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Revista Mexicana de Orientación Educativa

versão impressa ISSN 1665-7527

Rev. Mex. Orient. Educ. v.5 n.13 México fev. 2008

 

REMANDO POR LA CULTURA

 

Hojas sueltas...
Jueves 1º de noviembre, día de la festividad de todos lo santos

 

 

A l@s amiga@s del DATO (DGOSE -UNAM), a José Manuel Ibarra

 

 

I) D. H. Lawrence y los poetas muertos

No desconfiemos de los muertos
que prosiguen viviendo en nuestra sangre.
No somos mejores ni distintos:
tan sólo nombres y escenarios cambian
Y cada vez que inicias un poema
convocas a los muertos.
Ellos te miran escribir,
te ayudan

José Emilio Pacheco*

 

II) El día de todos los santos...

El Papa Bonifacio IV instituyó la festividad de todos los santos. Ordenó sacar de las catacumbas, los restos de los mártires y héroes de la iglesia. Éstos fueron colocados en 24 carros y trasladados al expanteón pagano de Roma para ser exhibidos y homenajeados. Al paso del cortejo, la gente se sorprendió por el extraño y nuevo ritual. En lo sucesivo, el día también sirvió para elevar una oración por las almas que se encuentran retenidas en el purgatorio, y aquellas que no encuentran la luz ni la paz; también es muy noble para recordar a los nuestros y para preguntarnos lo inevitable ¿cuando nos toca?...

 

III) De la nostalgia por el barrio, y un asesino serial

Me pregunta el hectorín si no me gustaría regresar al barrio, a la vecindad donde viví la infancia. Mi respuesta pretende ser afirmativa, pero termino negando esa posibilidad porque seguramente ya sería un extraño en ese lugar; eso ya pasó, aunque en la nostalgia siga viviendo el deseo. Esa etapa en la realidad del tiempo ya murió, ya no será; pero en mi conciencia sigue viviendo. Por ejemplo, en estas fechas recuerdo al cabrón del chocolate. Ahhh!!!, pinche chocolate; era un tipo insensible, frío, cínico y calculador, enigmático para la pelusa del barrio. ¿A cuánta gente no mató?... a su madre, hermanos, tía, abuelo... No conforme mató como a 10 vecinos y dos teporochos. Tampoco tuvo piedad del patotas, ¡el bombero heroico del barrio; que poca madre de ese güey!!

 

IV) Kundera y Pessoa

«En griego regreso se dice nostos. Algos significa sufrimiento. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos pueden emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos añoranza; en portugués, saudade...»**

Saudade significa: recuerdo triste y suave de personas distantes o extintas, acompañado del deseo de volverlas a poseer o ver presentes. En la traducción se le equipara con la nostalgia. Saudade es un término complejo con dificultades connotativas, porque consiste en una actitud existencial compleja, en la cual se halla siempre como referencia la presencia de la ausencia…***

 

IV) El nostos y la muerte...

La emmathompson interpreta a una profesora universitaria de Letras, en la película «Whit» (Inglaterra, 2002). Solterona, sola y amargada recibe la noticia paralizante de las pocas posibilidades de vivir debido a un cáncer muy avanzado que ya se extiende por todo su cuerpo. Sólo queda la magra posibilidad de someterse a la quimioterapia para detener el mal. Su capacidad intelectual le permite traducir al auditorio, paso a paso, la terminología médica, narrar la lucha desigual entre la cura y la enfermedad. Ironiza sobre el trato serial e inhumano que le brindan los médicos, más preocupados por experimentar el tratamiento como si fuera una «conejilla de indias» que un ser humano. Conforme avanza la enfermedad los recuerdos se agolpan: la nostalgia por el lugar donde vivió de niña, la ambivalencia nostalgia por las extensas horas vacías vividas en su departamento, su impotencia frente a los alumnos apáticos al saber; la soledad que voraz consumió los mejores años de su vida, la relación fraterna con su profesora (la única amistad que la visita en el hospital). En sus últimos días, la saudade compartió con la ironía y el miedo la agonía, y la proximidad de la muerte inminente...

 

V) Realismo...

Alguna vez le preguntaron a Woody Allen como desearía ser recordado y así trascender; muy seguro confió: «a mucha gente le gusta trascender, escribiendo un gran libro, a otra le atrae que lo recuerden por haber escrito una gran obra; también hay quienes quisieran trascender como héroes; yo en cambio deseo trascender y ser recordado por haber vivido el mayor tiempo posible...»

