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Universitas Psychologica

versão impressa ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. v.6 n.2 Bogotá ago. 2007

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

 

Factores contextuales y emociones morales como predictores del ajuste psicológico en la adolescencia1

 

Contextual factors and moral emotions as predictors of psychological adjusment in the adolescence

 

 

Ivón Paola Guevara Marín*; Victoria Eugenia Cabrera García; Fernando Barrera Currea

Universidad de Los Andes, Colombia * Correo electrónico: i-guevar@uniandes.edu.co, v-cabrer@uniandes.edu.co. Dirección Postal: Carrera 1 E # 18 A-10 Edificio Franco, Of. G – 212. Telefax 571-3324365 - Conm. 571-3394999 ó 4949, Ext: 2594, 2597 A. A. 4976, 12340. Bogotá D.C., Colombia.

 

 


ABSTRACT

This study was aimed at testing a proposal relating contextual and emotional factors to prosocial and problematic behaviors in adolescence. This proposal is based on ecological contextual models dealing with the influence of multiple factors on the explanation of psychological phenomena. The study was done on a sample of 239 nuclear families with at least one son aged between 12 and 18 years old. The results showed that the main predictor of prosocial behavior is the emotional factor, whereas for the psychological disadjustment behavior it is a proximal factor. It was also found that sympathy mediates both the relation between inductive discipline and the prosocial behavior, and the relation between acceptance and this adjustment behavior in adolescence.

Keywords: contextual factors, moral emotions, prosocial behaviors, problematic behaviors, adolescence.


RESUMEN

El propósito de este estudio consistió en someter a prueba una propuesta sobre los factores contextuales y los emocionales de manera conjunta, en su relación con los comportamientos prosocial y problemático en la adolescencia. La propuesta se basa en modelos ecológicos o contextuales que dan cabida a la influencia de múltiples factores en la explicación de los fenómenos psicológicos. El estudio se realizó con una muestra de 239 familias nucleares, con al menos un hijo entre los 12 y 18 años de edad. Los resultados mostraron que el mayor predictor del comportamiento prosocial son los factores emocionales, mientras para los comportamientos de desajuste psicológico son los factores próximos. Así mismo, se encontró que la simpatía media la relación entre la disciplina inductiva y el comportamiento prosocial, y entre la aceptación y este comportamiento de ajuste en la adolescencia.

Palabras clave: factores contextuales, emociones morales, comportamiento prosocial, comportamientos problemáticos, adolescencia.


 

 

La sociedad, en general, espera que el niño se convierta en un adulto competente, capaz de sostener relaciones cercanas con otros y que adquiera habilidades para que, en los diferentes contextos en los que se desempeña, promueva comportamientos en beneficio de los demás y evite aquellos que, de alguna manera, sean desviados y contribuyan al desajuste psicológico.

Actualmente no se duda de la importancia de fomentar comportamientos prosociales e inhibir comportamientos desajustados en cualquier etapa del desarrollo, pero, dada la complejidad de los fenómenos psicológicos implicados, se impone la necesidad de precisar los elementos que influyen sobre el desarrollo de este tipo de comportamientos.

Es notable el énfasis investigativo que ponen muchos estudios en las prácticas parentales en la adolescencia (Ballesteros, 1995; Ballesteros, Cortés & Forero, 2001; Baumrind, 1991; Dekovic, Janssens & Van As, 2003; Dodge & Pettit 2003; Eisenberg & Fabes, 1998; Hoffman, 1998; Hoffman & Saltstein 1967; Krevans & Gibbs, 1996; Maccoby & Martin, 1983; Pettit & Laird, 2002). Otros estudios resaltan la influencia de las emociones morales sobre estos comportamientos (Cepeda, 2003; Hoffman, 2002; Krevans & Gibbs, 1996; Velásquez, 2000; Villegas, 2002). Sin embargo, las investigaciones sobre estas temáticas no incluyen en un mismo estudio la influencia sistemática y controlada de los factores contextuales (globales y próximos) y los factores emocionales sobre cada una de las dos modalidades de comportamientos.

 

Factores contextuales: global y próximos

Factor global: nivel socioeconómico

La investigación y la teoría sobre factores globales destacan el nivel socioeconómico porque se ha encontrado que ejerce influencia sobre el contexto familiar, como se muestra a continuación.

