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Revista Brasileira de Orientação Profissional

versão On-line ISSN 1984-7270

Rev. bras. orientac. prof v.10 n.1 São Paulo jun. 2009

 

ENSAIO

 

Magia, religión y multiculturalidad: un reto para el orientador1

 

Magic, religion and multiculturalism: a challenge for counseling

 

Mágia, religião e multiculturalidade: um desafio para a orientação

 

 

Luisa Rojas Hidalgo* 2

Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela

 

 


RESUMEN

El siglo XXI, donde se entremezclan las diversas culturas y la escuela, constituye espacio apropiado para fomentar conocimiento e interacción desde un mismo contexto multicultural. Los orientadores, como promotores de cambio social, debem conocer nuestras raíces, historia, hechos pasados que han ido conformando la memoria cultural, social y sistema de creencias. La religión, uno de los aspectos claves para aproximarnos a la comprensión del comportamiento de los pueblos Latinoamericanos. Ésta, se pone de manifiesto en equilibrio con elementos de la magia, conforma la religiosidad popular que predomina en Venezuela. El propósito de este ensayo es describir y analizar como hecho social algunos elementos mágicos religiosos, emergentes del multiculturalismo que marcan pauta para la construcción de paradigmas, reto para el orientador.

Palabras clave: Multicultural, Religiosidad, Orientación.


ABSTRACT

The XXI Century, when the diverse cultures and the school are intermingled, constitutes the appropriate time to implement knowledge and interaction from a same multicultural context. Counsellors, as promoters of social change, must know their roots and history, which have framed the cultural memory and creed systems. Religion is one of the key aspects to help understand the behavior of Latin American peoples. It is seen in balance with elements of magic, and agrees with the religiousness existent in Venezuela. This paper aims at describing and analyzing, as social facts, some religious and magical elements emerging from multiculturalism that set a standard for the construction of paradigms. This is a challenge for counseling.

Keywords: Multiculturalism, Religiousness, Counseling.


RESUMO

No Século XXI, o entrelaçamento de diversas culturas com a escola, constitui um espaço apropriado para fomentar o conhecimento e a interação a partir de um contexto multicultural. Como facilitadores de interação social, os orientadores devem conhecer as raízes, a história e os fatos passados que originaram a memória social e o sistema de crenças de seu povo. A religião, um dos aspectos chave para se compreender o comportamento dos povos latino-americanos, se manifesta em equilíbrio com elementos da magia, de acordo com a religiosidade popular que predomina na Venezuela. Este artigo objetiva descrever e analisar, a partir do conceito de fato social, alguns elementos da religiosidade e magia emergentes a partir do multiculturalismo, que marca a construção de paradigmas, constituindo um desafio para o orientador.

Palavras-chave: Multiculturalidade, Religiosidade, Orientação.


 

 

Toda cultura humana, va entretejiendo normas de organización social y dentro de una sociedad en particular, sus miembros pueden entender el comportamiento de la mayoría de las personas y predecir incluso, sus reacciones ante determinados eventos. Sin embargo, no en todo momento los seres humanos se comportan de maneras predecibles, surgen situaciones y fenómenos que a pesar del conocimiento y de técnicas probadas durante largo tiempo, son inexplicables e imprevisible; lo que los envuelve en un halo de misterio. Como resultado a la búsqueda de explicación a este tipo de acontecimientos perturbadores, los grupos sociales han desarrollado ciertas normas de comportamiento, para precaverse, de alguna manera contra lo inesperado y poder controlar de mejor manera la relación del hombre con el cosmos.

Surge así, lo mítico, lo religioso, lo divino y el sacrificio como actividad terapéutica con sentido colectivo, aspectos que se tornan inevitables en la vida los pueblos y conforman lo llamado en el área de la cultura, religión (Beals & Hoijer, 1976). De tal manera, que las ideas subyacentes a la relación de ayuda en momentos de necesidad son tan antiguas como la misma humanidad; cuando el hombre hacía sus elecciones de acuerdo a la costumbre y ley tribal. Señala Beck (1966), que el término orientación surge como la ayuda brindada por una persona a otra, o por un grupo a sus miembros, en el afán de buscar las mejores acciones en pro de la supervivencia grupal e individual. Luego, adopta la forma del consejo, decreto del grupo o exhortación religiosa y la súplica, el sacrificio y el ritual, aparecen como medios lógicos para conquistar la ayuda de los dioses. Por lo que “la Orientación nace como una función religiosa en las sociedades tradicionales” (Moreno, 2008, p. 85).