 

VI) La Casa de la Malinche

En la calle República de Cuba Nº 79 del Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra una casa grande y bella, de tres cuerpos, con una portada de cantera artesonada en un estilo neoclásico y aderezada con algunos motivos barrocos; parece una casa edificada en la medianía del siglo XVII. En ese lugar estuvo la casa de la Malinche o Doña Marina, la interprete de Hernán Cortés. Ella era nativa de Coatzacoalcos, Veracruz; tuvo como lengua materna el náhuatl, pero también aprendió a hablar el maya y después el español. Las malas lenguas de criollos e hispanos la condenaron porque tuvo un hijo del conquistador de México-Tenochtitlan, que fue conocido como Martín Cortés. La leyenda dice que para evitar las habladurías, Don Hernando le regaló la casa a Don Juan Jaramillo (hombre de sus confianzas) con la condición que se casara con Doña Marina, quien tuvo que aceptar la decisión del conquistador. Doña Marina nunca superó la separación, y en los últimos años de su vida, que se extinguió en 1530, se la pasó recordando su vida antes de conocer a Cortés, su vida al lado de su padre, uno de los grandes caciques de Veracruz, su juventud y el deseo inmenso de regresar a su tierra... Murió más cobijada por las añoranzas y las ausencias que por la condena de traición, con la que fue estigmatizada por sus paisanos....

 

VII) Sólo, Pessoa

La muerte es la curva del camino.
Morir es tan solo no ser visto (...)

 

VIII) La frialdad del chocolate...

Era todo un personaje del barrio. Su piel era morena, morena, pero con el tono que generosamente tiñe la pobreza. Flaco, más que delgado de cuerpo, además de encorvado; padecía como rasgo distintivo una nariz grande y ganchuda, custodiada por un lunar que parecía una gran mosca que como rémora se negaba ha abandonarlo. Siempre vestía un impermeable negro del que apenas destacaba una camisa gastada y muy sucia, pero ese detalle no le impedía lucir una corbata escandalosamente incoherente con todo. Con la serenidad y las tablas de buen actor, tocaba a la puerta de la víctima y cometía el delito: pedía dinero para organizarle misa de réquiem a una persona que en el postizo dolor del chocolote había muerto. De esa manera, comercializó la «muerte» de sus familiares y de todo aquel que le viera un potencial necrófilo. Así operaba: elaboraba con paciencia y cuidado una lista de las personas que promovería como muertas y la respectiva relación afectiva o familiar con las personas a estafar. A ellas se dirigía el chocolate: tocaba la puerta, actuaba la expresión más triste, notificaba la supuesta muerte, ofrecía el pésame y muy caballerosamente pedía el dinero para el réquiem. Después de recibir el dinero, anotaba en una libretita los datos del taimado y le extendía una invitación para que asistiera a una generosa y opípara comida al finalizar al inexistente novenario. Las tranzas el chocolate eran un secreto a voces entre la perrada, hasta admirábamos su audacia. ¿Cuántos años duró el chocolate con este negocio?, pocos lo recordamos. La última vez que lo vio el chacho, fue a la entrada del panteón civil de Dolores; allí el chocolate revendía las flores y las coronas frescas, que sigilosamente robaba de los sepulcros...

 

IX) El algos de Santa Teresa de Jesús

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero (...)

 

X) La Malinche, el Centenario y los remeros

En esa casa grande, allí en donde estuvo el hogar de la Malinche, en el restaurante el Centenario nos hemos reunido para celebrar nuestra amistad en torno al proyecto de la REMO. En la planta baja vemos el bar «los gallos»; luce triste y solitario, tiene una iluminación tenue que apenas lo alumbra el segundo piso. También cuenta con otro bar más pequeño y unos salones privados. Llegamos al último piso, un restaurante amplio y semivacío, en cuyas paredes se encuentran colgadas grandes cazuelas de barro y más allá una galería de fotos de difuntitos de finales del siglo XIX; sus poses fueron tomadas en vida, pero ellos posaron para la muerte, como si presintieran que los veríamos un siglo después. Sus imágenes se encuentran en marcos barrocos y en grandes camafeos, acusan el color sepia del tiempo y de la lejanía. Esas imágenes de mirada fija nos ven comer y brindar, no dejan de cohibirnos, una debilucha ráfaga de viento nos llega por la ventana, un tufillo de humedad se esparce y se mezcla con el aroma del mole y el perfume de los tamalitos de frijol. Cae la tarde y la soledad se apodera del lugar y de nosotros; es el momento de añorar sin decirlo, hay quien lee poemas, escuchamos pero estamos más con nuestros recuerdos, el lugar nos ha atrapado, pienso. (Poco tiempo después me enteré que el Centenario había cerrado por falta de clientela y que ningún negocio tiene éxito en esa casa, porque el lugar está salado, ya que allí vivió la Malinche).