Hoffman (1963) señala que los padres de estratos socioeconómicos altos son más democráticos, mientras que los de estratos bajos son más autoritarios. Gecas (1979) encontró que los padres de clases sociales bajas, a diferencia de los de clase alta, usan prácticas punitivas, con las respectivas consecuencias para la salud emocional de los hijos. Hoff-Ginsberg y Tardif (1995) encontraron que, según el estrato socioeconómico de los padres, es probable que éstos sean más consistentes para ejercer prácticas de disciplina, que incluyen el razonamiento y el recurso a la culpa. Por otro lado, es más probable que los padres de bajo estrato socioeconómico usen el castigo físico, que se asocia con bajos niveles de bienestar subjetivo. Barrera (2002) encontró diferencias significativas entre los niveles socioeconómicos en el uso del control restrictivo. Además, afirma que “la restrictividad en la crianza se está transmitiendo de una generación a otra, particularmente en los niveles socioeconómicos bajos de nuestra sociedad” (p. 32). La investigación sobre la influencia de este factor pone de manifiesto la importancia que pueden ejercer factores contextuales, en particular el nivel socioeconómico, en el desarrollo de los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico en la adolescencia.

Además del global, se ha estudiado la influencia que ejercen otros aspectos (próximos y emocionales) en el desarrollo de los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico en la adolescencia.

Factores próximos: prácticas parentales

En las últimas décadas se ha dado un creciente interés en el estudio de la variedad de prácticas en las relaciones entre padres y adolescentes por las consecuencias que éstas conllevan en los procesos de socialización. Varios análisis han enfocado su interés en discernir en qué grado las prácticas parentales están asociadas con el desarrollo cognitivo, social, emocional y conductual de niños y adolescentes (Barber, 2002).

Las similitudes y acuerdos entre diferentes estudios (Barrera, 2002; Delgado, 2000; Maccoby & Martin, 1983) dan apoyo a la categorización de los estilos de crianza de Baumrind (1991). Éstos se conciben como un conjunto de actitudes comunicadas a los hijos, las cuales, en su totalidad, crean un clima emocional que facilita el bienestar y desarrollo de los mismos.

El estudio de las prácticas parentales permite examinar las formas como la interacción entre padres e hijos ejerce influencia sobre el desarrollo de niños y adolescentes. Dos categorías o constructos comunes en estos estudios son el apoyo y el control parental (Darling & Steinberg, 1993).

El constructo de apoyo comprende prácticas parentales como el cuidado, la calidez, la capacidad de respuesta, la aceptación y el vínculo o apego. Por otro lado, se ha encontrado que el constructo de control parental es más complejo y variado (Barber, 2002). Este constructo contempla prácticas parentales como la disciplina, las demandas de madurez, la coerción, la inducción de la culpa, la supervisión, el retiro del afecto, el control hostil, el control inconsistente, la restrictividad y el castigo (Barber, 2002).

En las definiciones de control psicológico prevalecen la presión o manipulación emocional y psicológica de los niños por parte de sus padres y pocas expresiones de independencia y fomento de la autonomía. Y en las definiciones de los procesos de control comportamental, se incluye el control de la conducta o comportamientos del niño o adolescente (Barber, 2002). Esta distinción entre modalidades de control de los padres ha tenido un importante impacto en el conocimiento sobre el bienestar y el ajuste psicológico de los niños y los adolescentes.

Varias investigaciones han encontrado prácticas parentales que se asocian sistemáticamente con el comportamiento prosocial (Eisenberg & Fabes, 1998; Hoffman, 2002; Krevans & Gibbs, 1996; Velásquez, 2000) y otras relacionadas con el comportamiento desajustado (Dekovic et al., 2003; Delgado, 2000; Dodge & Pettit, 2003; Pettit & Laird, 2002). Con este punto de partida, el presente estudio se propone analizar la influencia que ejercen las prácticas parentales (disciplina inductiva, monitoreo, aceptación, retiro del afecto, control restrictivo y afirmación del poder) sobre los comportamientos prosocial y desajustado en la adolescencia.

 

Factores emocionales: emociones morales

El papel de las emociones morales, como la empatía y la simpatía, en el desarrollo social y moral es un tema que ha interesado a filósofos y psicólogos durante años (Eisenberg, 2000; Hoffman, 2002; Hume, 1966; Tichener, 1924). Las emociones morales se consideran facilitadoras de los comportamientos prosociales (Eisenberg & Strayer, 1992) e inhibidoras de comportamientos de desajuste psicológico (externalizantes).

Una de las razones del considerable interés por la empatía y otros constructos afines se halla en la suposición de varios psicólogos y filósofos de que la empatía y la simpatía ejercen una influencia mediadora en el desarrollo del comportamiento prosocial (Eisenberg & Strayer, 1992). Por lo tanto, estas emociones cobran también interés porque pueden llevar a las personas a ayudar a otros y evitar lastimarlos. En ese sentido, las emociones morales se pueden entender como elementos cruciales para la promoción de la salud psicológica.

