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Psicologia em Revista

versão impressa ISSN 1677-1168

Psicol. rev. (Belo Horizonte) vol.16 no.3 Belo Horizonte abr. 2010

 

ARTIGO

 

Resiliência e enfrentamento do estresse em adolescentes: efeitos mediadores dos valores culturais

 

Resiliencia y afrontamiento del estrés en adolescentes: efectos mediadores de los valores culturales

 

Resilience and coping with stress in adolescents: mediating effects of cultural values

 

Alicia OmarI*; Sergio Henrique Almeida da Silva JuniorII**; Laura ParisIII***; Marcos Aguiar de SouzaIV****; Rebeca del Pino PeñaV*****

IUniversidad Nacional de Rosario.
IIEscuela Nacional de Salud Pública ENSP/Fiocruz.
IIIFacultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, Pontificia Universidad Católica Argentina.
IVInstituto de Educación, Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro.
VUniversidad del Valle de México, Universidad Nacional Autónoma de México.

 

 


RESUMO

Este estudo teve dois objetivos: a) analisar as relações entre resiliência e estratégias de enfrentamento do estresse e b) explorar o rol dos valores pessoais sobre tais relações. A investigação se deu por meio de uma amostra composta por 1 512 estudantes (484 argentinos, 363 brasileiros e 665 mexicanos), que preencheram uma seleção de instrumentos desenvolvidos para explorar resiliência, enfrentamento do estresse e valores pessoais. As análises de correlação mostraram relações significativas entre resiliência e estratégias positivas de enfrentamento do estresse. As análises de regressão mediada indicaram que tanto o individualismo horizontal como o coletivismo horizontal moderam as relações entre resiliência e enfretamento positivo. Tais resultados permitem concluir que o sentimento de igualdade (horizontalidade) entre os membros do grupo é o principal mediador entre o adolescente, as demandas do meio ambiente, seus recursos para enfrentá-las e o desenvolvimento da resiliência.

Palavras-chave: resiliência; enfrentamento do estresse; coletivismo; individualismo; horizontalidade.


ABSTRACT

The aim of this study was twofold: a) to explore the relationships between resilience and coping strategies with stress; and b) to examine the role of personal values on such relationships. The research was conducted with a sample consisting of 1512 students (484 Argentines, 363 Brazilians, and 665 Mexicans) who filled a selection of recognized instruments developed to explore resilience, coping with stress and personal values. Correlation analysis showed significant relationships between resilience and positive coping strategies. Mediated regression analysis indicated that both, horizontal individualism and horizontal collectivism, are good mediators of the relationship between resilience and positive coping. These results strongly suggest that the sense of equality (horizontal) among members of the group is the main mediator between the adolescent, the demands of the environment, their resources to cope and develop resilience.

Keywords: resilience; coping with stress; collectivism; individualism; horizontality.


RESUMEN

El objetivo del presente estudio fue doble: a) analizar las relaciones entre resiliencia y estrategias de afrontamiento del estrés, y b) explorar el rol de los valores personales sobre tales relaciones. La investigación se llevó a cabo con una muestra integrada por 1512 estudiantes (484 argentinos, 363 brasileros y 665 mexicanos), quienes completaron una selección de reconocidos instrumentos desarrollados para explorar resiliencia, afrontamiento del estrés y valores personales. Análisis de correlación mostraron significativas relaciones entre resiliencia y estrategias positivas de afrontamiento. Análisis de regresión mediada indicaron que tanto el Individualismo Horizontal, como el Colectivismo Horizontal moderan las relaciones entre resiliencia y afrontamiento. Tales resultados permiten concluir que el sentimiento de igualdad (horizontalidad) entre los miembros del grupo es el principal mediador entre el adolescente, las demandas del medio ambiente, sus recursos para afrontarlas y el desarrollo de la resiliencia.

Palabras clave: resiliencia; afrontamiento del estrés; colectivismo; individualismo; horizontalidad.


 

 

La adolescencia es un período de considerable estrés e incertidumbre, producto de una multitud de nuevos desafíos ambientales. Afrontar adecuadamente tales desafíos es una parte esencial de la transición de esta etapa evolutiva a la independencia, la identidad personal y la autonomía.

En tanto que un inadecuado manejo del estrés puede generar problemas psicológicos y sociales (Steinhardt & Dolbier, 2008).

