SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.6 número14Prosecución Estudiantil en la Facultad Propuesta de Intervención desde la Orientación UniversitariaQuince Relatos y un Intento índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Revista Mexicana de Orientación Educativa

versão impressa ISSN 1665-7527

Rev. Mex. Orient. Educ. vol.6 no.14 México  2008

 

REMANDO en la cultura...

 

Hojas sueltas...
Jueves 22 de mayo de 2008, día de Santa Rita de Casia
(y sábado 8 de marzo, día internacional de la mujer)

 

 

Por orden desafortunado de desaparición,
a la Reyes, Piaf y Joplin
y a las brujas de todos los tiempos

 

I

Haciendo un balance, algunas veces los suicidas, se encuentran
provocando cólera, inflamando la luna,
dejando el pan que erraron para un beso,
dejando la hoja del libro apenas abierta.

Nada quedó dicho, el teléfono fuera de línea
y el amor cualquiera fue una infección

Anne Sexton1

 

II

Santa Rita de Casia (1377- 1447) fue una mujer que ofrendó su vida a Dios. Siempre piadosa y abnegada, soportó en silencio las juergas, juegos y los vicios de su esposo. Gracias a sus oraciones y flagelos cotidianos, Dios se conmovió de su martirio y le concedió el deseo de enmendar al marido, el que apenas tuvo tiempo para demostrar su arrepentimiento y recibir la absolución por las faltas cometidas, cuando fue sorprendido por la muerte. Inexplicablemente al poco tiempo sus dos hijos murieron a causa de una enfermedad tan inesperada como extraña. Rita, que siempre vivió con las comodidades de una aristócrata, renunció a los bienes, se despojó del guardarropas lujoso y vistió con las prendas más miserables que pudo encontrar, después se hizo una impresionante herida en la frente, la que al poco tiempo se infectó a grado tal que de ella brotaron gusanos; así ingreso al convento. Su llaga putrefacta la mostraba con orgullo y como una muestra de su martirio y entrega a Dios. Así vivió, orando y realizando las tareas más infames del convento. Se cuenta que cuando estaba moribunda, de la llaga emanó una luz resplandeciente, y que en la agonía pidió como último deseo tener en sus manos una rosa blanca. Las religiosas consideraban imposible cumplir el deseo, porque se encontraban soportando un invierno inclemente y el jardín estaba cubierto de nieve; pensaron que la solicitud era producto del delirio. Escéptica y por mero formulismo, una de las monjas salió al jardín por el encargo. Cual no sería su sorpresa, cuando vio una rosa blanca, que solitaria entre la nieve la aguardaba, de inmediato la llevó a la santa, y ésta fervorosamente la aprisionó entre sus manos, antes de morir, mientras que milagrosamente desaparecía la llaga en su torturada frente...2

 

III

Morir
es un arte como casi todo
Yo lo hago excepcionalmente bien
Lo hago y duele como el infierno
Lo hago y lo siento real
Supongo que podríais decir que tengo vocación

Silvia Plath3

 

IV

Tommaso Grassi, vivía en el tercer piso de un edificio, el 341 de la Rue des Pyrénées, en la zona poniente de París, por el rumbo de Port des Lilas, no muy lejos de la Plaza de la República. Tomasso era un joven alto y espigado, originario de Bologna, Italia; en ese tiempo cursaba la licenciatura en Ciencias Sociales, era un estudiante avanzado muy bueno y dedicado, además de ser una excelente persona. Me admitió como su huésped sin condiciones y de muy buena gana. El alojamiento en su depto fue imprevisto, porque ni el esperaba recibirme, ni yo tenía idea que pudiera encontrarme con él. Fue suficiente un «salvoconducto o recomendación verbal» de Valeria Bertoncelli, una joven y bella bolognesa que conocí en una tertulia muy grata y académicaizquierdista que el veneciano Gregorio Piccin organizó en las casa de un matrimonio joven, en una casita a la ribera de la Giutecca, frente a Venecia. Cuando me presenté con el salvoconducto, Tomasso se sonrojó y sonrió al recuerdo. Me quedó la impresión que entre Tomasso y Valeria había existido una relación amorosa, y que se vieron obligados a separarse debido a la estancia prolongada de Tommaso en París, pero que ellos habían arconado una sólida amistad y una mutua confianza.

