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Revista Psicologia Política

versão On-line ISSN 2175-1390

Rev. psicol. polít. vol.20 no.48 São Paulo maio/ago. 2020

 

ARTIGOS

 

La parentalidad como practica de lo político

 

Parenting as a political practice

 

A parentalidade como prática do político

 

La parentalité comme pratique du politique

 

 

Jacqueline Garavito LópezI; Nelson Molina ValenciaII

ICandidata a Doctora en Psicología Social y Magíster en Psicología. Universidad del Valle. Cali, Colombia. Investigadora en parentalidad / jacqueline.garavito@correoumvalle.edu.co
IIProfesor Asociado del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle. Cali, Colombia. Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador en temas de Narrativas, subjetividad y Construcción Social / nelson.molma@correounivalle.edu.co

 

 


RESUMEN

El objetivo de este artículo de revisión es comprender cómo se construye lo político en las relaciones entre padres e hijos. Para cumplirlo, se analizaron artículos publicados entre 2000 y 2016, que partieran de una noción amplia sobre socialización política y aportaran información para comprenderla desde el subsistema parental. Su análisis permitió identificar las siguientes categorías emergentes: ejercicio de la parentalidad en sociedades específicas, socialización política y parentalidad como práctica de lo político. En este artículo desarrollamos las dos últimas. Las investigaciones revisadas permitieron establecer que la parentalidad constituye una práctica de lo político en diferentes sentidos: constituye una responsabilidad ciudadana regulada por instancias de poder; transmite ideologías políticas; el ejercicio de poder entre padres e hijos contribuye en la construcción de ciudadanos capaces de adaptarse o resistir. Mediante la parentalidad, se construyen emociones y nociones políticas, sustentadas por formas de activismo que pueden provenir de padres o hijos.

Palabras clave: Parentalidad; Familia; Socialización política; Ideologías políticas; Nociones políticas.


ABSTRACT

This reviewing paper aims to understand how the political is built in the relationships between parents and children. To reach it, studies published between 2000 and 2016 were analyzed. It was chosen studies based on a broad notion ofpolitical socialization, which provide information to understand it from the parental subsystem. Their analysis allowed identifying the following emerging categories: parenting in specific societies; political socialization; and parenting as a practice of the political. We focus here on two last categories. The findings show that parenting is a practice of the political in different ways: it constitutes a civic responsibility regulated by instances ofpower; it fosters political ideologies; the exercise of power between parents and children contributes to the construction of citizens able of adapting or resisting. Through parenting, emotions and political notions are built, supported by forms ofactivism that can come from parents or children.

Keywords: Parenting, family; Political socialization; Political ideologies; Political notions.


RESUMO

O objetivo deste artigo de revisão é compreender como se constrói o político nas relações entre pais e filhos. Para conseguir isso, revisaram-se artigos publicados entre os anos 2000 e 2016, os quais tivessem como ponto de partida, uma noção ampla sob socialização política e aportem informação para entendê-la desde o sistema parental. Sua análise permitiu identificar as seguintes categorias emergentes: o exercício da parentalidade em sociedades específicas, a socialização política e a parentalidade como prática do político. Neste artigo desenvolvemos as duas últimas. As pesquisas revisadas permitiram estabelecer que a parentalidade constitui uma prática do político em diferentes aspectos: institui uma responsabilidade cidadã regulada por instâncias de poder; transmite ideologias políticas; a negociação do poder entre pais e filhos contribui na construção de cidadãos capazes de se adaptar ou resistir; através da parentalidade, emoções e noções políticas são construídas, apoiadas por formas de ativismo que podem vir de pais ou filhos.

Palavras chave: Parentalidade; Família; Socialização política; Ideologias políticas; Noções políticas.