Además, las áreas atendidas por la Orientación desde su surgimiento como profesión formal a principios del siglo XX como lo personal-social-vocacional, también lo fueron desde tiempos antiguos, ya que el ser humano siempre ha estado preocupado por su situación en un mundo aparentemente adverso. Por lo que, ha ensayado diversas acciones para aliviar su incertidumbre frente a la vida, tales como; prácticas supersticiosas, mandatos de las autoridades tribales, creencias religiosas, la razón, la ciencia, entre otras (Beck, 1966). Por tal motivo, estudiar y comprender las religiones y todas sus implicaciones con la magia, ritos, creencias y todo aspecto relativo a la estructura cultural de un grupo social, proporciona conocimientos enriquecedores para toda acción de la Orientación.

En este sentido, se requiere replantear la concepción de la comprensión humana por parte de todo proceso inherente a la educación, como es el caso de la Orientación. La cual, debe abarcar toda esa multiplicidad de aspectos concernientes a otros paradigmas que ofrezcan apertura a la diversidad, es decir, una concepción dinamizada por el saber y los saberes, centrada en la realidad vivida y convivida. Lo que implica, una praxis de la Orientación profesional ya no desde un marco de referencia centrado meramente en la teoría, sino desde la propia vida “la vida que yo y tú tenemos por vivida, compartida, histórica y actual, que habita en mí y en cada uno de nosotros los venezolanos. Hay sentido y significado en las prácticas de vida”. Como lo plantea González (2008, p. 114), con quien coincido ante las siguientes interrogantes: ¿Por qué no tomar en cuenta la estructura cultural de cada grupo a la hora de hacer orientación?

De allí, el propósito de este trabajo, describir y analizar como hecho social algunos elementos mágicos-religiosos emergentes del multiculturalismo, que marca pauta para la construcción de nuestros paradigmas y representan reto, tanto para el orientador, como para todo docente. Esto, como uno de los elementos claves para aproximarnos a la comprensión del comportamiento humano; centrados en este momento en los pueblos Latinoamericanos, donde la religión aflora en armonioso equilibrio con elementos de la magia y conforma la llamada religiosidad popular que predomina en casi todas las regiones de Venezuela.

Unidad, diversidad humana y multiculturalidad

La educación del futuro deberá velar porque la idea de unidad de la especie humana no borre la de su diversidad y viceversa. Ya que ambas, unidad y diversidad existen, al igual que la diversidad propiamente biológica en el seno de la unidad humana; unidad cerebral, mental, psíquica, afectiva e intelectual. Además de la diversidad que emerge de los principios generadores u organizadores de las culturas y sociedades, donde es la unidad humana quien lleva en sí los principios de sus múltiples diversidades. De allí, comprender lo humano, es la comprensión de su unidad dentro de la diversidad, y su diversidad dentro de la unidad (Morin, 2000).

Desde esta perspectiva, es necesario considerar que la cultura está conformada por ese conjunto de saberes, saber-hacer, reglas, interdicciones, estrategias, creencias, valores, mitos que trascienden a los grupos humanos, se reproducen en cada individuo, controlan la existencia de la sociedad y mantienen al unísono la complejidad psicosocial. Por lo que es posible, comprender desde aquí el pensamiento Moriniano, cuando expresa “siempre hay la cultura en las culturas, pero la cultura no existe sino a través de las culturas” (Morin, 2000, p. 60). Además, se debe tener presente que en cada cultura existe un capital específico de creencias, ideas, valores y mitos que mantienen a una comunidad en particular ligada a sus ancestros, sus tradiciones y sus muertos.

Esto, constituye uno de los tesoros más preciados de la humanidad, amenazados hoy día por el poder abrazante de la tecno civilización, ante la cual toda sociedad debe tener apertura, pero protegiendo a la vez a su propia cultura, de tal amenaza desintegradora por su posible efecto desbastador; producto de la visión de que una sociedad moderna debe solo mirar hacia el futuro. Cultura, que mantiene tanto las identidades individuales y sociales. Ésta, aparenta encerramiento dentro de sí misma para salvaguardar su identidad, mientras en realidad es abierta; se integran en ella saberes, técnicas, ideas, costumbres, alimentos, individuos provenientes de otros lugares. Desde donde ha emergido el enriquecimiento propio del mestizaje cultural; punto crucial cuando se pretende una proximidad a la comprensión de lo humano.