Según Eisenberg (2000) “la empatía es una respuesta afectiva que da pie a la comprensión del estado emocional (del estado emocional de otra persona) que es similar a lo que la otra persona está sintiendo” (p. 671). Mientras para Hoffman (1998) “es una emoción que permite a una persona sentir la condición de otra más que la propia, y lo que la persona siente puede ser igual a lo que la otra persona está sintiendo” (p. 93). Se observa en las definiciones enunciadas un énfasis en la naturaleza emocional de la empatía.

Por otro lado, Eisenberg (2000) define la simpatía como “la respuesta emocional ante la comprensión de la condición o estado emocional de otra persona y sostiene que no es lo mismo que lo que la otra está sintiendo (o que se espera que esté sintiendo)” (p. 671).

Se destaca que la empatía consiste en una reacción emocional al estado o a la condición emocional de otra persona, mientras que la simpatía es un sentimiento de preocupación o pena que se experimenta por otra persona como reacción a su estado o condición emocional. Además, la simpatía implica los procesos cognitivos de la toma de perspectiva, esto es, una preocupación por el otro, basada en el reconocimiento de su estado emocional o su situación (Eisenberg et al., 1998).

Finalmente, cabe mencionar que la empatía podría cumplir una función mediadora entre las prácticas parentales y la conducta prosocial de los niños, como lo indican los hallazgos de Krevans y Gibbs (1996).

 

Comportamiento prosocial: un indicador de ajuste psicológico

Eisenberg y Fabes (1998) definen el comportamiento prosocial como la conducta voluntaria para beneficiar a otras personas. Esta definición destaca los comportamientos voluntarios y las acciones intencionales en pro de terceros. Varios factores se han asociado con la aparición de comportamientos prosociales como indicadores de ajuste psicológico. Entre ellos se encuentran las prácticas parentales. Algunos estudios enunciados a continuación así lo indican.

Prácticas parentales y comportamiento prosocial

En la literatura se evidencia que prácticas parentales como la disciplina inductiva y la aceptación promueven el desarrollo de comportamientos prosociales, a diferencia de otras como la afirmación del poder, el control restrictivo y el retiro del afecto.

Una práctica que sobresale en el estudio de la conducta prosocial es la comunicación inductiva, que, según Eisenberg y Fabes (1998), consiste en dar explicaciones o razones al hijo cuando se requiere algún cambio en su conducta. Hoffman (1970, 1983) afirma que la disciplina inductiva puede promover el desarrollo moral porque establece un nivel óptimo para el aprendizaje. Eisenberg y Murphy (1995) agregan que esta práctica se asocia al desarrollo de comportamientos prosociales. Una de las razones que presentan es que “los padres que enfatizan en sus razonamientos con los hijos sobre los sentimientos de los otros o sobre el daño hecho al otro, podrían promover la habilidad en los niños para tomar la perspectiva de las otras personas y consecuentemente promover las emociones morales” (p. 242). Dichas emociones, a su vez, se han vinculado al desarrollo de este tipo de comportamiento.

Por su parte, Eisenberg y Sheffield (2004) aseveran que en la extensa literatura sobre socialización se ha evidenciado que el comportamiento prosocial y la empatíasimpatía en niños se asocian con prácticas parentales que no son punitivas y que recurren a la disciplina inductiva.

De acuerdo con Hoffman (2002), la relación entre la disciplina inductiva y el comportamiento prosocial consiste en la posibilidad de promover la tendencia empática y la perspectiva del otro en los hijos. En este estudio se plantea una relación entre la disciplina inductiva y el comportamiento prosocial mediada por características individuales como las emociones morales.

Un estudio empírico que apoya esta concepción es el de Krevans y Gibbs (1996), que examina el planteamiento de Hoffman según el cual las emociones morales como la empatía ejercen un papel mediador en la relación de ciertas prácticas parentales y el comportamiento prosocial. El estudio se hizo con niños entre 11 y 14 años de edad, además de sus padres y maestros. Se encontró que los padres que usan prácticas inductivas por oposición a las prácticas de afirmación del poder tienden a promover comportamientos prosociales en sus hijos.

Una segunda práctica asociada al comportamiento prosocial es la aceptación. Eisenberg y Murphy (1995) afirman que la aceptación, principalmente la materna, se ha asociado con el comportamiento prosocial.

 

Ajuste psicológico: comportamientos internalizantes y externalizantes

El ajuste psicológico es una expresión clínica que contempla aspectos de irregularidad psicológica y de salud mental. En los trabajos de Achenbah y Rescorla (2001) este concepto hace alusión particular a conductas internalizantes y externalizantes. En cuanto a las primeras, se mencionan la ansiedad, la depresión y los problemas psicosomáticos, y dentro de las segundas contempla la agresión y la ruptura de normas.