Lazarus y Folkman (1984) definen al estrés como una transacción con el medio ambiente, mediante la cual las personas evalúan las exigencias ambientales y su capacidad para satisfacer tales demandas. A su vez, definen al coping (o afrontamiento del estrés), como los esfuerzos individuales por manejar las demandas estresantes y mantener el control de los acontecimientos a través de mecanismos de evaluación cognitiva. Si luego de evaluar la situación la persona se siente incapaz para afrontar las demandas, el resultado es el estrés. La valoración que haga el individuo de la situación y de las estrategias de afrontamiento disponibles, depende tanto del medio ambiente como de sus características personales. Recientemente, Kristensen, Schaefer y Busnello (2010), han señalado que no existe una traducción para la lengua portuguesa de la palabra coping, aunque muchos autores utilizan la palabra enfrentamento. Similar observación fue realizada por Omar (1995) cuando puntualizó que se usa el término afrontamiento por no existir una traducción de la palabra coping para la lengua española. Por lo que en el presente estudio se emplearán indistintamente los términos coping y afrontamiento (enfrentamento).

Los especialistas han señalado que el coping juega un papel importante en la interacción entre las situaciones estresantes y la adaptación (Rutter & Rutter, 2002). Un afrontamiento exitoso puede llevar a nuevos afrontamientos exitosos para concluir, finalmente, en la adaptación (Kumpfer, 1999). En este sentido, Li (2008) ha puntualizado que para comprender mejor los mecanismos subyacentes a la adaptación frente al estrés, los investigadores están explorando el proceso por el cual se desarrolla la resiliencia (Earvolino-Ramirez, 2007). En el presente estudio se define resiliencia como "una característica de la personalidad que modera los efectos negativos del estrés y promueve la adaptación" (Wagnild & Young, 1993, p. 165). En línea con tal concepción, recientemente se ha postulado (Ahern, Ark, & Byers, 2008; Seaton & Beaumont, 2008) que la resiliencia puede ser considerada el resultado de una buena adaptación a las situaciones estresantes.

Los estudios sobre resiliencia muestran que los individuos resilientes tienden a utilizar estrategias activas de afrontamiento (Burnham, 2009; Gilligan, 2008). El afrontamiento activo puede ser conductual o cognitivo. Por ejemplo, los adolescentes con temor a fracasar en un examen pueden solicitar orientación (afrontamiento conductual) o reformular el sentido del fracaso académico (afrontamiento cognitivo). Aunque coping activo no es sinónimo de afrontamiento exitoso, los investigadores coinciden en que las personas que utilizan estrategias activas de afrontamiento tienen más probabilidades de experimentar menos estrés (Anthony, 2008). Aunque no todas las estrategias de coping son igualmente eficaces, pareciera que la búsqueda de apoyo social y la solución activa del problema son estrategias positivas, que juegan un papel importante en el proceso de desarrollo de la resiliencia (Ruus et al., 2007). En tanto que la negación del problema, la inactividad, el consumo de alcohol y drogas, el hacerse ilusiones y el autoinculparse, forman parte de las estrategias negativas o ineficaces (Ahern et al., 2008).

La literatura sugiere que los estilos de afrontamiento positivos son los mejores predictores de bienestar (Gilligan, 2008). Aunque la necesidad de sentirse bien y feliz es universal, la forma de llegar a entender el significado de esta necesidad está impregnada por la cultura (Utsey, Bolden, Lanier, & Williams III, 2007a). El contexto cultural determina cómo los individuos reaccionan frente a los factores estresantes y mantienen un funcionamiento saludable (Utsey, Hook, Fisher, & Belvet, 2008). Las diferencias culturales, argumentan Kitayama y Markus (1995), se extienden sobre un "continuum" comprendido entre la independencia (individualismo) y la interdependencia (colectivismo). Estudios recientes (Pinkerton & Dolan, 2007; Utsey et al., 2008), han explorado como interactúa el individualismo y el colectivismo con el bienestar, el optimismo, los procesos de socialización, la satisfacción y la resiliencia; y han indicado que sobre este "continuum" se ubica una gama de estilos de afrontamiento diferenciales.

Utsey y sus colaboradores (2008), explican que las culturas colectivistas enfatizan las interrelaciones y la conexión con la familia extendida y que, precisamente, son estos componentes los que conforman sus estrategias de afrontamiento. Plantean que la espiritualidad, la armonía, el equilibrio colectivo y el énfasis en los rituales, son la base de las conductas de afrontamiento de las culturas colectivistas. Por su parte, Wilson, Moore, Boyd, Easley y Russell (2008) han informado que los colectivistas se inclinan por el empleo de la búsqueda de apoyo social debido a su fuerte necesidad de afiliación. Observaciones que coinciden con las de Pinkerton y Dolan, (2007), quienes muestran que, en general, los miembros de culturas colectivistas tienen como fuentes de apoyo social a la familia, amistades y vecinos. Agregan que estos vínculos con el grupo primario tienen un efecto amortiguador del estrés que producen los entornos hostiles postmodernos, por lo que concluyen señalando que el apoyo social percibido juega un papel crucial en el afrontamiento exitoso del estrés, y contribuye a aumentar el bienestar y la resiliencia.

