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Psicologia: teoria e prática

Print version ISSN 1516-3687

Psicol. teor. prat. vol.6 no.spe São Paulo  2004

 

ARTIGOS

 

Representaciones sociales y paro femenino: ¿significados compartidos en proceso de transformación?

 

Social representations and female unemployment: shared meanings in process of transformation?

 

 

José Francisco Valencia, Maider Larrañaga

Euskal Herriko Unibertsitatea
Universidad del País Vasco

Endereço para correspondência

 

 


RESUMO

Algumas pesquisas trabalham a problemática do desemprego a partir de uma perspectiva puramente econômica, enfatizando o número de grevistas. Entretanto, outros estudos abordam as conseqüências do desemprego sobre o indivíduo. A abordagem desse fenômeno a partir da teoria das representações sociais resulta de especial interesse em países de antiga tradição industrial, nos quais o desemprego se encontra no centro do debate público. Se, além disso, consideramos o peso específico que ocupam as mulheres dentro da população em greve, aproximar-se das opiniões e dos discursos pode resultar esclarecedor. Os resultados mostram a singularidade do desemprego feminino. A transformação da representação social do desemprego para integrar as novas práticas derivadas da incorporação da mulher ao mundo do trabalho assalariado resiste a mudanças, dando lugar a um sistema condicional no qual se entrecruzam os sistemas normativos: o sistema da igualdade e o sistema da divisão de papéis.

Palavras-chave: Representações sociais, Desemprego, Núcleo central da representação social.


ABSTRACT

While some research copes with the problem of unemployment from a purely economic perspective, underlying thus the number of unemployed, other research focus more on the consequences of the unemployment for the individual. Coping this phenomenon through the theory of social representations results of particular interest in countries with a long industrial tradition, where unemployment is in the centre of public debate. Moreover, if the specific weight that women occupy inside the unemployed population is considered, approaching the opinions and discourses elaborated around the unemployment is more elucidating. Results show the singularity of female unemployment. Even though the new social practices derived from the incorporation of women to remunerated jobs, the transformation of social representation of unemployment is resistant to change. Results also show a conditional meaning system where two normative systems are interlinked: the system of equality and the system of the division of roles.

Keywords: Social representations, Female unemployment, Normative systems, central nucleus of social representations.


 

 

Introducción y revisión teórica

Los estudios entorno al paro se han centrando fundamentalmente en las repercusiones psicológicas, psicosociológicas y sociales que conlleva, asociando gran parte de ellos la inactividad económica con la amenaza de la marginalidad social (SERRANO, 1998).

En los países de antigua tradición industrial, el paro está en el centro de los debates, ya que afecta a un gran número de personas y engendra toda una serie de problemas humanos y sociales difícilmente resolubles. Como una enfermedad, la situación de parado afecta a largo plazo al individuo (SCHNAPER, 1981) y perturba tanto el equilibrio familiar como el colectivo. El paro es una lacra tanto para el parado como para aquel que trabaja o se dispone a trabajar, en consecuencia, el paro aparece como un “objeto social importante” (FLAMENT, 1987). Se ha pasado de considerar las causas (individuales y sociales) de los comportamientos individuales de los desempleados al análisis de las leyes objetivas del desempleo como fenómeno social (SERRANO, 1998).

Con relación al paro femenino y siguiendo a Barrère-Maurison (1995), se constata un fenómeno largamente estructural, es decir, unido al desarrollo del sistema productivo, que afecta particularmente a las mujeres jóvenes. Gauvin (1981), en su trabajo sobre el lugar del trabajo femenino en los estudios realizados en torno al empleo y al paro, señalaba que la crisis económica acentuó esta precariedad, subrayando que si bien las mujeres son mayoritarias en la población disponible en busca de un empleo, se convierten en invasoras en la población marginal en búsqueda de un empleo. Por un lado tenemos la evidencia de la incorporación masiva y definitiva de las mujeres al trabajo remunerado y por otro nos preguntamos si, como señala Grozelier (1987), las representaciones sobre el lugar de la mujer en la vida social han evolucionado tan rápidamente como la entrada masiva de las mujeres al mundo del trabajo asalariado. Según Grozelier, la imagen de la mujer ejerciendo un oficio, ganándose la vida, independiente financieramente, coexiste con el modelo tradicional de la mujer en el hogar. En su opinión, existiría todavía un desfase entre las prácticas sociales y las representaciones, entre las aspiraciones de las mujeres y un cierto modelo tradicional de trabajo femenino como trabajo de ayuda y complementario no valorizado socialmente.