 

XI) Kundera y la nostalgia....

«Los checos al lado de la palabra nostalgia tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedora es styska se mi potobe: te añoro, y no puedo soportar el dolor de tu ausencia».

«Los alemanes emplean pocas veces la palabra nostalgia en su forma griega y prefieren Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Shensucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento:

Sehnsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen kindheit, o nan der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor)****

 

XII) Añoranza y muerte en una masturbación...

A veces recuerdo tu imagen desnuda en la noche vacía
tu cuerpo sin peso se abre
y abrazo mi propia mentira
Así me reanuda la sangre, tensando la carne dormida
Mis dedos aprietan amantes un hondo compás de caricias
Dentro me quemo por ti,
me vierto sin ti
y nace un muerto
Mi mano ahuyentó soledades tomando tu forma precisa,
La piel que te hice en el aire recibe un temblor de semillas
Un quieto cansancio me esparce
tu imagen se borra enseguida
me invade una ausencia de hambre
y un dulce calor de saliva
Dentro me quemo por ti,
me vierto sin ti
y nace un muerto

Luis Eduardo Aute, «Dentro»

 

XIII) Surrealismo...

«En realidad no temo a mi muerte, simplemente cuando el momento llegue, haré lo posible por no estar presente...» Woody Allen.

 

XIV) La guerrera y chucho el roto en el zócalo...

Desde la terraza del majestic contemplan callados, el spleen de la tarde. Ella dirige su vista a la ofrenda de día de muertos en el zócalo; él admira la cúpula del Exconvento de Santa Teresa La Antigua. De reojo en reojo él la admira pensativa, quizás nostálgica. La iluminación es imperfecta, la luz es cada vez más parda, allá abajo la gente camina interesada por sus recuerdos. Como si pensara en voz alta y con la vista fija en la ofrenda, la guerrera le tira el verbo: el año está por terminar, su fin será con el último segundo de diciembre 31... en este año conociste a gente que nunca volverás a ver, ni sabrás qué fue de ellas (no te acongoja ni sobresalta esa verdad); repasarás a otras personas que murieron físicamente, pero que aún viven en tu memoria y en los sueños... sabes que están fuera de los deseos. Hace una larga pausa, suspira, bebe con delicadeza el margarita, su mirada trata de escudriñar la de él; y... —continua— también hay personas que por amor o desamor han muerto, porque logramos matarlas en la conciencia. Pero en realidad reconozcamos que hasta en cuestiones de amor–desamor , no hay crímenes perfectos, también los fantasmas inquietan... y son verdaderos obstáculos para la tranquilidad y la felicidad...; ella termina el margarita de un sorbo y arremete con una pregunta provocadora para esa tarde... ¿ no crees que cada uno construye sus propios panteoncitos...? Él busca la respuesta; en tanto, allá abajo, entre el laberinto de flores de la ofrenda, con dificultades prenden los cirios... y la noche ha comenzado...

 

XV) Advertencia al final...

La cony me recomienda: maestro debes saber que tu verdadero nombre es el mismo del santito que se celebra el día en que naciste; recuérdalo bien, porque con ese nombre (y no otro) Dios te llamará para el juicio final...

 

Riverohl Foundation, Inc.

 

 

* Pacheco, José Emilio, (2005). La fábula del tiempo. México: Era, p. 73.
** Kundera, M. (2001). La ignorancia. Barcelona: Tusquets, p. 10.
*** Pessoa, F. (1985). Fernando Pessoa Poesía. Madrid: Alianza Tres, p. 35 (notas del traductor José Antonio Llardent).
**** Idem