Focalizando sobre culturas concretas, evidencias recientes (Steinhardt & Dolbier, 2008) indican que los norteamericanos y los europeos optan por afrontamientos basados en el individualismo, la autonomía y la libertad de expresión. Se trata de estrategias de afrontamiento enraizadas en la "supervivencia del más apto", mentalidad que refleja la independencia, la competencia y la autonomía, como factores clave del funcionamiento psicológico positivo. Los asiáticos y africanos, a diferencia de sus contrapartes occidentales, prefieren afrontamientos basados en el colectivismo, lo que refleja la importancia asignada a la interdependencia y a los vínculos familiares y grupales (Punamäki & Alumran, 2008; Wilson et al., 2008). Sobre las estrategias de afrontamiento típicas de los latinoamericanos es muy poco lo que se sabe porque prácticamente no existen estudios sobre el particular y, mucho menos, sobre las formas cotidianas que tienen los adolescentes de afrontar el estrés. De acuerdo con los hallazgos del estudio pionero de Hofstede (1980) e investigaciones posteriores (Omar, Uribe Delgado, Ferreira, Assmar, Terrones, & Galaz, 2007; Omar & Urteaga, 2008), la mayoría de los países latinoamericanos se ubican entre los más colectivistas, por lo que, apriorísticamente, se podría suponer que presentarán estrategias de afrontamiento típicamente colectivistas. Sin embargo, como lo ha señalado Kagitcibasi (1997), a medida que crece la urbanización de los países en vías de desarrollo decrece la interdependencia intergeneracional, lo que contribuye a disminuir el colectivismo y aumentar el individualismo. Por lo tanto, es importante considerar si esa particular circunstancia tiene alguna implicancia en la forma habitual de afrontar el estrés. Por consiguiente, y frente a este panorama, el propósito del presente estudio fue doble: por un lado, examinar, en muestras de estudiantes argentinos, brasileros y mexicanos, las posibles asociaciones entre la resiliencia y el tipo de estrategias de afrontamiento del estrés habitualmente empleado y, por otro lado, analizar el impacto de los valores personales sobre tales asociaciones.

 

Metodo

Participantes

Se trabajó con una muestra por disponibilidad de 1512 alumnos matriculados en escuelas y universidades públicas y privadas de Argentina (484) Brasil (363) y México (665), de los cuales 876 fueron mujeres. La edad de los participantes varió entre 16 y 26 años (media= 19,61; desvío típico= 2,49). La muestra argentina estuvo integrada por estudiantes de la zona centro del país (50% de la ciudad de Rosario, 20% provenientes de localidades próximas a Rosario y el 30% restante, oriundos de la ciudad de Paraná). La muestra brasilera estuvo integrada por estudiantes de la región metropolitana del estado de Río de Janeiro (40% radicados en la ciudad de Seropédica, 30% en Nueva Iguazú y 30% en Campo Grande). La muestra mexicana se integró con un 70% de alumnos radicados en la zona central del país (Distrito Federal y Tlanepantla y Naucalpan, municipios localizados en la zona metropolitana del Distrito Federal), un 15% radicados en Mérida (la ciudad más importante del sur mexicano) y el restante 15% proveniente de Monterrey (una de las localidades más relevantes del norte mexicano). La composición detallada de la muestra se presenta en la Tabla 1.

 

 

Instrumentos

La totalidad de los sujetos respondieron un cuadernillo preparado en su idioma oficial (español para argentinos y mexicanos, y portugués para brasileros), diseñado para explorar las siguientes variables:

Resiliencia. Fue explorada mediante una versión reducida de la validación transcultural (Almeida da Silva, Aguiar de Souza & Omar, 2009), de la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young (1993). Esta validación fue realizada con adolescentes brasileros, argentinos y mexicanos. La escala está integrada por 12 ítems con formato Likert de 5 puntos (1= totalmente en desacuerdo; 5= totalmente de acuerdo), distribuidos en tres subescalas: Realización Personal (ej: Me siento orgulloso de haber conseguido cosas en la vida; a= 0,87); Autodeterminación (ej.: Puedo superar momentos difíciles porque ya he pasado por dificultades; a= 0,82) y Autoconfianza (ej.: Soy capaz de valerme por mí mismo; a= 0,91).