Según Ballesteros (1995), para establecer el término ajuste se requiere definir un amplio rango de índices que pueda determinarlo, incluyendo el grado en que un comportamiento es apropiado, la estabilidad emocional, el autoconcepto, la autoestima y el nivel de logro. Es un constructo que contempla el bienestar psicológico manifestado en el comportamiento general, además de aspectos físicos, emocionales, cognitivos y sociales. El desajuste, en cambio, se entiende como la presencia de problemas de conducta de tipo internalizado y externalizado (Achenbach & Rescorla, 2001).

Achenbach y Edelbrock (1987) han clasificado los comportamientos de desajuste psicológico de niños y adolescentes en dos tipos, desde su experiencia clínica y de investigación. Éstos son internalizantes y externalizantes, de acuerdo con el Achenbach System of Empirically Based Assesment.

Es frecuente observar que los estudios sobre comportamientos internalizantes y externalizantes (Ballesteros et al., 2001; Barber, Olsen & Shagle, 1994; Eisenberg et al., 2005; Pettit & Laird, 2002) han utilizado el instrumento de Achenbach para medir estos comportamientos.

Achenbach y Rescorla (2001) clasifica los comportamientos internalizantes en tres grupos de síndromes: 1) ansioso/deprimido; 2) introvertido/deprimido y 3) afecciones somáticas. Los comportamientos externalizantes se dividen en dos grupos de síndromes: 1) conducta o comportamiento de ruptura de reglas o normas, y 2) conducta o comportamiento agresivo.

Los comportamientos internalizantes y externalizantes agrupan diferentes comportamientos presentes en la adolescencia. En el primero sobresalen aquellos que ocurren principalmente dentro de la persona, y en los segundos los que se dirigen al exterior e involucran a otras personas (Achenbach & Rescola, 2001).

Según Graber (2004), los comportamientos internalizantes son un subgrupo de la psicopatología que involucra disturbios emocionales, mientras que los problemas externalizantes se han referido a conductas desviadas de las normas. En cambio Barber (2002) afirma que los comportamientos externalizantes se caracterizan por orientarse al exterior, tales como la agresión, los robos y las mentiras. Estos comportamientos no son adaptativos socialmente porque producen daño o dolor a otras personas. Por el contrario, los comportamientos internalizantes se caracterizan por dirigirse hacia el interior, tales como la ansiedad, la depresión y el miedo excesivo. Estos comportamientos no son adaptativos socialmente porque producen daño o dolor a sí mismo.

Se han identificado factores contextuales que influyen en los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico. También se han estudiado emociones morales relacionadas con esos comportamientos. Este estudio somete a prueba una propuesta sobre los factores contextuales y los emocionales tenidos en cuenta conjuntamente en su relación con los comportamientos prosocial y problemáticos durante la adolescencia.

En consecuencia, las preguntas que guiaron el estudio son las siguientes: ¿Existen asociaciones entre los factores contextuales, las emociones morales y el ajuste psicológico?; ¿cómo influyen los factores próximos y globales y los emocionales en la variabilidad del ajuste psicológico?; ¿se puede demostrar que las emociones morales median en la relación entre los factores próximos y el comportamiento prosocial?

 

Método

Participantes

Se contó con la participación voluntaria de 239 familias nucleares, con al menos un hijo entre los 12 y 18 años de edad.

Las familias se agruparon en tres niveles socioeconómicos (alto, medio y bajo) que se establecieron de acuerdo con el clima educativo del hogar (CEPAL, 2004). Se distinguieron tres niveles: nivel educativo alto (nivel 3), nivel educativo medio (nivel 2) y nivel educativo bajo (nivel 1). Las 239 familias se agruparon así: el 34.3% (82 familias) en el nivel 3, el 30% (69 familias) en el nivel 2 y el 31% (74 familias) en el nivel 1.

Instrumento

Se emplearon tres cuestionarios: el autorreporte del adolescente, el reporte del papá y el reporte de la mamá.

A continuación se presenta la descripción de cada escala con el índice de confiabilidad (alfa de Cronbach) obtenido en el presente estudio.

Factores próximos: prácticas parentales

Monitoreo: se evaluó con nueve preguntas que se refieren a lo que los padres saben sobre las actividades que realizan sus hijos fuera de casa y el seguimiento que hacen de las mismas (por ejemplo, “¿sé donde está mi hijo durante su tiempo libre?”). Se utilizó una escala de 1 a 5, donde 1 equivale a “no sé”, y 5 a “sé muy bien”; alfa = 0.91, versión del padre; alfa = 0.90, versión de la madre; y alfas = 0.89 y 0.88 para la percepción del adolescente del padre y de la madre respectivamente.

