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Revista da SPAGESP

Print version ISSN 1677-2970

Rev. SPAGESP vol.2 no.2 Ribeirão Preto  2001

 

PARTE IV - GRUPOS ESPECÍFICOS

 

Reflexiones teórico-técnicas acerca del trabajo con mujeres indígenas en sus lugares de orígen

 

 

Miren L. de Izaurieta de Juan 4

Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo - AMPAG

Endereço para correspondência

 

 


RESUMO

A pedido de uma ONG, a autora colaborou na realização de uma serie de oficinas para mulheres do campo, a maioria delas indígenas, em seus lugares de origem. O objetivo das mesmas era contribuir para melhorar sua qualidade de vida, sendo considerado importante conseguir-se uma mudança na subjetividade.

O trabalho foi realizado sobre três eixos temáticos: auto-estima, gênero e filosofia de vida.

Foi escolhido o trabalho de grupo como método adequado para êxito dos objetivos, tanto pela sua capacidade criativa e transformadora, quanto pela possibilidade de atingir maior número de mulheres, as quais são líderes em suas comunidades rurais.


ABSTRACT

The Author collaborated with an O.N.G. organizing a series of workshops for peasant women, most of them indians, in different States of the Mexican Republic.

The workshops were devised under three main lines: Self-esteem, Gender, and Life Philosophy. The work was done with “promotoras”, women leaders in their rural communities. The objective was to help them improve their quality of life.

The method chosen was Group work, as it is believed to be the best way to achieve the expected results, due to their creative and transforming capacity and to the possibility of reaching a larger number of women.


RESUMEN

A pedido de una ONG, la autora colaboró en la realización de una serie de talleres para mujeres campesinas, la mayoría de ellas indígenas, en sus lugares de origen. El objetivo de los mismos era coadyuvar a mejorar su calidad de vida por lo que se considera importante lograr un cambio en la subjetividad.

Se trabajó sobre tres ejes temáticos: autoestima, género y filosofía de vida.

Se eligió el trabajo de grupo como el método idóneo para el logro de los objetivos, tanto por la capacidad creadora y transformadora de los mismos, como por la posibilidad de incidir en un mayor número de mujeres quienes, a su vez, son líderes de grupo en sus diferentes comunidades rurales.


 

 

Colaboré, durante varios años, con una organización que se dedicaba a la conservación y desarrollo sustentable de las áreas del País donde existe la floresta tropical (Izaurieta 1994).

Mi participación consistía en organizar talleres que se impartían en diversas comunidades rurales distribuidas en varios estados de la República.

La programación, ejecución y obtención de recursos estaba a cargo de una socióloga, Amelia Hernández, quien tiene experiencia en manejo de grupos operativos.

Estos talleres se titulaban “Talleres de capacitación de promotoras de calidad de vida” y eran dirigidos a las coordinadoras locales quienes trabajaban  con grupos de  mujeres en las comunidades de origen. Estos grupos rurales estaban formados por población campesina, principalmente indígena.

Una prioridad del programa de desarrollo sustentable era la capacitación de la mujer a quien se  considera la trasmisora de los valores culturales del grupo étnico al que pertenece, además de ser, normalmente, el sustento principal del hogar. El programa buscaba incluirla, tanto dentro  de los proyectos planeados para  los hombres, como en  proyectos adicionales que le permitieran mejorar la economía familiar.

Un informe de La UNESCO, aparecido en el periódico “La Jornada” informa que 60% de los extremadamente pobres del mundo son mujeres  y que entre ellas hay 540 millones de analfabetas. La pobreza extrema, en México, como en muchos otros países, se encuentra principalmente entre los grupos indígenas. La mayor parte estos grupos viven en los Estados de la República donde aun existen  bosques tropicales.

El programa de capacitación para las promotoras rurales consideró tres niveles de intervención: el nivel individual, centrado en la autoestima. El individual-social, manejando un enfoque de Género, intrínsecamente relacionado al de autoestima, y el tercero, la relación de los aspectos individuales y sociales con la naturaleza. (Hernández, 1997)

Originalmente se planeó concentrar a las representantes de las diversas comunidades en algún  lugar de la República para darles a todas juntas el taller. Este proyecto no era posible pues las mujeres no podían abandonar a sus familias durante  casi una semana, que es el tiempo que se llevaría entre el traslado y el  taller de tres días.  En vista de esto se acordó que las coordinadoras del proyecto de capacitación se trasladarían a los distintos estados y se concentraría a las promotoras rurales  en la comunidad más conveniente desde un punto de vista logístico.  Esta solución permitía, además, capacitar a un mayor número de mujeres quienes serían promotoras en sus diferentes comunidades. También se acortó la duración del taller, de tres días, a día y medio ya que era muy difícil que las mujeres se ausentaran por más tiempo de sus actividades.