 

V

Ven
Ayúdame a insertar mi corazón en la tapa de este libro
enciclopedia donde en cualquier momento puedo leerte
manual de fórmulas para ahuyentar la tristeza

Ven
ayúdame a olvidarte, a no seguir buscando
la mirada que pusiste en mi rostro
cada minuto diferente

Ven
ayúdame a olvidar nuestra hermosa
soledad de animales en celo
si tú me ayudas, te prometo no salir a buscarte en los espejos
o en el fondo de la taza de té

Thelma Nava4

 

VI

En la calle de Héroes Nº 45, Colonia Guerreo de la Ciudad de México, aun está la casa del ingeniero y arquitecto Antonio Rivas Mercado. Entre sus obras más destacadas se encuentra la porfiriana Columna de la Independencia, cuyo «Ángel de la Independencia» se ha convertido en el símbolo de esta gran ciudad. La casa donde vivió el artista Rivas Mercado con su familia fue diseñada y construida por él en los últimos años del siglo XIX, aún cuando la Colonia Guerrero comenzaba a poblarse, y la ciudad se extendía un poco más allá del Templo de San Hipólito, en la parte norte de la Alameda Central. La casa está abandonada y en ruinas; no obstante, es posible apreciar la majestuosidad con la que fue proyectada. Unas escaleras conducen a la entrada, enmarcada por una portada neoclásica que nos refiere la influencia artística y parisina de su constructor; la construcción se encuentra en un predio extenso y al centro, rodeada de lo que fue un jardín, y ofrece la impresión de haber sido una casa de campo. Allí vivió sus mejores años Antonieta Rivas Mercado, hija del artista; mujer inteligente, culta y emprendedora de proyectos culturales y políticos; vivió el movimiento vasconcelista como nadie lo hizo: con gran pasión, entrega y amor...

 

VII

¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan sueños rezagados.
¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira
¡Tanta vida señor!
¿Para que tanta vida?

Alejandra Pizarnick5

 

VIII

Emily (Elizabeth) Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830 en la tranquila comunidad de Amherst, Massachussets. Dickinson es una de las poetas más importantes de los Estados Unidos de Norteamérica y del mundo. Por razones poco claras, voluntariamente se enclaustró durante 20 años en su casa, de la que no salió jamás. Siempre vestida de blanco, se dedicó a escribir en total aislamiento; por esa extraña manera de vivir se le conoció como la «Monja de Orleáns». Su alejamiento del mundo, se dijo, fue debido a la desilusión que le provocaron las guerras intestinas de su país. Otros dijeron que se transformó en una ermitaña por las grandes desilusiones amorosas que tuvo y que la inhibieron frente al matrimonio. Por esas frustraciones, prefirió escribir cerca de dos mil poemas. Murió el 15 de mayo de 1886, a la edad de 56 años...6

 

IX

Dios mío, Dios mío, deja a mi lado un poco más a mi amor, un día, dos días, ocho días, déjalo a mi lado, el tiempo suficiente para empezar o terminar…

Edith Piaf7

 

X)

Me dirijo al barrio de Saint Michel a encontrarme con Tomasso, tomaremos cerveza y comeremos «cus-cus», en un bar africano. Mis actividades terminaron mucho antes de la cita y tengo el tiempo suficiente para una visita reposada a Notre Dame. Salgo de la biblioteca y tengo enfrente el Puente Simone de Beauvoir, que cruza el Seine, abordo un barquito hacia la zona oriente de París, escucho por los audífonos de mi asiento datos sobre los sitios de interés que se encuentran cercanos a la travesía de la nave. En el Puente de Sully, cerca de Saint Michel, se escucha la voz de la Piaf. El himnorola de París «La Vie en Rose», conserva el sonido marchito y chillón de los metales, evoca el ambiente y el tufo de la segunda guerra mundial, y las noches bohemias y dionisiacas de la Piaf con la intelectualidad gala. Recuerdo haber leído que el Gorrión rescató a 175 franceses presos, cuando los alemanes la invitaban a cantar; «iba con un grupo pequeño de músicos, y ella llevaba pasaportes falsos, y sacaba varios prisioneros franceses a los que hacía pasar como parte de su orquesta», así pudo salvarlos de los campos de concentración nazi. Estoy por llegar a Notre Dame, la tarde se aleja, la claridad del día es magra, las aguas comienzan a verse pardas y la ribera anuncia con discretas luces el advenimiento de la noche. He llegado a la gloria y al infierno, de un lado Notre Dame y del otro el cosmopolita Barrio Latino...

