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Revista Mal Estar e Subjetividade

Print version ISSN 1518-6148

Rev. Mal-Estar Subj vol.12 no.1-2 Fortaleza June 2012

 

AUTORES DE OUTROS PAÍSES
ARTIGOS

 

Retazos de historias a manera de segunda piel. Magdalena, una mujer abusada y maltratada1

 

Pedaços de histórias por meio de uma segunda pele. Magdalena, uma mulher abusada e maltratada

 

Scraps of stories by way of second skin. Magdalena, a woman abused and mistreated

 

Des bouts de récits par voie de seconde peau. Magdalena, une femme violenté et maltraitée

 

 

Cecilia Muñoz VilaI; Jenny CaroII; Andrés LasprillaIII; Hugo TrevisiIV; Iván ToroV; Nubia Esperanza TorresVI

IPsicóloga, PhD Cand. en Sociología y Psicoanalista, Profesora Maestría en Psicología Clínica, Investigadora
IIPsicóloga, Estudiante Maestría en Psicología Clínica
IIIPsicólogo, Estudiante Maestría en Psicología Clínica
IVPsicólogo, Estudiante Maestría en Psicología Clínica
VPsicólogo, Magister en Psicología y Psicólogo del Refugio
VIPsicóloga, Psicoanalista, Profesora Asociada U.J., Investigador Principal

 

 


RESUMEN

OBJETIVO: Explorar el funcionamiento psíquico de una mujer abusada y maltratada desde niña.
DESARROLLO: Los autores hicieron una revisión sistemática con observación de segundo grado sobre seis sesiones de psicoterapia de orientación psicoanalítica llevadas a cabo por una estudiante de Maestría de Psicología Clínica de la Universidad Javeriana.
CONCLUSIONES: Los autores encontraron en la paciente un funcionamiento bidimensional, con atención y conciencia exclusivamente sensorial, con estados pasivos de desmentalización y desmantelamiento, con una ruptura del plano de funcionamiento sensorial en múltiples pedazos que solo se conectan por contigüidad o contraste verbal, y que se alternan en su aparición, sin que el tiempo, ni el espacio, ni los objetos intervengan como factores organizadores, porque la violenta irrupción de la violación en el cuerpo ha roto la conexión inicial entre el cuerpo y el psiquismo, y se ha dañado el desarrollo de la feminidad normal. Se desarrolla así un estado mental de segunda piel donde todos esos trozos de historias narradas una y otra vez la mantienen temporalmente unida, pero al hacerse cada vez más pequeños y desarticulados la dejan en el vacío de su existencia.

Palabras-clave: Mujer, maltrato, abuso sexual, desmentalización, desmantelamiento.


RESUMO

OBJETIVO: Explorar o funcionamento psíquico de uma mulher estuprada e mal tratada desde criança.
DESENVOLVIMENTO: Os autores fizeram uma revisão sistemática com observação de segundo grau sobre seis sessões de psicoterapia psicanalítica, completadas por uma estudante de psicologia clínica da Universidade Javeriana.
CONCLUSÕES: Os autores encontraram na paciente, um funcionamento sensorial em múltiplos pedaços que apenas se entrelaçam por contiguidade ou contraste verbal, e que alternam-se na sua aparição, sem a necessidade do tempo, espaço, nem objetos intervirem como fatores organizadores, porque a violenta irrupção no corpo, tem roto a ligação inicial entre o corpo e o psiquismo e tem danado o desenvolvimento da feminilidade normal. Desenvolve-se assim um estado mental de segunda pele no qual todos esses troços de histórias narradas vez por outra, mantém a pessoa temporalmente unida, mas ao se fazerem toda vez menores e desarticulados, deixam-na no vazio da sua existência.

Palavras-chave: Mulher, mal trato, estupro, desmentalização, desmantelamento.


ABSTRACT

OBJECTIVE: Explore the psychic functioning of a woman who has been sexually and physically abused since childhood.
DEVELOPMENT: The authors did a systemic second hand observational revision of six psychoanalytically oriented psychotherapy sessions carried out by a Javeriana University Clinical Psychology Masters student.
CONCLUSIONS: The authors found a system of bidimensional functioning in the patient whose attention and consciousness are exclusively sensorial, with a passive state of desmentalization, dismantlement and rupture in her sensorial functioning level. This has been broken up in several pieces, can only be connected by proximity or verbal contrast, and appears interchangeably, without the necessity of any sense of time, space, nor objects as organizational factors, once the violent rape irruption of the body has shattered the initial link between body and psyche and, therefore, damaged the normal development of femininity. This way, a mental state of a second skin was developed whereby the sections of narrated stories that she tells from time to time, keeps her temporarily united; but as the pieces turn smaller and unarticulated amongst themselves, she is left in the emptiness of her existence.

Keywords: Women, ill-treatment, rape, desmentalization, dismantling.


RÉSUMÉ

OBJECTIF: Explorer le fonctionnement psychique d'une femme abusée et maltraitée depuis sa première enfance.
DÉVELOPPEMENT: Les auteurs ont établi une révision systématique et faisant appel à une observation de second degré de six séances de psychothérapie d'orientation psychanalytique qui se sont déroulées avec un étudiant du Master de Psychologie Clinique de la Universidad Javeriana.
CONCLUSIONS: Les auteurs ont trouvé chez la patiente un fonctionnement bi-dimensionnel, avec attention et conscience exclusivement sensorielles, états passifs de dé-mentalisation et dé-mantèlement, avec une rupture du plan du fonctionnement sensoriel en plusieurs morceaux qui ne se lient que par contigüité ou par contraste verbal et dont l'apparition est alternante, sans que temps, ni espace, ni objets n'interviennent en tant que facteurs organisateurs, dans la mesure où l'irruption violente du viol dans le corps a détruit le lien des débuts entre corps et psychisme et a abimé le développement de la féminité normale. Un état mental de seconde peau se développe dans de telles conditions, lorsque ces fragments de récits d`histoires répétés la maintiennent unie de façon temporaire et qui la laissent néanmoins plonger dans le vide de son existence lorsqu'ils deviennent à chaque fois plus petits et inarticulés.

