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Stylus (Rio de Janeiro)

versão impressa ISSN 1676-157X

Stylus (Rio J.)  no.36 Rio de Janeiro jan./jun. 2018

 

CONFERÊNCIA BILÍNGUE

 

Consideraciones sobre la operancia del psicoanalista y la política del acto psicoanalítico

 

 

Sandra Leticia Berta; Wilson Alves-Bezerra*

 

 


RESUMEN

Considerando el acto psicoanalítico, la autora revisa y avanza su investigación sobre el neologismo de Lacan "operancia". En esta ocasión el acento se coloca en las diferencias entre deseo del analista y acto psicoanalítico, ambos en la dependencia lógica de la posición que sostiene la operación de la transferencia, señalada en 1967 con la expresión porte-à-faux. Un recorrido en las elaboraciones que Lacan avanza sobre el objeto a, articulando causa de deseo y plus-de-gozar, apunta que la operancia, es el producto de la paradoja del acto y pone a prueba tanto la dirección de la cura como el sostén del trabajo de Escuela, en particular, en el pase.

Palabras clave: Psicoanálisis; Política; Ética; Operancia; Acto psicoanalítico.


 

 

Acerca del neologismo de Lacan "operancia" del psicoanalista, he escrito y publicado algunos textos, articulándolo al objeto a, al deseo del analista y al acto psicoanalítico. Operancia, neologismo que se refiere a la respuesta del analista. La respuesta en función entre lo que opera y lo que produce efectos en el quehacer analítico. Hoy, tocada y causada por mi participación en la Comisión Internacional de Garantía y, por tanto, haciendo la experiencia de los carteles de pase, vuelvo a dicha operancia, índice de la paradoja del acto analítico.

En el Seminario 15: El acto psicoanalítico (Lacan, 1967-1968, inédito) tras decir, por primera vez que el inconsciente es "saber sin sujeto", que el acto psicoanalítico concierne al sujeto y que la transferencia es la puesta en acto del inconsciente, en la clase del 22 de noviembre, Lacan se pregunta:

El acto psicoanalítico puede también evocarnos algo muy diferente, a saber, el acto tal como opera psicoanalíticamente, lo que el psicoanalista dirige de su acción en la operancia psicoanalítica. Entonces, aqui, es cierto, estamos en un nivel muy distinto.

- ¿Es la interpretación?

- ¿Es a la transferencia hacia lo que así somos llevados?

- ¿Cuál es la esencia de eso que, del psicoanalista en tanto que operante es acto?

- ¿Cuál es su parte en juego?1 (Lacan, 22/11/1967/1968, inédito)

En ese fragmento, la operancia psicoanalítica le permite retomar algunas diferenciaciones que se han articulado desde el principio de su enseñanza: interpretación, transferencia, falta-en-ser. Sin embargo, en 1967 el tema del acto incluía la diferencia entre la falta-en-ser del psicoanalista y el deser como producto de la caída del sujeto supuesto saber. Como pantalla de fondo, hay otra distinción en juego: la tarea analisante y el acto del psicoanalista. Es para este último que Lacan señala cuando se pregunta "cuál es la esencia [palabra sin lugar a duda rara en dicho contexto] de eso que del psicoanalista [ahí subrayo el partitivo del] en tanto que operante es acto?" Lo que se despliega en otra cuestión: cuál es su parte en juego?