Las poblaciones que se eligieron para trabajar fueron Caxhuacan, Puebla (en esta no participé); Las Margaritas, Chiapas; Santa Rosa de Lima, Oaxaca; X-pujil, Campeche; y Pajapan, Veracruz.

Los talleres se iniciaron a finales de 1995 y terminaron a principios del 1997. Años de turbulencia política y presencia de grupos guerrilleros, el EZLN en Chiapas, con influencia en Campeche y el ERP en Oaxaca y Guerrero. Esta situación atravesaba el clima de nuestro trabajo.

El diseño del taller consistía en una breve explicación de los temas de autoestima, género y calidad de vida. La discusión en pequeños grupos de los temas (de 5 a 8 integrantes). Posteriormente, la presentación de lo discutido en forma dramática (sociodrama), o expresiva (dibujo, colage, etc.)

El equipo coordinador era multidisciplinario y multisocietario (tres asociaciones). Teníamos que conciliar diferentes puntos de vista y técnicas de intervención. Esto constituy poco obstáculo y enriqueció la tarea.

El modelo de trabajo fue modificándose de acuerdo a lo que nos enseñaba la experiencia.  Para el primero, en Las Margaritas, Chiapas, empleamos tres días y tres coordinadoras diferentes.  Nos dimos cuenta que fue un error pues fragmentamos la experiencia y, además, que el tema de autoestima y género están intrínsicamente unidos y se pueden trabajar juntos. Esto nos permitió reducir la duración del tiempo de intervención, empleando un día completo para ambos temas y medio día para “calidad de vida”, en los que se incluía  la conservación de la naturaleza. También modificamos las técnicas de caldeamiento propias del psicodrama (apropiarse del espacio, hacer ejercicio, caminar viéndose a los ojos, etc.) las que eran rechazadas por las indígenas, y empleamos una pelota que nos lanzábamos para aprendernos  los nombres. (La mayoría de las asistentes a los talleres no se conocían entre sí pues pertenecían a comunidades diferentes).

Nos costaba que hablaran en pequeños grupos, pero una vez que vencían las resistencias, les agradaba mucho.  Sin embargo aceptaban fácilmente las propuestas de dramatizar el resultado de las discusiones o de plasmarlas por medio de un dibujo o haciendo un “colage” (la medicina tradicional indígena emplea la dramatización del suceso causante de la enfermedad como una forma de curación). (Manca, 1994)

Voy a describir con mayor detalle dos talleres, el de X-pujil, Campeche y el de Pajapán, Veracruz. La mayoría de las mujeres asistentes al de X-pujil eran indígenas choles, uno de los grupos mayas. Hablaban muy poco español, y gran parte de ellas habían salido huyendo de Chiapas debido al acoso del ejército a los grupos indígenas. Las de Pajapan, pertenecían a un grupo indígena nahua, algunas de ellas hablaban español, no estaban en zona de conflicto, y habitaban en una comunidad endogámica. Aquí trabajamos con más de 50 mujeres, 20 provenientes de cuatro comunidades cercanas (cinco por comunidad) y las restantes de Pajapan quienes no deseaban sentirse excluidas del gran acontecimiento comunitario.

En este caso fue interesante observar los conflictos intragrupo local y el dominio que ejercía sobre la mayoría de las participantes una mujer, de mayor edad, quien las controlaba con la mirada.  No parecía mayormente interesada en lo que trabajábamos pero no quería perder el dominio de su grupo.

La primera actividad que realizábamos, después de la presentación de las integrantes y una muy breve explicación sobre el tema de autoestima y género, era juntarlas en pequeños grupos para que discutieran entre ellas qué hacían desde que se levantaban por la mañana hasta que se iban a dormir a la noche. Era impresionante la cantidad y variedad de actividades que realizaban, muchas de ellas en el campo, además de las del hogar. El compartirlas entre ellas las unificaba y creaba lazos de comprensión. Estas mujeres viven en comunidades muy pequeñas están bastante aisladas y dominadas por el hombre.

El resultado de las discusiones se presentaba por medio de dramatizaciones, que les causaban hilaridad, y que se iban enriqueciendo y haciendo más complejas en la medida que transcurrían. Muchas de ellas planteaban soluciones para aligerar la tarea, por ejemplo, pasar por la vecina para ir al pozo a traer agua.

Algunas de las promotoras hacían las veces de traductoras y nos explicaban de qué estaban hablando, ya que, entre ellas empleaban su lengua nativa. Principalmente nos guiábamos por el lenguaje no verbal para entender lo que ocurría.

Por la tarde se discutía la pregunta ¿Cómo vivimos? Y ¿Cómo nos gustaría vivir?

El resultado lo plasmaban en hojas de rotafolio 5 empleando colores, revistas que podían recortar, pegamento, etc. Después explicaban, ante todo el grupo, lo que representaba cada dibujo.