Mediante este estudio pretendemos acercarnos a las opiniones, ideas que los jóvenes universitarios tienen y elaboran entorno al paro femenino, basándonos en la teoría del núcleo central (ABRIC, 1976 y 1987) para detectar el contenido, la estructura (cuales son los mecanismos psicológicos y sociales que dan cuenta de este contenido) y funciones de la representación social del paro femenino.

Según la teoría del núcleo central (ABRIC, 1976 y 1994a), las representaciones sociales se constituyen como un doble sistema: un sistema central que da significado y organiza la representación y un sistema periférico (FLAMENT, 1994a y 1994b) que permite el anclaje en la realidad del momento, autorizando modulaciones individuales e interviniendo en el proceso de defensa y de transformación de las representaciones.

Según Flament (1987), es esencialmente el cambio de las prácticas lo que conlleva a una transformación de las representaciones sociales. Existen esencialmente tres tipos conocidos de transformaciones cuando la situación es percibida como irreversible (FLAMENT, 1994b): 1 – cuando las nuevas prácticas no son contradictorias con la representación y la nueva situación es percibida como irreversible, la representación social incorpora los nuevos elementos de forma “natural”, 2 – cuando las nuevas prácticas son contradictorias con la representación y la situación se percibe como irreversible se puede dar una transformación brutal, dando lugar a una nueva representación o 3 – en caso contrario, la transformación resistente. La transformación resistente se elabora gracias al sistema periférico que absorbe las contradicciones que surgen sin que el núcleo central se ponga en cuestión.

El objetivo del presente trabajo pretende indagar en la hipótesis de la representación social del paro como objeto construido sobre el referente del sexo masculino (HURTING y PICHEVIN, 1985), que juega el rol de núcleo central de la representación. Tanto la representación social del paro como la del paro masculino y la del paro femenino compartirán un mismo núcleo central. Por otro lado, la especificidad del paro femenino va a poder observarse en la periferia, dotándose de esquemas extraños y/o condicionales constituyendo una subestructura periférica (FLAMENT, 1994a) de la representación social del paro en general (del paro masculino).

 

Metodología

El cuestionario se pasó en mayo del 2000 a 124 estudiantes (56 mujeres y 68 hombres) del primer curso del Instituto Universitario de Tecnología (I.U.T.). Mediante una hoja suplementaria al cuestionario se ha recogido información acerca del sexo, edad, nivel de estudios y ocupación del padre y de la madre de los encuestados.

El instrumento consta de dos cuestionarios MEC (Mise En Cause) y tres preguntas de evocación.

Hemos utilizado el paradigma MEC por inducción de escenario ambiguo (ISA) (MOLINER, 1993 y 1994, citado por GUIMELLI, 1995) para evaluar la importancia cualitativa de ciertos ítems considerados como centrales en estudios anteriores sobre la representación social del paro (ALÈGRE; SPALLAROSSA, 1994-95; DOUROUDI; GIALIS; TERRACCIANO, 1993-94; HERNANDEZ; MARTY, 1995; JANNOYER; LECLERC, 1994). Estos ítems son: problemas financieros, exclusión social y búsqueda de empleo. Esta técnica se basa en el simple principio de que los elementos centrales, como elementos organizadores y reguladores de sentido, no son negociables. Es decir, no pueden disociarse del elemento de representación sin que el objeto pierda su significación.

