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Natureza humana

versão impressa ISSN 1517-2430

Nat. hum. vol.18 no.1 São Paulo  2016

 

ARTÍCULO

 

Dolor e historia del Ser: el debate entre Heidegger y Jünger sobre el dolor en la época de la técnica1

 

Pain and history of being: Heidegger and Jünger on the pain in the era of technology

 

 

Giovanni Jan Giubilato*

Universidad de San Buenaventura, Bogotá

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

A principio de los años '30 Heidegger percibe que aquello que caracteriza esencialmente el mundo y la época contemporánea es fundamentalmente la técnica, tal como es descrita por Ernst Jünger en los ensayos "La movilización total" (1930) y "El trabajador" (1932). Para Jünger la técnica es esencialmente "el modo como la forma del trabajador moviliza el mundo". La lectura y el análisis crítico de la obra de Jünger llevarán a Heidegger no solo a profundas transformaciones en su proyecto filosófico, sino también a buscar nuevos horizontes teóricos a través del cumplimiento de la denominada "Kehre". En el marco de la confrontación con los escritos de Jünger, el ensayo de éste último "Sobre el dolor" (1934) juega para Heidegger un papel decisivo. El dolor aquí es pensado como una de las "llaves con que abrimos las puertas no sólo de lo más íntimo, sino a la vez del mundo". A la inmutabilidad del dolor en cuanto medida de la existencia humana corresponde la variabilidad y multiplicidad de las modalidades con las cuales el hombre se enfrenta, históricamente, con el dolor. Pero ¿cuál es la esencia del dolor? ¿Y cuál es el papel que el dolor desempeña en la época moderna, es decir: en la época de la perfección de la técnica? A estas preguntas, que constituyen el centro de nuestra contribución, intentará dar respuesta el mismo Heidegger lector de Jünger.

Palabras clave: Heidegger; Jünger; técnica; dolor; historia del Ser.


ABSTRACT

At the beginning of the '30 Heidegger became aware that thecnology represents an essential character of the world in the contemporary modern era as he read, and studied carefully, the works of Ernst Jünger "Die totale Mobilmachung" (1930) and "Der Arbeiter" (1932). Technology for Jünger is essentially "how the figure of the worker mobilizes the world". In Heidegger's deep and severe confrontation with Jünger's writings – which eventually would urge him not only to profound transformations in his philosophical project, but also to seek new speculative horizons through the "Kehre" – the Jünger's essay "Über den Schmerz" plays a decisive role. Here pain is conceived as a "key with which we open the door not only of what is most intimate, but also of the world". To the eternal invariability of pain as measurement and proportion of human's existence corresponds the historical variability of all the ways in which humanity confronts the living pain. But what is, essentially, the pain? And what is "pain" in the era of the "perfection of technology"? All these questions constitute the reference point of this article and the core of Heidegger's dispute with Jünger depicted in it.

Keywords: Heidegger; Jünger; technology; pain; history of Beeing.


 

 

1) Consideraciones iniciales

Que nuestra época sea la edad de la técnica es una tesis largamente y desde tiempo difundida (Severino, 2009, p. 7). Sin embargo, es muy llamativo el hecho que en el marco de la ontología fundamental desarrollada por Heidegger en Ser y Tiempo a través de la analítica existenciaria del Dasein, el modelo para el análisis de la "cotidianidad" (es decir del modo como la vida se encuentra inmediata y regularmente en el mundo) y de la "mundaneidad" del mundo es esencialmente el trabajo artesanal del mundo campesino. En la obra capital de 1927 no se hace referencia, como es notorio, al trabajo industrial en sentido moderno, tal como es referido, por ejemplo, en los escritos de Durkheim, Marx o Weber.

Es alrededor de los primeros años '30 cuando esta perspectiva empieza a cambiar. Heidegger percibe que aquello que caracteriza esencialmente nuestra época y la realización en ella de la vida humana no es la cotidianidad rural [bäuerlich], sino más bien el trabajo industrial y la técnica, tal como es descrita por Ernst Jünger en los ensayos "La movilización total" (1930) y "El trabajador" (1932). La técnica en sentido jüngeriano es esencialmente "el modo como la forma del trabajador moviliza el mundo" (Jünger, 1990, pp. 147 ss.). Sobre la base de varios estudios y contribuciones historiográficas se puede afirmar que la técnica se convierte en una temática central y decisiva de la reflexión heideggeriana a partir de una detallada confrontación con la obra de Jünger.

