SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.6 número14Por una Educación, la Mejor de Todos los Tiempos, para TodosHerramientas Básicas para el Acompañamiento Tutoral índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Revista Mexicana de Orientación Educativa

versão impressa ISSN 1665-7527

Rev. Mex. Orient. Educ. vol.6 no.14 México  2008

 

ARTÍCULO

 

Vida Sexual y Malestar Emocional. Las Contradicciones de la Modernidad

 

 

Elsa S. Guevara Ruiseñor*

 

 


RESUMEN

Con el propósito de identificar las problemáticas que enfrentan los estudiantes de psicología en los ámbitos de la sexualidad, la integridad psíquica y su proyecto a futuro a partir de las transformaciones ocurridas en las sociedades modernas, se realizó un estudio exploratorio mediante muestreo estratificado por cuotas entre toda la población de estudiantes que cursaba la carrera de Psicología de la Facultad de Estudios Superiores-Zaragoza/UNAM (FEZ-Zaragoza) y se aplicó un cuestionario de preguntas abiertas y de opción múltiple que respondieron un total de 180 jóvenes de ambos sexos, 125 mujeres y 55 varones. Los resultados mostraron las ventajas que les representa para su vida personal haberse formado en un medio urbano de jóvenes ilustrados/as que les ha permitido superar mitos y tabúes respecto a su vida sexual y desarrollar prácticas de mayor cuidado y responsabilidad que el resto de los y las jóvenes. Sin embargo, el estrés, ansiedad, tristeza y soledad son experiencias frecuentes entre ellos y ellas, estos malestares responden a las condiciones de género presentes en sus relaciones amorosas y familiares, así como a las presiones de las instituciones educativas y las dificultades económicas que deben enfrentar para mantenerse estudiando. La ausencia de espacios institucionales que brinde apoyo a esta población es notoria en la baja proporción de estudiantes que han recibido apoyo psicológico. Su proyecto de vida inmediato está orientado, tanto en varones como en mujeres, a la conclusión de su carrera antes de contraer matrimonio o tener hijos/as.

Palabras clave: estudiantes, psicología, malestar emocional, género, modernidad.


 

 

Introducción

Dos de las áreas que mejor expresan las preocupaciones sobre la juventud actual se ubican en los terrenos de la sexualidad y la integridad psíquica (adicciones, suicidio, alteraciones psicológicas) de esta población, en virtud de que sus experiencias en estos ámbitos tienen un impacto demográfico, epidemiológico y psicosocial en el conjunto de la sociedad. En América Latina estos problemas se han acentuado con los programas de ajuste estructural que han aumentado las desigualdades y reducido las opciones de futuro de los y las jóvenes en toda la región.

La literatura epidemiológica ha privilegiado el enfoque de riesgo para analizar estos fenómenos, dado que muchos de los problemas de morbi-mortalidad que enfrentan los y las jóvenes son evitables como en el caso de la violencia, los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual. Bajo la premisa de que existen procesos, situaciones o factores que contribuyen a dañar la salud, a éstos se les denomina factores de riesgo, mientras que aquellos que pueden favorecer su desarrollo y prevenir afecciones a la salud y la vida de los individuos se les considera factores protectores (OPS, 1994; Salles y Tuirán, 1996), de esta manera se asume que instituciones como la escuela, la familia o el estado pueden contribuir a limitar los riesgos mediante estrategias que potencien los factores protectores y eviten las condiciones adversas.

Sin embargo, desde una perspectiva sociológica, el riesgo se considera una característica inherente a las sociedades modernas, de manera que las nuevas formas de relación en la esfera sexual y las afecciones psicológicas que viven los y las jóvenes son consecuencia de una modernidad que ha transformado profundamente las instituciones básicas de la vida social como la familia, el estado y la comunidad. Ante la disolución de los sistemas de bienestar y las redes sociales que otorgaban un sentido de seguridad ontológica a los individuos, las nuevas generaciones enfrentan un medio social incierto donde deben resolver de manera individual los distintos desafíos que la sociedad les plantea. Especialmente para los sectores más desprotegidos por su condición de clase, género, raza o edad1, el peso de las políticas económicas expresadas en la contención salarial, la desestructuración de los programas sociales y las reformas a los sistemas solidarios han creado profundas grietas en el tejido social, trastocado la vida de las familias y acotado sus posibilidades de cohesión social. Es decir, la desaparición de las antiguas formas de vinculación que daban sentido a la vida de los individuos y les permitía planear un futuro con ciertos márgenes de seguridad, ha dado lugar a un sentimiento de inseguridad que abarca desde los aspectos más íntimos de la vida amorosa y familiar, hasta aquellos que corresponden a las estructuras macroeconómicas y políticas que rigen la vida de los/ as jóvenes (Giddens 1995; Beck, 1997; García Canclini, 2004; Zermeño, 2005).