Lo que más impresionaba a las mujeres eran los señalamientos que hacíamos de la dinámica del grupo que reflejaban problemas de género o de su vida diaria. Por ejemplo; Al estar alguna mujer amamantado a su hijo (siempre había más de una en cada taller) les preguntábamos, ¿Pueden los hombres amamantar a un niño? ¿Pueden estar embarazados? La respuesta era siempre la risa y la negación. Sin embargo, (escena que tampoco faltaba) cuando un niño pequeño, semi-desnudo se orinaba por todas partes, nadie le prestaba atención; lo que contrastaba con las niñas, que siempre estaban vestidas y en brazos y que, cuando se orinaban sobre la madre, ella se avergonzaba y pedía disculpas al grupo. Las demás mujeres la tranquilizaban. Cuando les señalábamos esta diferencia de comportamiento ante la misma situación (un niño pequeño orinándose) se les aclaraba lo que queríamos decir cuando hablábamos de diferencias de género y de sexo. El primero, determinado socialmente, puede modificarse, el segundo, (amamantar, embarazarse) determinado biológicamente, no se puede cambiar (por el momento).

Una pregunta revolucionaria era ¿Qué pasaría en la comunidad si un día todas las mujeres decidieran no levantarse de la cama? Aquí la respuesta era el horror.

¡No, no es posible! ¿Quién daría de comer a nuestros hijos, a las gallinas? ¿Quién haría el nixtamal (masa de maíz molido con el que se elaboran las tortillas)? ¿Quién haría las tortillas? etc., etc. Esta pregunta las llevaba a reflexionar sobre la importancia social de su trabajo y su impacto en la comunidad.

También le poníamos un valor monetario  a su actividad.  Les preguntábamos ¿Cuánto cuesta un kilo de tortilla?, ¿Cuánto una lata de leche para alimentar al bebé? Y les pedíamos que calcularan cuanto valían las tortillas que hacían a mano o la leche con que amamantaban.

Un tema que les interesaba y que discutían en los pequeños grupos estaba centrado en la relación hombre-mujer, la infidelidad masculina y el dolor que les causaba y las estrategias que empleaban para sobrellevarla. (aunque éste no era tema previsto en el programa, siempre aparecía).

En todos los talleres trabajábamos  la importancia de preservar los recursos naturales y se contrastaba el modelo neoliberal con uno integral de desarrollo sustentable que propiciara la microempresa, cumpliendo así, con el objetivo de la organización contratante.

En X-pujil, la coordinadora llevó una guitarra y para el cierre propuso que  todas cantáramos. Inició una canción muy hermosa, y adecuada al momento, que las demás desconocíamos pero que nos gustó. Les pidió que nos cantaran en Chol a lo que las mujeres se resistieron.

Me pidieron que cantara en vasco. Canté una canción de cuna. Después de esto las mujeres nos cantaron en chol una canción de la que sólo entendimos Uxmal y Chichén. Cuando les pedimos  que nos explicaran de qué trataba, nos dijeron que “era de los antiguos”. La coordinadora y yo vivimos la canción como un regalo muy preciado que nos obsequiaban.

Lo anterior da una idea del panorama general en que se daban las intervenciones.

Estas me llevaron a varias observaciones y reflexiones.

Dos variables atravesaron todas las experiencias:

El sentimiento de incertidumbre y la dimensión temporal.

La incertidumbre era la única certeza que tenía. Este elemento de incertidumbre lo había experimentado ya en las intervenciones en Chiapas (Izaurieta.1995) en ese caso lo explicaba como consecuencia de la situación de guerra que se vivía en la entidad. También la volví a sentir en el trabajo que, con varios compañeros de AMPAG, realizamos con los desmovilizados de la guerrilla en Guatemala. (Izaurieta, 1997, Margolis, 1998)

Pienso que la certidumbre es un concepto perteneciente a la clase media y alta que apunta a la realización de un deseo que nunca será satisfecho, el de la permanencia y no-variabilidad de los sujetos y del entorno.  Probablemente esté íntimamente ligado al Principio del Placer, a esa seguridad básica, anclada en la confianza básica, producto de los primeros meses de la vida, de que nos habla Erickson, en Infancia y Sociedad. (1950). Para los grupos criados en la pobreza y, más aún, en la extrema pobreza, no existe, ni siquiera, la posibilidad de soñar con la seguridad  de contar con los elementos esenciales para la supervivencia diaria, ni siquiera desde el vientre materno donde, debido a la desnutrición y múltiples embarazos de ésta, los productos no llegan al tamaño ni al peso considerado normal.

