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Revista Mexicana de Orientación Educativa

versão impressa ISSN 1665-7527

Rev. Mex. Orient. Educ. vol.6 no.14 México  2008

 

ARTÍCULO

 

Herramientas Básicas para el Acompañamiento Tutoral

 

 

Rubén González Ceballos1

 

 


RESUMEN

El presente trabajo se ha elaborado con base en las reflexiones y observaciones derivadas del hacer personal como profesor, tutor y capacitador de tutores. Intenta, desde la perspectiva de la práctica tutorial, plantear los elementos centrales de la tarea del tutor, que pueden orientar el establecimiento de las herramientas para su capacitación básica inicial. La pregunta guía es ¿Cuáles son las herramientas que deben ser enseñadas y aprendidas en el curso inicial para tutores y que son indispensables para que el profesor haga tutoría?

Palabras clave: herramientas básicas, acompañamiento tutoral, proyecto de planeación, relación de ayuda.


 

 

Cuando se aborda el tema de las herramientas en el curso básico de capacitación de tutores, generalmente se les propone una enorme cantidad y diversidad de herramientas a ser aprendidas por los profesores:

1. La entrevista tutorial.

2. Habilidades para el acompañamiento personal.

3. Manejo de grupos y trabajo colaborativo.

4. La observación.

5. Técnicas para la intervención en situaciones de crisis.

6. Detección de necesidades y conocimiento del alumno:

  • Diagnóstico psicológico: personalidad, conducta, inteligencia.
  • Diagnostico de problemas de aprendizaje.
  • Hábitos de estudio y trabajo intelectual.
  • Habilidades sociales y de vida.

7. Trayectorias escolares.

8. Estrategias y técnicas para el estudio y motivación.

9. Enfoques, estilos y estrategias de aprendizaje.

10. Tecnologías de la información y comunicación.

11. Registro y seguimiento de la trayectoria de los tutorados.

Es común que los profesores se sientan abrumados y manifiesten incomodidad por considerar que es demasiado complejo lo que se les propone, lo cual se acentúa en la medida en que estos provienen de un campo de conocimiento distante del área humanístico pedagógica. Esto me ha llevado a considerar que las herramientas que se proponen:

  1. Son demasiadas para ser aprendidas y dominadas en el curso básico.
  2. Se limitan a un nivel informativo y no al dominio de habilidades y destrezas
  3. Algunas son demasiado especializadas hacia ciertas áreas del conocimiento y rebasan las dimensiones de la tutoría y las posibilidades de aprenderlas por un grupo de docentes.

Por ello, muchas veces, antes que dominio de habilidades y claridad en la tarea, el módulo de herramientas provoca confusión e incluso que terminen el curso con una idea desfasada o errónea de su tarea.

Pero qué sucede que nos hemos abarrotado y confundido entre tantas herramientas, igual que todo el curso de capacitación se ha saturado de contenidos. ¿Como hacerle para retomar el camino?

Si las herramientas buscan facilitar la acción tutorial, entonces tendremos que partir de identificar cual es la tarea específica que debe realizar el tutor, a fin de poder establecer la correspondencia entre actividad tutorial y herramientas apropiadas. Sin dejar de lado quienes son los actores que deben de ponerlas en práctica, profesores de todas las áreas del conocimiento y no solo, como parece, los de humanidades. Para determinar las herramientas se requiere que estas cumplan por lo menos dos condiciones:

  • Que respondan a lo que es la tutoría y su práctica; que faciliten su realización
  • Que puedan ser aprendidas y empleadas por los profesores de cualquier área del conocimiento

Para identificar la tarea fundamental de la tutoría, me referiré a dos orientaciones con las cuales, creemos, se vienen implementando los Programas Institucionales de Tutoría (PIT):

  1. Centrada en el profesor y el control del proceso formativo del estudiante.
  2. Centrada en el estudiante y el perfeccionamiento de su proceso formativo