Desde esta perspectiva, es importante la multiculturalidad entendida desde una concepción etnológica como “la existencia de conjuntos culturales fuertemente constituidos cuya identidad, especificidad y lógica debe reconocerse, pero que, al mismo tiempo que son diferentes entre si, no son completamente ajenos unos a otros” (Touraine, 1997, p. 180). Lo que representa, un valor supremo ya que encierra las diversas formas de ver el mundo, donde converge todo acontecer humano como las expresiones mágico-religiosas que han caracterizado la existencia humana, tal vez desde el surgimiento de la organización social y de las reacciones morales en la humanidad.

Realidad, que predomina tanto en América Latina como en otras latitudes por los procesos migratorios propios de este momento histórico, fenómeno que supone cambios demográficos e impacto en el sistema social, educativo y cultural de toda nación y constituye, una problemática susceptible de ser analizada desde distintas aristas. En este momento, será mirado desde la Orientación como proceso que al intentar proximidad a la multidimensionalidad del ser humano, debe tener presente su abordaje desde y para su propia realidad. De allí que elementos como la magia, la religión y la multiculturalidad, representen un reto para la acción orientadora.

Escuela y multiculturalidad

Partiendo de lo anteriormente expuesto, es importante considerar el escenario que ofrece el siglo XXI donde convergen tecnocilización y diversidad cultural, y la escuela, representa un espacio apropiado para fomentar el conocimiento y la interacción desde un mismo contexto multicultural. Es este el momento donde docentes y orientadores debemos centrarnos e interiorizar el rol fundamental que desempeñamos como promotores de cambio social y de las transformaciones requeridas para la integración y la convivencia. Por lo que es necesario, primeramente acercarnos a la realidad circundante, conocer las raíces; historia, hechos pasados que se han entretejido conformando nuestra memoria cultural, social y sistema de creencias, con la visión de encontrarnos a nosotros mismos y tener una escuela, poseedora de valores que reflejen y legitimen la multiculturalidad.

Esto, proyecta una realidad que no queda a espaldas del actual modelo educativo venezolano, que desde su concepción de modelo para la inclusión, tiene su atención centrada en el continuo humano, desde la gestación hasta la muerte; respeta y reconoce la diversidad. Entendiendo, dentro de ésta todas aquellas diferencias individuales, culturales y de contexto que caracterizan a la sociedad venezolana; multiétnica y pluricultural. Porque la sociedad venezolana no concibe las culturas como entidades separadas y cerradas sobre si mismas, sino que es reconocedora de las diferencias como parte de ella. Además, protege las culturas minoritarias de los grupos étnicos aún existentes.

Desde este punto de vista, es pertinente incluir a la religión como un elemento inseparables de la matriz total de la cultura, que se entreteje de manera casi silente e imperceptible con la complejidad de toda forma de organización social, y los avances tecnológicos hasta en las sociedades modernas. Abarca, evidentemente toda norma de comportamiento; esfuerzo del hombre por reducir las incertidumbres de la vida diaria y como compensación ante las crisis por lo inesperado e imprevisible. Ésta, conjugada con elementos de la magia y entretejida con la cultura, además de formar parte del andamiaje estructurador de la existencia humana, se propaga en tal multiplicidad de divergencias, que forma parte de la multiculturalidad; factor prioritario a considerar por todo proceso educativo y de desarrollo humano.

Aspectos, inherentes a la Orientación concebida como un proceso cíclico de acción y reflexión, implicativa de una continua definición de acciones y estrategias que debe responder a necesidades, expectativas y motivaciones del ser humano; en las distintitas etapas de su desarrollo. Con una visión multidisciplinaria, que conlleve a visualizar nuevas perspectivas que den apoyo y apertura a acciones orientadoras en pro de una sociedad más solidaria y comprometida con toda causa humana, y a la conformación de ese ciudadano congruente con su entorno natural, social y económico pero con una actitud crítico-reflexiva. Punto de partida, para la concepción de una Orientación multicultural.