La reconstrucción del debate entre los dos autores, largamente vinculado y en parte reducido al intercambio epistolar publicado y conocido como "Sobre la línea" (Heidegger & Jünger, 1994), texto que ha sido largamente comentado y discutido por la crítica, debe necesariamente tomar en cuenta también el volumen 90 de las "Obras Completas" de Heidegger intitulado "Zu Ernst Jünger" (Heidegger, 2004a), donde han sido recopiladas las anotaciones heideggerianas de los años '30 sobre los escritos de Jünger, que constituye entonces el punto de partida obligado para la comprensión de la Auseinander-setzung entre los dos pensadores sobre la cuestión de la técnica y del dolor.

"En 1930", escribe Heidegger, "fue publicado el ensayo de Ernst Jünger 'Die totale Mobilmachung'"; en este trabajo se anunciaban ya los rasgos fundamentales del libro "Der Arbeiter", publicado en 1932. En un círculo encerrado comenté estos escritos con mi asistente Brock, e intenté de demostrar como ellos constituían una comprensión esencial de la metafísica de Nietzsche, en la medida en que, dentro del horizonte de tal metafísica, se preveían la historia e el presente del Occidente. […] Otra vez en el invierno de 1939/40 comenté, con un grupo de colegas, partes del libro de Jünger "Der Arbeiter", y me di cuenta de cómo y cuánto, en aquel entonces, dichos pensamientos seguían siendo extraños y asombrosos – hasta que no fueron confirmados por los hechos. Aquello que Ernst Jünger entiende con las ideas de "dominio" y "trabajador", aquello que en dichas ideas sale a la luz, es la dominación universal de la voluntad de poder, dentro la historia pensada en una perspectiva planetaria" (Heidegger, 2000a, p. 375).

A pesar del gran entusiasmo inicial con el cual Heidegger recibió la publicación de la obra "Der Arbeiter" (cf. Heidegger, 2000a, pp. 198 ss.), sucesivamente se puede apreciar una cierta toma de distancia critica. La confianza presente en los análisis de Jünger y en su mirada hacia el advenimiento de la técnica y de una nueva forma de poder planetario ofusca e impide, según Heidegger, un más radical y profundo preguntar acerca de la esencia de la técnica, y acerca de aquella transición hacia el cumplimiento definitivo de la metafísica occidental, que preludiaría un misterioso "otro" comienzo en la historia del Ser [Seynsgeschichte]. Pese a la apreciación de la sensibilidad y de la capacidad sismográfica de Jünger, y su "tenacidad en ver lo real efectivo", Heidegger reprocha a Jünger el hecho de ser simplemente un "descriptor" y no un "pensador" (Heidegger, 2004a, pp. 90, 240, 256, 278). Por esta razón Jünger puede creer, erróneamente según Heidegger, que aquello que en realidad es el cumplimiento o la maduración [Vollendung] epocal del terminar del "primer inicio" griego (de la civilización y de la metafísica occidentales) sea el principiar de un tránsito a un nuevo "Estado de trabajo" (Jünger, 1990, pp. 224 ss.) Jünger piensa entonces que la época de la perfección de la técnica sea el comienzo de un nuevo corte, en la odisea de la historia humana, dominado por la forma de la técnica universal y por una nueva figura – el tipo del trabajador. En el Typus del trabajador Jünger describiría un representante de la voluntad de poder sin poder pensar en la cuestión de la técnica, ni en el marco de la pregunta por el ser, ni en el pensamiento de su historicidad esencial. Todo aquello que a Jünger le queda es, entonces, "solo lo onírico, lo aventurero, y la fantasía" – empero todo esto, concluye Heidegger, no es nada de nuevo, sino "como en los siglos pasados la mística, un mundo dependiente de la metafísica y opuesto a ella" (Heidegger, 2004a, pp. 272-273).