RÉSUMÉ

Le but de cet article de synthèse est de comprendre comment le fait politique se construit dans les relations parents-enfants. Pour ce faire, on a analysé des articles publiés entre 2000 et 2016, qui étaient fondés sur une large notion de socialisation politique et qui apportaient des informations pour la comprendre à partir du sous-système parental. Leur analyse a permis d'identifier les catégories émergentes suivantes: l'exercice de la parentalité dans des sociétés spécifiques, la socialisation politique et la parentalité comme pratique du fait politique. Dans cet article, nous développons les deux dernières. Les recherches révisées ont permis d'établir que la parentalité constitue une pratique du fait politique dans différents sens: elle constitue une pratique de la responsabilité régulée par des instances de pouvoir; elle transmet des idéologies politiques; l'exercice du pouvoir entre les parents et les enfants contribue à la construction de citoyens capables de s'adapter ou à résister. Par le biais de la parentalité, les émotions et les notions politiques sont construites, elles sont soutenues par des formes d'activisme qui peuvent venir des parents ou des enfants.

Mots-clés: Parentalité; Famille; Socialisation politique; Idéologies politiques; Notions politiques.


 

 

Introducción

La parentalidad tiene una dimensión política porque confronta a las familias tanto sobre su lugar en la sociedad como sobre el tipo de adulto y ciudadano que anhelan formar, es decir sobre sus metas parentales. Además, madres y padres comienzan a ser afectados por leyes y políticas que antes no tomaban en cuenta o no conocían, las cuales hacen parte de un marco social y cultural que traza pautas para la labor parental y define cómo es una "buena" madre y un "buen" padre. En la relación parental no solamente se transforman hijas e hijos, sino madres y padres; esta transformación se refiere a la esfera personal y familiar, pero también al ser político de los integrantes de la familia. Entre lo parental y lo político existe una relación bidireccional porque, como afirma Nikolas Rose (1999), las familias juegan un papel fundamental en la formación de ciudadanos mediante el proceso de socialización pero, a su vez, la socialización constituye un resultado histórico específico de las tecnologías para el gobierno de la población.

El objetivo del presente artículo de revisión es aportar elementos para comprender cómo se construye lo político en la relación parental. Para ello, revisamos 50 artículos publicados en revistas de ciencias sociales entre los años 2000 y 2016, los cuales dan cuenta de investigaciones realizadas en diferentes países. La búsqueda se realizó principalmente en las bases de datos Scopus y Scielo, a partir de la articulación entre las nociones de la parentalidad y lo político. Para la primera noción se indagaron, en español e inglés, palabras clave como "parentalidad", "padres" y "familia", mientras que para dar contenido a lo político se exploraron palabras clave como "socialización política", "activismo político", "prosocialidad" y "competencias ciudadanas". A partir de la lectura de resúmenes de los artículos, elegimos los más pertinentes teniendo como criterios que partieran de una noción amplia de socialización política, no referida exclusivamente a transmisión de ideologías políticas, y que aportaran información para la comprensión de la socialización desde el subsistema parental más que otros subsistemas familiares. Se privilegiaron los artículos más recientes, por lo que la mitad de artículos revisados corresponde a los años 2015 y 2016. También se prefirieron aquellos que proporcionan información sobre la realidad latinoamericana, contexto desde donde se formula la presente investigación.

Una vez seleccionados los artículos, procedimos a leer el contenido de los mismos y a identificar sus aportes a la comprensión de cómo se construye lo político en las relaciones entre padres e hijos. Para ello, partimos del marco conceptual que presentamos a continuación.

 

Lo político y la parentalidad

Lo político se define por su autonomía en relación con otras dimensiones de lo social como lo económico y lo moral. Puede comprenderse desde diferentes perspectivas: para Hannah Arendt se entiende como un espacio de libertad y deliberación política, mientras que según Carl Schmitt y otros filósofos de su trayectoria como Chantal Moufle y Ernesto Laclau constituye un espacio de poder, conflicto y antagonismo. La primera perspectiva enfatiza el rasgo asociativo de la política y la segunda su aspecto disociativo (Machado & Costa, 2016; Marchart, 2009). Los autores de este ensayo reconocemos que la deliberación hace parte de lo político como "arte de las verdades confrontadas, encontradas, que se encuentran y conversan de sus cosas, merced a lo cual se crea el conocimiento o el espíritu, que sale volando hacia la publicación, hacia la calle: merced a lo cual lo privado se hace público" (Fernández, 2004, p. 89); pero asumimos que en la base de tal deliberación se encuentra el antagonismo, pues las diferencias están en la base de la convivencia.