Aceptación: se evaluó con 17 preguntas sobre las manifestaciones de afecto, cuidado, bienestar, preocupación, apoyo y soporte que los hijos pueden experimentar en sus relaciones con sus padres (por ejemplo, “¿hago que mi hijo se sienta orgulloso cuando hace algo bien?”). La escala utilizada va de 1 a 5, del siguiente modo: 1 = “nunca” y 5 = “siempre”; alfa = 0.87, versión de los papás; alfa = 0.93, versión de las mamás; y alfas = 0.92 y 0.91, para la percepción del adolescente del padre y de la madre, respectivamente.

Disciplina inductiva: consta de ocho preguntas que se refieren a las explicaciones orientadas al bien de las personas (por ejemplo, “¿hago que mi hijo(a) piense cómo afecta a los demás con sus actos?”). Se trata de un razonamiento que llama la atención del niño sobre los efectos de sus actos en los demás. Se empleó una escala de 1 a 5, donde 1 = “nunca” y 5 = “siempre”; alfa = 0.88, versión de los papás; alfa = 0.86, versión de las mamás; y alfas = 0.86 y 0.82, para la percepción del adolescente del padre y de la madre, respectivamente.

Retiro del afecto: se evaluó con cuatro preguntas las expresiones de rabia directas pero no físicas de los padres y la desaprobación del comportamiento de los hijos (por ejemplo, “¿mi papá/mamá evita mirarme o dirigirme la palabra cuando la/lo he decepcionado?”). La escala va de 1 a 5, donde 1 = “nunca” y 5 = “siempre”; alfa = 0.75 y 0.74, para la percepción del adolescente del padre y de la madre, respectivamente.

Control restrictivo: se evaluó con ocho preguntas en el cuestionario diseñado para los padres y madres, y nueve en el destinado a los hijos, con los que se pretende examinar el grado de imposición de reglas estrictas y prohibiciones a los hijos por parte de sus padres (por ejemplo, “yo no permito que mi hijo se enoje conmigo”). Se utilizó una escala de 1 a 5, donde 1 = “nunca” y 5 = “siempre”; alfa = 0.71, versión de los papás; alfa = 0.62, versión de las mamás; y alfas = 0.61 y 0.57, para la percepción del adolescente del padre y de la madre respectivamente.

Afirmación del poder: consta de cuatro preguntas que se refieren a los comportamientos de los padres que buscan controlar al hijo a través del poder físico o la restricción de los recursos materiales (por ejemplo, “yo castigo a mi hijo(a) quitándole objetos materiales o privilegios”). La escala empleada va de 1 a 5: 1 = “nunca” y 5 = “siempre”; alfa = 0.87, versión de los papás; alfa = 0.84, versión de las mamás; y alfas = 0.83 y 0.82, para la percepción del adolescente del padre y de la madre, respectivamente.

Emociones morales

Empatía: evaluada con quince preguntas que hacen referencia a lo que las personas sienten por los demás (por ejemplo, “¿me importa cuando un compañero de clase está triste?). Esta escala, de 1 = “nunca” y 5 = “siempre” fue contestada sólo por el adolescente (alfa = 0.81).

Simpatía: consta de nueve preguntas de dos escalas. La primera escala incluye interrogantes de tipo: “¿tengo sentimientos de compasión y preocupación por personas menos afortunadas que yo?”; alfa = 0.77, versión de los papás; alfa = 0.70, versión de las mamás; y alfa = 0.66, versión de los hijos. En la segunda escala hay preguntas como: “¿cuando estoy disgustado con alguien trato de ponerme en su lugar por un momento?”; alfa = 0.84, versión de los papás; alfa = 0.78, versión de las mamás; y alfa = 0.67, versión de los hijos. Estas dos escalas van desde 1 = “no me describe en absoluto” a 5 = “me describe muy bien”.

Comportamiento prosocial: Se evaluó con nueve preguntas (por ejemplo, “¿ayudas a las personas que están en problemas?”). Esta escala se aplicó a los papás (alfa = 0.88), a las mamás (alfa = 0.89) y a los hijos (alfa = 0.83). La escala empleada va de 1 = “nunca” hasta 5 = “siempre”.