Se han realizado dos cuestionarios MEC, uno con un hombre como protagonista y otro con una mujer (controlando el orden de pasación).

El cuestionario MEC se presenta como doble negación, el escenario que se les propone a los sujetos en el caso de un hombre es el siguiente: el señor X no tiene una actividad remunerada, ni obligaciones horarias y no se siente socialmente excluido (idem con los problemas financieros y búsqueda de empleo). ¿Piensas que el señor X es? Se les proponen seis estatus (un parado, un parado de más de 50 años, un amo de casa, un cabeza de familia – persona sola al cuidado de sus hijos/as –, un rentista y un minusválido) y se les pide que señalen con una X en el intervalo, No, Probablemente no, Probablemente si, y Si. Si el conjunto de respuestas se concentran (más del 75%) en la modalidad No y Probablemente no, se puede deducir que el ítem – en este caso “exclusión social” – corresponde al estatus que se ha cruzado (FLAMENT, 1999).

A su vez, hemos utilizado la evocación como técnica clásica de recogida de datos (VERGÈS, 1992), sobre el paro en general, sobre un hombre en paro y sobre una mujer en paro (controlando el orden de pasación). Con esta técnica se obtiene por un lado información sobre el núcleo organizador y por otro, se definen las diferentes periferias y su naturaleza (VERGÈS, 1995).

Para interpretar la información recogida mediante asociación libre, por ejemplo ante la pregunta sobre un hombre en paro: ¿Qué palabras o expresiones te vienen a la cabeza al pensar en un hombre en paro? (Escribe de 4 a 8 respuestas), tenemos que identificar y analizar el sistema categorial utilizado por los sujetos. Por un lado analizamos los términos para determinar la prototipicalidad para lo que tendremos en cuenta la frecuencia y el rango medio. Los elementos del núcleo central de una representación deben tener una frecuencia alta, representando el universo colectivamente compartido de la población encuestada y aparecer citados en lugar preferente para lo que tenemos en cuenta en rango medio que resulta de la clasificación individual y por otro lado, agrupamos las palabras en categorías para analizar las relaciones que se establecen entre las diferentes dimensiones. En nuestro caso nos centraremos en el índice de implicación que nos permite dar cuenta de la inclusión de campos semánticos (VERGÈS y BOUMEDIENNE, 2001).

 

Discusión de resultados

A continuación, analizaremos los resultados obtenidos en la investigación. Por un lado los resultados de los dos cuestionarios MEC y por otro el análisis de las palabras y expresiones utilizadas en las tres preguntas de evocación así como la relación entre las diferentes categorías creadas.

En las siguientes tablas se presentan los resultados obtenidos en los cuestionarios MEC:

Vemos que en el caso masculino (Tabla 1) y en el femenino (Tabla 2), el status de parado/parada obtiene en los tres ítems considerados centrales una suma superior al 75% de rechazo, lo que confirma su centralidad en la representación.

 

 

 

 

Profundizando en los resultados observamos que, en el caso femenino, una mujer como cabeza de familia está asociada fuertemente al ítem problemas financieros, mientras que no ocurre en el caso de un hombre cabeza de familia (con una diferencia significativa de .05).

Por otro lado, el status de parado/a de más de 50 años no se identifica con los tres ítems considerados centrales de la representación del parado. Suponemos que los sujetos han considerado que este tipo de parados/as está más cercano al status de jubilado/a que la del parado/a. Efectos similares se encontraron en estudios anteriores (ALÈGRE; SPALLAROSSA, 1994-95; DOUROUDI; GIALIS; TERRACCIANO, 1993-94; HERNANDEZ; MARTY, 1995; JANNOYER; LECLERC, 1994).

Algunos status no se consideran relacionados con el objeto de representación y aquí concretamente con los ítems considerados centrales. En el caso masculino y en el femenino, el perfil de una persona rentista se aleja de dichas características. En el caso femenino, es el status de “ama de casa” quien más se aleja, cosa que no ocurre en el status de un hombre “amo de casa” (con una diferencia significativa de .01).