Mots-clés: Femme, Abus, Abus sexuel, dé-mentalisation, dé-mantèlement.


 

 

Introducción

En este artículo se presentan los resultados de la codificación, análisis, reflexión e interpretación de seis protocolos recogidos en un proceso psicoterapéutico de orientación psicoanalítica2 con una paciente que será llamada Magdalena, con el fin de salvaguardar su identidad. El objetivo fundamental de este trabajo fue explorar el funcionamiento psíquico de una mujer abusada y maltratada desde niña a partir de un proceso de observación de segundo grado, utilizando la técnica propuesta por Bion (1963/1996) llamada revisión meditativa. Se presentan en el artículo la construcción reducida de las temáticas por sesión, seguido de un análisis e interpretación del material.

 

Marco Referencial

El presente trabajo del grupo y tres de los artículos ya terminados y en proceso de publicación, elaborados por Cecilia Muñoz y Paula Rincón sobre el maltrato3 han estado enmarcados en el esquema de Funcionamiento de Supuesto Básico (Bion, 1961/2006) bajo el modelo del funcionamiento psíquico desde la parte infantil de la personalidad (Harris-Meltzer, 1983/1990), desde la familia pandilla e invertida (Harris-Meltzer, 1983/1990) y desde el funcionamiento social inhumano producto de condiciones vitales de supervivencia (Turnbull, 1972). Para el análisis de este caso se partió inicialmente, del marco del funcionamiento invertido o perverso del individuo, la familia y la comunidad de Harris-Meltzer (1983/1990). Mientras el proceso avanzaba se recurrió también a la dimensión estructural y dinámica de la mente (Freud, 1920/1981, 1923/1981, 1938/1981); Klein (1946/1988, 1958/1988, 1959/1988), Bion (1963/1966, 1967/1977), Harris-Meltzer (1983/1990) y al proceso de desobjetalización planteado por Green (1993/1995, 2000/2001).

 

Método y procedimiento

La presente investigación es un estudio de caso dirigido por un grupo de estudiantes y profesores que en interacción recíproca y reflexiva (Navarrete, 2002), leyeron, categorizaron, analizaron e interpretaron los protocolos de sesiones psicoterapéuticas realizadas por un estudiante de la Maestría en Psicología Clínica. Se conjugan entonces los elementos emergentes del material con elaboraciones teóricas psicoanalíticas, en un movimiento de contrastación, ajuste y elaboración de hipótesis comprensivas, que se producen en una revisión meditativa (Bion, 1963/1966) en conjunción con la ubicación especulativa del marco conceptual.

El trabajo se realizó siguiendo los siguientes pasos: 1. Lectura del material por todos los miembros del grupo. 2. Establecimiento de categorías emergentes de funcionamiento psíquico de cada sesión por una pareja del grupo investigador. 3. Socialización y revisión de la categorización de todas las sesiones por todos los miembros del grupo. 4. Elaboraciones interpretativas de las sesiones a partir de la discusión del grupo. 5. Elaboración de la discusión y conclusiones. En el proceso participaron dos profesoras, siete estudiantes4 y un psicólogo del Refugio; en la escritura del documento, los autores que aparecen en el encabezado.

 

Magdalena y sus historias en las seis sesiones

Magdalena es una mujer de 29 años, prostituta de profesión, que se ha refugiado dos veces en la institución encargada de proteger a mujeres maltratadas. La primera vez lo hizo para defenderse del maltrato del padre de su primera hija y la segunda vez para evitar su muerte y de su hija ante posibles nuevos intentos de asesinato del padre de su segunda hija, un paramilitar a quien había conocido en el burdel donde trabajaba.

 

Primera sesión

Comienza con historias de abuso y de abusadores. Relata que cuando le pide ayuda a su madre y a su medio hermana para que la protejan del abuso del cuñado, no hacen nada. El abusador la amenaza con contarle al padre las "terribles acciones" de la niña. Más tarde, la misma hermana la lleva hasta el padre de ella y se la entrega para que la abuse. Después llega un carpintero, que también la abusa y le ofrece dinero, que ella presta a su hermana. Esta fue la entrada de Magdalena en la sexualidad: usada y abusada por hombres, con la complicidad de su medio hermana.

Narra después sus aventuras como prostituta. Desde muy temprano en la vida se dedica a esta ocupación que valora por los altos ingresos que le permiten vivir bien y satisfacer todas las necesidades de sus padres e hijas. En este oficio pueden darle apoyo los hombres que acuden a sus servicios. Trabaja intensamente con hombres de "buena" calidad que le devuelven una "buena" mirada a su existencia.

Sigue la historia con el paramilitar, enamorado de ella, quien la domina pero le paga bien. Esta relación se prolonga, él acaba embarazándola y ella dándose cuenta de eso solamente a los cinco meses de gestación. Afirma sentirse "nublada". Al comunicarle su embarazo, él simplemente le ofrece dinero para que solucione el problema, porque "no le interesa dejar rastros", pero ella no aborta. Su gran problema es llevar la desilusión a la casa de sus padres, pues sus primas todas se casaron por la iglesia, y ella quería lo mismo. Al saber lo sucedido, la echan de la casa. Los relatos tienen una tonalidad de aventuras carentes de contacto emocional, salvo por el temor de la desilusión del padre. Es el rechazo de los padres lo que la contacta con su dolor.

Relata entonces sus desdichas: explotación laboral durante el embarazo, nacimiento de su hija en la pobreza y agresión a muerte por haber tenido esa hija. El evento violento le causa gran destrozo físico, pero ella no siente nada. Pronto aparece la historia de la relación de cuidado y protección que había tenido con un hermano enfermo que se volvió parásito y delincuente. Protegido de la madre, fue el que violó a su hijita y a quien ella denunció. Magdalena se convierte en una madre que intenta proteger a su hija, después de que su "buen hermano", "el gay", encuentra al "malo" con otra sobrina con los pantalones debajo de las rodillas encima de una de ellas, las niñas hablan y Magdalena reconoce que a la más pequeña, cuando estaba de meses, le hizo lo mismo pues la niña vomitaba sin razón. Madres e hijas se van de la casa y ponen la demanda pero el abogado que defiende al hermano las acusa de mentir, la madre las maldice y augura mayores desdichas. Regresa entonces a hablar de los malos hombres con quienes se ha relacionado: los padres de sus hijas. Narra una experiencia terapéutica anterior con una psicóloga que le pide que haga el dibujo de su familia y ella no aparece en él, ni se da cuenta de su no existencia. Afirma que ha sido la última en todo, que los otros siempre han estado primero.