Así, entendemos lo político como la dimensión de lo social caracterizada por la pluralidad y mediada por relaciones de poder. Tales relaciones implican asumir diferencias entre "nosotros" y los "otros" (Moufle, 1999), en este sentido, la alteridad es un aspecto central de lo político que se refiere a aquellos próximos a nosotros, pero también a aquellos que viven al otro lado del planeta. Lo político se gestionan mediante la acción y la deliberación. En contraste, la política hace referencia a la esfera institucional, a la manera como cada sociedad maneja lo político mediante prácticas, leyes y discursos.

La revolución liberal separó lo político de lo familiar (Jaime, 2000), estableció una separación donde lo político se ha considerado propio del ámbito público, mientras que lo familiar y lo personal hacen parte de lo privado. La progresiva individualización de las sociedades modernas hizo que la familia viviera un proceso de privatización (Garzón, 2014; Rose, 1999). Sin embargo, hace varias décadas el feminismo demostró que lo personal -y lo familiar- también es político. En las relaciones familiares se ponen en juego relaciones de poder, se promueven o limitan posibilidades de expresar acuerdo o desacuerdo, y se brindan pautas para que sus integrantes deliberen y se comprometan con acciones políticas. Por ejemplo, la familia patriarcal constituye una expresión de lo político que implica relaciones de poder entre géneros y generaciones, donde los hombres tienen poder sobre las mujeres y los adultos sobre los niños.

Aunque las relaciones de poder están presentes en los diferentes subsistemas familiares, conyugal, fraterno y parental, nuestro interés se centra en el subsistema parental como escenario de construcción de lo político. El término parentalidad constituye una traducción de la palabra parenting que surgió del sustantivo parent (madre o padre), por lo que permite referirse a las relaciones con los hijos, reconociendo las diferencias culturales entre la maternidad y la paternidad. La noción de parentalidad ha estado muy asociada a la prescripción de un modelo democrático de crianza. Desde una perspectiva crítica, Roberta Raffaetà (2015) denomina "parentalidad competente" a estilos que se han vuelto normativos en el hemisferio norte, gracias a la proliferación de literatura experta sobre cómo cuidar de los niños. Esta perspectiva normativa tiene implicaciones políticas porque el estilo parental democrático no necesariamente responde a las metas de desarrollo de diferentes culturas, ni todos los padres disponen de las condiciones y los recursos para implementarlo.

En contraste, Marc Bornstein (2013) se refiere a la parentalidad como las tareas de los padres para cuidar e introducir a los niños en su cultura, preparándolos para las situaciones físicas, psicosociales y educativas características de su contexto específico. Esta definición reconoce explícitamente que la relación parental está informada y orientada por una cultura, sin embargo se centra en el papel activo de los padres y no enfatiza la agencia de los hijos. Este último aspecto resulta muy relevante para el modelo bilateral que es asumido por la mayoría de abordajes contemporáneos de las relaciones entre padres e hijos. Los supuestos que conforman este modelo incluyen una mejor comprensión de la causalidad bidireccional, la relación entre padres e hijos como contexto para su interacción, un modelo de igual agencia entre padres e hijos y poder asimétrico interdependiente (Kuczynski, 2003).

El modelo bilateral se sustenta en la comprensión de que las interacciones entre padres e hijos ocurren en el marco de una relación a largo plazo caracterizada por su complejidad; sus múltiples y variadas interacciones; y la estrecha interdependencia entre los comportamientos, las emociones y las necesidades de los participantes. El modelo bilateral también asume que padres e hijos son igualmente agentes, entendiendo "agencia" como la capacidad de dar sentido al medio ambiente, iniciar el cambio y tomar decisiones. Ser agente significa desplegar acciones que influyen en otros, lo cual incluye la resistencia como expresión de agencia (Kuczynski, 2003). Por tanto, desde temprana edad los niños participan activamente de la relación, proponiendo, tomando la iniciativa y expresando desacuerdo.

