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Psicologia: teoria e prática

Print version ISSN 1516-3687

Psicol. teor. prat. vol.12 no.3 São Paulo Mar. 2010

 

ARTIGO ORIGINAL

 

Indicadores de propensión a la esquizotipia entre individuos creyentes en lo paranormal: examinando la intensidad de la imaginería, esquizotipia y experiencias alucinatorias

 

Indicators of proneness to schizotypy among believers in the paranormal: examining the intensity of imagery, schizotypy, and hallucinatory experiences

 

Indicadores de propensão à esquizotipia entre indivíduos crentes no paranormal: examinando a intensidade das imagens, esquizotipia e experiências alucinatórias

 

 

Alejandro Parra

Universidad Abierta Interamericana

Endereço para correspondência

 

 


RESUMEN

Algunos estudios sugieren que alto grado de creencia en lo paranormal predispone a experimentar una variedad de experiencias paranormales, o incluso a interpretar como tales a un igual o mayor número de experiencias perceptuales anómalas. La propensión a la esquizotipia es otro factor que subyace en el control y mantenimiento de tales creencias. En este estudio se examinan posibles diferencias entre “alucinadores” y “noalucinadores” en una muestra de individuos creyentes en lo paranormal en términos de intensidad de la imaginería auditiva, visual, y táctil, y tres factores de propensidad a la esquizotipia. Se examinó además una muestra de creyentes en lo paranormal que incluyó 158 participantes, 110 mujeres (69,6%) y 48 varones (30,4%), rango etario 19 a 75 años (media = 46,83, SD = 11,92), y otra compuesta por 158 participantes estudiantes de psicología, 69% de mujeres y 30% varones (edad media = 46,83), de la Universidad Abierta Interamericana. Ambos grupos completaron la escala de imaginería vívida de Betts, el cuestionario Barrett de alucinaciones y el cuestionario de personalidad esquizotípica. Se encontró mayor intensidad de imaginería visual, auditiva y táctil en el grupo de alucinadores en comparación con los no-alucinadores en la muestra de creyentes en lo paranormal, pero no mayor propensión a alucinar. Sin embargo, los alucinadores visuales, auditivos, y táctiles puntuaron más alto en comparación con el factor cognitivo-perceptual que los “no-alucinadores”, y se encontró como el mejor discriminador para las modalidades alucinatorias visual, auditiva y táctil en los estudiantes. Es posible concluir que los creyentes en lo paranormal son personas psicológicamente integradas, no obstante el término alucinación debería ser descartado.

Palabras clave: Experiencia alucinatoria; Imaginería; Esquizotipia; Fantasía; Paranormal.


ABSTRACT

Some studies suggest that a strong belief in the paranormal predisposes one to having a variety of paranormal experiences, or even to an equal or larger extent interpret anomalous perceptual experiences as such. Proneness to shizotypy is another factor that underlies the control and preservation of these beliefs. This study examined possible differences between ”hallucinators” and ”non-hallucinators”, from a sample of believers in the paranormal, in terms of the intensity of auditory, visual and tactile imagery, as well as three factors of proneness to schizotypy. A sample of 158 believers in the paranormal was examined, including 110 women (69.6%) and 48 men (30.4%), age range 19 to 75 years (M = 46.83, SD = 11.92). A second sample included 158 psychology students, 69% women and 30% men (age M = 46.83), from the Open Interamerican University. Both groups completed Betts’ Vivid Imagery Scale, Barrett’s Hallucinations Questionnaire, and the Schizotypical Personality Questionnaire. The results revealed greater intensity of visual, auditory and táctiles imagery by hallucinators as compared to non-hallucinators among believers in the paranormal, but no greater proneness to hallucinate. However, the visual, auditory and tactile hallucinators scored higher than non-hallucinators on the cognitiveperceptual factor, which also appeared as the best discriminator of visual, auditory and tactile hallucinatory modalities in the student sample. A possible conclusion is that believers in the paranormal are psychologically integrated individuals; nevertheless the term ”hallucination” should be abandoned.