Afrontamiento (coping). Fue explorado mediante la Escala de Afrontamiento del Estrés para Adolescentes (Frydenberg, 1997), precedida por la pregunta ¿Qué hacés cuando estás frente a un problema? La escala está integrada por 18 ítems agrupados en dos subescalas: Estrategias positivas o adaptativas (ej: Me dedico a resolver el problema poniendo en juego todas mis capacidades; a=0,81) y Estrategias negativas o desadaptativas (ej.: Intento sentirme mejor bebiendo alcohol, fumando o tomando drogas; a= 0,78). Ambas subescalas están integradas por 9 ítems cada una, con formato Likert de 5 puntos, variando de "nunca" a siempre". Para su empleo en el presente estudio, los ítems originales en inglés fueron traducidos al español y al portugués, respectivamente, por los autores del presente artículo y luego retraducidos por dos expertos bilingües en cada caso. Cada experto retradujo los ítems de manera independiente. Finalmente, la traducción fue revisada por especialistas en psicología del desarrollo y de la salud (tanto hispano como lusoparlantes), a efectos de garantizar la validez de contenido del instrumento.

Valores personales. La orientación axiológica fue explorada mediante la validación transcultural (Omar, Maltaneres, Bragagnolo, & Paris, 2007) de la Escala de Individualismo-Colectivismo desarrollada por Singelis, Triandis, Bhawuk y Gelfand (1995). La validación transcultural fue realizada con muestras de adolescentes argentinos, brasileros, mexicanos y peruanos. La escala está integrada por 32 ítems con formato Likert de 5 puntos, variando de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo), que evalúan las dimensiones de colectivismo horizontal (CH), colectivismo vertical (CV), individualismo horizontal (IH) e individualismo vertical (IV), a través de 8 ítems cada una. La dimensión CH se caracteriza por la cooperación y la preservación de la armonía grupal (ej: Me siento bien cuando colaboro con los demás; a= 0,76). La dimensión CV privilegia las metas grupales sobre las individuales (ej.: Haría lo que agrade a mi familia, aún cuando a mí no me guste esa actividad; a= 0,78). La dimensión IH enfatiza la independencia y la autonomía (ej.: Me gusta ser único y diferente a los otros de muchas maneras; a= 0,83). La dimensión IV enfatiza el poder y la competencia, (ej.: Es importante hacer mi trabajo mejor que los demás; a= 0,80).

Variables sociodemográficas. El cuadernillo se completó con un conjunto de preguntas orientadas a conocer la edad (medida por extenso, y posteriormente dicotomizada como 1= menores, entre 16 y 20 años; 2= mayores, entre 21 y 26 años), el sexo (operacionalizado como variable dummy, 1= varón; 2= mujer) y la nacionalidad de cada participante (1= argentinos; 2= brasileros y 3= mexicanos).

 

Procedimiento

Los participantes fueron contactados en sus lugares de clase y luego de hacerles conocer los objetivos del estudio fueron invitados a participar en el mismo. Sólo participaron los estudiantes que aceptaron hacerlo voluntariamente después de firmar un protocolo de consentimiento informado. En todos los casos, los sujetos respondieron a los cuestionarios dentro de su propia institución educativa, en horarios de clase y en lugares físicos especialmente destinados por las autoridades escolares para tal propósito. Se garantizó el anonimato y la confidencialidad de la información suministrada, remarcando que la misma sería empleada sólo con fines de investigación científica.

Análisis de los datos

En primer lugar, y a efectos de verificar las posibles relaciones entre resiliencia y estrategias de afrontamiento del estrés, se calcularon los correspondientes coeficientes de correlación producto momento de Pearson entre tales variables para la muestra total. Seguidamente, se calcularon sendas pruebas "t" de Student a efectos de comparar las medias frente a las variables en estudio (resiliencia, afrontamiento positivo y afrontamiento negativo) en función del sexo (varones y mujeres) y la edad (menores y mayores) de los adolescentes. A continuación, se calcularon análisis de la varianza (ANOVA) con el propósito de comparar las medias en las variables medidas en función de la nacionalidad de los sujetos. Finalmente, con el propósito de conocer el papel de los valores personales sobre las relaciones entre resiliencia y afrontamiento, se calculó un conjunto de análisis de regresión mediada para la muestra total. En cada uno de estos análisis se ingresó el afrontamiento como variable independiente, conjuntamente con las variables sociodemográficas a fin de controlar su efecto sobre la resiliencia (variable dependiente) de los adolescentes. Estrategia que es recomendada por Cohen y Cohen (1983), cuando se sospecha que las variables sociodemográficas pueden explicar porciones significativas de la varianza de la variable dependiente, aún cuando se trate de variables dicotómicas. En este caso específico, la existencia de estudios que indican que el sexo, la edad (Ahern et al., 2008; Ruus et al., 2007), la raza, la nacionalidad (Steinhardt & Dolbier, 2008) y otros factores similares podrían ser buenos predictores de la resiliencia, ameritó tal procedimiento. Para la determinación de la mediación se optó por el procedimiento desarrollado por Baron y Kenny (1986). Este enfoque consiste en tres pasos: primero, el mediador (valores) es regresado sobre la variable independiente (afrontamiento); segundo, la variable dependiente (resiliencia) es regresada sobre la variable independiente (afrontamiento) y, finalmente, la variable dependiente (resiliencia) es regresada simultáneamente sobre la variable independiente (afrontamiento) y el mediador (valores personales). Para que exista mediación se deben dar las siguientes relaciones: en la primera ecuación, la variable independiente debe tener efecto significativo sobre el mediador. En la segunda ecuación, la variable independiente debe tener efecto significativo sobre la variable dependiente. Y en la tercera ecuación, el mediador debe tener efecto significativo sobre la variable dependiente. Además el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente debe ser menor en la tercera que en la segunda ecuación. Las Tablas 2 a 5 muestran los resultados de los análisis de regresión mediada ejecutados.