Los objetos malos de Magdalena son "bobos, abusadores, engañosos, dañinos, persecutorios y degenerados" y están representados por el esposo de la hermana, el viejito carpintero, clientes feos y viejos del burdel donde trabaja, el paramilitar, el hermano abusador y el padre de su hija mayor. Los dos objetos padre y Miguel, son idealizados. Pareciera que Magdalena a pesar de este contacto entre los objetos denigrados y los objetos idealizados, en la realidad no diferencia sus cualidades y se acerca a los malos esperando encontrar bondades en ellos, siendo el dinero la mayor bondad de su existencia.

 

Segunda sesión

Empieza recordando el abuso de hacerle chupar el seno y chuparle los genitales a una niña de tres años, hija de su hermana. Extrañada, asume un posible abuso de su padre cuando era muy pequeña, pues sus medio hermanas le cuentan que él las abusaba de niñas. Le cuesta trabajo creerles porque el padre ha sido muy bueno con ella. Reconoce que después de la sesión anterior pudo ver más, tuvo recuerdos y no estaba tan "nublada". Habla de la historia actual en la Institución, del mundo sexual exacerbado que se vive, mientras que ella no tiene sensaciones sexuales, "está fuera del sexo". Comenta su ser excepcional en el burdel. Regresa a mirar las experiencias de sus hermanas con su padre y les cree por la reacción que tuvieron frente al abuso de las niñas como una venganza por lo que él les hizo antes. Habla de nuevo de los hombres malos a los que su hermana la llevaba para que abusaran de ella y le dieran dinero para prestárselo. Narra la historia de sus padres: su madre le quita el hijo a su abuela y por eso ella la rechaza. Su padre tuvo que fugarse de su casa y se convirtió en el padre de sus hermanas mayores, con quienes era cariñoso hasta que ella nació y se convirtió en la gran consentida del padre, la niña perfecta, que se volvió la niña mala que nunca estudió y nunca se casó bien, pero fue la prostituta exitosa a quienes los mejores hombres se acercaban y la pagaban bien. Piensa que se volvió así porque su hermana la llevó a eso, como lo hace ahora con su propia hija, la niña a quien Magdalena abusó. Regresa la duda sobre el padre "divino" que quizá sabía en qué trabajaba ella pero, como ganaba tanto y le ofrecía dinero, nada decía. Habla de la madre que todo lo tapa. Se compara con su madre y dice que fue su hija mayor la que le hizo darse cuenta de su propia hipocresía con la gente. Por eso ahora dice las cosas de frente. Antes decía que estaba bien cuando no era cierto, cuando no tenía nada, para que no se dieran cuenta de lo que sucedía. Termina la sesión pidiéndo tareas a la terapeuta.

La narración comienza a presentar múltiples trozos que se conectan un poco al azar entre el ayer y el hoy y entre hombres buenos y malos. El relato tiene temáticas narradas como aventuras con cierto grado de indiferencia, sin vincularse emocionalmente con ellas, como si estuviera hablando de una historia ajena.

En su mente predomina la confusión entre ella y sus objetos, entre lo que piensa y lo que le dicen los otros. Sobre su sexualidad menciona que a pesar de no sentir placer en las relaciones sexuales, se siente "dando vueltas alrededor de una estaca", de un objeto parcial: pene-estaca, que se caracteriza por ser peligroso, asqueroso y perseguidor. Ella misma se siente sucia, al servicio de ese objeto parcial y no merece estar bien ni vivir experiencias gratificantes.

Magdalena protege la imagen idealizada del padre de los continuos ataques de su hermana que se lo muestra como malo y perverso; duda de lo que le dice:

"no sé si sea para hacerme sentir mal o para mortificarme, porque mis otras hermanas no me dicen eso y mi mamá tampoco. No sé si será por alejarme de él, porque dicen que mi papá con ellas era muy especial hasta que yo nací"

Sin embargo, el padre idealizado, "bello y tierno", no se da cuenta de las actividades sospechosas que su hija realiza. A su vez, ella misma oscila entre la niña perfecta y la que no merece nada, entre la sacerdotisa del burdel y la que está sucia y acabada.

La narración parece tener una forma coherente en el tiempo, con conexiones entre el ayer y el hoy y con diferenciación entre hombres buenos y malos, pero no es cierto. Es una temática que se va enlazando por contigüidad entre iguales y por contraste entre opuestos.

 

Tercera sesión

Aparece Miguel, el hombre bueno que le ofrece todo, incluso el apellido a su hija menor, pero de quien ella igualmente desconfía. Narra el primer encuentro con él, cuando le contó lo que hacía de manera apresurada y lo llevó al lugar de trabajo. Habla de lo bien que le iba en el burdel donde había hombres grandotes que las defendían y ganaba tanto que podía pagar deudas. Cuenta que apesar de los peligros salía con tres hombres, "mafiosos y churros", pero que una vez, después de dos noches largas de trabajo, por vergüenza no se atreve a volver a la casa de sus padres y se fue donde Miguel, oliendo a trago y, aún así, seguía siendo bueno, le daba dinero para el taxi y le aconsejaba que se saliera de eso. Durante el embarazo de su hija menor lo veía mucho y él la trataba bien mientras que ella le pegaba, lo empujaba y él se iba pero nunca le pegaba. Era un "perrito" pero que decía de frente lo que pensaba. Ella quisiera ser así, pero no puede. Pide tareas, quiere saber si ha avanzado o no.