Justamente este será el punto central del "debate epistolar" publicado en "Sobre la línea". La "línea" es aquella del nihilismo, que Jünger, gracias a su visión de un "nihilismo heroico" y la búsqueda de nuevas "avanzadillas", de nuevas posiciones hacia adelante respecto al mismo nihilismo ya reconocido por Nietzsche, considera ya sobrepasada - o a punto de estar sobrepasada por la nueva forma del trabajador.2 Por contra Heidegger cree que el problema de la metafísica, de la voluntad de poder y de la subjetividad tengan que ser necesariamente reconducidos a la cuestión del Ser. Su posición impone entonces de sondear el fundo metafísico de la situación actual, indicada por la "línea". Bajo esta perspectiva, Jünger quedaría atrapado en el pensamiento de los valores y de la "inversión de los valores – como ya su maestro Nietzsche –, porque ve en el nihilismo una desvaluación de todos los valores que imposibilita el contacto con un (originario) absoluto, limitándose por lo tanto a su descripción dentro de panorámicas literarias" (Heidegger, 2004a, pp. 58 ss.).

Sin embargo, es indudable que la influencia de Jünger en la reflexión heideggeriana sobre la técnica fue más que decisiva (De Sá, 2008). Aparentemente Heidegger desarrolla su pensamiento de la técnica propio en consonancia y disonancia respecto a las posiciones jüngerianas. A partir de los primeros años '30 la lectura y el análisis crítico de los escritos de Jünger llevarán a Heidegger – que finalmente ve en Jünger el más radical discípulo de Nietzsche y de la afirmación de la subjetividad en cuanto "voluntad de poder" – no solo a profundas transformaciones en su proyecto filosófico, sino también a buscar nuevos horizontes especulativos a través del cumplimiento de la denominada Kehre – el "giro" o la "torna" en su pensamiento –, a enfrentarse con "el más inquietante y siniestro de los huéspedes" (Volpi, 2007, p. 13) – el nihilismo – y a concebir un "otro pensar" que "abandona la subjetividad" (Heidegger, 2004b, p. 270) y se abre la inmemorial historia del Ser.

 

2) La cuestión de la técnica

Según Heidegger, el nihilismo y la desertización del sentido que él conlleva, encuentran sus más acabada realización en la organización técnico-científica del mundo propia de la modernidad, que el filósofo alemán, en su famosa conferencia "La pregunta por la técnica" (Heidegger 2000b, pp. 5-36),3 caracteriza con la expresión Ge-Stell. ¿Porqué este término? Gestell es una palabra que en el lenguaje común alemán significa algo de construido, de artefacto, como por ejemplo el armazón de los lentes, o un caballete, un telar mecánico (en alemán: Brillengestell, Fahrradgestell, Gestell). La palabra indica entonces una estructura, un dispositivo o un soporte, cuyo carácter peculiar es de ser algo construido por el hombre y de ser algo que une, que unta y que entonces es la estructura de soporte de algo. Por estas razones, la palabra "Gestell" se adapta muy bien para expresar aquello que la técnica, la τέχνη, representa respecto a la naturaleza, la φύσις: todo aquello que es artefacto, construido, producido por el hombre. La naturaleza es aquello que crece y nace espontáneamente, que guarda en sí mismo el principio de su génesis y movimiento, de su nacimiento y de su morir; la τέχνη por contra es algo artificial, frio, muerto.

Otro aspecto muy importante es representado por la composición semántica de la palabra. El término Ge-Stell es compuesto por el sufijo "Ge-", que es un sufijo colectivo porque indica un conjunto, una multiplicidad reunida bajo una mirada abarcadora, y la raíz "-stell" que remite al verbo "stellen", que significa "poner". Ge-Stell entonces reúne en sí todas las modalidades esenciales que concurren a formar el mundo de la técnica: "Her-stellen, Vor-stellen, Be-stellen": el producir, representar, ordenar. Es decir, el concepto de Ge-Stell reúne el conjunto de las modalidades del "poner" que constituyen las actitudes fundamentales del hombre dominado por la técnica y su "dispositivo". Heidegger eleva entonces esta palabra a concepto clave para expresar la esencia de la técnica.