El cuestionario MEC revela que los ítems propuestos como susceptibles de pertenecer al núcleo central – problemas financieros, exclusión social y búsqueda de empleo – efectivamente pertenecen en el paro en general, en el masculino y en el femenino. No obstante, se siguen observando singularidades en el caso del paro femenino, como la acusada relación entre una mujer cabeza de familia y problemas financieros.

Estas diferencias que nos alertan sobre la especificidad del paro femenino, tratamos de indagarlas mediante la estrategia de evocación cuyos resultados se presentan en las siguientes tablas:

 

 

 

 

 

 

En el caso del paro en general (ver Tabla 3) nos encontramos con cuatro conceptos susceptibles de pertenecer al núcleo central:

1 – “trabajo”, que se encuentra reforzado por la aparición en la periferia de conceptos similares como “empleo” y “sin empleo”;

2 – “problemas financieros” – “dificultades”, a los que podemos sumar su aspecto material, “dinero”, que aparece en la periferia;

3 – “pobreza” – “precariedad”, relacionados con los conceptos “soledad” y “exclusión social”, presentes en la periferia;

4 – “SMI” (Revenu Minimum d’Insetion / salario mínimo de inserción), al que cabe añadir los términos “subsidios” e “indemnizaciones”, que figuran en la periferia.

En la periferia observamos además la presencia de instituciones de soporte, como “ANPE” (Agence Nationale Pour l’Emploi, que gestiona el empleo) y “ASSEDIC” (Association pour l’emploi dans l’industrie et le comerce, que gestiona las ayudas).

En el caso de un hombre en paro (ver Tabla 4) encontramos cuatro conceptos susceptibles de pertenecer al núcleo central:

1 – “dificultades”, al que podemos sumar el término “problemas”, que aparece en la periferia;

2 – “precariedad”, relacionado con “exclusión social”, “excluido”, “marginalidad”, “SDF” (Sans Domocile Fixe / sin domicilio fijo), y “alcoholismo”, presentes en la periferia;

3 – “búsqueda”, concepto activo de los términos periféricos “empleo”, “paro” y “despido”, con lo que pasamos de una representación general del paro a la de la actividad concreta del sujeto (un hombre en paro busca o tiene que buscar trabajo);

4 – La palabra “hombre” que ha podido ser causada por un efecto repetitivo. En la periferia observamos además la presencia de “ANPE”, “familia” y “mujeres”.

En el caso de una mujer en paro (ver Tabla 5) encontramos seis conceptos susceptibles de pertenecer al núcleo central:

1 – “dificultades”, al que cabria sumar el término periférico “problemas financieros”;

2 – “precariedad”, relacionado con “exclusión social”, que aparece en la periferia;

3 – “empleo”, al que corresponde añadir el término periférico “trabajo” y relacionado con “despido”, “búsqueda”, “encontrar” y “dificultad para encontrar” (los dos últimos hacen emerger la dificultad añadida de las mujeres, que no sólo tienen que buscar, sino que se pone en duda que lo consigan) y “sin empleo”;

4 – “ama de casa” e “hijos”, a los que cabe sumar “maternidad”;

5 – “desigualdad” – “sexismo”;

6 – “mujer” y “hombre”, aunque la palabra “mujer” ha podido surgir por un efecto repetitivo, lo interesante es el efecto comprador que provoca.

El paro en general se estructura en torno al trabajo (falta de trabajo), en torno a los problemas financieros y a la precariedad que conlleva. El paro masculino a su vez, también se estructura en base a estos mismos conceptos, la relación al trabajo (concretándose en la búsqueda del mismo), las dificultades y la precariedad. Así mismo, en el caso de una mujer en paro encontramos los mismos conceptos, la relación al trabajo, las dificultades y la precariedad. Observamos pues que el núcleo central de cada representación lo conforman elementos comunes. Sin embargo, en el caso del paro femenino encontramos elementos específicos también que se unen a su condición de mujer: la discriminación y el rol familiar que se les asigna (ama de casa, hijos).