En esta sesión aparece la vida con el hombre bueno, al tiempo que sus dudas sobre él, por las experiencias de maltrato y abuso. Magdalena utiliza de manera excesiva la división entre objetos buenos y malos y entre su imagen buena- bella y mala-fea. Idealiza los dos objetos, padre y Miguel, y sus experiencias con ellos. Se queda siempre en lo externo y no contacta sus emociones.

Por una parte surge una MagdaleIa de belleza idealizada, mujer pura sensualidad buscada por los hombres por sus atributos eróticos-externos. Por otra parte, una Magdalena vulnerable, sexualmente insensible, "anorgásmica", con una belleza aparente y destruida, que se mueve por contactos sensoriales circunstanciales, de acercamiento y huída.

En Magdalena, el objeto masculino cobra importancia. Por un lado está el hombre-padre que cuida, protege y busca constantemente el mantenimiento del apego afectivo, presente en su pretendiente actual Miguel. Por otro lado surge el hombre-promiscuo-depredador al que se acerca para obtener beneficos económicos, representados en el primer momento por el carpintero y a lo largo del relato por el paramilitar que intenta matarla.

En Magdalena el tiempo es fragmentado y desorganizado. Temporalmente parece que vive en un mundo idealizado donde el pasado, presente y futuro son "un cuento de hadas", alternado por un mundo pasado-presente-futuro persecutorio y azaroso que se repite una y otra vez, sin una diferenciación temporal clara, como partes de escenas que se repiten indefinidamente. En la sesión Magdalena trata de hilvanar sus innumerables y dispersos momentos vitales, pero se queda con trozos de vida no claramente unidos.

 

Cuarta sesión

Comienza a referirse a su hermana mala, luego pasa a la idea de que no es tan mala pues es buena con sus hijas. Vuelve sobre su abuso a la hija de su hermana y dice que se trata de cadenas en que se hacen "estas cosas". El padre se lo hizo a la hermana, la hermana a ella, ella a la hija. Habla del buen hermano gay y la buena hermana, la del medio, quien le ofreció hospedaje para que no siguiera "pidiendo limosna". Pero ella, como siempre, le aseguró que estaba bien, que todo era perfecto y no le dijo la verdad. Habló maravillas de la institución, de como las trataban bien y les daban de todo, cuando en realidad no "tienen nada", las hacen asistir a charlas y si no van, "las echan", deben salir a buscar trabajo como sea y si no lo logran, "les echan en cara que no han conseguido nada", se sienten humilladas y prefieren no pedir nada. Llegar al refugio es perderlo todo y salir igual, con las manos vacías, como le sucedió a una señora con siete hijos que tuvo que salir sin saber a donde irse. Ella por lo menos, tendría el apoyo de Miguel, quien también le dice que no tiene por qué limosnear. Surge otra vez la historia de cuando estaba "en la mala", cuando no podía alimentar a sus hijas y entonces pensó en dejarlas, fue a la Comisaría y allá le hablaron de este refugio. Ese mismo día llamó al antiguo patrón y al día siguiente tenía los matones encima para matarla, y se tuvo que venir al refugio aunque Miguel le pediera que se fuera con él, pero a ella le molestaba sentirse "como Electra" acostándose con él, que era como un padre. Defiende la bondad de Miguel porque aconseja a sus hermanos y trata de ayudarles. Aparece el temor a perderlo y a ser "botada por él". Reconoce que con él no siente nada y afirma que en el trabajo era solo una registradora que ganaba dinero. Pregunta y se contesta sobre relajarse en la terapia y no esperar tareas.

El tiempo parece un presente permanente, pues narra eventos del pasado como si lo vivido no cesara de ocurrir. Magdalena vive la situación de maltrato y abuso como algo que se transmite inevitablemente de generación en generación, alcanzando incluso a su hija abusada por su hermano. Una cadena que no se detiene y deviene real para todas las mujeres de la familia. Aparece la tendencia de Magdalena a tapar, a maquillar la realidad con luces y colores, a idealizar los espacios que habita como una manera de ocultar lo que realmente deviene. Habla del albergue como paraíso y a continuación se refiere a la institución como un espacio en el que se siente atrapada y humillada, un escenario en el que no la dejan hacer nada para salir adelante, que es lo que desea. Son esos planos temáticos de tiempos distintos que entrecruzados aparecen vinculados por contigüidades verbales o por frases conectadas por contraste.

 

Quinta sesión

Aparece el dilema, quedarse con Miguel o irse para Canadá bajo el programa de protección a testigos, donde hace mucho frio. Él no se va porque "lo tiene todo aquí". Ahora se siente mejor y cree que puede buscar trabajo o volver al bar, a su antiguo trabajo, ser como las que no se meten con nadie y ganan $50.000 a la noche. Miguel le dice que no necesita trabajar, y ella siente que necesita el dinero. Él le dice que trabaje, pero entonces ella se siente mal, pero a la vez siente que él lo que quiere es que ella se sienta bien. Narra de nuevo la historia intensa de la relación entre los dos que llevó a Miguel a darle el apellido a su hija menor.

Comienza a recordar su imagen maravillosa: "pelo rubio largo, ojos verdes o grises, con mucha ropa elegante de donde escoger". Ahora en el refugio no tiene ropa adecuada sino unas cosas viejas que no son de su tamaño. A Miguel ella le gusta como es: "pelo negro, ojos así, que no use cosas falsas, que ni siquiera se arregle los dientes". Así, "dañada, como quedó con la golpiza", a él no le gustan las máscaras, ni las usa. Narra como la madre le deja de hablar a Miguel y lo saca de la familia porque él no quería ser testigo de Jehová. Se describe dándole siempre todo a los demás, sin pensar en ella, y a Miguel como él que no se deja tratar mal, ni le gusta que la gente se deje tratar mal y le aconseja que no diga mentiras y que no use máscaras. Cuando "están juntos" él le pregunta como le fue y ella le dice que de maravilla pero él sabe que no, que ella no siente nada sexualmente. Antes le decía que se casaran pero ahora ya no se lo dice más, sin embargo, ella sigue creyendo que él la quiere. A continuación afirma que solo tiene a la familia y que los hombres malos ya no la están buscando porque ella cambió mucho físicamente. Además, si se va con Miguel tiene que buscar quién cuide a las niñas porque ya no confía en nadie. Reclama de nuevo tareas para saber como va en la terapia.