Keywords: Hallucination experience; Imagery; Schizotipy; Fantasy; Paranormal.


RESUMO

Alguns estudos sugerem que um elevado grau de crença no paranormal predispõe a experimentar uma variedade de experiências paranormais, inclusive interpretar como paranormais igual ou maior número de experiências perceptuais anormais. A propensão à esquizotipia é outro fator que regula o controle e a manutenção dessas crenças. No presente estudo, são examinadas possíveis diferenças entre “alucinadores” e “não alucinadores”, em uma amostra de indivíduos crentes no paranormal em termos de intensidade da imaginação auditiva, visual e tátil, assim como três fatores da propensão à esquizotipia. Foi avaliado um grupo de crentes no paranormal formado por 158 participantes – 110 mulheres (69,6%) e 48 homens (30,4%) – cuja faixa etária variou de 19 a 75 anos (média = 46,83, desvio padrão = 11,92). Avaliou-se também outra amostra composta por 158 participantes estudantes de psicologia – 69% mulheres e 30% homens (média = 46,83) – da Universidad Abierta Interamericana. Ambos os grupos completaram a escala de imagens vívida de Betts, o questionário Barrett de alucinações e o questionário de personalidade esquizotípica. Foi encontrada maior intensidade de imaginação visual, auditiva e tátil no grupo de alucinadores em comparação com os não alucinadores na amostra de crentes no paranormal, mas não se constatou neles maior propensão à alucinação. No entanto, os alucinadores visuais, auditivos e táteis tiveram uma pontuação mais elevada no fator cognitivo-perceptual quando comparados com os “não alucinadores”. Nos estudantes, constatou-se o melhor discriminador para as modalidades alucinatórias visual, auditiva e tátil. É possível concluir que os crentes no paranormal do grupo estudado são pessoas psicologicamente integradas e que o termo alucinação deve ser descartado.

Palavras chave: Experiência alucinatória; Imagens; Esquizotipia; Fantasia; Paranormal.


 

 

Introducción

Se ha hipotetizado que altos niveles de creencia en lo paranormal pueden predisponer a la experiencia alucinatoria a causa de que se encuentra un mayor número de experiencia perceptuales anómalas entre individuos creyentes en comparación con individuos no creyentes (IRWIN, 1995, 2003, 2004). Individuos creyentes en lo paranormal altamente sugestionables pueden ser más propensos a reportar experiencias alucinatorias (sea en forma visual, auditiva o táctil) que individuos no creyentes, aunque también puede ocurrir a la inversa, esto es, una experiencia paranormal intensa (p. ej. una experiencia cercana a la muerte, ver GREYSON, 1997, 1998, 2000), ligada a su impacto emocional, puede aumentar su creencia en lo paranormal (p. ej. potenciar su creencia en la existencia de vida después de la muerte), y – a su vez – estar asociada a un sinnúmero de otras creencias paranormales relacionadas. Ambos, creencia y experiencia en lo paranormal, pueden estar interrelacionadas.

Sin embargo, la creencia en lo paranormal podría ser un factor para la malinterpretación de eventos normales (AYEROFF; ABELSON, 1976; BENASSI; SWEENEY; DREVNO, 1979; JONES; RUSSELL, 1980; SINGER; BENASSI, 1981, p. 51-52) como paranormales. Algunos autores han sugerido incluso usar el nivel de creencia en lo paranormal en la población general como un indicador de alienación social (SINGER; BENASSI, 1981), o como indicador de desajuste en el razonamiento o sistema de creencia disfuncional respecto a un sistema de creencia convencional y adaptativo.