En el ámbito de la sexualidad, la modernidad ha significado una ampliación en las esferas de libertad de los/as jóvenes y se ha traducido en nuevas formas de relación en el terreno amoroso, erótico y reproductivo, pero también ha generado importantes dificultades para construir relaciones profundas y de largo plazo. La vida sexual ya no tiene una relación estricta con el matrimonio ni con la procreación, el matrimonio no significa un lazo indisoluble y la maternidad o la paternidad no dependen de él, sino que son opciones que los individuos deben resolver en el marco de sus condiciones específicas. El placer ahora ocupa un lugar relevante en la vida erótica de las personas pero no necesariamente crea vínculos emocionales, mayor intimidad o un compromiso amoroso. Por el contrario, la vida sexual es con frecuencia motivo de preocupación, angustia y dolor. La vida en pareja tiene un horizonte siempre incierto y el sentimiento de soledad e incomprensión forma parte de las experiencias amorosas de muchos/as jóvenes. De manera que la fragilidad de las relaciones es la regla que rige la vida íntima en las sociedades modernas, se trata de un entorno social que obliga a vivir con una actitud de cálculo hacia las posibilidades de acción en la vida personal y colectiva, donde el individuo asume el riesgo de las consecuencias tanto favorables como desfavorables de cada una de sus decisiones (Giddens, 1995, 1998; Bauman, 2005; Vance, 1989; Cruz, 2006)

Para la psicología, este escenario es un fecundo caldo de cultivo para la generación de diversas alteraciones en la vida emocional de las personas, pues al no contar con los soportes materiales y simbólicos que solía proporcionar el medio social, las personas se ven obligadas a enfrentar la ambivalencia e incertidumbre de manera individual y en un horizonte de corto plazo. El aumento de las adicciones, la depresión, el estrés y el suicidio son expresiones del malestar generado por una sociedad que ha abdicado de su responsabilidad de protección hacia las nuevas generaciones. Sobre los y las jóvenes se depositan amplias expectativas y exigencias sin que se les dote de las condiciones y recursos para alcanzarlos. Todo ello puede dar lugar a trastornos de diversa índole que se expresan en alteraciones psicológicas y en el consumo de sustancias adictivas (Villatoro, et al.; en Romero y Medina Mora, 2003). Si bien este panorama se ha abordado desde la óptica de la salud mental, tanto en las estrategias de políticas públicas (Plan Nacional de Desarrollo 2000- 2006) como por parte de organismos multilaterales como la OMS (2003), desde la psicología latinoamericana se han desarrollado otras propuestas como la de Oramas (2006) y Burin et al (1991) quienes usan el concepto de malestar en lugar de enfermedad y el de bienestar en lugar de salud, a fin de evitar la patologización asociada a ciertos estados de ánimo. En esta investigación se utilizó el referente teórico de Burin, et al. (1991), quienes se refieren al malestar como aquellos estados de ánimo que generan sufrimiento, dolor o incomodidad ocasionados por determinadas condiciones de vida que limitan las posibilidades de autorrealización, de satisfacción de las necesidades psicológicas básicas —como seguridad, amor y el sentido de pertenencia— y de mantenimiento de vínculos profundos; esos malestares no pueden ser calificados como a un trastorno psíquico pero resulta de vital importancia detectarlos porque afectan el bienestar, la calidad de vida y la salud de los individuos.

Los y las jóvenes que forman parte de las instituciones de educación superior son uno de los sectores donde mejor se expresan las contradicciones de la modernidad, pues como integrantes de los sectores ilustrados viven en carne propia los desafíos que les impone el individualismo y la desestructuración constante del mundo en que les rodea, al mismo tiempo que pueden acceder a las ideas civilizatorias más avanzadas. Con todo, los/as estudiantes universitarios/ as no constituyen una población homogénea, las circunstancias de quienes asisten a instituciones públicas o privadas, el ambiente profesional específico de cada carrera, así como su condición de clase y género, marca diferencias importantes respecto a los desafíos que les presenta su mundo de vida. En ese contexto, realizar un diagnóstico inicial sobre los y las estudiantes de Psicología de la FES-Zaragoza en los terrenos de su vida sexual y del malestar emocional que presentan, abre un panorama singular que permite, por una parte, tener un conocimiento más acertado de nuestra población estudiantil en su condición de jóvenes y de representantes de esta generación del siglo XXI, y por la otra, poder calcular el impacto que ello tiene en su desempeño académico, en su mundo de relaciones y en su desarrollo personal y profesional. Más aún cuando se trata de futuros profesionistas que se encargarán de atender estos mismos problemas en la población del país y de los cuales se desconoce cómo viven sus propias experiencias emocionales y sus inquietudes en su condición de jóvenes. Con el propósito de acercarse a esos ámbitos poco estudiados en la población universitaria, se realizó un estudio exploratorio que permitiera responder a los siguientes objetivos.

Objetivo General

Obtener un perfil de la población estudiantil de la carrera de psicología en los terrenos sexual y reproductivo, así como recoger algunos indicadores relacionados con el malestar emocional, la ingesta de sustancias adictivas y su proyecto de futuro.

Metodología

Se realizó un muestreo estratificado por cuotas entre toda la población de estudiantes que cursaba la carrera de psicología en el semestre lectivo 2005-1 de la FES-Zaragoza y se seleccionaron dos grupos por cada semestre (uno por cada turno de los semestres 1º, 3º, 5º, 7º y 9º). A cada grupo se le aplicó un cuestionario de preguntas abiertas y de opción múltiple que respondieron un total de 180 estudiantes de ambos sexos, 125 mujeres y 55 varones, que equivale al 69% y 31% respectivamente. Esta muestra representa casi el 10% de la población total inscrita en esa carrera en ese año y guarda también una proporción semejante entre sexos a la reportada por el Agenda Estadística 2004, UNAM, que registra un 73% de mujeres y 27% de hombres para ese plantel.