Magdalena ha vivido experiencias de maltrato y abuso desde muy temprana edad y a lo largo de toda su vida. Los tiempos de Magdalena son fragmentados y desorganizados. Se deviene entre narraciones idealizadas y narraciones llenas de vivencias traumáticas y violentas unidas al presente y al pasado, a ella y a sus objetos, que se alternan cada vez más de prisa y con contenidos más reducidos como si se tratara de escenas cortas que se repiten indefinidamente. Ese rompimiento que se observa en el tiempo vivido y en sus narraciones es el que seguramente repite los efectos de la primera intervención violenta en su cuerpo, que dejó en ella desgarramientos corporales, sensaciones de mucho dolor que rompieron su aparato de percepción sensorial. Situación que parece repetirse como si su aparato de registro sensorial hubiera quedado dañado y no hubiera podido pasar a la construcción de la matriz de la emoción y el pensamiento, con adecuadas discriminaciones y diferenciaciones, relaciones y transformaciones. Lo que ha quedado en ella es una mujer pura sensualidad que satisface a los hombres pero que no puede sentir nada. Su mente está hecha de pedazos de vivencias que se alternan y conectan por contigüidades narrativas.

 

Sexta sesión

Comienza diciendo que le gustaría hacer una lista de sus defectos para poderlos corregir. Quiere saber lo que tiene que hacer para que todo se mejore. Se siente sin guía. Dice que el programa de protección a testigos es pura mentira, no la han vuelto a llamar, y cuando ella llama, nadie la contesta; pero si no dice el nombre, le contesta el juez y le dice que sigue en trámite y que hay que hacer otras cosas. Lo mismo pasa con el hermano que ya anda por ahí suelto, el abogado las amenaza que si él demuestra que lo que dijeron es mentira, las mete a la cárcel por injuria. Se siente perseguida por la justicia. Afirma entonces que todos tienen máscaras, viven con mentiras y que en el refugio es igual, que Catherine, por ejemplo, en la terapia dibuja círculos y rayas y llora como si estuviera triste y al rato está en el cuarto, como si nada, oyendo música. Después trama a la gente diciendo que si sale, ese tipo la va a matar y en realidad sale y se ve con él. La compara con la señora que lo perdió todo y tuvo que irse sola con sus siete hijos. Magdalena hubiera preferido irse, ella que no tiene sino dos hijos y no Rosita que tiene siete. "Uno quiere conseguir trabajo pero va y le dicen que tiene que mejorar el aspecto. Pero con la ropa que hay aquí, ¿como puedo lograr eso?". Además, cuando se va a concretar algo le dicen que tiene que estar a las seis en el refugio que solo puede trabajar tres días, "así no se puede". Los únicos que logran trabajar son los que lo hacen en los semáforos, como Cristian, su madre y su hermana. A Cristian el padre trató de matarlo, lo apuñaló y trató de ahorcarlo, y ahora anda suelto y no le hacen nada. A ella la apuñalaron, la cogieron, le empezaron a pegar y le rompieron los dientes. Habla de lo bonita que era, pelo largo,ojos grises, y de como Miguel le pide que no se ponga eso encima (maquillaje, peluca, ropa fina), cuando en realidad él la conoció así. A ella él le pareció como viejito feo, pero era joven. Él preguntó sobre su trabajo y ella lo llevó allá, "como boba". Cuenta que él trabajó en lo mismo, pero que antes trabajaba en un banco, se puso a lavar dinero y lo metieron a la cárcel. La madre no lo visitaba, se alcoholizó y se enloqueció, salía sin ropa a la calle y como él no quiso seguir de testigo de Jehová, ni habla con él. A él le tocó pagarse la universidad, trabajando en eso, con una viejitas que le daban dinero, que eran como locas. Vuelve a la historia de la golpiza, de como no le dolía nada, ni se acordaba de nada, de como sólo se vio en el hospital, con la barriga grande pero desinflada, y pensó que la niña estaba muerta. Habla del estado en que estaba con la golpiza: "yo me salía y no sentía nada, igual con los partos, como si no me doliera y como si estuviera en otra parte", "en los partos ella se salía del cuerpo y no sentía nada, es como con las relaciones sexuales". Miguel le ayuda mucho y le dice que ella es todo para él, como la madre. Pero eso le parece horrible y se siente cochina, incestuosa. Miguel le dice que es la hermana, la amante, la madre. Termina la sesión con excusas por hablar tanto en sesión.

Durante las sesiones anteriores se ha visto como Magdalena se va desestructurando progresivamente, cómo su funcionamiento psíquico se va desarticulando a medida que relata una y otra vez sus experiencias. La última sesión se inicia con esta sensación que Magdalena describe de la siguiente manera:

"Hola... buenos días... bueno de qué hablo... es que yo tenía unas anotaciones y ahora se me olvidó... es que a mi me gustaría tener una lista de todos mis defectos y poderlos corregir, cambiar... es que yo quiero saber lo que tengo que hacer para que todo esto se mejore a veces siento que estoy en un hueco y no tengo ninguna salida...".

Como si las defensas precarias con las que opera y le sirven de protección se fueran desvaneciendo y dejándola con una sensación de inexistencia. Es por eso que ha insistido en que le asignen tareas, algo de lo que se pueda agarrar para no sentir el desvanecimiento que empieza a vivir. Magdalena expresa sus fuertes sentimientos de malestar, desconfianza y rabia contra la forma de operar de la justicia, pues nadie atiende sus pedidos, nadie le presta la atención que requiere, todo el mundo es engañoso, mentiroso y eso le provoca rabia. Esta queja y esta rabia se extienden también al funcionamiento de la casa y a muchos de los objetos con los que se encuentra y se ha encontrado en la vida. Es aquí donde se siente que la rabia tiene la posibilidad de articularla.