 

Resultados y discusión

El análisis de correlación para la muestra total, mostró una asociación significativa de la resiliencia con el afrontamiento positivo (r= 0,39; p<0,01), en tanto que dejó en evidencia la inexistencia de relaciones entre resiliencia y afrontamiento negativo. El análisis de las diferencias de medias en función del sexo de los adolescentes, indicó que los varones (x=3,90; DP= 0,52) son más resilientes ("t"(1510)= 3,42; p<0,001) que las mujeres (x= 3,81; DP= 0,56), y emplean con más frecuencia ("t"(1510)= 2,18; p<0,001) estrategias de afrontamiento positivo (x=3,89; DP= 0,54) que las mujeres (x= 3,47; DP= 0,58). Con respecto a la edad, se observó que los adolescentes mayores (x=3,97; DP= 0,53) son significativamente más resilientes ("t" (1510)= 7,08; p<0,000) que los menores (x= 3,77; DP= 0,55), y emplean con más frecuencia ("t"(1510)= 2,55; p<0,01) estrategias de afrontamiento positivo frente al estrés (x=3,73; DP= 0,53) que los de menor edad (x= 3,65; DP= 0,58). No se registraron diferencias significativas en cuanto al empleo del coping negativo en función del sexo ni de la edad. En lo que hace a la nacionalidad de los adolescentes, los análisis de la varianza (ANOVA) indicaron diferencias significativas tanto en resiliencia (F1509 (2)= 140,50; p<0,000), como en afrontamiento positivo (F1509 (2)= 5,28; p<0,005). Las comparaciones a posteriori y la inspección de los subconjuntos homogéneos de Tuckey (HSD), mostraron que la mayor media en resiliencia de los adolescentes mexicanos (x=4,02; DP= 0,55) los diferenciaron del subgrupo conformado por los adolescentes argentinos (x=3,87; DP= 0,40) y los brasileros (x= 3,85; DP= 0,45). En relación con el empleo de las estrategias de afrontamiento positivas, se observó una distribución similar, desde el momento que la media de los mexicanos (x=3,73; DP= 0,60) fue significativamente diferente a la media de los brasileros (x= 3,47; DP= 0,58) y de los argentinos (x=3,43; DP= 0,50) quienes aparecieron formando un subconjunto homogéneo.

Seguidamente, y con el propósito de analizar el rol de los valores (CH, CV, IH, IV) sobre las relaciones entre resiliencia y estrategia de afrontamiento, se procedió al cálculo de los respectivos análisis de regresión mediada (Tablas2-5). Como sólo las estrategias de afrontamiento positivo presentaron correlaciones estadísticamente significativas con la resiliencia, se calcularon solamente los análisis de regresión correspondientes a este tipo de afrontamiento.

 

 

A partir de la Tabla 2 se pueden observar las siguientes relaciones: en la primera ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo) tiene un efecto positivo y significativo (b= 0,31; p<0,01) sobre el mediador (CH). En la segunda ecuación, la variable independiente, también presenta un efecto positivo y significativo (b= 0,38; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia). En la tercera ecuación, cuando la resiliencia (variable dependiente) fue regresada simultáneamente sobre la variable independiente (afrontamiento positivo) y el mediador (CH), el efecto del mediador fue estadísticamente significativo (b= 0,11; p<0,01). Además, y tal como lo indica el procedimiento de Baron y Kenny (1986), el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente fue menor en la tercera (b= 0,34; p<0,01) que en la segunda ecuación (b= 0,38; p<0,01), dándole, entonces, total apoyo al rol mediador del colectivismo horizontal en las relaciones entre resiliencia y empleo de estrategias de afrontamiento positivo.