Hasta aquí nos hemos interesado en las palabras que han aparecido al menos cinco veces. Ahora vamos a realizar un análisis con todas las palabras, categorizándolas en dimensiones que resultan de los datos obtenidos. Las categorías utilizadas son las siguientes: Causas Individuales (Causa I); Causas Sociales (Causa S); Consecuencias Individuales (Cons I); Consecuencias Sociales (Cons S); Familia (Familia); Aspectos Económicos (Económico); Relación con el Trabajo (Trabajo); Aspectos Descriptivos (Descriptivo); Formación (Formación); Formas de Hacer Frente (Hacer Frente) y Estructuras de Soporte (Estruc. Soporte). Para tratar esta información hemos utilizado el análisis de similitud con el índice de implicación cuyos resultados han de interpretarse desde las categorías menos utilizadas hacia las más utilizadas (VERGÈS y BOUMEDIENNE 2001), ya que teóricamente el análisis de similitud no explica la relación de implicación. Si bien la naturaleza del análisis de similitud es simétrica, el índice de implicación es por definición asimétrica.

El paro en general (ver Figura 1) se estructura en torno a las Consecuencias Sociales (n=83, siendo “n” el número de sujetos que han utilizado una categoría) y a la Relación con el Trabajo (n=77). En ambas dimensiones aparecen fuertemente implicados Consecuencias Individuales (n=72), Aspectos Económicos (n=63), y Estructuras de Soporte (n=61). Concretamente, un 76% de los sujetos que han utilizado la categoría Consecuencias Individuales, un 63% de los sujetos que han utilizado la categoría Aspectos Económicos y un 50% de los sujetos que han utilizado la categoría Estructuras de Soporte han recurrido a la categoría de Consecuencias Sociales. A su vez, un 55% de los sujetos que han utilizado la categoría Consecuencias Individuales, un 60% de los sujetos que han utilizado la categoría Aspectos Económicos y un 67% de los sujetos que han utilizado la categoría Estructuras de Soporte han recurrido a la categoría de Relación con el Trabajo.

 

 

El paro masculino (ver Figura 2) se estructura básicamente en torno a las consecuencias individuales (n=85) y, en menor medida, a las consecuencias sociales (n=62) y a la relación con el trabajo (n=57). Estas dos últimas mantienen una fuerte relación con la categoría de Consecuencias Individuales. El 72% de los sujetos que han utilizado la categoría Consecuencias Sociales y el 64% de los sujetos que han utilizado la categoría Relación con el Trabajo recurren a la categoría de Consecuencias Individuales.

 

 

El paro femenino (ver Figura 3), en cambio, se construye fundamentalmente sobre la dimensión Familiar (n=88) y, en menor medida, sobre las Consecuencias Individuales (n=59) y la Forma de Afrontarlo (n=55). En la Figura 3 se puede observar claramente cómo todas las categorías mantienen un alto índice de implicación respecto a la categoría Familia. El 66% de los sujetos que han utilizado la categoría Consecuencias Indibiduales y el 80% de los sujetos que han utilizado la categoría Formas de hacer Frente han recurrido a la categoría de Familia.

 

 

 

Consideraciones finales

El uso de diferentes metodologías para estudiar las representaciones es imprescindible (ABRIC, 1994b) y resulta especialmente interesante en nuestro caso. Los cuestionarios MEC nos aportan informaciones que sin las preguntas de evocación serían difícilmente interpretables. Así, los análisis de los resultados tanto de los cuestionarios MEC como de las preguntas de evocación han puesto de manifiesto que existen elementos comunes en la representación social del paro en general, del paro masculino y del femenino, pero también la especificidad de este último.