En efecto, lo paranormal no sólo incluye procesos presumiblemente parapsicológicos, como la telepatía o la psicokinesis, sino toda clase de procesos mágicos, supersticiones, creencias religiosas, fenómenos sobrenaturales y ocultos, y otras nociones (p. ej. los OVNIs, la astrología, el deja vú, los ángeles, la brujería, la lectura de las manos, el tarot y las prácticas del vudú, entre otras). Las personas se inclinan a ver todas estas creencias dentro de una misma categoría general. Cuestionarios como la ampliamente conocida escala de creencia paranormal de Tobacyk y Milford (1983) demuestran esta amplitud de perspectiva. Pero debido a esta característica en la evaluación de la creencia paranormal, debemos ser cautos, a primera vista, del resultado final sobre la naturaleza de la creencia en cualquier investigación, esto es, debemos considerar de que manera está siendo usado el término “paranormal”, o sea, en un sentido parapsicológico, o para incluir un rango mucho más amplio de creencias bizarras. Cualquier investigación que concluya diciendo que “los creyentes en lo paranormal tienen baja inteligencia” debería juzgarse de manera diferente en tanto la medición de la creencia apunta hacia “supersticiones” o hacia “fenómenos parapsicológicos.”

Alcock (1981, p. 48-53), por ejemplo, describe a los creyentes en lo paranormal como individuos crédulos, dogmáticos y generalmente inhábiles intelectualmente. Se han investigado estos hipotéticos déficits cognitivos asociados a la creencia en lo paranormal, como la destreza educativa (EMMONS; SOBAL, 1981; MESSER; GRIGGS, 1989; OTIS; ALCOCK, 1982), habilidad para el razonamiento y conocimiento científico (OTIS; ALCOCK, 1982). Por el contrario, las creencias paranormales parecen estar positivamente relacionadas con la creatividad (DAVIS; PETERSON; FARLEY, 1974), la búsqueda de sensaciones (TOBACYK; MILFORD, 1983), y la susceptibilidad hipnótica (NADON; LAURENCE; PERRY, 1987) por lo cual se sugiere que la creencia en lo paranormal está ligada a un estilo fantaseoso de conocimiento.

La tendencia a la fantasía se refiere a la propensidad a fantasear y estando profundamente absorbido en lo que se está fantaseando (LYNN; RHUE, 1986, 1988). Irwin (1991, 1993) ha observado que la tendencia a la fantasía se correlaciona positivamente con la creencia paranormal en general y con la creencia en conceptos religiosos tradicionales, precognición, brujería, espiritismo, y formas extraordinarias de vida. También se ha prestado mucha atención en la creencia en lo paranormal en relación con la ideación mágica y la esquizotípia, o tendencia a la psicosis (THALBOUME, 1985; TOBACYK; WILKINSON, 1990; WILLIAMS; IRWIN, 1991). La propensidad a la fantasía intersecta con las experiencias alucinatorias en individuos normales (LYNN; RHUE, 1986). Los individuos que puntúan alto en propensidad a la fantasía tienden a confirmar los ítems extraños y bizarros (MERCKELBACH; HORSELENBERG; MURIS, 2001) de la escala de Tobacyk y Milford, particularmente individuos que reportan experiencias paranormales (IRWIN, 1990), y correlacionan además con síntomas de esquizotipia positiva (MERCKELBACH; RASSIN; MURIS, 2000).

El término esquizotipia, también conocida como propensidad a la psicosis (CHAPMAN; EDELL; CHAPMAN, 1980), puede ser visto como una dimensión normal de la personalidad o como un indicador de la predisposición a las psicosis. Diversos estudios indican que las experiencias psicóticas se encuentran presentes en población normal, sugiriendo la existencia de un continuo dimensional (CLARIDGE, 1997) entre la población normal y dichas experiencias (OS et al., 1999), lo cual difiere del modelo categorial de la psiquiatría clásica, tales como el trastorno de personalidad esquizotípico. La esquizotipia se enmarca dentro de este modelo (CLARIDGE, 1997) extendiéndose igualmente desde la personalidad no patológica (salud), hasta la psicosis (enfermedad). Las variaciones a lo largo de este continuo describen diferentes grados de predisposición a los trastornos psicóticos. Dicha vulnerabilidad o predisposición a la esquizofrenia se expresa, por lo tanto, a lo largo de un continuo psicopatológico. Se han observado al menos dos dimensiones de esquizotipia: la dimensión positiva, también conocida como experiencias perceptuales inusuales/anómalas o cognitivo-perceptual, se refiere a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal, que incluye varias formas de alucinaciones, ideación paranoide, ideas de referencia y trastornos del pensamiento. La dimensión negativa, conocida como anhedonia o déficit interpersonal, se refiere a la disminución o déficit en la conducta normal del individuo, en donde tiene dificultades para experimentar placer a nivel físico y social, afecto aplanado, ausencia de confidentes íntimos y dificultades en sus relaciones interpersonales.