Resultados

Condiciones sociodemográficas de los y las estudiantes

En general, el estudiantado de la carrera de Psicología de la FES-Zaragoza corresponde a una población joven, soltera, perteneciente a sectores populares, y constituida en su mayoría por mujeres. Son estudiantes cuyas familias perciben un ingreso inferior a los cinco salarios mínimos, que utilizan básicamente el transporte público, no cuentan con cuarto propio y dependen de su familia para mantener sus estudios. Casi la mitad de los varones y una quinta parte de las mujeres realiza trabajo remunerado, actividad que, salvo excepciones, no guarda relación con su formación profesional. Las mujeres presentan las condiciones más desventajosas, en la medida en que viven en familias con menos ingresos, tienen mayores responsabilidades domésticas y dependen más de los otros para mantener sus estudios, además una abrumadora mayoría de ellas profesa alguna religión.

 

Características sociodemográficas
Mujeres
Varones
Distribución por sexo 69% 31%
18-23 años 90% 82%
Soltera/o 95% 93%
Tienen de uno a tres hijos/as 8% 7%
Profesan alguna religión 81% 43%
Tienen una recámara para ellas/os solas/os 24% 29%
Realizan trabajo remunerado 22% 47%
Trabajan como psicólogos/as 0 3%
Ingreso familiar menor a $5000.00 mensuales 71% 61%
Utilizan transporte público 96% 87%
Su padre tiene escolaridad profesional 20% 19%
Realizan cotidianamente trabajo doméstico 64% 36%

 

Vida sexual, uso del condón y experiencias de embarazos

El 58% de las mujeres y 53% de los varones tenían pareja al momento del estudio y la mayoría manifestaron que sus relaciones amorosas las establecen con personas del otro sexo, pero una proporción reducida admite que tienen vida amorosa con personas de su mismo sexo o con individuos de ambos sexos. Son los varones más que las mujeres quienes refieren esta situación, lo que puede ser muestra de una mayor aceptación de su orientación sexual, de una mayor frecuencia de esta opción entre varones, o bien, que la práctica de tener sexo con otros hombres está adquiriendo mayor visibilidad con la aparición del SIDA, pero también como resultado de los movimientos sobre los derechos sexuales que reivindican estas prácticas. En cualquier caso, es importante reconocer que existe una porción de estudiantes con orientaciones sexuales diversas que forman parte de esta comunidad universitaria.

 

Tus relaciones amorosas son con personas
  Mujeres Varones
  Del otro sexo  93% 82%
  Del mismo sexo 5% 12%
  De ambos 2% 6%

 

El inicio de su vida sexual ocurre principalmente entre los 17 y 19 años, de manera que a los 19 años el 72% de las mujeres y el 81% de los varones ya la habían iniciado. Se trata de un dato que coincide con los resultados de la Encuesta Nacional de la Juventud (2000) donde a los 19 años el 75% de los/as jóvenes ya son sexualmente activos/as, lo que indica que esta población no es más precoz en su actividad sexual que el resto de los/as jóvenes del país. Lo que sí distingue a estos/as jóvenes es una menor incidencia de embarazos y de un uso mayor del condón, especialmente en el caso de las mujeres. Destaca que pese a la elevada proporción de mujeres que declaran pertenecer a alguna religión, la mayoría de ellas tenga una vida sexual activa, lo que indica una concepción bastante liberal de sus creencias religiosas.

 

¿A qué edad iniciaste tus relaciones sexuales?
  Mujeres Varones
  Antes de los 13 años  3% 4%
  14 -16 22% 34%
  17 -19 47% 43%
  20 – 22 10% 9%
  23 – 27 1% 2%
  No la ha iniciado 17% 8%

 

A decir de los resultados, el uso del condón es una práctica bastante extendida en esta comunidad, pues el 74% de las mujeres y el 88% de los hombres declaran que usan el condón siempre o a veces, mientras que la ENJ (2000) reporta que sólo el 11% de las mujeres y 40% de los varones señalaron que utilizaban condón. Este hecho representa un dato de gran valía porque muestra una mayor conciencia respecto al sexo protegido y una mayor responsabilidad en el ejercicio de su vida sexual, que si bien resulta todavía insuficiente, hace ver un adelanto notable entre los/as jóvenes estudiantes.

 

¿Utilizas condón con tu pareja?
  Mujeres Varones
  Siempre  53% 67%
  A veces 21% 21%
  Rara vez 6% 5%
  Nunca 10% 7%
  Sólo las primeras veces 10% 0%

 

De quienes ya han iniciado su vida sexual y tienen vida amorosa con personas del otro sexo, la mayoría afirma que no ha vivido un embrazo, aunque algunos varones señalan no tener la certeza de que no haya ocurrido un evento así. Ante el embarazo, poco más de la mitad de las mujeres concluye la gestación y de éstas sólo una pequeña parte llega al matrimonio, las restantes recurren al aborto inducido. En los varones la misma proporción de embarazos llegaron a término, pero en ellos va acompañada del matrimonio en todos los casos.