En el ya citado ensayo "La pregunta por la técnica" (Heidegger, 2000b) aparece la famosa afirmación según la cual "la esencia de la técnica no es algo técnico" (Heidegger, 2000b, p. 7). Aquí su indagación ontológica, según la cual la técnica es una modalidad de "develamiento" [Entbergung] del Ser, toma distancia tanto de una perspectiva instrumental – que ve en el fenómeno de la técnica la generalización de la relación medio/fin –, cuanto de una perspectiva antropológica – que interpreta la técnica como una actividad humana. En el primer caso el resultado de una meditación sobre los fenómenos contemporáneos de la técnica sería la fusión entre racionalidad tecnológica y política, como por ejemplo en Herbert Marcuse; en el segundo sería más bien una antropología social que indaga los problemas socio-psicológicos de la sociedad industrial en la época de la técnica, como por ejemplo en Arnlod Gehlen. El preguntar heideggeriano acerca de la esencia de la técnica se distancia de estas formas de reflexión en una doble perspectiva. Por un lado la técnica es entendida como un "producir", un "dejar-llegar-a-presencia" que conduce "a la luz" aquello que antes era oculto. Como en la ποίησις representada por la actividad del artesano o del artista, que a partir de una materia informe deja "venir-a-presencia" la escultura anteriormente "ocultada" en la madera o en la piedra. Empero, por otro lado, en la modernidad el "develamiento" de la técnica no se despliega esencialmente en un pro-ducere en el sentido de la ποίησις, sino más bien como una pro-vocación [Heraus-forderung] de la φύσις que pretende y exige de ella, con una imposición destinal (entendida como Schickung), ser el fondo inagotable de la materialidad manipulable y calculable, objeto de todas las modalidades del producir, del representar y del ordenar – del Ge-Stell.

 

3) Sobre el dolor en la época de la técnica

En el marco del pensamiento sobre la técnica y del enfrentamiento especulativo con la obra de Jünger, el ensayo de éste último "Sobre el dolor" (1934) – que Heidegger leyó y comentó atentamente, como demuestran las numerosas anotaciones recopiladas en el tomo 90 de sus Obras completas (Heidegger, 2004a) y también los nuevos volúmenes de los denominados "Cuadernos Negros", (Heidegger 2014a; 2014b; 2014c; 2015) – juega un papel decisivo. Según Heidegger, bajo la influencia de la filosofía de Nietzsche Jünger "comprende el espíritu de su tiempo, cristalizado en la primera guerra mundial, como una manifestación de la voluntad de poder" (Heidegger, 2004a, p. 243). El cumplimiento extremo de la voluntad de poder es la movilización de todo lo ente y, dentro de este proceso de apoderamiento cognoscitivo y operativo de la realidad, la movilización del ser humano mismo. La actitud heroica de Jünger, que en el tipo del "trabajador" afirma la realidad de una nueva humanidad y la nueva época de los "titanes" – hombres capaces de dominar la maquinaria de la técnica – es, según Heidegger, "una forma de nihilismo activo" (Heidegger, 2004a, p. 240). Uno de los más importantes filósofos italianos, Franco Volpi, en su estudio sobre el nihilismo ha destacado la importancia fundamental del ensayo "Sobre el dolor", en el cual se registra un desplazamiento significativo de la perspectiva: "Por primera vez se hace espacio a la idea de que la técnica es un factor de nihilismo: cuando a la nueva forma no corresponde el desarrollo de contenidos adecuados, cuando la realidad es transformada y plasmada por la técnica sin que las ideas, las personas y las instituciones se adecuen con la misma rapidez, cuando la disciplina, la capacidad de organización, el potencial energético crecen sin un igual crecimiento de nueva sustancia, entonces la técnica produce nihilismo" (Volpi, 2007, pp. 108-109).

El ensayo de Jünger identifica entonces por primera vez la técnica con el proceso del nihilismo, recorriendo a algunas de sus manifestaciones cardinales en la modernidad. En este contexto según Jünger – como anota Heidegger (Heidegger, 2004a, pp. 452-453) - la relación que el cuerpo debe tener con el dolor es una disciplina dirigida a la objetivación del mismo y a la impermeabilización de la vida en contraposición a la capacidad penetrante del dolor. La capacidad de realizar esta tarea determinará el duro rostro del nuevo tipo de humanidad: el trabajador. Si la "movilización total" describe el proceso de apoderamiento técnico-operativo de todo lo ente a nivel planetario, y si "el trabajador" es la forma en la cual este proceso se realiza como tarea – o destino [Geschick], diría Heidegger – histórico de la subjetividad moderna, entonces en el ensayo "Sobre el dolor" Jünger lleva el análisis un paso más adelante, considerando el dolor como "piedra de toque" y "llave de lectura" privilegiada de la época de la técnica.