Tenemos, entonces, la transferencia, la interpretación y el acto. Ahí, se evocan la táctica, la estrategia y la política, propuestas en el 1958, cuando se preguntaba sobre el deseo del psicoanalista, y donde la política del psicoanalista tenía como referente la falta en ser. Sin embargo, en el Seminario 15: El acto psicoanalítico (Lacan, 1967-1968, inédito), que inicia tras escribir la Proposición, la política podrá ser vinculada al acto. Ahí, hacen lazo el acto y la Escuela, con la propuesta del dispositivo del Pase. El corazón de la Escuela se refiere a lo que está en juego específicamente en la función analista: "¿cuál es su parte en juego?" La equivocación lenguajera luego se hace escuchar: en jeu/en je. Algo de ese Je, que debe ser entendido como el sujeto y el inconsciente, se puede conectar al en-sí del objeto a, como se indica en el Seminario 15: El acto psicoanalítico y en el resumen del Seminario de 1967-8, El acto analítico (Lacan, 1969/2012, pp. 395-403). El en-sí del objeto a y el acto son el índice de lo real en juego en la clínica psicoanalítica y en la formación del psicoanalista. Ambos responden a lo que de los "afectos imprevisibles" y "a un deseo inarticulable desde su lugar, se hace una causa (como se diría: se hace una razón) se hace una causa del plus-de-gozar" (Lacan, 1967-/2012b, p. 295).

La operancia psicoanalítica se refiere a su "parte en juego", pasaje, por lo tanto, de la operancia psicoanalítica a la operancia del psicoanalista. De ese modo, del psicoanalista como función, f(x). Entonces, la primera cuestión, a partir de ese término "operancia", es saber si podríamos diferenciar radicalmente: el deseo del analista y el acto analítico. En mi modo de entender, ambos apuntan hacia lo que está en juego en la dirección de la cura. Como nos dice Colette Soler: "el deseo del analista, aquí está la fórmula que yo propongo, es el sujeto supuesto al acto analítico" (Soler, 2014, p. 57) afirmando con esto que el deseo del analista, inédito, es la condición y el soporte del acto posible.

Podemos observar la dimensión temporal del acto del psicoanalista, dimensión del instante. Dicho instante se refiere al efecto tíquico, encuentro faltoso, entre lo que se esperaba recoger de la última palabra, en un análisis y lo que se produce. En lo que toca al deseo del analista, el "x" que él tiene que mantener, ligado al instante electivo.

En el seminario La política del acto (1999-2000), Colette Soler sostiene que, en lo que se refiere al psicoanalista, el término del acto no recusa al del deseo. La cito: "Digo que la introducción de la expresión 'acto analítico' desplaza, en la enseñanza de Lacan, el sentido de la expresión 'deseo del analista'" (Soler, 1999-2000, p. 11). Así, propone que se piense la dimensión del acto relacionada a la función - en el sentido de Frege, la función F(x) - y advierte que podemos referirnos a la cuestión del deseo como la que responde por el "ser" del analista. En efecto, se trata de la propuesta del ser y del des-ser del analista.

La cuestión de la función del analista debe entenderse por los residuos de dicha operación: el falo (que hace referencia a la Bedeutung del falo) y el objeto a. De este modo, entre la heteridad y la alteridad. Recuerdo lo que Lacan escribió en el Dis curso en la Escuela Freudiana de París, a los que interrogaron y criticaron su Pro posición: "Así el deseo del psicoanalista es ese lugar del que se está fuera sin pensar en ello, pero donde encontrarse es haber salido de él en serio" (Lacan, 1967/2012b, p. 284). Litoral, entonces, entre el deseo del psicoanalista y el acto psicoanalítico.

La paradoja del acto psicoanalítico incide en el deseo del analista. Por causa del acto, el analista "se hace producir; objeto a, con el objeto a" (Lacan, 1969/2012, p. 399). Ese es el objeto que se produce como resto, al final. Lo que me parece interesante es que, en esos años que ubicamos entre 1964, fundación de su Escuela, y 1967, año de la Proposición, la proporción áurea le sirve a Lacan para proponer el objeto a en la articulación 1+a. Por tanto, se refiere al objeto que indica la no totalidad del Uno y la infinitud de la serie. La inconmensurabilidad del Otro, por el objeto a, se escribe 1+a. Dicho recorrido es índice de la articulación del objeto causa de deseo y del objeto plus-de-gozar, plusvalía de la economía de la relación - proporción que no hay.

En la Reseña sobre el seminario del acto analítico, Lacan escribe:

Si el psicoanalizante hace al psicoanalista, todavía no se ha añadido nada sino la factura. Para que sea deudora, es preciso que se nos asegure que hay del psicoanalista.