Por tal razón, se abordan en este trabajo aspectos relacionados a: la magia como respuesta ante lo desconocido, la religión y la religiosidad como expresión de búsqueda individual y colectiva y la coexistencia de los hechos mágicos religiosos en Venezuela, productos del llamado sincretismo sustentado en los aportes de colonizadores, elementos del africano esclavizado y creencias de nuestro mundo autóctono. Esto, expresión de la multiculturalidad del venezolano, ante lo cual, el profesional de la Orientación debe tener apertura para incrementar su sensibilidad, adquirir mayor conocimiento y comprensión de la diversidad cultural, además de fomentar estrategias de Orientación relevantes en el campo cultural (Sanz Oro, 2001). Para lo que debemos aproximarnos, a las realidades individuales y colectivas; a todas sus expresiones culturales, liberados en la medida posible de toda teoría preestablecida.

La religiosidad del venezolano

Para facilitar la comprensión de la llamada religiosidad como elemento integrante de la estructura cultural de los venezolanos, se presentan algunas definiciones que sustentan dicho proceso. En primer lugar, se puede considerar la religión como fue concebida por Durkheim (1965), como un sistema unificado de creencias y prácticas relacionadas con asuntos y objetos sagrados, que abarca desde las creencias en objetos sagrados hasta las prácticas hacia dichos objetos y las relaciones de los adeptos con la comunidad. Visión similar a la de James (1902), quien expresó que ésta abarca creencias, sentimientos, comportamientos y actitudes hacia un ser superior a través de los cuales personas y grupos sociales intentan dar respuestas a las interrogantes, sobre el sentido de la vida y de la muerte.

Mientras, la religiosidad contempla desde el comportamiento religioso de las personas, hasta sus relaciones con las instituciones religiosas establecidas, las prácticas y actos de culto, creencias, supersticiones y símbolos religiosos, un panorama de las funciones que tiene la religión, en la vida social o formas concretas como las personas y grupos viven su religión. En relación a este fenómeno, en América Latina, Pollak-Eltz (1994), refiere la religiosidad popular como una expresión espontánea de la vivencia religiosa, un complejo cuadro de actividades donde se detectan tres actitudes primordiales hacia lo numinoso: tabúes, magia y actitud religiosa. Y en la religiosidad popular, emergen y se sedimentan manifestaciones resultantes del cultivo de lo humano, como la suma de todos sus ámbitos; lo artístico, político, económico, social y psicológico, englobado por una perspectiva de trascendencia. Es decir, que la religiosidad comprende aquello por medio de los cuales los fieles se expresan ante lo sagrado; entidades y objetos del mundo sobrenatural y natural.

Emerge así, lo mágico de todo acto religioso y remiten a un trasfondo de representaciones y creencias mágico-religiosas, en la cual toda la comunidad se hace participe de manera ritualista, a partir de desencadenantes de la experiencia individual en estrecha relación con la existencia como grupo social. Aspectos, por demás enriquecedores y pertinentes a considerar por la Orientación para lograr aproximación al abordaje desde realidades propias de los grupos sociales, ya que al haber acercamiento a actitudes y creencias, también lo hay al descubrimiento de estereotipos e imágenes relacionadas con la exclusión racial o cultural; problemas propios a ser abordados por orientadores.

Para comprender la manera cómo los venezolanos viven sus religiosidad, es importante conocer que en Venezuela, no existe una caracterización de un ser y un hacer único de este fenómeno. Ya que, desde nuestra estructura religiosa contemporánea, emergen valores ético-espirituales transculturados mediante el proceso de penetración de los colonizadores, la misión evangelizadora del catolicismo y la posterior llegada del complejo cuadro mágico-religioso del africano esclavizado. Lo que se conjugó, con creencias de los amerindios quienes también poseían un complejo panteón animista. Aflora así, el llamado sincretismo religioso que caracteriza la cotidianidad de la mayoría de los venezolanos; sin distinción de clase social, situación económica, ni formación académico-intelectual (Vargas, 1987).

Es importante, señalar la escasa presencia del ateísmo en el pueblo venezolano, a pesar de la secularización y la modernización la religión continúa teniendo importancia para el pueblo. Aquí, el aporte español está presente en las expresiones de religiosidad y en la celebración de fiestas patronales, donde se ponen de manifiesto las raíces del catolicismo ibérico conjugado con creencias supersticiosas propias de la Edad Media. Así, como en el espíritu de las fiestas patronales celebradas en Venezuela con el esplendor del catolicismo popular español, en la atención que reciben vírgenes de los devotos, y en el sitial ocupado por los santos en el ritual popular, como San Isidro Labrador quien recibe los primeros frutos de una cosecha.