La agencia está asociada a diferentes expresiones de poder en padres e hijos, se trata de un poder desigual que puede conceptualizarse como una asimetría interdependiente y cambia a lo largo del ciclo vital. Un aspecto importante del poder de los padres es que es "legítimo" en el sentido de que la sociedad otorga una autoridad explícita a los padres sobre sus hijos. Sin embargo, la cultura también determina y permite el poder de los niños y restringe la manera como los padres pueden ejercer poder sobre sus hijos (Kuczynski, 2003). La perspectiva bilateral permite comprender que en las interacciones cotidianas entre padres e hijos se construye lo político porque los participantes expresan su agencia mediante propuestas, prohibiciones, concesiones y resistencias. La parentalidad no se refiere exclusivamente a un ejercicio donde madre y padre marcan pautas a las que los hijos pueden acogerse o no, sino a un ejercicio de poder entre ellos.

Con base en los aportes anteriores, proponemos entender la parentalidad como el conjunto de experiencias que se construyen a nivel familiar en el marco de una relación de agencia y poder entre padres e hijos, en la perspectiva de preparar a los menores para asumir las tareas de la vida, de acuerdo con pautas culturales. Así entendida, una de las principales funciones de la parentalidad es la socialización, proceso que está mediado por la relación, pues se realiza en interacción con alguien que tiene más experiencia en el escenario particular donde se está siendo socializado. Su propósito es hacer parte de un contexto social, incorporar sus valores, creencias y símbolos (Benedicto, 1995; Berger & Luckmann, 2001). Desde una perspectiva crítica, la socialización no es un proceso universal sino una construcción histórica que asigna a la familia el papel de controlar a los individuos para formar ciudadanos normales y funcionales, entendiendo la normalidad como una valoración que indica lo que es deseable (Rose, 1999). Para fines del presente artículo interesa particularmente la socialización política, la cual se conceptualizará en el apartado correspondiente.

El anterior marco conceptual orientó el análisis de las investigaciones, las cuales a su vez están planteadas desde diversos enfoques. Unas tienen perspectiva crítica en relación con modelos hegemónicos sobre parentalidad. Otras se identifican como investigaciones sobre socialización política, centrándose en la transmisión de ideologías políticas y afiliaciones partidistas de padres a hijos. Algunas se plantean desde la cognición social como área del conocimiento y brindan elementos empíricos sobre empatía y comportamiento prosocial en relación con variables como las prácticas de crianza. Finalmente, algunas investigaciones se basan en una perspectiva de emociones políticas.

La revisión de las investigaciones permitió identificar tres categorías emergentes, es decir, categorías inductivas que surgieron de la revisión del material y constituyen unidades de sentido para la organización y análisis de la información. La primera categoría se refiere a las relaciones entre las familias y las sociedades en que se desarrolla la labor parental, y permitió identificar tensiones entre pautas familiares y cultura. Los estudios revisados muestran que la parentalidad se desarrolla dentro de marcos sociales y culturales que definen aspectos como valores, identidad nacional e idioma a promover en los niños, así como los estilos de crianza aprobados. La segunda categoría se centra en la transmisión generacional de orientaciones políticas mediante la socialización política.

La tercera categoría permite identificar acciones, emociones y nociones mediante las que se expresa la parentalidad como práctica de lo político, así como factores que facilitan su desarrollo. Algunos estudios también aportan a la comprensión de esta categoría en contextos de violencia social y política, en los cuales la parentalidad demanda un esfuerzo adicional por parte de las familias, pues las presiona para afiliarse a uno de los grupos en conflicto y confronta sus metas y valores parentales con las exigencias de tales grupos. Estas condiciones obligan a las familias a elegir entre acogerse al orden violento existente o construir formas de resistencia a través de su ejercicio parental. Sin, embargo, el ejercicio de la parentalidad en contextos violentos no se desarrollará en el presente artículo, dado que las expresiones y factores de la parentalidad como práctica de lo político posibilitan una discusión más amplia. Teniendo en cuenta su pertinencia para el objetivo propuesto, a continuación presentaremos los aportes de las investigaciones para la segunda y tercera categorías.