A ello responde el objeto a.

El psicoanalista se hace objeto a. Se hace, entiéndase: se hace producir; objeto a, con el objeto a. (Lacan, 1969/2012, p. 399)

Ese objeto a, inconmensurable, que apunta a la incompletud de lo simbólico - S(), no hay Otro del Otro, no hay metalenguaje -, no puede decirse. El objeto a, residuo de la operación de la transferencia y de la equivocación [meprise] del sujeto supuesto saber, con el que el psicoanalista se produce, es indecible. Se trata de algo que no se articula en el nivel de los dichos. Es la dit-mensión real del objeto, diferente de las versiones imaginarias del objeto que se leen en la fórmula del fantasma y que responden a las sustancias de goce. Esa definición del objeto hace borde a la inconmensurabilidad del 1. Discutido en los Seminarios 14, 15 y 16, el límite (matemático) que se formula 1+a se refiere a la incompletud del Otro. La debilidad de la verdad exige una respuesta en términos de saber. Saber que no está en el lugar de la verdad, sino que señala a lo imposible de todo-saber y de toda-verdad. ¿Cómo demostrar eso en cada uno de los casos? ¿Qué se transmite sobre ese saber acerca del límite? Lacan ya había orientado una respuesta al referirse al decir. Precisamente, es el inaudito que pasa en los dichos que será índice de ese saber.

En el Reseña sobre el seminario del acto analítico, Lacan afirma que "el acto (a secas) acontece por un decir" (Lacan, 1969/2012, p. 395). El objeto a es una pérdida real que, atravesada la operación-verdad, se presentifica en el momento electivo y tíquico del acto, dicho objeto es la causa de ese pasaje electivo de psicoanalizante a psicoanalista. Me llamó la atención la observación de Colette Soler cuando se pregunta, siguiendo a ese fragmento del Reseña sobre qué significa que Lacan afirme "no hay añadido que no la factura". Ella contesta que ninguna virtud puede ser añadida, ningún nuevo predicado. Si al principio de la operación de la transferencia está el sujeto del inconsciente al que se supone un saber, al final está la producción de la causa que operó para el psicoanalizante. El objeto a es una causa real.

Intentemos discernir "operar" y "producir". Es por la "operancia" que se puede "producir" ese saber sobre lo inconmensurable del 1, sobre lo indecible y sobre lo indecidible. Ese indecidible exige una nueva elección, distinta a la otra que se plantea en el principio de la transferencia. La elección del final articula, para algunos, el juicio íntimo y la pregunta de la sustentación de esa operancia, es decir: de ese lugar del agente en el discurso analítico. Al final, "no hay nada más que un objeto, nada a añadir (...). Cuando el psicoanalizante pasa para psicoanalista, no hay nada que añadir. Entiendan: nada a añadir a los dos elementos de la estructura" (Soler, 1999-2000, p. 139).

La operancia del psicoanalista articula la aporía y la paradoja del acto. La aporía indica dos imposibilidades: no podemos ser analizantes de nuestro acto, y no podemos ser analistas de nuestro análisis. Lacan pasa de esa aporía a la paradoja, es lo que propone para el dispositivo del pase: la transmisión de esa paradoja en la que se trata de obtener de aquél que se propone a ofrecer su testimonio tras el viraje de analizante a analista: que diga algo sobre lo que no se puede decir.