El análisis sistemático del ensayo jüngeriano permite individuar tres puntos fundamentales de reflexión que ponen en relación el dolor y el cuerpo:

1) La elusión del dolor en el in-forme mundo burgués, donde, en las atmósferas "narcóticas y saturas" de los "cafés" y de los locales del entretenimiento, el dolor es soslayado para dejar espacio a un "mediocre bienestar" (Jünger, 1978-1983, p. 158), en conformidad con el intento constante de evitar el dolor. Jünger describe la época burgués como época del valor universal, del vacío universal y de la "habladuría" [Gerede] universal, donde: "el fabuloso desarrollo de los medios técnicos parece todavía obedecer únicamente al imperativo del "confort": todo parece nacido con el fin de iluminar, calentar, poner en movimiento, divertir e atraer grande cuantidades de dinero" (Jünger, 1978-1983, p. 155).

2) La soportación del dolor propia del mundo heroico, espiritual y militar, que es capaz de tratar al cuerpo como un objeto [Gegenstand] (Jünger, 1978-1983, p. 158) y de establecer así una "avanzadilla", expuesta a las fuerzas elementales, donde a través de una rígida disciplina se templa el cuerpo como acero, y se deje la vida siempre preparada y entrenada para el encuentro con el dolor.

3) Este aspecto heroico y espiritual no desaparece, sino muta, en el nuevo mundo técnico movilizado por la figura del trabajador. El extrañamiento del dolor en el cuerpo anestesiado gracias a la espesa coraza que cubre, como un uniforme, el nuevo tipo humano representa una nueva forma de disciplina – técnica, en este caso (Jünger, 1978-1983, p. 161). Esta nueva identidad y conmistión de lo humano con lo técnico, lo mecánico, con el artefacto – es decir, de la φύσις con la τέχνη – es llamada por Jünger "construcción orgánica". En ella sobresale el sentimiento de ajenidad respecto al propio cuerpo, concebido como mero "instrumento" o "herramienta" a la par de otros objetos técnicos, que desplaza al hombre en una esfera "ya extraña a todo dolor". Resulta entonces una "extirpación de la zona de la sensibilidad de la vida" (Jünger, 1978-1983, p. 162). El objetivo de todas las medidas y de todas disciplinas que reducen esta zona de sensibilidad es siempre la producción – o re-producción – de un cierto tipo humano y una transfiguración esencial del dolor, que ya no es posible, porque la técnica transforma el cuerpo en un objeto anestesiado y expuesto la intervención mecánica. Como afirma el mismo Jünger: "Ya en nuestro cuerpo no somos en casa como antes" (Jünger, 1978-1983, p. 187).

Ahora bien, en sus anotaciones y observaciones al texto jüngeriano (Heidegger, 2004a, pp. 435-461), Heidegger remarca críticamente que Jünger en su ensayo "Sobre el dolor" "en realidad no trata del dolor", sino que "se petrifica en la mirada de como el hombre encuentra, o evade, el dolor" (Heidegger, 2004a, p. 436). Como si fueran dos cosas inevitables, cuya relación se deja observar y analizar, Jünger describe el encuentro del hombre con el dolor como un simple hecho psicológico, una experiencia corporal y física. "Como criterio el dolor es inmutable; variable es, en cambio, el modo y la manera como el ser humano se enfrenta a él" (Jünger, 1978-1983, p. 120) afirma Jünger, y describe los cambios en las modalidades de enfrentarse al dolor en la época de la técnica. Empero Jünger no dice ni se pregunta: ¿Qué es, esencialmente, el dolor? Esta es la cuestión que pone Heidegger.

 

4) Dolor e historia del Ser

Al enfrentarse con la temática del dolor en el contexto de su pensamiento onto-histórico – y sobre todo a la luz de cuanto de ello dejan ver las más recientes publicaciones de sus Obras completas –, Heidegger de alguna manera rescata aquella "soportación" del dolor que Jünger había atribuido al mundo heroico de los soldados y a su disciplina espiritual, y cuya práctica encontraba su autenticidad en la preparación del encuentro permanente con el dolor. Heidegger pero la desplaza en un contexto y en una perspectiva diferente, en una dimensión donde esta soportación ya no tiene alguna referencia a la corporeidad del hombre: en una perspectiva que finalmente podríamos llamar "conforme a la historia del Ser".