 

 

Los datos de la Tabla 3 permiten observar las siguientes relaciones: en la primera ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo) tiene un efecto positivo y significativo (b= 0,17; p<0,01) sobre el mediador (CV). En la segunda ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo), también presenta un efecto positivo y muy significativo (b= 0,38; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia). En la tercera ecuación, en cambio, si bien la variable independiente (afrontamiento positivo) sigue manteniendo un efecto muy significativo sobre la variable dependiente (resiliencia), el mediador (CV) pierde fuerza explicativa (b= 0,06; p<0,05). Si a esto se le agrega que, contrariamente a las recomendaciones de Baron y Kenny (1986), el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente es mayor en la tercera (b= 0,39; p<0,01) que en la segunda ecuación (b= 0,38; p<0,01), entonces no queda establecido el rol mediador del colectivismo vertical en las relaciones entre resiliencia y empleo de estrategias de afrontamiento positivo.

 

 

Como se desprende de la Tabla 4, se verifica el papel mediador del IH (individualismo horizontal) en las relaciones entre resiliencia y estrategias de afrontamiento positivo, ya que se cumplen todas las condiciones enumeradas por Baron y Kenny (1986). Vale decir, en la primera ecuación la variable independiente (afrontamiento positivo) tiene un efecto positivo y significativo (b= 0,35; p<0,01) sobre el mediador (IH). En la segunda ecuación, la variable independiente, también presenta un efecto positivo y significativo (b= 0,38; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia). En la tercera ecuación, el mediador (IH) presenta un efecto significativo (b= 0,28; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia). Finalmente, el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente es menor en la tercera (b= 0,28; p<0,01) que en la segunda ecuación (b= 0,38; p<0,01).

 

 

Los datos de la Tabla 5 muestran que, en términos generales, se dan todas las relaciones especificadas por Baron y Kenny (1986) para que exista mediación, no obstante, profundizando el análisis se puede observar que el IV no surge como un mediador particularmente potente entre la resiliencia y las estrategias positivas de coping. Los valores obtenidos muestran que, en la primera ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo) tiene un efecto positivo y significativo (b= 0,10; p<0,01) sobre el mediador (IV). En la segunda ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo), también presenta un efecto positivo y muy significativo (b= 0,38; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia). En la tercera ecuación, la variable independiente (afrontamiento positivo) sigue manteniendo un efecto muy significativo (b= 0,37; p<0,01) sobre la variable dependiente (resiliencia) y el mediador (IV) influye sobre la resiliencia, aunque sin contundencia (b= 0,08; p<0,01). La pérdida de fuerza mediadora del IV se advierte también a partir de la inspección de los coeficientes de regresión de cada uno de los modelos. Al respecto, en la segunda ecuación se puede observar que el afrontamiento positivo contribuye significativamente a la ecuación de regresión, explicando casi el 38% de la varianza de la resiliencia (F1507 (4)= 80,648; 0.01). En tanto que en la tercera ecuación, el ingreso del IV sólo agrega un 8,7% adicional al modelo (F1507 (5)= 67,377; 0.01) mientras que el afrontamiento positivo sigue explicando una porción importante (37,10%) de la varianza de la resiliencia.

 

Conclusiones

Los episodios de estrés psicológico entre los jóvenes y los adolescentes son cada vez más comunes (Steinhardt & Dolbier, 2008), siendo los estresores numerosos y variados, tales como factores intrapersonales (por ejemplo, los cambios en los hábitos de dormir y comer), académicos (por ejemplo, aumento de demandas escolares), interpersonales (por ejemplo, el cambio en las actividades sociales), y ambientales (por ejemplo, problemas asociados con el uso de la computadora). La exposición a estos estresores en combinación con las limitaciones propias de la adolescencia para afrontar el estrés, convierten a los adolescentes en una población particularmente vulnerable. Sin embargo, y a partir de afrontamientos adecuados, muchos adolescentes logran una buena adaptación, transformándose en individuos resilientes. De allí que el primer objetivo del presente estudio fue identificar las posibles vinculaciones entre las formas habituales de afrontar el estrés y el desarrollo de la resiliencia en amplios grupos de adolescentes escolarizados de Argentina, Brasil y México.

En este sentido, los resultados obtenidos muestran asociaciones significativas entre la resiliencia y el empleo de estrategias de coping positivo. Tales hallazgos coinciden con los informados recientemente por Li (2008) obtenidos con muestras de adolescentes asiáticos (taiwaneses). Al respecto, la autora señala que entre los estudiantes taiwaneses, el rasgo de resiliencia fue el predictor más efectivo del empleo de coping activo frente a situaciones de alto, medio y bajo estrés. Tal evidencia se agrega a las presentadas por otros investigadores en el sentido que las personas resilientes tienden a afrontamientos activos cuando se encuentran con situaciones estresantes (Campbell-Sills, Cohan, & Stein, 2006; Kristensen et al., 2010).