1. En la primera se considera que el profesor ejerce un rol protagónico ya que debe ser el que dirija al estudiante y controle su proceso formativo. Parte de la idea que la tutoría puede subsanar las deficiencias del profesor, de la docencia, de atender los grandes rezagos, desviaciones y problemáticas de la educación superior de nuestro país; reprobación, deserción, Eficiencia Terminal, como se plantea en muchos de los propósitos o justificaciones de los PIT y lo sugiere el modelo ANUIES (2000). Al programa de tutoría se le deposita una responsabilidad que se antoja desmedida en el logro de la «formación integral », ya que como es evidente, esta es una tarea que va mucho más allá del esfuerzo de un programa o algún actor educativo en lo individual, es una tarea del sistema en su totalidad. Sus objetivos, no siempre explícitos, son corregir y controlar el proceso formativo, para tratar de cumplir con ciertos indicadores educativos, que muchas veces, sirven más, para acceder a financiamientos y acreditaciones de instancias de supervisión y control, que de ayuda para el estudiante. Tiende también, aunque sea sutilmente en algunas instituciones, a imponer como obligatoria la participación en el programa para profesores y alumnos. La atención esta más centrada en el control de los procesos educativos que en los estudiantes como personas.

Al profesor se le ubica en una posición donde siempre es «más» que los alumnos (López, 2002), ha recorrido el camino de la formación profesional y ha visto (quizá acompañado) a otros recorrerlo, eso se cree lo vuelve un experto, por lo tanto puede y debe guiar, instruir y hasta empujar al estudiante, si fuera necesario, para que recorra «el mejor camino ». Esto lo podrá hacer de muchas maneras; de la forma más sutil y encubierta, como los consejos, o autoritaria como las ordenes. La constante será siempre que «uno» sabe, conoce el camino y el «otro» no. Lo que orienta esta perspectiva es que hay un camino correcto o cuando menos más correcto que otros. Lo cual hace lógico que es el que debe seguir el alumno. El profesor se asume en una posición estática, «haber logrado un estado de cierta perfección», desde donde guía al alumno. El alumno es inferior, pasivo e incapaz de autodeterminarse y la perspectiva de la formación resulta un recorrido que siempre es el mismo o muy similar. El alumno se asume como un objeto del hecho educativo, como alguien que tiene que ser dirigido y guiado, se forma en la dependencia y obediencia (ídem). Ello puede matizarse de formas diferentes; como alumnos pasivos, apáticos o en franca resistencia y rebeldía frente al programa tutorial.

Lo que predomina en este tipo de tutoría es su sobredimensionamiento respecto a otras funciones docentes, académico administrativas y de orientación educativa (González e ysunza, 2005). Son tantas y tan variadas las necesidades y problemas a los que tiene que responder la tutoría, a la que podríamos llamar «remedial» y «correctiva» que es imposible encontrar su especificidad. Esto provoca que las funciones, los atributos del tutor y las herramientas requeridas para la acción tutorial tengan que ser de igual manera; abundantes y variadas, para «propiciar efectos terapéuticos», «enseñar técnicas adecuadas de lectura y comprensión», «estrategias y técnicas de estudio», «habilidades cognitivas, sociales y afectivas», «aprender a discutir y compartir tareas», «aplicar técnicas de trabajo grupal» (ídem) y muchas más. Además, es necesario lograr la mayor cantidad de información sobre el alumno; hacer diagnósticos, detección de necesidades, construir escalas de observación, ya que se considera que entre mayor información se tenga de él, mejor podrá guiársele. El alumno es un objeto de estudio e instrucción.

Algunos comentarios o expresiones propios de esta orientación son: «Encuentro a mis alumnos tutorados en el pasillo y me dicen, ¡no he ido a tutoría maestro, no tengo problemas! y yo les contesto, ¡esta bien!, ¿Que más puedo decirles?, andan bien».

«Hable con el psicólogo para hacerle una cita al alumno, ya muchas veces le había dicho que lo hiciera y no lo hacía». «Yo mismo lo inscribí en el curso de autoestima» (refiriéndose a un alumno). «Los tutores tienen que atender prioritariamente a los alumnos en riesgo de reprobar». «Hablé con el profesor que lo reprobó para ver la posibilidad de que le de otra oportunidad de presentar el examen».