Algunos estudios han sugerido la hipótesis de que la intensidad de la imaginería está directamente relacionada con la propensidad a alucinar (BRETT; STARKER, 1977; SEITZ; MOLHOLM, 1947; ALEMAN; BÖCKER; DE HAAN, 1999; RODRIGO et al., 1997). Barrett y Etheridge (1992) encontraron puntajes elevados de intensidad de la imaginería en estudiantes usando una escala de alucinación verbal en comparación con quienes puntuaron bajo. Es posible que los alucinadores sean mejores productores de imágenes intensas, de modo que la intensidad de la imaginería estaría relacionada con la propensidad a alucinar. Las personas con experiencias psíquicas también indican tener un número de experiencias perceptuales anómalas, a menudo acompañadas por visiones, sueños vívidos, y practicar técnicas de visualización para la mejorar la meditación y sanación mental. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que quienes han tenido experiencias fuera del cuerpo usan más su imaginería mental que quienes no han tenido la experiencia (BLACKMORE, 1984; IRWIN, 1995).

Una dimensión de la experiencia alucinatoria en individuos con propensidad a reportar experiencias psíquicas es que éstas puede iniciar voluntariamente una experiencia paranormal, por ejemplo un “encuentro” con un ser fallecido en el contexto del psicomanteum (MOODY, 1993; RADIN, 2001), con la Virgen María en un Santuario (ROGO, 1988; RESCH, 2000; VARGHESE, 2001), o con seres extraterrestres (FREIXEDO, 1977; SPANOS et al., 1993; RING; ROSING, 1990), pero no tener control sobre la experiencia una vez que comienza. En todos estos casos, es el individuo quien va en busca de la experiencia de encuentro. Otras experiencias alucinatorias no solo comienzan voluntariamente, pueden aparecer carentes de control al inicio, e involuntariamente, pero controlarse después, como ocurre en algunos individuos que han tenido experiencias fuera del cuerpo voluntarias, quienes esperan pasivamente “regresar” a su cuerpo físico. ¿Necesitamos una nueva palabra para suplir alucinación? (STEVENSON, 1983). La palabra alucinación etimológicamente se refiere a individuos mentalmente enfermos. Por esta razón, Stevenson (1983) propone el concepto de “ideofanía” para este tipo de experiencias no patológicas en individuos saludables, o que guardan sus experiencias en privado, pero que no influyen en su conducta manifiesta.

Además, hay evidencia empírica de que las personas con trastornos de personalidad esquizotípica son propensos a tener creencias en lo paranormal (THALBOUME, 1985; WILLIAMS; IRWIN, 1991). Parece haber similitudes entre los síntomas del trastorno esquizotípico de personalidad y las características de las experiencias extrasensoriales. De hecho, los nueve criterios diagnósticos de trastorno esquizotípico de personalidad tipificada en la cuarta edición del DSM (AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION, 1994) se asemejan a posibles formas de experiencias extrasensoriales, por ejemplo, ideas de referencia (interpretación de eventos aleatorios que tienen un significado personal para el individuo), creencias bizarras o “pensamiento mágico” (la creencia en la clarividencia, telepatía, o sexto sentido), y experiencias perceptuales inusuales (oir voces). En consecuencia, ¿son la imaginería y la características esquizotípicas variables que influyen sobre la propensidad a alucinar?, ¿son los creyentes en lo paranormal más vulnerables a la experiencia alucinatoria?, ¿existen diferencias entre escalas perceptuales y disociacionales en individuos creyentes en lo paranormal? El primer objetivo de este artículo es determinar posibles diferencias (si las hubiere) entre un grupo de “alucinadores” y otro grupo de “no-alucinadores” de una muestra de individuos que adhieren a creencias paranormales. El segundo objetivo es determinar posibles diferencias (si las hubiere) en intensidad de la imaginería, tendencia a alucinar, tendencia a la esquizotipia, neuroticismo y psicoticismo entre un grupo de creyentes en lo paranormal y un grupo “control” (estudiantes sin experiencias paranormales).