 

¿Has vivido algún embarazo?
  Mujeres Varones
  No 81% 67%
  No que yo sepa 0 13%
  Sí 6% 20%
  ¿Qué hiciste?    
  Concluyó la gestación y me casé 3% 11%
  Concluyó la gestación pero no me casé 8% 0%
  Realizamos un aborto 8% 9%

 

Estos datos tal vez expresen una mayor responsabilidad o presión hacia los varones para casarse cuando ocurre un embarazo no deseado, pero tal vez sólo responda a que los entrevistados no reportaron los casos en que hubo un embarazo y no se casaron. Pese a que no es tan pequeña la proporción de jóvenes que reportan haber vivido un embarazo, éste queda muy por debajo de lo reportado por la ENJ (2000) donde 26% de los hombres y 42% de las mujeres afirman haber vivido un embarazo, hecho que también está asociado a un mayor uso de medidas de protección en la población estudiantil. En general, es reducido el porcentaje de jóvenes que reporta haber recurrido a un aborto, un dato que debiera tomarse con cautela dada la cantidad de prejuicios que todavía persisten en torno a este hecho, pero que puede ser expresión de las limitaciones económicas y morales que enfrentan los y las jóvenes para realizar un aborto seguro en una sociedad donde se criminaliza y penaliza la interrupción voluntaria de un embrazo.

Bienestar y malestar emocional

Entre los indicadores de bienestar/malestar emocional se utilizaron tres referentes: el consumo de sustancias adictivas, la presencia de malestares emocionales y la ideación o planeación suicida. En el primer caso, se encontró un alto porcentaje de jóvenes que afirman no consumir ninguna sustancia adictiva, mientras que una proporción relativamente pequeña afirma que consume siempre o casi siempre tabaco y alcohol, sólo algunos varones aceptan que ingieren coca o marihuana.

 

¿Ingieres alguna sustancias como:
  Mujeres Varones
  Tabaco 20% 13%
  Alcohol 17% 21%
  Coca o marihuana 0 5%
  No ingiere 68% 64%

 

Estos datos se encuentran a gran distancia de los resultados de Villatoro y colaboradores (2003) quienes en una encuesta aplicada a estudiantes del nivel bachillerato del D. F. refieren un consumo mayor de alcohol y marihuana2, también difiere de los obtenidos por Gaitan et al (2004) quienes en una encuesta aplicada a estudiantes de odontología en todo el país encuentran que 49.5% de las mujeres y 72% de los hombres ingirió alcohol en la semana previa. Al parecer, los/as estudiantes de psicología participantes en este estudio presentan un consumo menor debido a factores de profesión, o bien, las personas que respondieron interpretaron la pregunta de ingesta como si se tratara de un consumo frecuente y por eso hubo menores respuestas afirmativas, como también puede ser que esta comunidad se enfrenta a una mayor presión social para no declarar su uso dado que conocen las implicaciones psicológicas de este hecho. En todo caso, resulta notorio que los estudios apuntan a un menor consumo de alcohol en estudiantes universitarias respecto a las mujeres en general, pero también hablan de un incremento consistente3 asociado a un relajamiento de las costumbres, así como a condiciones de mayor presión social, a experiencias pasadas o presentes de violencia de género o estar vinculado a trastornos como la depresión (Romero y Medina Mora, 2003; Lisanky, 2003; Romero et al, 2001), una situación que se debiera explorar en otros estudios.

Destaca que el consumo de tabaco en las mujeres rebase con mucho al de los varones, lo que indica un nuevo escenario psicosocial que ha levantado las barreras de género en las nuevas generaciones, donde el habito de fumar se ha consolidado como una práctica ampliamente extendida, sin haber advertido suficientemente a las mujeres sobre los riesgos específicos que ello representa para su salud. Se sabe que en las mujeres las probabilidades de padecer distintos tipos de enfermedades son mayores, de hecho, se calcula que para la primera mitad del siglo XXI la exposición al humo del tabaco será responsable de más muertes que la malaria, la tuberculosis y la mortalidad materna juntas (Del Río, 2003; Tovar-Guzmán et al, 2002; OMS, 1999). Si bien esta situación obedece a la amplia comercialización del cigarrillo y la imagen promovida en todos los medios de información de la fumadora como una mujer bella, sensual y exitosa, también puede ser expresión de las mayores tensiones que ellas enfrentan en la vida moderna y que encuentra en el tabaco una vía de escape a sus tensiones.

En cuanto a la presencia de malestares emocionales, se encontró que los/as jóvenes manifestaron una frecuencia relativamente pequeña de ciertos sentimientos como miedo o frustración, mientras que refieren niveles más elevados de estrés o mal humor. Así, poco más de la mitad de las mujeres y casi la mitad de los varones refieren una presencia frecuente de estrés, en segundo lugar mencionan la ansiedad, y en tercer lugar los sentimientos de soledad.