 

La socialización política

La socialización política hace referencia a la integración de las nuevas generaciones en el contrato social, tanto mediante la transmisión de normas, valores, actitudes y comportamientos aprobados como mediante la negociación de ese pacto social. No se limita al campo de la educación formal, sino que se despliega también en escenarios como la familia, los pares y los medios de comunicación (Alvarado, Ospina, & García, 2012; Botero, Vega, & Orozco, 2012).

Los cambios que ha vivido la familia durante las últimas décadas en su conformación y funcionamiento han hecho que su función socializadora haya comenzado a ser transferida a otras instituciones (Alvarado et al., 2012). Sin embargo, ésta sigue ejerciendo una gran influencia en los procesos de socialización política de las nuevas generaciones (Murray & Mulvaney, 2012; Milburn et al., 2014; Levinsen & Yndigegn, 2015). Cuando los niños inician su escolaridad, ya tienen nociones políticas consistentes y estructuradas. Esto se evidencia en opiniones, actitudes, conocimientos básicos y orientaciones políticas. Los conocimientos políticos incluyen aspectos como democracia, tareas de los políticos y mecanismos de acceso al poder (van Deth, Abendschon, & Vollmar, 2011). Sin embargo, estas nociones se reconfiguran en etapas posteriores del ciclo vital. Desde una perspectiva del aprendizaje social, los niños adquieren sus orientaciones políticas principalmente mediante la observación, modelamiento, imitación, identificación y, en última instancia, "interiorización" del comportamiento y actitudes de quienes les rodean, por lo cual la parentalidad juega un papel decisivo en la socialización política (Rico & Jennings, 2012).

Aunque no existe total acuerdo respecto de los mecanismos que definen la socialización política, se han identificado diversos factores que inciden sobre la construcción de orientaciones políticas a nivel familiar. Uno de los factores más relevantes es la propia orientación política de los padres, pues los hijos suelen compartir la ubicación de sus padres en el continuo derecha-izquierda (Jaime, 2000). Sin embargo, se ha identificado una variación sustancial a la cual podría contribuir el estilo de crianza como factor de gran importancia en la transmisión de valores políticos: un contexto hogareño caracterizado por una crianza autoritativa tiene mayor probabilidad de transmitir los valores políticos de los padres (Murray & Mulvaney, 2012).

Otros factores relevantes en la adquisición de ideologías políticas son: nivel educativo de los padres, experiencias vividas en la infancia como haber sufrido traumas, habitar en áreas inseguras, recibir castigos y la disposición a compartir durante la infancia. Los individuos que fueron castigados más severamente en la niñez tienen mayor probabilidad de compartir ideologías autoritarias (Milburn, Niwa, & Patterson, 2014). Las experiencias traumáticas durante la niñez, así como haber residido en un vecindario o haber asistido a una escuela que se percibían como inseguros, y la disposición a compartir durante la infancia correlacionan con la posibilidad de ser un adulto liberal (Dunkel, 2014; Neve, 2015). Según algunos investigadores, las experiencias sociales y ambientales interactúan con predisposiciones personales para producir orientaciones políticas. Un rasgo de personalidad como la apertura a la experiencia predice una ideología liberal, mientras que el perfeccionismo predice una ideología conservadora; el trauma en la niñez intensifica el efecto del rasgo de apertura a la experiencia sobre la ideología política liberal. Los factores de personalidad son mediadores de la experiencia (Neve, 2015).

Los estudios realizados sobre socialización política permiten establecer que la familia juega un importante papel en la adquisición de orientaciones políticas por parte de los hijos. Este proceso está determinado por factores como los estilos de crianza, el nivel educativo de los padres y algunas experiencias tempranas, los cuales interactúan con rasgos de personalidad. Sin embargo, la perspectiva transmisionista ha sido criticada por conservadora, pues implicaría que las ideologías políticas se mantienen a través de las generaciones (Castillo & González, 2015). De otro lado, se han identificado formas de socialización política alternativas cuyo propósito es cuestionar lo establecido y transmitir valores sociopolíticos contrahegemónicos (Imhof & Brussino, 2015). Lo político no se limita a la transmisión de ideologías conservadoras o liberales ni a afinidades con determinados partidos, sino que incorpora acciones, emociones y nociones como las que se discutirán en la siguiente categoría.