Material e método

Participantes

Creyentes en los paranormal: la muestra incluyó 158 participantes, 110 mujeres (69,6%) y 48 varones (30,4%), cuyo rango etario era de 19 a 75 años (media = 46,83, SD = 11,92), creyentes en una variedad de eventos y experiencias paranormales. La mayoría tenía buen nivel cultural (91,1%), más de dos tercios manifestaron practicar la fe católica (77,6%) y sentirse muy espirituales (65,7%). La mayoría se manifestó abierta a la posibilidad de desarrollar sus capacidades psíquicas.

Estudiantes: la muestra incluyó estudiantes universitarios (N = 655) de ambos sexos, 161 varones (24%) y 494 mujeres (76%), cuyo rango etario es de 17 a 57 años (media = 25,57; SD = 7,23; media varones= 26,07; SD = 6,59; media mujeres = 25,39, SD = 7,42) de la Facultad de Psicología de la Universidad Abierta Interamericana. Se aplicó una técnica de muestreo no-probabilística.

Instrumentos

Los participantes de ambas muestras completaron tres escalas:

Escala de imaginería vívida de Betts (SHEEHAN, 1967; RICHARDSON, 1990): una medición de la imaginería visual compuesta de 35 items en una escala Likert de 1-7 (siendo 1 baja intensidad a 7 alta intensidad de IV) donde los participantes deben tratar de imaginar siete modalidades de imaginería sensorial a ojos cerrados y ojos abiertos (p. ej. visual “el sol metiéndose en el horizonte”, auditivo “el maullido de un gato”, táctil “el pinchazo de un alfiler”).

Cuestionario Barrett de alucinaciones (BARRET, 1993; BARRETT; ETHERIDGE, 1992, 1994): una medición compuesta por 22 items en una escala 0-5 (siendo 0 ninguna a 5 muy frecuentemente), que evalúa la propensión a alucinar en seis modalidades sensoriales.

Cuestionario de personalidad esquizotípica de Raine (SPQ-A, alfa de Cronbach .91 de la versión en español): es un cuestionario autoadministrable de 74 items (si/no) que evalúa 9 subescalas: 1. ideas de referencia, 2. ansiedad social excesiva, 3. creencias extrañas y pensamiento mágico, 4. experiencias perceptuales inusuales, 5. conductas excéntricas y bizarras, 6. aislamiento social, 7. discurso bizarro, 8. aplanamiento afectivo y 9. suspicacia. La escala ofrece alta consistencia interna en las subescalas de acuerdo con coeficientes alfa de Cronbach = ,67 a ,84, con una media de .69 (RAINE, 1991; 1992; RAINE; BAKER, 1992; RAINE; BENISHAY, 1995). La misma mide tres factores de esquizotipia (cognitivo-perceptual, p.ej. “Ha visto usted cosas invisibles para otras personas?” o “¿Son sus pensamientos tan fuertes que casi puede escucharlos?”; interpersonal, p. ej. “He tenido poco interés en conocer a otras personas” o “Me cuesta expresar mis verdaderos sentimientos por mi apariencia o mi manera de hablar”; y desorganizado, p. ej. “Otras personas me ven un poco excéntrico” o “Algunas veces uso términos raros”).

