de las relaciones paterno-filiales.

Por otro lado, el estudio sugiere la importancia de la presencia del padre en todos los indicadores de satisfacción. En la medida que el varón se involucra en la educación los hijos, hay repercusiones positivas en la relación con su pareja (+0.17), genera un mayor nivel satisfacción con sus hijos (+0.14) y se incrementa la satisfacción laboral (+0.16). Conclusiones semejantes son recogidas por Wood y Lambin (2013), investigadores de la Universidad de Australia en The Fathering Project, quienes, en un estudio basado en 18 artículos académicos, sostienen que existe información sistemática de que el compromiso del padre está en la capacidad de afectar positiva y significativamente el área social, psicológica y cognitiva del niño, desde la infancia a la adolescencia, incluso con influencia en la vida adulta. En la misma línea, el informe Parenthood and Productivity of High Skilled Labor de Krapf, Ursprung y Zimmermann (2014) muestra que el tener hijos puede elevar el nivel de productividad del trabajador. Los estudios indican que la paternidad tiene efectos positivos; más allá de la satisfacción que aporta en sí misma (Sierra, 2008), también estaría en condición de generar mayores niveles de bienestar laboral, aunque este efecto se produciría sólo en aquellos que tienen más de un hijo. Es importante no restar importancia a la figura del padre en la vida y desarrollo del niño. La evidencia de Wood y Lambin (2013) y la de Krapf, Ursprung y Zimmermann (2014) confirmarían su impacto tanto en el desarrollo del niño, como en la satisfacción laboral de los padres, según lo sugieren también los resultados del presente estudio.

El presente artículo pretende ser un aporte para comprender la situación de las estructuras familiares en la ciudad de Arequipa. Son pocos los estudios que, desde una perspectiva académica, abordan esta compleja realidad. Los resultados de la presente investigación arrojan luces que son de utilidad para aproximarse a la institución familiar; sin embargo, también es importante considerar sus limitaciones. Entre ellas, cabe señalar que las distintas variables de satisfacción o percepción consideradas son medidas subjetivas reportadas por los encuestados y, como tales, pueden no coincidir exactamente con algún criterio más objetivo para medir la situación real de la familia, además de que pueden no reflejar adecuadamente la satisfacción o percepción de los demás miembros de la familia. Otra limitación importante es que las diversas variables consideradas son susceptibles de un tratamiento más extenso y detallado, tanto desde el punto de vista descriptivo como desde la perspectiva metodológica, por ejemplo, en lo que se refiere al planteamiento de los modelos predictivos. Esta mayor profundización puede ser objeto de investigaciones posteriores, como: ¿en qué medida las estructuras familiares son agentes causales de desarrollo personal y de bienestar para la pareja?, ¿beneficia el matrimonio más a las mujeres que a los hombres?, ¿para los niños, da lo mismo crecer en una estructura de pareja casada que alguna otra estructura, en lo que se refiere indicadores de salud, educación, economía, etc.?, ¿cuál es la percepción subjetiva de los niños? Si bien estas interrogantes pueden haber sido abordadas por otras investigaciones, la rapidez de los cambios socioculturales hace relevante la actualización de los estudios en el espacio y en el tiempo, y en la utilización de herramientas metodológicas más rigurosas.

A modo de conclusión y según los resultados obtenidos en el presente estudio, donde se aplicaron técnicas de regresión, se constata que las variables en cuestión -satisfacción en la relación con la pareja, satisfacción en la relación con los hijos y satisfacción laboral- son significativamente superiores y están asociadas con mayores niveles de satisfacción en las estructuras familiares constituidas por parejas casadas en comparación con las relaciones formadas en unión libre.

Queremos destacar por ello, que la complejidad y el ritmo cambiante de nuestra sociedad son parte de la realidad, pero existen innumerables problemas coyunturales que requieren ser comprendidos y analizados. En ese sentido, no debe olvidarse que la familia y su implicancia para el desarrollo de la persona y la sociedad en su conjunto no es un problema coyuntural, sino estructural, con un impacto decisivo en la vida de las personas y en el futuro de nuestras sociedades.

 

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Recebido: 06/06/2015 / Corrigido: 03/03/2016 / Aceito: 07/05/2016.

 

 

1 Magíster en Ciencias para el Matrimonio y la Familia por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Licenciado en Administración de Negocios, con segunda especialidad en Educación. Director del Instituto para el Matrimonio y la Familia y docente a tiempo completo e investigador de la Universidad Católica San Pablo. Arequipa-Perú. Urb. Campiña Paisajista S/N Quinta Vivanco - Barrio de San Lázaro, Arequipa - Perúr.castro@ucsp.edu.pe
2 Magíster en Dirección de Empresas por la Universidad ESAN. Licenciado en Economía por la Universidad del Pacífico. Socio Gerente de Aurum Consultoría y Mercado. Jefe de Análisis para el Desarrollo Universitario, docente e investigador de la Universidad Católica San Pablo. Arequipa - Perú. Urb. Campiña Paisajista S/N Quinta Vivanco - Barrio de San Lázaro, Arequipa - Perúgriesco@ucsp.edu.pe
3 Bachiller en Administración de Negocios por la Universidad Católica San Pablo. Analista Senior de Aurum Consultoría y Mercado. Profesor Asistente de Econometría y Microeconomía II. Arequipa-Perú. Urb. Campiña Paisajista S/N Quinta Vivanco - Barrio de San Lázaro, Arequipa - Perúronal.arela@ucsp.edu.pe

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