 

La parentalidad como práctica de lo político

En América Latina han comenzado a tomar fuerza las investigaciones sobre el papel de la familia en la socialización política, éstas conciben a la familia como la principal responsable por la educación del niño en valores morales (González, 2015). En éste y otros entornos geográficos, se ha explorado cómo participa la familia en aspectos políticos como construcción de valores y competencias ciudadanas, comportamiento prosocial y activismo político.

La decisión de ser o no padres representa ya una opción política que es más evidente en el caso de la adopción, la cual implica renunciar a la idea naturalizada del vínculo biológico como parentalidad. En este caso, la parentalidad es una decisión que muchas veces está motivada por el anhelo de proporcionar un hogar a un niño que no lo tiene. Algunos padres transnacionales muestran aún más su compromiso al esforzarse por incorporar en sus prácticas cotidianas elementos de la cultura de origen de sus hijos adoptivos con el propósito de aumentar su agencia y ciudadanía, y lograr que se sientan orgullosos de su identidad (De Graeve, 2013).

Lo político se expresa en acciones como las de estos padres adoptivos, pero también en emociones y nociones políticas. En una investigación realizada con jóvenes colombianos predominaron las narrativas relativas a las emociones de humillación y vergüenza, a las cuales subyace el miedo; pero también se encontraron narrativas de compasión. Esta emoción puede promoverse mediante una imaginación compasiva, el fomento del interés por los otros y lo otro, la aceptación de que todos somos vulnerables, y el reconocimiento de las creencias y valores que sustentan nuestras emociones (Martínez & Quintero, 2016).

Otro aspecto que revela la práctica de lo político a nivel familiar son las nociones que construyen los niños sobre fenómenos sociales. Las nociones de los niños alemanes, sobre problemáticas sociales como guerra, contaminación, desempleo, migración y terrorismo, y sobre buena ciudadanía fueron más claras en los niños provenientes de áreas con un nivel socioeconómico más alto, en quienes veían noticieros y en quienes solían hablar sobre asuntos sociales y políticos (Van Deth et al., 2011). En las respuestas de niños argentinos sobre inequidad social predominaron las explicaciones individualistas que responsabilizan a las personas por su condición de desventaja social. Tal explicación está asociada a la legitimación de un orden social inequitativo, basado en la idea liberal de que cada quien progresa según su esfuerzo y talento (Imhoff & Brussino, 2015). Las nociones políticas se construyen en procesos de socialización familiar, como muestra la coincidencia encontrada entre las narrativas de niños y adultos sobre el Golpe de Estado chileno en 1973. Los niños manifestaron que ocasionalmente conversaban con sus padres acerca del tema, pero casi nunca con sus pares (Haye, Manzi, González, & Carvacho, 2013).

Además de informar sobre la expresión de lo político mediante acciones, emociones y nociones, las investigaciones revisadas identifican factores que facilitan el desarrollo de lo político como generatividad, responsabilidad social, estilos de crianza y activismo. La generatividad se refiere al interés activo por dejar un legado a las nuevas generaciones, está positivamente correlacionada con la inclusión comunitaria, mientras que se relaciona negativamente con actitudes de dominación social y prejuicio. También se relaciona positivamente con la importancia dada a la política, lo cual es de esperar dado que la preocupación por la educación de las generaciones futuras implica una participación activa en escenarios educativos e institucionales, por tanto, en lo político (Morselli & Passini, 2015).