En ella, el dolor pertenece al modo cómo el "destino" [Geschick] del ser se despliega históricamente – y ya no primariamente al llano de la existencia humana. En Heidegger el dolor no es simplemente un hecho psicológico-corporal proprio del hombre, no es una vivencia [Erlebnis] que pueda ser investigada en cuanto "mejor piedra de toque para conocer la nueva raza del trabajador" (Jünger, 1978-1983, p. 122). Heidegger nos habla – problemáticamente – de un dolor que no es ni físico ni corporal ni mental, sino (podríamos decir en palabras comunes) "metafísico", en el sentido que es un dolor que está más allá (μετά) de lo físico (τα φυσικά), que viene después – o antes – de cualquiera experiencia física del dolor y del sufrimiento.

Vemos entonces, en primer lugar, como Heidegger distingue la esfera meta-física del dolor de la esfera física del sufrimiento, y luego como el dolor se inscribe en el núcleo de su pensamiento onto-histórico.

1. "Sufrimientos inconmensurables se expanden y enfurecen la tierra", afirma Heidegger en la inmediata posguerra, en su célebre conferencia "El peligro". "Siempre y continuamente sube la marea del sufrimiento"; pero "la esencia del dolor se esconde" (Heidegger, 1994, p. 57) atrás de los fenómenos históricos, fácticos y mundanos (en fin, ónticos) del sufrimiento humano. El hombre, inmediata y regularmente, no está unido con la esencia del dolor, es ajeno a este llano meta-físico de la esencia del dolor. Qué es entonces, esencialmente, el dolor en la época de la técnica?

2. Atrás de los múltiples y siempre mutables fenómenos de la técnica se esconde su causa profunda, su esencia, su dispositivo de funcionamiento unitario, que hemos llamado el Ge-Stell. La estructura colectiva y planetaria del Ge-Stell, a su vez, esconde en si el peligro que en todas partes, bajo el dominio irrefrenable de las actitudes del "representar", del "ordenar" y del "producir" lo ente, en el medio del sinfín de gigantescas necesidades [Nöte] propias de la subjetividad que vive la época de la perfección de la técnica, no lleguen a mostrarse aquellas sutiles señas que, en el silencio de la filosofía y lejos de los ruidos del mundo atareado con lo ente, pueden señalar la necesidad [Not] de un volverse hacia la necesidad [Not-wendigkeit] esencial de pensar el Ser en cuanto tal, y su historicidad. Ahora bien, uno de estos recónditos señales – como la muerte en cuanto "sierra del Ser", la pobreza en cuanto "liberación" de la propiedad óntica para la "propiedad esencial en el Ser" – es, según Heidegger, proprio el dolor en cuanto "plan fundamental" o "corte horizontal" [Grundriß] del Ser mismo.

Como él afirma: "El dolor desgarra [reißt]. Es el desgarro [Riß]. Con todo, no desgarra en astillas que se desparraman. Ciertamente el dolor desgarra des-juntando; separa, pero de todo modo que, al mismo tiempo, reúne [versammelt] todo en sí". En tanto que separación, el desgarro que el dolor produce es, a la vez, como una especie de "tirar" que "junta lo que se mantiene separado en la dis-yunción. El dolor en el desgarro es lo unitivo que reúne y separa. El dolor es la juntura del desgarro" (Heidegger, 2000b, p. 24). La esencia del dolor se muestra entonces como "aquello que reúne en lo más íntimo", como aquello que puede "reunir" el hombre en la intimidad del Ser. Bajo esta perspectiva, que caracteriza la fase de pensamiento heideggeriano a partir de los primeros años '30, la esencia del dolor, así brevemente caracterizada, pertenece fundamentalmente a la historia del Ser [Seynsgeschichte] y no a la psicología o a la fisiología del ser humano. Más aún, el dolor pertenece al evento inicial de esta historia porque, como un trazo primero, el dolor abre un espacio, corta una disyunción, e inaugura así la marcha de las épocas de la historia del ser y de su narración trágica. Sí, porque según Heidegger "el Ser mismo es trágico" (Heidegger 2014b, p. 417). El Ser mismo está relacionado con el dolor, un dolor trágicamente antiguo, histórico, metafísico.