Procedimiento

Los participantes eran practicantes de meditación y otras técnicas (PARRA; VILLANUEVA, 2006) en el Instituto de Psicología Paranormal. Se entrevistó a cada participante de modo individual. Las escalas fueron administradas antes de las sesiones de meditación. En el encuentro se informó vagamente acerca del contenido de los cuestionarios.

Para los estudiantes universitarios, el cuestionario fue entregado en un sobre. Los estudiantes recibieron una vaga información del objeto de estudio y se les invitó a participar voluntaria y anónimamente, en una única sesión, en días y horarios previamente pactados con los docentes. De los 680 cuestionarios recibidos, sólo 655 (96%) fueron útiles para este estudio.

Para ambas muestras, los cuestionarios fueron presentado bajo el pseudo-título “Cuestionario de Experiencias Psicológicas”, y el orden de las escalas fue contrabalanceado para evitar distorciones en las respuestas. Los sujetos de la muestra fueron informados de los objetivos del estudio, pero no de las hipótesis. El tiempo promedio para completar los cuestionarios fue de veinte minutos.

Análisis

Los análisis estadísticos fueron procesados mediante el paquete estadístico SPSS 11.5 (en español) y evaluados a dos colas.

Resultados

Los creyentes en lo paranormal serán divididos en dos grupos: alucinadores y no-alucinadores. Tres de las seis modalidades sensoriales de experiencia alucinatoria (auditiva, visual y táctil) del cuestionario de Barrett del grupo de “alucinadores” correlacionarán positiva y significativamente en términos de intensidad de la (1) imaginería auditiva, (2) visual, y (3) táctil, y (4) propensidad a la esquizotipia cognitivo-perceptual, (5) desorganizada, y (6) interpersonal en comparación con una muestra de “no-alucinadores”.

Además, que el grupo de creyentes en lo paranormal puntuará positiva y significativamente en imaginería visual, auditiva y táctil, el puntaje total de alucinación, y los tres factores de esquizotipia (cognitivo-perceptual, interpersonal y desorganizada), en comparación con una muestra “control” de estudiantes universitarios que no reportan tales experiencias.

Primer estudio

En base a las puntuaciones obtenidas del cuestionario de alucinaciones de Barrett se conformaron dos grupos (ver Tabla 1). Para agrupar a los “alucinadores” se convirtieron las respuestas 1 (rara vez), 2 (ocasionalmente), 3 (a menudo) y 4 (muy a menudo), y se empleó la respuesta “nunca” para agrupar a los “no-alucinadores” de acuerdo a tres modalidades sensoriales de experiencia: auditiva (A), visual (V) y táctil (T). Sin embargo, dada la asimetría en la distribución de tales experiencias, se llevó a cabo un procedimiento de normalización (mediante la estimación de la proporción de Blom – EPB) para reducir este efecto y evitar distorciones en los resultados. En la Tabla 1 se presentan los porcentajes de respuestas para cada item por modalidad sensorial.

 

 

 

A causa de que la frecuencia de experiencias alucinatorias no estaban normalmente distribuidas, se llevó a cabo un análisis mediante la U de Mann-Whitney. Se analizó ambos grupos “alucinadores” y “no-alucinadores” en relación con los puntajes de imaginería visual, imaginería auditiva, imaginería táctil y propensión a la esquizotipia cognitivoperceptual, interpersonal y desorganizada (ver Tabla 2).

 

 

Las hipótesis 1, 2 y 3 sugerían que los alucinadores (visuales, auditivos y táctiles) puntuarían más alto en intensidad de la imaginería que corresponde a la modalidad sensorial del escala de imaginería vívida de Betts. Esta hipótesis fue confirmada para la modalidad de alucinación visual (z = 3,22; p = ,001, a dos colas) con imaginería visual, modalidad auditiva (z = 3,21; p = ,001) con imaginería auditiva y modalidad táctil (z = 1,69; p = ,09) con imaginería táctil, donde los “alucinadores” puntuaron más alto en sus respectivas modalidades de imaginería que los “no-alucinadores”.