La paradoja del acto analítico se actualiza en la paradoja del dispositivo del pase. Cito a Colette Soler, en ese Seminario:

La paradoja del dispositivo del pase consiste en intentar interrogar el acto analítico desde el pasante, pero sabemos que no hay informe posible del acto, que el pasante no puede hacerse analizante de su pasaje al acto analítico. Sin embargo, el dispositivo, busca cernir el acto, no a partir de sus salidas, no del lado de los análisis concluidos, sino, como lo dice Lacan, en el momento en el que se instituye en el agente, vía el testimonio del pasante. (Soler, 1999-2000, p. 29)

No hay operancia del analista sin el deseo del analista y sin el acto psicoanalítico, es una cuestión de estructura. La paradoja del acto psicoanalítico en ese pasaje que apunta a un saber sobre la causa del deseo es una disposición a quien opera con él. "En la ética que se inaugura con el acto psicoanalítico, con menos etiqueta, que se nos perdone, de lo que hubiera sido jamás entrevisto por haber partido del acto, la lógica comanda, y es seguro ya que encontramos allí sus paradojas" (Lacan, 1969/2012, p. 400). La operación de la transferencia y lo que ella produce no permite que el acto se haga cómplice de la cura padrón. Sin embargo, para que un análisis entre en curso, hay una relación de complicidad necesaria que manifiesta la inscientia (ignorancia, falta de saber) del sujeto sobre su deseo y la inscientia del analista sobre qué él se produjo y sobre qué le permitió operar. "Con ellas nos remite el tratamiento del saber en la transferencia, que tiene como soporte el deseo del analista. Se trata del no saber constituido como tal, como vacío, como apelación del vacío en el centro del saber" (Berta, 2015, p. 164). Es esa inscientia la que define el saber del psicoanalista y que produce el poder agalmático de la palabra en la cura.

Si el acto no se hace cómplice de la cura padrón, el analista operando con lo que él produjo, por su acto, tiene una responsabilidad ética. Él responde desde una posición muy precisa para sostener la operación de la transferencia.

 

El analista en porte-à-faux y la equivocación del sujeto supuesto saber

En el seminario del Acto Analítico, en la clase de 17 de enero de 1968, tras observar que el objeto a es la realización de ese tipo de des-ser que atinge al sujeto supuesto saber, Lacan añade:

(...) el psicoanalista sabe ser destinado al des-ser que, por lo tanto, lo constituye, si así puedo decir, en un acto en porte-à-faux, puesto que él no es el sujeto supuesto saber, puesto que no puede serlo. Y si hay alguno que lo sepa es, entre todos, el psicoanalista. (Lacan, 17/1/1968, inédito)

La expresión porte-à-faux, en arquitectura, se refiere a instalaciones que están apoyo y que promueven cierto balance. En ellas, el punto de apoyo es un vacío, ahí no hay más soporte que el vacío mismo. Si se considera que lo que opera del psicoanalista no es un predicado, sino eso que se produjo, el objeto a, en concomitancia con la dimensión del decir - precisamente, Lacan empieza la clase del 17 de enero, diciendo: el acto es, por su dimensión misma, un decir -, si se considera entonces la producción del objeto a (indecible) y el acto definido como decir, para que ex-sista, lo que opera del psicoanalista es la condición necesaria de que no se apoye en el sujeto supuesto saber (aquí, debe localizarse la tarea analizante) y, entonces, que el analista, operando, sepa que dicho punto de apoyo es un vacío. La operancia del psicoanalista incluye ese apoyo en porte-à-faux. Eso permite que él sepa a dónde eso va a llevar: "El objeto pequeño a es la realización de esta especie de des-ser que golpea el sujeto supuesto saber" (Lacan, 17/1/1968, inédito). Precisamente, en esa lección de 17 de janeiro de 1968, Lacan retoma el objeto a y el 1, "esa inconmensurabilidad del pequeño a, esa relación del pequeño a con el 1, es allí donde se juega lo que aparecía como realización subjetiva al cabo de la tarea psicoanalítica" (Lacan, 17/1/1968, inédito).

En el texto "La operancia del psicoanalista y el deseo en cuestión" (Berta, 2015), escribí:

En 1967 la operancia del psicoanalista es definida como función lógica f(x). Curiosamente será en 1968-9 - clase de 5 de marzo de 1969 - que Lacan dirá que en el campo del saber, como supuesto, es necesario savoir-y-faire con la verdad, como castración. Sí, ¿pero cómo? Desde una posición que incluya el engaño [duperie] (Lacan, 1968-1969/2008, p. 203). Un incauto es alguien engañado por otro, añade Lacan. Precisamente, ser incautos por ese saber, medio de goce - que tiene como hermana la verdad, no toda - ser engañados hasta el cuello, puede llevarnos a sabor-y-faire con el deseo como escritura. Se capta aquí una modulación en lo que se refiere a la presencia del analista. Aquí el deseo del analista opera con la producción del objeto a.