La responsabilidad social se refiere a la capacidad de comprometerse con el bienestar común. Este valor es de gran relevancia para el desarrollo de la identidad política de los adolescentes, los jóvenes que consideran importante este valor suelen estar más interesados en la política. Este factor promueve su participación en acciones legales de protesta y a la vez previene la violencia política. La responsabilidad social puede ser promovida por los estilos de crianza autoritativos y por discusiones políticas en las que los padres explican a sus hijos cómo comportarse de un modo socialmente responsable o expresan su valoración de tal comportamiento (Schmid, 2012). Quienes participan en discusiones con la familia y los pares sobre aspectos como bienestar social, inmigración y tópicos ambientales, suelen estar más comprometidos en participación política. Existe una asociación entre haber crecido en una familia donde se participaba en discusiones políticas y ser políticamente activo (Levinsen & Yndigegn, 2015).

El valor de la responsabilidad social también fundamenta aspectos como el comportamiento prosocial, que se ha investigado desde la perspectiva de cognición social, identificando diferentes factores familiares que lo determinan o facilitan. La prosocialidad se refiere a acciones cuyo principal propósito es brindar apoyo y beneficiar a otras personas. Los padres refuerzan en diferentes medidas las conductas prosociales de sus hijos, siendo más propensos a reforzar las conductas de complacencia, ayuda, intercambio y defensa; mientras que tienden a reforzar menos la cooperación y la inclusión (Bower & Casas, 2016).

Las investigaciones realizadas sobre el tema han establecido relaciones entre estilos de crianza y comportamiento prosocial. Los hijos de madres y padres que combinan afecto y control en un estilo autoritativo tienden a mostrar una mayor prosocialidad y a usar un razonamiento internalizado que incluye factores predictores de tal comportamiento como empatía (Zacarías, Aguilar, & Andrade, 2016), anticipación de consecuencias o valores de igualdad. En contraste, los hijos de padres autoritarios o permisivos tienden a un comportamiento heterónomo y los de padres negligentes muestran menos comportamiento prosocial. Los estilos de crianza maternos suelen tener mayor poder predictor que los paternos. Mediante la relación con sus madres y padres, los hijos ganan autonomía y aprenden las emociones que perciben en ellos, interiorizan normas y principios que sustentan comportamientos de ayuda hacia otras personas. Por tanto, madres y padres son agentes primordiales para el desarrollo prosocial de sus hijos (Mestre, 2014).

El activismo también representa un importante factor de socialización política, el cual en ocasiones surge de la propia condición de padres. Las acciones políticas pueden surgir en espacios que no tienen propósitos políticos explícitos como los foros virtuales de padres, las actividades de voluntariado y las asociaciones de padres de familia de las instituciones educativas. Los foros virtuales se pueden tornar políticos mediante las conexiones que los participantes hacen entre sus vidas y los problemas sociales y políticos a medida que avanza la interacción; su naturaleza cotidiana permite la negociación entre lo personal y lo político y genera acciones encaminadas a influenciar al gobierno y las autoridades (Graham, Jackson, & Wright, 2015). De otro lado, las prácticas de voluntariado de madres y padres pueden brindar a sus hijos herramientas para su vida como ciudadanos y realizar llamados a la reforma de la educación (Mills, 2016).

El activismo político de los padres constituye el mejor predictor del activismo político de los hijos. Las relaciones de un grupo de jóvenes con las actividades políticas de sus padres y otros familiares transmitieron valores para la vida ética, les enseñaron a priorizar los intereses colectivos sobre los personales y promovieron resistencias (Botero et al., 2012). El impacto de las pautas identitarias que las figuras parentales transmiten es fomentado por los fuertes lazos afectivos y de autoridad, además de la presencia prolongada y permanente de los padres en las vidas de sus hijos (Rico & Jennings, 2012).

Aunque a menudo se asigne a los padres la responsabilidad por la participación de sus hijos en actividades políticas como las jornadas de protesta, en algunos casos el activismo político de los hijos no necesariamente está relacionado con el activismo de los padres (Coopoosamy, 2016). En otros casos, existe relación pero en sentido contrario. Se ha encontrado que la participación política de los hijos, proveniente de otros agentes de socialización y expresada en atención a los noticieros, oposición a la guerra y votación, resulta relevante para el ejercicio de la parentalidad política activa por parte de sus padres (McDevitt & Kiousis, 2015).