Las hipótesis 4, 5 y 6 sugerían que los alucinadores (visuales, auditivos y táctiles) puntuarían más alto en propensidad a la esquizotipia cognitivo-perceptual, desorganizada e interpersonal en el schizotypical personality questionnaire. Estas hipótesis fueron confirmadas sólo para la modalidad de alucinación visual (z = 5,04; p < ,001), auditiva (z = 4,24; p < ,001) y táctil (z = 3,96; p = ,001) del factor cognitivo-perceptual, donde los “alucinadores” puntuaron más alto en todas las modalidades de imaginería que los “no-alucinadores”. Los factores de esquizotipia desorganizada e interpersonal resultaron marginalmente significativos (excepto desorganizada con la modalidad alucinatoria visual z = 3,13; p ,002, a dos colas). Las hipótesis 5 y 6 (esquizotipia desorganizada e interpersonal) no fueron confirmadas em ningun modalidad sensorial de alucinación.

Análisis secundarios

¿Cual de las seis variables puede discriminar mejor entre alucinadores y no-alucinadores? Después de verificar los requerimientos de la técnica, un test estadístico (regresión lineal por pasos sucesivos) encontró que el factor cognitivo-perceptual era el mejor discriminador para la modalidad alucinatoria visual [F (1/149) = 17,83; p < ,001, a una cola], auditiva [F (2/148) = 23,82; p < ,001, a una cola] y táctil [F (1/149) = 11,73; p = ,001, a una cola]. El resto de las variables no discriminó entre ambos grupos (alucinadores y no-alucinadores) (ver Tabla 3).

 

 

Con el objeto de explorar diferencias por género, se procedió a dividir a la muestra en dos grupos varones/mujeres y examinar el número de participantes con y sin experiencia alucinatoria (visual, auditiva y táctil). Los análisis no dieron resultados significativos para hombres y mujeres, ni entre alucinadores o no-alucinadores de cada modalidad sensorial en forma separada.

Segundo estudio

Se comparó la muestra de creyentes en lo paranormal (N = 158) con individuos sin experiencia paranormal (“control”). En base a la respuesta “nunca” de los 18 items de experiencias paranormales de la encuesta de experiencias paranormales (EEP) de la muestra de 650 estudiantes, se formó una sub-muestra que no indicó tener ninguna experiencia paranormal (N = 42; 6,46%).

 

 

Intensidad de la imaginería: la hipótesis 1 era que el grupo de creyentes en lo paranormal puntuará positiva y significativamente en imaginería visual, auditiva y táctil (medidos con el QMI) en comparación con que quienes no tuvieron experiencias, la cual no se confirmó para ninguna de las tres modalidades sensoriales.

Propensidad a alucinar: la hipótesis 2 era que el grupo de creyentes en lo paranormal puntuará positiva y significativamente en experiencia alucinatoria (medida con el CEA) en comparación con que quienes no tuvieron experiencias, la cual se confirmó: los creyentes puntuaron significativamente más alto (z = 6,09, p < ,01, a dos colas) en comparación con el grupo “control” de estudiantes sin experiencias.

Personalidad esquizotípica: la hipótesis 3 era que el grupo de creyentes en lo paranormal puntuará positiva y significativamente en esquizotipia (medida con el SPQ) en comparación con que quienes no tuvieron experiencias, la cual se confirmó para las modalidades cognitivo-perceptual (z = 4,20, p < ,001, a una cola) y desorganizada (z = 3,23, p < ,001, a una cola) de los creyentes en comparación con el grupo “control” de estudiantes sin experiencias.

Discusión

Los resultados aquí obtenidos sugieren que los alucinadores tienden a mayor imaginería visual, auditiva y táctil y mayor esquizotipia cognitivo-perceptual en comparación con los “no-alucinadores”, el cual parece ser un fuerte discriminador entre la propensidad a alucinar. Además, los creyentes en lo paranormal tendieron a mayor propensidad a alucinar en comparación con que quienes no tuvieron experiencias (un grupo “control” de estudiantes).