Los resultados obtenidos también muestran diferencias debidas al sexo, desde el momento que los varones, independientemente de su país de origen, aparecen como más resilientes e inclinados por el empleo de estrategias de coping activo. En la bibliografía científica publicada (Ahern et al., 2008; Câmara & Carlotto, 2007), tales diferencias están bien establecidas y reproducen ciertos patrones típicos de afrontamiento: las mujeres adolescentes hacen frente al estrés expresando sus emociones y buscando apoyo social, mientras que los varones adolescentes usan estrategias de reestructuración cognitiva, de escape, de insensibilidad emocional, o concentrándose en actividades relajantes (Gilligan, 2008; Philippe, Lecours, & Beaulieu-Pelletier, 2009).

Los resultados indican, además, diferencias debidas a la edad de los estudiantes, habida cuenta que los de mayor edad se perfilan como más resilientes y más inclinados al empleo de estrategias de coping activo, que los menores. Estos resultados coinciden con los hallazgos comunicados por Tusaie, Puskar y Sereika (2007) quienes observan que con el aumento de la edad se emplean estrategias más maduras y adecuadas. A su vez, el trabajo de Ruus et al. (2007) confirma que los adolescentes mayores usan un repertorio más amplio de estilos de afrontamiento que los más jóvenes y agregan que la pubertad, como período de desarrollo inestable y tormentoso, puede caracterizarse por el empleo de estrategias de coping contraproducentes y poco saludables. En este sentido, Frydenberg (1997) ya había informado que las respuestas de afrontamiento de la pubertad reflejan las tendencias a la oposición y al mal humor que caracteriza a esta etapa evolutiva; y que los estudiantes más jóvenes utilizan menos estrategias basadas en el trabajo y los esfuerzos orientados al logro, optando por reducir la tensión a través de estilos de afrontamiento no productivos, tales como evadirse y consumir alcohol y drogas.

Las diferencias en resiliencia y estilos de afrontamiento observadas en función de la nacionalidad de los adolescentes, estarían en consonancia con los hallazgos comunicados por Punamäki y Alumran (2008); Steinhardt y Dolbier (2008), y Wilson et al. (2008), quienes informan estilos de coping propios e idiosincráticos de europeos, africanos, asiáticos y norteamericanos. No obstante, como en este caso los tres países considerados pertenecen a un mismo bloque, el de los latinoamericanos, posiblemente el marco explicativo de los mayores puntajes en resiliencia y empleo de coping positivo por parte de los adolescentes mexicanos estaría provisto por las observaciones de Utsey et al. (2008), quienes sostienen que los sistemas sociales que han debido soportar agresiones políticas, económicas e, incluso, naturales (como podrían ser el terremoto de 1985 en la ciudad de México, el huracán Gilberto en Yucatán en 1988, las inundaciones de 2007 en Tabasco, etc.), incrementan su capacidad de aprender de la adversidad y se fortalecen para afrontar el futuro.

En cuanto al segundo objetivo, referido a analizar el impacto de los valores personales en las relaciones entre resiliencia y afrontamiento positivo, los resultados obtenidos indican que, efectivamente, los valores mediatizan las relaciones entre ambas variables. No obstante, de la verificación realizada surge que el rasgo más distintivo es el de la horizontalidad, más que el del colectivismo o el del individualismo per se, ya que tanto el Colectivismo Horizontal, como el Individualismo Horizontal aparecieron como los valores mediadores más fuertes. Para poder interpretar adecuadamente este hallazgo es conveniente considerar, al menos, dos aspectos cruciales.

En primer lugar, no hay que perder de vista que los atributos horizontal y vertical son propios de la dimensión distancia al poder, asociada al grado con que los miembros de una sociedad aceptan una desigual distribución de poder, prestigio y riquezas. Cuando Triandis y sus colaboradores (Singelis, Triandis, Bhawuk & Gelfand, 1995) enriquecieron la tipología axiológica propuesta por Hofstede (1980), combinando las dimensiones de individualismo y colectivismo con los atributos de horizontal y vertical, dieron origen a los constructos de individualismo y colectivismo verticales (si enfatizan las diferencias en estatus y jerarquías) y de individualismo y colectivismo horizontales (si enfatizan la igualdad en cuanto a estatus). Los resultados obtenidos estarían indicando, entonces, que sería esa orientación a la igualdad, a percibirse similares a los demás, especialmente en estatus y posición social, la que influiría en las relaciones entre resiliencia y empleo concreto de estrategias de afrontamiento entre los adolescentes en estudio.