Un hecho relevante, es el Dr. José Gregorio Hernández, médico santo y milagroso, en quien el pueblo venezolano ha depositado fe y veneración, lo llevó al altar y trasformó en el Siervo de Dios; encarnando en él deseos y esperanzas. Su culto, no está exento de las tendencias escondidas detrás de la imagen racionalizadora, y se opone a lo calificado como superstición o brujería; conforma un dialogo rico en significaciones de la relación hombre-divinidad, convertido en símbolo de bienestar y salud para el colectivo venezolano. Igualmente la creencia en magia y hechicería, el uso de ensalmes o ritos de limpieza y de amuletos para protegerse de los males.

En cuanto a los aportes africanos a la religiosidad de los venezolanos, está su complejo cuadro mítico caracterizado por una filosofía de trasmigración de los vivos hacia la muerte, sin perder lazos fisiológicos, emocionales y espirituales entre vivos y difuntos, sin necesidad de reencarnar, sino una trasposición de la realidad que llamamos muerte. Sin embargo, América se convierte en el reino de la muerte, no desde esa concepción mítica sino desde la dramática realidad de la esclavitud; negación absoluta de la vida, de la libertad porque continuaron viviendo pero convertidos en zombis, en seres carecientes de alma, prohibidos de todo ejercicio de su voluntad (Zapata Olivella, 1992), incluyendo manifestar la parafernalia de sus cultos. Hecho, que los obliga a ocultar sus ideologías ancestrales tras conceptos cristianos impuestos por colonizadores.

A pesar de eso, en la religiosidad del pueblo venezolano han sobrevivido rasgos de su cultura como; ritos mágicos para influir positivamente a las divinidades, intermediarias entre humanos y dios, ofrecer promesas pagadas cuando ocurre el milagro, la existencia de divinidades protectoras de regiones que reciben atención pública de pobladores y celebración de fiestas comunales anuales para dar gracias por asuntos de distintas índoles; individuales y de la comunidad. Aún, las regiones de Venezuela donde ubicaron a la mayoría de africanos esclavizados, poseen santos protectores de devoción íntima y personal, quienes tienen debilidades y preferencias, y en similitud con los espíritus africanos, se les reza y hacen promesas para obtener favores que se paga con fiestas, flores y velas. Actualmente existe el culto comunitario a los santos como: San Juan de Barlovento, San Benito en Zulia y San Juan de Borburata; celebraciones que continúan en manos de cofradías, se llevan a cabo dentro y fuera de la iglesia, con participación marginal de autoridad eclesiástica.

Además, en la religiosidad popular venezolana aún persisten vestigios de la mitología antepasados autóctonos. A pesar, del trágico proceso colonizador donde aparte de violencia física y exterminio de nuestros aborígenes, hubo agresión cultural con la pretensión de negar y destruir sus creencias y dioses (Sánchez Pirela, 2004). Para lo que fueron, reducidos en misiones y quedaron bajo la vigilancia de sacerdotes católicos, quienes se encargaron de su conversión a la nueva religión. Dentro de esos elementos, aparecen ocultándose del acoso del mundo moderno impregnado del racionalismo occidental están; los mojanes, curanderos espirituales, mestizos de los estados Lara y Falcón quienes invocan a espíritus llamados por ellos Don Juanes o San Juanes para que les ayuden en sus ritos. Y otros, que han sido convertidos en duendes y espantos del folclor venezolano como; los espíritus protectores de la naturaleza y los dueños de los animales salvajes.

También, a pesar de la pronunciada aculturación se conservan rastros que representan una contribución al conocimiento de un universo mágico hoy en día subestimado. Como es el caso de la mitología Guarequena, grupo indígena del estado Amazonas, donde el chamanismo abarca una complejidad de ritos y creencias ligadas a la curación de enfermedades (González, 1980). La de los Makiritare, indígenas del estado Anzoátegui, para quienes cada especie animal y vegetal tiene su espíritu llamado sá’Rashe, y la cacería, pesca y recolección constituyen rito implicativo de respeto por la naturaleza. Cualquier infracción cometida hacia esta ocasiona enojo y venganza de los espíritus guardianes con enfermedades o muertes, daño que puede ser remediado por el shaman. También, la de los Kariñas, grupo indígena de las selvas de los estados Bolivar y Amazonas, para ellos el mundo de los animales es el de los espíritus, muestran una importante perspectiva mágico religiosa, donde las interrelaciones esotéricas, alcanzan implicaciones infinitas con el espiritismo o animismo indígena (Civrieux, 2003).