2. En la segunda, se considera que el alumno ejerce un rol protagónico ya que debe ser él, fundamentalmente, quien dirija y controle su proceso formativo integral. Parte de la idea, de que la tutoría más que un remedio a los añejos problemas que privan en la educación, es una expresión de la transformación en la manera de encarar la tarea educativa, que privilegia la atención personalizada para cuidar el óptimo desarrollo de las potencialidades humanas y lograr que los individuos alcancen su autorrealización en todas las esferas de su personalidad (Fresan 2005). Considera como prioritario la búsqueda del aprender a aprender, que destaca la consideración del estudiante como capaz de auto dirigir y construir su aprendizaje y su vida, de asumir la responsabilidad y comprometerse con el desarrollo de un proyecto educativo. El alumno se asume como un sujeto activo ante su proceso formativo desarrollando una autonomía creciente en lo académico y en lo personal.

Al profesor se le identifica como acompañante del alumno y facilitador de su autodirección. En el camino de la formación profesional, no hay uno estático y en una posición de superioridad (tutor) y otro caminando y en posición de inferioridad alumno), hay dos caminando y haciendo camino, acompañándose en un tramo de sus vidas, ambos han decidido ser acompañantes. La tutoría es ante todo un espacio para la reflexión y el análisis que permite el conocimiento de si mismo, la búsqueda de alternativas y acciones en el caminar del estudiante. Lo importante no es lo que el tutor pueda descubrir en él alumno, sino lo que pueda ayudarle a este a descubrir de si, no las alternativas, soluciones y acciones que construya sino la reflexión y el apoyo que le brinde para que sea el alumno el que las elabore e implemente. El programa de tutoría se asume como un coadyuvante más en el logro de la «formación integral»2. Su intervención está dirigida prioritariamente a una dimensión actitudinal del alumno, que promueve una posición y disposición personal de este a lo largo de la trayectoria escolar, que le permite organizar, planear y evaluar permanentemente sus actividades académicas y personales, desarrollar una actitud de vigilancia de sí mismo y su proceso formativo, para anticiparse a los problemas, superar limitaciones, explorar sus capacidades, potencialidades y posibilidades, enfrentar retos y tal vez, lo más relevante, asegurarse que invierte y aprovecha al máximo tanto los recursos personales, como los de su ambiente familiar, social e institucional. Lo cual se manifestará, como lo propone Sebastián Rodríguez (2004), en el despliegue de las cualidades humanas, expresadas en las dimensiones intelectual, cognitiva, afectivo-emotiva, social y profesional.

Elementos para la identificación y construcción de herramientas

Esta última orientación, nos permite una mayor especificidad en la tarea fundamental de la tutoría y de los aspectos centrales que la rodean; mismos que se constituyen en elementos que pueden orientar la selección o construcción de herramientas.

A partir de esta orientación, se puede plantear que el mecanismo fundamental del trabajo del tutor es el acompañamiento, y su objetivo es involucrar al estudiante a fin de que sea el actor central que dirige y controla, hacia su perfeccionamiento, su proyecto formativo integral.

Este acompañamiento, es un proceso que se desarrolla a lo largo de la trayectoria del estudiante y requiere para su concreción:

  1. El establecimiento y mantenimiento de una relación significativa (educativa y orientadora) con el alumno, que es la cualidad esencial a través de la cual se efectúa el acompañamiento.
  2. El manejo y uso de la persona misma del profesor, como el instrumento esencial para el establecimiento y desarrollo de esta relación
  3. La elaboración del proyecto de planeación de vida y formación profesional, como la herramienta clave para involucrar al alumno en la dirección y control de su trayectoria escolar y realizar su seguimiento.

La relación de acompañamiento

La idea del acompañamiento nos remite a dos o más personas que mantienen una buena relación, que gustan de estar cerca; de acompañarse. La tutoría, no se concibe sin este componente relacional. La relación entre el profesor y el alumno, en tutoría, se caracteriza por:

  • Su cercanía; en lo físico, intelectual, profesional y afectivo.
  • Su permanencia en el tiempo.
  • La confianza y el respeto recíproco.
  • La búsqueda incesante del perfeccionamiento del proceso formativo integral del estudiante.