Comportamientos de desajuste psicológico: Se evaluó con tres escalas. Para comportamiento internalizante, la escala de ansiedad/depresión consta de nueve preguntas (por ejemplo, “¿te sientes inferior o crees que no vales nada?”). Esta escala fue contestada por los papás (alfa = 0.74), por las mamás (alfa = 0.71) y los adolescentes (alfa = 0.67). Para comportamientos externalizantes, se empleó una escala de comportamiento agresivo con 13 preguntas (por ejemplo, “¿atacas a la gente físicamente?”). Esta escala fue respondida por los papás (alfa = 0.83), por las mamás (alfa = 0.84) y por los adolescentes (alfa = 0.82). Por último, está la escala de ruptura de normas, con 13 preguntas (por ejemplo, “¿tomas bebidas alcohólicas sin permiso de tus padres?”). Esta escala fue contestada por los papás (alfa = 0.81), por las mamás (alfa = 0.79) y por los adolescentes (alfa = 0.77), y va de 0 = “no es cierto” a 2 = “muy cierto o frecuente”.

Procedimiento

Los entrevistadores fueron estudiantes de psicología que se desplazaban hasta las residencias de las familias para obtener la información. La participación de los adolescentes y los padres fue voluntaria, a través del contacto directo con ellos facilitado por las referencias de personas que conocieran familias con las características necesarias para la investigación. Las familias fueron contactadas por vía telefónica o personalmente.

Las entrevistas se realizaron por separado, y en momentos diferentes, a cada uno de los integrantes de la familia, previa concertación de una cita. A estas personas se les informó sobre los objetivos del estudio, se les explicó la consigna de que los participantes debían responder las preguntas pensando en qué medida cada enunciado reflejaba lo que el entrevistado pensaba, hacía o sentía. Se aclaró que no se trataba de responder con base en lo que haría o en lo que consideraba mejor (deseabilidad social), sino de informar la propia realidad. Se pidió que firmaran el consentimiento informado y registraran su número telefónico para verificar alguna información.

 

Resultados

En la Tabla 1 se presentan las medias y desviaciones estándar (versiones de los papás, de las mamás y de los hijos) de los factores próximos, y en la Tabla 2 las medias y desviaciones estándar (versiones de los papás, de las mamás y de los hijos) de las emociones morales y de los comportamientos prosocial y de desajuste (internalizantes y externalizantes).

 

 

Los promedios en monitoreo, aceptación y disciplina inductiva en la versión de las mamás fueron más altos que en la de los papás. Los promedios en control restrictivo y afirmación del poder son similares en ambos padres.

La versión de los hijos mostró promedios más altos en la percepción de la mamá en monitoreo, aceptación, disciplina inductiva, control restrictivo y afirmación del poder, a diferencia de la percepción de los hijos del papá. En cambio, los promedios del retiro del afecto son similares en la percepción que los hijos tienen de los padres en retiro del afecto.

En la Tabla 2 se presentan los estadísticos descriptivos de las emociones morales y los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico (versiones de los papás, de las mamás y de los hijos).

 

 

Se observa que la simpatía y el comportamiento prosocial obtuvieron promedios similares en las versiones de los papás, las mamás y los hijos. Por el contrario, los promedios en ansiedad/depresión, agresión y ruptura de normas fueron más altos en la versión de los hijos que en la versión de los padres.

Reducción de datos

A partir de los resultados encontrados se siguió la sugerencia del estudio de Kerr, López, Olson y Sameroff (2004), quienes hicieron “agregados” para representar mejor cada una de las variables, contando con tres informantes, y reducir los efectos atribuibles a la varianza compartida o shared variante. Así mismo, se reduce el número de variables presentes en cada uno de los modelos de este estudio y de los errores asociados con las mediciones (Rushton, Brainerd & Pressley, 1983). Las correlaciones entre los agregados de las variables del estudio se presentan en la Tabla 3.

Tabla 3

En el presente estudio se obtuvieron las correlaciones entre las versiones de los papás, de las mamás y de los hijos en los factores próximos, las emociones morales y los comportamientos prosocial, internalizantes y externalizantes. Los análisis de correlaciones proporcionan evidencia de asociaciones entre los factores próximos, las emociones morales y los comportamientos prosocial, internalizantes y externalizantes.

Por otra parte, se calcularon análisis de regresión jerárquica que permiten examinar la importancia comparativa de cada factor contextual y de las emociones morales sobre los comportamientos prosocial y desajustados, tal como se describe a continuación.

Influencia conjunta de los factores contextuales y las emociones morales sobre los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico

Se calculó una regresión múltiple jerárquica agregando en cada paso un factor predictor hasta incluirlos en su totalidad en el modelo. La influencia del factor global, los factores próximos y las emociones morales sobre la variable criterio comportamiento prosocial se observa en la Tabla 4.