Si asumimos que lo político se caracteriza por la pluralidad y la diferenciación entre nosotros y los otros, las investigaciones revisadas muestran que en las familias se fomentan emociones hacia los demás como la humillación o la compasión, y se pueden construir nociones individualistas o de prosocialidad que revelen o nieguen la pluralidad. Tales emociones y nociones son promovidas en la cotidianidad familiar mediante acciones como las discusiones y el activismo político, y facilitadas por determinados estilos de crianza.

 

Conclusiones

Las diferentes investigaciones revisadas permiten establecer que la parentalidad constituye una práctica de lo político en diferentes sentidos. En primer lugar, en cuanto las relaciones entre padres e hijos son reguladas por instancias de poder, por valores y normas sociales acerca de cómo ser madre o padre. En segundo lugar, de padres a hijos se transmiten ideologías políticas y formas de resistencia. En tercer lugar, lo parental es político porque las relaciones entre padres e hijos se desarrollan en una dinámica de agencia y poder. Este ejercicio de poder transforma a padres e hijos, y contribuye en la construcción de ciudadanos capaces de adaptarse o resistir, de obedecer o disentir.

Además, la parentalidad genera maneras de relacionarse con los otros, reconociéndolos y aceptándolos o excluyéndolos, las cuales están mediadas por emociones políticas. De otro lado, en las relaciones entre padres e hijos se construyen nociones políticas sobre problemáticas sociales. Tales nociones pueden estar respaldadas por expresiones de activismo político, el cual puede surgir en los hijos en relación con modelos observados a nivel familiar; pero también puede surgir en procesos de socialización secundaria, proveniente de agentes como la escuela y los medios de comunicación. En este caso, la participación política de los hijos puede llegar a tener un impacto en el activismo político de los padres. El activismo está asociado a la socialización política, que incorpora diferentes aspectos de integración o resistencia de las nuevas generaciones al pacto social y no se limita a la manera como se transmiten las ideologías políticas de padres a hijos.

El gran impacto de la familia en el ser político de sus integrantes evidencia la necesidad de avanzar en la comprensión de cómo se construye lo político en las relaciones entre padres e hijos. En una perspectiva de cambio social, es importante conocer cómo se negocian los poderes a nivel familiar en contextos históricos y geográficos específicos, y cómo se aprende a obedecer, criticar o proponer, frente a diferentes poderes. Así mismo, se requiere saber qué lugar ocupan emociones políticas específicas en cada escenario, y si en cada contexto, emociones como la compasión y valores como la responsabilidad social están referidos solamente a un compromiso con los más cercanos, o a un deber ético con la humanidad en general. Tal conocimiento permitirá proponer acciones para promover emociones políticas necesarias en determinados contextos.

Las comprensiones que aporta la presente revisión dan lugar a preguntas acerca de la manera específica y situada como cada familia construye lo político de acuerdo con las posibilidades y tensiones propias de cada contexto social. Es necesario profundizar sobre las formas que asumen las prácticas y los valores de socialización en escenarios donde se ha naturalizado la violencia, y donde los padres no disponen de las posibilidades de brindar a sus hijos la protección que socialmente se espera que brinden.

En las sociedades contemporáneas, lo político asume nuevas dimensiones en cuyo estudio es necesario avanzar, pues resulta insuficiente comprobar que las ideologías políticas se transmiten de una a otra generación y que existen factores que facilitan o dificultan tal transmisión, así como mecanismos de resistencia. La comprensión de lo político implica enfocarse en la relación con el otro en un sentido amplio. Por tanto, la revisión realizada también propone preguntas sobre la alteridad, sobre el reconocimiento y el manejo de las diferencias con los otros, incluyendo aquellos de cuya existencia tenemos noticias solamente gracias a nuestro sistema interconectado, y aquellos que nunca conoceremos porque pertenecen a generaciones que vendrán después de nosotros buscando un planeta donde sea posible vivir.

 

Referencias

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Recebido em: 25/02/2019
Aprovado em: 01/08/2019

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