Establecer la relación y mantenerla en el tiempo, representa el mayor reto para el tutor, ya que de la calidad de esta depende la calidad de la tutoría. La relación es dinámica, se trasforma en el tiempo, evoluciona o se estanca, el tutor ha de ser experto en construirla y orientar su sano y productivo desarrollo.

El acompañamiento se estructura en función del apoyo mutuo, el respeto y la búsqueda de la autonomía de los participantes. Se considera que en el camino de la formación profesional, no hay uno estático (tutor) y otro caminando (alumno), no hay uno solo en el camino, hay dos caminando y haciendo camino, acompañándose en un tramo de sus vidas, que han decidido y están decidiendo ser acompañantes. En todo caso el profesor acompaña en el modo particular que le permite su propio proceso de hacer su camino, desde donde el va caminando. Otro aspecto se refiere a la pregunta de si hay un camino correcto que debe recorrer el alumno y el tutor lo sabe. Al respecto diremos que un tutor no acompaña nunca de igual manera, ya que está en constante cambio, lo mismo que el contexto educativo y social que rodea la relación educativa y un alumno no recorre un camino ya trazado por otro, cada cual construye el propio, aunque se parezcan mucho estos, no es exagerado decir que no hay un camino igual para transitar por la carrera.

Para la construcción de esta herramienta y el entrenamiento para establecer la relación con el alumno se pude utilizar el Modelo para la relación de ayuda y el acompañamiento personal desarrollado por la Psicología Humanista (Rogers, 1979, Carkhuff, 1980, Egan, 1975 y Rensina y otros, 1998, en Bisquerra 1998). Este tiene varias ventajas: concibe la relación como un proceso, propone etapas a través de las cuales se desarrolla y establece un modelo de adiestramiento para las distintas habilidades. Su desventaja es que tiene una orientación técnica hacia la psicología y requiere de adaptación hacia la docencia y la tutoría. En síntesis propone lo siguiente3:

Fases

1. Inicial: autoexploración.

2. Intermedia: auto comprensión.

3. Final: acción.

Disposiciones centrales

• Comprensión empática:

• El respeto: La genuidad:

• La especificidad o concretez:

• La confrontación Destrezas

• Atender-acoger

• Responder

• Personalizar

• Actuar

LA PERSONA; HERRAMIENTA DE HERRAMIENTAS

Proyecto de planeación de vida y docencia

El acompañamiento y la manera de establecer la relación con el alumno se realiza desde lo que el tutor «es», de la misma o parecida forma en que se relaciona con los alumnos en otras modalidades de hacer docencia, con sus vicios y virtudes, lo hará en tutoría. No hay otra manera de ser tutor, más que desde lo que se «es» como persona. Si el tutor es un gran intelectual, al estar frente al alumno no podrá ser más que eso. Por ello como lo plantea el humanismo, la herramienta de herramientas, especialmente en donde se involucra tan profundamente lo humano, es la persona misma del profesor. La manera en que este se ubica en el mundo, su posición ante la vida, su ser docente y académico, su proyecto y realización alcanzado como persona y profesor. Su concepción y sentir frente a su tarea docente y formativa, su propia experiencia de formación profesional y de vivir una vida académica con sentido integral. Quizá todos lo profesores tendremos que preguntarnos ¿vivimos y practicamos una educación integral?. Es difícil imaginar un buen docente y tutor, sin pasión por la vida y por la tarea de educar, educamos desde nuestros éxitos y fracasos, desde nuestros sueños y temores. Iniciar por afinar este instrumento es crucial en la tarea.

Para la construcción de esta herramienta, se proponen los Modelos de planeación de vida y carrera. Estos ofrecen una metodología, que parte de la identificación y el conocimiento de si, para proyectar en función de las metas de vida un proyecto de desarrollo, docente y profesional en este caso. Es posible que esta propuesta, pueda ser adaptada para generar tanto el proyecto personal del alumno, como la capacitación para la sensibilización y el autoconocimiento del profesor como persona y educador. Algunos elementos para este último son4:

1. Hacer un diagnóstico integral: Descripción y ubicación personal en la vida, y carrera como docente. Que el profesor se ubique en que momento y situación se encuentra como persona y docente:

¿Cuál es mi situación actual en mi vida y en carrera?