 

Estados mentales de Magdalena

Mirando las seis sesiones seguidas se observa que inicialmente los planos de narración son largos y estructurados, pero a partir de la segunda sesión se reducen y alternan cada vez más. Este movimiento remite al concepto de bidimensionalidad pero también invita a explorar el de segunda piel.

En el estado bidimensional se requiere de guía, de alguien que lleve de la mano, o proteja, pues se carece de conciencia amplia, solo se tiene una atención-conciencia sensorial. El concepto de bidimensionalidad formulado por Meltzer (1975/1979), describe un espacio psíquico concebido como un plano de dos dimensiones, una superficie sensorial, sin interior, desde la cual el ser empieza relaciones de contacto adhesivo con los objetos externos que sólo suelen ser reconocidos por sus cualidades experimentadas sensorialmente. La imaginación está empobrecida pues "carece de medios para construir en su pensamiento objetos o hechos distintos de aquellos experimentados de manera concreta" (Meltzer 1975/1979, p.199), debido a que falta "un espacio interno de la mente, en el cual pudiera tener lugar la fantasía como una acción de ensayo y, como un pensamiento experimental" (Meltzer 1975/1979, p.199).

En el caso de Magdalena lo que se empieza a observar es un proceso de división y desarticulación del plano sensorial, de la unidad del ser, que ahora se ve como pedazos de experiencias vividas que, salvo en la primera sesión, no se agrupan claramente ni en el tiempo, ni en el espacio, ni por tipo de experiencia, ni por tipo de objetos, sino por una serie de contigüidades o contrastes verbales. Esto se registra desde la segunda hasta la sexta sesión, y a medida que el tiempo avanza las historias se vuelven trozos más pequeños que casi se apilan en relaciones marginales de contigüidad. Son eventos sucesivos discontinuos, que se acercan y se alejan de manera repetida a lo largo de las sesiones.

Tal y como lo plantea Muñoz (1997), la bidimesionalidad es un estado de la mente en el proceso de crecimiento como lo afirma Meltzer (1975/1979), pero también un estado defensivo frente a un objeto externo invasor o abandonador que puede llevar a una regresión en la mente o en el cuerpo. Estos objetos invasores o abandónicos, carentes de capacidad de contención, son emisores de agresiones violentas o ausencias generadoras de vacío de las cuales el self se defiende con procesos de desmentalización transitoria o de carencia de sensibilidad corporal, en un intento por evadirse de los objetos malos, situación que finalmente no se logra ni en la realidad externa, ni a través del pensamiento, ni de la acción directa. Estos procesos hacen relación con lo que Green (2000/2001) encuentra en ciertos traumas donde "lo que se ha inscripto en la carne de la psique ha desgarrado el tejido psíquico y ha dejado una cicatriz pronta a reabrirse y a sangrar ante la más mínima oportunidad" (p. 117). Este parece ser el destino de los traumas de abuso sexual temprano. Acción en el cuerpo que como herida insanable se repite a menudo y que en algunos casos se presentan como heridas corporales hechas por ellos mismos, que se reabren a menuno como una forma de repetición sin sentido, que guarda algo de la experiencia original en el cuerpo pero que no logra trasladarse al psiquismo, ni siquiera en la memoria porque las funciones psíquicas de percepción, atención, conciencia fueron desgarradas en el momento inicial de contacto cuerpo-mente con la experiencia del abuso sexual temprano.

Green (1993/1995), al hablar del masoquismo femenino de Freud, resalta su relación con sufrimientos culturalmente aceptados de "padecer el coito y parir con dolor" y lo vincula con la pasividad que "se hace sinónimo de castración por violación (padecer el coito) y a la extracción penosa del hijo (parto con dolor)" y que implicaría una identificación de la mujer con un masoquismo de base, consecuencia de un trauma, imaginario o real, que produce una ruptura del desarrollo de la sexualidad femenina normal que implica: " tener una vagina, gozar del coito, parir con orgullo" (pp. 131-132). Esta condición es la que no ha logrado encontrar nunca Magdalena, porque en sus experiencias sexuales tempranas lo que hubo fue una violación real con daño y destrucción corporal y con destrucción del paso del cuerpo al psiquismo y la imposibilidad de desarrollar un marco de concepción sobre las cualidades del objeto, porque la percepción misma quedó aniquilada, por el desbordamiento de esa experiencia vital violenta e impensable.

Otro componente importante vinculado a lo anteriormente descrito y presente en el material de Magdalena es la "nebulosa" de su ser y su incapacidad de contactar sensaciones, porque muy temprano tuvo que "dejar su cuerpo y no sentir" por el masivo ataque recibido. Esta situación es la que se vincula con el concepto de desmantelamiento (Meltzer, 1975/1979) donde se asegura que este proceso sucede de manera pasiva y produce desatención, "un extravío de la atención", de esa consensualidad de los sentidos que construye la atención y permite la conciencia. En el caso de Magdalena los sentidos no vagan entre objetos atractivamente parciales para los distintos sentidos sino que desparecen. La función perceptual que permite el contacto con el mundo, sus objetos y con el propio ser corporal se suspende y se produce igualmente un desmantelamiento del self como aparato mental; en palabras de Magdalena, ni su mente ni su cuerpo estén presentes en situaciones violentas. Como dice Meltzer (1975/1979), "de esta forma de retirada del mundo no pueden resultar ni la ansiedad persecutoria ni la desesperación, ya que no se ejerce violencia ni contra el self ni contra el objeto" (p.26). Esta forma de funcionamiento es posible que sea la respuesta del si mismo cuando se produce sobre él un maltrato y abuso violento a temprana edad, reacción automática que se repite de ahí en adelante como única forma de enfrentar la violencia del objeto. Hay además un comentario adicional hecho por Meltzer (1975/1979), según el cual la estructura del autismo es una estructura mental y a la vez, un estado esencialmente desmentalizado, en el que se presenta "una suspensión temporaria del reconocimiento del pasaje del tiempo" (p.25) que proviene de la estructura "yo-ello-superyó-ideal desmantelada" que se caracteriza porque aparece en un momento dado, pero también puede ser reversible casi sin esfuerzo, de manera que el sí mismo lo que vive son "eventos" mentales, de cualidad discontinua y no ligables. Las narraciones de Magdalena tienen esta discontinuidad temporal, son eventos que se van haciendo cada vez mas cortos en su narración y cada vez más dispersos entre sí.