Mediante los cuestionarios MEC, la sintonía entre el paro femenino y el paro en general o el masculino es completa, aparentemente, siendo los tres ítems – problemas financieros, exclusión social y búsqueda de trabajo – centrales para las tres representaciones. En un análisis más minucioso surgen contradicciones con los resultados obtenidos en las preguntas de evocación, perfectamente comprensibles si consideramos los estereotipos imperantes. Paradójicamente, mediante el MEC quedan totalmente diferenciados los status de parada y ama de casa, se considera que una mujer parada busca trabajo, tiene problemas financieros y se siente socialmente excluida, características que el ama de casa no recoge. Un ama de casa no tiene que buscar trabajo, trabaja en su casa al cuidado de su familia, no tiene problemas financieros ya que los ingresos familiares los asume el hombre y no se siente socialmente excluida adquiriendo el rol socialmente aceptado de madre-esposa-ama de casa. Sin embargo, ante la pregunta de evocación qué es una mujer parada los sujetos responden sin vacilaciones un ama de casa. En otras palabras: un ama de casa no es una mujer en paro, pero una mujer en paro automáticamente se convierte en un ama de casa.

En las preguntas de evocación, el paralelismo entre la representación social del paro en general y el masculino es absoluto. Las palabras y expresiones que utilizan los sujetos son parecidas (dificultades, problemas financieros, precariedad, empleo, exclusión social) y las relaciones que se establecen entre las diferentes dimensiones también. En estos dos objetos son las consecuencias sociales y la relación con el trabajo las dimensiones más próximas. Cabe subrayar sin embargo que en el caso de un hombre en paro es la dimensión de Consecuencias Individuales quien más peso toma trasladando la centralidad del “trabajo”, en el caso del paro general, a la búsqueda del trabajo, en el caso del paro masculino. En cambio, en el caso del paro femenino, además de las palabras y expresiones anteriormente citadas, encontramos elementos diferenciadores. Por un lado está la “dificultad” para encontrar un trabajo junto con “desigualdad” y “sexismo” y por otro los roles tradicionalmente asignados a las mujeres como “ama de casa” e “hijos”. Este papel cobra especial relevancia en la relación estructural que se establece entre las diferentes dimensiones, siendo la dimensión familiar el núcleo de la estructura de la representación social del paro femenino.

Consideramos que las mujeres paradas constituyen casos especiales: cuando son las cabeza de familia, se las considera con más problemas económicos, reconociendo de alguna forma su situación de desventaja en el mundo laboral. Cuando no lo son, se considera que no sufren las consecuencias sociales del paro como las sufriría un hombre, ya que su estatus no depende de que tengan o no trabajo, porque les queda el rol asignado de amas de casa que “salva” su autoestima. No en vano, persiste la idea de que el paro, la pobreza o la precariedad son menos graves para las mujeres que para los hombres, porque a aquellas las “protegen” supuestamente sus maridos (MARUANI, 2000).

Los resultados aducen que la representación social del paro en general se construye sobre tres pilares fundamentales: su dimensión económica, sus consecuencias sociales y su relación con el trabajo. La representación social del paro masculino descansa sobre estos mismos pilares, pero a ellos se une la dimensión de consecuencias individuales. El paro en general se concreta dando mayor importancia a los aspectos individuales y considerando que los sujetos activos buscan un trabajo. El paro femenino, sin embargo, se construye de forma singular. Recoge la especificidad del paro masculino en cuanto a las consecuencias individuales, pero se aleja a su vez del mismo añadiendo su pilar fundamental, la dimensión familiar. La representación social del paro femenino cumple así una función de justificación de la discriminación (ABRIC, 1994b) y contribuye a perpetuarla. Una interpretación de estos resultados lo explicaría la constatación de la existencia de relaciones y jerarquías entre diferentes representaciones (VERGÈS, 1995), siendo la representación del paro femenino una consecuencia de la intersección entre la representación social del paro y la representación social de la mujer, donde prima la representación social de la mujer. Con la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo asalariado y a su vez al adquirir el status de paradas, la representación social del paro debe modificarse a estas “nuevas prácticas”, pero debido a las contradicciones que supone un cambio esencial de la representación parece inviable por lo que la representación social del paro femenino se dota de un sistema condicional que posibilita la coexistencia con el núcleo central, sin dinamitarlo. Este sistema condicional necesita de mecanismos cognitivos de justificación y racionalización (FLAMENT, 1989): 1 – Notificación de la normalidad: es un ama de casa, 2 – Identificación del elemento extraño: puede haber mujeres en paro (mujeres cabezas de familia), 3 – Una contradicción: más dificultades que un hombre, 4 – Propuesta de racionalización: debido al sexismo y a la discriminación. Esta estructura posibilita la integración de nuevos elementos sin poner en cuestión el núcleo central y funciona como mecanismo de defensa del mismo. La representación social del paro femenino se elabora entorno al paro en general donde el referente sigue siendo el sexo masculino pero constituyendo una subestructura específica que, además de autonomía, tiene un sistema condicional. En el mismo se cruzan dos sistemas normativos: el de la igualdad y el de la división de roles que hoy en día, desgraciadamente, sigue siendo el imperante.