 

Con qué frecuencia te sientes

Siempre o casi siempre

  Mujeres Hombres
  Deprimido/a 20% 12%
  Ansioso/a 31% 31%
  Angustiado/a 23% 16%
  Triste 24% 14%
  Solo/a 24% 26%
  Malhumorado/a 18% 10%
  Baja estima 18% 13%
  Frustrado/a 16% 7%
  Com miedo 13% 10%
  Estresado/a 55% 40%

 

Si bien es comprensible la existencia de estrés en jóvenes sometidos a múltiples presiones como son los/as estudiantes universitarios/as de quienes se habla incluso del llamado estrés académico (Díaz, Labrada y Vila, 2007), no podemos olvidar la sociedad en que viven, de manera que esta situación también es expresión de una realidad social que los agobia no sólo por las presiones propias de su condición de estudiantes sino por las condiciones de inseguridad laboral, delincuencia, corrupción que los/as rodea, además de que se enfrentan a un horizonte de futuro bastante incierto que agudiza las presiones de su condición estudiantil. Es decir, esta situación resulta una expresión sintomática de los/as jóvenes de una generación donde la incertidumbre recorre todas las esferas sociales, tanto en el ámbito político y económico como en el de la esfera de la intimidad. En especial llama la atención el sentimiento de soledad, una experiencia que invade de manera generalizada las sociedades industrializadas, pero que es relativamente reciente en los jóvenes de una sociedad como la nuestra que se caracteriza por fuertes lazos familiares, sociales y comunitarios; sin embargo, estos lazos ahora se han visto debilitados por las condiciones de una modernidad sui generis que ha socavado las posibilidades de mantener las estructuras familiares y amorosas mediante nuevas exigencias laborales y políticas económicas que restringen los derechos sociales. También es de notar que son las mujeres quienes presentan las mayores proporciones de malestar emocional, especialmente respecto a los sentimientos de depresión y de angustia donde prácticamente duplican a los hombres, hecho que puede expresar las difíciles condiciones de vida que enfrentan en su condición de mujeres y resulta un indicador de cómo la modernidad les ha representado altísimos costos en un contexto donde a las ancestrales desigualdades estructurales de género se suman ahora la profundización de todas las otras desigualdades sociales.

Esta situación resulta más evidente cuando se atiende a las razones que los y las jóvenes exponen sobre sus malestares. Ellos y ellas atribuyen esta situación en mayor medida a la escuela, en una proporción decreciente a los problemas económicos, las dificultades en la familia y a los conflictos con la pareja. En este caso, es mayor el porcentaje de varones que reportan a la familia4 y a la pareja como los factores desencadenantes de su malestar emocional, un dato que bien puede relacionarse con las dificultades que enfrenta la población masculina para conciliar su independencia con los vínculos y las responsabilidades que supone la vida en familia, así como los retos que les impone los compromisos sociales y emocionales derivados de sus relaciones amorosas. Las mujeres, manifiestan la misma jerarquía que los varones aunque en menores proporciones respecto a la familia y la pareja, lo que indica que, en unos y otras, sus malestares se desprenden principalmente de la escuela, la situación económica y la familia.

 

¿A qué lo atribuyes?
  Mujeres Hombres
  Problemas económicos 47% 48%
  Familiares 35% 44%
  Escuela 59% 58%
  Problemas con la pareja 29% 32%
  Personales y de autoestima 7% 8%
  Por la orientación sexual 0% 4%
  Trabajo 1% 0

 

Es significativo que sólo los varones mencionen su orientación sexual como causante de malestar emocional, lo que habla de las condiciones de discriminación y falta de aceptación social que todavía existe hacia personas de una orientación sexual distinta a la dominante y que suelen ser más agresivas cuando se trata de los hombres. También resulta significativo que sólo las mujeres mencionen como causa de sus malestares al trabajo, que pese a ser tan reducido el porcentaje de ellas que lo menciona, indica que su participación en el mundo laboral les representa desafíos que pueden estar relacionados con el acceso o la discriminación de género.

Entre las redes de apoyo a las que acuden ante esta situación se encuentran los diferentes miembros de su familia, especialmente las madres, los/as amigos/ as y la pareja, pero un porcentaje importante de varones menciona que no recurren a nadie y otro pequeño porcentaje se señala a sí mismos/as como su fuente de apoyo, dato que resulta significativo en las mujeres quienes en muchas ocasiones son el apoyo emocional de los demás, pero no encuentran la misma respuesta de los otros cuando se trata de sus propios desafíos, pero también indica que la familia es para varones y mujeres la principal fuente de apoyo.

 

¿A quién recurres?
  Mujeres Hombres
  A la familia, en primer lugar la madre económicos 52% 30%
  A los amigos/as 27% 27%
  A nadie 8% 28%
  A la pareja 20% 11%
  A mí misma/o 7% 2%
  Maestros 3% 5%
  A psicólogos 2% 1%

 

Llama la atención que un porcentaje tan pequeño de ellos y ellas recurran al psicólogo/a o al maestro/ a en una población de estudiantes de psicología que se encuentra rodeado de profesionales en esta área, que además cuenta con información sobre las bondades de la ayuda terapéutica y que ha desterrado los mitos de la consulta psicológica, lo que puede indicar que no encuentran ni en la institución ni el profesorado los espacios para que los y las estudiantes acudan a consulta psicológica; muestra también la escasa atención que prestan las instituciones educativas ante los malestares psicológicos de los y las jóvenes y tampoco han reconocido la responsabilidad que tienen de ofrecerles apoyo.