En segundo lugar, tampoco hay que perder de vista que desde que la psicología ha comenzado a reconocer la contribución de la cultura a la salud mental, se han propuesto diferentes modelos (Constantine & Sue, 2006; Utsey et al., 2007a; Utsey, Bolden, Williams, Lee, & Lanier, 2007b; Utsey, Hook, & Stanard, 2007c) con la intención de explicar cómo las variables culturales impactan sobre el funcionamiento saludable de las personas. En esta línea de investigaciones, se ha informado, por ejemplo, que tener una identidad racial positiva (Utsey et al., 2008) favorece el funcionamiento armónico; que las personas con actitudes positivas acerca de su propia raza tienen menos estrés y mejor salud mental; y que el bienestar psicológico requiere el rechazo activo de las jerarquías socialmente construidas sobre la base de alguna supuesta diferencia racial, étnica o cultural (Constantine & Sue, 2006). Extrapolando tales hallazgos, en el presente caso también podríamos concluir que el sentimiento de igualdad (horizontalidad) entre los miembros del grupo (y por ende, el rechazo activo de cualquier jerarquía socialmente construida) constituiría un factor mediador entre las demandas del medio ambiente, los recursos del adolescente para afrontarlas, y el desarrollo de la resiliencia.

Finalmente, es conveniente destacar que como toda investigación empírica, el presente estudio presenta algunas fortalezas y limitaciones que merecen ser comentadas. Entre las limitaciones hay que señalar la composición de la muestra en estudio, ya que por estar integrada por disponibilidad impediría la generalización de los resultados a toda la población de jóvenes y adolescentes argentinos, brasileros y mexicanos. Sin embargo, como estuvieron representadas diversas zonas geográficas de cada país se podría anticipar que, a mayor heterogeneidad de la muestra mayor representatividad, en sintonía con lo puntualizado recientemente (Skytt, Ljunggren, & Carlsson, 2007). Otra limitación del estudio estaría referida al carácter autodescriptivo de los instrumentos empleados para la recolección de los datos, aspecto que podría haber generado tanto sesgos derivados de la varianza del método común (Podsakoff, MacKenzie, Lee, & Podsakoff, 2003), como una mayor tendencia a la deseabilidad social. En este sentido, los participantes pueden haber ofrecido respuestas movilizadas por el deseo de presentar una imagen mejorada de sí mismos. Por lo que en futuras exploraciones sería conveniente, entonces, incorporar a la batería de exploración alguna de las numerosas y confiables escalas de deseabilidad social disponibles, así como otras técnicas (entrevistas, focus groups, etc.) para la recolección de los datos.

No obstante, y a pesar de tales limitaciones, la presente investigación constituye una contribución significativa al conocimiento de la sinergia afrontamiento del estrés-resiliencia, resaltando el impacto de los valores culturales sobre la misma. En este sentido, sería particularmente deseable que tanto la escuela, las instituciones intermedias como los organismos gubernamentales contribuyeran a aumentar la conciencia acerca del papel modelador de los valores personales sobre el desarrollo de la resiliencia en jóvenes y adolescentes. Concomitantes a tales implicaciones prácticas, los resultados (y limitaciones) del presente trabajo podrían capitalizarse para la inauguración de nuevas líneas de investigación en el área. Las sugerencias se orientan a la implementación de nuevas exploraciones con muestras provenientes de diferentes culturas, que incluyan otro conjunto de constructos potencialmente vinculados con la resiliencia (Omar, Paris, Uribe Delgado, Aguiar de Souza & Almeida da Silva, en prensa), y que focalicen sobre otros grupos igualmente vulnerables, tales como ancianos o personas con deficiencias (Oliveira, Lima dos Reis, Zanelato, & Neme, 2008). Asimismo, sería interesante considerar otros países como una forma de construir un cuerpo de conocimientos verdaderamente representativo de la realidad latinoamericana; así como incorporar muestras contrastantes en cuanto a sus valores culturales básicos, para reunir mayores evidencias acerca de como el contexto cultural modera los efectos negativos del estrés y promueve una adaptación saludable.

 

Agradecimientos

Este artículo forma parte de un proyecto de investigación transcultural, ejecutado simultáneamente en Argentina, Brasil y México. Los autores agradecen el apoyo económico recibido por parte de SECYT-UNR-Argentina (Subsidio 1HUM175/07) y del CNPq-Brasil (Proceso: 109486/2006-4).

 

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* Doctora en Psicología, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Universidad Nacional de Rosario.
** Master en Epidemiología en Salud Publica. Escuela Nacional de Salud Pública ENSP/Fiocruz.
*** Doctora en Psicología. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, Pontificia Universidad Católica Argentina.
**** Doctor en Psicología. Instituto de Educación, Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro.
***** Doctora en Psicología. Universidad del Valle de México. Universidad Nacional Autónoma de México.

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