La cuestión principal es por qué las mujeres parecen ser más propensas al desempleo. A menudo se supone que las mujeres trabajadoras se sienten menos vinculadas a la población activa considerándolas como trabajadoras de segunda. Según esta opinión, el hecho de que el desempleo sea mayor entre las mujeres se interpreta como resultado de una supuesta diferencia de apego al puesto de trabajo. Esta explicación no es muy convincente porque pasa por alto la realidad de que el desempleo no suele ser una situación elegida, sino impuesta por el mercado (LARRAÑAGA, 2002). Existen otros tipos de explicaciones, más dirigidas al tipo de trabajo, sectores a los que las mujeres suelen acceder mayoritariamente etc. En este trabajo hemos pretendido acercarnos y entender los mecanismos y las razones por las que sistemáticamente se invisibiliza a las mujeres. Resulta cuanto menos alarmante que exista una mayor tolerancia social al desempleo femenino, cuando no sólo son mayoritarias dentro de la población en busca de un empleo sino que además conforman la masa abrumadora de la pobreza: restarle importancia al paro femenino responde claramente al deseo de mantenimiento del orden social establecido, el de la división sexual del mundo, justificando la discriminación para salvaguardar la situación social del “núcleo duro del asalariado”, es decir, la población masculina nacional, de entre 25 y 55 años de edad, instalada en el ámbito urbano (GAUVIN y SALZBERG, 1981).

Es evidente que el trabajo de las mujeres es necesario en toda sociedad y más hoy en día en las nuestras donde el llamado “Estado de bienestar” no es y/o quiere ser capaz de responder a las demandas y necesidades sociales tan básicas como son el cuidado de las personas mayores, enfermos/as, niños/as etc. El sistema se vale del trabajo no remunerado de las mujeres y a su vez las castiga por ello, dándoles acceso y caracterización desigual en el mercado de trabajo. Como bien lo señala Larrañaga (2002), nunca ha habido escrúpulos ideológicos para que las mujeres hagan de todo, siempre que sea en un momento dado, en determinadas coyunturas; marcándose el énfasis en el carácter de provisionalidad. Así el sueldo de la mujer tiene el carácter cualitativo de ser “complementario” etc. En la medida en que siempre es una trabajadora posible cuando no trabaja en el mercado, es también cuando lo hace, una “parada latente”, fundamentándose en el supuesto social mente sexista y opresor de que la gravedad de sus consecuencias es menor ya que son los hombres los que se responsabilizan del mantenimiento económico familiar.

*Agradecimientos: Los autores desearían agradecer a la beca del Programa de F.I (orden de 4 de febrero de 2003) del Vicerrectorado de Investigación y Relaciones Internacionales de la UPV/EHU, por la ayuda prestada para la redacción de este artículo.

 

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Endereço para correspondência
José Francisco Valencia
Faculty of Psychology
Tolosa Hiribidea, 70
20080, Donostia, Spain
E-mail:pspvagaj@ss.ehu.es

Tramitação
Recebido em março/2004
Aceito em abril/2004