 

 

Los resultados de este análisis señalan que el comportamiento prosocial es explicado por los factores contextuales y las emociones morales; la simpatía es la que tiene mayor aporte en la explicación.

Para examinar la influencia conjunta de los factores contextuales y las emociones morales sobre los comportamientos problemáticos se calcularon dos regresiones múltiples jerárquicas, una para el comportamiento internalizante y la otra para los comportamientos problemáticos. En cada paso se agregó un factor predictor hasta incluirlos en su totalidad en el modelo. Se examinó la influencia del factor global y los factores próximos sobre la variable criterio comportamiento internalizante, como se observa en la Tabla 5.

 

 

En la Tabla 5 se observó que el retiro del afecto tuvo mayor importancia en la explicación del comportamiento internalizante. En segundo lugar, se examinó la influencia del factor global y los factores próximos sobre la variable criterio comportamientos externalizantes, como se ve en la Tabla 6.

 

 

Los resultados de este análisis señalan que los comportamientos externalizantes son explicados por los factores contextuales y las emociones morales; los factores próximos son los que tienen un mayor aporte en la explicación.

Análisis de la mediación de las emociones morales entre los factores próximos y el comportamiento prosocial

Los resultados de los análisis de regresión plantearon la posibilidad de examinar si las emociones morales median en la relación entre la disciplina inductiva, la aceptación y el comportamiento prosocial. Siguiendo el procedimiento propuesto por Baron y Kenny (1986), se realizaron tres ecuaciones de regresión. Se demostró que la simpatía media parcialmente en la relación entre la disciplina inductiva y la aceptación y el comportamiento prosocial, como se observa en las tablas 7 y 8 respectivamente.

 

 

 

Discusión

Este estudio es un aporte novedoso en la medida en que permite dar cuenta de la influencia que ejercen múltiples factores sobre dos tipos de comportamientos característicos de ajuste psicológico.

Los resultados mostraron que los factores global, próximos y emocionales se relacionan de manera diferente con comportamientos prosociales y con comportamientos internalizantes y externalizantes. Se expondrán brevemente las influencias de los diversos factores sobre los dos tipos de comportamientos, primero por separado, y luego en conjunto.

Las asociaciones encontradas en el presente estudio entre los factores próximos y los comportamientos prosocial y problemáticos en la adolescencia son consistentes con los hallazgos que han enriquecido la teoría de la socialización. Por otra parte, se encontró que el control tiene efectos diferenciales en los comportamientos del adolescente al distinguir entre control psicológico y control comportamental.

Así, los hallazgos del presente estudio evidencian que las prácticas parentales como formas de control psicológico están asociadas directamente con los comportamientos internalizantes y externalizantes. De otro lado, las prácticas parentales como formas de control comportamental se asocian, en sentido inverso, con los comportamientos externalizantes.

Estos hallazgos, en términos de su asociación con consecuencias en el desarrollo del adolescente, validan y soportan la necesidad de estudiar las influencias del control (psicológico y comportamental) de los padres sobre los comportamientos de sus hijos por separado (Barber, 2002).

Influencia de los factores contextuales y los emocionales sobre los comportamientos indicadores de ajuste y desajuste psicológico

Los análisis de las influencias de los factores contextuales y las emociones morales sobre los comportamientos de ajuste y de desajuste psicológico, tomados en conjunto, señalan papeles diferenciales que juegan estos factores en los dos tipos de comportamientos.

En concordancia con algunos planteamientos teóricos (Eisenberg, 2000; Hoffman, 2002; Hoffman & Saltztein, 1967), se encontró que el mejor predictor del comportamiento prosocial son las emociones morales, mientras que los mejores predictores de los comportamientos de desajuste psicológico son los factores próximos.

Los resultados del estudio de Dekovic et al. (2003) también mostraron que el factor proximal es el mayor predictor de desajuste psicológico en la adolescencia.

La propuesta contextual o ecológica que guió el presente estudio sugiere que los factores global próximos, y los emocionales, explican de forma diferente la variabilidad de los comportamientos de ajuste y desajuste psicológico. Los análisis permiten establecer que de los factores contemplados las emociones morales son las que más aportan a la explicación de la variabilidad del indicador de ajuste psicológico, seguidas de los factores próximos y del factor global. De las emociones morales, la simpatía fue mejor predictor del comportamiento prosocial que la empatía, lo cual ha sido señalado por Eisenberg (2000).

Por otra parte, la aceptación, la afirmación del poder y la disciplina inductiva se asociaron con el comportamiento prosocial. Sin embargo, en los análisis de regresión fue la disciplina inductiva la práctica parental que más contribuyó a la explicación del comportamiento prosocial.