El último dato que se exploró sobre su bienestar o malestar emocional fue el referente a la ideación, planeación o intento de suicidio, un problema que ha crecido consistentemente en nuestro país, especialmente entre la población de 15 a 34 años (INEGI, 2003; Rosales, 2007). Aquí los resultados muestran un porcentaje relativamente alto de jóvenes que ha pensado en suicidarse y uno reducido de aquellos que lo han planeado o intentado. Es mayor la proporción de varones que afirman haberlo planeado y mayor la de mujeres que refieren haberlo intentado. Estos datos coinciden con la bibliografía que apunta a que son las mujeres quienes más lo intentan, mientras los varones son quienes más lo consiguen, sólo que en este caso no podemos contabilizar a estos últimos.

 

Sobre el Suicidio Respuesta afirmativa Mujeres Respuesta afirmativa Hombres
  ¿Has pensado suicidarte? 26% 29%
  ¿Lo has planeado? 6% 10%
  ¿Lo has intentado? 5% 2%

 

También en los datos de Villatoro, et al. (2003) una mayor proporción de mujeres lo han intentado respecto a los hombres, pero en esta población de estudiantes de bachillerato las proporciones son más altas, pues 6.8% de los hombres y 17.3% de las mujeres reporta haberlo intentado; esta diferencia con los datos de estudiantes de psicología puede deberse a que nuestra muestra fue más reducida y de jóvenes que en su mayoría han superado la etapa de la adolescencia. Con todo, estas respuestas debieran mover a la preocupación de una comunidad como la del gremio profesional de la psicología donde el bienestar emocional de los seres humanos ocupa un lugar preponderante dentro de su quehacer académico y que cuenta con los recursos materiales y profesionales para atender estos procesos, pero que ha prestado poca atención a lo que ocurre con sus propios estudiantes.

Proyecto de vida profesional y personal

Finalmente, se indagó sobre su proyecto de vida a corto y mediano plazo. Ahí se les pidió que ordenaran sus prioridades para el futuro inmediato. Los resultados mostraron que mujeres y varones coinciden en el orden de sus proyectos, ambos colocan en primer lugar el titularse, en segundo trabajar y en tercero hacer un posgrado; comprar un auto, una casa y viajar vienen después, y la mayoría ubica en los últimos lugares casarse y tener hijos/as. Sin embargo, vale la pena mencionar que algunos/as jóvenes anotaron que la idea de tener hijos era un proyecto que les generaba dudas, pues consideraban que si concretaba sería a muy largo plazo, además era probable que nunca se concretara, porque todo dependía de las condiciones en que se encontraran en esa fecha remota, tanto en el plano laboral y de desarrollo profesional como en el plano personal y de relación de pareja.

 

Mujeres
¿Qué lugar ocupa en tu proyecto de vida? Titularte Trabajar Hacer un posgrado Comprar un auto, casa, viajar Casarte Tener hijos
Primer lugar 79% 8% 9% 2% 1% 1%
8% 58% 30% 2% 1% 1%
2% 21% 43% 15% 3% 1%
11% 10% 10% 50% 5% 3%
- 2% 5% 16% 10% 7%
- 1% 2% 11% 12% 7%
- - 1% 3% 55% 15%
- - - 1% 13% 65%

 

Varones
¿Qué lugar ocupa en tu proyecto de vida? Titularte Trabajar Hacer un posgrado Comprar un auto, casa, viajar Casarte Tener hijos
Primer lugar 82% 8% 8% 2% - -
12% 52% 30% 2% - 2%
- 48% 22% 10% 2% 2%
6% 2% 8% 36% 8% 2%
- - 6% 50% 6% 6%
- - 4% - 30% 10%
- - 8% - 50% 18%
- - 22% - 4% 60%

 

Estos datos, si bien esperables dado que se trata de población universitaria, son relevantes para el caso de las mujeres, porque habla de un cambio de prioridades para esta generación, que ha desterrado prácticamente la idea de que la educación es sólo una forma de cotizarse mejor en el mercado matrimonial y sitúan su carrera profesional en el centro de su proyecto vida. Habla también de la percepción que tienen estas jóvenes de que la maternidad puede limitar su desarrollo profesional, de ahí que el 80% de ellas coloquen el tener hijos entre sus dos últimas prioridades, sin embargo, también los varones colocan su proyecto de paternidad al final, porque si bien en ellos esta situación no interfiere tan directamente con su proyecto profesional sí se puede constituir en un obstáculo para su carrera por las responsabilidades económicas que emergen con la paternidad.

Conclusiones

Los resultados aquí expuestos, muestran las contradicciones de una modernidad como la nuestra que, por una parte ha reforzado las opciones de libertad y responsabilidad en la vida sexual de los y las jóvenes, mientras por la otra ha restringido en muchos sentidos sus opciones de futuro. Esta población estudiantil pertenece a un sector de pocos recursos económicos, pero que cuenta con las ventajas que representa formar parte de una comunidad universitaria que les ha permitido acceder a la información y el conocimiento científico, involucrarse en redes sociales más amplias y plantearse mejores opciones desarrollo laboral y profesional que el resto de los y las jóvenes. Se trata de un sector donde las mujeres y los varones tienen una vida sexual activa desde edades tempranas pero que, a diferencia de la población en general, muestran mayores responsabilidades para protegerse y señalan haber tenido menos consecuencias reproductivas. Así, en ellos/ as la idea de riesgo no resulta la mejor herramienta conceptual para explicar su perfil, pues éste muestra en el terrenos de la sexualidad la mejor faceta de los/as estudiantes como jóvenes informados/as y responsables.