Ahora bien, si los creyentes en lo paranormal tienden a alucinar: ¿cuál sería el orígen de tal déficit perceptual? Considerando que la creencia paranormal está relacionada con la tendencia a la fantasía, una clave acerca de los orígenes de tal creencia se podría encontrar en cómo se desarrolla la tendencia de la fantasía (no medida en este estudio). Sin embargo, las creencias en lo paranormal proporcionan un sentido de control sobre los eventos de la vida, esto es, una seguridad de orden y de significado del mundo físico y social que es esencial para la seguridad emocional y el ajuste psicológico del individuo. El factor de esquizotipia cognitivo-perceptual también resultó en este estudio un fuerte discriminador.

Por un lado, la esquizotipia cognitivo-perceptual probablemente sea reguladora de la “entrada” de experiencias anómalo/paranormales que amenazan potencialmente la percepción de seguridad y el sentido de integridad del mundo aceptable, en esencia porque pueden implicar que estos eventos a veces son inciertos, caóticos, y superan el dominio y entendimiento del individuo. Mediante un sistema de creencias paranormales, el individuo tiene un marco perceptual cognitivo que estructura efectivamente tales eventos y experiencias que podrían parecer incomprensibles. Entonces, la creencia en lo paranormal constituye un prejuicio cognitivo a través del cual la realidad puede filtrarse sin ser amenazadora para el sentido de seguridad emocional del individuo. La manera mediante la cual las creencias paranormales consiguen este efecto es por medio de una “ilusión de control”, esto es, una percepción subjetiva de control sobre eventos que son anómalos, que no pueden ser controlados por el individuo, y que – de hecho – operan de manera independiente de déficits intelectuales, o de razonamiento como sostienen los escépticos (BLACKMORE; TROSCIANKO, 1985). Las formas particulares de creencia en lo paranormal aceptadas por el individuo, por supuesto, dependerán mucho del ambiente social y cultural. Las funciones de estas creencias por lo tanto parece que son más psicodinámicas en su naturaleza (IRWIN, 1992).

Aunque los creyentes en lo paranormal tienen sus indicadores de pensamiento esquizotípico innegablemente altos, parecen personas psicológicamente integradas. Un futuro estudio debería examinar estos puntajes en comparacion con una muestra control (p.ej. no creyentes en lo paranormal). Las experiencias de este tipo son completamente diferentes en su naturaleza a la de los trastornos patológicos, y no están acompañadas por ninguna pérdida de contacto con la realidad. Stevenson (1983) cree que el término alucinación se usa indiscriminadamente para denotar todas las experiencias sensoriales para las cuales no se puede encontrar ningún estímulo físico externo directo. Por ejemplo, escuchar la voz de Dios en un encuentro religioso, seguramente sea resultado del entorno en donde ocurre, a diferencia de escuchar la voz de Satanás todos los dias, lo cual probablemente sea considerado un signo de psicopatología.

Finalmente, debemos reconocer que una limitación de este estudio es que una forma menos directa de tratar este tema es examinar la salud mental de los creyentes en lo paranormal. Aunque Neppe (1983) puntualizó la similitud de muchas experiencias extrasensoriales con síntomas de epilepsia del lóbulo temporal que se puede atribuir a un proceso paranormal, no encontró razones para etiquetar a las experiencias extrasensoriales como mentalmente disfuncionales. Aunque los creyentes generalmente no son socialmente marginados (THALBOUME; HARALDSSON, 1980), pueden experimentar una sensación de alienación y falta de interés social (TOBACYK, 1985), parecer levemente narcisistas (TOBACYK; MITCHELL, 1987) y más interesados en el mundo de sus propias experiencias subjetivas que en las necesidades de otras personas (IRWIN, 1993).

 

Referências

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Endereço para correspondência

Contato
Alejandro Parra
Salta 2015 (C1137ACQ)
Buenos Aires – Argentina
e-mail: rapp@fibertel.com.ar

Tramitação
Recebido em novembro de 2009
Aceito em novembro de 2010