De manera similar, está la mitología pemón quienes viven centrados en los dioses de los orígenes y en ese entendimiento hombre cosmos; simbiosis que explica su supervivencia y la conservación ecológica de su espacio vital, la Gran Sabana y el Escudo Guayanés y su mayor guardián es el shaman (Inaudy, 1995). En fin, son variados los ritos indígenas que se conservan en las prácticas de curanderos venezolanos, y es el culto a la diosa María Lionza una de nuestras expresiones mágico religiosas mas destacada. Sobre ella, existen numerosas versiones que reflejan distintos momentos del desarrollo histórico de la sociedad venezolana, como la de Garmendia (1964, p. 61), quien señala:

María Lionza era una reina caquetía, que tenía facultades de medium y se instaló en la montaña de Sorte como oráculo. Luchó contra los conquistadores en defensa de la raza indígena. Más tarde fue tildada de loca y desapareció. Pero luego su espíritu adquirió “fuerzas telúricas” y se convirtió en divinidad.

Ante lo que es importante, considerar el análisis estructural por Clarac de Briceño (1976), donde expresa que la religiosidad popular del venezolano está conformada por dos estructuras: Una inconsciente básica, estructuradora de conceptos mágicos-religiosos autóctonos, abarca espíritus que infieren en los ciclos de vida del hombre y corresponde a las preocupaciones más importantes del pueblo. Otra, sobrepuesta a la básica; el catolicismo. Por lo que a pesar de la aparente lealtad a las normas religiosas impuestas por frailes españoles, estas fueron interpretadas de tal manera que pudieron camuflar y sustituir los conceptos más antiguos; sobreviviendo así los espíritus de la naturaleza en los santos y las fuerzas de la naturaleza personificadas en los mitos.

De todo lo antes expuesto, emerge la suposición de que la sociedad venezolana se caracteriza espiritualmente por esa mezcla compleja de valores religiosos católicos, profundos sentimientos del indigenismo, y el resaltante ritual mágico del africano. Se forma de esa manera una estructura religiosa con posteriores aportes de las culturas orientales, sin que por ello deje de ser eje central de la espiritualidad la tríada ya antes descrita: Cristianismo-indigenismo-magia africana (Martín, 1983). De manera tal, que se debe comprender la existencia de ese subsistema religioso caracterizado por el sincretismo de formas mágicas con formas seculares, exteriormente católico pero con un predominio interno del monismo de dios y otras entidades sobrenaturales. Además, dicha religiosidad se ve marcada por la dinámica de los cambios, por lo que crea nuevas imágenes, rituales, patrones y símbolos; se manifiesta constantemente como búsqueda de ayuda en momentos de crisis individual y colectiva.

Lo mágico-religioso: elementos para una orientación multicultural

Considerando lo antes expuesto, resulta difícil en la Venezuela del siglo XXI separar el quehacer diario de la magia y la religión, que además de mostrarse inherente a la concepción de la muerte y la salvación del alma, representa la búsqueda de la felicidad y el logro del bienestar. Ya que, el mundo del deseo y su fuerza mágica es tan consciente que la confianza en su poder posee tal convicción, que gran parte de la magia tan sólo consiste en deseos que son tomados como realidades. Por lo que se puede considerar lo mágico-religioso como un sistema simbólico, de significaciones que guarda correspondencia a leyes de naturaleza histórica de acción inconsciente que permite tanto la objetivación de estados anímicos, como la síntesis de los conflictos sociales en un mundo inmaterial vivido como real. Desde donde se reproducen y ordenan las relaciones hombre-naturaleza, traducidas en experiencias humanas cotidianas para posibilitar la armonía, la certidumbre y la seguridad (Briceño García, 1996).