No puede decirse lo mismo respecto al consumo de sustancias adictivas, la ideación suicida y los malestares emocionales que, si bien son bajos respecto a la media nacional, permite ver en el microcosmos de esta comunidad los desafíos y malestares de una generación que debe resolver distintos desafíos personales, familiares y sociales en su tránsito por la universidad. Por una parte, son jóvenes que aun cuando pertenecen al sector privilegiado de quienes acceden a la educación superior, enfrentan una variedad de desafíos en el terreno de su vida sexual, amorosa y familiar producto del ciclo de vida en que se encuentran, de su condición de estudiantes y de la sociedad en que le ha tocado vivir, donde todavía la homofobia, el sexismo y la falta de oportunidades forman parte de su vida cotidiana. Estos malestares responden tanto a las condiciones de género presentes en sus relaciones amorosas y familiares, como a las dificultades económicas que deben enfrentar para mantenerse estudiando. Es decir, se trata de condiciones estructurales presentes en todas las instituciones sociales y que se reproducen con diversos matices entre la población universitaria de las instituciones públicas.

No resulta extraño que sean las mujeres quienes presentan las frecuencias más elevadas de quienes siempre o casi siempre cursan por diversos malestares emocionales, pues como señala la literatura al respecto (Burin et al, 1991; Lara, 2003) ellas enfrentan mayores responsabilidades emocionales, domésticas y familiares que se traducen en efectos negativos para su vida emocional, sin embargo, hasta ahora los estudios que indagan sobre este tema se han centrado principalmente en mujeres en edad media, amas de casa y académicas, pero existen pocos datos sobre lo que sucede con las jóvenes y en especial las estudiantes universitarias. En este caso, su malestar puede estar asociado también a las condiciones de desventaja que viven en la familia, pues las jóvenes refieren mayores cargas de trabajo doméstico, mayor injerencia de sus progenitores en su asuntos personales y mayores castigos cuando hacen algo que los disgusta (Guevara, 2007). Merece especial atención la condición profesional de estos/as jóvenes, pues se trata de estudiantes cuya materia disciplinaria se encuentra encaminada a dar solución a los problemas psicológicos de la población y que parte de su formación profesional se orienta a las prácticas de atención a las personas residentes en la zona de influencia de la FES. No obstante, la institución no ha desarrollado estrategias que permitan ofrecer atención a quienes forman parte de su comunidad estudiantil, pues si bien existe un servicio de consulta psicológica para estudiantes en la FES-Zaragoza, a decir de los/as jóvenes, éste permanece cerrado la mayor parte del tiempo y en los otros servicios que ofrece la institución se niegan a atenderlos/as.

Finalmente, un dato por demás alentador es el referente a sus proyectos de futuro, donde tanto los varones como las mujeres colocan en primer plano el titularse y hacer un posgrado, lo que indica el primerísimo lugar que ocupa su vida académica en su futuro inmediato, pero también revela la forma en que se han modificado las expectativas de las mujeres para quienes el matrimonio es un evento que debe realizarse cuando se hayan resuelto las exigencias de la carrera y del ámbito laboral. Destaca en sus respuestas que el proyecto de paternidad y maternidad fue el que más dudas les generó, pues éste se encontraba determinado por la forma en que se resolviera su vida en el ámbito laboral, profesional y amoroso. Estas expresiones de sus proyectos a futuro habla de que se han gestado cambios en las nuevas generaciones que tienen grandes efectos acumulativos, pues producen, como señala Beck (1997), una conmoción en el ritmo tradicional del caracol que envuelve la vida pública y la privada, en un horizonte que se vislumbra con optimismo pero con marcada incertidumbre, resultado de una modernidad que se caracteriza por profundas contradicciones.

 

BIBLIOGRAFÍA

Bauman, Zygmunt (2005) Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Fondo de Cultura Económica, México.         [ Links ]

Beck, Ulrich (1997) «La reinvención de la política hacia una teoría de la modernización reflexiva» en Beck, Ulrich Beck, U., Giddens A. y Lash, S. Modernización Reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno, Alianza Editorial, Madrid.         [ Links ]

Burin, Mabel, Esther Mocarz y Susana Velázquez (1991) El Malestar de las Mujeres. La tranquilidad recetada, Paidós, Argentina.         [ Links ]

Cruz, Salvador (2006) «Intimidad Masculina. Cultura de género y performatividad en las relaciones interpersonales», Tesis para optar por el grado de Doctor en Ciencias Sociales en el área de Mujer y Relaciones de Género, Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.         [ Links ]

Del Río, Aurora (2003) «El tabaco y la salud de las mujeres: el caso de México» Género y Salud en Cifras, Vol. 1 Núm. 2, mayo-agosto, 23-27.         [ Links ]

Díaz, Yanet, Osmel Labrada y Loraine Vila (2007) «Estrés académico» ponencia presentada en el II Congreso Latinoamericano de Psicología de la ULAPSI, realizado en la Habana, Cuba, del 12-14 de septiembre.         [ Links ]