Un pasaje de uno de los ensayos onto-históricos que rodean la composición de los "Beiträge zur Philosophie" (Heidegger, 1989) llamado "Besinnung" (Heidegger, 1997, pp. 223-224) tematiza detalladamente el pensamiento trágico: se trata de los párrafos introductorios del capítulo titulado "La historia del Ser" [Die Seynsgeschichte]. "Si vemos la esencia de lo "trágico" en que el comienzo es el fundamento del ocaso, pero ocaso no es fin sino redondez del comienzo, entonces lo trágico pertenece a la esencia del Ser" (Heidegger, 1997, p. 195). Aquí Heidegger se refiere a la estructura de la historia del Ser, que posee una trama narrativa con un comienzo, un fin, o un ocaso, y un posible "otro comienzo". Es aquí también que se crea una inserción con la tragedia griega antigua, y con su representación del dolor. Fundamental, en la trama de la historia del Ser, es el ocaso, la catástrofe final, de acuerdo a cuanto afirma Aristóteles en su "Poética" acerca de la tragedia griega (al respecto se puede pensar, por ejemplo, en Edipo, quien en su errar va, de manera irremediable y sin saber, hacia el terrible cumplimiento de cuanto le vaticinó el oráculo de Delfos: matar a su padre y desposarse con su madre. Cuando descubre la verdad, Edipo se quita los ojos con los broches del vestido de su madre).

"Esencial es el saber acerca del comienzo como fundamento del ocaso que lo redondea. Si hablamos acerca del "fin" a partir del pensar del comienzo, entonces aquél" fin significa "el acabar de lo que el comienzo […] pone y decide como posibilidades" (Heidegger, 1997, p. 195). La primera historia del Ser, que va de la φύσις de los filósofos presocráticos hasta el "eterno retorno" de Nietzsche, "es un comienzo que va al ocaso", una historia que va hasta su catástrofe final: la maquinaria de la técnica en el mundo moderno. Dicha historia trágica inicia, dolorosamente, con una disyunción, una separación entre lo uno y lo múltiple, entre la unicidad del Ser y la multiplicidad de lo ente. Este es el doloroso desgarro ineludible que abre por primera vez el espacio de la historia del Ser, que la inaugura separando y reuniendo en el dolor el nivel óntico y el nivel ontológico, el nivel de lo ente y el nivel del Ser. Heidegger ha llamado esta separación "diferencia ontológica", o, posteriormente, simplemente "di-ferencia" [Unter-schied], para subrayar el acontecimiento inicial de una separación [Scheidung], de una división [Scheiden] y de un corte, una laceración que se instaura en "lo más iniciante de lo inicial". El aspecto fundamental es que él relaciona expresamente esta laceración inicial, que abre el espacio narrativo de la historia del Ser, al dolor: "El dolor junta el desgarro de la di-ferencia. El dolor es la di-ferencia misma" (Heidegger, 2004b, p. 24). Al principio de la narración de la tragedia del Ser – que terminará con un ocaso y quizás con la posibilidad de un "nuevo inicio" más antiguo del "primero" (Heidegger, 1989, p. 90 ss.) – está el dolor de un hundimiento [Untergang] en el abismo [Abgrund], y de un desaparecerse del fundamento [Ab-grund] que acontece con la laceración entre la unicidad del Ser, que se quedará por siempre inalcanzable, y la multiplicidad de lo ente.

El dolor, símbolo cósmico de la "di-ferencia" entre Ser y ente, representaría entonces la forma más pura de "hacer experiencia" del Ser, es decir: la forma más pura de "soportación" del desplegarse histórico de la verdad del Ser: "Der Schmerz ist die reine Form des Austrags der Wahrheit des Seyns" (Heidegger, 2015, p. 16).

 

Referencias

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Dirección para correspondencia
Giovanni Jan Giubilato
E-mail: giovannijangiubilato@hotmail.com

 

 

* Profesor titular de la Especialización y Maestría en Filosofía Contemporánea de la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá.
1 Este artículo ha sido escrito en el marco del grupo de investigación DEVENIR, avalado por el Centro de Investigaciones y Vigilancia Tecnológica de la Universidad de San Buenaventura (Cra. 8H No. 172-20, Bogotá, Colombia), al cual pertenece el autor como Profesor de la Maestría en Filosofía Contemporánea. E-Mail: giovannijangiubilato@hotmail.com.
2 En 1951 Jünger publicará Der Waldgang (La emboscadura, Tusquets, 2002) que debe ser considerado como un intento de alcanzar un posible espacio de seguridad, sustraído al alcance del nihilismo y de su potencia destructiva.
3 La conferencia fue dictada por Heidegger el día 18 de noviembre de 1953 en el auditorio de la Technische Hochschule München, como parte del encuentro "Die Künste im technischen Zeitalter" organizado por la Bayerische Akademie der Schönen Künste, bajo la dirección del presidente Emil Preetorius. Ernst Jünger también asistió al evento.

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