¿Qué cambios quiero lograr en mi vida y carrera?

¿Si pudiera cambiar algo de mi mismo, que cambiaría?

¿Cuál es mi principal fuerza y debilidad?

¿Desde cuándo y cómo inicie a pensar en elegir la carrera que estudie y la docencia?

¿Cuáles son las principales situaciones o experiencias que influyeron para dedicarme a la docencia?

¿Cuál es mi grado de satisfacción–convencimiento con mi carrera y mi ser docente?

2. Automotivación: que el profesor identifique cuales son sus objetivos y metas, las fuerzas y limitaciones para dirigir su vida, que proyecte sus necesidades hacia el futuro:

¿Cuáles son mis sueños y anhelos?

¿Cuáles mis grandes miedos?

¿Cuáles son mis metas en la vida?: Como persona, profesor, en familia y trabajo, en las áreas: intelectual, física, emocional y social, ¿cuáles son mis fuerzas, habilidades y potencialidades?

3. Plan de acción: Que identifique y organice las acciones que le permitan lograr sus metas a corto plazo, así como las condiciones favorables para su implementación y el uso y desarrollo de sus recursos y potenciales en el marco de una formación y educación integral: Actividades como persona y profesor, en familia y en el trabajo. Considerar las áreas: intelectual, física, emocional y social. Recursos y apoyos necesarios para su realización.

Proyecto de planeación de vida y formación profesional

En la relación docente alumno ha predominado la intermediación de un contenido académico; esto es, un profesor enseña matemáticas y se relaciona con el alumno a través de esta materia. En la tutoría no existe tal contenido (o cuando menos se pretende esto), entonces ¿cómo se construye la relación? En la primera orientación de implementación de la tutoría, los profesores siguen enseñando contenidos académicos, o bien la han centrado en hablar de «problemas». Esto es una de las condiciones que mayormente confronta y reta al profesor, acostumbrado a mantenerse en la distancia y siendo un enseñante más que formador. Un mediador para construir una relación significativa y productiva a los objetivos tutorales lo constituye el diseño y desarrollo del proyecto de planeación de vida y formación profesional. El cual debe estar sujeto a una constante revisión y consecuente reelaboración y perfeccionamiento. De tal manera que en la práctica, sea el alumno el vigilante permanente respecto del uso, administración y desarrollo de sus recursos y que asuma una posición de responsabilidad, planificando sus actividades, anticipándose a los problemas, construyendo posibles escenarios y alternativas.

El proceso de planeación considera tres momentos:

1. Hacer un diagnóstico integral: Descripción y ubicación personal en la vida, y carrera como estudiante. Que el alumno se ubique en que momento y situación se encuentra como persona y estudiante:

¿Cual es mi situación actual en mi vida y en la escuela?

¿Qué cambios quiero lograr en mi vida y la escuela?

¿Si pudiera cambiar algo de mi mismo, que cambiaría?

¿Cuál es mi principal fuerza y debilidad?

¿Desde cuando y como inicie a pensar en elegir esta carrera?

¿Cuáles son las 3 principales situaciones o experiencias que influyeron en mi toma de decisión vocacional?

¿Cómo me di cuenta que esta era la carrera que yo quería estudiar?

gral?. Es difícil imaginar un buen docente y tutor, sin pasión por la vida y por la tarea de educar, educamos desde nuestros éxitos y fracasos, desde nuestros sueños y temores. Iniciar por afinar este instrumento es crucial en la tarea.

Para la construcción de esta herramienta, se proponen los Modelos de planeación de vida y carrera. Estos ofrecen una metodología, que parte de la identificación y el conocimiento de si, para proyectar en función de las metas de vida un proyecto de desarrollo, docente y profesional en este caso. Es posible que esta propuesta, pueda ser adaptada para generar tanto el proyecto personal del alumno, como la capacitación para la sensibilización y el autoconocimiento del profesor como persona y educador. Algunos elementos para este último son4:

1. Hacer un diagnóstico integral: Descripción y ubicación personal en la vida, y carrera como docente. Que el profesor se ubique en que momento y situación se encuentra como persona y docente:

¿Cuál es mi situación actual en mi vida y en carrera?