La disciplina inductiva aporta a la explicación del comportamiento prosocial, pero al incluir las emociones morales en los análisis de regresión esta influencia deja de ser significativa. Esto llevó a pensar que la relación entre la disciplina inductiva y el comportamiento prosocial puede estar mediada por las emociones morales.

Consecuentemente con evidencias previas (Eisenberg, 2000; Carlo, Raffaelli, Laible & Meyer, 1999) se encontró que la simpatía media parcialmente la relación entre la disciplina inductiva y la aceptación y el comportamiento prosocial.

Los análisis también permiten establecer que de los factores contemplados en el presente estudio, los próximos son los que más aportan a la explicación de la variabilidad de los comportamientos internalizantes y externalizantes (indicadores de desajuste psicológico). A éstos siguen, para el comportamiento internalizante, el factor global; y, para los comportamientos externalizantes de las emociones morales, el factor global.

Diversos estudios han examinado la influencia de dichos factores por separado, encontrando que los factores global, próximos y las emociones morales influyen en el desarrollo de desajuste psicológico en la adolescencia. Al realizar los análisis de regresión se encontró que los factores próximos son los mejores predictores de este tipo de comportamientos. Para los comportamientos internalizantes y externalizantes, los resultados muestran claras diferencias, tal como lo evidencian algunos estudios previos (Barber, 2002).

De los factores incluidos en el presente estudio, se encontró que cada uno agrega un porcentaje significativo a la varianza de desajuste psicológico. Sólo las emociones morales no fueron predictores significativos de los comportamientos internalizantes en la adolescencia debido, tal vez, a que existen otros factores que favorecen o inhiben la aparición y desarrollo de este tipo de comportamientos.

Otro predictor significativo de los comportamientos externalizantes son las emociones morales. La emoción moral empatía resulta ser un mayor predictor que la simpatía para este caso. Lo anterior es un indicio de la importancia del componente afectivo en la inhibición de comportamientos externalizantes.

La influencia del factor global se examinó en el presente estudio porque se ha encontrado que es representativa en el contexto familiar. Esto se evidencia en las prácticas parentales que derivan de factores externos y en las que se deben a características internalizadas por parte de los adultos, las cuales difieren según el nivel socioeconómico (HoffGinsberg & Tardif, 1995). El presente estudio da cuenta de la primera influencia.

 

Conclusiones

Los hallazgos muestran que diversos factores contextuales e individuales están asociados con los comportamientos prosocial y de desajuste psicológico en la adolescencia. Debido a la interdependencia de los factores propuestos, los análisis de regresión jerárquica permitieron examinar el poder predictivo de cada uno. Éstos mostraron asociaciones y explicaciones diversas, dependiendo del comportamiento analizado, pero los factores incluidos aquí señalan que pueden inhibir o facilitar comportamientos prosociales, así como de desajuste en la adolescencia. Los resultados permiten concluir que las emociones morales son los mayores predictores de los comportamientos prosociales; mientras que el retiro del afecto es el mayor predictor del comportamiento internalizante. Por otra parte, el monitoreo y la afirmación del poder son los predictores más importantes de los comportamientos externalizantes.

Los análisis también mostraron que la simpatía fue mejor predictor que la empatía para los comportamientos prosociales; mientras que la empatía fue mejor predictor que la simpatía para los comportamientos externalizantes.

Con relación a la influencia del factor global sobre el ajuste psicológico en la adolescencia, una conclusión relevante es que este factor explica muy poco la variabilidad de tales comportamientos, en comparación con los factores próximos y las emociones morales. No obstante, puede tener gran relevancia en el estudio de dichos comportamientos.

Finalmente, esta investigación guiada por una perspectiva ecológica o contextual, reconoce que el contexto familiar es una influencia importante sobre el desarrollo de comportamientos ajustados o desajustados psicológicamente en la adolescencia. Al mismo tiempo registra el efecto de otros factores, además de la familia, los cuales deben tenerse en cuenta en el diseño de programas. La propuesta es acorde con el actual desafío asumido y propuesto por las investigaciones recientes en socialización, al reconocer las múltiples influencias que pueden contribuir a una mayor comprensión de los comportamientos que indican ajuste o desajuste psicológico en la adolescencia (Collins, Maccoby, Steinberg, Hetherington & Bornstein, 2000).

 

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Recibido: mayo 30 de 2006
Revisado: enero 30 de 2007
Aceptado: abril 25 de 2007

 

 

1 Este estudio se hizo en el contexto de la línea Familia y Socialización de la Universidad de Los Andes y es el producto del trabajo de investigación de las dos primeras autoras. Los datos aquí reportados hacen parte de un estudio más amplio iniciado en 2004.

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