Otro rasgo característico del material de Magdalena que también tiene que resaltarse es la continua división entre objetos buenos y malos, partes malas y buenas de los comportamientos de los otros, la idealización del objeto paterno, Miguel y la denigración de otros objetos que en su momento fueron idealizados como el del paramilitar o el dueño del bar. El sí mismo queda caracterizado como un ser físico, maravillosamente bello en su superficie o dañado en esta misma dimensión por el ataque violento cuando trataron de matarla. El objeto malo es el abusador y maltratador y el objeto bueno es el objeto protector. Es como si en ella hubiera habido esbozos de tridimensionalidad que quedaron aniquilados con los ataques físicos y los abusos sexuales, pero que le permitieron esa diferenciación de bueno y malo ligada más a las cualidades sensuales percibidas de sus comportamientos de agresión y de protección físicas. Como si se tratara de escisiones sensoriales mal hechas y alternantes. Aunque el splitting y la identificación proyectiva están relacionadas a la existencia de la tridimensionalidad, del espacio interno, en el caso de Magdalena aparecería una disociación que corresponde más bien a una diferenciación entre el objeto que arremete físicamente contra ella y el que no, el que trata de defenderla de esas agresiones provenientes de eventos reales y externos, de ataques violentos contra ella y su hija, pero que no lo logra plenamente.

Cuando Bion (1967/1977) aplicó los conceptos de escisión e identificación proyectiva a las funciones del yo para mostrar el destrozo del aparato perceptual, verbal y de pensamiento, abrió todo un nuevo campo de investigación sobre el funcionar mental de las personalidades psicóticas. El caso de Magdalena es un encuentro con una narradora de trozos de eventos sensoriales vividos por ella en el mundo externo que parecen desordenarse pues la carencia de vínculos de sentido y significación no permiten agrupárlos ni como similares ni como distintos, tan sólo como contiguos o distantes. Parecen recortes de aventuras que se ubican en una dimensión temporal sin profundidad de pasado, ni proyección de futuro. Son como pedazos discretos, no continuos de sucesos vividos, en los cuales se produce la desorganización por carencia de conexiones de contigüidad presentes. Cualquier estímulo perceptual nuevo hace surgir un trozo de ese plano bidimensional roto, sin espacio ni tiempo claros, en un plano en el que alternan las miradas a ella, a sus hijos, a sus hombres que pasan de la idealización a la denigración, a su ausencia, para pronto volver a aparecer. Son como las tomas discretas de una película sin director, un libreto que al proyectarse carecen de un riel o de un núcleo organizador.

¿Será que lo que hace falta en este caso en términos de Bion (1962/1980; 1963/1966) es la relación dinámica continente-contenido y la transformación promovida por el hecho seleccionado que genera integración y desintegración pero también organización y desorganización (PSD)? Esto explicaría el que se produzca en ella un contenido desorganizado alternante pero estático, que aparece y se hunde en su aparato de almacenamiento de imágenes sensoriales concretas. Sería lo que permite que surjan como suma de eventos vividos de contenidos distintos y de tiempos distintos que se enlazan por contigüidad verbal. En el caso de Magdalena ni el continente, ni la integración estan presentes. Lo que hay son miradas alternas a ella y sus objetos, mezcla y apilamiento de pequeñas historias recientes, traídas a cuento, una y otra vez, que se presentan en el espacio emocionalmente vacío de su mente, como pedazos de planos alternantes.

En Magdalena no se da un proceso de identificación adhesiva (Meltzer, 1974/1997) como el que es común en la bidimensionalidad, sino un proceso de identificaciones sucesivas siempre presentes, donde los objetos simplemente tienden a desplazarse o acercarse, realidad esta más cercana a la descripción de la relación del sí mismo con los objetos en la unidimensionalidad descrita por Meltzer (1975/1979). Lo que se vive con un objeto se traslada a otros, y muchas veces las características de los objetos se pasan a sí mismo, pero no se llega claramente ni a la condensación, ni al desplazamiento pleno, sino a planos que se cruzan y luego se alejan. Tal vez no podamos hablar de transferencia en Magdalena sino simplemente de igualdades de apariencias sensoriales; por eso habla de máscaras faciales bellas que esconden detrás de ellas, caras destruidas o palabras mentirosas.

Tendríamos que pensar si lo que estamos viendo son escisiones del plano sensorial bidimensional que se mueven simplemente en cercanía y lejanía. Un plano que alguna vez fue totalidad, pero que bajo un proceso de desgarramientos por eventos excesivamente violentos y dañinos vividos por ella desde muy pequeña en su cuerpo, la redujeron a ese ser que vive entre partes de objetos que se tocan y se alejan, donde el tiempo y el espacio no son factores organizadores, como no lo son tampoco de manera estable las cualidades de los objetos, ni de sí mismo ya que éste no se ha conformado claramente, porque el psiquismo no logra desarrollarse. Por eso es que de un momento a otro un objeto malo puede convertirse en bueno y se puede pedir ayuda a un objeto que se cree bueno pero es realmente malo, como cuando Magdalena acude a su antiguo patrón para que le ayude y lo que logra es que puedan ubicarla y mandarle a los matones que quieren acabar con su existencia. Allí ni las emociones, ni el sentido, ni los significados parecen estar presentes. Lo que se da son contigüidades de experiencias sensoriales de tiempos distintos que se acercan o se alejan entre sí.

Green (2000/2001) en su libro el Tiempo Fragmentado, trata de explicar el acto de la compulsión a la repetición, no como un principio organizador sino como la manifestación de un "corto circuito", que se presenta en el actuar de manera violenta en lo Real pero no vinculado al placer sino al displacer, relacionado con una vivencia de "extrañamiento" o con una "tranquilizadora familiaridad". Esto es el uso que Magdalena hace de sus historias vitales. La carencia de enlace entre los elementos repetidos se vinculan más con "desorganización, fragmentación y plano", desconexones estas que Green relaciona con la pulsión de muerte, con la tendencia a deshacer, a destruir que actúa como una "función desobjetalizadora" que impide la formación de objetos.