Gaitan, Luis Alberto, Lourdes Calderón y Mario Martínez (2004) «Patrones de ingesta de bebidas alcohólicas entre estudiantes de odontología», Salud Pública de México, Vol. 46, No. 4, julio-agosto.         [ Links ]

García Canclini, Nestor (2004) «Culturas juveniles en una época sin respuestas» Revista Jóvenes, Núm 20, enero julio: 42-73.         [ Links ]

Giddens, Anthony (1998) Las Transformaciones de la Intimidad: Sexualidad Amor y Erotismo en las Sociedades Modernas, Ed. Cátedra, Madrid.         [ Links ]

Giddens, Anthony (1995) Modernidad e Identidad del Yo, Península, Barcelona.         [ Links ]

Guevara, Elsa (2007) «Las familias de estudiantes de psicología de la FES-Zaragoza. Encrucijadas de clase y género » en Ramírez Marisela y Enrique Cortés (Coordinadores) Psicología, Salud & Educación, Ampasi Editores, México.         [ Links ]

Gutiérrez, A. d. Castillo, P.I y Guerrero A. (2005) Consumo de drogas entre pacientes que ingresaron a tratamiento en los Centros de Integración Juvenil, Centros de Integración Juvenil, México.         [ Links ]

INEGI (2003) Estadísticas de intentos de Suicidio, Cuaderno Núm 9, México.         [ Links ]

Lara, Ma. Asunción (2003) «Políticas de salud mental para la depresión en las mujeres desde una perspectiva de género» en López, Paz, Blanca Rico, Ana Langer y Guadalupe Espinosa (Compiladoras) Género y Política en Salud UNIFEM-Secretaría de Salud, México.         [ Links ]

Lash, Scott (1997) «La reflexividad y sus dobles: Estructura, estética, comunidad» en Beck, U., Giddens A. y Lash, S. Modernización Reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno, Alianza Editorial, Madrid.         [ Links ]

Lisansky, E. (2003), Facts on Women and Alcohol, Center of Alcohol Studies. http://www.rci.rutgers.edu/ casfact20.shtml.         [ Links ]

OMS (1999) Discussion Paper, WHO International Conference on Tobacco and Health, Kobe-Making a Difference in Tobacco and Health, World Health Organization, Geneva.         [ Links ]

Oramas, Arlene (2006) «El bienestar psicológico, un indicador positive de salud mental» Revista Salud y Trabajo Vol. 7 No. 1-2.         [ Links ]

Romero, Marta y Ma. Elena Medina Mora (2003) «Las mujeres y el consumo de alcohol», Género y Salud en Cifras, Vol. 1, No. 2, mayo-agosto: 20-22.         [ Links ]

Romero, M., L. Mondragón, Ch. Cherpitel, M.E Medina Mora y G. Borges (2001) Characteristics of mexican women admitted to emergency care units. Alcohol consumption and related problems, Salud Pública de México, Vol. 43, Núm. 6 noviembre-diciembre: 537-543.         [ Links ]

Rosales, José Carlos (2007) «Acerca de la investigación del suicidio» en Ramírez Maricela y Enrique Cortés (coords.) Psicología, Salud & Educación. Avances y perspectivas en América Latina, Amapsi Editorial, México.         [ Links ]

Salles Vania y Rodolfo Tuirán (1996) «Vida familiar y democratización de los espacios privados» en Fuentes, Mario Luis, La Familia: Investigación y Política Pública, DIF-UNICEF-COLMEX.         [ Links ]

Tovar-Guzmán, V. J., S. Barquera y F. J. López Antuñano (2002) «Tendencias de la mortalidad por cánceres atribuibles al tabaco en México» Salud Pública de México, Vol. 44, No. 1, 20-28.         [ Links ]

Vance Carol (1989) Placer y Peligro, Ed. Revolución, Madrid.         [ Links ]

Villatoro, J., Medina Mora, M., Amador, N., Bermúdez, P., Hernández H., Fleiz, C., Gutiérrez, M. y Ramos, A. (2003) Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco en Estudiantes del D.F., Encuesta de Consumo de Drogas III, Reporte Global , Instituto Nacional de Psiquiatría-Secretaría de Educación Pública, México.         [ Links ]

Zermeño, Sergio (2005) La Desmodernidad Mexicana y las alternativas a la violencia y la exclusión de nuestros días, Oceano, México.         [ Links ]

 

 

*) Licenciada y Maestra en Psicología, con doctorado en Sociología por la UNAM. Profesora Titular A, T. C. FES-Zaragoza e investigadora en el Centro de investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM. Correo de la autora: ruisenor@servidor.unam.mx.
1) Los perdedores de la modernidad los llama Lash (1997).
2) En sus resultados, el consumo de alcohol en el último mes fue de 50.8% para los hombres y de 50.7% para las mujeres, mientras que el consumo de marihuana alguna vez en la vida fue de 18% para los hombres y de 8.7% para las mujeres.
3) Gutierrez et al (2005) señalan un incremento de 1.3% en ente las mujeres consumidoras de sustancias adictivas que asisten a los Centros de Integración Juvenil.
4) Dado que podían mencionar dos o más de estos factores, la suma rebasa el 100%.