El objeto a, causa de deseo, plus-de-gozar, agente y semblante en el discurso del analista, es uno de los nombres de la operancia del psicoanalista. Describe el borde, el límite de la serie: 1+a. Producir el deseo de saber... de lo imposible, desde una praxis que escribe ese borde, es uno de los nombres de la clínica psicoanalítica. Por esa razón, el analizante sigue el saber desde una posición dupe, y el analista sostiente desde esa posición porte-à-faux. Desde ahí, se lleva en consideración que la verdad sufre del significante [ce qui pâtit du signifiant] y por ello está en medio-decir. Es el pathos del signficante que determina el porte-à-faux desde donde opera el psicoanalista. Si cualquier hecho sólo se hace tal por el significante, el sujeto depende de ello, y la operancia del psiconalista también. Sin embargo, si el significante es semblante, lo real está en juego. El psicoanálisis es "un discurso sin palabras", como había escrito Lacan en la pizarra cuando empezó su Seminario 16: De un Outro al otro. Y por ese sendero ya anunciaba la dit-mensión y el decir.

Lo que del hecho no puede decirse se designa, pero en el decir, por su falta, y eso es la verdad. Por eso la verdad siempre se insinúa, pero puede inscribirse también de manera perfectamente calculada allí donde sólo ella tiene lugar, entre líneas. La sustancia de la verdad es justamente lo que padece por el significante - eso llega lejos -, lo que padece por su naturaleza, digamos. (Lacan, 1968-1969/2008, p. 61)

Eso dicho, saber le la posición en porte-à-faux permite hacer pasar del "acto en falso" (una de las traducciones de porte-à-faux) y ofrecer condiciones a la contingencia del acto, pues además de que el sujeto sabe qué está en juego [en-je] en un análisis es "el psicoanalista debe igualarse a la estructura que lo determina (...) en su posición de sujeto en tanto inscripta en lo real: una tal inscripción es lo que define propiamente el acto" (Lacan, 1967/2012c, p. 358). Aquí tenemos los antecedentes de lo que se dirá posteriormente acerca del sujeto real cuando Lacan formalice la clínica a partir del nudo borromeo.

 

Del pase

En el Discurso en la Escuela Freudiana de París (1967/2012b), realizado por Lacan a propósito de las críticas que se hicieron a su Proposición, contemporáneo, a su turno, a lo que había afirmado en su seminario sobre el acto analítico (1967), escribe: "El inconsciente, por su parte, no hace semblante. Y el deseo del Otro no es un querer de camelo" (Lacan, 1967/2012b, p. 299). Ni semblante ni querer hacen nudo entre inconsciente y deseo. Eso se acompaña mejor si se considera que ese discurso se escribió en el contexto de su afirmación sorprendente en su momento: el inconsciente, saber sin sujeto. El deseo del Otro no es un querer en la falta, el deseo del Otro es la alteridad delante de la cual, después de la travesía del fantasma, hay que tomar posición, y responder por ella, es decir, saber hacer con ella ahí.

Eso es lo que está en cuestión en el pase.

La cuestión se refiere no sólo al testimonio del pasante y a la transmisión de esos testimonios a los pasadores, sino a la elaboración de cada cartel del pase.

Escribí sobre eso en el texto que presenté en la Jornada de Escuela, en setiembre del 2017, en Río de Janeiro (Berta, 2018, pp. 14-18). En esa ocasión, distinguía el corte de la deducción, siguiendo las elaboraciones de Lacan y los aportes de nuestro compañero Michel Bousseyroux (2014, p. 68). Son los efectos de los cortes producidos por el no sentido y por la no relación lo que se transmite en un testimonio. Eso tiene efecto en la elaboración de un cartel de pase.