¿Estaríamos frente a rompimientos del plan sensorial, rasgamientos producto de la intensidad intolerable de experiencias traumáticas de abuso y maltrato muy tempranos en la vida y prolongados a lo largo de ella? Los objetos reales hacen estos ataques y el yo simplemente se desgarra, desaparece y de manera pasiva se aleja del evento y de las sensaciones intolerables, quedando los pedazos vividos flotantes, alejándose y acercándose, pero carentes de vínculos distintos al destrozo; siguen nadando sin rumbo dando vueltas repetidas, sin que sean útiles para reconocer ni siquiera el peligro que se acerca y mucho menos al ser que está en peligro. Esto más que una medida extrema del psiquismo que permitiría seguir viviendo en un mundo de ataques violentos y casi permanentes, es la consecuencia devastadora que los objetos generan en la estructura del "ello-yo-superyo-ideal" de Meltzer (1975/1979), que simplemente deja de existir o recorre el mundo recogiendo trozos de eventos que se apilan y que se convierten en la segunda piel de Bick (1967).

Un elemento adicional en la mirada al material de Magdalena se relaciona con sus historias, o narraciones de aventuras dramáticas en su existencia. Sucesos y sucesos discontinuos, pero repetidos que simplemente acaban siendo la estructura externa, el exoesqueleto que mantiene al sí mismo unido para que no caiga en el desmantelamiento o la desmentalización plena. Bick (1967) hablaba de un estado mental que ella encontraba en ciertos pacientes que parecían no tener una piel suficientemente fuerte como para mantenerse unidos sino que tenían otras formas de hacerlo relacionadas con el uso constante del lenguaje, que se acercaba más a una palabrería, a un estar hablando todo el tiempo o que usaban explicaciones para todo, o se envolvían en musculaturas muy fuertes o en acciones constantes. Todas estas maneras de existir eran, precisamente, formas sustitutas de la piel. Meltzer (1974/1997) retoma estas ideas y afirma que Bick hablaba también de las dificultades que tenían estas personas con relación a los mecanismos de introyección y de identificación proyectiva, y en consecuencia con los procesos de identificación. Parecía que "el concepto que tenían de sus relaciones era muy externo, o sus valores eran muy exteriores y no se generaban a partir de relaciones internas", como si estuvieran todo el tiempo mirándose "en el espejo de los ojos de los demás" (pp. 334-335). Esto se observa en Magdalena cuando recurre a la belleza de su ser corporal del pasado para tapar el daño y la destrucción, o cuando en sus historias pasa de objeto en objeto y de tiempo en tiempo. Pero lo que vale resaltar en este momento es que es posible que las historias reales de vivencias dramáticas y traumáticas también se pueden convertir en segundas pieles que permiten un armazón externo para no caer totalmente en el vacío y en la nada del ser desmantelado y desmentalizado. Es decir que en la ausencia de un sí mismo organizado, aparece en su lugar una agrupación volátil de trozos de experiencias, objetos, sensaciones desconectadas entre sí, que operan brindando una forma superficial de existencia.

Vale preguntarse, ¿qué tan generalizadas son estas pseudo organizaciones mentales-desmentalizadas y desmanteladas en una cultura signada por la violencia? ¿Cómo puede su reconocimiento afectar la conceptualización del desarrollo social y psíquico? ¿Qué tipo de atención demanda de los profesionales de la salud, de las ciencias humanas, pero sobretodo del Estado este tipo de patología? ¿Qué medidas terapéuticas hay que desarrollar para sacar a tantas mujeres abusadas y maltratadas tempranamente en la vida de esta condición de vida psíquica prácticamente inexistente? ¿Cómo poder pensar detalladamente ese mundo sin sentido, sin significados, sin emociones, pero lleno de historias apiladas? ¿Cómo sacar a las mujeres abusadas y maltratadas de ese mundo deshumanizado en que viven? ¿Cómo lograr que salgan de la compulsión a la repetición en que viven? ¿Qué hacer para transformarlas y permitirles acceder a un mundo lleno de sentidos, significados y simbolizaciones que reflejen el potencial emocional infinito que permite desarrollar el pensamiento humano a los niveles sublimes de la poesía, el arte y la ciencia? (Torres (2005, 2006) Estas son las preguntas que tienen que seguir guiando la exploración de los fenómenos del maltrato, el abuso sexual y sus efectos sobre el psiquismo humano.

 

Referências

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Recebido em 12 de outubro de 2011
Aceito em 14 de abril de 2012
Revisado em 28 de novembro de 2012

 

 

1 El Grupo de investigación Sujeto y Relaciones, empieza la investigación sobre la mujer maltratada, a mediados de 2010 en el Programa de Maestría de Psicología Clínica con énfasis psicoanalítico, de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana. A través de un convenio institucional con una organización no gubernamental que tiene a su cargo un refugio para la protección a la mujer maltratada y sus hijos en la ciudad de Bogotá, se logró crear un campo de observación e intervención-acción sobre una población afectada de maltrato y abuso. Este campo de investigación le ofrece la oportunidad a los estudiantes de postgrado de desarrollar procesos terapéuticos e investigativos y a los profesores, vinculados al grupo, les permite llevar a cabo los proyectos del grupo de investigación y incluir a los estudiantes en el proceso investigativo, estructurar posibles modelos terapéuticos.
2 Realizadas por Tatiana Parra, estudiante de la Maestría de Psicología Clínica de la Universidad Javeriana.
3 Muñoz, C y Rincón P. "Es el maltrato una condena socio-animal?", "El maltrato es un producto del depredador humano" y "Maltrato y supervivencia: una alianza inhumana".
4 Además de los autores del artículo, Tatiana Olarte, Blanca Sanguino, Martha Amaya,Tatiana Parra, estudiantes de cuarto semestre de la Maestría en Psicología Clínica

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