¿Qué cambios quiero lograr en mi vida y carrera?

¿Si pudiera cambiar algo de mi mismo, que cambiaría?

¿Cuál es mi principal fuerza y debilidad?

¿Desde cuándo y cómo inicie a pensar en elegir la carrera que estudie y la docencia?

¿Cuáles son las principales situaciones o experiencias que influyeron para dedicarme a la docencia?

¿Cuál es mi grado de satisfacción–convencimiento con mi carrera y mi ser docente?

2. Automotivación: que el profesor identifique cuales son sus objetivos y metas, las fuerzas y limitaciones para dirigir su vida, que proyecte sus necesidades hacia el futuro:

¿Cuáles son mis sueños y anhelos?

¿Cuáles mis grandes miedos?

¿Cuáles son mis metas en la vida?:

Como persona, profesor, en familia y trabajo, en las áreas: intelectual, física, emocional y social, ¿cuáles son mis fuerzas, habilidades y potencialidades?

3. Plan de acción: Que identifique y organice las acciones que le permitan lograr sus metas a corto plazo, así como las condiciones favorables para su implementación y el uso y desarrollo de sus recursos y potenciales en el marco de una formación y educación integral: Actividades como persona y profesor, en familia y en el trabajo. Considerar las áreas: intelectual, física, emocional y social. Recursos y apoyos necesarios para su realización.

Proyecto de planeación de vida y formación profesional

En la relación docente alumno ha predominado la intermediación de un contenido académico; esto es, un profesor enseña matemáticas y se relaciona con el alumno a través de esta materia. En la tutoría no existe tal contenido (o cuando menos se pretende esto), entonces ¿cómo se construye la relación? En la primera orientación de implementación de la tutoría, los profesores siguen enseñando contenidos académicos, o bien la han centrado en hablar de «problemas». Esto es una de las condiciones que mayormente confronta y reta al profesor, acostumbrado a mantenerse en la distancia y siendo un enseñante más que formador. Un mediador para construir una relación significativa y productiva a los objetivos tutorales lo constituye el diseño y desarrollo del proyecto de planeación de vida y formación profesional. El cual debe estar sujeto a una constante revisión y consecuente reelaboración y perfeccionamiento. De tal manera que en la práctica, sea el alumno el vigilante permanente respecto del uso, administración y desarrollo de sus recursos y que asuma una posición de responsabilidad, planificando sus actividades, anticipándose a los problemas, construyendo posibles escenarios y alternativas.

El proceso de planeación considera tres momentos:

1. Hacer un diagnóstico integral: Descripción y ubicación personal en la vida, y carrera como estudiante. Que el alumno se ubique en que momento y situación se encuentra como persona y estudiante:

¿Cual es mi situación actual en mi vida y en la escuela?

¿Qué cambios quiero lograr en mi vida y la escuela?

¿Si pudiera cambiar algo de mi mismo, que cambiaría?

¿Cuál es mi principal fuerza y debilidad?

¿Desde cuando y como inicie a pensar en elegir esta carrera?

¿Cuáles son las 3 principales situaciones o experiencias que influyeron en mi toma de decisión vocacional?

¿Cómo me di cuenta que esta era la carrera que yo quería estudiar?

¿Cuál es mi grado de satisfacción–convencimiento con haber decidido estudiar esta carrera?

2. Automotivación: que el estudiante identifique cuales son objetivos y metas, las fuerzas y limitaciones para dirigir su vida, que proyecte sus necesidades hacia el futuro y su formación integral:

¿Cuáles son mis sueños y anhelos?

¿Cuáles mis grandes miedos?

¿Cuáles son mis metas en la vida?: Como persona, estudiante, en familia y escuela, en las áreas: intelectual, física, emocional y social.

¿Cuáles son mis fuerzas, habilidades y potencialidades?

3. Plan de acción: Que identifique y organice las acciones que le permitan lograr sus metas a corto plazo, así como las condiciones favorables para su implementación y el uso y desarrollo de sus recursos y potenciales en el marco de una formación y educación integral:

Actividades como persona y alumno, en la familia y el trabajo. Considerar las áreas: intelectual, física, emocional y social.