En tal sentido, es importante tomar en cuenta que en toda sociedad científica occidental, surgen cada día interrogantes sin respuestas racionales y quedan sin explicación fenómenos de la vida y de la muerte. Por lo que emergen nuevos conceptos productos del imaginario, tal vez como síntesis de la diversidad de contradicciones existentes en el mundo real, como expresión de amores y odios, alegrías y tristezas, temores y esperanzas. Aspecto que representa la complejidad de los hechos mágicos religiosos surgidos de las interrelaciones sociales, que se modifican con el devenir histórico y constituyen la ideología de lo cotidiano. Además, ese enriquecimiento cultural latinoamericano ha permitido el desarrollo de un sincretismo creador y una verdadera raza cósmica que nos comunica y vincula con todas las culturas del mundo y pueblos del mundo. Donde la evolución cultural y civilizatoria continúa configurando una identidad múltiple y compleja, profundamente afincada en la dignidad y libertad de cada ser humano; junto con su mestizaje racial y cultural que aún está presente.

Perspectiva, desde la que es pertinente considerar lo expresado en la conferencia general de la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural (UNESCO, 2001), y en otros instrumentos universalmente reconocidos, en relación a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Así, como lo citado en el preámbulo de la Constitución de esta organización, donde se refiere como deber sagrado que toda nación ha de cumplir responsablemente a la amplia difusión de la cultura, a la educación de la humanidad para la justicia, la paz y la libertad, como elementos esenciales para la dignidad del ser humano. Reafirma también, que la cultura debe ser considerada como el conjunto de aquellos rasgos distintivos, tanto espirituales como materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social, que abarca además de las artes, las letras, los modos de vida, las formas de vivir juntos, los sistemas de valores, tradiciones y creencias.

Además, esta organización constata que la cultura constituye el epicentro de los debates contemporáneos sobre la identidad, la cohesión social y el desarrollo de una economía fundamentada en el saber. Y afirma, que el respeto a la diversidad cultural, la tolerancia, el dialogo y la cooperación son los mejores garantes de la paz y la seguridad internacional. Por lo que se aspira una mayor solidaridad fundamentada en la conciencia de la unidad del género humano y en el desarrollo de los intercambios culturales. Elementos, donde están implícitos los elementos mágicos religiosos que se resaltan en este momento como idóneos a considerar en todo proceso concerniente con lo educativo, como es el caso de la Orientación. Ya que, la perspectiva multicultural es una exigencia propia del mundo globalizado que nace a la par de la diversidad, entendida ésta en su sentido más amplio, es decir abarcando tanto diferencias de estrato socioeconómico, como de género, orientación sexual, nacionalidad, etáreas, étnicas, raciales, de tendencias y creencias religiosas y ante cualquier necesidad especial por discapacidad alguna.

Desde este enfoque, se considera el mismo hecho de que el orientador y el orientando pertenezcan a distintos grupos culturales por lo que poseen diferentes cosmovisiones. Porque, como enfoque ofrece múltiples perspectivas que lo acercan a un construccionismo social, donde los significados de la realidad se desarrollan a través de la interacción, tanto en lo individual como colectivo. Lo que da apertura a la comprensión de que un mismo comportamiento en diferentes contextos, puede tener diferentes sentidos. El mismo, se fundamenta en el enfoque ecológico de la Orientación el cual, se deriva de la perspectiva interaccionista que asume una transacción entre las características individuales y ambientales para ofrecer mejor comprensión a las variaciones del comportamiento humano. Además, permitió a la Orientación movilizarse desde un enfoque meramente centrado en lo individual hacia uno de dinámica de grupo. Por lo que Moos y Moos (1975 citado por Téllez & Malik, s.d.), lo refiere como enfoque diseñado para investigar las interrelaciones entre los seres humanos y sus ambientes, sin necesidad de invocar a la metáfora limitante y tradicional de la salud mental.

En consecuencia, la Orientación debe abogar por la instauración de un modelo actualizado, con énfasis tanto en la espiritualidad como en las necesidades intrínsecas a la naturaleza humana. Lo cual, nos conlleva hacia un mirar de la Orientación y su acción desde la complejidad humana; indeterminación, incertidumbre, mezcla, hibridación, discursividad transdisciplinaria, apertura, caminos abiertos para la construcción de los saberes. Tener una visión de ser humano físico, biológico, psíquico, antropológico, revestido de una personalidad, en constante interacción con lo siciocultural. Es este el paradigma que emerge para pensar desde todo proceso de formación, y en todo proceso de formación humana para el siglo XXI.