Para los coordinadores que trabajamos con estos tipos de grupo, especialmente si tenemos formación analítica, donde el encuadre, con sus parámetros de certidumbre y constancia en tiempo y espacio son esenciales trabajar bajo la incertidumbre (Llegará la compañera de trabajo? ¿Tendré los medios para desplazarme? ¿Llegarán los asistentes? ¿Tendré donde hospedarme? ¿Donde comer? ¿Habrá comida? ¿Será potable el agua? etc., etc.,) genera un grado de tensión que desaparece si aceptamos la certidumbre de la incertidumbre.

Otro factor, constante en este tipo de trabajo, pero diferente al habitual, es la dimensión del tiempo. En nuestra profesión nos regimos por el reloj. En las comunidades; por el sol, por las estaciones (no tan importantes en áreas tropicales) y por las tareas a realizar relacionadas con el sustento diario. Adaptarse a esta diferente concepción  temporal no es fácil.

Este modelo de trabajo se inscribe dentro de la psicología social y, aunque se pueden detectar ciertos fenómenos inconscientes dentro del proceso grupal, para nada son utilizados.

Como se describió anteriormente, las coordinadoras nos apoyamos en el señalamiento de ciertos elementos que aparecen en la dinámica grupal para enfatizar y aclarar los objetivos del taller. Tratamos de des-idealizar la imagen omnipotente que tenían de nosotras al aclararles que no estábamos ahí para resolverles sus problemas.

La evaluación final que recibíamos  era favorable. En todos los casos mencionan que la experiencia les había resultado muy útil y que se habían percatado de muchas cosas. ¿Qué tan perdurable será este efecto? No lo se.

Como tarea se les dejaba que hicieran una  encuesta en sus comunidades para detectar necesidades y que se continuaría con los talleres dependiendo del resultado de la misma.

Estos no prosiguieron. El financiamiento gubernamental desapareció (estábamos teniendo mucho éxito al despertar una conciencia de explotación y lograr una integración grupal).

Una inquietud  que me suele invadir es la validez de lo que hicimos. Desde la ideología de la Organización contratante, lograr mejorar la calidad de vida de las comunidades, preservando simultáneamente, las riquezas de los bosques tropicales, era un proyecto que me entusiasmaba.

La cosmogonía maya considera la vida del hombre y la naturaleza íntimamente unidas. El proyecto de desarrollo sustentable que da una alternativa viable para subsistir, saliendo del rubro de  miseria para pasar al de pobreza, no me parece contradictorio con los valores autóctonos. Por otro lado me pregunto si la cultura indígena, que se ha mantenido a lo largo de los más de 500 años que van desde la conquista hasta nuestros días, conservando sus creencias, transmitidas principalmente por las mujeres cuya condición marginada las ha protegido de la aculturación logrando, así,  mantener su lengua y costumbres ancestrales, se verá afectada desfavorablemente con las intervenciones. ¡Espero que no!

 

 

REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS

de IZAURIETA, M. - “Las Fantasías Originarias de Creación-Destrucción como Organizadoras de un Grupo”. Trabajo presentado en el XI Congreso de FLAPAG, Buenos Aires, Nov. 1994.

de IZAURIETA, M. - “Trabajo con Grupos en situaciones de Crisis Bélicas”. Trabajo Presentado en el X Congreso de AMPAG, Morelia, Mich. Junio 1995.

de IZAURIETA, M - “Guatemala. Relato de una experiencia”. Subjetividad y Cultura, No. 9. Oct. 1997.

ERICKSON, Erick, H. (1950) - Childhood and Society. New York, Norton, 1959.        [ Links ]

HERNÁNDEZ, Amelia. 1er. Informe de actividades sobre los “Talleres de  capacitación para promotoras sobre Calidad de Vida”. Programa Acción Forestal Tropical, PROAFT, 1997.

MANCA, M. C.- “L’arc-en-Ciel des maladies Contribution a L’ethnologie des Chol de Tila, Chiapas, Mexique, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1994.

MARGOLIS, J. - “Acerca de los talleres para cambio de vida en Guatemala”, en Subjetividad y Cultura, No. 10, Abril 1998.

Periódico, La Jornada, 8 de marzo de 1997. México, D. F.        [ Links ]

 

 

Endereço para correspondência
Miren L. de Izaurieta de Juan
E-mail: miren@cancun.com.mx

 

 

4 Psicóloga, Psicoanalista de grupos y parejas, Miembro de la AMPAG - Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, Miembro del Comité directivo de FLAPAG - Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo - Junio del 2001.
5 Nota do Editor: Folhas de rotafólio são folhas grandes, de 80 x 50 aproximadamente, para serem vistas de longe, em bloco, que se colocam sobre cavaletes, se escreve e desenha sobre elas e, após levantá-las e dar-lhes a volta, surge por trás, outra folha em branco - (entre nós, nos eventos, temos chamado de “Flip-Sharp”).