Recursos y apoyos necesarios para su realización.

Cada semestre es necesario revisar y actualizar el proyecto, lo que en si mismo contribuye al desarrollo del estudiante, ya que la elaboración progresiva del propio proyecto de vida, ha sido considerado como uno de los elementos claves del desarrollo global de capacidades personales del joven en esta etapa de la vida (Rodríguez, 2004). Además esta reelaboración constante del proyecto, va a permitir observar y evaluar la transformación del estudiante, en las diferentes dimensiones del desarrollo integral. En lo particular el apartado de la autodirección, permite (a los participantes de la relación) hacer el seguimiento puntual de las acciones planeadas cada semestre.

Orientaciones para el uso de las herramientas

En el uso de los instrumentos debe evitarse considerar al estudiante y su mundo como un objeto al que hay que estudiar, intervenir y guiar. El tutor ha de preferir antes que hacer estudios de detección, o escalas de observación para conocer e informarse del alumno, adentrarse en la relación y paulatinamente ampliar su conocimiento con base en la franca interacción; hacer preguntas directas, plantear situaciones y acercarse a él como persona. Lo más relevante del acompañamiento no está dado por lo que el tutor pueda descubrir en el alumno, sino por lo que pueda ayudarle a este a descubrir de si, no por las alternativas, soluciones y acciones que construya sino por la reflexión y el apoyo que le brinde para que sea el alumno el que las elabore e implemente.

Es conveniente cuestionar el uso de la entrevista, sobre todo la que se define como intercambio y modo de dar y recibir información, que ubica al tutor como un experto (entrevistador) y al alumno como entrevistado, perdiendo de vista la dimensión personal y la construcción de la relación, fuente de la confianza y viabilidad de la tutoría. La cuestión no es que haya un entrevistador y un entrevistado, sino un encuentro de personas, una interacción. Que el alumno no se de a conocer para el otro, sino que busque conocerse a si mismo en la relación con el tutor.

Conclusión

La tutoría al ser una actividad relativamente nueva en el hacer del docente, no ha desarrollado y menos perfeccionado los instrumentos que utiliza. No se trata sólo de elegir, seleccionar entre un conjunto de estos los más adecuados, la tarea es más compleja; se trata de adaptarlos y/o construirlos. Hemos planteado lo determinante que resulta definir y establecer los aspectos medulares de la orientación y la practica de la tutoría para orientar la selección, el uso y la construcción de herramientas, particularmente, puntualizamos aquellas que deben ser consideradas básicas e incluirse en la capacitación inicial.

 

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1) Licenciado en psicología y maestro en Desarrollo Humano. Profesor investigador de tiempo completo y coordinador del programa de orientación educativa y desarrollo humano para el nivel superior en la Dirección General de Orientación Educativa y Vocacional de la Universidad de Colima. Ha colaborado en la elaboración de estrategias y desarrollo de los programas de capacitación de la región centro occidente y de educación continua de la ANUIES. Universidad de Colima. Correo del autor: gruben@ucol.mx; ceballos21@hotmail.com
2) En la tarea individual del tutor, los postulados de la formación integral son una estrategia básica para realizar el acompañamiento, ya que orientan las dimensiones, modalidades y procesos que se han de buscar en la formación del estudiante. Víctor Durant y Magdalena Fresan (2005) plantean este doble nivel; individual y colectivo de la participación de la tutoría en la formación integral
3) Para su ampliación consultar el trabajo de Rubén González «Entrenamiento para el acompañamiento personal en la Universidad de Colima». En Castellanos, A. R., Venegas, F. y Domínguez J. L. (Coord.). Sistemas tutoriales en el Centro Occidente de México.
4) Toda la descripción de los pasos y actividades de la planeación (del profesor y alumno), siguen la propuesta de Casares y Siliceo (2006) del texto de planeación de vida y carrera. Solo se hacen adecuaciones mínimas para contextualizar esta a la situación de la tutoría, sobre todo en la forma en que se aplicará con los estudiantes.