 

XI)

El mundo realmente es un lugar triste, nunca me lo advirtieron cuando era una niña...

Janis Joplin8

 

XII

He desplegado mi orfandad
sobre la mesa, como un mapa
Dibuje el itinerario hacia mi lugar al viento.
Los que llegan no me encuentran.

Los que espero no existen.

Y he bebido licores furiosos para transmutar los rostros
en un ángel,
en vasos vacíos

Alejandra Pizarnick9

 

XIII

Hace años, no se quien ni cuando, algún amigo o amiga me introdujo al mundo de la música sacra, a través de un famoso organista de Notre Dame: Marian Marciak. Cuando escuche uno de sus discos me fascinó, y su música desde siempre me condujo a un misticismo electróbacheano, en donde mi imaginación y deseo me acercaba al ambiente de una extrema tranquilidad de esa catedral. Por eso regreso a Notre Dame, especialmente al atardecer, porque siento la necesidad de alimentar el mitosensación que cincele a través de la música de Marciak. Apenas cruzo el umbral y me recibe un coro que canta celestialmente; los rayos de luz azulada procedentes de los vitrales mantienen su silencio y prudencia, solo se dedican a iluminar conservadoramente al altar mayor. La semioscuridad, los coros, los murmullos provocados por la oraciones de los fieles y el aroma a incienso crean la mejor parafernalia para creer que sí hay otra vida después de la muerte. Entonces comprendo que Antonieta Rivas Mercado, escogió el mejor lugar para suicidarse, y que Notre Dame puede ser el cielo...

 

XIV

Alcestes en el círculo poético

El mejor esclavo
que no se necesita ser azotado
ella se azota a sí misma

No con un látigo de piel
o con barras o leña
no con una cachiporra
o una bandera negra, pero sí con un látigo fino
o con su propia lengua
Y el sutil golpe
de su mente contra
su mente

¿Quien puede odiarle tan bien
como ella se odia a sí misma?
¿Y quien puede igualar la fineza
de su propio abuso?
Años de entrenamiento se requieren para eso (...)

Ella nunca debe salir de casa
a menos que disimulen el maquillaje

Ella debe calzar zapatos estrechos
para que siempre recuerde su cautiverio (...)

Si ella es una artista
y se acerca a ser genio
la gran realidad de su don
le causará tal pena
que ella deseará quitarse la vida
antes que cualquiera de nosotras

Y cuando ella muera, nosotros la lloraremos
y la convertiremos en una santa.

Erica Jong10

 

XV

Más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia

Alejandra Pizarnick11

Riverohl Fundation Inc.

 

 

1) Ane Sexton; en Schwartz, Perla (1989). El quebranto del silencio. 1ª edición. Diana: México, p. 109.
2) Girabal, José M. (1974). El libro de los santos. 1ª edición. Monar / Claretiana: Buenos Aires.
3) Sylvia Plath, Idem, p. 82.
4) Thelma Nava (1966). El corno emplumado. 1ª edición. FCE: México.
5) Alejandra Pizarnick; en Schwartz, Op. cit., p. 99.
6) En www.poemsnorteamerica.net/emilidickinson.htm
7) Edith Piaf; citada por Yulli García en «Mujeres de Cabaret. Edith Piaf, el pequeño gorrión», Milenio Diario. Domingo 2 de marzo de 2008. México, p. 55.
8) Eclaire, Rene. Janis. 1ª edición. Publicaciones Liverpool, México, p. 130.
9) Alejandra Pizarnick; en Schwartz. Op. cit., p. 98.
10) Erica Jong. Idem., p. 10.
11) Alejandra Pizarnick. Idem., p. 97.

Consejo Directivo de la REMO Otoño de 2007