Sin embargo, y si un decir se infiere de los dichos, si los efectos del decir se infieren de los dichos, indico que en el trabajo de elaboración de los carteles de pase de los que he participado, eso también estuvo en juego. La elaboración posterior al encuentro con los pasadores, a partir de lo que han pasado ellos del testimonio de los pasantes, no ha sido un trabajo inmediato. La discusión del cartel e incluso los argumentos que se presentaron a los demás compañeros del Colegiado Internacional de la Garantía, tras la decisión del cartel, tiene efecto de enseñanza, con o sin nombramiento.

Por tanto, el corte que ultrapasa el esp-do-laps y que se infiere del testimonio, además de la escucha del malentendido [malentendu] señala algo qué me gustaría compartir en este momento, a modo de cuestión que tendremos que seguir trabajando. Retomo aquí algo que me ha interesado mucho en un debate reciente en el Fórum São Paulo, por ocasión de la primera presentación de la Analista de Escuela, Adriana Grosman. A partir de una pregunta, ella contestó que, en el testimonio la historia de la que se intenta atestiguar se descompleta. La Hystoire se descompleta, dije a ella en ese debate. Se trata de un movimiento que no podemos tomar como modelo. Sólo se produce, en el caso de que se produzca. Eso tiene efectos en el cartel y en su trabajo de elaboración. No se trata de un testimonio organizado o desorganizado, es solamente la descompletud lo que se transmite. Es la infinitud latente que puede o no evocarse en el pasaje del testimonio. Hay, de hecho, una paradoja para atestiguar de la verdad mentirosa, porque la tendencia es que se haga de ese testimonio, una nueva verdad. Es posible que ese saber sobre la descompletud coadune con los afectos del fin y que eso se transmita. Es posible que esa "certeza del fin" no haga opaca esa disposición al acto psicoanalítico y a la operancia en cuestión y por venir.

 

Para concluir

Facultar al sujeto su verdad que sufre del significante es muy distinto a convocarlo a decir la verdad. Así se establece y se señala que la operancia psicoanalítica se sabe en porte-à-faux. Dicha operancia lleva en consideración que el inconsciente juega con efectos de lenguaje, pero que es saber sin sujeto, que la insciencia es signo del saber no sabido, que el desecho de la operación analítica es concomitante al engaño del sujeto supuesto saber, que es con la producción de la causa real del objeto a que "hay del psicoanalista" [il y a du psychanalyste] poder operar, que la contingencia del acto tendrá lugar si lo que opera lleva en cuenta esa posición particular que hoy subrayo con la expresión "porte-à-faux". La seguridad que el sujeto obtiene del fantasma tiembla a la entrada y al final del análisis. Esa es la travesía. De ahí adviene, a veces, el deseo del analista, a escribirse como "x" y con el que, se espera, opere en dirección a la cura. Esa es una disposición del inconsciente pues, si los analistas forman parte del inconsciente, deben operar, con el inconsciente saber sin sujeto, como causa. Incluso, para el que lo decida, poner a prueba eso desde el testimonio ofrecido a la Escuela.

 

Referencias bibliográficas

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Recebido: 11/06/2018
Aprovado: 11/06/2018

 

 

* Versión en español de Wilson Alves-Bezerra
1 Mais cela peut tout de même aussi, cette conjonction de deux mots : l'acte psychana lytique, nous évoque quelque chose de bien différent, à savoir l'acte tel qu'il opère psychanalytiquement, ce que le psychanalyste dirige de son action dans l'opérance psychanalytique. Alors là bien sûr, nous sommes à un tout autre niveau.
- Est-ce que c'est l'interprétation ?
- Est-ce que c'est le transfert à quoi nous sommes ainsi portés ?
- Quelle est l'essence de ce qui du psychanalyste en tant qu'opérant est acte ?
- Quelle est sa part dans le jeu ?

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