De allí, la necesidad de una formación para los Orientadores bajo la perspectiva de un desarrollo humano integral, con una explosión de la intersubjetividad, donde la multiculturalidad marque pauta, exista dialogicidad de los entresaberes, y una construcción discursiva de la historia humana. Es decir, con otra manera de mirar la realidad y la diferencia, sea el punto crucial del entendimiento humano y eje conductor de la conceptualización de la vida. Ante, lo que debemos dar apertura al pensamiento que conduzca al reconocimiento del otro y de lo que constituye su subjetivación; la recomposición por él y para él de toda acción instrumental y de la identidad cultural (Touraine, 1997). También, tener la apertura requerida a nuevos principios para un conocimiento pertinente, comprometido con la enseñanza de la condición humana, de la identidad terrenal, de la comprensión, del enfrentamiento a la incertidumbre; bajo una visión ética del género humano (Morín, 2000).

Aspectos, además pertinentes con la plataforma que sustenta al modelo educativo actual, donde el aprender a vivir juntos, el aprender a conocer, el aprender a hacer y el aprender a ser conforman los pilares sobre los cuales aprenderemos la convivencia en el planeta. Considerado el primero como el mas importante, por la Comisión de la UNESCO sobre la educación (1996, p. 18):

Se trata de aprender a vivir juntos desarrollando el conocimiento de los otros, de su historia, sus tradiciones y su espiritualidad. Y a partir de allí, crear un nuevo espíritu que, precisamente gracias a esta percepción de nuestras interdependencias crecientes, a un análisis compartido de los riesgos y desafíos del futuro, impulse a la realización de proyectos comunes o bien a un manejo inteligente y pacifico de los inevitables conflictos.

Queda aquí plasmado el compromiso y el reto de la Orientación, de los Orientadores y Orientadoras de este nuevo siglo, que requerirán de esa nueva visión para el conocimiento, la comprensión y el logro de la aproximación a la complejidad humana; desde donde y para donde accionaran. Con la interiorización de que no existen pueblos ni sociedades inferiores ni superiores en términos espirituales ni culturales; sino sencillamente diferentes.

Finalmente, es importante considerar que todo proceso de formación para la acción orientadora en pro del desarrollo humano para la realidad venezolana, debe mirar hacia el incremento de la sensibilización y la apertura de todos aspectos inherentes a la multiculturalidad; prioridad para la convivencia humana. Donde, a pesar de estar implícitos otros conceptos, lo mágico-religioso ocupa eje central en este momento, ya que son elementos de significancia han sido excluidos, tanto de los procesos investigativos como de las acciones, relacionados con la Educación y la Orientación, y ellos de alguna manera permean toda visión de vida, tanto en lo individual como colectivo. Es decir, que todo programa de Orientación, debe tener una perspectiva multicultural y proponerse metas para el desarrollo académico, profesional y personal para las distintas cosmovisiones, además ofrecer un nutrido abanico de estrategias para promocionar el desarrollo de autoconceptos positivos, la comprensión de la diversidad cultural y tener la mirada en que lo primordial, es lograr un sistema ajustado al orientando y no éste al sistema.

 

REFERENCIAS

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Recebido: 05/05/2008
1ª Revisão: 24/11/2008
Aceite final: 21/01/2009

 

 

1 Comunicação apresentada na Conferência Internacional da IAEVG (International Association for Educational and Vocational Guidance) realizada de 4 a 6 de setembro de 2007, em Pádova, Itália.
2 Endereço para correspondência: Urbanización Cumboto Norte, Edificio Maori 4, Piso 2, Apartamento 2 A. Puerto Cabello. Estado Carabobo. Venezuela. Código Postal 2001. Tel: 00582423641284. E-mail: ljrojash@gmail.com.

 

Sobre os autores
* Luisa Rojas Hidalgo es Licenciada en Educación Mención Orientación, Magíster en Educación Mención Orientación, Doctorante en Ciencias Sociales, mención Salud y Sociedad, Universidad de Carabobo, Venezuela, docente Coordinadora C. B. “Simón Rodríguez” Puerto Cabello, docente de pregrado y postgrado adscrita al Departamento de Orientación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo, Venezuela.

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